NÚMERO 9
REFLEXIONES TEOLÓGICAS CENTRO UC DE LA FAMILIA
AMORIS LAETITIA PASTORAL FAMILIAR: FAMILIA Y NOVIAZGO Paulo López Soto
CENTRO UC DE LA FAMILIA FACULTAD DE DERECHO PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CHILE
REFLEXIONES TEOLÓGICAS CENTRO UC DE LA FAMILIA NÚMERO 9 AMORIS LAETITIA PASTORAL FAMILIAR: FAMILIA Y NOVIAZGO Autor: Paulo López S.
Edición: Alejandra Retamal R. Santiago, mayo 2022
Todos los derechos de texto son reservados. La reproducción parcial o total del texto deberá contar con la autorización del Centro UC de la Familia, o en su defecto, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
PRESENTACIÓN El Centro UC de la Familia tiene el agrado de presentar “Reflexiones Teológicas Centro UC de la Familia”, publicación que tiene por objeto divulgar los análisis y observaciones de distintos instrumentos eclesiales, que tienen impacto en la familia y en las personas que la componen. En ocasión del año “Familia Amoris Laetitia”, se editarán ocho publicaciones con el fin de analizar cada una de las temáticas propuestas por la Exhortación Apostólica, a cargo del Académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Paulo Ibrain López Soto*
* El profesor Paulo López, es licenciado en Ciencias Religiosas por la Pontificia Universidad Católica de Chile; licenciado en teología moral, con mención en Bioética, por la Academia Alfonsina de la Pontificia Universidad Lateranensis; Máster universitario de segundo nivel en Ética clínica, por la Pontificia Universidad Católica de la Santa Cruz (Instituto de bioética de la Facultad de Medicina y Cirugía “Agostino Gemelli”); y Doctor en Teología moral, con mención en bioética, por la Academia Alfonsina de la Pontificia Universidad Lateranensis.
IX PASTORAL FAMILIAR: FAMILIA Y NOVIAZGO
a)
Pastoral familiar
En esta pastoral familiar renovada en Santo Padre tiene un consejo claro y preciso para las diversas y difíciles realidades familiares que se viven hoy. 1. A los matrimonios solo civiles, el documento afirma: «La Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan […] Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público —
y está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas— puede ser vista como una oportunidad para acompañar hacia el sacramento del matrimonio, allí donde sea posible» (AL 78);
Frente a las situaciones difíciles de familias heridas, Francisco recuerda a los 2.
pastores que por amor a la verdad ellos están obligados a «discernir bien las situaciones difíciles» (FC 84), ya que «El grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión» (AL 79). Este criterio, si bien respalda la validez de la doctrina, afirma que en diversas situaciones las circunstancias pesan de modo tal de condicionar una determinada situación. Por ello «hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición» (AL 79);
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3. Algunos recursos sugeridos por los padres sinodales para acompañar a los matrimonios son: acompañamiento pastoral después de la celebración del sacramento (AL 223); resaltar la importancia de una espiritualidad familiar y la participación a los sacramentos (familia que reza unida permanece unida); disponer de tiempos de calidad, donde los esposos jóvenes aprendan a encontrarse (AL 224); la pedagogía de los gestos cotidianos: «un beso por la mañana, bendecirse todas las noches, esperar al otro y recibirlo cuando llega, tener alguna salida juntos, compartir tareas domésticas» (AL 225); los pastores deben animar en la fe, en la confesión frecuente, la asistencia a retiros, etc.; crear espacios, donde las parroquias, los movimientos, las escuelas y otras instituciones puedan crear, por ejemplo, «Reuniones de matrimonios vecinos o amigos, retiros breves para matrimonios, charlas de especialistas sobre problemáticas muy concretas de la vida familiar, centros de asesoramiento matrimonial, agentes misioneros 3
orientados a conversar con los matrimonios sobre sus dificultades y anhelos, consultorías sobre diferentes situaciones familiares (adicciones, infidelidad, violencia familiar), espacios de espiritualidad, talleres de formación para padres con hijos problemáticos, asambleas familiares» (AL 229); 4.
Para poder acercarse a los matrimonios, luego de la celebración del sacramento, Francisco presenta los momentos fuertes de la vida de familia como: el bautismo del hijo, la primera comunión, un funeral o un casamiento de un pariente o amigo, junto con la bendición de las casas o la visita a la virgen María. Estas ocasiones deben ayudar a «desarrollar un diálogo pastoral acerca de la situación de la familia» (AL 230). b)
Noviazgo
En el matrimonio sacramental los novios se prometen una entrega total, indisoluble, fiel, una apertura a la vida, y la ayuda mutua, además de 4
reconocer los dones que Dios les ofrece. En esta comunión de amor «la unión sexual, vivida de modo humano (sin medios artificiales) 1 y santificada por el sacramento, es a su vez camino de crecimiento en la vida de gracia para los esposos» (AL 74). En esta vida de gracia, el Santo Padre pone un acento especial ya que, si bien los esposos están «llamados a responder al don de Dios con su empeño, su creatividad, su resistencia y su lucha cotidiana», ellos deben invocar el Espíritu Santo para que «la gracia recibida se manifieste nuevamente en cada nueva situación» (AL 74). Es importante señalar que si bien los esposos están llamados en conciencia «a responder al Evangelio de la mejor forma posible en medio a sus límites» (AL 37), esta respuesta debe ser guiada por la acción de la Gracia, por medio de la invocación del Espíritu Santo, como camino de gracia en la vida matrimonial y familiar. La unión matrimonial es la representación real de la relación entre Cristo y su Iglesia. Por 1
El comentario es nuestro. 5
ello, el matrimonio es «una vocación, en cuanto que es una respuesta al llamado específico a vivir el amor conyugal» (AL 72) por ello, afirma Francisco, «la decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional» (AL 72), este discernimiento vocacional luego será clave en los criterios pastorales que la misma exhortación nos presenta en relación al noviazgo y a la preparación al matrimonio. En estos desafíos la Exhortación propone una guía a los prometidos en el camino de la preparación al matrimonio (AL 205-216). En esta preparación es importante recordar la importancia de las virtudes cristianas en especial la castidad como crecimiento del amor interpersonal (AL 206), junto con el acompañamiento y testimonio de otras familias y el nexo entre el matrimonio, el bautismo y los demás sacramentos. En esta formación Francisco señala como norma la sentencia de Ignacio de Loyola que dice «no el mucho saber harta y satisface al alma, sino 6
el sentir y gustar de las cosas interiormente» (AL 207). Afirmando que lo importante es la calidad del curso de preparación matrimonial y no la cantidad, dando prioridad al anuncio del Kerigma y a aquellos elementos que permitan comprometerse –madurar el amor mutuo– y comenzar con cierta solidez la vida familiar (AL 207). En este camino hacia el matrimonio la comunidad debe ser sincera en reconocer incompatibilidades o riegos, advirtiendo «que no es razonable apostar por esa relación, para no exponerse a un fracaso previsible que tendrá consecuencias muy dolorosas» (AL 209), ayudando a los futuros cónyuges a «ahondar en sus motivaciones» (AL 209), en el conocimiento mutuo, como en la voluntad de superar los momentos difíciles y conflictivos (AL 210), otorgándoles en su compromiso, posibilidades reales de estabilidad (AL 209).
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Parte de esta guía el Papa ofrece a los novios algunos consejos para la preparación de sus bodas. Estos son: i. Con el fin de privilegiar el amor que los une, los fortalece y los santifica por la gracia de Dios, opten por festejos austeros y sencillos, para colocar el amor por encima de todo (AL 212); ii. Profundizar en los gestos realizados durante el sacramento del matrimonio, percibiendo «su peso teológico y espiritual» (AL 214); iii. Dar valor y peso a las palabras del consentimiento como signo de totalidad, libertad y fidelidad; iv. El consentimiento implica también una preparación para toda la vida que incluye «El significado procreativo de la sexualidad, el lenguaje del cuerpo, y los gestos de amor vividos en la historia de un matrimonio, se convierten en una ininterrumpida continuidad del lenguaje litúrgico y la vida conyugal viene a ser, en algún sentido, liturgia» (AL 215);
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v. Orara juntos antes del matrimonio, como sugerencia, haciendo una lectura orante de las lecturas del matrimonio (AL 216); f) consagrar el matrimonio a Dios, ya que Jesús es el que consagra y anima el nacimiento de una nueva familia. vi. En esta pastoral matrimonial, junto con el acompañamiento de los novios, es importante acompañar los primeros años de la vida matrimonial (AL 217-230). Este acompañamiento implica valorar el matrimonio como una cuestión de amor y de libertad, no solo un acto de atracción física o afectiva. Por ello es importante «enriquecer y profundizar la decisión consciente y libre de pertenecer y de amarse hasta el fin» (AL 217).
PAULO IBRAIN LÓPEZ SOTO Académico Facultad de Teología UC Miembro del Comité Ejecutivo del Centro UC de la Familia
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