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COVID y señales del fin

Editorial

Pandemia y señales del fin

Por Gilberto Rocha Margáin

Parte importante del movimiento de avivamiento espiritual de la década de los setenta, el siglo pasado, era la aseveración del regreso del Señor Jesús en un tiempo breve, en algunas iglesias se enseñaba que los jóvenes no estudiaran y que los matrimonios no tuvieran hijos, ya que dicho acontecimiento era casi inmediato.

En la sabiduría que siempre distinguió al hermano Gonzalo, se percató que gente que se acercaba a Cristo por miedo al tiempo abandonarían la fe, pues no lo hacían de corazón, y lo peor al mirar que Jesús no llegaba en las fechas indicadas se sentían defraudados y llegaban a pensar que todo era un cuento. En ese momento tal enseñanza se incorporó a los cursos bíblicos y se determinó que no fuera un eje de la predicación en Calacoaya ni tema central en los mensajes dominicales. La gente debía de acercarse a Dios por amor y no manipulando sus temores.

En las Escrituras descubrimos que la misma iglesia del primer siglo creyó que la Segunda Venida de Jesús sería en su tiempo por los acontecimientos que vivían de persecución.

También la gran pandemia en el Imperio Bizantino después del año 500 d.C., en donde se asevera que eran más los muertos que la gente que permanecía viva, se creyó señalaba el fin de los tiempos. Cabe señalar que se decía que los judíos tenían pacto con el diablo, pues ellos sobrevivían a dicho mal, sin percatarse que era porque respetaban las leyes sanitarias bíblicas, en específico las referente a las pestes.

La Peste Negra de mediados del Siglo XVII fue de igual forma, para muchos, el aviso del juicio final. Según historiadores, la Península Ibérica habría perdido entre el 60 y 65% de los ciudadanos, y en la región italiana de la Toscana entre el 50 y el 60%. La población europea pasó de 80 a 30 millones de personas.

En el Siglo XVIII fue la viruela que afectó a Europa y a las regiones conquistadas en América con tasas de mortandad hasta del 30% (el último caso se registró en 1977).

A principio del Siglo XX le tocó el turno a la Gripe Española, los sistemas de salud se vieron desbordados y las funerarias no se daban abasto. Estudios recientes revelan datos más precisos. Se estima que la tasa global de mortalidad fue de entre el 10 y el 20 por ciento de los infectados, llegando a morir, en todo el mundo, entre 20 a 50 millones de personas. Que al coincidir con el cambio de siglo y con una manipulación de los dígitos 1899-1990 para hablar del número de la bestia, aunado a un avivamiento de la iglesia en occidente, se relacionó igualmente con el esperado regreso de nuestro Salvador.

Cabe señalar que las grandes guerras religiosas y políticas entre países en la historia fueron interpretadas como obra del anticristo, fue el caso de la Primera y Segunda Guerra Mundial, sobre todo por el enigmático Hitler, causante del mayor genocidio en contra del pueblo de Dios y su interés por tomar Jerusalén para conquistar al mundo desde ahí, parecía inminente el tiempo; cumplía todas las profecías, más no fue así.

Al final de la segunda gran guerra se argumentó que al instaurarse Israel como país en 1948 era la señal esperada y que no pasaría de esa generación hasta que se cumpliera el tiempo. Pero tampoco fue así, pues han pasado casi 70 años y las personas que tomaron la tierra en ese entonces, ya murieron.

En los años sesenta con en plena guerra fría, los movimientos sociales, los hippies, las drogas entre la juventud, la Nueva Era, la música rock con temas satánicos y un mover especial del Espíritu Santo, algunos lo interpretaron como el fin del mundo.

En la siguiente década con persecución en contra de los cristianos en México y toda Latinoamérica se da un mover de Dios con una gran cosecha, surgen nuevas iglesias, como Calacoaya.

La caída del bloque soviético, donde se señaló a Gorvachov como a la bestia del apocalípsis, con manifestaciones multitudinarias en las calles de grupos protestantes denunciándolo como el anticristo.debido a su enorme lunar en la frente.

Aún el avance tecnológico se ha relacionado, como lo fue el código de barras, las tarjetas de crédito y las páginas web que se aseveró eran la marca de la bestia, al creer que el www representaba su código.

En la medina, desde la vacuna de la viruela en 1804 se pensó que no era ciencia sino brujería. Y desde entonces se generaron movimientos antivacunas, donde penosamente había sectores de creyentes. No obstante este procedimiento ha detenido pestes y epidemias en los últimos siglos.

Actualmente vivimos momentos difíciles, en donde a lo malo se le dice bueno, con grupos de poder mundial que pretenden implantar el error, con persecución a la fe y en medio de una gran pandemia.

Y no obstante todo ello, en Calacoaya seguimos la sabia postura del pastor Gonzalo Vega, saber que el enemigo es el príncipe de este mundo, que viviremos tiempos complicados como lo ha sido en el pasado y que nuestra labor es predicar sobre un Dios de amor que perdona nuestras faltas, así como la importancia de vivir en la santidad que nos demanda el Evangelio. Claro que seguiremos creyendo y enseñando sobre la Segunda Venida del Salvador, pero no permitiremos que el temor nuble nuestro entendimiento de tal forma que neguemos los avances de la ciencia y caigamos en el error.

Es así que en este tiempo seguimos las leyes sanitarias, pues es una indicación bíblica, tomamos como medidas preventivas los recursos de la ciencias que el Señor ha desarrollado para mantener nuestra salud, además combatimos el actuar del enemigo en oración y con acciones como hijos de Dios.

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