Estudio sobre Apocalipsis Capítulos 12 y 13 I.
Introducción El propósito de este estudio sobre Apocalipsis 12 y 13 es presentar una
interpretación más contemporánea de la visión de Juan sobre el personaje del Anticristo, especialmente sobre el tema relacionado con la marca o el número de la Bestia descrito en 13:16-18. El capítulo 13 está íntimamente unido con el ciclo de señales que se describen en los capítulos 12 al 14 y por consiguiente, es necesario estudiarlos para conocer los contextos en que se encuentra la unidad a estudiarse. Para ello, se analizará el capítulo 12 completo, así como el 13. A continuación, alguna información general sobre el libro de Apocalipsis. El título del libro Apocalipsis es tomado del término griego que en el primer verso del capítulo uno, apokalypsis y significa revelación. Este aparece título armoniza con el género que representa: la literatura apocalíptica, la cual vino a ser común entre los círculos judíos de los últimos siglos antes de la cristiana y que los cristianos tomaron y emularon (González 1997, 7). Mounce dice que en la discusión contemporánea, esta literatura aplica más ampliamente al grupo de escritos que florecieron en el mundo bíblico entre el 200 a.C. y el 100 d.C. (1977, 18). Una definición de la literatura apocalíptica pudiera ser la siguiente: “La creencia escatológica que el poder del mal (Satán), que está ahora en control temporal de esta era de maldad de la historia humana en la cual los justos son afligidos por sus agentes demoníacos y humanos, está próxima a ser terminada por la intervención directa de Dios, quien es el poder del bien y quien creará una era enteramente nueva, perfecta y eterna bajo su control inmediato para el
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disfrute eterno de sus seguidores justos de entre los vivos y los muertos resucitados” (Ibid). Algunos comentan que la apocalíptica es un fenómeno helenístico y otros que fue parte del desarrollo de la religión iraní. Pero la mayoría opina que es esencialmente un fenómeno judío y cristiano (Ibid, 19). Esta literatura sigue el curso de la profecía clásica de los siglos ocho al seis a.C. (Isaías, Jeremías, Amós y otros) y que comienza a nacer con el profeta Ezequiel, quien reúne en su profecía características clásicas y preclásicas (Elías y Eliseo y aun Balaam) y es considerado el eslabón o puente entre la profecía clásica y la apocalíptica. El más grande exponente del género apocalíptico en la Biblia Hebrea (BH) lo es Daniel y también el profeta Zacarías.
Puede considerarse a la
apocalíptica como hija de la profecía (Ibid). Mounce cita a Paul Hanson, quien sostiene que el alza de la escatología apocalíptica no es ni repentino ni anormal, sino que sigue el patrón ininterrumpido de la profecía preexílica y la exílica (Ibid). El rol más importante de este género literario es explicar el porqué sufren los justos y la tardanza en el establecimiento del reino de Dios. Algunas características de esta literatura son las siguientes (se sigue a Mounce, 19-22): (a) Siempre es escatológica, o sea, trata del tiempo que está aún en el futuro; (b) Es predictiva, distinguiéndose de la profecía clásica en que esta última predice el futuro que debe cumplirse del presente (“arise out of the present”), mientras que la apocalíptica es la predicción del futuro que debe impactar el presente (“should break into the present”); (c) Dualista en el sentido histórico y temporal, no metafísico: hay dos fuerzas que se oponen, Dios y el bien, Satán y el mal; (d) Fin predeterminado, donde todo se mueve hacia aquello que ha sido preordenado por Dios de acuerdo a un determinado
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itinerario de tiempo; (e) El problema de sufrimiento de los justos; (f) La convicción que se están viviendo los últimos días; (g) En términos literarios, el género apocalíptico es esotérico (oculto o reservado) en carácter, forma literaria para la propagación del mensaje, lenguaje simbólico y pseudónimo en autoría; y (h) Amplio uso de visiones y sueños que son interpretados por un ser angelical para revelar misterios escondidos. Aunque el libro de Apocalipsis tiene muchas de las características antes mencionadas que justifican que se le considere dentro de dicho género, reúne no obstante unos detalles que lo distinguen del género apocalíptico en general. Estos detalles son: (a) Los apocalipticistas tienden a ser pesimistas, pero en el libro se expresa que en todo momento Dios tiene el control de toda situación, partiendo del hecho de la victoria alcanzada por Jesucristo en su muerte y resurrección, lo cual provee la base para que se mire el desarrollo de la predicción en una forma positiva. En el caso del Apocalipsis de Juan, aun cuando se predice el sufrimiento de los justos, este sufrimiento es breve y viene como consecuencia del último esfuerzo que le queda al enemigo (Satán), porque “sabe que le queda poco tiempo”; (b) El uso de la historia es diferente porque, como se indicó arriba, el período de sufrimiento está incluido entre dos eventos de salvación: la obra de Jesucristo en su primera venida y su retorno en gloria. Esta perspectiva de la historia de salvación trae el consuelo necesario para que los justos puedan enfrentar la más severa tribulación; (c) La urgencia moral del libro de arrepentimiento, 2:5, 16, 22; 3:3, 19; (d) Con pocas excepciones, el libro simplemente narra visiones y deja la tarea de interpretación al lector sin intervención angelical; (e) Declara verdades escatológicas en lugar de transmitir mensajes esotéricos preservados secretamente desde la antigüedad; (f) La inclusión de siete cartas pastorales a las Iglesias de Asia Menor; y (g) No es
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pseudónimo, sino que su autor es ampliamente conocido por sus lectores.
Esta
información fue obtenida por Mounce (23-25). II.
Autoría El libro mismo presenta al autor como simplemente Juan. Desde el punto de vista
tradicional más temprano de la historia de la Iglesia cristiana se ha considerado a Juan el apóstol como el autor del libro. Esta opinión fue casi unánime durante el siglo segundo, incluyendo a Papías, Justino Mártir e Ireneo y hasta mediados del tercero (con el testimonio de Tertuliano y Clemente de Alejandría), cuando Dionisio, obispo de Alejandría hizo una crítica o análisis gramatical comparando el libro con el evangelio y las cartas de Juan, encontrando diferencias en estilo y dicción. Otros han sugerido que se trataba de un Juan el anciano que también habitaba en Éfeso, mientras que otros sostienen que se trataba de un Juan profeta que vivía en Israel. Un extremo es la opinión de que se trataba de los discípulos de Juan el Bautista o que el libro tiene más de un autor (Mounce, 25-31). En vista de la evidencia externa tan abundante de los testigos que más cerca estuvieron del tiempo de la composición del libro y también de la evidencia interna de que se trata de un Juan reconocido entre las Iglesias del Asia Menor, se concluye que el autor es el apóstol Juan. Todos los críticos afirman que se trata de un judío que escribe en griego, pero pensando en hebreo o arameo. III.
Fecha de composición del Libro Se han postulado varias fechas para la composición del libro: tan temprano como
el tiempo de Claudio (41-54 d.C.) como tan tardío como el tiempo de Trajano (98-117 d.C.). Pero la mayoría de los eruditos colocan la fecha durante el reino de Nerón (54-68 d.C.) o la de Domiciano (81-96 d. C.). Esta última es la más aceptada y es la que se
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seguirá en este estudio, ya que es la más que armoniza con el ambiente social y político que se describe en el libro (Ibid, 31-36). Además, existe el testimonio más temprano de Ireneo (190 d.C.) que fecha el libro para finales del imperio de Domiciano, esto es, para el 95 d.C. IV.
Aceptación del Libro El libro de Apocalipsis fue ampliamente aceptado desde los primeros tiempos de
su composición. Ya para el 130 d.C., Justino Mártir se refería al libro diciendo que Juan el apóstol era su autor. Ireneo, así como Tertuliano lo citan como parte de sus escritos apologéticos. En términos generales, fue ampliamente aceptado por las iglesias del oeste del imperio, aunque hubo más resistencia en las iglesias orientales a aceptarlo como canónico. Una de las razones que se apuntan para esa oposición fue el uso que recibió el libro de parte de los montanistas, los cuales eran considerados como herejes en una gran parte del imperio romano. Otros como Marción, lo rechazaron por el carácter judío de su contenido. Otra razón pudo haber sido el hecho de que al Dionisio haber rechazado la autoría de Juan el apóstol, pudo haber traído dudas sobre la canonicidad del libro. Pero ya en el tercer Concilio de Cartago para el 397 d.C., el libro aparecía en la lista de libros canónicos y aprobados para la lectura pública.
Durante el tercer Concilio de
Constantinopla en el 680 d.C. el libro fue finalmente ratificado y recibió aceptación formal como escritura del Nuevo Testamento en la Iglesia Oriental. V.
Escuelas de Interpretación En términos generales, existen por lo menos cuatro escuelas de interpretación
escatológica apocalíptica: pretérita, histórica, alegórica y futurista. Brevemente, estas escuelas pueden definirse como sigue: (a) La pretérita es la que asume que todo el
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contenido profético del libro ya se ha cumplido, sea durante el tiempo del autor o un poco tiempo después; (b) La histórica establece que los eventos proféticos se van cumpliendo a través de la historia, corroborándose por medio de sucesos específicos importantes de la historia que se identifican con dichos eventos proféticos; (c) La alegórica es aquella escuela que interpreta los eventos proféticos de una manera simbólica y subjetiva, usualmente ignorando el mensaje literal de la profecía; y (d) La futurista es aquella que opina que la mayoría de los eventos proféticos se cumplirán cabal y completamente en un futuro distante del tiempo en que se escribe, pero sin negar que estos eventos pudieran haber tenido uno o más cumplimientos parciales durante la época en que se escribieron y a través de la historia de la Iglesia cristiana. En otras palabras, la escuela futurista, que es la que se empleará en este estudio, no limita el cumplimiento de los eventos proféticos en cualquier momento de la historia, pero especifica que el cumplimiento cabal y completo será en la culminación del propósito de Dios al final de esta era. Un ejemplo de estos cumplimientos parciales y cabal puede verse en el caso de la profecía de la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, donde ha habido cumplimientos parciales a través de la historia como Antíoco Epífanes en el siglo II a.C., Pompeyo, el general romano del 63 a.C., entre otros, pero que espera su cumplimiento cabal al final de los tiempos (Mateo 24:14; 2 Tesalonicenses 2:1-8). En este estudio se sigue la línea de interpretar el libro en una forma elíptica, donde pueden coincidir varios eventos simultáneamente, y que persigue un fin predeterminado. VI.
Estructura del Libro La estructura literaria del libro de Apocalipsis contiene narrativas, visiones,
traslados de la tierra al cielo, poemas y cánticos.
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La estructura general se divide
básicamente en tres partes: la narrativa de las cosas que has visto, esto es, el primer capítulo sobre la revelación de Jesucristo glorificado; las cosas que son, que consiste en los capítulos 2 y 3 que se refieren a los mensajes a las siete iglesias del Asia Menor; y las cosas que serán después de éstas, que incluyen los capítulos 4 al 22. La narrativa de los primeros seis capítulos fluye sin interrupción, teniendo como aspectos sobresalientes la forma epistolar de los capítulos 2 y 3 y el traslado de Juan desde Patmos al cielo a partir del 4:1. A partir del final del sexto capítulo (la descripción del sexto sello), surgen unos interludios, sucediéndose especialmente entre las narrativas del sexto y séptimo sello y las trompetas. Entre el sexto y el séptimo sello está el interludio del capítulo siete. La narración de los eventos del séptimo sello ocurre en el 8:1-5, luego prosigue sin interrupción la narración de los eventos de las primeras seis trompetas, 8:6-9:21. Entre la narración de los eventos de la sexta y séptima trompetas, se intercalan los capítulos 10:111:14. La narración de los eventos de la séptima trompeta se encuentra en el 11:15-19. Aquí se marca un importante cambio en la narración del libro, con la introducción del ciclo de visiones y eventos proféticos de los capítulos 12-14, que Leon Morris titula “Siete Señales Significativas” (1987, 150) y que es la base y objetivo de este estudio. El capítulo 15 es la introducción y presentación de los ángeles que portan las siete copas de la ira de Dios, que según el 15:1, son los juicios finales para la consumación de la ira de Dios. El capítulo 16 describe las plagas producidas por el derramamiento de las copas de la ira. Aquí se rompe el ritmo que traía el libro, ya que no hay pausa entre la sexta y la séptima copa como ocurrió con los sellos y las trompetas, donde se interrumpía la narración para introducir un interludio.
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Los capítulos 17 y 18 presentan el juicio y condenación de Babilonia, la Gran Ramera y Madre de las abominaciones de la tierra. El capítulo 19 es la fiesta de las bodas de Jesucristo, el cordero de Dios y su retorno a la tierra con sus santos para juzgar a las naciones y a la bestia y al falso profeta, los cuales son arrojados al lago de fuego y azufre. El capítulo 20 presenta el encadenamiento del Satán para dar inicio al milenio. Luego delos mil años, el Satán es soltado de su prisión para engañar a las naciones y se reúnen en Jerusalén para luchar contra el cordero de Dios, pero son vencidos con fuego que viene de parte de Dios. El capítulo termina con el Satán siendo arrojado al lago de fuego y azufre y con la descripción del juicio del gran trono blanco contra los que no creyeron, los cuales son también arrojados al lago de fuego. El capítulo 21 describe los cielos nuevos y la tierra nueva, así como la nueva Jerusalén. El capítulo 22 cierra el libro mostrando el río de agua de vida y el árbol de la vida y finaliza con la promesa del retorno de Jesucristo a la tierra. En resumen, el análisis de la estructura general del libro puede presentarse así (se sigue a Mounce, 47-49, a menos que se indique lo contrario): I.
Prólogo (1:1-20) 1. Sobrescrito (1:1-3) 2. Saludo y Doxología (1:4-8) 3. Visión Primaria y Comisión para escribir (1:9-20)
II.
Cartas a las Siete Iglesias (2:1-3:22) 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
Éfeso (2:1-7) Esmirna (2:8-11) Pérgamo (2:12-17) Tiatira (2:18-29) Sardis (3:1—6) Filadelfia (3:7-13) Laodicea (3:14-22)
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I.
Adoración en Los Cielos 1. Adoración a Dios como Creador (4:1-11) 2. Adoración al Cordero, el único digno de abrir el Rollo (5:1-14)
III.
Los Siete Sellos (6:1-8:1) 1. Los Primeros Cuatro Sellos: Los Cuatro Jinetes (6:1-8) 2. Quinto Sello: Clamor de los Mártires (6:9-11) 3. El Sexto Sello: El Gran Terremoto (6:12-17) Interludio: Visiones de Seguridad y Salvación (7:1-17) A. Sellar a los Siervos de Dios B. Adoración de los Redimidos en el Cielo (7:9-17) 4. Séptimo Sello: Una Pausa Dramática (8:1)
IV.
Las Siete Trompetas (8:2-11:19) 1. 2. 3. 4. 5.
Preparación (8:2-5) Las Primera Cuatro Trompetas (8:6-12) El Aviso del Águila (8:13) Quinta Trompeta (Primer Ay): Demonios/Langostas (9:1-12) Sexta Trompeta (Segundo Ay): Tropas de Caballería (9:13-21) Interludio: Visiones del Rol Profético (10:1-11:14) A. El Ángel Poderoso y el Pequeño Rollo (10:1-11) B. La Medición del Templo (11:1-2) C. Los Dos Testigos (11:3-14)
6. Séptima Trompeta (11:3-14) V.
La Siete Señales Significativas (12:1-14:20; Morris, 44) 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.
La Mujer Vestida del Sol (12:1-6) Satán es Arrojado Fuera (12:7-12) Guerra entre Satán y la Mujer y su Hijo (12:13-17) La Bestia del Mar (13:1-10) La Bestia de La Tierra (13:11-18) El Cordero en el Monte de Zion (14:1-5) La Siega de la Tierra (14:6-20) A. Tres Ángeles Proclaman Juicio (14:6-12) B. Los Muertos que Mueren en el Señor (14:13) C. El Segador en la Nube (14:14-16)
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D. La Siega (14:17-20) VI.
Las Últimas Siete Plagas (15:1-16:21, se sigue a Mounce, 48) 1. Preparación para las Plagas de Las Copas (15:1-8) 2. Las Plagas son Arrojadas a la Tierra (16:1-21)
VII.
La Caída de Babilonia (17:1-19:5) 1. 2. 3. 4. 5. 6.
La Ramera y la Bestia Escarlata (17:1-6) Interpretación de la Destrucción de la Ramera (17:7-18) Babilonia es Declarada Desolada (18:1-8) Lamentos de los Reyes, Mercaderes y Marinos (18:9-20) Babilonia Destruida (18:21-24) Himno de Vindicación (19:1-5)
VIII. La Victoria Final (19:6-20:15) 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. IX.
Anuncio de las Bodas del Cordero (19:6-10) Aparición del Mesías Guerrero (19:11-16) La Destrucción del Anticristo y sus Aliados (19:17-21) Satán es Atado (20:1-3) Reino Milenial (20:4-6) Satán es Soltado y Destruido (20:7-10) Juicio Final (20:11-15)
Cielos Nuevos y Tierra Nueva (21:1-22:5) 1. La Nueva Creación (21:1-8) 2. La Nueva Jerusalén (21:9-22:5)
X. VII.
Epílogo (22:6-21)
Comentarios sobre las Siete Señales Significativas (12:1-14:5) Este ciclo de los capítulos 12 al 14 es uno de los interludios que ocurren en el
libro de Apocalipsis, en este caso ocurre luego del toque de la séptima trompeta. Muchos críticos ( Boring, Harrington, Mounce, Morris y otros) toman estos capítulos en conjunto. Morris (44, 150) los llama las siete señales significativas, ya que el ciclo comienza con la palabra griega semeion, que significa señal o portento. Este término se emplea en dos ocasiones en este ciclo de señales, en el 12:1 y el 12:3, en la visión de la mujer a punto de
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parir el hijo varón y del dragón rojo, respectivamente. Además, se usa la frase kai eidon, esto es, “y vi” en cinco ocasiones para presentar las otras señales contenidas en el ciclo (13:1, 11; 14:1, 6 y 14). Otra frase importante en el ciclo es kai edothe, que significa “y le fue dado” (13:5 {2 veces}, 7, 14 y 15). Aquí se refiere a la autoridad que le fue dada a la bestia que sube del mar y a la bestia que sube de la tierra. Esta autoridad ha sido dada y permitida por Dios, queriendo con ello decir que Dios tiene todo bajo su absoluto control. También se usa la frase kai edóthesan (“y le fueron dadas”) en 12:13 para referirse a las alas de águila dadas a la mujer para que escapase al desierto; y la frase kai édoken (“y le dio”) para referirse al poder, al trono y la autoridad que le dio el dragón a la bestia que sube del mar (13:2). 12:1-2: 1 “Y una señal grande apareció en el cielo, una mujer vestida con el sol, y la luna debajo de los pies de ella y sobre la cabeza de ella una corona (stéphanos) con doce estrellas.
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Y en el vientre teniendo (un hijo), y gritaba por los
dolores del parto, en angustia para parir”. En estos dos primeros versos se manifiesta en el cielo la primera gran señal: Una mujer estando en preñez, con dolores de parto a punto de parir. La descripción de la mujer es que está vestida con el sol, la luna debajo de sus pies y una corona con doce estrellas sobre su cabeza. Este es un símbolo claro de Israel, vista en uno de los sueños de José, hijo de Jacob (Génesis 37:9-11). En los próximos versos se darán más detalles acerca de la identidad de la mujer y de su hijo. Se han postulado otras teorías o interpretaciones acerca de la identidad de la mujer como la Iglesia, María, la madre de Jesucristo o una concepción cósmica tomada del paganismo (Boring, 151-152; Morris, 151; González, 77).
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12:3-6: 3 “Y apareció otra señal en cielo, y he aquí un gran dragón rojo (del griego pyrrós, de fuego) teniendo siete cabezas y diez cuernos y sobre las cabezas de él siete diademas, 4 y la cola de él barre la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. Y el dragón se paró firme delante de la mujer que habría de parir, de manera que cuando pariese, al hijo de ella devorarlo.
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Y parió un hijo
varón (ársen, literalmente, macho), el cual habrá de pastorear todas las naciones con vara de hiero. Y fue arrebatado el hijo de ella para con Dios y para con el trono de él (Dios).
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Y la mujer huyó al desierto, donde tiene allí un lugar preparado por
Dios, de manera que allí sea sustentada por mil doscientos sesenta días”. Aquí aparece la segunda gran señal: un gran dragón rojo que barre con la cola la tercera parte de los ángeles en su levantamiento contra Dios. Este dragón no es otro que el Satán, que significa el adversario o diablo, que significa difamador. Tiene siete cabezas y diez cuernos y diademas sobre sus cabezas, lo cual es tipo de autoridad (él es el señor de este mundo). La intención del dragón es devorar al hijo de la mujer que aquí se identifica con aquel que regirá como pastor (ver Ezequiel 34:23-25) a todas las naciones. Este es Jesucristo, el Mesías de Israel, el cual fue arrebatado para con Dios.
Esta frase
preposicional griega (pros ton theon) es la misma expresión de Juan 1:1-2 que significa literalmente cara a cara con Dios. En este pasaje, Juan mezcla los tiempos verbales, empleando el presente para indicar su seducción de los ángeles de Dios ocurrida antes de la fundación del mundo. La expresión “barre las estrellas del cielo, arrojándolas” indica esta rebelión contra Dios. El intento de destruir al Mesías puede verse específicamente cuando Herodes el grande intentó matarlo (Mateo 2:1-18). Es interesante notar que en
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esta breve narración se cubren muchos, especialmente los años de vida y ministerio de Jesucristo, ya que de su nacimiento se pasa a su eventual glorificación junto a Dios Padre. 12:7-12:
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“Y sucedió una guerra en el cielo, Miguel y los ángeles de él
guerrearon contra el dragón; y el dragón y los ángeles de él guerrearon; prevalecieron ni ya fue encontrado lugar de ellos en el cielo.
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y no
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. Y fue arrojado el
dragón, el grande, la serpiente, la antigua, el llamado diablo y el Satanás, el engañador de toda la tierra (habitada), fue arrojado hacia la tierra, y los ángeles de él con él fueron arrojados.
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Y oí una voz fuerte en el cielo diciendo:”Ahora ha
venido a ser la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque fue arrojado el acusador de nuestros hermanos el que los acusaba delante de nuestro Dios de día y de noche.
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. Y ellos le vencieron por medio de la
sangre del cordero y por medio de la palabra del testimonio de ellos, porque no amaron sus almas (vidas) hasta la muerte.
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Por esto, regocíjense lo cielos y los que
en ellos habitantes (en tiendas). Ay a la tierra y al mar, porque ha descendido el diablo a ustedes teniendo ira grande, sabiendo que poco tiempo (kairon) tiene”. La batalla que se describe en el cielo entre el diablo y el arcángel Miguel debió haber sido en un momento decisivo, de algún cambio en el cielo, ya sea la glorificación del Señor Jesucristo o algún otro evento como el arrebatamiento de la Iglesia al cielo (ver también Lucas 10:17-18). El Satán tenía acceso al cielo para acusar. El texto griego hace énfasis de esto empleando dos veces la palabra acusador (jo kategor y jo kategoron) y haciéndolo de noche y de día. En este pasaje se declaran los nombres con los que es conocido el dragón: la serpiente antigua, lo cual puede referirse a la serpiente de Génesis 3 o al Leviatán del Salmo 74:13-14; diablo es difamador; Satanás es adversario y el engañador
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(el griego hace énfasis en los adjetivos con artículo, p.e. la serpiente, la antigua). En vista de su derrota en el cielo, el diablo ha descendido a la tierra y al mar con gran ira. 12:13-18:
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“Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, 14
persiguió a la mujer que había parido al niño.
Y fueron dadas a la mujer las dos
alas del águila, la grande, de manera que pueda volar hacia el desierto, hacia el lugar de ella, donde será sustentada allí un tiempo (kairon) y tiempos (kairous) y la mitad de un tiempo (je misu kairou) de delante (de la faz) de la serpiente.
15
Y arrojó
la serpiente de su boca tras la mujer agua como un río para que fuese arrastrada por el río.
16
Y vino en ayuda la tierra a la mujer y abrió la tierra su boca y tragó el
río que había echado el dragón de su boca.
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Y se enfureció el dragón contra la
mujer y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y teniendo el testimonio de Jesús.
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Y él estuvo
parado (o yo estuve parado, dependiendo de la variante) sobre la arena del mar”. El dragón, viéndose vencido y arrojado del cielo, emprende guerra contra la mujer y su descendencia (Israel), la cual es sustentada por Dios en el desierto por tres años y medio, esto es similar a Daniel 12:1, 7. La imagen de las dos alas de águila es el pacto de Dios con Israel en el desierto cuando dice: “Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águila, y os he traído a mí” (Éxodo 19:4; ver también Malaquías 4:2-6). En este período de gran tribulación de tres años y medio (Daniel 7:25 y 12:1-7), Dios volverá a hacer un pacto nuevo con Israel en el desierto como lo hizo luego de la salida de Israel de Egipto. Es importante entender que el dragón no persigue a la Iglesia que ya ha sido levantada al cielo, sino a Israel y su descendencia, los cuales estarán
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siendo evangelizados por los 144,000 (Apocalipsis 7:1-8 y 14:1-5). Por eso ha sido arrojado el dragón del cielo porque no hay más creyentes que acusar. Capítulo 13 13:1-4:
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“Y vi del mar una bestia subiendo, teniendo diez cuernos y siete
cabezas y sobre los diez cuernos de ella siete diademas y sobre las siete cabezas un nombre (o nombres, dependiendo de la variante) de blasfemia.
2
Y la bestia que (la
cual) vi era semejante a un leopardo y los pies de ella como de un oso y la boca de ella como boca de león. Y dio a ella el dragón el poder de él y el trono de él y grande autoridad.
3
Y una de las cabezas de ella como herida de muerte, y la herida de
muerte de ella fue sanada. Y se maravilló toda la tierra tras la bestia 4 y adoraron al dragón que dio (había dado) la autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia diciendo: ¿Quién (es) semejante a la bestia, y quién puede guerrear con (contra) ella?”. Esta visión es similar a la vista por Daniel en 7:2-3, donde combatían los cuatro vientos en el gran mar y subieron del mar cuatro grandes bestias descritas como león (Babilonia), oso (Media y Persia), Leopardo (Grecia) y la cuarta bestia diferente con diez cuernos que representa a Roma. Asimismo, la visión del capítulo 7 de Daniel concuerda con el sueño de Nabucodonosor en Daniel 2, donde Dios le muestra al rey de Babilonia lo que habría de suceder para lo s tiempos del fin (Daniel 2:28). En este caso, se muestra una estatua con diferentes metales preciosos: oro (Babilonia), plata (Media y Persia), bronce (Grecia) y el hierro (Roma). Los dedos de los pies en parte de hierro y parte de barro son equivalentes a los diez cuernos de la cuarta bestia de la visión de Daniel 7. Por tanto, Daniel 2 presenta la visión desde la perspectiva humana, mientras que Daniel 7 la presenta desde la perspectiva de Dios. Para Dios, estos imperios son vistos como bestias
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salvajes por su oposición a Dios, mientras que para los hombres, estos mismos imperios son como metales preciosos. El cuerno pequeño que se presenta en Daniel 7:8, 11, 21-22 y 24-26, es la cabeza que tuvo la herida de muerte y sanó de Apocalipsis 13:3. Hay que recordar que a Daniel se le manda a sellar las palabras de su profecía porque su cumplimiento era para los tiempos del fin (Daniel 12:4, 9), sin embargo a Juan se manda a no sellar las palabras de la profecía porque el de su cumplimiento está cercano (Apocalipsis 22:10). Aquí se manifiesta una burda imitación de la Trinidad: el dragón imitando al padre y la bestia del mar imitando a Jesucristo el Hijo de Dios (anticristo, que suplanta y se opone al mesías). 13:5-10:
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“Y fue dada a ella (bestia) una boca hablando grandes (cosas) y
blasfemias y fue dado a ella autoridad por 42 meses.
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Y abría su boca para con
Dios (pros ton theon) en blasfemias para blasfemar su nombre y su tabernáculo, a los que habitan en el cielo.
7
Y fue dado a ella hacer guerra con los santos y vencerlos, y
fue dado a ella autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua y nación.
8
Y le
adoraron todos los habitantes de la tierra, el cual no ha sido escrito el nombre de él en el libro de la vida del cordero que inmolado desde antes de la fundación del mundo.
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Si alguno tiene oído, oiga.
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Si alguno hacia cautiverio, en cautiverio va.
Si alguno en espada mata, en espada morirá. Aquí está la paciencia (hypomoné – endurance) y la fe (fidelidad) de los santos”. Aquí continúa el paralelo con Daniel 7 sobre la autoridad que Dios le confirió a la bestia. Dios tiene toda la situación bajo su estricto control. Hay un dominio universal de la bestia dado por el dragón, el cual es adorado, así como a la bestia. Estos días de postmodernidad y filosofías de la nueva era sirven como plataforma para la venida del anticristo.
16
13:11-18:
11
“Y vi otra bestia subiendo de la tierra, y tenía dos cuernos
semejantes a un cordero y hablaba como dragón.
12
Y a la autoridad de la primera
bestia a todos hace delante de ella y hace a la tierra y a los que en ella habitan de manera que adoren a la bestia, la primera, de la cual fue sanada la herida de muerte de ella.
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Y hace señales grandes, de manera que aun fuego haga de los cielos
descender hacia la tierra delante de los seres humanos,
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y que engañe a los
habitantes de la tierra por medio de la señales las cuales han sido dadas a ella hacer delante de la bestia, diciendo a los habitantes de la tierra hacer una imagen a la bestia, la cual tiene la herida de espada y vivió.
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Y fue dada a ella dar espíritu
(aliento, pneuma) a la imagen de la bestia, de manera que hablase la imagen de la bestia y haga que a cuantos no adoren a la imagen de la bestia sean muertos.
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Y
hacer a todos, a los pequeños y a los grandes, y a los ricos y a los pobres, y a los libres y a los esclavos, que diesen a ellos una marca sobre la mano de ellos, la derecha o sobre la frente de ellos
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y que ninguno pueda comprar o vender si no el
que tiene (participio activo con artículo) la marca, esto es, el nombre de la bestia, o el número del nombre de ella.
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Aquí la sabiduría es. El que tiene sabiduría cuente el
número de la bestia, porque número de hombre es, y su número es seiscientos sesenta y seis”. Este pasaje presenta a la segunda bestia que sube de la tierra, la cual es llamada el falso profeta. Este profeta es una burda imitación del Espíritu Santo, quien habla en nombre de Jesucristo. El falso profeta hace señales falsas para atraer a todos a adorar al falso mesías, a la bestia que tenía la herida de muerte y vivió, así como el Espíritu Santo atrae a todos a Jesucristo para salvación. Es importante notar que los nombres para la primera bestia se sustituyen en ocasiones por la bestia que tenía la herida
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de muerte y vivió. Sobre la marca (járagma) puede significar monedas o impresión sobre monedas, insignia, sello sobre documentos y aun sobre esclavos (Ferrer, 65). Boring (161-164) discute algunas formas en que se ha entendido el tema del 666: Una marca de propiedad y dominio que la trinidad satánica emplea para imitar el sello de Dios sobre los que sirven a Jesucristo (Apocalipsis 7 y 14); forma de apoyar el sistema económico y social de la trinidad satánica; el número de un hombre que puede ser identificado por gematría, o asignando números a las letras del nombre; el seis como un símbolo de idolatría del hombre (creado en el sexto día), de imperfección, etc; pudo haber sido usado como un código contra el emperador Nerón (para los cálculos, ver el Apéndice). Para otras formas posibles de interpretaciones modernas, ver el Apéndice.
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