Colección silentes (1907-1928)

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Colección Silentes, 1907-1928
Fotograma de Festejos en el Parque Cousiño (C. 1910)

Introducción

Abordar la producción de cine a través de diferentes períodos históricos conlleva la compleja tarea de proponer bordes temporales que marcan el inicio y fin de una época. Para el período silente chileno, que va desde 1897 hasta inicios de la década del 30, vemos que el factor común que agrupa a las películas es la ausencia del sonido como parte del registro fílmico, lo que por cierto no implica que estas fuesen exhibidas en silencio, ya que gran parte de ellas eran musicalizadas o acompañadas por narraciones en vivo al momento de su exhibición (Altman, 1996). Por lo demás, con la irrupción del cine sonoro el cine silente no desaparece de la noche a la mañana, ya que el trabajo técnico que implica en Chile llegar a producir cine sonoro de manera estable toma tiempo, ingenio y costos económicos difíciles

de asumir. Así, tanto la llegada del cine en Chile, la consolidación de la producción en los años 20 y finalmente la dificultad que genera la llegada del cine con sonido incorporado, son procesos que no se pueden establecer de forma tan clara y categórica. Son procesos de crisis, superación y equilibrio.

Fotograma de Imágenes reencontradas de los años 20 (c. 1929)

Con esto sobre la mesa, el grupo de películas que presenta la Colección Silentes restaurada por la Cineteca Nacional de Chile, es una muestra muy clara de estos procesos productivos. Desde pioneros filmes que muestran un manejo elemental de la técnica cinematográfica (como

Exposición de animales de la Quinta Normal, 1907) donde la cámara se posiciona y registra una acción simple; hasta otros filmes donde ya se aprecia una búsqueda por complejizar la narración de un acontecimiento a través del montaje y de posicionamiento de una cámara protagonista. En este sentido destacan filmes como Los funerales del presidente Montt (1911), El mineral El Teniente (1919) o Expedición al volcán Quizapu (1928).

Como factor común a toda la producción del período silente en Chile, notamos justamente la predominancia del cine de no ficción entre los estrenos, cuya presencia es constante en los avisos de prensa del período, lo que se alinea con los postulados de Paranaguá (2003) quien ha expresado que en América Latina “el documental fue la regla dominante de la escasa producción, mientras la ficción era la excepción y permanecía como un ideal fuera del alcance de los esforzados precursores” (p. 20).

En el caso chileno los avisos de estrenos de la época confirman esta premisa, según la documentación recogida en el libro Sucesos recobrados. Filmografía del documental chileno temprano (1897-1932)

Fotograma de Exposición de animales de la Quinta Normal (1907)

(Vergara, Krebs, Morales, 2021). Efectivamente, esta filmografía contabiliza la existencia de 470 filmes de carácter documental, sin contar los estrenos de noticieros cinematográficos estables de fines de los años veinte (Vergara y Krebs, 2016). En cuanto a la ficción, esta toma un gran protagonismo en la década del 20, donde se llega a la increíble cifra de 71 estrenos. Con todo esto estamos ante la década más productiva y activa del siglo XX, dentro de la cinematografía chilena.

Frente a estos números resulta imperante explorar y adentrarse en este período silente chileno, como también, hacer todo lo posible por recuperar estos filmes en un contexto donde la conservación y el ver al cine como un artefacto cultural y de memoria no tenía cabida, como hoy si la tiene. Frente a esto, ha sido la revisión de prensa de las primeras décadas del siglo pasado la mayor fuente de información de la existencia de esas películas. Huellas de un pasado que recientemente se han podido dimensionar y contribuyendo

a identificar de mejor manera algunos fragmentos hallados en las búsquedas y depósitos que se generaron a partir de la fundación de la Cineteca Nacional de Chile en 2006.

A su vez, estos trabajos de investigación han posibilitado identificar de mejor forma los filmes que estaban contenidos en el documental Recordando (1961), de Edmundo Urrutia, quien recuperó una gran cantidad de filmes realizados en el período silente, e intentó darle una

Nota sobre la realización de dos películas chilenas realizadas en los festejos patrios de 1911. En Revista Sucesos, Valparaíso, 28 de septiembre de 1911.

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lógica de crónica en tono nostálgico, aunque sin rastrear tan rigurosamente el contexto de cada imagen. Dejó un largometraje que sigue la huella de filmes compilatorios como Memorias de un mexicano (1960), de Carmen Toscano, que agrupando estas imágenes construyen un largometraje antológico, nostálgico y, finalmente, ampliamente explicativo o educativo de lo que se exhibe, para así validarse y a la vez hacerlas accesibles a un público alejado y supuestamente ignorante de las lógicas productivas y narrativas del cine silente. Con esta intención, no solamente a veces se obvia la procedencia y contexto de las películas, sino que también se les interviene sonoramente y se les edita, en algunos casos, para “actualizar” estéticamente la narración de cada filme. Pero a su vez, estas producciones como Recordando, resultan fundamentales para la sobrevivencia de estas imágenes.

Volviendo al contexto global del cine silente chileno, más allá de la sobrevivencia de las películas, la vital revisión bibliográfica, documental y de prensa para reconstruir esa historia, a medida que avanzan los años y las décadas,

Folleto de Recordando entregado en la entrada del cine el día de su estreno.

dan cuenta de una producción que no se produce a tientas, ni con un proyecto donde solo prima el interés comercial o imitativo del cine norteamericano y europeo imperante. Se aprecia, tanto en el documental como en la ficción, el interés del cine como un elemento importante en la construcción de una supuesta identidad nacional, como también, en la posibilidad de su uso con fines de reforzar ciertos proyectos políticos y sociales que transcurren, sobre todo, en una turbulenta década del 20.

La revista Chile Cinematográfico, número 2, publicada el 15 de julio de 1915, ya adelanta esta visión que el cine adoptará en los próximos años. Primero, se remarca su capacidad de “retratar la realidad”, lo que provoca “que nos hemos empezado a conocer unos a otros”, superando las distintas convenciones y prejuicios que artes como el teatro generaban reforzaban, con estereotipos tales como “un inglés había de ser siempre rubio y tener patillas, un alemán grande y bigotudo” (p. 31). Así, sigue el texto: “este falseamiento de verdad sostenido constantemente tenía por consecuencia un estado moral de desdén de unos pueblos a otros” (p. 32). Se presenta al cine

como algo que inevitablemente revela una realidad, levantando así una nueva mirada sobre el mundo y los pueblos. Es esa supuesta autenticidad la que se buscará en películas que comienzan a desentrañar personas populares en la pantalla grande, que registran los grandes paisajes del país y que intentan levantar la idea de un país moderno y en desarrollo. De esta manera es que a mediados de la década del 20 se comienza ya a reflexionar si efectivamente ya se puede hablar de un cine eminentemente nacional, es decir, de la existencia de un

cine chileno, con sus propias características y particularidades. Será la primera vez que esta reflexión y búsqueda, que luego reaparecerá en distintos periodos del siglo XX y siempre como si fuera novedad, se instale como un debate entre los mismos realizadores y la prensa especializada.

Portada de la revista Chile Cinematográfico, editada entre 1915 y 1916.

Primeras vistas y años destacados de

la producción temprana

El cinematógrafo de los hermanos Lumière llegó a Chile en 1896, y las primeras exhibiciones fueron en el mes de agosto en el Teatro Unión Central, en la capital Santiago. Sin embargo, el primer filme producido en Chile se remonta al norte del país, al puerto de Iquique. El pionero Luis Oddó estrenó en público cuatro películas locales a fines de mayo e inicios de junio de 1897, con una cámara Demeny que adquirió con una decena de filmes Lumiere que proyectó junto con las que produjo.

La experiencia de Oddó proyecta en parte lo que será el cine chileno en estas primeras décadas, si uno se enfoca en la selección de los temas para dos de sus películas: Llegada de un tren de pasajeros del interior a Iquique y Una cueca en Cavancha. La primera, con dos años de desfase, replicó el inaugural filme de los hermanos Lumière La llegada de un tren a la estación ( L’arrivée d’un train à La Ciotat, 1895), filme que Oddó exhibió también durante las funciones en

Iquique. La segunda, en cambio, tuvo como centro un baile tradicional chileno. El cine chileno se inicia así con una tensión: por un lado, una aspiración a la modernidad cosmopolita, y por otro lado, aludiendo a la cultura nacional y la tradición. Nace también como una hazaña, si consideramos a Oddó como un pionero en relación al panorama

Retrato de Luis Oddó, el fundador del cine chileno. Gentileza de Familia Oddó.
Cámara Demeny

Fotografía del rollo de una copia de Recordando, conservado por la Cineteca Nacional de Chile.

latinoamericano, ya que las primeras películas creadas en países como México, Colombia, Venezuela o Cuba fueron realizadas por agentes de la compañía Lumière (Navitski, 2017).

Por su parte, coincidiendo vemos que los primeros años de la producción de cine chileno corresponden a filmes de corta duración, en su mayoría sin edición, donde predomina el afán de presentar escenas dinámicas, más que de representar o narrar historias, lo cual estaría fuertemente ligado a las limitaciones técnicas y de recursos.

Asimismo, frente a la dificultad de dar un nombre a un arte en ciernes, en los avisos de prensa los filmes se anuncian como “vistas”, “películas descriptivas”, “films tomados del natural” o “películas locales”, sin especificarse concretamente

qué se entendía por cada uno de estos nombres, o superponiendo una denominación u otra. Esta dificultad para clasificar las películas es una constante en los primeros años del cine, y si bien de pronto asoman conceptos como “film documentaria” en la década del diez, no fue hasta la década del veinte que el término se hizo más recurrente para referirse a una obra cinematográfica de no ficción, hasta que a finales de la década la palabra documental comienza a establecerse más naturalmente. Previo a esto, los medios hablaban más comúnmente de “vistas” o “actualidades”, dando a entender que se trataba de breves filmes informativos sobre eventos de relevancia social, como ceremonias oficiales e inauguraciones de obras públicas. Películas que, además, formaban parte de un programa de otras “vistas”, tanto nacionales como extranjeras, donde también se incluían ficciones. Con la instalación de los largometrajes, a partir de 1915 aproximadamente, estas vistas eran acompañamientos o antesalas de los filmes “de fondo” o principales. Si pensamos ya en momentos en que la producción de películas locales empieza a acrecentarse (considerando que entre las filmaciones de Oddó y 1902,

hasta ahora solo hay información de la producción de Las carreras de Viña del Mar, de 1900) es posible destacar los años 1902 y 1903, durante los cuales se exhibieron películas cuyos temas varían entre demostraciones militares, salidas de eventos religiosos, desastres naturales y vistas panorámicas del puerto de Valparaíso. Sin embargo, la cifra aumenta considerablemente si se consideran todos aquellos registros vinculados a los Pactos de Mayo, firmados entre Chile y Argentina en 1902, sobre un acuerdo que ponía fin a conflictos limítrofes de ambos países y que fue celebrado en Chile en septiembre de ese año, para luego extenderse con la visita de una delegación chilena a Argentina.

Llegamos a 1903, año relevante en producción y año donde data el filme más antiguo que a la fecha se conserva en la Cineteca Nacional de Chile: Paseo a Playa Ancha. Es una película que, además, se sitúa entre la ficción y el registro documental, dando cuenta de los difusos límites en que se posicionaba el cine temprano. La filmación estuvo a cargo de Maurice Massonnier, realizador proveniente de Francia, quien llegó a Chile en 1902, exhibiendo diversas películas

en los teatros de Valparaíso y Santiago, tales como las populares operaciones del doctor francés Eugene Doyen o Le Voyage dans la Lune (1902), de Georges Mèliés. Finalmente, destacamos que la nacionalidad francesa de Massonnier -y si pensamos además en Py o en Pont y Trías- da cuenta también de cómo el primer periodo del cine nacional está atravesado por la presencia de realizadores extranjeros.

Fotograma de Paseo a Playa Ancha (1903)

Fiestas del Centenario, productoras y

primeras ficciones

en 1910

El periodo que sigue a los productivos 1902 y 1903 es bastante irregular y escaso en estrenos: a la fecha se contabilizan cinco realizaciones en 1904, tres en 1905, ninguno en 1906, tres en 1907 (todos a cargo de Manuel Real, incluyendo la sobreviviente y restaurada Exposición de animales de la Quinta Normal) y solo uno en 1908. El año 1909, en cambio, da cuenta de un incipiente nuevo despegue, con nueve filmes nacionales entre los que destacan Gran match de football en traje de fantasía en Viña del Mar y Revista de gimnasia en el Instituto de Humanidades.

Estos y otros filmes son relevantes porque marcan el inicio de las producciones de la Compañía Cinematográfica del Pacífico, una de las productoras de cine más importantes del período, fundada en 1909, por Julio Cheveney y Arturo Larraín Lecaros. Distanciándose de la producción artesanal de los primeros años, contó con oficinas en Santiago y Valparaíso, un estudio, laboratorio, sala

de montaje y personal capacitado. Además de producir sus propias películas, esta productora -que siguió activa con películas como La jura de la bandera, de 1912, o En los baños de Recreo de 1913- actuó como distribuidora de cine internacional hasta la década del 20, contando con la concesión de importantes empresas del rubro a nivel mundial como Pathé Films o Le Film D’Art.

Similar protagonismo tuvo la Compañía Cinematográfica Ítalo-Chilena, fundada por los empresarios teatrales Nemeth y Barbagelatta. Para 1915 esta Compañía tuvo una fuerte presencia en distintos puntos de Chile, llegando a contar con sucursales en Santiago, Concepción y en el norte del país. Se mantuvo vigente como distribuidora de películas al menos hasta 1921.

Consolidadas como empresas en 1909, ambas productoras tuvieron un rol fundamental en 1910, año del Centenario Aviso publicado en Revista Sucesos, Valparaíso, 28 de septiembre de 1911.

de la República, registrando de forma competitiva diversos eventos como la revista militar del 19 de septiembre, el acto central de las celebraciones patrias. En los registros -varios de los cuales han sobrevivido y han sido restaurados y difundidos por la Cineteca Nacional de Chile- se nota una marcada presencia de autoridades de gobierno, altos mandos del Ejército y también miembros de las élites. Muestras de ello son películas como Paseo campestre en el fundo Santa Ana del señor Undurraga. A partir de esto Villarroel (2017) ahonda en el carácter excluyente de los filmes chilenos de no ficción durante el período silente, donde

predominan figuras asociadas al poder y las elites en las pantallas, mientras que escasamente es posible ver a ciudadanos comunes en roles protagónicos o en primeros planos.

Si por un lado, las celebraciones del Centenario contribuyeron con el auge del cine de carácter documental (a la fecha se registran 49 realizaciones solo en 1910), dicho episodio marca también un hito para la ficción, ya que en ese mismo contexto de patriotismo se estrena Manuel Rodríguez, película dirigida por Adolfo Urzúa Rosas y producida por la Compañía Cinematográfica del

Aviso publicado en Revista Chile cinematográfico, Santiago, 1 de septiembre de 1915.

Fotograma de Cuarto Centenario de Magallanes (1921)

Pacífico. Es muy importante destacar este filme que lleva a la pantalla a un héroe de la Independencia que se víncula fuertemente con las clases populares, involucrándolas en las batallas contra el colono español. Su presencia es tal que reaparecerá en otras dos ficciones más: Manuel Rodríguez (Arturo Mario, 1920) y en la afamada El húsar de la muerte (Pedro Sienna, 1925). El filme de Urzúa Rosas es una clara y temprana demostración de cómo la ficción, en este período silente, busca involucrarse con una cierta identidad nacional, pero a la vez, teniendo en cuenta el carácter popular y masivo de este nuevo arte, llamado cine.

Fotografía de Adolfo Urzúa Rosas aparecida en Cine Gaceta, Santiago, 25 de diciembre de 1915.

Nota aparecida en Revista La Semana cinematográfica, Santiago, 27 de mayo de 1920

Extensión del metraje y aparición de directores y directoras

Acorde a Schroeder Rodríguez (2008), la emergencia de cortos y películas de mediana duración con mayores elementos narrativos y de edición a partir de 1908-1909 responde a los avances técnicos, y experimentaciones y consolidaciones narrativas del cine, pero también a la concreción de audiencias diferenciadas y a la creación de más salas dedicadas a la exhibición de cine a lo largo de Latinoamérica. A esto se suma una mayor publicidad y cobertura por parte de los medios de comunicación de los estrenos, que además comienzan a ver un rasgo artístico y espectacular Comparados con los filmes de los primeros años de producción chilena, las películas venideras comienzan a tener una mayor extensión, edición y elementos narrativos que permiten dife-

Fotografía del rollo de una copia de El húsar de la muerte (1925)

renciar las producciones de la función expositiva que tienen inicialmente. Si bien no se trata de grandes producciones cinematográficas con un lenguaje propio o un argumento elaborado, hay atisbos de un mayor desarrollo en la generación de los contenidos y de las capacidades narrativas, coincidiendo con la aparición de ambiciosos filmes en Estados Unidos y Europa.

Así, podemos situar en 1915 el primer largometraje documental: La industria del salitre, del chileno Francisco Caamaño. La película, como consta en la prensa, mostraba el proceso de extracción y comercialización del salitre, intercalando también escenas sobre el puerto de Antofagasta en el norte de Chile y los pormenores de las labores en las oficinas salitreras. Fue enviada a la Exposición Universal de San Francisco (Estados Unidos) en representación de Chile y, actualmente, se encuentra

perdida. Si bien su principal objetivo obedece a intereses políticos y económicos, hay un inicio, desarrollo y desenlace en torno a los procesos que permitían producir salitre en la época, lo que permite pensar en un avance del cine que va más allá de la voluntad de exponer escenas al público. Si por un lado La industria del salitre da cuenta de la extensión del metraje dentro de la producción cinematográfica en Chile, también da cuenta de un aspecto que se irá haciendo común: la firma de los directores y las directoras como autores de la obra, adjunto a veces a grandes compañías productoras, que a ratos no eran más que la carta de presentación de estos mismos autores. Revisaremos algunos trascendentales del período a continuación.

Aviso publicado en El Industrial de Antofagasta, 14 de julio de 1915.

Salvador Giambastiani:

pionero y maestro

En julio de 1915 se anunció la primera producción de la Chile Film, empresa a cargo de Salvador Giambastiani, italiano que llegó a Chile a mediados de ese mismo año. De gran actividad, su productora (que tuvo distintos nom-

bres y en ocasiones superpuestos en un mismo periodo: Chile Film, The Chile Film Co., Giambastiani Film), estuvo detrás de más de 20 películas. Incluso después de la muerte de Giambastiani en 1921, su figura siguió presente cuando la casa cinematográfica Giambastiani Film volvió a llamarse Chile Film (el mismo nombre inicial de 1916), esta vez a cargo de su cuñado Gustavo Bussenius. En este contexto es destacable cómo en sus labores de productor, y también de

director, Giambastiani asumió el rol de acoger y formar a artistas chilenos que buscaban en el cine un nuevo medio de expresión. Además del mencionado Bussenius, también acogió y trabajó con dos entusiastas del cine: Pedro Sienna y con José Bohr, nombres fundamentales del periodo.

Giambastiani, además, consciente del vínculo del público local con aspectos de la cultura chilena, estrenó en 1914

Aviso publicado en revista Cine Gaceta, Santiago, 15 de febrero de 1916.
Salvador Giambastiani

Santiago antiguo, obra que recrea las costumbres de las principales familias de la época de la Independencia. Días antes se había presentado esta puesta en escena como una obra de teatro. El éxito del filme le dio un gran impulso, ampliando su taller y aumentando la producción de filmes informativos.

Dada esta intensa actividad, Giambastiani se aventuró en 1916 a dirigir el primer largometraje de ficción del cine chileno: La baraja de la muerte. Su estreno tuvo gran impacto al basarse en un afamado crimen ocurrido en Valparaíso, con un reconocimiento por parte de la crítica sobre la calidad de su fotografía. Ese mismo año Giambastiani se asoció con Guillermo Bidwell y Luis Larraín, productores desde 1911, para filmar “actualidades”. Pero sin duda, su talento destacaría en la cámara de otras películas argumentales que contaron con la dirección de artistas e intelectuales chilenos que comenzaron a ver el cine como una vía de expresión válida artísticamente. Fue así que en 1917 participó en la fotografía de La agonía de Arauco, de Gabriela Bussenius (su esposa y la primera mujer cineasta chilena); así como también en El hombre

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Portada de Revista Cine Gaceta, Santiago, Quincena de octubre de 1915.

y Borbón, para conmemorar los 400 años del descubrimiento del Estrecho de Magallanes. La capacidad de Giambastiani para realizar grandes planos que den cuenta de la importancia de la presencia de príncipe español quedan de manifiesto en las escenas que se aprecian desde su llegada a Tacna, el desfile que lo homenajea en Iquique, el paso por una oficina salitrera, la gran recepción en Valparaíso, para llegar a de acero, en la que participaron Pedro Sienna, Jorge Délano, Carlos Cariola y Rafael Frontaura, cuatro nombres fundamentales en el desarrollo del cine en Chile y que destacarán en otros frentes artísticos, como la ilustración, la prensa, la poesía y el teatro. Serán estos cuatro, a los que habría que sumar a Carlos Borcosque, puntales fundamentales del cine chileno de la década del 20, donde cada uno realizará al menos un par de realizaciones y quienes deben a Giambastiani conocer y adentrarse en la técnica cinematográfica.

En 1919 el italiano estrenó El Mineral de El Teniente, único film de su autoría que sobrevivió en su totalidad y que está hoy restaurado por la Cineteca Nacional de Chile. En esta obra, en sus poco más de diez minutos, se observa el rigor formal del italiano, como también su excelente sentido narrativo y espacial. Es, sin duda, un gran hito en la cinematografía temprana chilena.

En 1921 dirigiría su último trabajo: Cuarto Centenario de Magallanes, cuyo rescate ha sido posible gracias a su inclusión en Recordando. El filme implicó un recorrido amplio por el país siguiendo la visita del Infante Fernando de Baviera

Fotografía de la copia de Recordando (1960), conservada por la Cineteca Nacional de Chile

Santiago donde será recibido en la Viña Undurraga por la aristocracia local, para finalmente, cerrar en un homenaje en el Club Hípico.

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El legado Bussenius

Tras filmar y estrenar este ambicioso documental sobre la visita a Chile del Infante Fernando de Baviera y Borbón de España (estrenado el 17 de enero de 1921), Giambastiani muere 6 meses después, a los 32 años, producto de la tuberculosis. Su partida es un gran golpe para el rubro y el título del diario

La Nación del 22 de julio lo deja claro: “Ha muerto el fundador de la cinematografía nacional” (p. 8). Su influencia, dijimos, fue fundamental para toda una generación, pero sobre todo, su legado fue potente en la familia Bussenius, específicamente en su esposa Gabriela y su cuñado Gustavo, este último, el más importante operador del cine chileno silente.

En 1916 Giambastiani conoció a Gabriela, una mujer adelantada a su época, una sólida intelectual, periodista y escritora, precursora del feminismo en Chile. Juntos se embarcan a realizar

La agonía de Arauco, en la que Gabriela oficia de directora y guionista, siendo

la primera mujer en dirigir una película en Chile y una de las primeras en Latinoamérica. El filme, además, toma un tema poco habitual para entonces: pone como protagonistas a integrantes del pueblo mapuche, el mayor grupo indígena originario de Chile, cuya represión continuó tras la independencia de España. Según las reseñas, la película pone a personajes mapuches como trasfondo de un melodrama familiar, pero estableciendo una valoración de su cultura, como una esencia de lo “chileno”.

Gabriela Bussenius no participará de otras películas, pero sí de publicaciones (revistas y libros) en torno al teatro y al cine. El camino cinematográfico en la familia continuará de la mano de su hermano Gustavo, el más aventajado discípulo de Giambastiani. Será él quien continuará con la firma productora inaugurada por el italiano, para luego asociarse con Alfredo Wolnitzky, quien fundará la empresa Andes Film. Acá Bussenius fotografiará más de una

Fotografía de Gabriela Bussenius, publicada en revista Cine Gaceta, Santiago, segunda quincena de agosto de 1917.

veintena cortometrajes documentales, películas de ficción (como las muy exitosas Un grito en el mar (1924) y El húsar de la muerte, las dos dirigidas por Pedro Sienna), pero sobre todo cientos de noticieros cinematográficos, en asociación con el diario La Nación, que entre 1927 y 1931 produjo 214 ediciones. Con toda esta producción, su manejo de la técnica cinematográfica fue la más destacada de la época. Lo demuestran películas noticiosas que registraron climas extremos, grandes ceremonias o

manifestaciones sociales, parajes peligrosos como un volcán en erupción, o grandes altercados políticos. Esos riesgos por capturar acontecimientos que impactaron en la pantalla grande serán los que provocarán su muerte en 1932.

Fue en medio del alzamiento de parte de la aviación que provocó el derrocamiento del Presidente Juan Esteban Montero, para luego establecer una fugaz “República socialista” que duró 12 días. Ahí, el 4 de junio, en medio de un fuerte fuego cruzado, con uno de los

Gustavo Bussenius en un fotograma de una película familiar filmada por él mismo. Filme conservado por la Cineteca Nacional de Chile.

bandos queriendo tomarse el Palacio de La Moneda, Bussenius cae herido con su cámara mientras rodaba. Por lo complejo de asistirlo con rapidez en medio del caos reinante, llegaría desangrado a un hospital, muriendo al día siguiente.

Colección Silentes, 1907-1928
Aviso publicado en el diario La Nación, Santiago, 27 de junio de 1927.

Una época dorada

frenada bruscamente

La perspectiva que entrega el cine chileno del período silente y, sobre todo, la madurez alcanzada en la década del 20, resultan impresionantes. Entre 1920 y 1930 se contabilizan más de 280 filmes autónomos (es decir que no forman parte de los sumarios de los noticieros), donde se incluyen largometrajes de ficción y documental, junto con cortometrajes informativos. Hemos visto que, desde el documental, se aprecia una gran avidez por filmar distintos acontecimientos de interés público, y también, se hacen evidentes las posibilidades de la propaganda ideológica del cine.

El cine de ficción emerge como el gran desafío para realizadores y realizadoras que se pulían en estas películas documentales. Junto a esto, es evidente la existencia de una variedad temática y genérica importante, con filmes que van

desde el melodrama (ejemplo: Golondrina, Nicanor de la Sotta, 1924) hasta la épica histórica (ejemplo: la mencionada El húsar de la muerte), pasando por el thriller político (ejemplo: Luz y sombra, Jorge Délano, 1926), reivindicaciones de pueblos originarios (ejemplo: Nobleza araucana, Roberto Idiaquez de la Fuente, 1925) y comedia (ejemplo: Como don Lucas Gómez, Alberto Santana, 1925). Se probaron estrategias como la utilización de actores naturales o no profesionales,

Fotograma de Luz y sombra (1926)

Fotograma de Vergüenza (1928), contenida en Recordando (1961).

como también, la explotación de escenarios reales, como vías para dar cuenta del potente paisaje chileno, que va desde el desierto (ejemplo: Vergüenza, Juan Pérez, 1928) hasta parajes patagónicos (Como por un tubo, José Bohr, 1919).

A partir de esto, emergen elementos a destacar y que dan cuenta de la ambición de la producción chilena: la presencia de cineastas mujeres como Gabriela Bussenius y Renée Oro, además de Rosario Rodríguez ( Malditas sean las mujeres, 1925 y La envenenadora, 1929)

Fotografía del rollo fílmico de la copia de Transmisión del mando presidencial (1921).

y Alicia Armstrong ( El lecho nupcial , 1926) en un terreno eminentemente masculino; también se estrenan películas que contaban con musicalización específica (el extremo es el caso de Mi viejo amor, de Piet van Ravenstein, 1927, un musical donde los actores cantaban delante de la pantalla); la realización de cortos animados (Transmisión del mando presidencial, de Alfredo Serey y Nicolás Martínez, 1921, recuperado por Jaime Córdova y la Cineteca Nacional en 2023) y, finalmente, y dando cuenta de la capacidad técnica del periodo, es importante resaltar la velocidad de los noticieros fílmicos de los diarios El Mercurio y La Nación, los que lograban exhibirse a horas de realizado los registros (ver Vergara y Krebs 2016). O lo mismo con documentales con algo más de amibición narrativa, como Los funerales de Recabarren (1924, Carlos Pellegrín), exhibido apenas una semana después del suicidio del gran líder sindical, el 26 de diciembre de 1924, y ahora restaurado por la Cineteca Nacional. Este filme, además, puede enmarcarse

como la primera película con un sentido militante, alejado de esferas oficialistas o aristocráticas, al homenajear la trayectoria del histórico fundador del Partido Comunista de Chile.

Lo interesante de esta intensidad productiva, claramente diversa temáticamente hablando, es que también permite asegurar que hubo intenciones autorales y también un interés por plasmar en el cine una intención de búsqueda de una identidad común, de alguna esencia nacional. Ambiciones que, en 1926 por ejemplo, llevan a la prensa a preguntarse si efectivamente se puede hablar de un cine chileno.

“¡Ya tenemos cinematografía!”, dice, por ejemplo, una columna del diario Las Últimas Noticias, del 26 de mayo de 1926, donde agrega: “vemos vibrar el alma, el corazón de un pueblo que es el nuestro”. Se trata de un debate que recién volverá a aparecer 40 años después, cuando en el contexto de la emergencia de los “Nuevos cines”, resurgirá la pregunta sobre qué debemos entender como cine chileno. Un cuestionamiento que por cierto, pone de manifiesto la intención de diferenciarse de las estéticas y modos

de producción dominantes de Europa y, sobre todo, de Estados Unidos, buscando así una identidad propia.

Lamentablemente, todo el proceso se vio bruscamente estancado, sobre todo, por la llegada del cine sonoro que implicó una actualización tecnológica que las productoras nacionales no pudieron asumir tan rápidamente. El golpe fue

catastrófico para las ficciones, mientras que los noticieros y “actualidades” pudieron sobrevivir pero disminuyendo fuertemente su producción, siendo aceptados por el público solo por la fuerza informativa de las imágenes. Estos sellos que siguieron produciendo noticieros cinematográficos, como Page Bros. y Andes, intentaron sobreponerse al cambio tecnológico produciendo

Ilustración aparecida en Anuario del diario La Nación, 1 de enero de 1926.

Publicada en el número especial de revista Zig-Zag en 1955, por sus 50 años de existencia.

pequeños ensayos de notas con sonido, aunque los Page dieron el salto en 1930 estrenando la ficción Canción de amor, un filme con discos sincrónicos que le daban sonido, pero en el momento en que ya desde Hollywood llegaban las películas cuyo sonido estaba incorporado a la banda del filme. Se iba siempre un paso atrás.

Y además estos intentos técnicos lidiaban con un país que sería fuertemente golpeado por la crisis económica de fines de la década, que trajo adjunta una ardua crisis institucional y política que tendría como uno de sus puntos culmines el mencionado golpe de Estado de 1932, hecho que provocará la muerte de Gustavo Bussenius. El cineasta se

convertirá así en todo un símbolo del fin del cine silente en Chile y de una época que, sin exageraciones, podríamos llamar como “dorada”.

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1) Exposición de animales de la Quinta Normal

(Chile, Manuel Real, 1907, b/n, 35mm, fragmento, 2:24 min)

Estreno: 11 de noviembre de 1907, Teatro de Variedades

Registro de la clausura de la Exposición de animales en la Quinta Normal, efectuada entre el 8 y 9 de octubre de 1907, organizada por la Sociedad Nacional de Agricultura y la Sociedad de Fomento de Razas Caballares. La exposición de animales ha sido un importante evento comercial, económico y social, cuyos inicios se remontan a mayo de 1869, cuando se realizó la 1º Exposición Internacional Ganadera y de Maquinaria Agrícola. En 1907, la Exposición, como era la tradición, fue inaugurada por el presidente de la república Pedro Montt, acompañado de autoridades, el cuerpo diplomático, público en general, y los miembros más conspicuos de la sociedad santiaguina, convirtiéndose la feria en un gran punto de encuentro de la oligarquía criolla.

2) Monumento a la independencia, obsequiado por la colonia italiana

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1910, b/n, 35mm, fragmento, 43 seg.)

Estreno: 27 de septiembre de 1910, Teatro Variedades

Registro de la ceremonia de inauguración del Monumento al Genio de la Libertad del artista ítalo-argentino Roberto Negri , realizado el 20 de septiembre de 1910 en la entonces llamada Plaza Colón, posteriormente conocida como Plaza Italia. Se aprecian autoridades locales y el embajador de Italia dando por inaugurado el monumento.

3) Inauguración del Palacio de Bellas

Artes (probable)

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico o Compañía Cinematográfica Ítalo-Chilena, C.1910, 35mm, b/n, fragmento, 22 seg.)

Estreno: No identificado

Fragmento que correspondería al filme que registraba la inauguración del Palacio de Bellas Artes, ceremonia efectuada el 21 de septiembre. No es claro si se trata del filme titulado “Inauguración del Palacio de Bellas Artes”, exhibido el 1 de octubre de 1910.

Con apenas 4 planos, es posible observar en esta vista el nuevo edificio del Palacio, tanto desde su frontis como desde la parte posterior, que correspondía a la Academia de Bellas Artes. Se visualiza un plano general de la Academia, con la escala frontal, hombres trabajando en el jardín exterior y luego otro plano de la fachada principal con movimientos de cámara como un paneo y un tilt up, utilizados para describir el edificio, lo que denota cierto conocimiento del uso del aparato cinematográfico.

4) Manuel Rodríguez

(Chile, Adolfo Urzúa Rosas, 1910, 35mm, b/n, fragmento, 1:47 min)

Estreno: 10 de septiembre de 1910, Teatro Variedades

Aviso entregado en los teatros de Santiago donde se anunciaba la exhibición de Manuel Rodríguez, junto con otras películas registradas durante los festejos del Centenario de la República.

Considerada la primera película chilena de ficción, fue realizada con motivo del Centenario de la República. Duraba aproximadamente 20 minutos, actualmente se conserva sólo este fragmento.

5) El gran paseo campestre ofrecido por

don Francisco Undurraga en San Vicente de Talagante

(Chile, Compañía Cinematográfica Ítalo-Chilena o Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1910, 35mm, b/n, fragmento, 54 seg.)

Estreno: 6 de octubre de 1910

Francisco Undurraga, dueño de la viña del mismo nombre, con ocasión del matrimonio de su hija Marta ofrece un paseo campestre a su fundo. Los invitados son trasladados en un tren especial que parte de la Estación Central en dirección a la Estación Santa Ana. Una vez realizada la ceremonia de enlace, los asistentes pudieron disfrutar de paseos en carruajes y automóviles por el parque, presenciar carreras de caballos y saborear un espléndido buffet y regresar por la tarde a Santiago.

6) Salida de misa (título atribuido)

(Chile, autor no identificado, 1910 aprox., 35mm, b/n, fragmento, 52 seg.)

Estreno: No identificado

El fragmento que revisamos tiene su origen en el film Recordando (1961). En una catalogación inicial se le atribuyó el título Inauguración del Palacio de Bellas Artes, en la edición en DVD de Imágenes del centenario 1903-1933, pero con posterioridad se llegó a la conclusión de que se trata de un fragmento único y que corresponde a personas saliendo de una misa en la Catedral de Santiago. El año de su registro está aún sin determinarse.

7) Gran revista naval en Valparaíso

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico o Compañía Cinematográfica Ítalo-Chilena, 1910, 35mm, b/n, fragmento, 1:52 min.)

Estreno: 15 de septiembre de 1910, Teatro Variedades

Registro de la Revista Naval Internacional verificada en la bahía de Valparaíso el 14 de Septiembre de 1910, como parte de los festejos conmemorativos del Centenario. El Vicepresidente de la República, Emiliano Figueroa Larraín a bordo del barco Zenteno recorrió la fila de navíos de guerra, para luego iniciar el desfile de todas la naves, chilenas y extranjeras. La película dividida en once partes comprende: 1. S.E., el Vicepresidente y comitiva a bordo del Zenteno; 2. A bordo del Zenteno; 3. El buque escuela Baquedano conduciendo parte de la comitiva; 4. Poderosos acorazados norteamericanos; 5. Torpedera chilena Almirante Condell; 6. Crucero Libertador Bolívar de la Armada ecuatoriana; 7. Acorazado Etruria de Italia; 8. Crucero Bremen de Alemania; 9. División naval argentina; 10. Cruceros acorazados chilenos Capitán Prat, Esmeralda y Chacabuco; 11. Acorazado O’Higgins.

Hubo otra versión filmada el mismo día, producida por la Cía. Ítalo Chilena para el Biógrafo del Teatro Unión Central, estrenada el 16 de septiembre de 1910.

8) Festejos en el Parque Cousiño

(título atribuido)

(Chile, autor no identificado, 1910 aprox., 35mm, b/n, fragmento, 2:09 min.)

Estreno: No identificado

Las celebraciones del Centenario incluyeron una serie de registros con el carácter de actualidades, considerando algunas imágenes identificadas y otras que aún están en proceso de investigación. Entre ellas distigue Los Festejos del Parque Cousiño. Al sur de Santiago, hombres a caballo, entusiastas cuecas acompañadas de guitarra, numeroso público de diversas clases sociales y hombres bebiendo vino en garrafas.

9) Gran revista militar en el Parque Cousiño

(Chile, Arturo Larraín Lecaros [se presume], Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1910, 35mm, b/n, fragmento, 3:12 min)

Estreno: 21 de septiembre de 1910, Teatro Variedades

Registro de la tradicional parada militar en el Parque Cousiño, realizada el 19 de septiembre de 1910, con motivo de las festividades patrias. La película se divide en nueve partes, según registra la información de la época: 1. El presidente de la República Argentina Figueroa Alcorta pasando revista; 2. Vista general de las tribunas del Parque en las cuales habría más de 30.000 personas. 3. Desfile del Colegio militar argentino; 4. La Escuela Militar chilena 5. La Escuela Naval; 6. La Escuela de Suboficiales; 7. La Artillería; 8. Los granaderos argentinos; 9. La Caballería.

Esta ceremonia tenía una amplia convocatoria y la exhibición de la película también fue celebrada: “El estreno de la Revista Militar del 19, atrajo distinguida y numerosa concurrencia, que admiró la nitidez de la vista”. Y el diario El Industrial de Antofagasta, no duda en calificarla: “la mejor de las vistas cinematográficas del Centenario”.

10) El accidente del aviador

Ruiz en el Hipódromo Chile

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1911, 35mm, b/n, fragmento, 2:18 min.)

Estreno: 20 de marzo de 1911, Teatro Variedades

De acuerdo a los antecedentes de la Dirección de Aeronáutica Civil, se trataría de uno de los primeros vuelos en Santiago, en el Hipódromo Chile. El piloto es el español Antonio Ruiz, en la aeronave Voisin.

11) Intercity match Santiago versus Valparaíso

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1911, 35mm, b/n, fragmento, 1:06 min)

Estreno: 19 de julio de 1911, Teatro Kinora

Registro del encuentro entre los equipos de la Asociación de Football de Santiago y el Football Association of Chile de Valparaíso. Este encuentro anual, donde se disputó en esta ocasión el trofeo “Frederik Martínez”, era un verdadero

clásico, dada la rivalidad entre las asociaciones de cada ciudad. Este partido se efectuó el 16 de julio de 1911 en las cancha del Carmen de Santiago (que se encontraban por el barrio 10 de julio), y terminó con el triunfo de los santiagui-

nos por 1-0 sobre los porteños. En estas imágenes que se han podido recuperar, de poco menos de un minuto, se ve la gran cantidad de público asistentes (casi 5 mil, anunció la prensa), bordeando un disputado partido. Hacia el final, el conjunto ganador posa frente a la cámara, junto con los dirigentes de la asociación.

El filme fue realizado por la Compañía Cinematográfica del Pacífico, y estrenado en el Teatro Variedades, el 19 de julio de 1911.

12) Gran revista de gimnasia verificada el viernes

8 en el Parque

Cousiño

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1911, 35mm, b/n, fragmento, 46 seg.)

Estreno: 11 de septiembre de 1911, Teatro Variedades

El 8 de septiembre, bajo el auspicio de la Federación Sportiva Nacional, se realizó esta demostración que contó con la presencia del ministro de Instrucción Pública, Benjamín Montt; y del alcalde de Santiago, Armando Venegas. Según asegura la revista Sucesos de Valparaíso, el público asistente llegó a los cinco mil, y desfilaron más de dos mil estudiantes de colegios de Santiago y Valparaíso. Fragmentos de este filme están contenidos en el documental Recordando (1961, Edmundo Urrutia). (Del libro “Sucesos recobrados. Filmografía del documental chileno (1897-1932)”, X. Vergara, A. Krebs, M. Morales, 2021).

13) Los funerales del presidente

Montt

(Chile, Julio Chenevey, Compañía Cinematográfica Ítalo Chilena, 1911, 35mm, b/n, fragmento, 9:26 min)

Estreno: 4 de febrero de 1911, Teatro Colón

En la primera parte, los camarógrafos registran las imágenes de la llegada del crucero Blanco Encalada desde Bremen, Alemania, al puerto de Valparaíso, con los restos del extinto Presidente Pedro Montt, donde es esperado por el Presidente de la República, Ramón Barros Luco, autoridades y público. Una nueva secuencia muestra el desfile por las calles y luego el viaje en tren a Santiago, con los vagones ornamentados con flores y borlas negras. La segunda parte, comprende la llegada a la Estación Central y el recorrido del carruaje mortuorio hasta la Catedral Metropolitana, la solemne ceremonia fúnebre y luego su traslado al Cementerio General.

Sobre este documental, ha existido cierta confusión con respecto a sus creadores, y su fecha de realización, aunque todo indica que fue dirigido por Julio Chenevey (también Cheveney) para la Cía. Ítalo Chilena. Y que Arturo Larraín, a quien algunos investigadores le atribuyen su autoría, habría tenido problemas técnicos insalvables.

Además, la propia Compañía Cinematográfica Ítalo Chilena se encargó de puntualizar que hasta ahora “ha sido la única que ha logrado presentar al público la ceremonia de los funerales”. (El Diario Ilustrado, 13 de febrero de 1911)

14) Distribución de premios y gran revista de la Escuela Naval

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1912, 35mm, b/n, fragmento, 19 seg.)

Estreno: 15 de enero de 1912, Teatro Valparaíso

Registro de unos cadetes realizado ejercicios de jiu-jitsu, durante la revista de la Escuela Naval de Valparaíso, realizada el 31 de diciembre de 1911. La película fue exhibida como una “vista” noticiosa el 15 de enero de 1912, en el Teatro Valparaíso, en esa misma ciudad.

15) La jura de la bandera

(Chile, Compañía Cinematográfica del Pacífico, 1912, 35mm, b/n, fragmento, 1:12 min.)

Estreno: 9 de julio de 1912, Teatro Royal

El domingo 7 de julio de 1912 se realizó un gran desfile militar y jura a la Bandera en el Parque Cousiño, con la asistencia del Presidente Ramón Barros Luco y otras autoridades y diplomáticos. Presumiblemente, este acto se trató de una celebración del aniversario de los 100 años de la bandera chilena, que fue presentada e izada por primera vez el 4

de julio de 1812, durante una cena con el cónsul estadounidense Joel Roberts Poinsett. Fragmentos de este filme se encuentran en el documental Recordando de Edmundo Urrutia (1961). (Del libro “Sucesos recobrados. Filmografía del documental chileno (1897-1932)”, X. Vergara, A. Krebs, M. Morales, 2021).

16) Santiago antiguo

(Chile, Manuel Domínguez Cerda, 1915, 35mm, b/n, fragmento, 1:47 min.)

Estreno: 14 de octubre de 1915, Teatros Unión Central y Dieciocho

Precedida de un prólogo, se muestra el jardín de una casa colonial, donde una vieja dama, rodeada de sus nietos, hojea un ejemplar del álbum Santiago Antiguo, editado por la empresa Zig. Zag. Al consultársele por el origen de esas imágenes, la abuela comenzará a dar las explicaciones, dando paso a tres cuadros animados: El Estrado, El Tajamar y El Sarao, representaciones

combinadas con escenas filmadas de la casa del Conde de la Conquista, el claustro viejo de San Francisco, la pirámide la calle San Pablo, el antiguo pórtico de la posada de Santo Domingo e intercaladas con fotografías de objetos, reliquias, muebles de la época, entre ellos numerosos uniformes de personajes; armas y banderas del Museo Histórico (Revista Zig. Zag. Santiago n°

554, 2 de octubre de 1915). El productor y director artístico Manuel Domínguez relata a la revista Zig-Zag que para la filmación de la película se improvisó con telones un set en el Club Hípico, donde se representaron algunos de los cuadros que componían Santiago Antiguo, recreación sobre las costumbres de las principales familias de la época de la Independencia. Originalmente la película tuvo 1.500 metros de extensión.

El trabajo técnico de Giambastiani, recién llegado al país, despierta grandes elogios: “La película ha sido bien acogida y las escenas resultaron claras e interesantes, tanto por su buena impresión fotográfica como por su composición”. (El Diario Ilustrado, Santiago 15 de octubre 1915).

17) El día de los estudiantes

(Chile, Chile Film, 1916, 35mm, b/n, fragmento, 40 seg)

Estreno: 23 de noviembre de 1916, Teatros

Dieciocho, Unión Central, Setiembre y Alameda

Registros de las celebraciones de la Fiesta de la Primavera o Día de los Estudiantes, organizadas por la Federación de Estudiantes de Chile (FECH). Los fondos recaudados tras la exhibición de la cinta se destinaron a la construcción de una residencia universitaria. Cabe señalar que un año antes de esta fiesta se refundó en Estados Unidos el Ku Klux Klan (KKK), organización de extrema derecha, que promovía el racismo y la xenofobia. En este contexto, llama la atención que uno de los segmentos de la película se titule “Cabalgata de Klu Klu Klanz”, aunque es posible que se trate de una parodia o alusión a la polémica película El nacimiento de una nación (D.W Griffith, 1915), que trata sobre el primer surgimiento del KKK en 1865. Fragmentos de este filme se encuentran en el documental Recordando de Edmundo Urrutia (1961). (Del libro “Sucesos recobrados. Filmografía del documental chileno (1897-1932)”, X. Vergara, A. Krebs, M. Morales, 2021).

18) El mineral El Teniente

(Chile, Salvador Giambastiani, Chile Film, 1919, 35mm, b/n, 14:15 min)

Estreno: No identificado

Película descriptiva rodada en diferentes unidades temáticas, que presenta la vida en este centro minero que da nombre a la película y de los habitantes de la ciudad de Sewell, en un contrapunto que informa de aspectos cotidianos del mineral, las condiciones de trabajo, las diferencias sociales y las festividades que reúnen a sus habitantes, los juegos populares y el baile de la cueca. La versión original era un largometraje

documental, de 12 bobinas de extensión que incluía títulos explicativos. En 1955, se encontró una copia en las antiguas bodegas de la Braden Copper Company, propietaria en ese entonces del mineral.

El cineasta Patricio Kaulen y el director de fotografía Andrés Martorell realizaron una restauración, pero el mal estado en que se encontraba los obligó a adecuar una copiadora especial. Resca-

taron las escenas más representativas y con texto de Raúl Aicardi, la estrenaron en 1957 como un homenaje a Salvador Giambastiani bajo el título Recuerdos del mineral El teniente. Este material que se pensaba perdido, estaba en Alemania desde 1973, salvaguardado en los laboratorios DEFA y regresó a Chile como una donación del Archivo Federal Alemán el año 2001.

19) Imágenes reencontradas

de los años 20

(Chile, autor no identificado, C. 1929, 35mm, b/n, fragmento, 9 min.)

Estreno: No identificado

Diversas escenas de la ciudad de Santiago en los años veinte. Impresionan sus imágenes de la Alameda, el cerro Santa Lucía, la Estación Mapocho, el museo y la escuela de bellas artes, edificios gubernamentales, el parque Cousiño, la fiesta de la primavera, la parada militar, la escuela de caballería y la primera locomotora a vapor en Chile.

20) Cuarto centenario de Magallanes

(Chile, Giambastiani Film, 1921, 35mm, b/n, fragmento, 4 min)

Estreno: 17 de enero de 1921, Teatro Alhambra

Fragmentos del filme realizado por la compañía Giambastiani Film, a cargo del cineasta italiano Salvador Giambastiani. Este filme le fue encargado por el gobierno de Chile para registrar la visita del Infante Fernando de Baviera y Borbón al país, con motivo de las celebraciones de los 400 años del descubrimiento del Estrecho de Magallanes. Según la descripción entregada por la prensa, el filme mostraba al Infante llegando a Arica, para luego comenzar una gira que comenzaba por Tacna (por entonces ciudad chilena), hasta llegar a Punta Arenas. En estos fragmentos recuperados, se ve su llegada al norte, su paso por Iquique, unas oficinas salitreras, el paso por Valparaíso, una recepción en la Viña Undurraga y un homenaje en el Club Hípico de Santiago.

La película fue estrenada el 17 de enero de 1921 en el Teatro Alhambra de Santiago.

21) Los funerales de Recabarren

(Chile, Carlos Pellegrín, 1924, 35mm, b/n, fragmento, 8:41 min.)

Estreno: 26 de diciembre de 1924, Teatros

Setiembre, O’Higgins y Esmeralda

Registro del funeral del líder obrero Luis Emilio Recabarren, que incluye imágenes del propio Recabarren dentro de su ataúd, junto a las escenas del multitudinario adiós, con cuadros de la ciudad de Santiago por donde transitó el cortejo, hasta el Cementerio General, compuesto por centenares de personas, miembros del Partido Comunista y amigos, para culminar con la despedida final y los discursos de los dirigentes, entre ellos Carlos Pellegrin, director del filme, a nombre de la Federación de Empleados Particulares de Curicó, la viuda y segunda esposa de Recabarren, la dirigente obrera Teresa Flores, y los numerosos discursos de sus compañeros de partido.

Tras el Golpe Militar en 1973, la cinta desaparece hasta que el Archivo Federal Alemán, lo envía de regreso a Chile el año 2001.

22) El Tani con McGraw

(Chile, autor no identificado, 1926, 35mm, b/n, 13:56 min) emulsión y soporte. Estreno: 26 de julio de 1926

Registro de la pelea del campeón chileno Estanislao Loayza -El Tani-, versus el boxeador estadounidense de origen griego, Phil McGraw. El match se realizó el 17 de mayo de 1926 en el Madison Square Garden de Nueva York, y terminó en empate. Esta era la segunda vez que se enfrentaban. La pelea anterior fue ese mismo año y en el mismo recinto el 1 de marzo, resultando Loayza victorioso por los puntos. Por entonces, Loayza era definitivamente el boxeador más importante del país, y ya había peleado el 13 de julio de 1925 por el título mundial de los pesos livianos contra Jimmy Goodrich, donde perdió por knock out técnico.

Portada de la Revista Los Sports, Santiago, 7 de mayo de 1926.

23) Expedición al volcán Quizapu

(Chile, Gustavo Bussenius, 1928, 35mm, coloreada, 12:02 min)

Estreno: 22 de octubre de 1928, Teatro Victoria

Noticiario realizado para dar cuenta de la erupción del volcán Quizapu, realizado por el destacado camarógrafo Gustavo Bussenius. El hecho provocó un gran impacto debido a la potencia de la erupción del macizo, el cual se ubica en la frontera entre Chile y Argentina, específicamente, en la comuna de San Clemente en la Región del Maule (Chile).

24) Vergüenza

(Chile, Juan Pérez Berrocal, 1928, 35mm, b/n, fragmento, 3:24 min)

Estreno: 16 de enero de 1928

Un minero contrae la sífilis en un burdel. Al enterarse de su enfermedad se vuelve loco. Su mujer, para mantener el hogar, instala un taller de costuras, pero la regenta de una casa de citas la convence de que es mucho más productivo trabajar para ella. Pasado un tiempo el marido se recupera y la felicidad vuelve a la pareja. Sin embargo “El caimán”, un sujeto que conoce el pasado de la esposa, la chantajea y al negarse a huir con él, la mata. El marido ante el impactado, reincide en su locura. Se conserva sólo este fragmento.

Aviso publicado en el diario El Mercurio, de Antofagasta.

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Fotograma de Imágenes reencontradas de los años 20 (C. 1929)

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