Papa Francisco, necesitamos Su voz por quienes tienen VIH en el mundo y para quienes pueden prevenirlo A Su Santidad Papa Francisco A la opinión pública Papa Francisco, bienvenido a México. Con respeto y esperanza nos presentamos, somos un grupo de personas con Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), activistas, y profesionales de la salud laicos, que todos los días vemos la realidad frente al VIH y el Sida de niños, mujeres, hombres, familias completas, católicas y no católicas, en México y otros países del mundo. Nos queremos referir, sobre todo, a aquellas poblaciones y comunidades en donde la inequidad e injusticia social se incrementan en la medida en que la distancia entre pobres y ricos se hace más grande y también, en la medida en que las personas y gobernantes, van perdiendo humanismo y lo cambian por poder y riqueza, así como Usted proféticamente lo ha denunciado en múltiples ocasiones. Para muchas comunidades y poblaciones, la desigualdad se vuelve un factor determinante para incrementar la vulnerabilidad a adquirir el VIH: la completa falta de acceso al diagnóstico y tratamiento oportuno, les confina a reducir sus expectativas de vida y afrontar una muerte temprana. Entre estas poblaciones, que no han tenido muchas opciones de vida, están los grupos de migrantes, refugiados, y otras poblaciones marginalizadas como las privadas de su libertad, las que se dedican al trabajo sexual, personas transgénero y mujeres que viven violencia y/o trata de personas: aquéllas que fueron enganchadas en las drogas, alejadas de sus familias y explotadas sexualmente. Todas estas personas se identifican en grupos en donde la violencia y la epidemia del VIH se han agudizado. En América Latina, algunas de estas poblaciones alcanzan prevalencias de VIH de hasta 25% y tasas de mortalidad de más del 90%, cuando la infección por VIH se conjunta con otras enfermedades características de la pobreza y la exclusión social, como la tuberculosis. Millones de hombres y mujeres sufren la carga de vivir con VIH y el Sida, y esta carga lleva estigma, discriminación, abandono y mucha violencia. Muchas de estas ovejas son de Su Rebaño, y se sienten solas. Necesitan la voz de su pastor. Pedimos Su ayuda para visibilizarlos y contribuir a reducir la injusticia social en la que intentan sobrevivir día con día. En el terreno de la prevención, tenemos presentes las palabras de su predecesor, el Papa Emérito Benedicto XVI, con aquella memorable afirmación referida al preservativo: “… Es obvio que ella (la Iglesia) no los ve como una solución real y moral. No obstante, en uno u otro caso pueden ser, en la intención de reducir el peligro de contagio, un primer paso en el camino hacia una sexualidad vivida de forma diferente…” Han resonado también sus palabras en aquel vuelo de regreso de África con las que remarcó la obligación de curar, de sanar, de cuidar la vida “¡Es obligatorio curar!”. Sin atraparnos en complicadas discusiones sobre la moral o no del preservativo, nos ha señalado que lo importante es preservar la vida de las personas. Papa Francisco, le pedimos que siga considerando en el centro a las mujeres y a los hombres, porque eso nos lleva a buscar los medios para evitar nuevas infecciones, nos ayuda a salvar vidas. Seguiremos haciendo nuestro trabajo educativo, acompañando a las personas en situación de
vulnerabilidad y tratando de prevenir nuevas infecciones, evitando re-infecciones, buscando reducir muertes prematuras, que haya menos niños y niñas huérfanas a consecuencia del VIH. No creemos que la radicalizacion de las posturas ni de los mensajes nos lleve a una solución para el mundo y, no sería lógico cuando pretendemos el mismo fin. Por ello Su Santidad, le pedimos ayudarnos a visibilizar que el Sida se mantiene como un problema vigente, y que necesitamos seguir trabajando en prevención, con todos lo medios que tenemos a la mano, reconociendo que no siempre es fácil, sobre todo en los contextos de violencia y desigualdad, recurriendo a la promoción del preservativo como vía de protección a los hombres y mujeres. Su palabra nos ayudaría grandemente para construir puentes de entendimiento a favor de los más desprotegidos. Quienes hacemos esta petición, lo hacemos sin egoísmos, ni falsas pretensiones, sino con honestidad y amor a la humanidad: le pedimos a Usted, Papa Francisco, como líder de una de las mayores religiones del mundo, que traiga un mensaje de conciliación y la palabra que puede salvar vidas: SÍ, sí a la prevención del VIH. SÍ, sí al uso de los preservativos para salvar vidas. Sobre todo, le pedimos que sea pronunciada frente al mundo, porque ahora que la ciencia ha dado más respuestas, son los gobiernos, empresas y sociedades quienes deben hacer todo lo que esté en sus manos para que se evite la transmisión de VIH y para que las personas que ya han sido infectadas o afectadas reciban el cuidado médico y atención integral que se merecen, con respeto a su dignidad y con humanismo. Un SÍ a la información basada en evidencias científicas, pronunciado por Usted, bastará para salvar a millones de personas. Un llamado a reivindicar a los millones de personas con VIH en el mundo, ayudará a reducir el estigma y discriminación que padecemos, así como a recibir un trato incluyente y más justo. Gracias, Papa Francisco por escucharnos y ser la voz de las personas excluidas y más desprotegidas.