Miles de personas migrantes atraviesan diariamente el territorio mexicano con la esperanza de llegar a la frontera norte para cruzar a los Estados Unidos y encontrar un trabajo que les permita a sus familias sobrevivir.
Durante el trayecto, además de hambre, sed, frío, cansancio, soledad, ansiedad y tristeza, las y los migrantes centroamericanos son susceptibles de sufrir toda clase de abusos. Ellas y ellos pueden ser engañados, extorsionados, secuestrados, abusados sexualmente, torturados, desaparecidos y ejecutados a manos de la delincuencia organizada, frecuentemente con tolerancia o complicidad de las autoridades.