Frankestein

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Frankenstein


U

n día, la calabaza Plaza salió a regar sus flores. De repente, el cielo se oscureció y hubo una gran tormenta.

en la calle Valenciana. No se sabe la causa.

Después de ver sus margaritas y tulipanes, Plaza se fue a ver la tele. El televisor no funcionaba por causa de un rayo. Entonces leyó el periódico: ¡Hombre muerto

Hallado hombre muerto en la calle Valenciana.


La calabaza fue a ver lo que pasaba en la calle Valenciana porque esa era su calle. En ese mismo instante conoció a Frankenstein.

La calabaza Plaza le pidió a Frankenstein que le hablara de él.

“Yo resucité de una tumba, -¡en serio!-“, dijo Frankenstein. “Y después después fui a la


montaña del Hombre Lobo, que casi se come mi cerebro. Solo consiguió morderme un trozo”, continuó contando Frankenstein.

“Y después después… fui a los árboles fantasmales y me encontré con un viejo amigo, Roberto, que es un fantasma muy poderoso y me regaló un kilo de oro”.


-¿Puedo pasar?, preguntó Franskenstein. - ¡Claro!, dijo la calabaza Plaza. Te pondré un colacao con churros. -¡Noooo! Yo necesito batería.

- ¡Vale, tranqui, compadre! En seguida te traigo el cable.

Al cabo de un rato, Frankenstein tuvo que ir al baño a “giñar”: ¡Hacía milenios que no me quedaba tan satisfecho uffff…!, pensó el monstruo. Plaza se enamoró locamente de


Frankenstein y Frankenstein de la calabaza Plaza.

Se miraron fijamente a los ojos y se dieron un beso de diez minutos. Frank y Plaza se casaron y

tuvieron un hijo llamado FrankiPlaza. Lo llamaron asĂ­ porque era mitad Frankenstein y mitad calabaza.


A los 7 años, Frankiplaza tuvo un partido de fútbol y empataron por el momento. Su equipo se llamaba FRAN y el rival, ROYAL.

El árbitro “Caramoco” le pitó un penalti a Frankiplaza. Éste chutó y…

CONTINUARÁ

THE END


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