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La Seguridad de Leer

LA SEGURIDAD DE LEER Por Mariano Botey, mboteyh@gmail.com

He ido buscando el sentido de mi vida a través de mi desasosiego con este contagio y de aquellos que han perdido la vida a causa de la COVID-19; las preguntas se ahogan en la desesperación aconsejadas por el miedo; las respuestas carecen de un suspiro de esperanza porque se tornan estériles nuestras acciones en las actividades innecesarias; por tanto, la amenaza del virus ya no es como tal; más bien, somos nosotros nuestra propia destrucción por la indiferencia. Nos hace falta más humanidad y dejar de pregonar que somos la raza superior: humanos. En esta época en que la mayoría de la gente está llevando a cabo sus actividades en casa -ya sean laborales, escolares, recreación, etc- está aún en la espera de regresar a lo que antes era la normalidad; tenemos que enfocarnos desde el presente y asimilar nuevos hábitos y cambios; el tiempo es la pequeña dosis ofrecida pero no lo desperdiciemos -aún con la vacuna en su proceso de aplicación- tenemos que seguir con entereza y no sea una justificación detenernos para emprender o culminar nuestros propósitos, aún llevando nuestros cuidados pertinentes. Así que me permito sugerirles que lean este libro que me acompañó en mis horas de vigilia y zozobra, promoviendo mi ejercicio mental, y sea pues la referencia del libro que abarca la metáfora conquistada de mi vida en esa batalla por mi salud: El hombre en busca de sentido, de Victor Frankl quien es un referente de la psicología, y basta destacar que en 1942 fue prisionero en los campos de concentración; basada su experiencia en el holocausto, nos narra lo que pudo lograr dándole sentido a su vida y superó su experiencia personal: “Mi intención es describir, desde mi perspectiva de psiquiatra, cómo vivía el prisionero normal en el campo y cómo

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EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO De Victor Frankl, Editorial Herder, 2015, España.

esa vida influía en su psicología”, y a través de su aguda observación, determina que no es el sufrimiento en sí mismo el que madura, sino el propio hombre que le da sentido al sufrimiento. “Las personas de mayor sensibilidad, acostumbradas a una activa vida intelectual, posiblemente sufrieran muchísimo; sin embargo, el daño infligido a su ser íntimo fue menor, pues eran capaces de abstraerse, a través de su espíritu, en un mundo rico y dotado de paz espiritual”. Desconectemos nuestros prejuicios e indiferencia y conectemos nuestra mente con la resiliencia; este libro aún sigue vigente en otro escenario pero sí relevante por el tema de hallar ese sentido cada uno, pero tenemos que salir no a la calle sino de nosotros mismos para así caminar por aquellas calles cómo páginas de un libro con esa paciencia, con ansias de recorrer incesantemente ese estandarte de libertad y amor, para así abrazar a cada uno de sus seres queridos en ese momento determinado “la salvación del hombre consiste en el amor y pasa por el amor. Incluso en un estado de desolación absoluta, cuando ya no cabe expresarse mediante una acción positiva, cuando el único logro posible en soportar dignamente es el sufrimiento”. Para afrontar cualquier batalla se requiere también de tener cier-to sentido del humor, ya que el “humor es otra de las armas del alma en su lucha por la supervivencia. Es sabido que el humor, más que cualquier cosa en la existencia humana, proporciona el distanciamiento necesario pa-ra sobreponerse a cualquier situación, aunque sea un instante”. No se descarte que el contacto es esencial: no olvidemos acudir a la naturaleza e impregnarse de la savia de los árboles y de la energía de sus paisajes; trascendamos en una auténtica entrevista con la persona, con las medidas de cuidado y sobre todo de dialogar sin ninguna distracción que interponga el teléfono inteligente; acudamos a los que nos ofrece el arte, con la obra que logra un artesano o ese libro que aguarda en nuestra biblioteca para leerlo con toda fluidez de libertad,“al hombre se le puede arrebatar todo, salvo una cosa: la libertad humana -la libre elección de la acción personal ante las circunstancias- para elegir el propio camino”. Y esos caminos basados en la incertidumbre sin rumbo es determinante para abrigar una esperanza aún en las calles donde deambula la inconsciencia social; la única voluntad que me impulsa es la persistencia para darle sentido a la misma incongruencia del sufrimiento colectivo, porque se tiene la fortaleza interior y desde ahí se tiene que trabajar la intención y nuestro vuelo al sentido de la vida; por eso hay que afrontar la vida o cualquier batalla, pues uno tiene que aprovechar las dificultades para probar la entereza de uno mismo, ya que la vida pierde sentido cuando uno elude o cierra los ojos escondiéndose en su pasado. Nietzsche plantea con certeza: “quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo”. Hay que actuar con amor vaciándose del dolor y aprender de nosotros mismos porque “no importa lo que esperamos de la vida, sino que importa lo que la vida espera de nosotros”. A esto se añade que un hombre que se percata con responsabilidad conoce ese porqué de su razón de ser con respecto a la adversidad del cómo, y en ese trance no desanimarse bajo ninguna circunstancia, manteniendo la confianza y el coraje. “¿El sufrimiento y la muerte de tanta gente tiene algún sentido? Tiene que tenerlo, pues, en caso contrario, la vida que depende del azar no merece ser vivida”.

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