El Estado nos llamó mentirosas. Durante 10 años hemos tenido un camino muy doloroso, hemos tenido que declarar una y otra vez.
Aquel fatídico día nos dijeron: fue tu culpa. Su estrategia fue apostar al desgaste, ridiculizarnos, lincharnos. Hoy nuestra dignidad está en alzar
la voz, en caminar para señalar que el Estado es responsable.
Nuestra dignidad está en no callar ante el miedo y sus ofensas. Nosotras no somos las violadas de Atenco, somos unas luchadoras sociales.