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Luis Aguilar Castañeda El proceso creativo es un rito cotidiano

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Entrevista con Luis Aguilar Castañeda

El proceso creativo es un rito cotidiano

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Por Fernanda Montiel

Visionario de las artes plásticas en el país, arquitecto urbanista de profesión y figura relevante en la organización de simposios para la creación de obra pública en Playa del Carmen, Luis Aguilar Castañeda —uno de los artistas chiapanecos contemporáneos más destacados— ha ido modificando parte de la estructura urbana de Solidaridad —donde reside— y ha embellecido puntos estratégicos con su obra plena de armonía, ritmo y volumen. En la siguiente entrevista, este escultor nacido en Comitán nos habla de su raíz mexicana, de la asociación civil Arte y Cultura para la Riviera Maya, de la cual forma parte, y de su concepto del arte escultórico, en donde busca no solo la innovación a partir de la idea del vacío sino también el sentido útil y estético de la obra en el espacio citadino.

Reconocido por los críticos como un artista que atrapa el espacio, Luis Aguilar Castañeda ha hecho del vacío parte de su creación: huecos, como hoyos infinitos de memoria antigua, aparecen en su estilo y forman parte de una totalidad, donde el espacio en sí, la nada, forma parte del todo. Basta con observar en la carretera federal de Playa del Carmen la obra Simbiosis, una elegante propuesta que le otorga al bajo puente una apertura visual, o su legado en la Plaza 28 de Julio en el Primer festival de escultura contemporánea organizado por él mismo, y su obra Sinfonía Kukulkán en la escalinata del Teatro de la Ciudad. Interesado desde niño en la manipulación de materiales para crear nuevos elementos significativos para él, Aguilar Castañeda ha desarrollado a lo largo de su vida un estilo propio que lo ha llevado a concursar y obtener importantes premios, así como a la exposición permanente de su obra en espacios públicos. Sin descuidar la creación de obra propia, este artista se ha ocupado también de reunir a otros artistas talentosos para llevar a cabo la organización de simposios en donde se discuta la creación de obra pública para mejorar la cultura visual y engalanar ciudades con arte urbano de calidad.

—¿Cómo defines el espacio?, ¿el vacío? —El espacio y el vacío en la escultura es lo mismo: no pueden existir sin la materia. El espacio rodea la materia y también es atrapado por ella, formando parte complementaria de la escultura moderna. Es decir, el espacio y el vacío son complementarios: el primero rodea la materia y el vacío interespacial es atrapado por dicha materia. —¿Qué es para ti el volumen?, ¿cómo lo aprecias en tu visión? —El volumen es la parte corpórea de una escultura, la cual debe tener tres dimensiones, siendo el vacío para mí, la cuarta dimensión. —¿Cómo llegaste a la escultura?, quiero decir, ¿cómo fue tu decisión para dedicarte a ella, inclinarte a ser escultor, definirte como escultor? —Me gustó desde muy pequeño el modelado, más tarde la talla, en mármol y madera. Tomé diferentes talleres y después dos años de maestría en San Carlos. En mi carrera como arquitecto ha sido natural mi gran inclinación por la conjunción de volúmenes, sombras y vacíos. La arquitectura tiene mucho de escultura. Mi destino ha estado ligado a la escultura; desde niño tuve la suerte de tener cerca buenos mentores, como mi tío Javier Flores, primo de mi padre, pintor y escultor, quien me dio las primeras clases, viendo mi aptitud por el modelado. En secundaria tuve un gran maestro de modelado, del cual recibí grandes enseñanzas y ya como arquitecto busqué talleres de talla de mármol y madera; más tarde, los estudios de maestría. —¿Quién o qué influye en tu obra? —No podemos negar que hay maestros del pasado que son de gran influencia en nuestro quehacer cotidiano; para mí, Henry Moore, Giacometti y Calder son grandes referentes. Si queremos ser innovadores en lo que hacemos tenemos que conocer lo que grandes maestros han hecho. —¿Cómo opera en ti el proceso creativo? —El proceso creativo es para mí un rito cotidiano. Confieso que no voy directo a los materiales sin antes incubar una idea; dicha idea la plasmo en pequeños bocetos o figuras en cera o barro, que van jugando en mi mente hasta madurar el proyecto, mismo que baja a mi corazón (silencio), pasión... emoción, para después plasmarlo con mis manos. —¿Cómo se puede distinguir una obra de arte a través de la arquitectura? ¿qué la define? —La arquitectura tiene sus propias reglas ligadas a la funcionalidad. En algunos casos estas reglas no se cumplen y se convierten en una” obra capricho”: por fuera es muy bella pero no tiene correspondencia con el interior. Al contrario, si logramos diseñar un buen interior, con funcionalidad, con remates visuales, etcétera, y una buena fachada, esa es una obra de arte. —Si la arquitectura es una de las bellas artes, ¿por qué crees que hay ciudades cuyos edificios arquitectónicos o construcciones urbanas lucen poco artísticos?; es decir, con ciertas limitantes en la estética visual (proporciones, belleza, ritmo, volumen, armonía, funcionalidad…) y otras ciudades brillan por su arquitectura, ¿qué pasa ahí? —Así cuando ves una pintura, una escultura, una pieza de música y dices: me encanta o no me gusta, asimismo pasa en la arquitectura. Ante las bellas artes, el e gusto personal, el punto de vista es personal. Ese edificio equis me llama la atención, tiene algo, no por su antigüedad, sino porque tiene armonía en sus colores y en sus formas. ¿Por qué las obras de Gaudí causaron tanta admiración?: él se salió de lo normal mientras sus contemporáneos hacían lo mismo, él hizo algo nuevo y creativo y eso causó un revuelo.

Uno de los momentos importantes en el acto creativo “es el de la incubación de la idea. Por ejemplo, cuando tallo en madera hablo con el Creador. A través del material, le pido que me ayude a encontrar las vetas apropiadas para no agredirlo. Son momentos en que solo escucho el sonido de mi herramienta y mi corazón. Y al terminar una escultura siento un gran vacío…”

—¿Cuál es el propósito del arte urbano, de la escultura, la estela, el mural, street art y demás corrientes, técnicas y estilos? —Si pensamos en el caos, es todo aquello que violenta las formas de percepción en los sentidos. En la mayoría de las ciudades, los anuncios y espectaculares son predominantes a cualquier expresión artística; la publicidad y el mercantilismo nos han rebasado. El arte urbano lucha por sobrevivir, pero desafortunadamente hay pocos espacios dignos para que se exprese: le dan más importancia a una luminaria que a una escultura. El propósito de una escultura no es solo estético, pretende mandar un momento de reflexión a la sociedad. —Hemos visto tu obra con diferentes técnicas, ¿qué material te encanta? —Cada material tiene su encanto, algunos nos dan la oportunidad de expresar en forma espontánea nuestro pensamiento y sentimientos o simplemente como ejercicios cotidianos y hay otros que nos dan la oportunidad de realizar obras con más permanencia. Viajé en este momento de la cera, al bronce. —Cuando creas y concluyes una escultura, ¿qué es lo primero que reconoces como emoción, pensamiento, algún dicho o dedicatoria?

—Cuando “creo”, hay varios momentos, muy diferentes en cada caso y que tienen que ver con mi estado de ánimo. Uno muy importante es el de la incubación de la idea. Por ejemplo, cuando tallo en madera hablo con el Creador. A través del material, le pido que me ayude a encontrar las vetas apropiadas para no agredirlo. Son momentos en que solo escucho el sonido de mi herramienta y mi corazón. Y al terminar una escultura siento un gran vacío que solo empiezo a llenarlo con la inquietud de un nuevo proyecto. —Debido a tu presencia en Playa del Carmen hemos visto emerger el pasillo escultórico de la Plaza 28 de Julio en el centro de Solidaridad; Simbiosis, tu obra sobre la carretera federal y Sinfonía Kukulkán en la escalinata del Teatro de la Ciudad, ¿podrías comentar sobre estas iniciativas? —Cualquiera de las iniciativas que he emprendido y emprenderé con la asociación civil recién fundada, han tenido una aportación social y no solo en lo económico. En el caso de la obra Simbiosis, los Colegios de Arquitectos e Ingenieros Civiles colaboraron para su realización, yo puse el proyecto y mi tiempo. Después se añadieron otras personas para poderla instalar.

En el Primer simposio de la Plaza 28 de Julio, con cinco piezas de cinco escultores que trabajamos frente al público en un taller abierto, me acerqué al Instituto Municipal de la

Cultura y las Artes en Solidaridad (IMCAS) y a su director, Luis E. López para exponerle el proyecto, y él se entusiasmó aportando parte importante para su realización; otra parte igual de importante fue la participación ciudadana, con hospedaje, alimentación, bodega para materiales y las colocaciones de cada obra hasta terminar con el pasto.

En Sinfonía Kukulkán ya había un grupo de personas que ayudaron en diferentes formas y momentos. Se lanzó una convocatoria de crowdfunding casero, ofreciendo una obra de un caballo en grabado, de mi autoría, por cada mil pesos. Tuvimos una gran respuesta, no solo local sino de otros estados de la República y amigos de otros países como España, Argentina, Estados Unidos, Canadá. La obra fue pensada para el Teatro de la Ciudad, y así se logró convocar al cabildo municipal para que diera el permiso. Quiero hacer notar el acompañamiento desinteresado de un grupo de personas y compañía constructora, gracias a los cuales se pudo terminar. —¿Qué te impulsa a reunir escultores de gran calidad para crear piezas volumétricas en pocos días? —Pertenezco desde el 2003 a la Asociación Internacional de Escultura Monumental (AIESM) con sede en Italia. Parte de nuestra labor es hacer este tipo de eventos que no solo nos enriquecen como artistas porque compartimos nuestros conocimientos, sino dar a la sociedad la oportunidad de ver trabajar a un escultor en vivo. Aunado a esto, la ciudad recibe una cantidad de obras que van enriqueciendo su patrimonio. —¿Se puede vivir de la escultura en México?, es decir, ¿vives de ser escultor? —Me gusta la escultura pública, pero por lo mismo, por ser pública, es más difícil, pues no solo el estado, el gobierno, debería de ser el promotor de este tipo de obras. En otros países hay un impuesto que se le impone a un constructor; es decir un porcentaje del costo de la obra lo debe invertir en arte, en la misma obra. En lo personal, he tenido épocas tan buenas que hasta he estado realizando dos esculturas al mismo tiempo en fundición. Ahora son épocas complejas y hay que diversificar actividades; recordemos que antes que nada soy arquitecto y disfruto mucho la arquitectura. —¿Qué opinión tienes del crecimiento urbano de Playa del Carmen y sus posibles cambios estéticos? —En mi currículo personal tengo estudios de planificación urbana. Nunca los llevé al terreno de una maestría; sin embargo, me da la oportunidad de conocer y tener un criterio que me ayuda para la tarea que he emprendido y ahora con la asociación civil. El crecimiento de Playa del Carmen es desmedido e irregular: un día aparece un edificio lujoso junto a una choza. Es imposible regular, no hay espacios de convivencia suficientes y dignos. La escultura pública ayuda en gran medida a que existan remates visuales estéticos, pero al no estar planeada la ciudad, hay espacios importantes, cabeceras de camellones que son ocupados por registros de luz o luminarias que dejan poco espacio para el arte urbano. Es la lucha diaria. —¿Cuál sería tu propuesta para mejorar la arquitectura urbana de las ciudades? —Los elementos que venimos empujando, llamados esculturas o arte público, pueden favorecer a una ciudad, estoy seguro (suspiro). Soy un apasionado de lo que estoy haciendo y me encantaría llenar toda la ciudad de esculturas. —Tu mensaje a la humanidad en este nuevo tiempo. —Hay una frase de Picasso que puedo transmitir al mundo: “Solo deja para mañana lo que estás dispuesto a morir sin hacer”. Tropo

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