Durante muchos años, hemos relegado las emociones y su estudio al campo de la literatura y del arte. En ese tiempo, tiempo muy largo, hubiera parecido una frivolidad introducir, en la Psicología o en las Ciencias de la Educación, el estudio del enamoramiento, la nostalgia o los celos.
Pero en estos tiempos ya no es recomendable, ni siquiera aceptable, el “analfabetismo emocional”. Esa expresión, acuñada por Salovey y hecha popular por Goleman, tiene relación con el subdesarrollo de las dos inteligencias llamadas “personales” por Gardner: la inteligencia intrapersonal, que es la capacidad de conocerse, controlarse y motivarse a sí mismo, y la inteligencia interpersonal, que es la capacidad de ponerse empáticamente en el lugar de otros y relacionarse con ellos.
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