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LUCIANO CRUZ-COKE CARVALLO
ALEJANDRA SERRANO MADRID
Ministro Presidente Consejo Nacional de la Cultura y las Artes
Directora Ejecutiva Centro Cultural La Moneda
El arte textil es una manifestación cultural que da cuenta de la maestría artística y destreza técnica de los pueblos originarios de nuestro continente americano. Estos trabajos nos entregan con frecuencia indicios claves sobre las costumbres, creencias y cosmogonías de nuestras comunidades indígenas y sus diseños son además, una expresión estética concreta que habla de las identidades de estos pueblos y de su íntima relación con el entorno. Todas las expresiones culturales exhibidas en esta muestra que se desarrollaron en América desde tiempos prehispánicos, son una invitación a contemplar el pasado y el presente con respeto, admiración y sorpresa. Hilos de América, Textiles Originarios reúne más de 370 piezas que abarcan cuatro grandes zonas geográficas de nuestro continente: Mesoamérica, la Amazonía, el Chaco y, finalmente, Patagonia, invitando al público a reflexionar y establecer paralelos entre las distintas culturas y sociedades observadas por medio de sus trabajos textiles. Como es habitual en el Centro Cultural La Moneda, el público dispondrá de un programa de actividades educativas y de extensión asociados a la muestra, que incluirá talleres de tejido a telar y programación especial de la Cineteca Nacional. Cabe destacar que esta acabada exhibición se ha logrado articular gracias al trabajo colaborativo del Centro Cultural La Moneda con distintos museos de México, Guatemala, Ecuador, Perú, Argentina, Panamá y nuestro país. Las diversas piezas de esta muestra con sus distintos entramados, diseños y patrones proporcionan a quien las aprecia, un genuino sentido de armonía, equilibrio y belleza. La atávica búsqueda de orden en el universo por parte del ser humano, en ciertos casos termina traduciéndose en una suerte de metáfora visual del estado de las cosas; una verdadera interpretación ornamental de la psique individual y colectiva y, ocasionalmente, una sincrética expresión del espíritu de los tiempos. Este es un fenómeno que contribuye a las narrativas que explican la evolución de tejidos sociales y culturas fijadas a un contexto territorial e histórico concreto. Es por esto que Hilos de América nos ayuda, por medio de las distintas producciones textiles exhibidas, a identificar particularidades y atributos que favorecen una mejor comprensión y valoración de nuestro espacio común americano.
Hilos de América, Textiles Originarios, es el segundo esfuerzo de envergadura que hacemos convocando a museos y colecciones de distintos países de Latinoamérica para una gran muestra patrimonial. Si con Oro y Plata, el Resplandor de América, pusimos al acceso de nuestro público más de 400 piezas, pertenecientes a museos de Perú, Colombia, Uruguay, Argentina, Costa Rica, Ecuador, México, Bolivia y Chile, -entre las que se contaron aperos huasos y gauchos, joyas, monedas, objetos litúrgicos y artes decorativas de la época precolombina hasta la República- hoy exhibimos más de 370 piezas textiles indumentarias de uso cotidiano y textiles ceremoniales y decorativos procedentes de México, Guatemala, Panamá, Ecuador, Perú, Argentina y Chile, territorios cuyos pueblos originarios han desarrollado una tradición textil que sobresale por la calidad de sus obras. Una vez más, tenemos la enorme satisfacción de ofrecer al público la oportunidad de apreciar, a través de piezas de alto valor simbólico y estético, la riqueza y diversidad cultural del continente y la vigencia de las tradiciones que se proyectan hasta la actualidad. Estas hermosas creaciones son el testimonio material de una larga tradición que, con sus particulares características, identifica a las distintas comunidades que han habitado la región desde hace miles de años, y que se manifiesta hoy incorporando, junto a la raíz indígena, las influencias mestizas y populares. Textiles que, al mismo tiempo, simbolizan la trama social e histórica que se teje entre nuestros pueblos y su geografía, poniendo de relieve tanto los elementos que nos distinguen, como aquellos que nos hermanan. Nuestros sinceros agradecimientos al Museo Nacional de las Culturas Populares de México; Museo Ixchel del Traje Indígena de Guatemala; Museo Nacional de Arqueología y Etnología de Guatemala; Museo Pumapungo de Cuenca, Ecuador; Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú; Museo Etnográfico Juan B. Ambrosetti de la Universidad de Buenos Aires, Argentina y a los nacionales Museo de Arte Popular Americano de la Universidad de Chile; Museo Mapuche de Cañete; Museo La Merced y Museo Chileno de Arte Precolombino. Museos que con gran cariño y profesionalismo se han dedicado a preservar estas piezas cuya conservación constituye una labor de enorme trascendencia, atendiendo no solo a la fragilidad de su materialidad, sino también a las tradiciones en extinción que ellas representan. Agradecemos también a la Embajada de Panamá, cuya gestión ha permitido contar con una serie de textiles tradicionales y a los coleccionistas privados que tan generosamente han prestado sus piezas para esta exhibición. Estamos convencidos de que nuestro público sabrá apreciar y atesorar la voluntad de unión que anima esta muestra, y la generosidad de cada una de estas instituciones para compartir estas obras que constituyen lo más notable de la ya extraordinaria tradición textil de nuestro continente.
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NICOLÁS FUSTER Vicepresidente de Asuntos Corporativos y Desarrollo de Negocios Xstrata Copper Chile
Es una gran satisfacción para Xstrata Copper Chile apoyar la realización de esta exposición que pone en valor a los pueblos originarios de Latinoamérica a través de estos maravillosos textiles cuyos colores, motivos y usos representan la identidad de cada uno de los países participantes, para ser apreciados por un público diverso. Son siete países los que se han unido para mostrar lo más notable de sus colecciones, que dan cuenta de una producción textil que es destacada en todo el continente. Una tradición que tiene su origen en la época prehispánica y se mantiene viva hasta la actualidad, gracias a la creatividad y el trabajo de personas que han desarrollado y transmitido este oficio a través de las generaciones. Transmisión que se lleva a cabo esencialmente en el seno de las familias, y en la cual las mujeres cumplen un rol crucial. Así, estas prendas que forman parte de las vestimentas tradicionales, son fundamentales a la hora de identificar a los miembros de una determinada comunidad. Nuestra compañía opera en varios países de la región, incluidos Perú, Argentina y Chile, sobre la base de criterios de sostenibilidad, responsabilidad y compromiso con las comunidades donde nos insertamos, cuyos textiles están presentes en esta muestra dando cuenta de la identidad regional. Con nuestra actividad minera buscamos dejar un legado económico y social positivo en nuestra comunidades vecinas, por ello constituye un honor para nosotros formar parte de esta muestra, que representa la diversidad y riqueza del legado cultural latinoamericano, y compartirla con todos ustedes.
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HILOS DE AMÉRICA. TEXTILES ORIGINARIOS Liliana Ulloa Torres Co-curadora
No es coincidencia que encontremos analogías entre el trabajo textil de tejedoras mayas de Mesoamérica con la producción textil de artesanas aymara y quechua del área centro-sur andina, de tejedoras de la Amazonía y textiles mapuche del extremo sur de América; estas similitudes ocurren no obstante las diferentes lenguas, la enorme distancia que las separa y los distintos entornos geográficos y climáticos que habitan. Si bien es cierto, la cosmovisión difiere entre cada cultura, sin embargo todas tienen como fuente de inspiración la naturaleza, en todas sus expresiones. Las tejedoras poseen una gran capacidad de interacción con el medio ambiente, que desde épocas ancestrales les provee las materias primas para trabajar y desarrollar la textilería, y desde donde obtienen no solo las fibras de origen vegetal y animal, sino también los elementos tintóreos que se encuentran en las plantas, en minerales, insectos y en productos del mar. No podemos dejar de mencionar otras materialidades como plumas, cuentas de semillas, conchas, piedras, metales, entre otros, que si bien funcionan como elementos accesorios al tejido propiamente tal, son utilizados en combinaciones adecuadas para embellecer las prendas o realzar sus funciones. En el área andina destacan los hilados de pelo de camélidos americanos domesticados como la alpaca y llama; en menor proporción los pelos de vicuña y guanaco, estos últimos dos, en estado silvestre. En el extremo sur predomina el uso de lana de oveja y cordero, con una variada gama de tintes, casi todos de origen vegetal. Se destaca el uso del color rojo oscuro, azul, negro y blanco natural. Hacia el norte en la zona del Amazonía y el Gran Chaco, sobresale el uso del algodón nativo en los tejidos, y de otras fibras vegetales como el caraguatá o chaguar,
La relevante importancia de la industria textil tradicional en América hispana, desde épocas pretéritas hasta la actualidad, además de la gran belleza y calidad técnica de sus tejidos, son algunas de las razones que han motivado el encuentro de este conjunto de vestimentas, que abarca parte de Mesoamérica, pasa por los Andes y el Gran Chaco, hasta llegar al extremo sur de América. Algunas de estas piezas se remontan a fines del siglo XIX y a la primera mitad del siglo XX. Otras son de factura reciente, de los últimos treinta años. Una pequeña, pero notable muestra de tejidos precolombinos de Paracas marca simbólicamente el inicio de la actividad textil en esta área. Los criterios de selección de la indumentaria y piezas accesorias estuvieron orientados a mostrar, por una parte, la enorme diversidad de formas, materialidades, tecnologías, diseños e iconografías desarrolladas por las tejedoras en cada uno de los grupos étnicos escogidos, así como también las semejanzas observadas en los aspectos funcionales y culturales. Estas similitudes son las que finalmente, de alguna manera, unen a las diferentes culturas. Se puede visualizar la vestimenta por género y grupos etáreos en las distintas áreas culturales, al mismo tiempo que se muestra el rol de la mujer en el trabajo textil y la participación de los hombres en algunos procesos y ciertos rituales relacionados con los tejidos. Queremos exponer también que a través del conocimiento de los textiles podemos inferir parte de las costumbres y tradiciones de las sociedades que los producen y usan, tanto en su vida cotidiana como en situaciones festivas y rituales cíclicos y de acuerdo a la cosmovisión de cada grupo. La fuerza y vitalidad de las expresiones están generalmente representadas a través de la iconografía y el uso del color.
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actividad textil en esta área realzando la importancia de los mantos polícromos, el tocado y las esclavinas como parte de los fardos funerarios de esa sociedad costera del sur de Perú. Las excavaciones arqueológicas realizadas en el área andina costera han sido exitosas, en gran medida porque los materiales orgánicos se han conservado en buen estado, debido a la salinidad del subsuelo y a la ausencia de lluvias. De este modo ha sido posible conocer los tejidos en sus contextos originales como parte del ritual funerario. Las seis piezas Paracas que corresponden al sitio WariKayan pueden ser observadas en todo su esplendor, relevando sus principales aspectos: por un lado la materia prima correspondiente a hilados de algodón y de camélido, por otro lado sus representaciones iconográficas basadas en felinos, aves, cabezas trofeo y figuras antropomorfas, bordadas sobre una tela llana con una paleta de colores característica de Paracas Necrópolis. Estas mantas estaban destinadas a envolver los cuerpos en el ritual funerario, por lo tanto cumplían una función ceremonial. La larga tradición textil conocida en América, se remonta a 8.000 años, con incipientes trabajos en fibras vegetales que más tarde derivaron en finos hilados de origen vegetal y animal, en variados sistemas de tintorería. Esta tradición evolucionó hasta lograr complejas técnicas de malla, telar y bordados, algunas de las cuales se mantienen vigentes hasta la actualidad.
además de prendas confeccionadas con corteza de árbol pintada y plumas de aves de la selva entre otras. Finalmente, en América Central, centramos el interés en dos sectores con una vasta producción textil, basada principalmente en el uso del algodón, de diferentes calidades y colores. La especialización de sus artesanas en el arte de la tintorería muestra casi toda la paleta de colores, destacando el azul índigo y las tonalidades de rojo teñidos con cochinilla, insecto parásito de un tipo de cactus, que abunda en esa zona. Los tejidos de esta exposición se distribuyeron temáticamente en dos salas: La Urdimbre y La Trama, significando con ello la amalgama e interacción entre las culturas que se presentan, en dos ámbitos. En primer lugar el ambiente de la cultura material: los tejidos, y en segundo lugar, el ambiente de la cultura intangible, es decir el comportamiento social de las poblaciones humanas, que involucra sus valores simbólicos y éticos, sus creencias y rituales, entre otros. No nos cabe duda que casi todos los aspectos sociales están representados en los textiles a través de la iconografía, los colores, las formas y las prácticas de uso. La indumentaria y textiles accesorios serían por lo tanto el vehículo o el nexo que ayudan al éxito del comportamiento social.
LA URDIMBRE Esta sala muestra la textilería del área andina y extremo sur de América, con expresiones culturales quechua, aymara y de grupos mapuche, respectivamente. El concepto Manos Ancestrales está representado por los tejidos precolombinos Paracas, que en este caso están marcando simbólicamente el inicio de la ancestral
Lo heredado. Lo propio. Lo adquirido Heredamos la tecnología y saberes mediante su traspaso entre generaciones. Las madres transmiten a sus hijas y a sus nietas el conocimiento en el campo textil a través de una suerte de “recetas” y les enseñan cómo lograr
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mantuvo la destreza manual de las tejedoras quienes adoptaron algunas de las nuevas prácticas produciendo una suerte de sincretismo en el quehacer textil, tanto en los aspectos técnicos como estéticos. Los tapices coloniales son una expresión de este fenómeno, cuyos íconos son adquiridos; aunque no incorporaron la lana de oveja traída por los españoles, sino continuaron usando fibra de camélido de la más alta calidad3. El tapiz del Museo La Merced, presente en esta exposición, fue probablemente realizado en Cusco. Presenta un estilo, composición espacial e iconografía, característicos de un grupo de tapicerías cuyos diseños están orientados en las cuatro direcciones, es decir pueden ser usados como tapiz, poncho, sobre una mesa o una cama. Estos tapices tienen su origen en la transformación que tuvo el tejido de cumbi durante el período colonial4. Los trajes cusqueños de festividades religiosas andinocristianas y el chal de vicuña con sectores de crochet claramente introducido por los españoles es otra expresión de la introducción de nuevos órdenes. Las fiestas de carnaval y las celebraciones religiosas en honor a los santos patronos de cada pueblo siempre van acompañadas de vestimentas profusamente decoradas realizadas para la ocasión, con un gran despliegue de colorido en las sogas y hondas rituales, culebrillas trenzadas y pompones de lanas multicolores. Las ceremonias de matrimonio también son ocasiones de mostrar la amalgama de lo tradicional con lo adquirido a través de la vestimenta; es el caso de rebozo talqueado, confeccionado con una tela de lana cardada con un ribete de seda bordado, se ubica por encima del acsu sobre los hombros y era usado por la novia, hasta hace no muchos años, como capa durante la ceremonia de matrimonio.
ciertos iconos y estilos propios de su etnia. Lo mismo ocurre con los sistemas tintóreos. La serie de tejidos de Cusco y los alrededores, de la sierra y altiplano, de fines del siglo XIX y siglo XX, son una buena muestra del mantenimiento de esos saberes. Fajas, llijllas, aguayos, inkuñas y ponchos, además de la pequeña inkuña en forma de atado ritual dan cuenta de la persistencia de prácticas ceremoniales aún en uso. Lo Propio, se manifiesta hoy a través de las tradiciones con identidad en sus aspectos técnicos, estéticos y funcionales. Lo sintetizamos en las talegas y costal provenientes de Isluga en el altiplano de Chile, que tienen su organización espacial bien definida. simétrica y sistémica, donde el centro es el eje o corazón del textil, en ambos costados se ubican las pampas o cuerpo del tejido y luego las orillas o bocas1. Esta composición del espacio tejido se repite en muchas prendas. Las chuspas, el poncho y el conjunto de sogas también son objetos que las comunidades han reinventado y siguen usando. Es cierto que el trabajo textil es predominantemente femenino y las mujeres cumplen un rol protagónico en todas sus etapas, sin embargo los hombres participan en la elaboración del trenzado de cuerdas, sogas, hondas y en la fabricación de cortes de telas de bayeta en telares de pedales. La almilla que forma parte del vestuario de la mujer de Charazani está confeccionada con tela de bayeta. Los conjuntos de vestimenta de mujer y hombre de Charazani, también son un buen ejemplo de indumentaria con identidad puesto que han introducido el tejido de bayeta. El ajuar femenino se compone de la almilla, el acso, chumpi, 2 tupus, rebozo y llijlla2. Lo Adquirido se representa por el hermoso tapiz colonial de fines de siglo XVII con una serie de motivos importados de Europa, como el águila bicéfala, pero con factura de tejedores locales. En el siglo XVI con la llegada de los españoles las modalidades de actividad textil se alteraron y hubo profundos cambios en los procesos de producción. No solo se modificó la organización del trabajo, sino también se introdujeron nuevos patrones de diseños, además del telar de origen europeo a pedales y nuevos materiales como la lana de oveja, la seda e hilados metálicos. Sin embargo se
Hilos de la tradición Sabemos que la textilería tuvo un destacado rol en las sociedades andinas de los siglos XVI y XVII, traspasó las funciones cotidianas de vestimenta y abrigo. Estaba presente en diversas actividades sociales, económicas, políticas y rituales5 ; es así como ciertas prendas textiles se tejen para ceremonias de propiciación agrícola,
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brillantes colores teñidos, el cuerpo es generalmente con listas decoradas con listas decoradas con diseños geométricos o figurativos y en algunos casos con flecos y/o bolsillos adicionales. Generalmente se lleva conteniendo hojas de coca y su función está ligada a rituales de propiciación del ganado, ritos agrícolas y fiestas religiosas. El concepto Retejer la Memoria se une a Las fajas que envuelven los cuerpos y nos hablan de lo femenino, de los ciclos reproductivos, de la fertilidad y de los sistemas de aprendizaje. El tejer una faja es el primer acercamiento a la actividad textil entre las niñas del mundo andino y también entre las comunidades mapuche. Las mujeres adultas, generalmente madres o abuelas traspasan paulatinamente su conocimiento, primero a través de la observación y luego la práctica. En el Ecuador andino está presente la idea que las fajas ceñidas en la parte baja de la cintura y alrededor del vestido protegen el útero de la mujer y, por lo tanto, la asocian a los ciclos reproductivos. En algunos sectores aymara de los Andes del norte de Chile también está presente la idea de la fertilidad asociada a las fajas y se utilizan para ayudar en el trabajo de parto. Las tejedoras mapuche, también asocian los tejidos a la vida y a la reproducción biológica y cultural del pueblo… el tejido debe ser conservado para que exista continuidad cultural. Al igual que en los Andes, en el mundo mapuche, la experiencia y los saberes se traspasan entre mujeres y de madres a hijas, esto les da sentido a la propia identidad6.
ganadera; festividades religiosas, otras asociadas a la vestimenta representan identidad étnica, identidad de género, jerarquía o simplemente diferencian grupos etáreos. Las tejedoras de las comunidades actuales han heredado de sus antepasados algunas formas textiles accesorias a la vestimenta como la chuspa, talega, mantas (llijlas) y fajas, sin embargo otras como la camisa (unku), han desaparecido o han derivado a formas criollas similares como el poncho para el hombre y el acsu o medio acsu para la mujer. La vestimenta de la mujer aunque varía en las diferentes comunidades andinas de Ecuador, Perú, Bolivia y norte de Chile, comprende el acsu, tejido amplio que envuelve el cuerpo y se fija con dos alfileres, antiguamente con tupus, a la altura de los hombros; es de un color, generalmente negro o tonalidades de marrón, usando las lanas naturales de los camélidos. Se ciñe la cintura con una faja o chumpi. Otras comunidades usan un medio acsu o pollera, la almilla, la wincha decorada sobre la frente y diferentes tipos de sombreros que varían según la comunidad que los porta. Llijlla, en voz quechua, awayu, en voz aymara designa a una manta rectangular compuesta por dos paños cosidos, usado para cubrir los hombros y espalda de la mujer, sobre el vestido o acsu. También es utilizada para cargar a los niños en la espalda o sencillamente para transportar otras cargas domésticas. Dependiendo de los lugares de origen tienen diferentes composiciones espaciales, diseños, tamaños y colores. Prendas accesorias como la inkuña, más pequeña que la llijlla, pero tejida de una sola pieza, presenta diferentes dimensiones y es utilizada para contener objetos de uso cotidiano o rituales en las mesas de altar. Talegas y costales -wayuñas y chuspas- son una serie de bolsas que se utilizan para contener y transportar, pero también pueden formar parte de ciertos rituales. En las dos primeras predominan los colores naturales de los camélidos, marrón, gris, blanco y negro y se asocian al transporte y almacenamiento de granos o harina de maíz, quínoa o papas. Las wayuñas son más pequeñas y sirven para llevar las semillas en la época de siembra, y se diferencian de las chuspas cuyos hilados son de
La intimidad del tejido mapuche El tejido en la zona mapuche está lleno de significados simbólicos que pueden ser “leídos” o interpretados a través de sus colores y diseños. La práctica textil es una actividad esencialmente femenina y se lleva a cabo generalmente al interior de las casas. Hermosos ejemplos de matras, lamas, alfombras y frazadas dan cuenta de la prolijidad del trabajo. El vestido o k’pam es siempre negro y es interesante observar detenidamente el k’pan en exhibición que presenta huellas de uso en la zona de las rodillas debido a la posición durante las actividades cotidianas de la mujer.
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como San Pedro de Sacatepéquez, Quetzaltenango y Atitlán entre otros. Esta prenda es el emblema que les da sentido de pertenencia y, por tanto, identidad étnica a la mujer que lo usa. Es un tipo de túnica formada por varios paños de algodón, tejidos aún en telar de cintura; puede cubrir hasta la cintura. Hay algunas que son más largas. El escote puede ser redondo, cuadrado o en forma de V. Es profusamente brocada generalmente en la parte superior, pero en algunos casos cubre casi toda la superficie de cuerpo del huipil. El brocado se hace con hilados de algodón natural o sintético y también con lana. Las representaciones que se entretejen son variadas, desde figuras lineales, flores u otros más complejos que cuentan mitos, leyendas, costumbres y rituales. Sabemos que el tejido a telar debe contar con una planificación previa muy detallada en que se decide el grosor del hilado, la densidad y el orden de los colores, etcétera. para que la iconografía propuesta y esperada, pueda ser entendida en el correcto orden. Los diseños representan a la naturaleza, terrenal y cósmica. Se manifiesta a través de la figuración de volcanes, cerros, el cielo con sus estrellas, sol, luna y el mundo mitológico de su cosmovisión: diversos animales, entre ellos serpientes y pájaros. El conjunto de 26 huipiles, algunos sobrehuipiles provenientes de Guatemala y México, demuestran el grado de dominio técnico y estético que logran las tejedoras.
El vínculo con la naturaleza es constante y se nota en la cantidad de especies vegetales que recolectan para teñir sus lanas. Hermosas piezas de cuero y cuentas de plata y conchas para ceñir la cintura provienen de la zona mapuche argentina. Hasta hace cien años, esta sociedad, por razones económicas aún practicaba la poligamia y la familia podía estar constituida por un padre varios hijos y varias mujeres. Las mujeres tejen lo que son sus hombres, se orienta al trabajo que realizan las mujeres al interior del hogar, pues efectivamente ellas se dedican a tejer la ropa del marido, los ponchos y frazadas. Las mantas cacique, destinadas a los jefes y hombres de cierta jerarquía al interior del grupo son teñidas con técnica de ikat, reservando sectores de la urdimbre mediante amarras, antes de empezar a tejer la trama. También teje los pellones, aperos relacionados con la montura y enseres del caballo.
LA TRAMA Esta sala acoge los tejidos de Mesoamérica y un sector de la Amazonía, incluyendo al Gran Chaco, que con un sentido lúdico, presentan una gran variedad de materiales, formas y colorido. Historias bordadas
El traje es la lengua de la comunidad
La vida y las historias de los Tenangos se bordan mediante multicolores sobre telas de algodón de grandes dimensiones, logrando una impactante sensación estética. Las escenas narran visualmente situaciones vitales de sus pueblos, interpretando la mitología y la cosmovisión de su cultura. Nacimiento, muerte, boda, rituales agrícolas de siembra/cosecha y fiestas religiosas de santos patronos del pueblo son algunos de los intereses temáticos de las bordadoras contemporáneas.
El textil usado como texto responde a la necesidad de los grupos humanos de comunicarse y, en este sentido, el tejido se visualiza como un espacio disponible para plasmar diferentes mensajes que son leídos por la sociedad de acuerdo a sus historias comunes y cosmovisión. Por ejemplo, el sentido de pertenencia a un territorio, los valores del grupo, la identidad étnica, social, de género, entre otros. Una serie de trajes de diferente procedencia como el traje de tehuana, la falda, el huipil largo y el rebozo bordado huichol refleja lo dicho. Sobresale un tocado de color rojo que se enrolla cuidadosamente alrededor de la cabeza. El tejido es en telar de cinta y representa “la serpiente del arcoiris”7.
Huipiles El cuerpo en un huipil. Este sector concentra una muestra representativa de alrededor de 22 huipiles, con los más variados diseños, provenientes de Guatemala, de sitios
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El lenguaje festivo se manifiesta en los huipiles largos de gala provenientes de México y Guatemala. El huipil es de uso femenino y propio de los estados de Puebla, Morelos, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Yucatán. Es una prenda muy versátil y según el clima y las costumbres puede adquirir diferentes posiciones, por ejemplo, en bodas se puede usar con un brazo a través de la abertura de la manga y el otro saliendo de la abertura inferior8. La fibra que adorna se denominó al sector de la Amazonía y del Gran Chaco de Paraguay y Argentina. Es común el uso de fibras vegetales de caraguatá o chaguar y en este sentido es notable el conjunto de 11 bolsas de este material tejidas con técnica de malla de enlace simple y con torsión, con simples pero armoniosas composiciones de colores naturales. Dos camisas de corteza de árbol y numerosos tocados cefálicos de plumas, fibras vegetales y collares de cuentas de vidrio, piedras y semillas completan el conjunto. Toda la ornamentación denota energía y se observa en los plumajes y en el gran despliegue de colorido. La organización de los textiles por temas, ha permitido darnos cuenta que hay ideas transversales que son comunes a todas los grupos étnicos, como la representación de un lenguaje identitario en la vestimenta, la cercanía a la naturaleza, problemas de aculturación y con ellos pérdida de tradiciones. Sin embargo también podemos visualizar innovaciones en tecnología, patrones de diseño, color y prácticas de uso, que nos enseñan cómo manteniendo parte de su pasado tradicional siguen reinventándose y adaptándose a las situaciones históricas contigentes.
REFERENCIAS 1.
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CHILE Museo La Merced Museo Chileno de Arte Precolombino Museo Mapuche de Ca単ete, DIBAM Museo de Arte Popular Americano MAPA, Universidad de Chile
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LA TRADICIÓN TEXTIL ANDINA Y MAPUCHE EN LOS MUSEOS CHILENOS Carlos Aldunate Director Museo Chileno de Arte Precolombino
Las áreas costeras de las regiones centro y Sur Andinas han sido la cuna de los conocimientos que tenemos acerca de los tejidos precolombinos de América. La sequedad del desierto costero y la oscuridad de las tumbas, han permitido el milagro de la conservación de los más antiguos testimonios textiles, que hoy son considerados patrimonio de la humanidad. Hoy sabemos que en épocas muy tempranas, en el litoral se iniciaron probablemente los primeros pasos de la industria textil, sobre la base del manejo de fibras de algodón que eran torcidas para fabricar sedales y posteriormente redes de pesca. En las tierras altas de los Andes, el manejo del pelo de camélidos silvestres (guanacos y vicuñas) también fue un aporte a estos incipientes experimentos textiles. Un paso importante que dio impulso vigoroso a esta industria, fue la domesticación de camélidos especialmente seleccionados para esta industria. La llama y la alpaca fueron animales creados por el hombre andino con abundante pelaje de inmejorable calidad para el tejido. Desde entonces, fibras de camélidos y algodón se hilaron para entramar y urdir los tejidos de los Andes. Desde hace más de tres milenios, el desarrollo de esta industria fue mucho más allá de la función básica de los textiles, como elementos para cubrir y proteger al hombre de las inclemencias de la naturaleza. Su calidad, perfección técnica y excelencia en el uso de colores e iconografías hizo que se transformara en “el Arte Mayor de los Andes”. En una sociedad que no conocía el dinero ni otro bien de cambio, el trabajo era el bien más preciado. Los miembros de las comunidades ofrecían al curaca o jefe étnico parte de su trabajo como signo de su posición jerárquica. El trabajo de los pastores de los rebaños de camélidos, de los cosechadores de algodón y, sobre todo de hilanderas y tejedoras era altamente valorado. Éstas eran las que recibían de sus madres y abuelas los secretos y las técnicas más refinadas que eran apreciadas y admiradas por la comunidad. Los hombres también hilaban y tejían, produciendo prendas utilitarias. Como en todo trabajo comunitario tradicional de los Andes, las actividades que implicaban los trabajos textiles eran precedidas de fiestas, música y bebida, con la que el jefe étnico celebraba y retribuía a aquellos que trabajaban pastoreando, cosechando, hilando o tejiendo para él y la comunidad. Podemos afirmar que el tejido fue la trama de la sociedad andina. Los textiles, sus colores y símbolos demarcaban la pertenencia de un individuo a un determinado grupo étnico. Sus especiales atuendos lo diferenciaban de los demás. Los textiles eran parte fundamental de las relaciones sociales: las tejedoras de las comunidades hilaban y tejían fibras provenientes de los rebaños comunes, y los textiles se repartían entre sus componentes. Ciertos tejidos considerados preciosos se hacían con finísimas fibras de vicuña, alpaca o incluso chinchilla o pelo humano y su posesión era considerada una importante señal de prestigio social. Los altos gobernantes regalaban estas finísimas prendas a aquellos curacas con los que hacían alianzas, asegurando así sus servicios y los de la comunidad a las que representaban. El valor de los textiles escalaba tan alto que algunas de estas preciadas prendas eran quemadas como ofrendas a las divinidades y otras se tejían especialmente para ser enterradas en las tumbas junto a los cuerpos de los muertos. De esta manera, los tejidos acompañaban a las personas durante toda su vida y hasta su muerte. Es por ello que para la arqueología los elementos textiles son insustituibles como testimonios que dan a conocer la jerarquía de las personas enterradas, su identidad étnica, condición laboral, etc. Es ya común la expresión de que “todo se tejía en los Andes”. Con fuertes fibras vegetales torcidas y trenzadas se tejían puentes que cruzaban los caudalosos torrentes que bajan por las serranías, algunos de los cuales se encuentran en uso hasta el día de hoy. Se tejían asimismo instrumentos que contenían registros numéricos e históricos
importantes; usando el sistema decimal, cuerdas anudadas e hilados de colores, los especialistas registraban cantidades y acontecimientos con los quipus. Desgraciadamente aún no se pueden “leer” las informaciones que contienen estos instrumentos; solo se pueden contar los números que registra cada cuerda, sin embargo, todavía no se puede descifrar su significado. Las comunidades andinas aún conservan el respeto y aprecio hacia el tejido. Estos forman parte de los regalos que se hacen en las fiestas que conmemoran el ciclo vital de una persona: su primer corte de pelo, su iniciación como joven, su matrimonio y los ritos mortuorios, entre los cuales, el lavado de los tejidos que usaba el difunto es esencial. La imagen de la mujer que hila incesantemente: mientras camina o pastorea su ganado, traslada en su espalda pesadas cargas o ejecuta cualquier actividad que le deje las manos libres, es un ícono clásico de los Andes. Las comunidades conservan como tesoros la herencia textil de sus antepasados, los que son exhibidos y venerados periódicamente. El Museo Chileno de Arte Precolombino tiene el privilegio de contar con una valiosa colección de textiles provenientes de estas comunidades y del importante legado de sus tradiciones. Después de la invasión europea, los conquistadores y criollos aprovecharon esta refinada tecnología para producir extraordinarias tapicerías y reposteros para ataviar el interior de los palacios y templos o colgar en los balcones, a modo de reposteros. Los tapices coloniales, especialmente los cusqueños, son ejemplares de tanta excelencia como los europeos, pero su origen americano y andino se delata en su colorido y en su iconografía, donde abundan abigarradas multitudes de animales y pájaros, especialmente felinos y águilas. Hoy, en los Andes, los hombres tejen excelentes y firmes cuerdas para sujetar las cargas en sus animales. Aún se encuentran aquellos que usan el telar vertical, de origen europeo, para tejer paños de cordellate, con el que hacen sus pantalones. Los demás tejidos son fabricados por las mujeres, las que aún hacen sus vestidos y sobre todo sus aguayos o llicllias, firme y decorada prenda indispensable para llevar a los niños y la carga. Con especiales hilados de colores naturales y técnicas de telar, fabrican sacos o talegas de enorme resistencia para llevar los productos agrícolas. El conjunto de textiles andinos del Museo La Merced evidencian esta tradición. Textiles nunca antes exhibidos, custodiados por casi un siglo por los mercedarios, reflejan la fineza del trabajo de estas comunidades. La antigua herencia textil andina alcanzó a expandirse más allá de sus fronteras, llegando hasta los bosques templados del sur de Chile, de donde conocemos textiles desde hace un milenio. El Museo Mapuche de Cañete da cuenta de este proceso, en el que la sociedad mapuche, produjo y aún produce extraordinarios ejemplares de vestimentas, cuyo valor y prestigio alcanzó a las pampas transcordilleranas. Es así como el poncho mapuche pasó a ser el atuendo clásico y más elegante de los campesinos del cono sur de Sudamérica. Los actuales chamantos, prenda con que rivalizan los participantes del rodeo chileno, son una reminiscencia de esta prenda de origen precolombino. Así lo observamos en las mantas caciques provenientes del Museo de Arte Popular Americano – (MAPA) de la Universidad de Chile, custodio de un importante acervo no solo de nuestras comunidades, sino también de las sociedades tradicionales latinoamericanas La industria textil americana fuera de los Andes, la conocemos hoy especialmente a través de las sociedades vivas que han continuado con la antigua tradición heredada de sus antepasados. Desgraciadamente el clima y, sobre todo la humedad, ha impedido la conservación de aquellos magníficos tejidos que podemos apreciar en esculturas o pinturas mayas, zapotecas, aztecas y todas las demás culturas precolombinas. Sin embargo, basta mirar o asistir a esas coloridas ferias o fiestas religiosas americanas para poder transportar nuestra imaginación al mundo textil y cromático de América.
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TAPIZ, SIGLO XVII テ[bito virreinal andino Tテゥcnica de tapicerテュa. Lana y algodテウn 178 x 158 cm Museo La Merced.
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CHULLO, HACIA 1942 Quechua. Cusco, Perú Tejido a palillo, lana de camélido 38 x 22 cm Museo La Merced.
CHULLO, HACIA 1942 Quechua. Cusco, Perú Tejido a palillo, lana de camélido 41 x 23 cm Museo La Merced.
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FAJA, SIGLO XIX Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 125 x 5 cm Museo La Merced.
FAJA, 1908 Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido. 66 x 20 cm Museo La Merced. >
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ORNAMENTO BAILE, SIGLO XIX Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 26 x 6 cm Museo La Merced.
CHUSPA, SIGLO XIX
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 11 x 10 cm Museo La Merced.
CHUSPA, SIGLO XIX
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 17 x 17 cm Museo La Merced.
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PONCHO, SIGLO XIX
PONCHO, SIGLO XIX
PONCHO, SIGLO XIX
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 140 x 136 cm Museo La Merced.
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 140 x 136 cm Museo La Merced.
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 109 x 123 cm Museo La Merced.
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LLIJLLA, SIGLO XIX
LLIJLLA, SIGLO XIX
Quechua. Huambutio, Perú Tejido a telar, lana de camélido 92 x 82 cm Museo La Merced.
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 98 x 90 cm Museo La Merced.
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LLIJLLA, SIGLO XIX Quechua. Turpay, Apurimac, Perú Tejido a telar, lana de camélido 87 x 71 cm Museo La Merced.
LLIJLLA, SIGLO XIX Quechua. Mamara, Apurimac, Perú Tejido a telar, lana de camélido 96 x 92 cm Museo La Merced.
LLIJLLA, SIGLO XIX Quechua. Cusco, Perú Tejido telar, lana de camélido 91 x 85 cm Museo La Merced.
LLIJLLA, SIGLO XIX Quechua. Izcuchaca, Huancavelica, Perú Tejido a telar, lana de camélido 85 x 98 cm Museo La Merced.
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LLIJLLA, SIGLO XIX
LLIJLLA, SIGLO XIX
Quechua. Apurimac, Perú Tejido a telar, lana de camélido 88 x 97 cm Museo La Merced.
Quechua. Cusco, Perú Tejido a telar, lana de camélido 86 x 93 cm Museo La Merced.
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MANGAS (DE USO FESTIVO)
MANGAS (DE USO FESTIVO)
Ámbito andino. Perú Cosido y bordado. Arpillera, terciopelo, paño lenci, hilo de seda e hilo de algodón. 14.5 x 30.8 x 30.8 cm Museo de Arte Popular Americano - MAPA, Universidad de Chile.
Ámbito andino. Perú Cosido y bordado. Lino, lanilla, terciopelo, hilos de seda, hilo de algodón 16 x 33 x 31 cm Museo de Arte Popular Americano - MAPA, Universidad de Chile.
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CHAQUETA (TRAJE CUSQUEÑO)
Ámbito andino. Perú Tejido a telar y cosido. Tela de algodón y lana 48 x 58 cm Museo de Arte Popular Americano - MAPA, Universidad de Chile.
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CHAQUETA (TRAJE CUSQUEÑO)
Ámbito andino. Perú Tejido a telar y cosido. Tela de algodón y lana 42.8 x 58 cm Museo de Arte Popular Americano - MAPA, Universidad de Chile.
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CULEBRILLA (SOGA) Aymara. Ancuyo, Isluga. Chile Trenzado y pompones. Lana de camélido 46 x 25 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
SOGA MUYUTUMA (SOGA TRENZADA DE USO RITUAL) Aymara. Ancuyo, Isluga. Chile Trenzado, lana de camélido 606 x 2 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
CULEBRILLA (SOGA) Aymara. Isluga, Chile Trenzado y pompones. Lana industrial 32 x 45 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
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CHUSPA O VISTAYA (BOLSA RITUAL) Aymara. Chile Tejido a telar, lana de camélido 22 x 27 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
CHUSPA O VISTALLA (BOLSA RITUAL) Aymara. Cotasaya, Isluga. Chile Tejido a telar, lana de camélido 14 x 19 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
WAYUÑA Aymara. Chile Tejido a telar, lana de camélido 13.5 x 15.5 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
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AGUAYO. LLIJLLA (PAテ前)
AGUAYO. LLIJLLA (MANTA)
Aymara. Chile Tejido a telar, lana camテゥlido 110 x 106 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
Aymara. Chile Tejido a telar, lana camテゥlido 103 x 97 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
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TALKUN WALLETA (REBOZO TALQUEADO) Aymara. Isluga. Chile Fieltro cardado de lana de oveja y blonda de seda bordada 170 x 75 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
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MANTA
MANTA
Mapuche. Chile Tejido a telar. Lana 141.8 x 132 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
Mapuche. Chile Tejido a telar. Lana 172 x 129 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
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ALFOMBRA
LAMA (ALFOMBRA)
FRAZADA
Mapuche. Chile Tejido a telar. Lana 68 x 50 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
Mapuche. Chile Tejido a telar. Lana 204 x 198.5 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
Mapuche. Chile Tejido a telar. Lana 186 x 143 cm Museo Chileno de Arte Precolombino.
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TRARILONKO Mapuche. Chile Plata 30 x 16.8 cm Museo Mapuche de Cañete.
KEPAM (VESTIDO)
Vestimenta femenina lavkenche Mapuche. Chile Tejido llano, un color 170 x 150 cm Museo Mapuche de Cañete.
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MANTA CACIQUE, PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
MANTA CACIQUE, PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
MANTA CACIQUE, PRINCIPIOS DEL SIGLO XX
Mapuche. Chile Tejido a telar y teñido. Lana 182 x 83 cm Museo de Arte Popular Americano MAPA, Universidad de Chile.
Mapuche. Chile Tejido a telar y teñido ikat. Lana 128 x 87 cm Museo de Arte Popular Americano MAPA, Universidad de Chile.
Mapuche. Chile Tejido a telar y teñido ikat. Lana 49 x 78 cm Museo de Arte Popular Americano MAPA, Universidad de Chile.
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Esto es un extracto del catรกlogo. La versiรณn completa, estรก disponible a la venta en la tienda del Centro Cultural La Moneda.
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