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Colaborador Invitado – Ernesto Zarco

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Profesor-investigador en Estudios Regionales Por ERNESTO ZARCO

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COLABORADOR

Invitado

Trans-migraciones en la frontera sur de México

Los desplazamie ntos migratorios en la frontera sur de México son una práctica social con varios años de historia. Sin embargo, desde el 2018 la presencia de migrantes en los poblados de esta región, se ha intensificado y a la vez, el fenómeno se ha mediatizado a gran escala. De tal manera que los procesos migratorios han ocupado hasta estos días, parte importante en la agenda diaria de los medios de comunicación.

A pesar de ello, la presencia de las personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero (LGBT), es absorbida por el mar de personas que se desplazan desde Centroamérica en forma de caravanas o éxodos migrantes hacia o por México.

La migración de personas sexo-genéricamente diversas es invisibilizada una vez más, ya que a finales del 2017 un grupo de mujeres transgénero centroamericanas, decidieron desplazarse en grupo, en “caravana”, a modo de protesta y como estrategia de visibilización para dar a conocer, que desde que comienzan su migración, ya sea El Salvador u Honduras, principalmente; son víctimas de persecución y exclusiones constantes por su identidad sexual, a lo largo de toda su ruta migrante.

Así, desde esa primera caravana – de la diferencia, de la exclusión, del sexo- las mujeres trans han visibilizado que sus experiencias migratorias, aunque coinciden en condiciones de precariedad, pobreza y extrema violencia, con el gran número de población centroamericana en movimiento. Es particularmente distinguida por cuestiones relacionadas con la identidad sexo-genérica; donde se les obliga a vestirse como el género que se les fue asignado al nacer, donde encontrar trabajo con el género con el que ahora se identifican, es casi imposible.

Tanto en Centroamérica expulsora, como en México receptor, las mujeres trans tendrán que recurrir al sexo-servicio para poder subsistir, jugarse los días con el crimen organizado, la venta obligatoria de narcóticos, la exclusión familiar, el señalamiento de las sociedad hetero-patriarcal y el desamparo del Estado.

En esa experiencia de vejaciones, estas mujeres deciden salir de sus países, en búsqueda de nuevas y mejores oportunidades para cumplir sus sueños, para vivirse desde la diferencia de sus cuerpos y emociones.

Así, como la mayoría de quienes migran buscan llegar a los EEUU, arriesgándose a la búsqueda infinita del sueño americano, recorren alrededor de 3 mil 252 kilómetros. Sin embargo, para estas mujeres, internarse y vivir en ese país, representa caminar por las calles sin miedo, obtener un empleo que les reconozca su identidad en tránsito, seguridad social y para muchas, el acceso a la medicación que les permitirá llevar su transición a un siguiente estado. Pero, sobre todo, vivir fuera de la precarización de sus vidas y sus cuerpos.

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