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Sábado 28 de Noviembre 2015
Entrevista al escritor
Antonio
Cienfuegos El poeta es el peor fracaso económico del arte [Jazmín Cano]
A
ntonio Cienfuegos es un escritor mexicano-salvadoreño de 34 años, que en la actualidad radica en Santiago de Chile. Tiene estudios de Doctorado en Humanidades en la Universidad Autónoma Metropolitana, en la Ciudad de México. Como poeta ha publicado Otra versión de vos, y ha aparecido en varias antologías como Doscientos años de poesía mexicana, La luz que va dando nombre y Carruaje de pájaros. En diciembre de 2013 publicó un ensayo testimonial en la revista española Otro Lunes, donde hablaba sobre la mafia literaria en México e Iberoamérica, perpetuada por la revista Círculo de Poesía (en México y Visor en España, principalmente), lo que significó que él se convirtiera en el desahogo de artistas de otros lados del mundo que también han vivido lo que generan y significan las mafias en todos los ámbitos artísticos. Antonio, aunque salvadoreño, posee el lenguaje, los rasgos físicos, las tradiciones mexicanas. Habla y explota la lengua, los coloquialismos de ambas naciones. Es joven y crítico. Jazmín Cano(JC): ¿En qué año su familia decide mudarse a México? Antonio Cienfuegos(AC): El tema de mi familia es algo incierto. Mi madre era mexicana, poblana para ser exactos, y mi padre es salvadoreño. Mi padre viaja en el 80 a México para estudiar veterinaria, luego conoció a mi madre, y en un viaje a El Salvador nací, eso dice mi padre, aunque mi madre siempre me dijo que era mexicano. La cuestión es confusa, porque a mí me registraron allá y en México, pero en México hasta seis meses después. Posteriormente, el resto de mi familia salvadoreña se mudó a México para el año 84, cuando la guerrilla ya se había desvirtuado y no se
veía un fin cercano. Llegaron mis dos abuelitos y mi tía a vivir a Puebla, donde mi papá ya estaba radicado con mi madre. Mi familia tuvo que emigrar, puesto que parte de la familia materna de mi padre eran miembros activos del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional. Mi tía recibió amenazas y mi abuelo fue extorsionado, entonces toman la decisión de mudarse por completo a México. J.C.: ¿A qué parte de México llegaron? A.C.: Llegaron/amos a Puebla, de donde es originaria toda la familia de mi madre, y allí ellos ayudaron mucho a mis abuelos y a mi padre, ya casado con mi madre, a establecerse. J.C.: ¿Cómo fue su acercamiento a la literatura? A.C.: Bueno, esa es una pregunta algo sencilla de responder, mi madre siempre fomentó en mí la lectura, ella me leía cuentos desde niño, desde muy chico me leía autores clásicos infantiles que yo he guardado mucho en la memoria. Autores como Hans Christian Andersen, Charles Perrault, los Hermanos Grimm, Las mil y una noches, hasta cuentos más fuertes para un niño de seis años como El gato negro o El corazón delator de Edgar Allan Poe, también recuerdo mucho las Fábulas de Esopo, tenía un libro muy hermoso con todas sus fábulas, hasta lecturas un poco más complejas como Edipo Rey. Ya en la pubertad leía cosas más complejas, recuerdo mucho a Robinson Crusoe de Daniel Defoe, luego tuve mi mayor crecimiento intelectual a los 14 años. Estuve internado con Salesianos, y tanto la lectura como el estudio era muy disciplinado. Ahí leí grandes libros que me marcaron como El lobo estepario de Hesse, Cien años de soledad de Márquez, Los cachorros y Los jefes de Vargas Llosa, La gaya ciencia de Nietzsche, etc.
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J.C.: ¿Qué autores leyó en su adolescencia (juventud)? A.C.: Después de mi paso por el internado salesiano, ya en mi adolescencia, comencé con mi lectura más seria de poesía y también de filosofía, ya había leído y entendido muy poco La gaya ciencia, y a los 16 años comencé mi lectura de Así habló Zarathustra, un libro que me marcó mucho. Luego de narrativa continué un largo recorrido por autores que hoy día siguen siendo de mis predilectos, por ejemplo: El castillo y El proceso de Kafka, Crimen y castigo y Los hermanos Kamarazov de Dostoaievsky, La peste, El mito de Sísifo y El extranjero de Camus (de hecho de El extranjero me aprendí el principio para una clase de francés), La náusea, El muro y A puerta cerrada de Sartre, Flaubert, Zolá, etc., algunos de la generación perdida como Faulkner y Jhon dos Pasos y El viejo y el mar y Por quién doblan las campanas de Hemingway, casi toda la obra de Borges, Ernesto Sábato con El túnel, Rayuela de Cortázar, de ahí a los clásicos como Sófocles, Eurípides y Esquilo, La Odisea de Homero, La divina comedia de Dante (aunque he de admitir que la terminé muchos años después), El quijote (que también he de admitir que nunca terminé), y uno que otro autor que se me ha de escapar, eso en cuanto a narrativa; y ahí comencé a leer en serio poesía, como a Vallejo, tenía las obras completas de Vallejo, y me parece un autor no sólo fundamental, sino fundacional de la poesía latinoamericana, sobre todo el libro de Trilce, Lorca y su Cancionero gitano, Machado, Quevedo y sus grandes poemas como el de Amor constante más allá de la muerte, Góngora, Juan Ramón Jiménez, Neruda, Mistral, Paz, Cernuda, Vicente Aleixandre, Darío, Roque Dalton, Vicente Huidobro y su Altazor, los poetas franceses, Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Verlaine, el Conde de Lautremont, los alemanes Hölderlin, Novalis, Rilke, Trakl, al gran poeta portugués Pessoa, poesía rusa, poesía asiática, china y japonesa sobre todo, esto en un periodo que duró hasta los 22 o 23 años, justo en la transición de la licenciatura a la maestría. A los 19 años fue publicado por primera vez en el suplemento Catedral del periódico Síntesis en Puebla. A los 22 la revista Alforja, revista que en su momento fue de las más importantes de poesía en México. J.C.: ¿Para qué sirve, desde su perspectiva, la poesía? A.C.: La poesía no sirve desde ninguna perspectiva, está muy sobrevalorada. El arte en general sirve, y sirve mucho, sirve para acercarnos al mundo, algo así como la visión que Heidegger tiene, nos devela el mundo tal cual es. Los poetas sienten que son los artistas más importantes y que la poesía es la panacea del mundo, la epítome de las artes, pero se equivocan, la poesía sirve o les sirve sólo a algunos poetas para vivir de estímulos institucionales, ya sea en las secretarías de cultura, en las universidades públicas o ganando premios, pero el sueño de todo poeta es que, justamente, la poesía le sirva para algo, para ganar dinero y poder vivir trabajando de poetas, porque evidentemente ningún poeta vive de la venta de sus libros, no así los narradores, muchos narradores viven de la venta de sus libros, muchos pintores viven de la venta de sus cuadros, muchos escultores viven de la venta de su obra, muchos músicos viven de sus recitales, muchos actores viven del teatro, el poeta es el peor fracaso económico del arte, él jamás va a vivir de la poesía.
Fotografía:Fanny Campos
J.C.: ¿Con qué autores mexicanos tuvo contacto? A.C.: Primero con los de la Facultad de Letras de la BUAP, Mario Calderón, Víctor Toledo, Renato Prada Oropeza (boliviano pero nacionalizado mexicano) que eran/son autores de segundo vuelo en México, autores de segunda mano, podríamos decir, glorias locales por así llamarlos; luego como a los 20 años comenzamos un taller de poesía con José Vicente Anaya, y ahí empezamos a tener contacto con otros autores más importantes. Anaya era fundador, director y creador de la revista de poesía Alforja, de ahí la publicación de varios de su taller; también tomé un taller con Daniel Sada, pero sólo fui como un año. Luego los escritores con que tuve contacto fueron los que posteriormente harían una gran mafia, gente como Mario Bojórquez, Eduardo Langagne o Álvaro Solís. >>>