Los conflictos no son malos por si, sino que esto depende de cómo los manejemos. Mucho tiempo los conflictos fueron tomados como malos y se tapaban (por ejemplo, la Iglesia y los casos de pedofilia, o la crisis soviética) y no se enfrentaban hasta que era demasiado tarde y explotaban. Pero hoy en día sabemos que si manejamos bien un conflicto (por pequeño que sea) puede ser un factor de cambio hacia mejorar el sistema, transformándolo en uno más eficiente y humanizante. Por tanto, no hay que temerles a los conflictos sino más bien hay que ver cómo sacarles mejor provecho. De un buen manejo puedo sacar un sistema mucho más eficiente, y liderazgos consolidados. Por tanto, es fundamental ver los conflictos como oportunidades.
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