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Gabriel Merchán de Mendoza, o un sinónimo de Optometría

Gabriel Merchán de Mendoza, o un sinónimo de Optometría

Gabriel Merchan de Mendoza, or a synonym for optometry

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RECONOCIMIENTO BIOGRÁFICO

RAFAEL MOLINA BEJAR1 ,con la colaboración deSUSANA MERCHÁN PRICE2

Citación: Merchán Price S, Molina Bejar R. Gabriel Merchán de Mendoza, o un sinónimo de Optometría. Revista Kontactology. 2020; 1(1): 12-9.

Hacer una semblanza del doctor Merchán es una oportunidad tan invitadora que se convierte en verdadero desafío, es recorrer viejos caminos gremiales que yacían olvidados, revivir añejos sentimientos de contestación dialéctica y, sobre todo, reafirmar la fraterna cofradía del ser para el quehacer. Pocos seres tan genuinos, tan auténticos como él; formado por las sustancias que componen el ser nacional, tiene todas nuestras cualidades y defectos, pero es su espíritu flexible y dialéctico el que le ha permitido interpretar y aceptar con madurez los cambios que requerimos. Al igual que Voltaire “su cerebro es un caos de ideas claras”; para nadie es un secreto que la academia es su razón de vida y su praxis digna y consecuente. A pesar de los avatares del destino ha podido mantenerse como un ser digno, veraz y sobre todo profundamente humano. Pero la historia no está en el pasado sino en el presente: en el diálogo de cada presente con todos los pasados que lo habitan y lo determinan. La memoria, en ese sentido, es una serie de relatos y testimonios y lugares de aquello que un día fue y hoy ya no está sino en esas huellas y fragmentos, “esos escombros de un mundo que siempre se renueva y cambia y se perpetúa con cada generación que llega y luego se va”. Eso es la historia. Una vez graduado en 1955 del Pennsylvania College of Optometry, retorna al país e inicia su ejercicio profesional en la primera óptica Santa Lucía, ubicada en la calle 57 entre carreras 13 y 14 de la ciudad de Bogotá; un par de años después se traslada al icónico pasaje Libertador en la calle 63, zona clásica del viejo Chapinero. Allí, el joven optómetra se torna en referente obligado para la solución de problemas visuales e inicia su trasegar docente; la academia gana la partida, es su refugio, la escoge, no como oficio sino como opción ética frente a la vida, para trazar derroteros claros a una profesión que da sus primeros pasos, que apenas vive la etapa infantil.

1Optómetra Universidad De La Salle. Autor responsable de correspondencia: rmolina@areandina.edu.co 2Optómetra Universidad De La Salle.

En 1966 diseña una técnica para medir el error refractivo cuando la retinoscopía estática o bajo cicloplejia no podía o no era pertinente ser realizada; se denomina y conoce como Retinoscopía Dinámica Monocular de Merchán (RDM), y múltiples estudios confirman su fiabilidad y son miles los profesionales que la realizan en su rutina diaria; este aporte a la profesión le mereció en 1980 el premio al Mérito Científico otorgado por la Federación Colombiana de Optómetras. Mención aparte merece su libro “Vergencias Ópticas”, que, publicado en el año 1993, es, aún hoy, texto obligado de consulta para docentes y estudiantes de optometría. Incansable en la producción científica, sus numerosos artículos han sido publicados en destacadas revistas nacionales e internacionales, incluido el último (2019), titulado: “Índice para el manejo epidemiológico de los defectos refractivos” y que ha sido de gran acogida por los expertos y cuya segunda parte verá la luz pública en 2021. Profesor honorario, titular, distinguido, emérito, decano durante 10 años de la Facultad de Optometría de la Universidad de la Salle, docente e investigador de todos los programas y facultades de optometría del país, asesor de los directivos de dichas instituciones, consejero y confidente de muchos de ellos. Paralelo a esta infatigable labor académica asume con responsabilidad el compromiso de liderar el gremio en calidad de presidente de la Federación Colombiana de Optómetras (FEDOPTO) durante el lapso 1972/1975; hace parte de varias juntas directivas, es organizador de los primeros congresos nacionales y brinda su conocimiento y apoyo irrestricto al grupo de académicos y representantes gremiales que comprometieron esfuerzos y energías por ver convertida en realidad la Ley 372, convencido que su aprobación fomenta un mejoramiento del proceso formativo y reafirma el reconocimiento de la profesión por parte del Estado. Por allá en la década del 70 (¡el siglo pasado!), nos confrontamos con algo de altura, mediana gallardía y poco de prudencia; un paro estudiantil me permitió conocer no sólo su templanza, altivez, sino principalmente su amor por la profesión; lo que fue invaluable en esa tensión de fuerzas fue confirmar que todos necesitamos contradictores espadachines, así templa uno el Toledo de sus temores. El tiempo confirmó que la única ganadora fue la optometría. Desde entonces, he visto de lejos su transcurrir, su ir y venir, su paso por las instituciones, encontrando en cada ocasión su exultante pasión por la docencia y el eterno arraigo hacia la profesión. Descubrir eso y entenderlo y contarlo, es la historia; eso también. “Porque la memoria está hecha de olvidos deliberados, de supresiones injustas, de intereses y valores que en cada época son los que se imponen y triunfan y defienden quienes tienen el privilegio de contar las cosas y glorificarlas”. Pero muchas veces lo que no está dicho ocupa un espacio mayor, a veces el silencio es más elocuente que las palabras que lo cubren. Es por ello que otras razones de vida del doctor Merchán, tienen cabida en estas líneas, deben y merecen señalarse: el gran amor, Julia Amira, su esposa durante cincuenta y dos años, la compañera, amiga y madre amorosa de los seis hijos que se constituyen en la recompensa que la vida tiene para aquellos que se atreven a vivirla con intensidad y pasión sin escatimar esfuerzos. Jorge, el médico cirujano; Carolina, la doctora en literatura; la bióloga marina, Julia; Margarita, la psicóloga; el menor, Ricardo, piloto comercial: y, por último, María Susana, quien decide seguir sus pasos: Optómetra, rigurosa investigadora en alteraciones motoras y terapia visual, heredera de la pasión por la docencia. La simiente regada por el mundo, en Catar, Ecuador, Holanda y Colombia, reconoce en el hombre de sonrisa sincera, un hombre honesto que ha modelado vidas y acompaña los días y las horas del padre, abuelo, bisabuelo. Ningún pasado es tolerable a los ojos de ningún presente; el progreso suele ser la negación feroz de la historia que lo hizo posible. El legado del “Maestro de Maestros”, título con que lo ungió el gremio y que luego derivó en una expresión que ha hecho carrera “Decano de Decanos”, hoy, sin modificarlas un ápice, tienen el mismo valor de cuando fueran pronunciadas por primera vez; con el paso del tiempo, su obra permanece a la espera de sus redescubridores, es lo hecho, lo elaborado, la conclusión de una existencia. Sobre ella pueden apoyarse los que siguen, para elaborar más y llegar a otras conclusiones dentro de otras existencias. El doctor Merchán es, existe, tiene vida, es en sí la vida misma, se sacia de ella, no se la dieron en balde, no pierde un minuto, lo intenta todo, se ocupa

de todo; le gusta su suerte; este escrito puede servir para justificar nostalgias o para fundamentar acciones; de cada lector depende el resultado. Esperamos que ese hombre modesto, renuente a homenajes, títulos, dignidades, reciba este ensayo, como un sencillo, muy sencillo reconocimiento a una obra, ojalá, aún inconclusa, y cuya “…fama crecerá, como crecen las sombras cuando el sol declina”. Y, por último, confiamos en que este trabajo, fecundo en la seria descripción y el análisis de hechos más o menos recientes de nuestra historia disciplinar, tenga en usted, querido lector, el mismo efecto reconciliador con la profesión, que en nosotros infundió.

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