PANORAMA INTERNACIONAL
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Í ND ICE D E CON TE NID O S El eterno dilema
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La caída de los gigantes
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Encarando los cambios
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Turquía y el conflicto sirio 96 #ORIENTE_MEDIO
Perspectivas por países
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El eterno dilema
#UNIÓN_EUROPEA
El eterno dilema 6
La Unión Europea, el eterno dilema La Unión Europea deja atrás la mayor crisis económica de su historia. Los desafíos a los que ha hecho frente desde que ésta comenzase han sido muchos y de diversa índole, por lo que hacer un balance al cabo de diez años de la situación política y económica se antoja una labor compleja. Por un lado, ha logrado superar la Gran Recesión utilizando los instrumentos a su alcance; se ha evitado la ruptura del euro y se ha conseguido salvar a los Estados que atravesaban mayores dificultades, lo que evidenció el compromiso de los países del euro con el proyecto europeo. En la actualidad, la coyuntura económica de la eurozona es la más favorable de la última década. En 2017 alcanzó una tasa de crecimiento del PIB del 2,4%; la tasa de paro cerró en el 8,7%; el déficit público se redujo al -0,9% del PIB y la deuda pública se situó en el 86,7% del PIB. Pero, por otro lado, actualmente la Unión se enfrenta a la crisis de identidad más grave desde su fundación. Por primera vez, uno de los Estados miembro ha decidido abandonar el bloque. Los partidos nacionalistas han irrumpido con fuerza en la escena política europea, cuestionando los beneficios de la moneda única e incluso del proyecto común. La falta de confianza de la población hacia las instituciones europeas se ha erigido como una de las principales barreras, y quizás la más relevante, para continuar avanzando en el proceso de integración económica y política de la eurozona. El actual entorno político de la UE es uno de los más complicados desde la fundación de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero y hace dudar de la capacidad de los líderes políticos de refundar la Unión. La Gran Recesión ha provocado que las divisiones y fracturas entre los países que conforman
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el bloque sean mucho más visibles que antes. El impacto de la crisis fue más notorio en los países que habían acumulado mayores desequilibrios durante los años de bonanza económica. Entre 2010 y 2015, cinco economías de la periferia de la UE (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España) vieron limitado su acceso a los mercados financieros internacionales, lo que les forzó a solicitar la asistencia de las autoridades europeas. A cambio, se les impusieron unas estrictas medidas de austeridad fiscal que hundieron la demanda interna, dispararon el desempleo y ralentizaron la recuperación económica. Paralelamente, las economías del bloque del norte mantenían elevadas tasas de crecimiento económico, rozaban el pleno empleo y disfrutaban de los recursos económicos necesarios para amortiguar el impacto de la crisis global. Ocho años después, la eficacia de las medidas económicas impuestas por Bruselas ha quedado más que demostrada. Sin embargo, también ha despertado enormes críticas entre la opinión pública de los países del sur, lo que provocó la aparición de las primeras formaciones políticas en Grecia o Italia que discutían las ventajas de formar parte de la moneda única. Las políticas de austeridad crearon, pues, una enorme fractura entre los acreedores del norte y los deudores del sur y pusieron en cuestión uno de los valores fundacionales de la UE: la solidaridad entre los Estados miembros. En 2015, cuando las presiones financieras sobre las economías periféricas se habían relajado y comenzaba la recuperación, se produjo otro acontecimiento que trastocó nuevamente las relacio-
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La Unión Europea ha logrado superar la Gran Recesión utilizando todos los instrumentos a su alcance
nes intracomunitarias. Se registró una afluencia de refugiados en cantidades inéditas, procedentes de los conflictos en Oriente Medio y África, que llegaban fundamentalmente a las costas de Grecia e Italia. La enorme cantidad de recursos necesarios para darles asilo desbordó la capacidad presupuestaria de estos países, cuya situación económica era todavía frágil, y provocó que miles de desplazados continuasen su camino hacia Europa central y del norte. La presión migratoria alcanzó tal magnitud que varios países decidieron cerrar sus fronteras, lo que amenazó la libertad de movimientos dentro del Espacio Schengen. Con el objetivo de atajar la crisis migratoria, los Estados miembros alcanzaron un acuerdo con Turquía para que ejerciese un mayor control sobre sus fronteras a cambio de transferencias por valor de 3.000 millones de dólares. De forma paralela, acordaron reubicar a 120.000 solicitantes de asilo, concentrados en los campos de Grecia e Italia, en otros países de la UE antes de septiembre de 2017. Vencido el plazo, sólo cinco de los veintiocho países han mostrado modestos avances en el cumplimiento de su compromiso1, mientras que el resto apenas ha acogido al 10% de su cuota de reubicación; Polonia y Hungría incluso han rechazado su asignación. La gestión de la crisis migratoria ha supuesto un nuevo desafío para Bruselas. La negativa de los países del este de aceptar su cuota de refugiados, además de cuestionar la autoridad y legitimidad de las instituciones de la UE, ha creado una nueva fractura entre los países del bloque del este, partidarios de en-
durecer la política migratoria, y los del oeste, proclives a la acogida. Así pues, la Gran Recesión ha alterado por completo el contexto político de las economías avanzadas. Las clases medias, el grupo más castigado, han sufrido una pérdida considerable de poder adquisitivo y una enorme destrucción de empleo, lo que se ha traducido en un notable incremento de las desigualdades. El deterioro de la situación económica, la pérdida de confianza hacia las instituciones europeas, junto con la enorme presión migratoria ha supuesto un cóctel fatal para el proyecto común y ha favorecido el auge de los partidos políticos de corte nacionalista, populista y euroescéptico a lo largo de todo el continente. Si bien los resultados de las elecciones celebradas en 2017 en Holanda, Francia y Alemania frenaron el ascenso de las fuerzas nacionalistas y consolidaron en el núcleo duro de la zona euro a partidos favorables a la profundización del proyecto europeo, el balance del contexto político actual es algo más negativo. Los dirigentes de Polonia y Hungría, con un discurso xenófobo y populista, han tomado una peligrosa deriva autoritaria. Tanto el gobierno austriaco como el nuevo Ejecutivo italiano, ambos de corte nacionalista y euroescépticos, han adoptado posturas muy críticas con la política migratoria europea. Pero sin duda alguna, es la votación favorable al Brexit en Reino Unido el máximo exponente del movimiento euroescéptico y el mayor desafío al que ha de hacer frente la Unión.
1. Finlandia ha cumplido con cerca del 94% de su compromiso de acogida; Portugal con el 48%; Suecia con el 50,5%, Lituania con el 57% y Letonia con el 67%. Noruega también ha contribuido a la política de relocalización de los desplazados, a pesar de que no estaba obligado.
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“Brexit means Brexit” (or not)
La frase “Brexit means Brexit” anticipaba la dureza de la posición británica en la mesa de negociaciones
El nuevo Ejecutivo italiano, una coalición formada por el Movimiento 5 Estrellas y La Liga, muy crítico con el proyecto europeo, llega en un momento en el que el consenso entre los gobiernos de la Unión es crucial. Actualmente la UE se encuentra en pleno proceso de negociación de los términos en los que se producirá la salida de Reino Unido del club el próximo mes de marzo de 2019. La famosa frase “Brexit means Brexit”, que Theresa May pronunció tras ser elegida primera ministra, anticipaba la dureza de la posición británica en la mesa de negociaciones. El gobierno de May estableció una serie de “líneas rojas” que pretendía no traspasar de cara a las conversaciones. Estos límites contemplaban el rechazo a la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia; el fin de la libre circulación de personas; la negativa a seguir contribuyendo al presupuesto de la Unión Europea y la autonomía regulatoria en materia comercial. Sin embargo, el resultado de las elecciones anticipadas de junio de 2017, en las que May perdió la mayoría parlamentaria, le restó respaldo y crédito político y dificultaba defender ante la opinión pública un endurecimiento de la postura británica. Por el momento, se ha consensuado la factura que supondrá el Brexit para Reino Unido y el tipo de relación que mantendrán ambos durante el periodo de transición, comprendido entre marzo de 2019 y diciembre de 2020. Reino Unido deberá pagar 45.000 mill.€ a la UE en concepto de aportaciones al presupuesto comunitario vigente, los compromisos pendientes de pago y las pensiones de los actuales trabajadores británicos de las instituciones europeas. Además, durante este tiempo, acepta la jurisdicción
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del Tribunal de Justicia Europeo; la libre circulación de personas y la protección ciudadana recíproca; así como la obligación de continuar contribuyendo al presupuesto de la UE hasta 2020, cuando comienza un nuevo ciclo presupuestario. En la práctica, apenas supone un cambio del estatus actual de Reino Unido. Seguirán en vigor las cuatro libertades y se continuará aplicando la legislación europea hasta que termine el periodo de transición; sin embargo, no contará con derecho a voto en las instituciones europeas. Finalizadas las negociaciones en estos dos aspectos, las conversaciones se han trasladado al tercer punto, por otro lado, el más relevante: el tipo de relación que mantendrán la UE y Reino Unido a partir de 2020. Si se respetasen las “líneas rojas” que estableció el gobierno de May, dicha relación sería similar a la que la UE tiene con Canadá tras la firma del tratado de libre comercio CETA. Esto significaría el restablecimiento de controles fronterizos entre Irlanda e Irlanda del Norte. Ahora bien, en el texto de transición se especificaba que, en caso de que no se hubiera alcanzado un acuerdo en el momento de la ruptura, Irlanda del Norte se consideraría parte del Espacio Económico Europeo (EEE), y tendría por tanto un estatus soberano distinto al del resto Reino Unido. Es en este punto en el que se plantea la principal disyuntiva. Por un lado, May se ha comprometido a evitar el restablecimiento de una barrera arancelaria entre las dos partes de la isla por el enorme impacto económico, político y social que ello causaría. Por otro lado, el norirlandés Partido Unionista Democrático, principal garante del gobierno, se opone diametralmente a que Irlanda del Norte acabe teniendo un tratamiento soberano distinto al del resto del país, teniendo en el
REINO UNIDO DEBERÁ PAGAR
45.000 MILLONES DE EUROS
recuerdo el conflicto político que vivió esta región a finales del siglo XX. Así pues, es en la pertenencia o no a la unión aduanera europea donde se centra el debate. Si el Reino Unido perteneciese al Espacio Económico Europeo, siguiendo el modelo de Turquía, Bruselas sería quien establecería las directrices en materia arancelaria, lo que minaría su independencia en política comercial, que es, por otro lado, uno de los principales argumentos utilizados para abandonar la UE. Con el objetivo de contar con autonomía comercial, reducir el impacto en los intercambios entre Reino Unido y el bloque comunitario y evitar el restablecimiento de controles fronterizos entre Irlanda del Norte e Irlanda, el pasado mes de julio May hizo pública cuál sería la postura británica ante las negociaciones. En el documento, conocido como “Plan de Chequers”, se apostaba por una ruptura “suave” con
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el bloque europeo mediante la creación de un área de libre comercio en lo relativo al intercambio de bienes, mientras que excluía a los servicios para los que proponía la negociación de nuevos acuerdos. Para asegurar la libre circulación de bienes entre ambos Reino Unido se comprometía a cumplir con la legislación europea en lo relativo a los bienes agrícolas e industriales pero conservaría la soberanía para firmar tratados de libre comercio con terceros países, a los que podría aplicar un arancel propio. Para ello el Reino Unido recaudaría los aranceles impuestos a terceros países y en caso de que las mercancías tengan como destino final uno de los países de la UE, entregaría el dinero a Bruselas; en caso contrario, lo ingresaría en sus propias arcas. De esta forma, se evitaría el restablecimiento de la frontera en Irlanda y tampoco se comprometería su unidad territorial. Este modelo, sin embargo, supone renunciar a parte de la soberanía comercial que prometieron aquellos políticos favorables a la salida de Reino Unido. En lo que concierne a la libre circulación de personas, en el texto se establece que se devolverá a las autoridades británicas el control de sus fronteras. Por último, se propone la creación de un marco institucional conjunto para interpretar los acuerdos que firmen Reino Unido y la UE, lo que eliminaría la jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia sobre los asuntos de Londres. El “Plan de Chequers” desató un auténtico terremoto político que terminó con la salida de dos miembros del gabinete, entre ellos el propio Ministro para el Brexit, David Davis. Tras superar la oposición de los diputados conservadores que apuestan por una ruptura radical con la UE, los llamados “Brexiteers”, y sofocar una rebelión dentro
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de su propio partido, May consiguió sacar adelante la Ley del Brexit en el Parlamento británico. Ahora la duda reside en si finalmente conseguirá llegar a un acuerdo con la UE antes de la fecha en la que se producirá la salida. En caso de que no sea así, nada de lo acordado anteriormente tendrá validez, es decir, no habrá período de transición y el 29 de marzo de 2019 Reino Unido quedará automáticamente fuera de la Unión Europea. Pese a que ambas delegaciones quieren evitar ese escenario, actualmente no se puede descartar. Se ha establecido octubre de 2018 como plazo máximo para concluir un acuerdo provisional que posteriormente tendrá que ser ratificado tanto por el Parlamento Británico como por el Europeo, así como por una mayoría cualificada del Consejo Europeo, es decir 20 de los 27 países. Entre enero y febrero el Parlamento británico tendrá que dar su consentimiento y, por último, deberá recibir la ratificación de Bruselas antes de la fecha límite del 29 de marzo. A partir de ahí y siempre dependiendo del desarrollo que tengan las negociaciones en los próximos meses, el impacto económico del Brexit será uno u otro. Los distintos escenarios planteados coinciden en que la salida de Reino Unido tendrá un efecto negativo mayúsculo en la economía británica, al contrario de lo que defendían los partidarios de la salida. La OCDE estima que en 2020 el PIB británico será un 3% menor y maneja tres escenarios distintos para 2030 de acuerdo al tipo de acuerdo que se cierre. En caso de que se firme un Brexit “suave” la caída será del 2,7%; de un 5% ante un acuerdo neutral y llegaría hasta el 7% en
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el escenario más pesimista. El Gobierno británico eleva esta última estimación hasta el 8% y el Tesoro británico hasta el 9,5%. No obstante, en caso de que no se firme ningún acuerdo y no exista período de transición, el FMI ha alertado de que una salida desordenada de Reino Unido de la UE puede suponer una contracción de la economía británica
en 2019, frente a las actuales previsiones que sitúan el crecimiento en el 1,5%. De hecho, los efectos del Brexit ya se han dejado notar en la economía británica, con un aumento de la desconfianza empresarial, menor dinamismo del mercado laboral, caída de la libra, aumento
LA RELACIÓN FUTURA
Sin acuerdo
Reino Unido deja la UE Las líneas rojas de Reino Unido: - Sin jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia - Sin libertad de movimientos - Sin contribución financiera significativa - Autonomía regulatoria
Las líneas rojas de Reino Unido: - Sin libertad de movimientos - Sin contribución financiera significativa - Autonomía regulatoria
Las líneas rojas de Reino Unido: - Sin jurisdicción del Tribunal Europeo de Justicia - Autonomía regulatoria
Las líneas rojas de Reino Unido: - Política de comercio independiente
Fuente: Comisión Europea
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Bruselas, sin embargo, ya ha alertado de la posibilidad de que no se consiga alcanzar un acuerdo antes de la salida de Reino Unido
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de la inflación y un crecimiento más lento de lo esperado. Cabe señalar, sin embargo, que la salida de Reino Unido tendrá un efecto muy distinto dependiendo del sector económico y el país del que se trate. Así, los servicios financieros, el sector alimentario, el sector manufacturero, el automovilístico y el textil serán los sectores más afectados. En cuanto al resto de los países de la Unión, serán Irlanda, Alemania, Bélgica, Holanda y República Checa los que más acusarán la salida de Reino Unido, ya sea por la caída de los intercambios comerciales, por el menor dinamismo inversor o por la posible reducción del tamaño del presupuesto europeo. La salida de Reino Unido de la Unión Europea es un hecho sin precedentes. Nunca antes un país ha dejado de pertenecer al bloque comunitario y Bruselas es consciente de que se enfrenta al mayor desafío desde su creación. Los negociadores europeos han reiterado en numerosas ocasiones que Reino Unido no puede aspirar a tener un modelo de relación comercial “a la carta”, en el que pueda elegir los elementos del mercado único que más le benefician. Con este discurso en mente, apenas ha realizado concesiones y se está mostrando inflexible en los puntos más controvertidos. De esta forma pretende, por un lado, transmitir una imagen de unidad y consenso entre los Estados miembros y, por otro, evitar el efecto contagio a los países donde el euroescepticismo ha ganado más adeptos.
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Cambio de ciclo La eurozona ha tardado diez años en recuperar el PIB que tenía antes de la Gran Recesión. No cabe duda de que, en esta recuperación, ha sido fundamental el papel que ha jugado la política monetaria del BCE. El compromiso que Mario Draghi mostró cuando declaró que “haría todo lo necesario para salvar al euro” fue determinante para rebajar las presiones de los mercados sobre los países periféricos. La política monetaria ultraexpansiva que, desde entonces, ha aplicado el BCE, manteniendo el tipo de interés al 0% y mediante su programa de expansión cuantitativa, ha permitido reducir los tipos de interés de los bonos soberanos, ha posibilitado una mayor fluidez del crédito a familias y empresas y ha apuntalado la trayectoria creciente de la economía. Sin embargo, la recuperación de las economías de la zona euro no habría sido posible si no se hubiesen dado una serie de condiciones externas favorables, los conocidos como “vientos de cola”. En primer lugar, la demanda externa durante estos años ha tenido un comportamiento extraordinariamente positivo, lo que ha permitido a las empresas compensar la contracción del mercado interno. Además, la caída del precio del petróleo desde finales de 2014, redujo la factura importadora y liberó recursos para potenciar la demanda nacional. La cuestión que se plantea ahora es si, una vez que dejen de soplar los vientos de cola, ahora que el precio del crudo se ha elevado y con el impacto económico que pueda causar la guerra comercial, la eurozona conseguirá mantener el dinamismo económico o, si por el contrario, la siguiente crisis económica pondrá en riesgo lo conseguido hasta ahora.
En efecto, los recortes de la producción de petróleo acordados por la OPEP y otros países productores en 2016 condujeron a una escalada del precio del petróleo durante 2017, lo que sumado a las tensiones geopolíticas internacionales han provocado que la cotización del barril de crudo haya crecido hasta rozar los 80 $/barril a comienzos de 2018. Además, las tensiones comerciales internacionales, con la imposición cruzada de aranceles entre Estados Unidos y la UE, tendrán un enorme impacto en la economía de la eurozona, muy dependiente del comercio exterior. Se estima que alrededor de 30 millones de empleos dependen del comercio internacional en el conjunto de la Unión y que el bloque aglutina el 16,5% de los intercambios comerciales mundiales. Esta vuelta al proteccionismo comercial es especialmente alarmante en el caso de Estados Unidos, ya que se trata de su primer socio comercial y supone el 17,7% del total del comercio de bienes europeo. A pesar de que las previsiones de crecimiento de la eurozona para los dos próximos años son positivas (2,3% en 2018 y 2% en 2019, según la Comisión Europea) y de que este crecimiento está siendo generalizado en todas las economías de la zona euro, empieza a haber indicios que apuntan a que el ciclo expansivo se está agotando. Conviene recordar además, que actualmente la zona euro se encuentra en una posición mucho más vulnerable que en 2008: la deuda pública se encuentra cercana al 87% del PIB, frente al 67,5% del PIB que registraba en 2008; doce de los diecinueve países que conforman la eurozona sobrepasan los límites de endeudamiento público establecidos en el Tratado de Maastricht; y el sector bancario aún arrastra importantes problemas relacio-
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nados con la morosidad (todavía en el 4,92%) y la elevada exposición a la deuda soberana. El deterioro de la coyuntura económica va a coincidir con el momento en el que el BCE ponga fin a la política monetaria ultraexpansiva, lo que puede suponer un riesgo para la estabilidad financiera de la eurozona. Para que los mercados puedan anticipar de forma adecuada los cambios en la política mo-
netaria y no se generen perturbaciones financieras, el BCE está comunicando con mucha antelación la adopción de medidas y está procediendo de una forma muy gradual a la retirada de estímulos. Los mercados estiman para mediados de 2019 la primera subida de tipos, ya que la inflación de la eurozona aún se sitúa por debajo del objetivo del 2% establecido por el BCE. Por otro lado, en lo que se refiere al Programa de Adquisición de Activos, desde comienzos
DEUDA PÚBLICA PORCENTAJE DEL PIB
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Fuente: Eurostat
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POLÍTICA MONETARIA BCE PUNTOS PORCENTUALES
Inflación Eurozona
Tipo Interés BCE
Objetivo Inflación BCE 4,0 3,5 3,0 2,5 2,0 1,5 1,0 0,5
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Fuente: Banco Central Europeo
de 2018 el BCE está rebajando de forma progresiva el volumen de compra de títulos. En enero de 2018 lo redujo a la mitad, de 60.000 a 30.000 mill.€; en octubre lo hará nuevamente, hasta los 15.000 mill.€, hasta finalizar el año. Si se mantienen las actuales perspectivas de inflación, Draghi dará por concluido el programa. Cabe señalar, sin embargo, una serie de factores que pueden alterar los planes del BCE: un incremento del riesgo político en la eurozona; el impacto de la guerra comercial con Estados Unidos o una aceleración del ritmo de normalización de la política monetaria de la FED. Cualquiera de estas
situaciones podría traducirse en un aumento de las presiones financieras en la zona euro, con el consecuente endurecimiento de las condiciones de financiación de los países altamente endeudados, y conduciría a una espiral de endeudamiento de la que resulta muy complicado salir. Así pues, hay que contemplar la posibilidad de que el ciclo económico esté llegando a su fin en un contexto de gran incertidumbre política y comercial, y coincidiendo con el momento en el que el Banco Central Europeo ya ha agotado la vía de la política monetaria.
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PLAN DE ADQUISICIÓN DE ACTIVOS POR TIPO DE PROGRAMA MILES DE MILLONES DE EUROS Act. Soberanos
Act. corporativos
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Bonos garantizados
Act. respaldados por activos
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Fuente: Banco Central Europeo
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¿Más Europa?
En la Gran Recesión, los líderes europeos adoptaron una hoja de ruta para fortalecer el euro
Para que un área monetaria sea óptima, se han de dar una serie de condiciones específicas: ha de existir cierto grado de homogeneización entre las economías que la integran; debe haber flexibilidad de precios y salarios; movilidad de trabajo y capital; diversificación productiva y un elevado grado de integración financiera y fiscal. La Gran Recesión puso en evidencia el problema que suponía que en la Unión Monetaria Europea no se cumplieran esas condiciones. No existía suficiente homogeneización entre economías, la movilidad del trabajo era limitada por las barreras lingüísticas entre países y apenas se habían registrado avances en materia de integración financiera o fiscal. Con el objetivo de consolidar y perfeccionar el Mercado Único y acelerar la adopción de la moneda común en los primeros años del siglo XXI, se obviaron las enormes diferencias estructurales que presentaban las distintas economías que pasarían a integrar la zona euro. Sin embargo, en el momento en el que la crisis financiera golpeó a la eurozona, se puso de manifiesto la debilidad de la arquitectura del euro y las carencias que escondía la Unión Monetaria Europea. En el momento en el que se tenían más dudas acerca de la continuidad de la moneda única, los líderes de la zona euro decidieron apostar por el proyecto europeo. Por ello, adoptaron una hoja de ruta con el objetivo de fortalecer el euro y refundar la Unión, lo que se conoce coloquialmente como “más Europa”. Uno de los principales problemas que enfrentaba la eurozona consistía en la retroalimentación entre
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riesgo bancario y soberano que se puso de manifiesto durante los momentos más graves de la crisis. En algunos países periféricos los bancos nacionales eran los principales acreedores de los Estados; así pues, en el momento en el que comenzó a cuestionarse la sostenibilidad de las cuentas públicas de estos países, los activos presentes en los balances de los bancos comenzaron a deteriorarse. Finalmente dichas entidades tuvieron que ser rescatadas por el sector público, aumentando así la carga fiscal para las cuentas públicas. En otros casos, en cambio, tal y como ocurrió en Irlanda, el sistema bancario se encontraba muy expuesto
al sector inmobiliario, que se desplomó tras la crisis de las hipotecas subprime en Estados Unidos. El descalabro que sufrieron algunas entidades fue, en esos casos, lo que motivó que fueran rescatadas por el sector público, cuya posición fiscal se deterioró, en consecuencia, y que, en algunos casos, se vio obligado a solicitar la asistencia de las instituciones europeas. El resultado final es que se produjo una fragmentación entre las entidades bancarias de la eurozona, ya que el coste de financiación al que hacían frente los bancos era más o menos elevado atendiendo a su país de origen, algo que, en una unión monetaria no debiera de
MOROSIDAD PORCENTAJE
Media UE
Préstamos morosos sobre el total
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Fuente: Autoridad Bancaria Europea
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ocurrir. Para romper el vínculo entre riesgo soberano y bancario y atajar la fragmentación se propuso la creación de una unión bancaria basada en tres pilares:
•
El Mecanismo Único de Resolución (MUR), con el objetivo de minimizar los costes de resolución de los bancos para los Estados, y por ende para los contribuyentes. A través del MUR se
El Sistema Europeo de Garantía de Depósitos (SEDG), cuyo fin es garantizar la protección a todos los depósitos bancarios, hasta un máximo de 100.000 €, con el propósito de evitar las retiradas masivas provocadas por el pánico bancario.
EXPOSICIÓN BANCARIA A LA DEUDA SOBERANA PORCENTAJE 20
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El Mecanismo Único de Supervisión (MUS), para armonizar las reglas de supervisión para todas las entidades europeas.
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•
pretende que sean los accionistas y acreedores los que soporten los costes de resolución del banco. Se apoya en el Fondo Único de Resolución (FUR) que en 2025 está previsto que cuente con 55.000 mill.€ destinados a rescatar a las entidades en problemas.
Fuente: Autoridad Bancaria Europea
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El principal obstáculo que enfrenta el SEGD tiene que ver con la volutad política de los países para aplicar el Mecanismo Único de Resolución
El primer y el segundo pilar se encuentran actualmente en vigor. Sin embargo, es el tercero el que plantea una mayor controversia. Desde 2014, existe una Directiva de Sistemas de Garantía de Depósitos (DSGD) europea, que armoniza los principios de los sistemas de garantía de depósitos nacionales, pero la creación del SEGD único enfrenta una gran oposición por parte de los países del norte, liderados por Alemania y Holanda. Los problemas que arrastra el sistema bancario europeo, relacionados con el elevado ratio de morosidad y de exposición al sector público no son uniformes en toda la Unión, al contrario, hay enormes divergencias entre países. Mientras en Grecia o Chipre la morosidad se sitúa alrededor del 40%, en Alemania u Holanda apenas alcanza el 2% del total de los préstamos. Además, la exposición del sector bancario a la deuda soberana también varía mucho dependiendo de cada país, a pesar de que, de forma generalizada, muestra una tendencia decreciente (ha pasado del 7,58% en junio de 2016 al 6,78% en 2017). La gran diferencia en la calidad de los activos bancarios entre
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los distintos países de la eurozona representa el principal obstáculo para la implementación del SEGD. Su entrada en vigor implicaría que aquellos países con los sistemas bancarios más fuertes acabarían subsidiando a los más débiles ante la posibilidad de mutualizar los riesgos bancarios. Por ello, el bloque del norte sostiene que, antes de compartir riesgos, es necesario reducirlos. En contraposición, Francia, España y otros países periféricos mantienen que no se pondrá fin a la fragmentación bancaria de la eurozona hasta que no se ponga en práctica el SEGD, lo que reduciría el nivel de activos con mayor riesgo. Cabe resaltar, sin embargo, que, independientemente de las enormes diferencias entre la calidad de los activos bancarios, el principal obstáculo que enfrenta el SEGD tiene que ver con la voluntad política de los países a la hora de aplicar adecuadamente el Mecanismo Único de Resolución. El bajo grado de integración financiera de la eurozona implica que la mayor parte de los acreedores de los bancos con problemas sean los ciudadanos nacionales, quienes, evidentemente, luego son los que eligen a los go-
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
PROGRAMAS MEDE Inicio programa Cantidad desembolsada Período medio de vencimiento
Grecia
Chipre
Portugal
Irlanda
España
2015
2013
2011
2011
2012
46.900 mill.€
6.300 mill.€
26.000 mill.€
17.700 mill.€
41.300 mill.€
31,7 años
14,9 años
20,8 años
20,8 años
12,5 años
Fuente: FMI
biernos en las urnas. Desde la entrada en vigor de la normativa, en 2016, se han observado divergencias en el método de aplicación, lo que pone seriamente en cuestión su efectividad y, en definitiva, dificulta completar la unión bancaria. Paralelamente, en materia fiscal, el “más Europa” se ha orientado hacia una mejora del marco regulatorio y la gobernanza económica de la eurozona. Los desequilibrios públicos junto a los abultados niveles de deuda que registraban algunos países de la zona euro, motivaron la introducción de diversas medidas (el “Six Pack”, el Semestre Europeo, el Pacto Fiscal y el “Two Pack”) que tenían como principal objetivo mejorar la supervisión, evaluación y coordinación de las políticas fiscales de los países de la eurozona. Además, se acordó la creación de un instrumento de financiación para países que atravesaban mayores dificultades, el Mecanismo
Europeo de Estabilización (MEDE), con una capacidad de préstamo máxima de 500.000 mill.€. Todas estas medidas han facilitado la recuperación de la credibilidad fiscal de la zona euro en su conjunto, pero especialmente la de los países periféricos. El MEDE ha otorgado financiación a cinco países por un total de 138.200 mill.€; y, tras la finalización del último programa de asistencia a Grecia el pasado mes de agosto, ya no cuenta con programas en vigor2. En la actualidad, se constata una notable mejora del marco fiscal de los países de la zona euro: los desequilibrios de las cuentas públicas se han corregido y únicamente se mantiene abierto el Procedimiento de Déficit Excesivo para España, por sobrepasar el límite de déficit público del 3% del PIB, aunque se prevé que se cierre este año. Por recapitular, cuando en 2008 la crisis impactó en la eurozona, apenas se contaba con los instrumentos
2. Desde 2010 Grecia ha necesitado tres programas de asistencia financiera al no poder acudir a los mercados internacionales. En primer lugar, en 2010 se acordó de forma bilateral entre los países de la zona euro y el gobierno heleno asistencia por valor de 52.900 mill.€. En 2012, el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera acordó una nueva línea de financiación de 141.800 mill.€ a la que el FMI también contribuía. Por último, el tercer programa, que se inició en 2015, fue otorgado por el MEDE por valor de 86.000 mill.€, aunque solo se han desembolsado 46.900 mill.€.
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El eterno dilema 22
En los Consejos Europeos celebrados en 2018 se han pospuesto la toma de medidas de calado
necesarios para mitigar su efecto sobre el crecimiento. Desde entonces, se han ido diseñando soluciones y herramientas y los avances que se han producido a lo largo de los diez últimos años en materia de integración financiera y fiscal han sido muchos y muy notables. La adopción del Mecanismo Único de Supervisión; la creación del Fondo Único de Resolución; la mayor regulación fiscal por parte de Bruselas y la creación del MEDE representan importantes progresos orientados en la buena dirección para completar la Unión Monetaria Europea, y que, hace tan solo unos años, resultaban inimaginables. No obstante, aún queda un largo camino por recorrer y los líderes de las instituciones europeas, conscientes de las deficiencias de la Unión Monetaria Europea, publicaron en 2015 la ruta a seguir para completarla. Además de medidas ambiciosas en materia de integración económica, fiscal y financiera, establecía un límite temporal para su adopción: las elecciones al Parlamento Europeo que tendrán lugar en mayo de 2019. El pasado mes de junio se celebró el segundo de los cuatro Consejos Europeos de 2018, en el que estaba previsto que se tratasen temas candentes de la actualidad política y económica de la Unión: la política migratoria y la política exterior común; las medidas proteccionistas de Estados Unidos; el estado de las negociaciones del Brexit y, por último, las propuestas que realizó la Comisión Europea y los distintos países para fortalecer la Unión Económica y Monetaria Europea. El primer bloque de propuestas tenía que ver con la forma más adecuada de completar la unión bancaria. Para empezar, la puesta en funcionamiento de la tercera pata de la unión bancaria, el Sistema Europeo de Garantía de Depósitos (SEGD), está, como ya se ha di-
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cho, todavía pendiente debido a la falta de consenso entre los países. Además, se propuso la creación de un mecanismo de protección del Fondo Único de Resolución, con el objetivo de garantizar la disponibilidad de fondos en caso de que varias entidades recurran a él simultáneamente. Otras posibilidades son el avance en la unión de capitales (una cuestión cuyo principal impulsor hasta ahora había sido Reino Unido), que, al potenciar la financiación privada de los proyectos (mediante fondos de inversión o capital riesgo) permitiría reducir la dependencia de la financiación bancaria; y, finalmente, la creación de Títulos Respaldados por Bonos Soberanos (TRBS), un activo financiero que reagrupa las carteras de bonos soberanos en instrumentos con distintos niveles de riesgo y que aspira a dar una respuesta al debate acerca de la emisión de un activo de deuda a nivel europeo. A diferencia del hipotético Eurobono, el TRBS se conformaría como una cesta de activos en los que se incluiría la deuda soberana de los distintos Estados miembro. Sus partidarios defienden que no supondría mutualización de la deuda pública, ya que cada Estado, seguiría respaldando sus propias emisiones y, sin embargo podría ayudar a diversificar y romper el vínculo entre riesgo bancario y soberano. Por otro lado, había un segundo conjunto de propuestas relativas a cuestiones fiscales. Las principales son la transformación del MEDE en un Fondo Monetario Europeo, que heredaría las funciones de financiación, asistencia y supervisión del actual instrumento; y la creación de un elemento de estabilización macroeconómica común que ayude a hacer frente a los potenciales shocks asimétricos que pudiesen afectar a la zona euro. La Comisión propuso, en su momento, como posibles instrumentos de estabilización, un Régimen Europeo de Protección de Inversiones, que
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asegure que los niveles de inversión pública se mantienen incluso en los tiempos de recesión; un Régimen Europeo de Reaseguro de Desempleo que “reasegure” los regímenes nacionales de desempleo; o un Fondo para Situaciones Excepcionales. Además, entre las propuestas también se encontraba la posibilidad de crear una línea específica dentro de los presupuestos europeos para la zona euro, de tal forma que conceda financiación tanto al mecanismo de protección del FUR, como al elemento de estabilización macroeconómica. Se planteó incluso la posibilidad de crear un Ministerio Europeo de Economía y Finanzas, para gestionar este instrumento de estabilización y reforzar la coordinación de las políticas económicas de los Estados Miembros. Por último, se sugirió la posibilidad de unificar la representación de los distintos países de la zona euro en una sola silla en las instituciones internacionales.
En contraste con las ambiciosas propuestas que se habían realizado, las decisiones que se tomaron finalmente en relación con la reforma de la zona euro han resultado descafeinadas y cosméticas. Los máximos representantes de los países que integran la eurozona acordaron únicamente iniciar las negociaciones para la creación del Sistema Europeo de Garantía de Depósitos; que la financiación del Fondo Único de Resolución proceda del MEDE; y los términos en los que se produciría una potencial creación de un presupuesto común. En definitiva, medidas de poco calado, que apenas comprometen a los líderes, que no tienen impacto ni en los presupuestos nacionales ni implican cesión de soberanía; y que suponen posponer nuevamente la toma de decisiones importantes (al menos, hasta octubre de 2018, cuando está previsto que se celebre el próximo Consejo).
PROPUESTAS PARA FORTALECER LA UNIÓN MONETARIA Y EUROPEA Unión Financiera
Unión Fiscal
Unión Bancaria y de los Mercados de Capitales
Refuerzo del Semestre Europeo
Creación del mecanismo de protección del FUR
Línea presupuestaria para la zona euro
Sistema Europeo de Garantía de Depósitos (SEDG)
Creación del Fondo Monetario Europeo
Iniciativas sobre la Unión de Mercados de Capitales
Elemento de estabilización macroeconómica
Primeros pasos hacia un supervisor único de los mercados europeos de capitales
Ministerio Europeo de Economía y Finanzas
Creación de Títulos Soberanos Respaldados por Bonos (TRBS)
Unificación de la representación de la zona euro frente a las IFIs
Fuente: Comisión Europea
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El eterno dilema 24
Este resultado, decepcionante para muchos, pone en evidencia los puntos débiles del compromiso con el proyecto europeo. Alemania, Holanda y otros países del bloque del norte se niegan a compartir riesgos y a ceder soberanía en favor de las instituciones europeas ante la posibilidad de que esto deteriore su propia situación económica. Hay que tener en cuenta que, a pesar de que coyunturalmente la situación
muestra una evidente mejoría, son las divergencias estructurales las que suponen el principal obstáculo para continuar avanzando en el proceso de integración financiera y fiscal. Los países de la zona euro no solo presentan diferencias en lo que se refiere al ratio de morosidad bancaria, exposición del sistema financiero al riesgo soberano o desequilibrios de las cuentas públicas; sino que se trata de divergencias
CRECIMIENTO PIB PORCENTAJE
Alemania
Grecia
España
Francia
Italia
Holanda
Portugal
8 6 4 2
-2 -4 -6 -8 -10 2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
Fuente: Eurostat
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en productividad, competitividad y comportamiento fiscal. Frente a la disciplina fiscal y las ganancias en competitividad del bloque del norte, se encuentra la visión fiscal cortoplacista y la baja productividad de los países periféricos. No se trata únicamente de que las economías de la eurozona muestren una convergencia cíclica o nominal; para que la Unión Monetaria Europea sea un área monetaria óptima ha de darse una convergencia estructural, lo que es un objetivo que requiere de una transformación mucho más larga y compleja. La cuestión que se plantea en estos momentos es si la solución a todos los problemas que tiene la Unión Europea y la eurozona, es como siempre, “más Europa”. La evidencia de los últimos diez años demuestra que los intentos realizados para conseguir una mayor integración económica han desembocado en una escisión entre los países del norte y los del sur. Así, vuelve a surgir el eterno dilema al que se enfrenta la eurozona: para que exista una mayor integración económica ha de haber mayor voluntad política, lo que, por otro lado, no ocurrirá si las decisiones que toman los gobiernos a nivel europeo tienen un coste político a nivel nacional. Sin embargo, el contexto político actual de la zona euro invita más bien al pesimismo; la salida de Reino Unido de la Unión, el desafío de los gobiernos ultranacionalistas de los países del este; el avance de las fuerzas euroescépticas en Francia y Alemania y, por último, la reciente crisis política en Italia muestran que la confianza de la ciudadanía europea en Bruselas se está resquebrajando.
y el auge del euroescepticismo que finalmente ha acabado desembocando en salida de uno de los Estados miembro. En estos años, la desigualdad social ha aumentado y las diferencias entre países se han acrecentado, el discurso político se ha modificado y el sentimiento nacionalista ahonda en las divisiones entre países. Ahora, está en la mano de los líderes políticos dar una respuesta adecuada a los nuevos retos que se plantean; transmitir el mensaje de que no consiste en ceder soberanía, sino compartirla. La Unión Europea se creó con el objetivo de poner fin a los conflictos que habían asolado el continente europeo durante el siglo XX: la cooperación entre países evitaría que éstos se enfrentasen. No cabe duda de que su creación ha traído múltiples beneficios, en términos de incremento del bienestar económico y social para todos los países que la integran. Parece que, actualmente, tras acabar con los conflictos bélicos han surgido nuevos motivos de confrontación. Quizás el éxito del proyecto europeo resida en no profundizar en las divisiones, sino en reforzar los elementos de unión.
En la última década la Unión Europea ha hecho frente a numerosos retos: la crisis económica más grave de su historia; una enorme crisis migratoria
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La caída de los gigantes
#ÁFRICA_SUBSAHARIANA
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África: La caída de los gigantes Pocos podían pensar que las fuerzas armadas –el guardián que custodiaba el régimen- fueran a precipitar la caída del presidente Robert Mugabe, en el poder desde 1980. En efecto, en noviembre de 2017, altos mandos del ejército tomaron el control de las instituciones y pusieron al mandatario bajo arresto domiciliario. Sin el apoyo de las fuerzas armadas y, mucho menos, de la ciudadanía, las opciones de Mugabe de continuar en el poder eran marginales, por lo que no tuvo otra alternativa que dimitir a los pocos días. El alzamiento fue el último capítulo en la lucha entre la élite gobernante para suceder al nonagenario presidente. En concreto, la disputa entre su mujer, Grace Mugabe, y Emmerson Mnangagwa, vicepresidente del Ejecutivo, hombre fuerte del partido del gobierno (ZANU-PF) y con amplios apoyos dentro del ejército. Su salida, eso sí, ha sido menos traumática de lo que podría esperarse, atendiendo a las extraordinarias condiciones pactadas con su partido, el ZANU-PF. Entre otras cosas, Mugabe dispone de inmunidad política, sus extensos negocios se han mantenido inalterables y, en el plano de los simbolismos, se ha declarado el día de su nacimiento, el 21 de febrero, como fiesta nacional. El balance de estos más de treinta años al frente del país no ha sido precisamente bueno. Mugabe se adueñó progresivamente de las instituciones y estableció un sistema autoritario y cleptocrático. Además, su política fue completamente opuesta a las medidas conciliadoras de Nelson Mandela en Sudáfrica. Una de las decisiones más controvertidas fue la reforma agraria, aprobada en el año 2000, que expulsó a 4.000 agricultores de raza blanca de sus
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granjas. El reparto de las tierras entre la élite, con escaso conocimiento en la materia, provocó el desplome de la producción agrícola y sumió al país en una crisis económica. La deriva autoritaria de Mugabe también condujo al aislamiento de Zimbabue de la comunidad internacional, incluidos los Organismos Multilaterales. La caída del mandatario ha sido interpretada como el inicio de una nueva era en el país; sin embargo, quizá es pronto para asegurar que la llegada de Mnangagwa conduzca a una ruptura del sistema autoritario. Cabe recordar que el cambio en el Ejecutivo ha obedecido a la lucha de poder entre la élite gobernante, no a movilizaciones desde los sectores críticos. Además, los contrarios al gobierno recuerdan la responsabilidad de Mnangagwa, como ministro de Seguridad, en uno de los hechos más oscuros del país: el asesinato de más de 20.000 miembros de la etnia ndebele en los años 80, algo que muchos califican de genocidio. El desarrollo de las elecciones el pasado julio tampoco ha evidenciado un cambio significativo. Es cierto que algunas medidas apuntaron a una mejora de la calidad democrática y, por ejemplo, por primera vez desde 2002 hubo observadores internacionales para supervisar el desarrollo de las elecciones; sin embargo, los comicios estuvieron rodeados de controversia. Durante la campaña electoral la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU mostró su preocupación por el clima de intimidación y coerción, principalmente en las zonas rurales. Por su parte, las organizaciones de derechos humanos acusaron a las fuerzas de seguridad de utilizar munición real para disolver las manifestaciones que se registraron en los días
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posteriores a la votación y, también, denunciaron casos de secuestros, violaciones y torturas a miembros de la oposición. Aunque el presidente se ha desmarcado de estos hechos, no deja de recordar al escenario de violencia e intimidación habitual durante la era Mugabe. En definitiva, la salida del autócrata ha constituido un hito en la historia reciente de Zimbabue; pero el grado de relevancia de su caída dependerá, en gran medida, de cómo se desarrollen los acontecimientos a partir de ahora. En el caso de que los cambios sean en la práctica muy limitados, no sería extraño que se produjera una escalada de la tensión social, como consecuencia de la frustración ante la oportunidad perdida. Prácticamente el mismo día que el ejército de Zimbabue se levantó contra Mugabe, otra de las dinastías africanas más longevas, la familia Dos Santos, en Angola, también recibió un duro golpe. Isabel dos Santos, hija del ex jefe del Estado, fue cesada al frente de la joya de la corona del país: la petrolera pública Sonangol.
La salida de Mugabe constituye un hito en la historia de Zimbabue, pero su relevancia dependerá del desarrollo de los acontecimientos a partir de ahora
Al igual que en el caso de Zimbabue, este movimiento no entraba dentro de las previsiones. La elección de Lourenço, hombre fuerte del partido de gobierno, el MPLA, para suceder a José Eduardo dos Santos al frente de la jefatura del Estado, auguraba un escenario continuista. Sin embargo, desde su toma de posesión, en septiembre de 2017, Lourenço ha apartado de las instituciones a buena parte del círculo de poder de Eduardo dos Santos. Los primeros cambios no tardaron en llegar, ya que a las pocas semanas el nuevo gobierno canceló los contratos de la televisión pública con la compañía publicitaria perteneciente a dos de los hijos del ex presidente.
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La caída de los gigantes 30
Si los numerosos cambios dentro de la administración han sido sorprendentes por su celeridad, aún más significativo ha sido la apertura de procesos judiciales contra altos cargos del anterior gobierno, entre ellos José Filomeno dos Santos (hijo del ex presidente), algo impensable hace escasos meses. La incógnita, a partir de ahora, es hasta dónde llegará la agenda reformista de Lourenço. Las autoridades están inmersas en un plan económico para corregir las principales debilidades del país, evidenciadas con el desplome de los precios del petróleo. Algunas de las prioridades del nuevo gobierno son mejorar el deficiente clima de negocios y combatir los monopolios, algo que también iría en contra de los intereses de las empresas participadas por Isabel dos Santos. Ahora bien, no parece que el gobierno de Lourenço contemple, al menos de momento, una mayor apertura del sistema político, caracterizado por el férreo control de las instituciones. Los acontecimientos en Sudáfrica tampoco se han desarrollado como el ya ex presidente, Jacob Zuma (en el poder desde 2009), hubiera deseado. Su dimisión al frente del Ejecutivo a principios de año ha sorprendido, sobre todo, porque ha sido orquestada desde su propio partido, el Congreso Nacional Africano (CNA)1. Aunque la posición de Zuma era, desde hace tiempo, extremadamente débil, acorralado por los más de 600 casos de corrupción que se le atribu-
yen, la mayoría de su partido en el parlamento había actuado como un salvavidas, habiendo logrado bloquear siete mociones de censura. En este contexto, todo apuntaba a que Zuma acabaría agotando su mandato, que expiraba en 2019; sin embargo, inesperadamente el CNA presionó a principios de año al Jefe del Estado para que abandonase el poder, hasta tal punto que le advirtió de que, si se aferraba a su cargo, el partido apoyaría una moción de censura en su contra2. La suerte del ex presidente se truncó con la victoria de Cyril Ramaphosa en las elecciones primarias del CNA, celebradas a finales de 20173. El nuevo líder del partido retiró el apoyo a Zuma para frenar el desplome del CNA entre el electorado y reforzar, así, sus opciones de cara a los próximos comicios. El nombramiento de Ramaphosa como presidente en funciones ha sido, en general, bien acogido. El nuevo mandatario, con un perfil más liberal, ha destacado entre sus principales objetivos el endurecimiento de la lucha contra la corrupción; la mejora del clima de negocios; y la corrección de los desequilibrios de las empresas públicas. El nuevo líder del CNA partirá como favorito en las próximas elecciones, gracias al amplio apoyo en las zonas rurales y a la fidelidad del voto de la población
1. El CNA es el partido fundado por Nelson Mandela. Ha ganado todas las elecciones desde el fin del apartheid, a principios de la década de los 90. 2. El límite de dos mandatos, establecido en la Constitución, le impedía presentarse a los próximos comicios. 3. Ramaphosa logró una victoria ajustada sobre la candidatura de Nkosazana Dlamini-Zuma, ex mujer del mandatario sudafricano. Los críticos a Zuma especulaban con la posibilidad de que la candidatura de su ex mujer a la jefatura del CNA respondiera a una estrategia del ex presidente para protegerse en los próximos años de los numerosos casos de corrupción a los que se enfrenta.
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negra. Ahora bien, el dominio a largo plazo del CNA es más cuestionable, teniendo en cuenta el rápido ascenso del principal partido de la oposición, Alianza Democrática (AD), que ha demostrado un cierto éxito gobernando en los principales núcleos urbanos, como Pretoria o Ciudad del Cabo. En cualquier caso, la expulsión del Jefe del Estado instrumentada por su propio partido fue un movimiento inédito en Sudáfrica y guarda una cierta relación con los casos de Mugabe y Dos Santos –sin obviar las innumerables diferencias entre los tres países-. Asimismo hay que reconocer que la investigación judicial de un presidente tampoco es algo habitual en el contexto africano e, incluso, en los países desarrollados, lo que refuerza el funcionamiento de la justicia sudafricana y la separación de poderes.
La expulsión del presidente de Sudáfrica instrumentada por su propio partido fue un movimiento inédito
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Calidad democrática Aunque los golpes de Estado continúan produciéndose, las estadísticas demuestran que este fenómeno ha descendido a la mitad en las últimas décadas
Algunos países avanzan... Al margen de los anteriores acontecimientos, resulta necesario destacar otros eventos acaecidos en los últimos meses; en concreto, la victoria de los partidos de la oposición en las elecciones de Liberia y Sierra Leona. El traspaso pacífico de poder en estas naciones, al igual que ocurrió anteriormente en Nigeria y Benín, constituye un paso más en el asentamiento de los pilares democráticos en el continente. Además, el marco político en los países que son referentes de estabilidad (véase Ghana y Senegal) no se ha deteriorado en los últimos años; por el contrario, las instituciones han ido –con mayor o menor éxitofortaleciéndose4. Así pues, la celebración de elecciones se ha convertido paulatinamente en el principal mecanismo de alternancia en el poder del continente. Esto es algo relativamente reciente en la historia de África Subsahariana, donde, anteriormente, era bastante frecuente la sustitución de mandatarios a partir de levantamientos militares. Aunque los golpes de Estado continúan produciéndose, las estadísticas demuestran que este fenómeno ha descendido a la mitad en las últimas décadas. También resulta necesario resaltar el fortalecimiento de las instituciones regionales. Un ejemplo de ello fue el papel desempeñado por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) en la crisis política de Gambia, en 2017, cuando, bajo el amparo de la ONU, presionó al presidente de Gam4. En 2016 se produjo un nuevo traspaso pacífico de poder en Ghana, tras la victoria del líder de la oposición, Nana Akufo-Addo, en las elecciones.
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bia, Yahya Jammeh, para que aceptase los resultados de las elecciones5. Ante la negativa del mandatario a abandonar el poder, la CEDEAO desplegó un contingente militar en Gambia, lo que resultó decisivo para que Jammeh respetase el resultado de las urnas. La
acción adoptada por la CEDEAO dejó algunas lecturas positivas, como la mayor cooperación en el seno de la organización y su compromiso con los valores democráticos.
GOLPES DE ESTADO DESDE 1952 Fallido
NÚMERO
Exitoso
19
21 23
13
18
17
17
11
10
6
6
9 3 2 1952-1959
1960-1969
1970-1979
1980-1989
1990-1999
2000-2009
2010-2015
Fuente: European Union Institute for Security Studies
5. Países miembros de la CEDEAO: Benín, Burkina Faso, Cabo Verde, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo.
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La caída de los gigantes 34
…mientras otros se enquistan Ahora bien, no se ha producido ningún proceso de alternancia en las tradicionales “dinastías africanas”, aquellas en el poder desde hace más de 10 años (representan el 30% de los países de África Subsahariana). Al revés, estos mandatarios han ido eliminando los obstáculos legales que les impedían perpetuarse en las instituciones. Por mencionar algunos ejemplos, en 2016 Sassou Nguesso, presidente de la República del Congo desde finales de los 90, volvió a ganar las elecciones tras haber eliminado un año antes las limitaciones constitucionales que le impedían optar a un nuevo mandato. Del mismo modo, las autoridades de Uganda han modificado las leyes para permitir a Yoweri Museveni, en el poder desde 1986, prolongar su hegemonía. Otro caso más: en Burundi, hace apenas unos meses se aprobó la reforma constitucional para facilitar la continuidad de Pierre Nkurunziza. Este caso es especialmente sensible, puesto que su participación en las elecciones de 2015, a pesar del límite de dos mandatos establecidos en la Constitución, desembocó en una ola de movilizaciones6. El inmovilismo de las “dinastías africanas” pone de manifiesto, por otra parte, que pese haber adoptado un sistema multipartidista, en la práctica siguen asemejándose a sistemas autocráticos. El férreo control de los medios de comunicación, de la riqueza, de las fuerzas de seguridad y la escasa separación de poderes son poderosas herramientas que restringen enormemente el espacio de los grupos de la oposición.
40% NACIONES CONSIDERADAS “NO LIBRES”
En algunos casos, además, el control se acompaña de acciones coercitivas contra las voces contrarias al gobierno. En consecuencia, las probabilidades de que se produzcan cambios en el marco político son muy limitadas. De acuerdo con el informe Freedom in the World, que mide el estado de derecho y el grado de libertad de los países, el 40% de las naciones africanas se consideran “no libres”. Gran parte de estos países coinciden con las denominadas “dinastías africanas”. La ausencia de alternancia real tiene numerosas implicaciones; entre otras cosas, el clima de negocios y los indicadores de gobernanza son, generalmente, mejores en aquellos países con un marco político más abierto.
6. Las fuerzas de seguridad respondieron a las protestas sociales con excesiva dureza, a tenor de la elevada cifra de fallecidos: 1.500. El presidente ha negado que vaya a postularse de nuevo en 2020; sin embargo, de momento cabe guardar cierta cautela.
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CLASIFICACIÓN FREEDOM IN THE WORLD SEGÚN POBLACIÓN Y PAÍS
Libres Parcialmente libres No libres
Total población:
1,02 mil millones 39%
18%
11%
52%
Total países:
49 37% 43%
Fuente: Freedom House
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La caída de los gigantes 36
En estos casos los cambios en el statu quo se limitan, prácticamente, a la lucha de poder dentro de la propia élite, como ha ocurrido en Zimbabue. No obstante, siempre existe la posibilidad, aunque marginal, de que la caída de estos regímenes pueda iniciarse a partir de movilizaciones externas al partido del gobierno, como en el caso de Burkina Faso. Las grietas en algunos países inmovilistas podrían ensancharse en los próximos años, ya que varios de ellos tendrán que afrontar la cuestión sucesoria (la mitad de los
presidentes de las “dinastías africanas” tienen entre 65 y 92 años). El control absoluto de las instituciones abona el terreno para una “transición pacífica”; sin embargo, no se puede excluir la posibilidad de que se disparen las tensiones dentro del Ejecutivo. Tampoco se puede ignorar el riesgo de que la sucesión entre miembros de la élite exacerbe el hastío de los segmentos contrarios al gobierno, lo que puede desembocar en un clima de protestas. Por ello, los procesos de sucesión son, probablemente, el principal riesgo a medio plazo que podría amenazar la estabilidad de estos países.
MANDATARIOS CON MÁS AÑOS EN EL PODER Pierre Nkurunziza
Isaias Afwerki
BURUNDI
ERITREA
12 años
Faure Essozimna Gnassingbé
Idriss Deby
TOGO
CHAD
12 años
Joseph Kabila
26 años
26 años
Omar al-Bashir
REP. DEM. DEL CONGO
16 años
SUDÁN
28 años
Paul Kagame
Yoweri Museveni
RUANDA
UGANDA
17 años
31 años
Ismaïl Omar Guelleh
Paul Biya
YIBUTI
CAMERÚN
18 años
Denis Sassou Nguesso
REP. DEL CONGO
35 años
Teodoro Obiang Nguema Mbasogo 23 años
GUINEA ECUATORIAL
38 años
Fuente: European Union Institute for Security Studies
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#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
Navegando a contracorriente La primera década del siglo XXI puede considerarse el periodo de mayor desarrollo económico de la historia del continente africano. Ese dinamismo estuvo sustentado en la mejora de la estabilidad política -algo que corrobora la caída en el número de golpes de Estado ya comentada-, que estableció un marco propicio para la entrada de capital extranjero en la industria extractiva. El desarrollo de la producción minera y de hidrocarburos, unido al fuerte incremento del precio de las materias primas, dispararon los ingresos de las economías africanas. Esta coyuntura favorable se acentúo, además, con el proceso de condonación de la deuda dentro de las iniciativas HIPC y MDRI7, que permitió reducir notablemente el volumen de endeudamiento de los países africanos y liberar los recursos que se destinaban al pago de las obligaciones. Entre el año 2000 y 2013 el conjunto de la región creció en torno al 6%, un ratio tan solo superado por algunos países emergentes de Asia. En el debe, el proceso de diversificación durante el periodo de bonanza ha sido más discreto en comparación con otras regiones en vías de desarrollo, y, en la actualidad, las materias primas continúan siendo –en mayor o menor medida- el principal vector de crecimiento. En consecuencia, la marcha de las economías de África Subsahariana está correlacionada con la evolución de los precios de las materias primas. Esta vinculación es más intensa en los países pe-
troleros que, en la última década, han desarrollado claros síntomas de la enfermedad holandesa. En la mayoría de ellos, la irrupción de la industria de hidrocarburos ha contribuido a la contracción del resto de sectores. El crudo se ha convertido prácticamente en el único motor de crecimiento, al aportar, en algunos casos, casi la totalidad de los ingresos externos. La mayor correlación se traduce en una reacción a las subidas –o a las bajadas- de los precios de los hidrocarburos de mayor intensidad, por lo que las economías petroleras suelen registrar variaciones del PIB alejadas de la media del continente. En ocasiones los Organismos Multilaterales suelen diferenciar el universo africano en dos grupos: economías petroleras y economías intensivas en otras materias primas. Esta división resulta oportuna como punto de partida para el análisis de la evolución económica del continente en los últimos años.
El ocaso de los países petroleros En los años de bonanza, varios de los países petroleros de África Subsahariana lideraron el crecimiento de la región. Economías como Angola y Guinea Ecuatorial lograron una expansión del PIB en el periodo 2000-2013 superior al 10% anual, un ratio extraordinario. En pocos años, estas naciones alcanzaron un PIB per cápita muy por encima de la media regional, superando, incluso, a algunos
7. Heavily Indebted Poor Countries Initiative y Multilateral Debt Relief Initiative, respectivamente.
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países europeos. El aumento exponencial de los ingresos de la industria petrolera permitió, además, mantener unas cuentas macroeconómicas saneadas: superávit por cuenta corriente, nivel de deuda externa reducido y amplios volúmenes de reservas. Esta fotografía envidiable escondía, sin embargo, una enorme debilidad, ya que la dependencia de los hidrocarburos entraña una enorme exposición a la volatilidad de los precios, algo ajeno al control de los gobiernos africanos. Esta vulnerabilidad se ha evidenciado con el desplome de los precios de los hidrocarburos en la segunda mitad del 2014. De los distintos países considerados petroleros8, cabe detenerse en Nigeria y Angola, la primera y la tercera economía de África Subsahariana. Aunque existen numerosas diferencias entre ellos, el marco económico ha evolucionado de una forma bastante similar en ambos países. El principal efecto del desplome del petróleo ha sido el deterioro de la balanza de pagos. Al ser países prácticamente mono exportadores, las ventas al exterior se han reducido a la mitad en los últimos años. Este descenso ha disparado la presión sobre las monedas locales; el kwanza (Angola) y la naira (Nigeria). Con el fin de evitar una escalada de la inflación, los gobiernos de Angola y Nigeria comenzaron a utilizar sus reservas para mantener el tipo de cambio. Este mecanismo de protección es limitado, y la rápida erosión de las reservas obligó a las autoridades de ambos países a sostener las monedas a través de otras herramientas. Así,
las dos economías comenzaron a aplicar, a lo largo de 2015, medidas no convencionales, que, en la práctica, han restringido el acceso a las divisas. Entre ellas destacan la prohibición de importar una amplia gama de productos; el establecimiento de límites a la retirada de dinero; y la limitación de dólares a las entidades financieras. El balance de estas actuaciones no ha sido muy satisfactorio. Los controles de capitales han provocado importantes efectos secundarios, al obstaculizar el funcionamiento normal de la industria local. Además, estas medidas no han sido suficientes para sostener las monedas que, desde 2014, han perdido la mitad de su valor. Tampoco han impedido el ascenso de la inflación, dado que la dificultad en el acceso a divisas ha disparado la actividad en el mercado en paralelo, con una prima bastante generosa sobre el cambio oficial. El desplome del petróleo también ha erosionado las cuentas públicas, especialmente en el caso de Angola. El elevado peso del crudo en los ingresos del Estado ha obligado a las autoridades a aplicar una severa política de contención de gasto que, aun así, ha sido insuficiente para frenar la escalada del déficit. La intensidad de las turbulencias ha variado en paralelo al comportamiento de los precios del petróleo. Así, el marco económico fue deteriorándose progresivamente en el periodo 2014-2016. En 2016, año en el que el petróleo tocó suelo, en torno a los 26 $ el barril de Brent, ambos países registraron una tasa
8. Angola, Camerún, Chad, Gabón, Guinea Ecuatorial, Nigeria, Sudán del Sur y República del Congo.
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de variación del PIB negativa9. Desde entonces, la recuperación parcial de los precios -impulsada por el acuerdo de la OPEP para recortar el volumen de producción- ha suavizado la coyuntura adversa. Este comportamiento se ha reproducido, con mayor o menor intensidad, en el resto de países petroleros, si bien cabe matizar que las economías de la zona Franco CFA no han adolecido de problemas cambiarios, gracias al anclaje de la moneda con el euro. A pesar del desplome de las exportaciones, la República del Congo y Guinea Ecuatorial no han sufrido crisis en el tipo de cambio, ni tampoco grandes presiones inflacionistas. En estos casos, los efectos de la caída de los hidrocarburos se han concentrado en mayor medida en las cuentas públicas. Las estimaciones para el conjunto de los países dependientes del crudo son más favorables en 2018, como consecuencia del fuerte incremento de los precios en lo que llevamos de año. Por primera vez desde 2014 el crudo se ha situado entre los 75-85 $. Las actuales previsiones apuntan a una media de 74 $ el barril en 2018, un 35% superior al promedio del año pasado, lo que constituye un auténtico balón de oxígeno para estas economías. Gracias a ello, se espera una aceleración generalizada del ritmo de crecimiento y, por ejemplo en el caso de Nigeria, el PIB podría expandirse en torno al 2%.
Las actuales previsiones apuntan a una media de 74 $ el barril, un 35% superior al promedio del año pasado
A medio plazo resulta difícil aventurar el comportamiento de los precios del petróleo, dada la volatilidad que les caracteriza. La tensión geopolítica, 9. Por si fuera poco, en 2016 la producción de hidrocarburos en Nigeria cayó más de un 10%, debido a los ataques de las guerrillas del Delta del Níger a infraestructuras petroleras.
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como consecuencia de la salida de EEUU del acuerdo nuclear con Irán, se ha convertido en los últimos meses en la principal variable que explica los movimientos en los precios. En cambio, han quedado en un segundo plano los elementos vinculados con las condiciones del mercado. En concreto, los cambios estructurales que se están consolidando con la irrupción de los hidrocarburos no convencionales, que han mostrado una gran flexibilidad para aumentar la producción cuando los precios se sitúan por encima de su umbral de rentabilidad (entre 40-60 $, depen-
diendo de las características de cada proyecto de extracción). No se puede descartar que a medio plazo el fuerte empuje de la oferta mundial vuelva a prevalecer como variable que explica la cotización del petróleo, lo que dificultaría notablemente la posibilidad de alcanzar los precios de la pasada década. En este escenario –verosímil- el crecimiento de los países petroleros podría situarse en tasas relativamente bajas, lejos de la época dorada de la pasada década.
VARIACIÓN DEL PIB REAL PORCENTAJE
Nigeria
Gabón
Angola
Rep. del Congo
7 5 3 1 -1 -3 -5 2103
2014
2015
2016
2017
2018e
Fuente: FMI
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Países dependientes de otras materias primas El comportamiento de los países intensivos en metales y otras materias primas tampoco ha sido favorable en los últimos años, como consecuencia del descenso de los precios. Los efectos han sido similares a los registrados en los países petroleros: deterioro de las cuentas públicas y de la balanza de pagos. No obstante, el proceso de desaceleración ha sido, en líneas generales, más atenuado, gracias a la mayor diversificación de las exportaciones. Aunque dependen de las materias primas, sus ventas
al exterior no están concentradas en un único producto10. Asimismo, los países con menores recursos minerales han fomentado -ante la necesidad- el desarrollo de otras ramas de actividad y han mejorado el clima de negocios para favorecer la entrada de inversión extranjera. Un ejemplo de ello es Kenia, que ha logrado consolidar un tejido industrial relativamente diversificado (textil, química, agroindustria, electrónica, etc).
EVOLUCIÓN DEL PRECIO DE LOS METALES Metales base
BASE 100 = 2010
Hierro 140 120 100 80 60 40 20
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Fuente: Banco Mundial
10. Por ejemplo, Ghana exporta oro, cacao, petróleo, gas, bauxita y diamantes, entre otros.
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Un grupo de economías ha logrado mantener en estos años un sólido ritmo de crecimiento, por encima del 5% anual
Con todo, la gran mayoría de estos países han logrado esquivar la recesión, y en los pocos casos que sí registraron un crecimiento negativo se debió a elementos extraordinarios, como la fuerte conflictividad social en Burundi y el brote del virus del ébola en Sierra Leona y Liberia. Incluso, un grupo de economías ha logrado mantener en estos años un sólido ritmo de crecimiento, por encima del 5% anual (véase los casos de Costa de Marfil, Etiopía, Kenia, Senegal y Ruanda). Este dinamismo ha estado impulsado por la ejecución de planes de inversión pública que resultan, sobre el papel, razonables para asentar las bases del crecimiento a medio plazo
PAÍSES CON MAYOR TASA DE CRECIMIENTO DEL PIB REAL. 2017-2018 PORCENTAJE Etiopía Costa de Marfil Ruanda Senegal Ghana Benín Kenia Burkina Faso Tanzania Guinea
2017
2018
10,9 7,8 6,1 7,2 8,4 5,6 4,9 6,4 6 8,2
7,5 7,4 7,2 7 6,3 6 6 5,9 5,8 5,8
Fuente: FMI
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VALORACIÓN DEL PIB REAL Exportadores de petróleo
PORCENTAJE
Media Región
Importadores de petróleo 10 8 6 4 2
-2 2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Fuente: FMI
(modernización de infraestructuras y desarrollo de nuevos sectores productivos). El escenario actual es algo más favorable, como consecuencia del repunte del precio de los metales. Gracias a ello, se espera que en 2018 el PIB del conjunto de los países no exportadores de petróleo crezca en torno al 4,3%; un ritmo, no obstante, por debajo del registrado en la pasada década. En los próximos años el dinamismo podría incrementarse si se cumplen las estimaciones del FMI, que prevé un aumento del precio de los metales en 2020
por encima de los máximos registrados en 2013, salvo algunas excepciones, como el hierro. No obstante, hay factores que podrían alterar estas previsiones. Uno de ellos es el comportamiento de la economía de China, el principal importador de metales (en algunos casos, como en el aluminio, supera el 50% de la demanda mundial). El país asiático ha logrado mantener un sólido crecimiento en estos años, lo que ha alejado los fantasmas de un frenazo brusco; sin embargo, China continúa adoleciendo de importantes debilidades (véase el abultado endeudamiento del sector privado) que podrían interrumpir el actual dinamismo.
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Sudáfrica Capítulo aparte merece Sudáfrica, por su relevancia como segunda economía del continente y, también, por su estructura económica única en la región, al combinar características de los países africanos (abundancia de recursos minerales) con elementos propios de las economías avanzadas (estructura diversificada y terciarizada). El comportamiento económico de Sudáfrica se ha situado, tradicionalmente, muy por debajo de su potencial. Pese a tener unas condiciones muy favorables (amplias reservas de metales, estructura diversificada, sector financiero desarrollado y una notable integración en los mercados anglosajones) el crecimiento ha sido tradicionalmente discreto. Esto se debe a las numerosas debilidades estructurales que sufre el país (carencia de infraestructuras, déficit energético, deficiencias en el mercado laboral y educativo). Al igual que gran parte de la región, la economía sudafricana comenzó a desacelerarse en 2014, como consecuencia de la caída del precio de las materias primas. A esto se unió, en 2015, una severa sequía producida por el fenómeno meteorológico conocido como “el Niño”. El incremento de la habitual tensión hidráulica (las precipitaciones son tradicionalmente reducidas y concentradas en determinadas zonas geográficas) provocó una contracción del sector agrícola superior al 10% y, además, acentuó el déficit energético11.
La combinación de ambos factores deterioró la balanza exterior, debilitando la cotización de la moneda local, el rand. En segunda derivada, la subida de la inflación y la aplicación de una política monetaria más restrictiva frenaron uno de los motores de la economía: la demanda interna. Este escenario estuvo acompañado de vaivenes en el plano político, con numerosos cambios en la cartera de Finanzas. Todo ello provocó un enfriamiento de la economía que, a principios de 2017, entró en recesión por primera vez en los últimos 8 años. Estas turbulencias se han suavizado desde entonces, gracias a la mejora de las condiciones atmosféricas y de la cotización de los metales. Sin embargo, otros riesgos se han intensificado. Uno de ellos es la normalización de la política monetaria en EEUU, que ha incrementado la presión sobre las monedas de las economías emergentes. Con todo, Sudáfrica parece haberse instalado en un estado de letargo y en el tercer trimestre de 2018 volvió a entrar en recesión. A medio plazo las estimaciones apuntan a un crecimiento del PIB real discreto, por debajo del 2%.
11. Como consecuencia de la caída de la producción agrícola, Sudáfrica tuvo que importar, por primera vez, algunos alimentos básicos, como el maíz.
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Comercio interregional Una de las principales debilidades del continente africano es la escasa integración regional. Las relaciones comerciales entre los países son reducidas, en torno al 20% de las exportaciones. Además, los intercambios se realizan, principalmente, entre miembros de la misma zona económica (SADC, CAO, CEMAC y UEMOA). Estos datos están muy alejados de las regiones consideradas como modelos de integración: UE (80%) y sudeste asiático (60%). Las razones que obstaculizan el comercio regional son numerosas: carencia de infraestructuras de transporte, heterogeneidad regulatoria y elevado peso de las materias primas en las exportaciones. Aunque el camino por delante es largo y complejo, poco a poco se están adoptando medidas para corregir estas barreras. Como se comentó anteriormente, varios países están desarrollando planes de infraestructuras que incluyen proyectos de comunicación y de transporte. Recientemente Kenia inauguró la línea ferroviaria para conectar la capital, Nairobi, con el puerto de Mombasa. Este trayecto se encuentra dentro de un proyecto más ambicioso para construir una futura red de transportes en África Oriental que conectará Kenia con Uganda, Sudán del Sur, Ruanda y Burundi. Otros proyectos que también pueden favorecer el comercio son la ampliación de las terminales de contenedores en Costa de Marfil y Senegal. También se está avanzando en el plano regulatorio. El pasado mes de abril los mandatarios de los países africanos firmaron el protocolo para la creación de la denominada Área de Libre Comercio Continental Africana, un hito en el ámbito de la integración y cooperación de la región. El tratado aspira a crear un mercado único de bienes y servicios que integraría a 1.200 millones de personas, con un PIB de unos 3,4 billones de dólares. No obstante, su puesta en marcha todavía es lejana, ya que debe ser ratificado por los parlamentos nacionales.
*El tratado incluye el compromiso de retirar los aranceles al 90% de los bienes comercializados.
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Adentrándose en la espiral de endeudamiento Como se ha comentado, el repunte de los precios tanto del petróleo como de los metales dibujan un escenario más favorable para el periodo 2018-2019. Sin embargo, la volatilidad de las materias primas dificulta enormemente predecir el comportamiento del continente africano a medio plazo. El escenario es, por tanto, incierto. Más evidente es, por el contrario, la menor capacidad de resistencia de los países africanos ante posibles shocks externos. El deterioro de las cuentas públicas y de la balanza de pagos en los últimos años ha disparado el volumen de endeudamiento de la región (50% del PIB en 2017). La posición de solvencia difiere enormemente entre los distintos países; sin embargo, los datos del FMI apuntan a una erosión más acentuada en las economías menos desarrolladas. El Fondo considera que la solvencia del 40% de los países que participaron en la iniciativa HIPC es delicada. Algunos de ellos, de hecho, ya se encuentran en una situación de default, con un nivel de deuda que supera el 100% del PIB12. El aumento generalizado del endeudamiento ha estado acompañado de otra tendencia también preocupante: el cambio en la estructura de la deuda. En los últimos años ha ganado peso la financiación comercial, en detrimento del crédito en términos concesionales, y, además, en buena medida las obligaciones se han contraído en divisas (en torno al 60% del total).
La obtención de recursos en divisas es una estrategia razonable desde el punto de vista del coste de la deuda, ya que los tipos exigidos en los mercados internacionales han sido inferiores a los del mercado doméstico. Sin embargo, el mayor peso del endeudamiento externo ha agravado la exposición de los países a shocks externos y, por tanto, ha acentuado el riesgo de que una crisis cambiaria desemboque en una crisis de deuda. Esto es especialmente preocupante en aquellas economías que no pertenecen a la zona Franco CFA, donde las monedas están muy expuestas a los cambio de sentimiento de la comunidad inversora13. El ascenso de la deuda persistirá, dado que la mayoría de las economías africanas seguirán registrando un saldo negativo en las cuentas públicas en los próximos años. Además, la corrección del desequilibrio fiscal podría ser cada vez más complejo, a medida que aumente la carga de la deuda14. De igual forma, es posible que el protagonismo de la financiación en moneda extranjera continúe. La normalización de la política monetaria en EEUU y en Europa ha acelerado la emisión de eurobonos, y algunos gobiernos africanos están aprovechando los últimos coletazos del escenario financiero excepcionalmente laxo para cubrir sus necesidades de financiación. En 2017 la emisión de eurobonos alcanzó los 7.500 millones de dólares, una cifra diez veces superior respecto al año anterior.
12. Como es el caso de: Cabo Verde, República del Congo, Eritrea, Gambia y Mozambique. 13. Esto se evidenció en Sudáfrica en 2016, cuando la destitución del ministro de finanzas, defensor de la estabilidad presupuestaria, provocó una depreciación superior al 10% del rand. 14. En Angola, por ejemplo, el servicio de la deuda absorbe una cuarta parte de los recursos del Estado.
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El escenario para los próximos años no es muy favorable. La normalización de la política monetaria por parte de la Fed y del BCE representa un importante elemento de riesgo, dado que impactará doblemente sobre las economías africanas. En primer lugar, encarecerá la financiación y, en segundo término, incentivará el retorno de capitales a los países avanzados, lo que añadirá presión en la cotización de las monedas africanas. Esto último es especialmente relevante, dado que la depreciación de las divisas incrementará los recursos necesarios para el pago de las obligaciones en dólares y, además, elevará el peso de la deuda en relación al PIB.
han devaluado fuertemente en un escaso periodo de tiempo, ha evidenciado la vulnerabilidad de las economías emergentes y, sobre todo, la rapidez con la que se puede desarrollar un círculo vicioso con dos variables que se retroalimentan: la desconfianza en una economía y la presión sobre su moneda. Todo ello con el riesgo de desencadenar un efecto contagio sobre el resto de las economías emergentes. La incógnita no es tanto si es un fenómeno que ocurrirá, sino más bien, con qué intensidad se materializará. En definitiva, se están consolidando numerosos elementos que podrían impactar sensiblemente en la solvencia de las economías africanas. Así pues, no se puede descartar la posibilidad de que el número de países con serios problemas de pago deje de ser una excepción y pase a convertirse en algo generalizado.
La caída de las monedas de buena parte de los países emergentes en los últimos meses podría indicar que dicho riesgo ya se está materializando. Lo acaecido recientemente en Turquía y Argentina, cuyas monedas se
ESTRUCTURA DEUDA PÚBLICA PORCENTAJE DEL PIB
Deuda en divisa extranjera
África Subsahariana
Exportadores de petróleo
Dependientes de otras materias primas
Deuda en divisa nacional Poco dependientes de las materias primas
60 50 33
40 30 20 10
32
14
Media 2011-2013
31
28
10
15
18
Media 2011-2013
2017
Media 2011-2013
27
23
21 21
15 7
2017
Media 2011-2013
16
2017
27
2017
Fuente: FMI
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Encarando los cambios
#AMÉRICA_LATINA
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América Latina: Encarando los cambios La recuperación de la economía de Latinoamérica se está consolidando, aunque con menor fuerza de lo deseado. Tras seis años de desaceleración (incluida la recesión del año 2016), la región ha cerrado 2017 con una tasa de crecimiento del 1,2% y todo apunta a que en 2018 mantendrá un ritmo similar y se acelerará por encima del 2% en 2019. Varios vientos de cola externos han favorecido esta mejora gradual. Entre ellos destaca la recuperación de los precios de las materias primas, la mayor demanda de los países socios y unas condiciones financieras favorables, todo ello en un contexto de creciente dinamismo de la actividad mundial.
Sin embargo, aún es pronto para celebraciones. Se trata de un crecimiento muy débil, impulsado en gran medida por motores externos y que pierde fuelle a medio largo plazo. Efectivamente, Latinoamérica ha mantenido, y todo apunta a que va a seguir manteniendo, un crecimiento inferior al del resto del mundo y muy por debajo al promedio de los mercados emergentes. Este decepcionante desempeño obedece al débil crecimiento de América del Sur (que representa más del 70% del PIB de la región), dado que América Central y el Caribe han crecido a un promedio de aproximadamente 4% al año desde el año 2010.
TASA DE CRECIMIENTO PIB PORCENTAJE
Global
Latinoamérica y el Caribe
Economías emergentes y en desarrollo 8 6 4 2
-2 -4 2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
Fuente: FMI
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La época dorada, la época perdida y las materias primas Como es bien sabido, la exportación de materias primas constituye el principal motor de crecimiento de la región, lo que se traduce en una enorme vulnerabilidad ante shocks externos. Bastan unos pocos datos para ilustrar este hecho. La soja constituye casi el 30% de las exportaciones de Argentina, el gas natural en torno al 28% de las de Bolivia y el cobre más del 40% de las de Chile. En cuanto al
petróleo, supone el 82% de las ventas exteriores de Venezuela, el 35% de las de Colombia y el 31% de las de Ecuador. No es coincidencia, por tanto, que “la época perdida” de los años 80 y “la época dorada” de principios de este siglo tuvieran como protagonistas cambios abruptos en los precios de estos productos. De hecho, la región ha crecido a mayor ritmo que el resto del mundo únicamente entre 2002 y 2011,
PRECIOS DE LAS MATERIAS PRIMAS Y DEL PETRÓLEO DÓLARES (VALOR 2014=100)
Alimentos
Metales
Precio promedio del petróleo de entrega inmediata 180 160 140 120 100 80 60 40 20
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
Fuente: FMI, WEO, abril 2018
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Encarando los cambios 52
gracias al boom en los precios de las commodities. Es difícil, por tanto, exagerar la importancia que tienen las materias primas en el ciclo económico de la región. Como es obvio, la evolución de éstas está íntimamente relacionada con el contexto global. Un estudio reciente ilustra el rol de los factores externos en el crecimiento de Sudamérica a través de cuatro variables (tasa de crecimiento del G-7 y de China, un índice de precios de las materias primas y el rendimiento real del bono a 10 años del Tesoro de EEUU como indicador del coste global del capital)1. La conclusión del análisis es que aproximadamente el 60% de las fluctuaciones del PIB en América del Sur se puede explicar por el comportamiento de esos cuatro factores, algo que no sorprende, a la vista de la evolución cíclica de la región totalmente sincronizada con los ciclos de las commodities. No obstante, sería injusto decir que América Latina no ha aprendido de los errores o, por lo menos, de los más graves. La región ha sabido aprovechar la bonanza económica de la pasada década y, en muchos casos, los dirigentes no han relajado la ortodoxia que ya venían aplicando en la formulación de sus políticas económicas. Ello ha permitido que muchos países corrigiesen sus tradicionales puntos débiles y contasen con un mayor nivel de solvencia. Como resultado, han podido afrontar con mayor fortaleza que antaño tanto la crisis de 2009 como la drástica caída de los precios de algunos de
sus principales productos de exportación entre 2011 y 2016. Además, disponer de mayor flexibilidad cambiaria, abandonados ya los sistemas de tipo de cambio fijo o los de flotación sucia, ha sido determinante para facilitar el ajuste, sin tener que recurrir a un excesivo consumo de reservas. Lejos han quedado, por tanto, los episodios de defaults generalizados de los años 80. Las previsiones apuntan a un estancamiento del crecimiento a medio plazo. El FMI prevé que la región crecerá en promedio un 1,5% entre 2020 y 2023, muy por debajo del 5% estimado para el conjunto de los países emergentes. Otras fuentes son más optimistas, pero todas apuntan a un crecimiento moderado, gradual y muy próximo al potencial que, además, recientemente ha sido revisado a la baja2. Como consecuencia, las previsiones de convergencia del ingreso y de reducción de la pobreza y de la desigualdad han empeorado. De hecho, se aprecia que el nivel de ingreso de la región en comparación con Estados Unidos ya ha comenzado a retroceder3. En cualquier caso, este problema no es nuevo. Entre 1960 y 2017, la tasa de crecimiento promedio del PIB per cápita real fue de 2,4%, muy por debajo de la de los países de Asia Emergente (4,9%) e inferior incluso al promedio de los países fuera de la región (2,6%).
1. Fuente: Végh, C. A., D. Lederman y F. Bennett (2017). Leaning Against the Wind: Fiscal Policy in Latin America and the Caribbean (Informesemestral LAC, Banco Mundial). 2. El producto potencial es la cantidad máxima de bienes y servicios que una economía puede generar operando a máxima eficiencia, es decir, a plena capacidad. También suele denominarse capacidad de producción de la economía. 3. A mediados de la década de 2000, el nivel de ingreso de la región en comparación con Estados Unidos creció hasta el 28%. Desde entonces viene retrocediendo hacía el 20%, nivel donde se ha situado históricamente.
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El FMI prevé que la región crecerá en promedio un 1,5% entre 2020 y 2023, muy por debajo del 5% estimado para el conjunto de los países emergentes
EXPORTACIONES DE COMMODITIES POR PAÍS PORCENTAJE DEL TOTAL DE EXPORTACIONES
Commodities
Chile
Colombia
Ecuador
Perú
Metales, Minerales y Combustibles
80
60
40
20
1980
1990
2000
2010
2016
1980
1990
2000
2010
2016
Fuente: World Development Indicators
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Estancamiento y deficiencias estructurales Esta situación obedece a una serie de debilidades estructurales que llevan décadas limitando el crecimiento de la región. En primer lugar, una insuficiente inversión. Entre 1990 y 2017 la tasa de inversión como porcentaje del PIB en Latinoamérica fue en promedio del 20%, frente a un 36% en Asia emergente y un 24% en Europa del Este. Actualmente, únicamente la región de África Subsahariana tiene tasas de inversión inferiores. Esta debilidad responde a varios factores que juegan un papel mayor o menor de acuerdo a las características de cada país. Una gran parte se explica porque la región presenta tasas de ahorro bajas y sistemas financieros con numerosas deficiencias. Otra parte, sin duda, responde a la insuficiente confianza de los inversores. La mala gobernanza corporativa, la falta de seguridad jurídica, los elevadísimos niveles de corrupción, son claros desincentivos a la inversión. Sin ir más lejos, el escándalo de Odebretch4 se ha traducido en la ralentización o incluso la cancelación de muchos proyectos ya en curso. Esto es especialmente preocupante si tenemos en cuenta las carencias en infraestructuras que padece la región. Unos pocos datos ilustran este hecho. Tomemos el caso de las pérdidas de energía. En los países de la OCDE las fugas equivalen al 6% de la energía producida, mientras que en América Latina ascienden al 16%. En cuanto a la densidad de infraestructuras de trans-
porte en relación con el nivel de ingreso, el índice de carreteras pavimentadas de la región es similar al de África. Y a nivel logístico, los costes de exportación en América Latina son más elevados que en el sur de Asia y los plazos de exportación son más largos que los de los países de Asia oriental. Por si esto fuera poco, la rentabilidad de la inversión es baja. De acuerdo con un estudio del Banco Iberoamericano de Desarrollo (BID), entre 1960 y 2017 cada punto porcentual de aumento de la inversión como porcentaje del PIB ha supuesto un incremento de aproximadamente 0,28 puntos porcentuales en el crecimiento del PIB al año en Asia emergente, mientras que en América Latina ha sido tan solo de 0,20 puntos porcentuales5. Estas diferencias se acumulan a lo largo del tiempo y acaban traduciéndose en importantes brechas del crecimiento entre las regiones. Otro talón de Aquiles, íntimamente relacionado con el anterior, es la baja productividad de los factores, muy inferior a la de Asia emergente o la de las economías avanzadas. Entre 2000 y 2015 apenas creció un 0,6%, lo que representa uno de los peores desempeños a nivel mundial. Si analizamos un periodo más amplio (1960 y 2017) incluso cayó un 0,11%; de nuevo, solo África Subsahariana presenta un resultado peor (-0,48%). Entre las
4. El escándalo de Odebretch, un gran conglomerado de construcción, ingeniería y otras actividades, tuvo su origen en la investigación del caso “Lava Jato” en Brasil. Este escándalo de blanqueo de capitales alcanzó una nueva dimensión a partir de marzo de 2014, cuando se detuvieron a dos decenas de personas gracias al testimonio de un acusado que pactó con la justicia para rebajar su pena. Las investigaciones fueron descubriendo amplias ramificaciones, hasta destapar una trama de corrupción transnacional, que implicaba a cinco de las mayores empresas de Brasil, entre ellas Odebrecht. Los delitos tuvieron lugar en torno a Petrobras, e incluyen el pago de sobornos, amaño de contratos y desvío masivo de fondos públicos, por un importe superior a los 2.400 mill.$, entre 2004 y 2014. Hay un gran número de acusados e investigados, entre los que se incluyen personalidades políticas de todos los partidos principales, incluyendo a los expresidentes Lula y Collor de Mello, al expresidente de la Cámara de los Diputados Eduardo Cunha, a numerosos exministros, diputados, senadores etc. Igualmente, hay muchos grandes empresarios involucrados. De hecho, el presidente de Odebrecht fue condenado en marzo del 2016 a 19 años de prisión por pagar más de 30 mill.$ en sobornos. 5. La eficiencia de la inversión se define como el ratio del crecimiento del PIB (neto de las contribuciones de la mano de obra y las habilidades) en relación con la tasa de inversión neta.
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#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
TASA DE INVERSIÓN PORCENTAJE DEL PIB
Asia Emergente
América Latina
Europa Emergente
45
40
35
30
25
20
15 1990
1994
1998
2002
2006
2010
2014
2018
Fuente: FMI
causas que explican este fenómeno destacan los bajos niveles de innovación, la informalidad en los mercados laborales y las distorsiones en los impuestos, que incentivan la existencia de empresas pequeñas e ineficientes. Todo ello, además, en un contexto en el que el coste de entrada para las
empresas nuevas es muy elevado, y donde existen numerosas barreras para la competencia. En cuanto a la innovación, la región se encuentra muy rezagada con respecto a Asia, Europa o Norteamérica. Los resultados del Índice Global de Innovación6 reflejan que en los últimos años los países
6. El Índice Mundial de Innovación, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), la Universidad Cornell y la escuela de negocios INSEAD, proporciona indicadores detallados de los resultados de la innovación en 127 países. Mediante los 81 indicadores del Índice, se analiza un amplio panorama de la innovación, que comprende el entorno normativo, la educación, la infraestructura y el grado de desarrollo empresarial.
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Encarando los cambios 56
latinoamericanos no han alcanzado el resultado esperado según el nivel de desarrollo de cada uno de ellos. Sin ir más lejos, los países de la OCDE, en promedio, pasaron de registrar 50 patentes al año por cada millón de habitantes en la década de los noventa a 130 a comienzos de esta década, mientras que en América Latina tan solo se pasó de 0,3 a 0,9 patentes en el mismo lapso de tiempo. Otro factor que lastra la productividad es el elevadísimo nivel de informalidad. Las dificultades para medir la economía sumergida son bien conocidas,
si bien se estima que en torno a 130 millones de trabajadores en América Latina trabajan en el sector informal, de los cuales al menos 27 millones son jóvenes. La incidencia varía entre los países de la región (desde 30,7% en Costa Rica al 73,6% en Guatemala). No obstante, la mayoría de los países presentan un porcentaje de informalidad cercano o superior al 50%. La Organización Internacional del Trabajo considera que la principal causa del empleo informal es la falta de familiaridad con la legislación laboral por parte de las empresas o la incapacidad para cubrir el costo que supone for-
CRECIMIENTO DE LA PRODUCTIVIDAD. 1960-2017 PORCENTAJE
Total de los factores
1 0,8 0,6 0,4
0,97 0,47
0,2
0,25 -0,11
-0,2
-0,48
-0,4 -0,6 Asia Emergente
Economías Avanzadas
Resto del Mundo
América Latina y el Caribe
África Subsahariana
Fuente: BID
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#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
malizar la actividad. Este segundo aspecto afecta muy especialmente a las pequeñas empresas, los trabajadores por cuenta propia y las microempresas, que no pueden alcanzar la productividad suficiente para cubrir los costos de formalización. No sorprende, por tanto, la alta incidencia de este problema en Latinoamérica, ya que las micro, pequeñas y medianas empresas, también conocidas como mipymes, representan el 90% del tejido productivo, generan cerca del 60% de los empleos y suman una cuarta parte del PIB regional. Además, dentro de la población ocupada, en torno al 28% ejerce como trabajador por cuenta propia. En otras palabras, muchos de los emprendedores son, en realidad, auto-empleados que operan en establecimientos de escala reducida y dentro de la informalidad. Parte del problema tiene su origen en las distorsiones del sistema tributario, que incentiva a las empresas a permanecer pequeñas para beneficiarse de las ventajas fiscales que existen para este tipo de sociedades. Los programas para pymes suelen estar definidos en función del número de empleados. En México y Perú, por ejemplo, el 95% de las empresas tiene menos de cinco empleados. En los Estados Unidos, esa cifra es del 40%. Además, un tamaño menor facilita la evasión de impuestos, al resultar muy costoso para el gobierno realizar los controles necesarios para detectar el fraude y la evasión. Por ejemplo, muchas empresas optan por contratar pocos trabajadores o contratar trabajadores con sueldos ocultos en la nómina oficial o incluso sin salarios establecidos. El caso de México con el impuesto a las nóminas ilustra muy bien esta problemática. Muchas empresas han optado por
Se estima que en torno a 130 millones de trabajadores en América Latina trabajan en el sector informal, de los cuales al menos 27 millones son jóvenes
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Encarando los cambios 58
crearse bajo la figura de cooperativas o negocios familiares, por lo que legalmente sus trabajadores no reciben sueldo y por lo tanto no se debe pagar dicho tributo. Para corregir esta práctica, sería necesario que hubiera incentivos para que resultara ventajosa la formalización, así como reducir los elevados costes de los procesos burocráticos. Por último, otro factor clave en la baja productividad es el déficit de capital humano. Es importante des-
tacar que en los últimos años, la región ha logrado importantes avances en la educación en todos los niveles. El acceso a la educación primaria es prácticamente universal y la cobertura en educación secundaria pasó de un 69% a un 77%. No obstante, todavía se aprecian grandes deficiencias en la calidad y los niveles de gasto son inferiores a otras regiones. La educación es una herramienta básica no solo de cara a impulsar una mayor productividad sino para combatir la fuerte desigualdad social.
TENDENCIAS DE NIVEL DE VIDA Y PRODUCTIVIDAD CRECIMIENTO PORCENTUAL ANUAL
Productividad total de los factores Producto por trabajador empleado
América Latina y el Caribe
Economías de Mercados Emergentes y en Desarrollo
5 4 3 2 1
-1 -2 -3 1960
1970
1980
1990
2000
2010
2020 1960
1970
1980
1990
2000
2010
2020
Fuente: PWT y FMI
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Un crecimiento intensivo en mano de obra
Gran parte del crecimiento de la región, dejando al margen los factores exógenos, ha provenido del factor trabajo
Esta mejora en la educación, junto con el aumento demográfico, explican que gran parte del crecimiento de la región, dejando al margen los factores exógenos, haya provenido del factor trabajo. Desde los años sesenta, Latinoamérica se ha beneficiado del “bono demográfico”7. Se ha contado, por tanto, con una fuerza laboral más numerosa y mejor formada. No obstante, este bono se va agotando. Las tendencias demográficas ya no son tan favorables porque la población está envejeciendo. Además, gran parte de los jóvenes, al no encontrar oportunidades, se van a sectores ilegales. Varios estudios confirman que en la última década el grupo poblacional más afectado por la violencia es el conformado por hombres de entre 15 y 40 años. El narcotráfico y la delincuencia, problemas comunes en la región, han acabado con la vida de muchos jóvenes en edad de trabajar. Junto al drama humano que ello representa, supone, además, un fuerte coste económico. Las cifras de natalidad confirman el agotamiento de la expansión de la fuerza laboral como fuente de crecimiento. En los últimos 15 años, la tasa de fertilidad descendió rápidamente, pasando de 2,7 nacimientos por mujer en el año 2000, a 2,1 nacimientos en 2015. Se prevé que en los próximos 15 años la tasa de crecimiento de la fuerza laboral se reduzca a la mitad, lo que implicaría que, con un aumento de la productividad tan débil, el crecimiento económico sería 40% más débil que en los anteriores 15 años.
7. El bono demográfico es un fenómeno que se da dentro de un proceso de transición demográfica en el que la población en edad de trabajar es mayor que la dependiente y, por lo tanto, el potencial productivo de la economía es mayor.
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Encarando los cambios 60
La debilidad del crecimiento está frenando el proceso de convergencia y dificulta avanzar en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Al contrario, la situación parece haber empeorado. El índice de pobreza total ha aumentado del 28,5% en 2014 al 30,7% en 2016. Ello implica que el total de pobres latinoamericanos asciende a 186 millones de personas. Por su parte, la pobreza extrema pasó de 8,2% en 2014 (48 millones de personas) a 10% en 2016 (61 millones). Lógicamente, esto está teniendo sus efectos en el campo político. Las expectativas de la clase media, que ganaron terreno durante la recien-
te década dorada (2003-2012) se han visto frustradas. A ello se suma la creciente preocupación por el aumento de la criminalidad, cada vez más violenta y organizada. Por último, no olvidemos la justificada indignación por los casos de corrupción pública que, como en el caso de Odebretch, extendió sus tentáculos a toda la región.
MÉXICO: IMPACTO DE LA GUERRA CONTRA EL NARCO Total de hombres
MILES DE VÍCTIMAS
Porcentaje sobre el total de víctimas
Hombres de 15 a 59 años 30 25.757
27.213
25.967
25 19.803
20 14.006
15
21.286
21.351
20.083
16.057
10.452 8.867
10 5
7,931
11.345
6.886
75,8
77,6
81
81
82,6
82,4
77,3
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
Fuente: Expansión
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La debilidad del crecimiento dificulta avanzar en la lucha contra la pobreza y la desigualdad
POBLACIÓN DE MÁS DE 65 AÑOS 1960
PORCENTAJE
2017
2040
25
20
15
10
5
Economías de Mercados América Latina Emergentes y en Desarrollo y el Caribe
Argentina
Brasil
Chile
Colombia México
Perú
Uruguay
Fuente: Banco Mundial
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Encarando los cambios 62
Una intensa agenda electoral Con este trasfondo, la región entra en 2018 y 2019 en un periodo de intensa agenda electoral. Más de una decena de países eligen a sus presidentes a lo largo de estos dos años, incluidos los cuatro más poblados: Colombia (junio 2018), México (julio 2018), Brasil (octubre 2018) y Argentina (octubre de 2019). En vista del descontento social, no se puede descartar que, para atraer al electorado, se produzca un giro populista que podría dar marcha atrás en la ortodoxia económica que algunos países están aplicando. Otro riesgo, que ya se está materializando, es una mayor fragmentación política. Teniendo en cuenta las rigideces institucionales que caracterizan
al presidencialismo latinoamericano, ello es un factor que debilita la gobernabilidad y un germen de inestabilidad política. Todo ello dificulta enormemente el avance de agendas reformistas. Otro problema añadido es que la región apenas cuenta con margen de maniobra en el frente fiscal. La drástica caída de los ingresos públicos provenientes de las materias primas, junto con la reducción de otros ingresos por la desaceleración de la actividad económica, han deteriorado notablemente el saldo fiscal en los últimos años. En el año 2008 la región registraba un superávit primario (2,4% del PIB) y un li-
SALDO FISCAL EN AMÉRICA LATINA PORCENTAJE DEL PIB
Saldo fiscal
Saldo fiscal primario
4 2
-2 -4 -6 -8 2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
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2018p
Fuente: FMI
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#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
gero déficit fiscal (-0,8%). En 2017 ha cerrado con déficit tanto primario como general (-2% y - 6% del PIB, respectivamente). Como resultado, la deuda pública aumentó en ese mismo horizonte temporal casi 20 puntos porcentuales, y hoy día supera el 60% del PIB. Como los saldos fiscales primarios aún están por debajo de los niveles que permiten la estabilización de la deuda, muchos países deberían seguir realizando ajustes si quieren situar sus finanzas públicas en una trayectoria sostenible. Ajustes que exigen reformas fiscales que permitan una mayor recaudación (y la lucha contra la informalidad, que se traduce en fraude y evasión fiscal), pero también un recorte de los
gastos, con medidas en muchas ocasiones impopulares y un efecto negativo sobre el crecimiento. Otro reto al que deben enfrentarse los gobiernos es la reforma del sistema de pensiones. La Cepal estima que hay 142 millones de personas económicamente activas que no están cubiertas por los sistemas públicos de previsión. La limitada (y segmentada) cobertura, la escasez y la desigualdad de las prestaciones generan gran preocupación en la población. Además, su sostenibilidad a medio largo plazo es muy cuestionable. Nuevamente esto enlaza con los elevados niveles de informalidad y con el progresivo envejecimiento de la población latinoamericana.
DEUDA PÚBLICA EN AMÉRICA LATINA PORCENTAJE DEL PIB 70 60 50 40 30 20 10
2005
2006
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Fuente: FMI
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La dependencia de las materias primas como fuente de ingresos, tanto públicos como externos, hace a la región especialmente vulnerable ante los vaivenes en sus precios
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Además, el aumento de la deuda pública ha venido acompañada de otro paralelo de la deuda externa. Desde que se desató la crisis financiera internacional, el mercado internacional de bonos se ha convertido en una fuente fundamental de financiación para los emergentes, incluido América Latina. La deuda externa privada, en particular la corporativa, preocupa especialmente, ya que las empresas han registrado notables caídas en los beneficios como resultado de la desaceleración económica. Los países con mayor volumen de la deuda privada son México, Brasil, Chile, Colombia y Perú. El valor de la deuda externa como porcentaje del PIB no es excesivamente elevado todavía (en torno al 40%), pero está aumentando muy rápido. Además, la dependencia de las materias primas como fuente de ingresos, tanto públicos como externos, hace a la región especialmente vulnerable ante los vaivenes en sus precios. A ello se suma el impacto de la normalización de la política monetaria de la Reserva Federal. En septiembre de este año, la Fed decidió subir los tipos de interés (un cuarto de punto) por octava vez consecutiva desde que en 2015 empezó a retirar los estímulos. El precio del billete verde queda así en una banda de entre el 2% y el 2,25%, y todo apunta a que habrá una subida más este año en diciembre. La mayor fortaleza del dólar y el mayor atractivo de los bonos del Tesoro estadounidense, un activo de muy bajo riesgo, conducirá a una reconfiguración de las carteras de inversión, con las consiguientes salidas de capitales de las economías emergentes. Latinoamérica, como es bien sabido, es una región muy vulnerable a los cambios en el sentimiento del mercado, muy especialmente, aquellos países que presentan mayores desequilibrios exteriores y, por tanto, unas mayores necesidades de financiación
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
externa. No sorprende, por tanto, que desde principios de este año la mayoría de las divisas del área hayan registrado notables presiones depreciatorias. Un claro ejemplo de ello ha sido Argentina, como veremos más adelante, que en tan solo tres semanas vio cómo su moneda se depreciaba más del 25%, y acabó solicitando asistencia financiera al FMI en mayo de este año. Caso aparte lo constituye Venezuela, que ha entrado en default al incumplir en noviembre del año pasado el pago de la deuda correspondiente a los Bonos So-
beranos 2038 de PDVSA. No obstante, la crisis económica y humanitaria sin precedentes que atraviesa el país tiene su origen en causas mucho más estructurales que las turbulencias financieras y merece un análisis diferenciado. La excepcionalidad de Venezuela convive con una heterogeneidad de situaciones en el resto de los países, que comparten en muchos casos retos comunes pero con situaciones de partida muy distintas.
INDICADORES DE DEUDA EXTERNA DE LATAM PORCENTAJE
Deuda externa (% del PIB) Servicio de la deuda (% de las exportaciones de bienes y servicios)
60 50 40 30 20 10
2005
2006
2007
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2009
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Fuente: FMI
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Colombia ¿Punto de inflexión? El histórico acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC), principal guerrilla del país, firmado en diciembre de 2016, abrió una etapa esperanzadora en Colombia. Tras cuatro años de negociaciones se cerraba la guerra interna más longeva de América Latina, que ha costado la vida a más de 220.000 personas, sumado unos 30.000 secuestrados y ha supuesto el desplazamiento de unos 6,5 millones de personas. Así, pues, nada menos que 7,5 millones de colombianos (un sexto de la población) se han inscrito en el registro de víctimas. El acuerdo que se ratificó finalmente no era la primera versión. Hubo un pacto anterior, que tuvo que ser revisado tras haber sido rechazado en referéndum, a principios de octubre del 2016, por un margen mínimo. Muchos colombianos, con el expresidente Uribe a la cabeza, lo criticaron por considerarlo demasiado generoso con la guerrilla. Tras este varapalo el entonces presidente, Juan Manuel Santos, prefirió ratificar el nuevo texto a través del legislativo, y evitar así el riesgo de que fuera rechazado de nuevo en un referéndum, lo que habría puesto al conjunto del proceso al borde del colapso. Comenzaba así el gran reto de poner en práctica lo pactado, en un ambiente de fractura política absoluta y de desánimo generalizado en la población. Más de año y medio ha trascurrido desde entonces y la evaluación que, por el momento, puede hacerse es que los acuerdos relativos a la terminación del conflicto armado se cumplen, no sin dificultades; pero
en lo que respecta a la construcción de una paz estable y duradera apenas se ha avanzado. Entre los logros hay que destacar el abandono de las armas8, la entrega del listado de bienes de las FARC para contribuir a la reparación de las víctimas, el desminado de algunas zonas y la reincorporación de los excombatientes a la vida civil. Como principales escollos destacan la lentitud en asuntos cruciales como la reforma rural integral, la reforma política, las garantías socio-económicas que reclaman los campesinos cocaleros que participan en la sustitución de cultivos; la protección de la vida de quienes dejaron las armas o ejercen el liderazgo social; y la restitución de las tierras y la restauración de los derechos de las comunidades en las zonas de conflicto. Con el objetivo de lograr una pacificación completa del país, Santos ha intentado lanzar un proceso similar con la segunda guerrilla que opera en el país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) con quien, en febrero de 2017 comenzaron, de manera oficial, las negociaciones. Sin embargo, el proceso está siendo mucho más complejo. En primer lugar, las FARC ya habían tenido experiencia en procesos de paz durante otros periodos presidenciales (1982, 1992 y 1998). En cambio, es la primera vez que el ELN se sienta en la mesa de negociación, lo que explica su falta de madurez a la hora de plantear una agenda concreta y realista. Además, el ELN no cuenta con una estructura jerarquizada, lo que dificulta la interlocución con el Estado. En el caso de las FARC la cabeza de la guerrilla era clara; Rodrigo Londoño, alias Timochenko, (que sucedió a Tirofijo a la muerte de éste), tenía
8. En Colombia existía el precedente de la desmovilización paramilitar que se realizó entre 2003 y 2006;en aquella ocasión se entregaron un promedio de 0,6 armas por desmovilizado. A nivel internacional, el promedio de entrega de armas más alto se consiguió en Afganistán, con 0,76 armas por desmovilizado. En el caso de las FARC la cifra llegó a 1,32, la mas alta del mundo.
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La victoria del uribista Iván Duque en las elecciones presidenciales es un reflejo más del descontento de parte del electorado con las negociaciones de paz capacidad para imponer sus decisiones a mandos medios y bajos. El ELN está estructurado como una federación y cada frente tiene una gran autonomía para elegir su estrategia política y militar. De hecho, existe una división interna acerca de la pertinencia de negociar con el ejecutivo9. En el momento de redacción de estas líneas el balance del proceso no es muy esperanzador. El grupo insurgente retomó las armas en enero de 2018, al término de una tregua de 101 días, con lo que Santos
se vio forzado a suspender las negociaciones. Una breve reanudación de las conversaciones y otra tregua en la antesala de las elecciones han caracterizado este año, y no parece que puedan esperarse mayores progresos. A las dificultades ya comentadas se suma el hecho de que hay antiguos excombatientes de las FARC que han vuelto a la criminalidad, bien incorporándose al ELN o bien a bandas criminales. La victoria del uribista Iván Duque en las elecciones presidenciales celebradas el 17 de junio de 2018 es
TASA DE CRECIMIENTO DEL PIB PUNTOS PORCENTUALES
Colombia
Latinoamérica
8 7 6 5 4 3 2 1
-1 -2 -3 2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
Fuente: FMI
9. El Comandante Rodriguez Bautista (alias Gabino) y el Comando Nacional están dispuestos a negociar, mientas que los dos frentes más poderosos (Guerra Oriental y Guerra Occidental) se niegan a sentarse en la mesa de negociación.
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Encarando los cambios 68
un reflejo más del descontento de parte del electorado con las negociaciones de paz. Este político, respaldado por el exmandatario Álvaro Uribe, ha sabido capitalizar la critica social por la indulgencia del acuerdo y se impuso en la segunda vuelta ante el izquierdista Gustavo Petro con el 54% de los votos y una diferencia de 12 puntos. No obstante, el presidente electo ha dejado claro que el proceso de paz es irreversible, aunque “tendrá correcciones para que las víctimas sean el centro del proceso para garantizar verdad, justicia y reparación”. En cuanto a las negociaciones con el último grupo rebelde del país, Duque manifestó durante la campaña que pedirá a sus integrantes que se concentren en una zona del
país, con verificación internacional, y que detengan sus actividades delictivas, como la extorsión y el narcotráfico antes de proseguir. Otros retos a los que se enfrenta el nuevo ejecutivo son reducir la polarización política de la población colombiana, contener la violencia que todavía golpea las zonas rurales y consolidar la recuperación económica. Tras cuatro años de desaceleración, todo apunta a que Colombia remonta el vuelo. Es destacable la notable resistencia del país al shock negativo que supuso la caída del precio de las materias primas, que ha sido superior a la de sus vecinos, a pesar de que el petróleo representa una parte sustancial de los in-
DÉFICIT DEL GOBIERNO NACIONAL PORCENTAJE DEL PIB
Déficit GNC
Excluyendo rentas petroleras
-1 -2 -3 -4 -5 -6 -7 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
Fuente: Banco Central
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#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
gresos del país. La tasa de crecimiento cayó cuatro puntos porcentuales desde 2011 (máximo del ciclo) hasta un 1,7% en 2017, pero se logró evitar la recesión. El desplome del precio del petróleo generó un aumento del déficit de la cuenta corriente y del público. No obstante, el tipo de cambio flexible, junto con la aplicación de una política económica prudente, están permitiendo cerrar el desequilibrio exterior. Además, la gran capacidad de atracción de inversión extranjera, el elevado volumen de reservas y la existencia de una línea de crédito con el FMI como medida precautoria, apuntalan la solvencia del país. Gran parte del duro ajuste, especialmente del exterior, ya está hecho y en 2018 la economía colombiana ha retomado la senda expansiva. Se espera que el crecimiento alcance este año tasas cercanas al 2,8% y del 3,6% para 2019. Los factores que determinan este mayor dinamismo de la actividad productiva están asociados, en primer lugar, a la mayor fortaleza de la demanda interna gracias a la recuperación del consumo de los hogares, a la reactivación de la inversión y al mejor comportamiento del sector exterior. Entre los factores que pueden obstaculizar la recuperación destaca la falta de ajuste en el frente fiscal, que podría conllevar una reducción de la calificación del riesgo y complicaría la financiación exterior, más aún teniendo en cuenta la progresiva normalización de los tipos de interés. No obstante, es importante señalar que el peso colombiano ha sido una de las monedas menos volátiles este año. Por último, persiste el riesgo de que fracase la aplicación del proceso de paz, lo que podría minar la confianza de los inversores
Tras cuatro años de desaceleración, todo apunta a que Colombia remonta el vuelo y se espera que el crecimiento alcance este año tasas cercanas al 2,8%
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Encarando los cambios 70
Brasil Una recuperación cíclica Tras sufrir la mayor caída del PIB desde los años treinta, finalmente Brasil ha abandonado la recesión en 2017. La dura contracción de los dos años precedentes (con sendas caídas del PIB del 3,5%), se tradujo en un notable caída de la demanda interna acompañada de un preocupante aumento del desempleo. No cabe duda de que la caída del precio de las materias primas penalizó fuertemente a la primera economía latinoamericana, si bien no es la única ni la principal causa de la dra-
mática crisis. Ello, a su vez, explica porqué actualmente está viviendo la recuperación más lenta de su historia. La economía brasileña venia desacelerándose desde 2011. Ello obedece al agotamiento de su modelo de crecimiento, que había reposado excesivamente en el aumento sostenido del consumo privado, que no venía acompañado del crecimiento de los niveles de inversión ni de avances significativos de la productividad. A medida que los incrementos de la fuerza
PIB, INFLACIÓN Y DESEMPLEO. 2015-2018 TASA DE VARIACIÓN
PIB
Inflación (eje derecho) Desempleo abierto urbano (eje derecho)
2015
2016
2017
2018
4
14
3
12
2 10
1
8 -1
6
-2 4
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Fuente: Datosmacro
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laboral se agotaban; que el deterioro de las finanzas públicas dificultaba el sostenimiento de los programas sociales, y que los tipos de interés comenzaban a aumentar (con el cambio del tono de la política monetaria de la Fed), la demanda interna iba debilitándose. En este contexto el descenso del precio de las materias primas obviamente no ayudó. Por si esto fuera poco, la explosión del escándalo Odebretch hizo temblar a numerosas grandes empresas, paralizó proyectos y sumió al país en una severa crisis política. Únicamente, el sector exterior amortiguó la caída del PIB, pero lo hizo principalmente gracias a una notable reducción de las importaciones. En 2017 la economía registró un débil crecimiento (0,9%) que se prevé que vaya aumentando en los dos próximos años, aunque muy paulatinamente. Los resultados del primer y segundo trimestre de 2018 no han sido muy esperanzadores (1,2% y 1% respectivamente); lo que genera serias dudas de que el año cierre por encima del 2%, como se preveía al comienzo del ejercicio (el FMI estima en 1,4%). Gran parte de esta recuperación obedece a factores cíclicos. Por una parte, la actividad se ve favorecida por la mejora de la coyuntura global y, por otra, por la amplia capacidad ociosa acumulada durante la mayor recesión de la que se tiene registro en el país. Los motores de la expansión están siendo, nuevamente, el consumo privado y las exportaciones. La inflación registra una tendencia decreciente desde hace dos años, y en la actualidad se sitúa en niveles muy moderados; esto ha permitido a la autoridad monetaria bajar el tipo de interés de referencia repetidamente desde noviembre de 2016. Ambos factores, junto con la mejora gradual del mercado laboral
están impulsando el consumo privado. Por otro lado, la mejora de los términos de intercambio como consecuencia de la recuperación del precio de las materias primas, un tipo de cambio más favorable y la mayor demanda global estimulan las exportaciones. Lo más preocupante es que la inversión, que desde 2013 acumula una caída del -30%, continúa contrayéndose, si bien lo hace a un menor ritmo. Esta débil mejora económica se enfrenta a muchos desafíos. Por una parte, las investigaciones sacan a la luz constantemente nuevos casos de corrupción, lo que alimenta una crisis política que parece no tener fin y desalienta la confianza y la inversión. Por otra, el deterioro de la situación fiscal, debido a la baja recaudación, limita la capacidad de estímulo de la inversión pública. Además, la caída del desempleo está más asociada al aumento de los trabajadores por cuenta propia que a una mejora del empleo asalariado formal, al tiempo que continúa aumentando el empleo informal. Por último, 2018 es año electoral, lo que está ralentizando la aplicación de la agenda reformista del ejecutivo, que incluye necesarias pero impopulares reformas estructurales. La primera vuelta de las elecciones presidenciales se celebró el 7 de octubre. Conviene señalar que en los meses previos reinó una absoluta incertidumbre ligada a la dudosa candidatura de Luiz Inácio Lula da Silva. El expresidente, condenado a 12 años de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero, y con otros seis casos pendientes, agotó los recursos para evitar el encarcelamiento, que se produjo el pasado 7 de abril entre muestras de apoyo de muchos brasileños. Durante seis meses Lula hizo campaña desde la cárcel y, según las encuestas, contaba con
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más apoyo que los otros cuatro candidatos con mayor consenso juntos: el ultraderechista Bolsonaro, la socialista Marina Silva, el izquierdista Ciro Gomes y el candidato de centro-derecha Alckmin. El Tribunal Superior Electoral de Brasil dio un ultimátum al Partido de los Trabajadores (PT) para que suspendiera la propaganda que lo promovía como candidato a la presidencia. El 11 de septiembre el PT anunció la candidatura del ex alcalde de São Paulo Fernando Haddad en sustitución de Lula. Además, otro rasgo que ha marcado la campaña electoral ha sido la violencia. Bolsonaro fue acuchillado en el estómago en un acto de campaña y anteriormente, cuando Lula era candidato, su autobús recibió tres tiros aunque no hubo heridos. Los resultados de la primera vuelta confirmaron la extrema polarización del electorado brasileño. El candidato de extrema derecha del Partido Social Liberal (PSL), Jair Bolsonaro, obtuvo un abrumador 46% de votos con lo que, al no alcanzar el 50% de apoyos, se enfrentará a Fernando Haddad, que obtuvo el 29,3% de los votos. En tercer lugar, pero ya muy descolgado, figuró Ciro Gomes, con un 12,5%. Se apreció una clara división entre el noreste, como feudo de la izquierda y foco de población con renta más baja, que votó por el socialista; y el sur, sureste y centro, las regiones más ricas, marcadamente conservadoras. Bolsonaro, un exmilitar tachado de machista, racista y homófobo, que se ha definido a sí mismo como el “antisistema”, alejado de los políticos tradicionales y corruptos, ha capitalizado el descontento de la población brasileña frustrada con los políticos de las últimas década y dispuesta a abrazar soluciones extremas para resolver la violencia. De hecho, el viraje a la extrema derecha obedece, en gran medida, a la
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indignación por el escándalo de Lava Jato, que salpicó a Lula y a varios miembros del PT. Calificado por los medios internacionales como “el Donald Trump brasileño”, se caracteriza por un discurso extremista, la afición a las armas y sus posiciones políticamente incorrectas. En los mismos comicios se eligieron a los 513 diputados que forman la Cámara baja, a dos tercios de los senadores, a los gobernadores de los 26 estados y del Distrito Federal y a sus respectivos parlamentos. Impulsado por el efecto Bolsonaro, el PSL, una formación minúscula que en 2014 sólo consiguió un diputado, se sitúa como la segunda fuerza en la Cámara Baja, con 52 escaños, a escasa distancia del PT, cuya bancada cayó de 61 a 56 parlamentarios. El ganador de la segunda vuelta tendrá que lidiar, por tanto, con un Congreso sumamente fragmentado, donde estarán representados 30 partidos diferentes (hasta ahora había 26) y donde ni el partido de Bolsonaro ni el de Haddad podrán, ni siquiera contando con sus respectivos aliados habituales (dos formaciones pequeñas), forjar, no ya mayoría, sino al menos una presencia notable. La segunda vuelta se celebrará el 28 de octubre, y conviene recordar que desde la redemocratización a finales de 1980 nunca un candidato que venció en la primera perdió la segunda. El candidato de extrema derecha propone, en el ámbito económico, entre otras medidas, reducir la deuda pública un 20% mediante privatizaciones y licitaciones, disminuir la carga tributaria, controlar los gastos públicos, bajar los costes para las empresas y reformar el sistema de pensiones para pasar a un modelo de capitalización privado.
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Durante estos meses de incertidumbre e intensa contienda electoral, a Temer no le ha resultado fácil avanzar en su agenda reformista, especialmente teniendo en cuenta el desplome de su popularidad y las acusaciones de corrupción que se le achacan. A esto se añade una creciente tensión social que se manifiesta, entre otras formas, en un aumento de las manifestaciones y de los crímenes violentos. Claro ejemplo de ello han sido las protestas de los camioneros por el aumento de los combustibles en mayo de este año, que llegaron a paralizar el país y generaron problemas de desabastecimiento de productos esenciales. Ante la caótica situación, el Gobierno acabó cediendo y aceptó reducir y congelar el precio del combustible hasta fin de año, mediante subsidios que le costarán al Estado unos 9.500 millones de reales (2.540 millones de dólares). En cuanto a la violencia, el año 2016 fue el más mortífero desde que se tienen registros10 lo que se explica, en parte, por el impacto social de la recesión económica, por la indignación por los sonados escándalos de corrupción y por la férrea competencia entre las organizaciones del narcotráfico.
Los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas en octubre confirmaron la extrema polarización del electorado brasileño
10. En 2016 un total de 61.619 personas fueron asesinadas según los datos recopilados por el Foro Brasileño de Seguridad Pública.
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Chile A la cabeza de la recuperación La economía chilena remonta el vuelo. La actividad económica está tomando impulso tras una prolongada desaceleración, gracias a la mejora en las condiciones externas y a una mayor confianza de los agentes internos. El FMI ha revisado al alza en varias ocasiones, sus previsiones de crecimiento, que se sitúan actualmente en el 3,9%. Los motores del crecimiento están siendo las exportaciones (tanto mineras como no mineras) y la inversión empresarial, con el apoyo de un sólido gasto de los hogares. No cabe duda de que Chile, junto con Perú y Colombia, se encontraba mejor posicionado para ha-
cer frente al fin del ciclo alcista de las materias primas. No olvidemos la gran importancia del metal rojo en la estructura productiva y como fuente de ingresos externos y públicos. El cobre representa el 8% del PIB, el 50% de los ingresos externos y el 2% de los ingresos fiscales. Además, concentra el grueso de la inversión extranjera. No es de extrañar que su precio sea uno de los factores principales que determina el signo de la balanza por cuenta corriente, ya que los incrementos han estado asociados con superávits en la balanza comercial y las caídas con déficits.
COTIZACIÓN DEL COBRE MILES DE DÓLARES POR TONELADA
Valor del cobre
12 10 8 6 4 2
2009
2010
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2018p
Fuente: Cochilco
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La flexibilidad cambiaria, monetaria y fiscal del país, junto con un margen de endeudamiento relativamente amplio, permitieron aplicar medidas contracíclicas para suavizar la adversa coyuntura económica. En 2017 ya se observaron los primeros signos de recuperación. El PIB en el conjunto del año aumentó todavía un tímido 1,5%, pero en el segundo semestre se registró ya un mayor dinamismo. La actividad tanto en el sector minero (que creció un 5,2%) como en el sector no minero (1,7%) fue ganando impulso y el ritmo de creación de empleo alcanzó el 2%. También crecieron los salarios reales, lo que redundó en un incremento del consumo privado entre el 2 y el
3%. Este año ha comenzado con una evolución muy favorable. En el primer trimestre el PIB registró la tasa de crecimiento más alta de los últimos cinco años (4,2%), debido al fuerte empuje de la minería y a la gradual recuperación de la demanda interna, con un crecimiento tanto del consumo como de la inversión del 3,6%. Las previsiones para este año y para 2019 se sitúan en el 3,9% y 3,4% respectivamente, un crecimiento más de un punto por encima de lo previsto para el conjunto de Latinoamérica. No cabe duda de que la coyuntura económica a la que se enfrenta el recién elegido presidente Piñera es
VARIACIÓN DEL PIB INTERANUAL PORCENTAJE 2014
5
2015
2016
2017
2018 4,2
4
3,3
3 3
2,4
2
2,5
2,7 2,2
2,5
2,2
1,6
1,5 1
0,9
1
1,2 0,3
0,5 -0,4
-1 T1
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Fuente: Banco Central de Chile
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mucho más favorable que la anterior. La intensa desaceleración económica, junto con una serie de escándalos de corrupción minaron la popularidad de la expresidenta Michelle Bachelet. Piñera supo capitalizar el descontento político y social con el gobierno anterior y logró imponerse al candidato socialista Alejandro Guillier con más del 54% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de diciembre de 2017. Entre las prioridades de su agenda política figura el fomento de la inversión no minera y la reforma tributaria, que anuncio el primer día de su gestión en marzo de este año. Además, deberá llevar a cabo un ajuste fiscal, ya que el Gobierno de Bachelet cerró 2017 con un déficit equivalente al 2,1% del PIB, en lugar del 1,7% que se había informado de forma preliminar. Entre los riesgos que pueden empañar las buenas perspectivas que se esperan para la economía chilena destacan, en primer lugar, la posibilidad de que China experimente un menor crecimiento del previsto, lo que tendría un impacto relevante en los precios de las materias primas. En segundo lugar, continúan sobrevolando los efectos que puede tener la retirada de estímulos monetarios de la Fed. No obstante, el sólido cuadro macroeconómico hace a Chile menos vulnerable frente a cambios repentinos en el sentimiento de los mercados hacia los países emergentes, al tiempo que el hecho de que la venta de cobre se realice en dólares actúa como un amortiguador natural de la presión cambiaria. Otro factor de riesgo es el recrudecimiento del proteccionismo por parte de la administración americana. Trump ya ha elevado los aranceles al acero y el aluminio y, aunque el cobre no parece estar en el punto de mira, podría haber efectos colaterales, hoy por hoy difíciles de estimar, pero que podrían afectar el dinamismo del sector externo.
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El sólido cuadro macroeconómico hace a Chile menos vulnerable frente a cambios repentinos en el sentimiento de los mercados hacia los países emergentes
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Argentina Un año en constante lucha La política económica de Macri, en el poder desde diciembre de 2015, se ha caracterizado por una corrección gradual de los desequilibrios heredados tras 12 años de gobierno kirchnerista. Argentina estuvo viviendo por encima de sus posibilidades desde 2009 lo que, inevitablemente, se tradujo en déficits gemelos (público y exterior), aumento de la deuda y crecientes necesidades de financiación exterior. Apostar por un enfoque gradualista permitió a Macri evitar la aplicación de una dolorosa estrategia de choque, con los costes políticos y económicos que eso conlleva, y con ello mantener el respaldo del electorado en las elecciones legislativas parciales, celebradas en octubre de 2017, lo que era una condición imprescindible para seguir adelante con su programa. Durante la primera parte del mandato no fueron menores los logros alcanzados. Entre otras cosas, liberalizó el tipo de cambio, solucionó el largo conflicto de la deuda, volvió a emitir deuda en los mercados financieros internacionales con buen nivel de demanda, normalizó las relaciones con las instituciones financieras multilaterales y enderezó la situación de las estadísticas, que habían perdido toda fiabilidad bajo el gobierno anterior. Además, la buena acogida a la emisión de deuda realizada en enero de 2018 reflejaba que el ejecutivo también contaba con el apoyo de los mercados internacionales. El Gobierno realizó una emisión de bonos cuya demanda superó con creces a la oferta y a los tipos más bajos de la historia del país (el más alto, el del bono a 30 años, un 6,95%). Los ingresos recibidos con esta emisión permitían cubrir en torno a una tercera parte de las necesidades de financiación. Las agencias de calificación también reconocían los avances de la era Macri y tanto Moodys como Fitch mejoraron en un peldaño su calificación, hasta B2 y B+, respectiva-
mente, en el último trimestre de 2017. La aplicación de una política monetaria y fiscal más ortodoxa había permitido sanear, aunque quizá a un ritmo menor del necesario, parte del cuadro macro del país. Además, la economía, después de tres años seguidos de recesión, cerró 2017 con una tasa de crecimiento del 2,8%. A principios de este año todo parecía favorecer, pues, la reelección de Macri. El electorado no le había penalizado por las medidas de austeridad aplicadas hasta el momento y, además, contaba con la confianza de los mercados. Parecía que finalmente Argentina caminaba en la dirección correcta, con un ejecutivo que contaba con apoyo interno y externo. No obstante, desde entonces las cosas se han complicado mucho. El enfoque gradualista de Macri ha funcionado mientras Argentina contó con la confianza, y el dinero, de los inversores. Pero, este castillo de naipes podía desestabilizarse con relativa facilidad, máxime si, además, el país en cuestión tiene a sus espaldas el mayor default de la historia reciente. Prueba de ello ha sido la evolución de Argentina en los últimos meses, en los que el ejecutivo ha pasado de recibir alabanzas a tener que solicitar ayuda al FMI ante una venta masiva de la divisa. Las primeras dudas sobre las perspectivas de crecimiento de Argentina surgieron a principios de 2018, cuando la sequía recortó notablemente las previsiones de producción agrícola para el conjunto del año. Por ejemplo, se calcula que la cosecha de soja en la campaña de 2017/2018 ha sido un 27% menor a la anterior, la peor de los últimos cinco años; y la producción de maíz un 13% menor. Dado que ambos productos representan más del 75% de la producción total de cereales y oleaginosas y que, a su vez, el sector agrícola implica
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más de tres cuartas partes del complejo agropecuario, la pérdida total del sector alcanzará al 8% de la producción. Naturalmente, esto tuvo un gran impacto sobre el precio de los alimentos. Además, las expectativas de caída de las exportaciones generaron una presión depreciatoria sobre el peso, que comenzó a caer a partir de diciembre de 2017. Finalmente, el aumento en los precios regulados introducido a finales del año pasado con el fin de aproximarlos a su coste real y controlar el déficit público, constituye el tercer factor que alimenta las tensiones inflacionistas. A los dramáticos efectos de la sequía se sumaron los de la política de normalización monetaria de la Fed. Como era de esperar, el aumento del rendimiento de la deuda estadounidense desencadenó presiones depreciatorias en todas las monedas de la región.
No obstante, el peso argentino ha sido el peor parado: tan solo en el mes de mayo se depreció más del 20%; un duro golpe para el presidente Macri, que eliminó los controles cambiarios al asumir el cargo. La combinación de elevados déficits fiscal y externo (6,10% y 5,10% del PIB, respectivamente, a finales de 2017) junto con un sistema financiero pequeño (el crédito al sector privado es de 14,3%, mientras que en Colombia, por ejemplo, es de 42% y en Brasil, de 60%) hacen a Argentina más dependiente de la financiación externa y más vulnerable, por tanto, a los cambios en el sentimiento de los mercados. A ello se suma la ya mencionada elevadísima inflación que registra Argentina de forma crónica. En 2017 se logró contenerla hasta el 24,7% (en 2016 llegó a superar el 40%), pero este nivel está muy por encima del obje-
CRECIMIENTO TRIMESTRAL DEL PIB PORCENTAJE
Variación anual 2017
2016
5
3,5
4 3
-1 -2
2018 3,8
3,9
3,9
0,5
0,8
0,7
1,9
2 1
Variación intertrimestral
0,3
0,1
0,7
0,7 0,2
-0,7
-2,1
-1,2
-1,3
-3 -4 T1
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-3,1 T3
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Fuente: Datos Macro
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tivo fijado para el año (17%), y en 2018 se espera que supere de nuevo el 20%. Por último, otro factor que explica la mayor penalización de los mercados es el historial de impagos, que inevitablemente perjudica la confianza de los inversores. Es evidente que los desequilibrios de Argentina hacen al peso más vulnerable, sin embargo, para muchos observadores, algunas medidas de política económica, tanto monetaria como fiscal, alimentaron las dudas sobre la sostenibilidad del valor de la divisa. Por una parte, el intento desesperado del Banco Central por contener la inflación antes del verano le llevó a intervenir en los mercados cambiarios, perdiendo la credibilidad. Por otra, la decisión de comenzar a gravar a la renta financiera de no residentes (aprobada en la última reforma fiscal)
generó un masivo desarme de carteras invertidas en Letras del BCRA (Lebac). Esta liquidez en pesos también se sumó a la fuga hacia el billete verde. El Banco Central comenzó a intervenir en los mercados cambiarios a principios de marzo de 2018, decidido a enjugar la pérdida de valor del peso. La venta masiva de divisas permitió mantener la cotización artificialmente “estable” durante algunas semanas, hasta que llegó el momento, a finales de abril, en que una venta récord de dólares tuvo un efecto insignificante en el valor del peso, lo que dejó claro que el valor de la moneda argentina no era sostenible. Esto desató una venta masiva de pesos, que el Banco Central trató de contener, sin éxito, a través de una serie de subidas en cadena del tipo de interés, hasta alcanzar el 40% la primera semana de mayo.
TIPO DE CAMBIO DÓLAR / PESO ARGENTINO 2018
45 40 35 30 25 20 15 10 5 Enero
Marzo
Mayo
Julio
Septiembre
Fuente: Xe
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Llegado este punto, ante la inefectividad de todas las medidas aplicadas, Macri se vio forzado a recurrir al Fondo Monetario Internacional en busca de auxilio financiero. El mero anuncio de esta decisión permitió frenar la caída en el valor del peso argentino, que en un solo mes había perdido más de veinte puntos frente al dólar. El acuerdo, que se firmó el 7 de junio, concedía a Argentina una línea de crédito “stand by” a tres años por valor de 50.000 millones de dólares. Este tipo de acuerdo crediticio es el más habitual que concede el FMI, pero implica una mayor intervención en las políticas económicas del país que la otra opción que se valoró, la Línea de Crédito Flexible (FCL), cuya condicionalidad es menos exigente pero para la que Argentina no cumplía los requisitos. No obstante, esto no bastó para recuperar la confianza de los mercados. Apenas tres meses después, el peso inició una nueva escalada. A falta de nuevas circunstancias que lo justifiquen, la interpretación más lógica es que los mercados consideran que las medidas que puso en marcha el gobierno cuando comenzó a cuestionarse la solvencia de Argentina no han sido suficientes. En un intento de defender el peso, el 29 de agosto el presidente Mauricio Macri anunció “a bombo y platillo” que iba a iniciar negociaciones con el FMI para lograr adelantar todos los fondos necesarios para cumplir con el programa financiero hasta diciembre de 2019. El anuncio no contuvo las presiones, lo que obligó al Banco Central a sacar la artillería pesada en defensa de la divisa y volver a subir los tipos, hasta el 60% esta vez. Tras más de un mes de negociaciones, el gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional acordaron, a finales de septiembre, ampliar el préstamo “stand by” negociado en junio (de 50.000 a 57.100 millones de dólares) y un adelanto de desembolsos por
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valor de 19.000 millones de dólares para lo que resta de 2018 y 2019. Además, la financiación asociada ya no tendrá carácter precautorio, como establecía el acuerdo original, sino que podrá utilizarse como soporte presupuestario, lo que proporciona de más flexibilidad al ejecutivo. Uno de los elementos centrales del acuerdo es, precisamente, el compromiso de las autoridades de alcanzar el equilibrio presupuestario para 2019, un año antes de lo previsto, y avanzar hacia un superávit primario del 1% en 2020. Se excluye en estas metas el servicio de la deuda, que eleva el déficit en más de dos puntos porcentuales. Para conseguirlo, el Gobierno ha anunciado un nuevo plan de consolidación fiscal, aún más ambicioso que el anterior, que incluye una subida de impuestos y un severo recorte de los gastos. El Gobierno gravará las exportaciones primarias -en las que figuran soja, maíz y trigo, los tres principales cultivos- con el fin de aumentar la recaudación. Por el lado de los gastos, el mayor recorte se producirá en la inversión pública (un 0,7% del PIB), pero también se eliminarán subsidios al transporte y la electricidad (por valor de 0,5% del PIB). Con ello se pretende reducir las necesidades de financiación del gobierno y rebajar la deuda pública. La mayor parte del ajuste fiscal recaerá sobre las provincias (todas superavitarias y la mayoría en manos de gobernadores no macristas) y sobre los ciudadanos, que tendrán que pagar más impuestos. Este duro ajuste fiscal se va a traducir en una caída de la actividad económica; las autoridades manejan una contracción del 2,4% para 2018 y estancamiento de la actividad (0%) para 2019. Para suavizar los efectos sobre las clases más vulnerables, el gasto en programas sociales crecerá un 0,3% el año que viene y se ampliará el programa oficial de control de precios de los bienes de la canasta básica heredado del kirchnerismo. De hecho, el acuerdo con el FMI refleja esta preocupación
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El Gobierno argentino ha anunciado un plan de consolidación fiscal, que incluye una subida de impuestos y un severo recorte de gastos
por el impacto en la población, puesto que contempla que el gasto en asistencia social deberá permanecer por encima de cierto nivel. Además, si las condiciones sociales empeoraran, se incrementará la asignación presupuestaria para prioridades sociales y se incluirá en el Acuerdo Stand-By. Por otra parte, se ha negociado con el FMI un cambio en la política monetaria. En vista de la volatilidad registrada los últimos meses, se ha decidido reemplazar las metas de inflación por una regla simple y verificable sobre los agregados monetarios, con el fin de controlar la evolución de los precios (se prevé una tasa de inflación del 42% en diciembre de 2018). Además, se establece una banda de libre flotación entre los 34 y los 44 pesos
argentinos por dólar dentro de la cual el peso flotará libremente según la demanda en el mercado de divisas. Con el pago de la deuda asegurado y un mayor desembolso por parte del FMI en 2019, Macri confía en lograr finalmente la calma de los mercados y concentrase en recuperar la confianza de los argentinos que lo llevaron a la presidencia. Las recientes tensiones cambiarias y la necesidad de acudir al FMI despiertan antiguos fantasmas, lo que puede tener un elevado coste político. La reelección en 2019, que debería contribuir a consolidar la estabilización macroeconómica, cada vez parece más complicada, especialmente teniendo en cuenta que el programa de ajuste del FMI será duro y generará un fuerte rechazo social.
DÉFICIT DEL SECTOR PÚBLICO NACIONAL PORCENTAJE DEL PIB
Intereses
Déficit financiero
Déficit primario 7 6
5,9
6,1
1,6
2,2
5,5
5,2
5 1,4 4
2,6
3,2
3 2
3,8
4,3
3,9
1
2015
2016
2017
2,9
3,2
2018p
2019p
Fuente: Ecolatina, con datos del Ministerio de Hacienda
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México ¡Peligro! Trump México ha vivido numerosos sobresaltos en el último año y medio a causa de la elección de Trump como Presidente de EEUU, tras una campaña muy dura contra su vecino del sur, y a causa de la incertidumbre respecto a las medidas que la Casa Blanca está impulsando. En general, el cambio político en Washington afecta a toda América Latina, pero México, sin lugar a dudas, es la nación más vulnerable con diferencia, ya que alrededor de un 80% de su exportación se dirige hacia EEUU La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), promovida por el magnate americano, ha protagonizado la relación entre los dos países durante el último año. Los asuntos más espinosos han sido las reglas de origen del sector automotriz, el sistema de resolución de conflictos y la obligatoriedad de revisar el acuerdo cada cierto tiempo. El sector automotriz ha concentrado gran parte de los enfrentamientos, lo que no sorprende si tenemos en cuenta que más del 90% del déficit de EEUU con México proviene de este sector. La industria del auto en México tiene salarios muy bajos y EEUU exigía, desde un primer momento, que un porcentaje elevado (en torno al 40%) de las piezas de los vehículos fabricados en la región procediesen de trabajadores cuyo salario alcance un mínimo estipulado. Tras siete rondas y una reunión ministerial, las negociaciones quedaron bloqueadas en mayo al haberse agotado el plazo con el que contaba el Congreso americano para aceptar un cambio en el acuerdo. A finales de julio, Estados Unidos y México iniciaron conversaciones sobre asuntos bilaterales. Varios factores explican este cambio de enfoque por parte de la primera potencia mundial. Por una parte, se trata de una técnica de negociación para acelerar el proceso.
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Washington quería aprovechar la manifiesta disposición de Peña Nieto a cerrar pronto un acuerdo, antes del posible cambio de gobierno en ese país tras las elecciones presidenciales de julio. Además, las negociaciones con Canadá podían tomar mucho más tiempo debido a la influencia que tienen las provincias en la toma de decisiones. Por otra parte, las ganancias económicas en juego son mucho mayores con el socio mexicano. EEUU tiene un déficit de 17.000 millones de dólares con Canadá, versus 71.000 millones de dólares con México. Por último, en el caso de lograr un acuerdo bilateral, resultaría mucho más fácil presionar a Ottawa a aceptar ciertas condiciones, aunque sería una amenaza poco creíble teniendo en cuenta que es poco probable que Trump obtuviese luz verde del Capitolio para abandonar el TLCAN y avanzar hacia los acuerdos bilaterales. Las reuniones a dos bandas permitieron aproximar las posturas y EEUU y México alcanzaron un acuerdo el pasado 27 de agosto. Los puntos principales incluyen que la duración del tratado será de 16 años con la posibilidad de que sea revisado cada 6, y tras cumplir el plazo máximo podrá ser prorrogado otros 16 años. Ello pone fin al debate abierto por las demandas de EEUU de que cada miembro tuviera que volver a ratificar el acuerdo cada cinco años o, en caso contrario, éste expiraría (la conocida como “Clausula Sunset”). También llegaron a un compromiso en lo relacionado con las reglas de origen de la industria automotriz. El nuevo acuerdo establece que para que un automóvil fabricado en México pueda ser exportado a EE. UU. sin estar sujeto a gravamen, al menos el 75% de sus componentes deberán ser producidos en uno de los dos países (hasta ahora ese porcentaje era solo el 62,5%); el 70% del acero y
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En estas dos décadas, el volumen de intercambio comercial con EE.UU. se multiplicó por diez
aluminio del automóvil tendrá que provenir de Norteamérica y entre el 40 y el 45% tendrá que ser fabricado en zonas donde el salario mínimo sea como mínimo de 16 $/hora. Con esta medida se pretende evitar la deslocalización de la industria automotriz a las zonas de bajo coste salarial en México. Tras un mes de intensas negociaciones con Canadá, el 30 de septiembre se firmó un nuevo régimen comercial denominado Acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA). La realidad es que, además del nombre, el texto final no contiene cambios demasiado sustanciales. Canadá ha conseguido que se mantenga
el sistema de resolución de disputas (también conocido como Capítulo 19) y la protección a su industria cultural. Estados Unidos, por su parte, ha logrado un mayor acceso al sector lácteo canadiense, lo que considera un gran logro para los granjeros y productores estadounidenses, uno de los grupos más afectados por la guerra comercial con China y la UE. En lo relativo a las reglas de origen del sector automovilístico o la duración máxima (16 años) y la revisión del Acuerdo (cada seis años), Canadá se adhiere a lo ya acordado entre México y Estados Unidos. La firma se realizará antes de que el presidente mexicano Peña Nieto abandone la presidencia el próximo 1 de diciembre.
EXPORTACIONES MANUFACTURERAS Automotrices
ÍNDICE 2013 = 100
Total
Resto 160 150 140 130 120 110
90 80 2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
Fuente: Banco de México
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Unas pocas cifras pueden ilustrar la relevancia que tiene para México la relación comercial con EEUU Tras 23 años de vigencia del NAFTA, la primera potencia se ha convertido en su segundo socio comercial, al que destina el 80% de sus exportaciones. En estas dos décadas, el volumen de intercambio comercial se multiplicó por diez, y hoy en día alcanza unos 500.000 millones de dólares. Hay que tener en cuenta además, que las relaciones comerciales entre los dos países no se limitan a la exportación, sino que el acuerdo ha favorecido la imbricación de las cadenas de valor entre ambos. México tiene un superávit comercial de 60.000 millones de dólares, lo que constituye la principal queja de Trump, que considera que el tratado ha destruido empleos en su país. Por si esto fuera poco, Trump ha aplicado de manera más agresiva las leyes de inmigración. Las numerosas amenazas y declaraciones incendiarias culminaron con la decisión del presidente, en septiembre del año pasado, de poner fin al DACA (Deferred Action for Childhood Arrivals). Este programa fue instaurado por Obama para proteger de una posible deportación a centenares de miles de jóvenes inmigrantes traídos ilegalmente de niños al país. Trump dio al Congreso un plazo de seis meses para aprobar una ley que lo cerrase, pero, por el momento, no se ha logrado un acuerdo. Existen detractores a esta decisión incluso en las filas de su propio partido, así como entre su electorado, al tiempo que muchas empresas han manifestado que los denominados “dreamers” son una importante fuente de la ventaja competitiva del país. Este colectivo, que asciende a unos 800.000 jóvenes, es casi en un 80% de origen mexicano. Actualmente, no se emiten nuevos permisos, aunque los ya existentes pueden ser renovados.
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Desde entonces, la situación se ha tensado por varios episodios. Por una parte, en las negociaciones del DACA ha entrado la cuestión de la financiación del muro que habría de separar a EEUU de México, algo que los demócratas rechazan frontalmente. Por otra, en mayo de 2018 el ejecutivo americano anunció una política de “tolerancia cero”, lo que implica que se va a procesar a todos los inmigrantes indocumentados que crucen ilegalmente la frontera, y, en caso de estar acompañados de menores, se les está separando de ellos. Esta medida ha despertado mucho rechazo social. A la incertidumbre acerca de la renegociación del NAFTA y de la propia relación con EEUU se ha sumado la contienda electoral por la presidencia, que se celebró el pasado 1 de julio. Andrés Manuel López Obrador, el líder de Morena (Movimiento Regeneración Nacional), se impuso con el 53% de los votos frente a sus dos rivales principales, Ricardo Anaya (al frente de una coalición de partidos de centroderecha, centroizquierda y centro) y José Antonio Meade (el candidato del PRI). Además de elegir al presidente, los mexicanos elegían el primer Congreso de 500 diputados y 128 senadores; gobernadores en nueve de los 32 estados del país; más de 1.600 alcaldías y cerca de 1.000 diputados locales. La victoria de Morena en cinco de los nueve Estados constata el cansancio de los mexicanos con las formaciones tradicionales, fundamentalmente el PRI, que ha sufrido el mayor batacazo político de su historia. Los escándalos de corrupción, junto con el sentimiento generalizado de que Peña Nieto ha fracasado en controlar el conflicto interno derivado de la lucha entre los grupos de delincuencia organizada por el control del territorio y los mercados ilegales, han minado la po-
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pularidad del partido de presidente. López Obrador comienza ahora un nuevo capítulo en la historia política de México que se anticipa muy complicado. El nuevo presidente deberá hacer frente a una corrupción rampante; a unas cifras de crimen y delincuencia que no dejan de crecer y que, de hecho, se ha llevado por delante nada menos que a 112 políticos en esta campaña presidencial; a una economía en la que la inversión y el crecimiento no terminan de despuntar y, probablemente, el reto más complejo, al desafío proteccionista de Estados Unidos, que puede suponer un desastre económico para el país.
El peso no ha sido inmune a todo esto y se ha depreciado en los meses de abril y mayo. Todo apunta a que pueden volver a repetirse episodios de volatilidad muy en paralelo a los vaivenes que se produzcan en las turbulentas relaciones con la primera potencia mundial. La incertidumbre está lastrando el crecimiento y la actividad económica, si bien de momento de forma moderada. En 2017 se registró un crecimiento del 2%, el más bajo de los últimos 4 años, que se notó sobre todo en la actividad industrial y en una leve desaceleración del sector servicios. En el primer trimestre de 2018 el PIB creció un 2,4%, un resultado bastante favorable
TIPO DE CAMBIO REAL MULTILATERAL ÍNDICE ENERO 2008 = 100
Estados Unidos
México
180 Depreciación
160 140 120
80 60 1992
1994
1996
1998
2000
2002
2004
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Fuente: Bank for International Settlements
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si se tiene en cuenta la incertidumbre comercial y política, y que parece poner de manifiesto la madurez de la economía mexicana. Las previsiones para el conjunto de este año se sitúan en torno al 2,2%. No obstante, de cara al año que viene se espera que el crecimiento se resienta algo más. De hecho, el FMI recortó en octubre las previsiones para 2019 al 2,5%, medio punto menos que a comienzos de año. El organismo internacional considera que la evolución económica puede verse empañada por las tensiones comerciales así como por el programa de políticas del nuevo gobierno, el cual estará encabezado por el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Ahora bien, no hay que olvidar que México presenta fortalezas que deberían permitirle afrontar un shock exterior, incluso de cierta gravedad, con solvencia. Su situación macroeconómica es razonable, cuenta con un tipo de cambio flexible que ayuda a corregir los desequilibrios externos y tiene un buen volumen de reservas. Asimismo, las autoridades cuentan con un programa de cobertura de riesgos cambiarios a través de derivados y, por último, el país tiene firmado un acuerdo de Línea de Crédito Flexible con el FMI. Sin embargo, a pesar de todas las precauciones, si estallara una crisis comercial de gravedad con EEUU, el daño a la economía podría ser muy notable, y el potencial de crecimiento podría decaer sustancialmente, lo cual es un problema muy serio para un país que ya de por sí se ha distinguido por mantener registros de crecimiento mediocres en los últimos tiempos.
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México presenta fortalezas que deberían permitirle afrontar un “shock”exterior con solvencia
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Cuba Al son de los Castro La llegada de Miguel Díaz-Canel a la presidencia, en abril de 2018, supone el nombramiento de un jefe del Estado cubano que no pertenece a la familia Castro por primera vez en casi 60 años. Además, con sus 57 años, es también el primer presidente de Cuba nacido después de la revolución de 1959. Se trata, además, de un hombre del régimen, escogido y formado por Raúl Castro, que escaló puestos dentro del aparato del Partido Comunista hasta llegar a ser primer vicepresidente, pasando antes por los puestos de Secretario y ministro de Educación. En cualquier caso, este último, que sustituyó a su hermano Fidel cuando este enfermó en 2006, seguirá llevando las riendas del poder, al mantenerse hasta 2021 como secretario general del Partido Comunista de Cuba. Las palabras de Díaz-Canel al tomar posesión fueron muy ilustrativas: “Castro encabezará las decisiones de mayor trascendencia para el presente y el futuro de la nación”. También dijo que en Cuba no hay “espacio para una transición” o una “restauración del capitalismo”. La llegada de Trump a la Casablanca supuso el fin del deshielo en la relación entre ambos países, que tantas esperanzas había despertado, tras más de medio siglo de ruptura. Los acercamientos producidos durante la administración Obama y las expectativas de una mayor apertura por parte cubana pronto se truncaron. El punto de inflexión, después de meses de paulatino aumento de tensión, llegó con el caso de los supuestos ataques sónicos contra diplomáticos americanos en La Habana en agosto de 2017. Trump responsabilizó a Cuba por su incapacidad para pro-
teger a sus ciudadanos. No obstante, después de un año de una investigación que se ha apoyado en las capacidades de inteligencia, defensa y tecnología de múltiples agencias del gobierno estadounidense, el FBI no ha podido determinar quién podría haber atacado a los diplomáticos, ni qué tipo de arma o aparato podrían haber usado. Ni siquiera se excluye la posibilidad de que al menos alguno de los estadounidenses no hubiera sufrido ataque alguno11. Parece, pues, que el caso era el pretexto perfecto para acabar con otro de los legados de Obama. Como era de esperar Trump no ha necesitado pruebas para tomar represalias. En septiembre de 2017 Washington redujo más de la mitad de su personal diplomático en Cuba, canceló por “tiempo indefinido” la tramitación de visados, y advirtió a los ciudadanos estadounidenses de los peligros que podían correr en caso de visitar la Isla. En noviembre dio un paso más al limitar los viajes a la isla y prohibir el flujo comercial con Gaesa, el consorcio empresarial de los militares cubanos, que controla el 60% de la economía. A la creciente tensión con Trump se suma el hundimiento de la economía venezolana, que había sido el sostén de Cuba durante los últimos años, un papel que no puede jugar en las circunstancias actuales. Según algunas fuentes, entre enero y mayo de 2018 la petrolera estatal venezolana, PDVSA, ha comprado cerca de 440 millones de dólares en crudo extranjero y lo ha enviado directamente a Cuba en condiciones flexibles de crédito, que a menudo implicaron pérdidas. Venezuela siempre ha señalado que importaba
11. De hecho, existen declaraciones de diplomáticos que, en condiciones de anonimato, señalan que se les diagnosticó como afectados por el ataque cuando no habían sentido ningún efecto.
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Las sanciones estadounidenses y el temor cubano a las reformas económicas han desincentivado nuevamente la inversión extranjera
petróleo para mezclarlo con su propio crudo extrapesado, con objeto de mejorar su calidad y obtener un producto exportable. No obstante, parece que actualmente está comprando a precios de mercado para entregarlo a sus aliados cubanos en envíos que no pasan ni siquiera por Venezuela. Ello evidencia, por una parte, la preocupante situación del sector energético venezolano y, por otra, que este apoyo a Cuba es poco sostenible en el tiempo, en vista de la crisis económica y humanitaria que sufre su mayor aliado. Cuba consume unos 170.000 barriles de crudo al día y solo produce alrededor de 50.000. Venezuela ha compensado la diferencia, e incluso antes proveía de suficiente crudo para cubrir todas las necesidades de la isla, lo que permitía a Cuba reexportar parte de ese petróleo con beneficios y pagarlo a través de mecanismos muy subsidiados. Las sanciones estadounidenses y el temor cubano a las reformas económicas han desincentivado nuevamente la inversión extranjera, que durante el acercamiento de Obama cobró cierto ímpetu. Algunas empresas estadounidenses han sido reacias a correr riesgos, en especial dada la hostilidad de Trump. El turismo se ha resentido también. Durante marzo de este año, el número de visitantes de Estados Unidos disminuyó más del 40% en comparación con 2017. Esto se debe en parte a las advertencias de seguridad emitidas por Washington y en parte a las restricciones a los viajes aplicadas por Trump. A lo anterior
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se añade la decisión del gobierno cubano de no dar nuevos permisos a los llamados “cuenta propistas”, los que se ocupan en una actividad independiente en el sector privado. No es una sorpresa, por tanto, que las expectativas económicas sean poco prometedoras. Para este año el crecimiento podría estar en torno a un 1,6%. A medio largo la conjunción de la creciente tensión con la primera potencia mundial, la limitada capacidad de apoyo de Venezuela y la política de continuidad que apunta el nuevo presidente, hace que la situación de la isla se presente muy complicada.
CUBA PRODUCE
50.000 Y CONSUME
170.000 BARRILES DE CRUDO AL DÍA
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Venezuela Al borde del abismo Hace tres lustros, Venezuela era uno de los países más prósperos de América Latina. Hoy se halla entre los más pobres. Y la tendencia sigue siendo desfavorable, de tal forma que el dramático deterioro de la situación económica y política está hundiendo cada vez más a Venezuela en un desastre con pocos precedentes, salvo casos de guerra. La situación lleva tiempo siendo insostenible, pero el férreo control de las instituciones por parte de los chavistas y su resistencia a adoptar cualquier cambio de política económica están retrasando el inevitable ajuste, que será más difícil y costoso cuanto más tarde en llegar.
Las políticas de expansión continua del gasto público y la penalización a la actividad privada se pudieron sostener durante una década larga gracias a la gran subida del precio del crudo experimentada durante los primeros años del siglo XXI, que dotaba de enormes volúmenes de ingresos a las autoridades de esta nación petrolera. El coste de dichas políticas fue el incremento de la dependencia del conjunto de la actividad económica respecto del petróleo. En estas circunstancias, cuando el precio del barril comenzó a caer a partir del verano del 2014, la nación se hundió en una recesión que no
PRODUCTO INTERIOR BRUTO REAL VARIACIÓN INTERANUAL
15 10 5
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Fuente: Haver, IIF
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ha hecho más que agravarse desde ese momento, en gran medida por la ausencia de rectificación de la política económica. Aunque no hay cifras fiables, algunos datos bastan para ilustrar lo dramático de la situación. Se calcula que el PIB cayó en torno a un 15,5% en 2017, una cifra desorbitada. Es más, la caída acumulada del producto desde 2013 podría superar el 35%. La industria petrolera se ha colapsado como resultado de una gestión inadecuada, conflictos laborales recurrentes y una inversión insuficiente. A finales del
año pasado la producción de petróleo apenas alcanzaba el millón de barriles por día, unos 216.000 b/d menos que en 2016. Se calcula que en 2018 se perderán en torno a otros 250.000 y, si se sigue por este derrotero, no se llegará a un millón de barriles para 2020. Los recursos generados por Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) se destinan casi en su totalidad a alimentar los presupuestos del Estado, y poco queda para asegurar el mantenimiento y la renovación de los equipos de extracción. Venezuela tiene las reservas probadas de hidrocarburos más importantes del mundo, pero también tiene el
PRODUCCIÓN DE PETRÓLEO MILLONES DE BARRILES DIARIOS
Producción de petróleo Precio del barril de Brent, en dólares (eje derecho)
2,6
140
2,4
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Fuente: Bloomberg, IIF
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ratio más bajo entre producción y reservas (0,5%). El nombramiento de militares sin experiencia en la industria para gestionar la compañía no anuncia mejores tiempos. El objetivo de producción para finales de 2018 (2,4 mill. b/d) es inalcanzable, y aun así, no sería suficiente para cubrir las necesidades de PDVSA y del país. La caída de las exportaciones petroleras (que representan el 95% del total) y el limitado acceso a las divisas ha forzado una notable caída de las importaciones, lo que se ha trasladado a una insuficiencia de insumos en las empresas y, por tanto, a un colapso de la actividad económica. Las cifras de inflación también son dramáticas. Según el FMI, Venezuela ha entrado definitivamente en una fase de hiperinflación comparable a la que se vivió en Argentina (1989-90) o en la República de Weimar (1921-23). Se calcula que el crecimiento de los precios en 2018 alcanzará el 13.864% y para 2019 estará cerca del 13.000%. Por si esto fuera poco, las sanciones americanas han reducido la capacidad del ejecutivo para vender activos y emitir deuda. Trump ha firmado en mayo de 2018 una orden ejecutiva para limitar la capacidad del Gobierno de Nicolás Maduro de vender activos estatales, incluida deuda pública y bonos de PDVSA. Según el ejecutivo americano, el objetivo es evitar que Maduro venda activos públicos venezolanos a cambio de sobornos. Las sanciones no afectan a las transacciones petroleras, por lo que el crudo venezolano continuará exportándose a EEUU
La caída de las exportaciones petroleras y el limitado acceso a las divisas ha forzado una notable caída de las importaciones, lo que se ha trasladado a una insuficiencia de insumos en las empresas y, por tanto, a un colapso de la actividad económica
En este contexto, y dado el limitado acceso a financiación exterior, no sorprende que el gobierno acumule retrasos en el pago del servicio de la deuda. Según el
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Banco Central de Venezuela, el país dejó de pagar a los tenedores de bonos en septiembre de 2017. Los vencimientos de deuda del cuarto trimestre representaban 890 millones de dólares y solo se desembolsaron 134 millones de dólares. Maduro anunció el 2 de noviembre de 2017 que el país reestructuraría sus deudas tras realizar un último pago de un bono adeudado por PDVSA. Poco después, Standard &Poor’s (S&P) declaró a Venezuela en suspensión de pagos al no atender los vencimientos de la emisión de bonos a 2025 y 2026, y empeoró su rating hasta SD (Selective Default). Para más inri, en mayo de este año el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció que no
otorgará más préstamos a Venezuela hasta que salde los pagos en mora que tiene con el organismo. La deuda de Caracas con el BID asciende a 2.011 millones de dólares. La deuda externa de Venezuela asciende a unos 145.000 millones de dólares. De ese monto, alrededor de 64.000 corresponden a títulos de deuda emitidos por el Gobierno y PDVSA. El resto corresponde a créditos con China y Rusia. Por el momento, el país ha alcanzado un acuerdo con Rusia para la reestructuración de la deuda, superior a 3.000 millones de dólares, que el país latinoamericano tiene con Mos-
CALENDARIO DE PAGOS DE LA DEUDA Soberano
MILES DE MILLONES DE DÓLARES
PDVSA
2,0
1,5
1,0
0,5
0 Oct
Nov
Dic
Ene
Feb
Mar
Abr
May
Jun
Jul
Ago
Sep
Oct
Nov
Dic
Fuente: Bloomberg, IIF
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cú. El calendario de pagos de 2018 es muy exigente: unos 8.200 millones de dólares anuales entre principal e intereses del soberano y de la empresa petrolera nacional, PDVSA. Por su parte, las reservas de divisas han caído hasta los 8.870 millones de dólares, el nivel más bajo en 24 años, así que parece casi imposible que Venezuela pueda satisfacer los pagos ligados a ese calendario. El impago generalizado de la deuda exterior parece cada vez más probable y más próximo, y será otro grave foco de problemas que podría reducir aún más el acceso a divisas, y deteriorar aún más la situación. Las autoridades están recurriendo a todo tipo de medidas para evitar el default. Por ejemplo, en febrero de este año lanzaron una emisión de criptomonedas (el petro), basadas en la tecnología de blockchain y respaldada por 5.000 millones de barriles de petróleo de reservas probadas del Orinoco. Esta medida perseguía dos objetivos: en primer lugar, evitar las sanciones de Washington relativas a los movimientos financieros; en segundo, constituye una maniobra desesperada para alimentar las reservas de divisas. La oposición considera que la emisión de la criptomoneda es una manera ilegal de emitir deuda pública. El Tesoro norteamericano ha dejado claro que el petro viola la prohibición de comerciar con deuda venezolana.
extendió durante 60 días más el estado de excepción y de emergencia económica. Hasta la fecha, se ha recurrido a declarar el estado de excepción en 12 ocasiones, lo que autoriza al presidente a dictar las medidas de carácter social, económico, político y jurídico que estime convenientes.
Todo lo anterior refleja, en definitiva, un desastre económico de enormes proporciones, que está hundiendo el poder adquisitivo de los venezolanos. Como consecuencia, la población sufre una grave crisis humanitaria, con desabastecimiento de productos básicos como comida y medicinas, al tiempo que se están disparando los índices de criminalidad. No sorprende tampoco el flujo de emigrantes que están colapsando la frontera con los países vecinos. En mayo, el ejecutivo
8.870
La situación política, al igual que la económica, sufre un deterioro constante. En mayo de 2018, tal y como se esperaba, Nicolás Maduro ganó las elecciones presidenciales, supuestamente con el 67,7% de los votos, frente al 21,2% de Falcón, el único candidato alternativo. Tanto la oposición como la comunidad internacional han denunciado irregularidades y la ausencia de unas mínimas garantías democráticas. De hecho, los principales partidos de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ahora agrupados en el Frente Amplio, rehusaron presentarse y llamaron al pueblo venezolano a la abstención, que ha alcanzado cifras récord. Según el Consejo Nacional Electo-
RESERVAS DE DIVISAS:
MILLONES DE DÓLARES
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La comunidad internacional amenaza con recrudecer las sanciones, lo que, por el momento, no ha logrado cambiar la actitud del chavismo.
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ral, la participación ascendió al 46%, aunque según otras fuentes podría haber sido de apenas el 33%. Así pues, Maduro ocupará el cargo hasta 2025, tras unas elecciones que no hacen sino agravar la dramática situación que vive el país. La oposición reclama que se celebren unas votaciones justas a finales de este año, algo que parece poco factible. La comunidad internacional, por su parte, amenaza con recrudecer las sanciones, lo que, por el momento, no ha logrado cambiar la actitud del chavismo. Las preguntas, en la situación actual son, en primer lugar, cuánto tiempo podrá continuar la nación en estas circunstancias antes de que el cataclismo económico cause un colapso político. En segundo lugar, el alcance que tendrá dicho colapso. De momento, ya se están produciendo oleadas de manifestaciones acompañadas de numerosos episodios de violencia, y la situación es tan compleja que su evolución resulta tan preocupante como impredecible. El futuro del país se presenta sombrío, con pocas alternativas. Incluso con la subida del precio del crudo, la situación productiva es tan mala que no va a tener un impacto sustancial. En consecuencia, la recuperación del país será muy difícil: ha desaparecido buena parte del tejido productivo, muchos profesionales y jóvenes han emigrado y los servicios públicos se encuentran en condiciones muy preocupantes. En definitiva, Venezuela se encuentra en una situación alarmante, en la que resulta muy difícil pronosticar cuál será la vía de salida de la crisis económica y política actual.
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La región ha mostrado más resistencia a la caída de las materias primas y hay razones para el optimismo
Conclusión La recuperación de Latinoamérica se enfrenta a importantes obstáculos, tanto coyunturales como estructurales. La normalización de la política de la Fed ya ha generado notables presiones depreciatorias sobre muchas divisas emergentes y todo apunta a que estos episodios se repetirán conforme prosigan las subidas de tipos y, por tanto, continúe aumentando el atractivo del dólar y de la deuda americana. A ello se suma la amenaza de un creciente proteccionismo comercial por parte de EEUU, lo que podría tener efectos muy negativos no solo para esta región (muy dependiente del sector exportador) sino a nivel global en el caso de que se desate una guerra comercial. En el plano interno, la intensa agenda electoral de este año y del año que viene es una importante fuente de incertidumbre. No se descarta en algunos casos un viraje hacia la izquierda (con México y Argentina como claros exponentes). En este caso, la continuidad de las políticas económicas ortodoxas dirigidas a reducir los elevados niveles de deuda pública y externa puede quedar amenazada.
de las materias primas. La flexibilidad de los tipos de cambio, la aplicación de unas medidas de política económica más adecuadas junto con una situación de partida más saneada que en episodios anteriores, han permitido cerrar 2017 con una tasa de crecimiento positivo. Además, varios países cuentan con programas de ajuste fiscal, el ritmo de crecimiento de la deuda pública se ha ralentizado y muchos han realizado un notable esfuerzo para ajustar sus cuentas externas. No cabe duda de que la región navega en la dirección correcta. Aunque los vientos de cola se están debilitando y las aguas no están en calma, afortunadamente, el barco es mucho más resistente que en épocas anteriores. La región exhibe ahora fortalezas que no tenía durante la crisis de los ochenta. Con pocas excepciones, los países tienen más instrumentos disponibles, han comprendido la importancia de la estabilidad macroeconómica y las instituciones financieras y monetarias están realizando su trabajo. Pese a los riesgos que se avecinan, éstas no son pocas razones para el optimismo.
Mirando a largo plazo, la región presenta una serie de deficiencias estructurales que limitan su crecimiento potencial y dificultan el proceso de convergencia. Los bajos niveles de inversión y productividad, en un contexto de elevada informalidad, sistemas financieros pequeños e ineficientes, sonados escándalos de corrupción y falta de seguridad jurídica penalizan el crecimiento. No obstante, la región ha demostrado una mayor resistencia que antaño a la notable caída del precio
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Turquía y el conflicto sirio
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La reconfiguración geopolítica en Oriente Medio Desde que en enero de 2011 la primavera árabe estalló en Túnez con el suicidio a lo bonzo de un vendedor ambulante para protestar contra el régimen del presidente Ben Ali, el Medio Oriente y el Norte de África, que históricamente nunca se han caracterizado por ser oasis de paz, se han vuelto a convertir en un hervidero. Han caído los dictadores en tres países árabes, reemplazados, en Túnez, por un régimen que responde a estándares democráticos occidentales; en Egipto, por un nuevo dictador; y en Libia, por la desaparición pura y simple del Estado. En las zonas que fueron las últimas posesiones del Imperio Otomano antes de que éste se desmoronase tras el fin de la Primera Guerra Mundial la situación es mucho más grave. Siria y Yemen padecen largas y cruentas guerras civiles; y el relativo éxito temporal del autoproclamado Estado Islámico (movimiento yihadista de una radicalidad y crueldad raramente vista, superando con creces a Al Qaeda y a los talibanes) puso en peligro la integridad del Estado iraquí, una nación cogida con alfileres desde el derrocamiento de Sadam Hussein. Con todo ello, se han azuzado los odios históricos entre suníes y chiitas, lo que ha desembocado en nuevos enfrentamientos indirectos entre Arabia Saudí e Irán. En una zona geográfica donde desde el hundimiento del Imperio turco la inestabilidad ha sido la regla, la situación ha degenerado de tal manera que se ha pasado de conflictos menores de corta duración a guerras totales, que han acarreado un sinfín de víctimas militares y civiles y la destrucción de gran parte de la sociedad civil. Parece necesario recordar las raíces históricas del caos actual. Cien años después, aún se pagan las consecuencias de la intentona de Inglaterra y Francia de repartirse los restos del Imperio Otomano. La
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desintegración parcial de Iraq y Yemen o el conflicto kurdo son consecuencia directa de aquellas decisiones; pero en estas líneas nos vamos a detener en la guerra civil siria. En términos de análisis geopolítico, una de las principales novedades de la situación actual es la intervención directa en el conflicto de Turquía, que ha cambiado radicalmente la estrategia de su política exterior; de la política de “cero problemas” con los vecinos ha pasado a reivindicarse como potencia regional, y persigue unos objetivos al margen de sus aliados de la OTAN. El presidente Recep Tayyip Erdogan, con los amplios poderes que le otorga la nueva constitución, se parece cada vez más a un nuevo sultán, dispuesto a defender los intereses de su país allende sus fronteras y, si es necesario, con las armas. Para llegar a esta situación, el presidente turco ha tenido que eliminar la resistencia interna del ejército “kemalista”, una guerra que tenía que ganar para asegurarse la permanencia en el poder. Pero Turquía tiene dos vecinos incómodos, Rusia e Irán, que no están dispuestos a dejarle actuar a sus anchas. El resurgimiento de Rusia como audaz potencia militar en Oriente Medio nos retrotrae a los años de la guerra fría, cuando la Unión Soviética intervenía en Afganistán o mandaba misiles a Cuba, suministrando armas a todo el que se opusiera a EEUU. Esta vez, Vladimir Putin ha adoptado como estrategia el apoyo al dictador sirio para reafirmar su liderazgo en la región en oposición a Occidente. El presidente ruso recuerda todos los días, para el que lo hubiese olvidado, que Moscú no tiene ni amigos ni principios, solo intereses. Para finalizar, analizaremos brevemente el papel que está teniendo Irán en el conflicto sirio y sus enrevesadas relaciones con Turquía, el segundo competidor suní en la región, a gran distancia del gran enemigo saudí.
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Un poco de historia: la caída del Imperio otomano, en el origen del conflicto de Oriente Próximo Allá por enero de 1918, en un arranque de ironía, Georges Clemenceau dijo, cuando Woodrow Wilson enunció los catorce puntos que debían regular las relaciones internacionales, que “Dios solo tenía diez”. El primero de estos puntos planteados por el presidente norteamericano era que se tenía que abolir la diplomacia secreta; eso da idea de la importancia, y de las negativas consecuencias, que esta práctica había tenido. En esa época, lo normal era que los tratados fuesen concluidos a puerta cerrada entre plenipotenciarios, y que no se tuvieran en cuenta los intereses ni la voluntad de los pueblos sobre los que se decidía. El mejor ejemplo de esta manera de proceder fue el tratado Sykes-Picot, firmado el 16 de mayo de 1916, por el cual los aliados franceses y británicos prepararon el reparto del Imperio Otomano para cuando finalizase la Gran Guerra. Gran Bretaña, la primera potencia marítima de aquel tiempo, buscaba poder controlar el petróleo de Mesopotamia y asegurarse la tranquilidad de la ruta hacia la India. Basándose en las relaciones privilegiadas que Francia tenía con los cristianos del Líbano, la potencia colonial gala estaba convencida que podía parar los pies al aliado-adversario británico en Oriente Próximo. Los historiadores cuentan que los firmantes del acuerdo iban más o menos por libre. Mark Sykes, autor de obras consideradas hoy fantasiosas sobre el Imperio Otomano, se hacía pasar por un gran experto de la región, pero no hablaba ni árabe ni turco.
En el tratado Sykes-Picot de 1916, los aliados franceses y británicos prepararon el reparto del Imperio Otomano, que está en el origen del caos actual de Oriente Medio
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François Georges-Picot, por su parte, era cónsul de Francia en Beirut y tomaba decisiones de gran calado diplomático sin consultar con su Gobierno, tales como la de convencer a los griegos de que armaran a los cristianos del Líbano para atacar las fuerzas otomanas. Estos dos personajes trazaron con un lápiz sobre un mapa el límite de las zonas de influencia de las dos potencias coloniales, a uno y otro lado de una línea diagonal que iba desde la costa mediterránea hasta la frontera con Persia (“De la A de Acre a la K de Kirkuk”. La frase se atribuye a Mark Sykes). Al norte de esta frontera se situaba el Líbano y Siria, que quedarían bajo mandato francés; al sur, en Mesopotamia, en el norte de la Península Arábiga y en Transjordania se estableció el control británico. En este reparto, Palestina se situaba bajo administración internacional, y la Rusia de los zares se adjudicaba el control de Estambul (y, por tanto, de los estrechos turcos) y de Armenia, mientras se urdía la revolución comunista que marcaría el siglo XX. Las negociaciones continuaron hasta 1923, ya sin la participación de Moscú, y las dos potencias coloniales de dedicaron, hasta que empezó la Segunda Guerra Mundial, a reprimir sin miramientos las revueltas populares que el trazado de la frontera generaba, en particular en Siria e Iraq. La “línea en la arena” de los dos diplomáticos europeos, la misma que ha cuestionado la organización yihadista del Estado Islámico, ha arrastrado los gérmenes de la desestabilización por Oriente Medio en los últimos cien años. El miedo a una sublevación de las poblaciones árabes contra los imperios coloniales siempre existió,
fuese quien fuese la potencia ocupante, y en esa época cada una intentaba inclinarlas a su favor. El sultán otomano, que también tenía el estatuto de califa, lanzó en su momento una llamada a la guerra santa (yihad) contra franceses y británicos. Estos últimos, por su parte, habían instigado una revuelta árabe contra los turcos dirigida por Husein, el jerife de La Meca1 y segunda autoridad religiosa después del califa, a cambio de crear un gran Estado árabe unido, desde Siria hasta el Yemen. En ese contexto, y para obtener la adhesión de las comunidades judías occidentales, el Foreign Office también prometió la creación de un hogar nacional judío en Palestina. Así pues, la política británica dio cuerpo a tres proyectos simultáneos muy difícilmente conciliables: el reparto colonial con zonas de influencia francesas y británicas; una construcción nacional que tomara en cuenta las aspiraciones árabes; y el proyecto sionista. En las negociaciones de la posguerra, se refinó el pacto original y se acordó que Palestina y la ciudad de Mosul quedasen bajo control británico, a cambio de la participación francesa en la futura Iraq Petroleum Company, que era dueña del monopolio de la exploración y explotación del petróleo en la región. En 1920, el tratado de San Remo otorgó el mandato sobre los países de reciente creación a las dos potencias coloniales, contra la voluntad de la inmensa mayoría de árabes y, evidentemente, de los turcos. En las mismas fechas, con el tratado de Sèvres, los aliados intentaron desmantelar Anatolia, creando un Estado kurdo y ampliando las fronteras de Armenia. Las fuerzas griegas ocuparon Esmirna, los franceses
1. Husein ibn Ali fue el último jerife de La Meca. Tras la rebelión de 1916 se proclamó “rey del país de los árabes”, pero su mandato fue efímero. Las ciudades santas fueron ocupadas al poco tiempo por la familia Al Saud, que gobernaba otra región de la península Arábiga, lo que constituye el nacimiento de la actual Arabia Saudí. Dos de sus hijos, Faisal y Abdalá, fueron los primeros reyes de Iraq y Transjordania, los dos nuevos países “inventados” en el proceso de reparto de influencia de las potencias coloniales. Abdalá es el bisabuelo del actual rey de Jordania.
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La “línea en la arena” de los diplomáticos europeos ha arrastrado los gérmenes de la desestabilización por Oriente Medio en los últimos cien años
ACUERDO SYKES-PICOT (1916) REPRESENTACIÓN SOBRE LOS LÍMITES DE LOS ESTADOS ACTUALES
Ankara Zona exclusiva francesa
TURQUÍA
Zona exclusiva británica
Diyarbakir Alepo
SIRIA Beirut
Jerusalén El Cairo
A
Damasco Ammán
JORDANIA
B
Zona de control internacional
Mosul Kirkuk
IRAQ
A
Zona de influencia francesa
B
Zona de influencia británica
Bagdag
IRÁN Kuwait
EGIPTO
ARABIA SAUDÍ Fuente: Wikipedia
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Con Mustafá Kemal nace la Turquía moderna, una nación que será referencia de modernidad en la región, con una impronta laica impuesta por su fundador y un ejército potente
la Cilicia y todos juntos ocuparon Estambul. Fue entonces cuando Mustafá Kemal, el general que había defendido el estrecho de los Dardanelos, se puso al mando del ejército turco y desencadenó la “guerra de la independencia”. El tratado de Sèvres quedó sin aplicación y en 1923, con el Tratado de Lausana, se reconoció la República Turca prácticamente en sus fronteras actuales. También se entierran definitivamente las aspiraciones del pueblo kurdo a tener un Estado propio. En esos mismos años se crearon países tales como Iraq, Jordania, Yemen, Siria, Arabia Saudí. Con Mustafá Kemal nace la Turquía moderna, una nación que será una referencia de modernidad en la región, con una impronta laica impuesta por su fundador y un ejército potente y bien organizado sobre el que se apoyó Occidente durante los años de la guerra fría. La Turquía actual es el fruto de la tensión que sigue existiendo en todos los países de la región entre dos visiones antagónicas de lo que debe ser el Estado: la de los partidarios del Estado laico de tipo “kemalista” o “baasista”2 y la de los partidarios de estructuras políticas y jurídicas que respeten los principios del Corán. La historia turca de estos últimos años -que ha desembocado en la apretada victoria del “si” en el referéndum para la reforma de la Constitución del 16 de abril de 2017- demuestra que la pugna no cesa y que sus implicaciones sobre los equilibrios geoestratégicos de Oriente Medio son fundamentales.
2. El partido Baas fue en su origen una formación política de carácter mayoritariamente laico e ideología socialista, nacionalista árabe y panarabista. El partido Baas llegó al poder en Siria y en Iraq en los años 60.
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El control del ejército, paso previo al cambio de estrategia exterior de Turquía No se puede comprender la evolución de la estrategia geopolítica de Turquía sin analizar cómo el AKP, partido islamista moderado que encabeza Recep Tayyip Erdogan, ha conseguido controlar todos los resortes del poder y, sobre todo, al ejército kemalista. La tentativa de golpe de Estado del 15 de julio de 2016 nos ha recordado hasta qué punto el ejército turco ha sido un actor de peso en la historia del siglo XX, capaz de modificar los equilibrios políticos del país. Las fuerzas armadas turcas son, con 800.000 soldados y más de 1,5 millones de reservistas, el octavo ejército mundial y el segundo de la OTAN después del de EEUU. Durante los años de la Guerra Fría se consideró al país otomano como la primera línea de defensa contra un posible ataque de la extinta Unión Soviética. Sus tropas han intervenido en calidad de fuerza de paz al servicio de la ONU en multitud de conflictos (Afganistán, Somalia, Kosovo), pero también mantienen ocupada (o están estacionadas, según se analice el conflicto chipriota) la parte norte de Chipre. Tiene una gran experiencia de combate, en particular por sus intervenciones desde 1984 contra las milicias kurdas en la propia Turquía. Un hecho menos conocido es que su presupuesto representa más del 3% del PIB (25.000 millones de dólares), y es un actor fundamental de la economía gracias a la industria de defensa que ha generado y al control de varias instituciones financieras importantes (fondos de pensiones, bancos, etc.). Sobre estos fundamentos, el militar y el económico, se erigía su influencia sobre la vida política turca. Tradicionalmente, se ha considerado como el garante de la herencia de Mustafá Kemal Ataturk, en particular en lo referente a la salvaguarda de la laicidad del Estado y a la defensa de la integridad territorial de Turquía. El ejército turco protagonizó varios golpes de
Estado (1960, 1971 y 1980), y, posteriormente, ejerció una influencia algo más sutil, en parte, en atención al acercamiento de Turquía a la UE, que requería que el ejército no estuviera involucrado en la vida política para validar el carácter democrático del país. Aún así, consiguieron en 1997 derrocar al Gobierno del islamista moderado Necmettin Erbakan un año después de su llegada al poder por las presiones del Consejo de Seguridad Nacional, controlado por los militares, y por el miedo de la sociedad civil a ver desaparecer los fundamentos laicos del Estado. Este episodio marca el nacimiento del Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi- AKP) de Recep Tayyip Erdogan, una escisión del partido de Erbakan, que los militares habían logrado ilegalizar. Erdogán llegó al poder como Primer Ministro el 11 de marzo de 2003 y evitó durante años la confrontación directa con el ejército con una estrategia de contención, aplicando reformas jurídicas e institucionales progresivas que iban limitando su poder. Apoyándose en la negociación de adhesión a la UE, impuso la desmilitarización de las instituciones civiles y un mayor control del ejecutivo sobre los temas de defensa. Impidió que los militares impusieran sus decisiones en los Consejos de Ministros e intervinieran en la definición de las políticas nacionales; dejaron de participar en el Consejo de Enseñanza Superior, terreno habitual de enfrentamiento entre kemalistas e islamistas; o en los órganos de decisión del sector audiovisual público; y se impidió que los tribunales militares juzgaran a los civiles, un arma habitual de represión durante los años 80 y 903.
3. Como reacción contra este trabajo de desgaste, el ejército multiplicó las intervenciones públicas y las críticas contra las reformas; de alguna manera, se comportaba como una especie de partido político, una actitud que violaba su propio reglamento, que le impide, en teoría, tener ideas políticas o intervenir en el debate político.
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Junto con esta batería de reformas jurídicas, Erdogan utilizó los medios de comunicación para desprestigiar a ciertos oficiales. En 2007, el escándalo de la “red Ergenekon” provocó la detención de unos doscientos militares, entre ellos tres generales. Se trataba, según el Gobierno, de una conspiración urdida por un grupo que mezclaba extrema derecha, militares e izquierda kemalista, para dar un golpe de Estado y ejecutar a personalidades kurdas y proeuropeas. La veracidad y el alcance de la trama sigue levantando muchas controversias pero, al final, el ejército quedó bastante desprestigiado. El proceso se cerró en 2013 con la condena de la gran mayoría de los acusados, incluyendo un ex-jefe del Estado Mayor, condenado a cadena perpetua4. Durante el año 2010, saltó a la primera página de todos los medios de comunicación un incidente que involucraba de nuevo al ejército: el caso Balyoz. Se acusó a más de 300 militares de haber planificado atentados en Turquía con el objetivo de desestabilizar al país y allanar el camino a un golpe de Estado. Erdogan aprovechó la situación para purgar el ejército de oficiales de alta graduación e ideología kemalista susceptibles de querer derrocar a su Gobierno. El último paso de la “limpieza“ del ejército fue la puesta en marcha de una reforma que garantizó al Primer Ministro el control del nombramiento del alto mando militar -hasta entonces en manos de los generales del Consejo Militar Supremo-. Esta reforma fue probablemente lo que permitió abortar la asonada del 15 de julio de 2016. Erdogan había nombrado personalmente a varios de los altos mandos que reaccionaron contra el golpe. A título de ejemplo, Hulusi Akar, Jefe del Estado Mayor y testigo en la boda de su hija, y Abidin Ünal, co-
mandante del ejército del aire y amigo íntimo del presidente, se negaron a aliarse con los golpistas. Evidentemente, el fracaso del golpe de Estado no fue solamente el resultado de las amistades de Erdogan con algunos altos cargos militares. Paradójicamente, se piensa que fue precisamente la lealtad institucional de muchos oficiales kemalistas la que impidió el éxito de la operación. La policía también se opuso a la asonada, así como toda la clase política, desde los partidos de extrema derecha a los kurdos y los kemalistas. Finalmente, también influyó la falta de adhesión de la sociedad civil, que salió a la calle para detener a los militares. La implicación popular, en particular a través de las redes sociales, es una de las grandes diferencias con lo que pasó en 1980, cuando los ciudadanos turcos se quedaron en sus casas esperando los acontecimientos. Por otra parte, la improvisación fue de tal calibre que parece impropia del ejército, lo que ha llevado a que muchos piensen que la tentativa golpista fue, en realidad, una trampa preparada por el mismo presidente. El resultado último del intento de golpe militar es que Erdogan ha triunfado sobre sus enemigos y ha realizado una operación de purga sin precedentes de la administración del Estado. El Gobierno ha extendido las represalias (despidos o detenciones) a decenas de millares de funcionarios, no solo militares, sino también jueces, profesores, periodistas, etc. Mientras tanto, la refundación de la institución ha seguido su curso en paralelo a los cambios constitucionales que se sometieron a referéndum. Con un decreto ley de 91 páginas adoptado el 31 de julio de 2016, las fuerzas armadas
4. Da la casualidad de que el movimiento religioso Gulen, muy presente en la estructura judicial del país, en aquel momento, fue uno de los principales perseguidores de los acusados. Por avatares de la política, Erdogan declaró una guerra sin cuartel contra su antiguo aliado, el islamista moderado Fethullah Gulen, a partir de 2013. Este personaje es el fundador del movimiento que lleva su nombre y que siempre apoyó a los islamistas. No obstante, el presidente turco le acusó de ser el responsable de las informaciones que sacaron a la luz pública el escándalo de corrupción que salpicó a su ejecutivo relacionado con el incumplimiento de las sanciones a Irán.
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han pasado a depender del Ministerio de Defensa. El presidente de la República puede dar órdenes directas y pedir información a los oficiales. La cadena de mando ha cambiado profundamente, ya que una orden puede ser ejecutada sin el aval del Jefe del Estado Mayor. Se está acometiendo la profesionalización del ejército, muy criticada por la oposición por considerarla inconstitucional, que tiene como objetivo evitar que los reclutas participen en las operaciones de guerra, en particular en el Kurdistán, y establecer criterios más rigurosos en la selección de oficiales y soldados. Está claro que Erdogan intenta protegerse de futuras asonadas. Pero, mientras tanto, el contexto de seguridad interna y externa es preocupante. El ejército interviene en Siria, en Iraq, en el Kurdistán turco. Hasta parece que el conflicto de Siria es una especie de “diversión” que impide que los militares tengan tiempo de ocuparse de las reformas estructurales que les atañen. Está por ver si las purgas y las reformas no van a debilitar la institución en un momento tan delicado. Los partidos kemalistas reprochan al presidente que esté disminuyendo voluntariamente la eficacia de las Fuerzas Armadas, con el riesgo de exponerlas a posibles derrotas sobre el terreno. También existe incertidumbre sobre el comportamiento futuro de los oficiales kemalistas aún en activo. Aunque se hayan negado a respaldar el golpe de Estado, no es creíble que vayan a aceptar de buen grado que el poder islamista conservador se adueñe definitivamente de su institución. En cualquier caso, con el control del ejército y la reforma constitucional, Recep Tayyip Erdogan se ha asegurado el poder durante muchos años y dispone de la herramienta que le permitirá desarrollar una nueva política exterior de corte neootomano.
Con el control del ejército y la reforma constitucional, Erdogan se ha asegurado el poder durante muchos años y puede desarrollar una política exterior de corte neootomano
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La estrategia exterior de Erdogan: haciendo equilibrios en el conflicto sirio El año 2016 fue el de la victoria estratégica de Damasco y de sus aliados, Irán y Rusia, en Siria. La victoria en la batalla de Alepo tuvo una importante repercusión para la evolución del conflicto; aunque la guerra no haya terminado, la derrota de los rebeldes en esta ciudad finiquitó prácticamente sus posibilidades. La otra consecuencia es el reforzamiento del régimen. Hoy es del todo improbable que en las diversas negociaciones (Astaná, Ginebra, Sochi, etc.) se pueda pactar una transición que aparte del poder a los partidarios del dictador alauita, ni siquiera que implique la retirada del propio Al Asad, que según los observadores controlaba a mediados de 2018 el 60% del territorio. El método utilizado en Alepo se ha repetido después en la conquista de otros enclaves rebeldes, tales como Ghuta y la provincia de Idbil: se recurría a sitiar las ciudades, impidiendo la llegada de todo tipo de suministros, incluyendo la ayuda humanitaria, y se realizaban bombardeos indiscriminados, en algunos casos probablemente incluso con armas químicas. Desde el punto de vista internacional esta involución ha generado un cambio radical del equilibrio de fuerzas. Irán ha demostrado ser superior sobre el terreno a sus rivales suníes, en particular Arabia Saudí, que había priorizado el conflicto sirio antes de centrarse en Yemen. Teherán está más presente que nunca en Siria. Los Guardianes de la Revolución formaron a las milicias locales sobre el modelo de su principal aliado, los libaneses de Hezbolá, transformando a simples militantes en una fuerza temida por sus adversarios. Teherán también ha movilizado y financiado a milicias chiitas iraquíes y afganas, que han jugado un papel central en la lucha contra el Estado Islámico.
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También ha perdido influencia EEUU, el principal aliado de los rebeldes moderados, en este caso en favor de Rusia. Washington nunca se implicó a fondo ni quiso dar a los rebeldes que respaldaba los medios de vencer ni al régimen, ni al Daesh. Hasta septiembre de 2016 los norteamericanos intentaron ponerse de acuerdo con Moscú para gestionar conjuntamente las acciones en territorio sirio. Pero ha dado la impresión que el Kremlin ha jugado con ellos como un gato con un ratón, mezclando fases de negociación y de bombardeos, combates intensos y pausas humanitarias, siempre llevando la iniciativa. El momento en que quedó claro el desencuentro entre ambos fue septiembre de 2016, cuando, tras haber pactado un alto el fuego y un plan de acción común, el Pentágono desautorizó al Secretario de Estado John Kerry con el bombardeo “por error” de un destacamento del ejército sirio en Deir Er-Zor, que causó 70 muertos entre los soldados de Damasco. En teoría, el objetivo era el Estado Islámico. A partir de ese momento el ejército ruso desencadenó una ofensiva aérea brutal sobre las infraestructuras civiles y militares de los barrios de Alepo controlados por los rebeldes, incluso destruyendo un convoy humanitario de la Media Luna Roja, también “por error”. Rusia ha aprovechado el perfil voluntariamente bajo que EEUU ha adoptado en Siria para ocupar el espacio estratégico que quedaba libre. Al imponerse de esta manera, Vladimir Putin se ha tomado la revancha sobre dos decenios de dominación diplomática de EEUU en la región, a partir de la primera Guerra del Golfo, en 1991. La hegemonía americana, que empezó con la caída de la extinta URSS, ha cedido espacio a un orden internacional
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Erdogan quiere reavivar su integración en la UE y al mismo tiempo ser una potencia regional indiscutible
mucho más incierto, que se basa en las zonas de influencia y las relaciones entre potencias, ahora ya no las antiguas, sino algunas de ellas emergentes. Moscú consigue imponer su visión del mundo incluso en la ONU, un orden basado en la voluntad de los Estados y de los gobiernos, que desdeña las aspiraciones democráticas de los ciudadanos. Todo da a entender que en Siria Moscú quiere llegar a un entendimiento o al menos a un equilibrio con Irán y Turquía, siendo este último país el contrapeso suní a una República Islámica chiita difícil de controlar. Y, ¿qué hay del papel de Turquía? En el plano exterior, la Turquía de Erdogan ha intentado dejar atrás el modelo kemalista, que apostaba por una alianza privilegiada con Europa y la OTAN, pero sin definir una política internacional alternativa estable y coherente. El presidente turco quiere al mismo tiempo reavivar su integración en la UE5 y ser una potencia regional indiscutible. Durante el mandato de Ahmet Davutoglu como Ministro de Asuntos Exteriores, entre 2009 y 2014, la diplomacia turca primó el concepto de “ningún enemigo”. Ankara tenía buenas relaciones con los Estados del Cáucaso, los Balcanes y los países árabes; intentó un tibio acercamiento con Armenia y, paradójicamente, mantenía relaciones amistosas con los kurdos de Iraq. Esta tentativa de generar un espacio de influencia pacífica en la región era una manera de recuperar las zonas controladas por el antiguo Imperio Otomano e implicaba, inevitablemente, tensar las relaciones con Rusia e Irán. Con los rusos, porque Moscú defiende su influencia en los Estados asiáticos nacidos de la ex-
plosión de la Unión Soviética; con los iraníes, por haber desempolvado las viejas rencillas en Azerbaiyán y Armenia. Las vías para establecer esta nueva forma de imperialismo otomano fueron, por una parte, el comercio, con la instalación de filiales de empresas turcas en los países de su entorno; y, por otra, la extensión de una red de establecimientos de enseñanza de la organización Gulen. Los gulenistas implantaron entidades de enseñanza desde Albania hasta Azerbaiyán, y propusieron incluso formar a los clérigos locales bajo el control directo de la Diyanet (el departamento de Asuntos Religiosos), es decir, bajo el control del Primer Ministro turco. Con el advenimiento de la Primavera Árabe y el estallido de la guerra de Siria, la política de entendimiento con los vecinos se ha desintegrado. En noviembre de 2011, Turquía apoyó a los grupos rebeldes, no todos islamistas pero sí mayoritariamente suníes, con lo que se declaró de facto en guerra contra el régimen de Damasco. La victoria de los islamistas moderados en las elecciones posteriores a la revolución de Túnez y Egipto permitió al AKP presentarse como la principal referencia política del movimiento de los “Hermanos Musulmanes” y al propio Erdogan como el campeón de la causa suní. Esta reorientación de la política exterior coincidía con la redefinición de la política interna, que resituaba al Islam suní en el centro de la identidad nacional. Sin embargo, a medida que el conflicto progresaba la postura de Ankara se iba complicando; primero, porque era evidente que su prioridad no era ni facilitar el cambio de régimen en Damasco ni impedir
5. El proceso de integración en la UE está, como se sabe, semicongelado, aunque oficialmente siga adelante. Desde que se iniciaran las negociaciones de adhesión en 2005, Turquía solo ha cerrado un capítulo de la negociación. Con Erdogan se ha pasado del acercamiento durante su primer mandato, coincidiendo con las primeras reformas económicas, a estar al borde de la suspensión. La crisis de los refugiados sirios obligó a la UE a un forzado entendimiento con Turquía, con quien acordó un plan para ordenar los flujos migratorios complementados por un programa de asistencia económico.
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EVOLUCIÓN DEL CONFLICTO SIRIO Régimen sirio
Rebeldes
Kurdos
Hezbolá
Daesh
2013 La Primavera Árabe se inicia en Siria en la ciudad de Deraa, al sur del país, en forma de protestas que fueron reprimidas con enorme dureza.
Alepo Raqa
Hama
Entre 2011-13 el conflicto escaló hasta convertirse en una guerra civil, con durísimos combates en torno a las principales ciudades. Los grupos rebeldes, fundamentalmente los agrupados bajo el paraguas del Ejército Libre Sirio, controlan la mayor parte del centro y norte del país
Homs
Damasco
2016 A partir de 2014 se produce la rápida expansión del Estado Islámico, que come el terreno tanto a los rebeldes como al ejército de Damasco. La única oposición efectiva proviene de los kurdos.
Alepo Raqa
Hama Homs
Damasco
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2018 En la actualidad, después de la campaña internacional contra el Daesh tanto en Siria como en Iraq, el control efectivo del territorio por parte de este grupo es muy reducido. Desde agosto de 2018 se asiste a una reactivación de sus acciones terroristas, pero ya no controlan una porción significativa del país. Damasco ha recuperado gran parte del territorio; los kurdos dominan las provincias al este del Eufrates; y quedan reductos rebeldes aislados en el sur y, sobre todo, en la frontera con Turquía.
Alepo Raqa
Hama Homs
Damasco
Fuente: ISW, Thomas van Linge, IUCA
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Turquía es un miembro fundamental de la OTAN, pero en Siria ha mantenido una posición contraria a la de Washington, que apoya a los kurdos del PYD, cuyos peshmergas han luchado contra el Daesh
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el avance del Estado Islámico, sino evitar el reforzamiento de las posiciones kurdas; segundo, porque esto chocaba con la estrategia de sus aliados occidentales. Turquía es un miembro fundamental de la OTAN, pero en Siria ha mantenido una posición contraria a la de Washington, ya que los norteamericanos apoyan a los kurdos del Partido de la Unión Democrática (PYD), cuyos peshmergas han cargado con gran parte del peso de la ofensiva contra el Daesh. El PYD es el aliado natural del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización terrorista de los kurdos turcos, en guerra abierta contra Ankara. En paralelo, las relaciones de Turquía con la UE se han degradado a pasos agigantados tras la tentativa de golpe de Estado de 2016 y la pérdida de calidad democrática del Estado turco. Para salir de ese aislamiento evidente, y porque lo necesitaba para defender sus propios intereses, Recep Tayyip Erdogan se ha reconciliado de manera espectacular con Rusia. Moscú le permite intervenir militarmente en el noroeste de Siria en contrapartida de una discreta interrupción del apoyo a los rebeldes. En efecto, la ofensiva turca lanzada en agosto de 2016, denominada “Escudo del Éufrates”, y la más reciente “Operación Rama de Olivo” tenían como objetivo declarado alejar de sus fronteras a los yihadistas del Estado Islámico; pero también, o sobre todo, impedir que los kurdos del PYD asentarán un Kurdistán autónomo en su frontera. Erdogan decidió suspender la operación “Escudo del Éufrates” en marzo de 2017, en vista de que la postura de Rusia e Irán no le permitía ampliar su zona de control sobre los territorios kurdos. A principios de 2018, el mandatario turco puso todo su peso diplomático en la balanza para conquistar la ciudad de Afrin, enclave
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kurdo en el noroeste de Siria, e intentar desalojar a los “peshmergas” de toda la frontera, todo ello ante la pasividad de los rusos y la tibia respuesta de los norteamericanos. La respuesta militar de los aliados de Bashar al-Ásad a las actuaciones del ejército turco hubiera podido ser muy desestabilizante para Erdogan, inmerso como estaba en aquel momento en un proceso electoral complejo, en el que se jugaba conservar el poder en el próximo decenio. No obstante, no intervinieron, sino que permitieron que con esa conquista Turquía reforzara el control sobre el territorio fronterizo. Quizá esto sea el mejor ejemplo del espectacular cambio de estrategia de Erdogan. El que iba a ser nuevo “sultán”, campeón del Islam suní, se ha aliado sin turbarse lo más mínimo con una coalición ruso-iraní que defiende la causa chiita. Es curioso constatar que el cambio de rumbo de la estrategia de Turquía en Siria, que lleva a una alianza al menos de facto con Irán y Rusia, contradice al mismo tiempo la estrategia neootomana y la referencia islamista. Históricamente, los otomanos utilizaron el sunismo para cohesionar al Imperio y desde el siglo XVI consideraron a los persas como enemigos, por su adopción del chiismo como religión del Estado. Por otra parte, tras el fallido golpe de julio de 2016, el gobierno del AKP ha destruido la principal arma que tenía para extender su influencia en el extranjero al desmontar “la red Gülen”, cerrando colegios, asociaciones, mezquitas y pymes, que eran en su conjunto el principal vector de transferencia de la influencia turca en las sociedades musulmanas vecinas, sin coste para las arcas del Estado. Pero, sobre todo, al alinearse con el eje Teherán-Moscú, Erdogan dismi-
nuyó la intensidad de su apoyo a los rebeldes sunís, lo que en gran medida ha contribuido al avance del ejército sirio. Es cierto que, por ejemplo, en campañas como la de Afrin, junto al ejército turco combatía el Ejército Sirio Libre, un grupo de oposición suní; pero si se hace un balance final, atendiendo a los resultados, hay que concluir que Ankara ha abandonado a los suníes árabes, y en particular a los Hermanos Musulmanes, en un giro de 180º de su política exterior que es difícil considerar “islamista”. Para comprender tan enorme cambio de estrategia, hay que analizar cuál ha sido la evolución de los dos grupos que suscitan el interés de Turquía, los Hermanos Musulmanes y los Kurdos. El futuro de los primeros es más que dudoso en los países donde Erdogan apostó por el movimiento. En Túnez se han integrado en la política nacional y ya no necesitan al “gran hermano” turco. En Egipto, la represión les ha obligado a abandonar la escena pública. No constituyen hoy por hoy, pues, una apuesta viable para extender por el mundo musulmán la forma de gobierno republicana y suní que defiende Turquía. En cambio, la guerra ha permitido a los kurdos ser la milicia más respetada entre la miríada de combatientes sirios. Los “peshmerga” han dado a la población kurda una existencia legal que el régimen de los Ásad les había negado durante años6. El partido dominante de los kurdos de Siria es el Partido de la Unión Democrática (PYD), que como ya se ha dicho tiene fuertes vínculos con el Partido de los Trabajadores turco (PKK). Este último ha aprovechado la crisis siria para retomar las armas en Turquía, en vista de que el proceso de negociación con el AKP de Erdogan, esperanzador al principio, porque concedió derechos culturales a
6. A través de la Federación Democrática del Norte de Siria, una región semiautónoma de facto, sin reconocimiento internacional, que agrupa a las provincias nororientales de mayoría kurda.
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los kurdos, no llevaba a ninguna parte. Sin embargo, la guerra de guerrillas en el interior de Turquía ha sido un sonado fracaso militar y político para el PKK. El partido independentista kurdo-turco no ha conseguido su objetivo de “liberar” zonas urbanas y tampoco ha logrado movilizaciones populares significativas. Pero sí ha conseguido volver a abrir las hostilidades con las fuerzas de seguridad turcas, lo que ha desencadenado una enérgica represión sobre el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), rama política del movimiento kurdo, que no ha logrado convencer a las autoridades de su independencia del PKK. En el cambio de estrategia del presidente turco pesó mucho la victoria contra el Daesh en la ciudad de Kobane (2015), donde la encarnizada resistencia de los peshmerga logró detener a los yihadistas. Erdogan tomó consciencia de que si no actuaba podría tener a muy corto plazo un Estado kurdo sirio y un Estado kurdo iraquí en su frontera sur, lo que sin duda fortalecería a los kurdos de Turquía. Todo ello ha llevado a Ankara a posiciones diplomáticas enrevesadas, al límite de la paranoia, y a complicar, en lugar de contribuir a resolver, el conflicto sirio. La relación con EEUU se ha deteriorado mucho, pero Turquía no puede permitirse cortarla por completo; con Rusia necesita entenderse para defender sus intereses. Pero rusos y norteamericanos han protegido a los kurdos e impidieron que Erdogan desarrollase hasta sus últimas consecuencias su plan sirio. Es difícil valorar si estos cambios de opinión y las constantes acusaciones de deslealtad contra sus teóricos aliados obedecen a un frío análisis de la situación, o a un cinismo estratégico. Lo que sí parece cierto es que el mandatario turco ha abandonado prácticamente a su suerte a los rebeldes árabes sunís, menos a los que le ayudan a desactivar a las milicias kurdas.
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La utilización de la aviación y los misiles rusos modificaron de manera sustancial la situación en el campo de batalla y cogieron a contrapié al presidente turco
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La intervención rusa: la voz cantante A partir del verano de 2015, Rusia comienza a intervenir de forma directa en el conflicto sirio. La utilización de la aviación y el lanzamiento de misiles desde los barcos de guerra estacionados en el mar Caspio modificaron de manera sustancial la situación en el campo de batalla y cogieron a contrapié al presidente turco. La intervención del Kremlin permitió al dictador de Damasco retomar la iniciativa y resituarse en posición ventajosa, en un momento en el que estaba arrinconado por el Daesh. En efecto, el avance del Daesh fue la espoleta que desencadenó la intervención, pero el respaldo de Rusia a Bashar al-Ásad no fue una sorpresa7. Siria es el último vestigio de la presencia rusa en Oriente Medio; así pues, la actuación de Moscú atiende no solo a posicionarse como potencia regional, sino a intentar recuperar la hegemonía en las zonas abandonadas por la extinta URSS. No olvidemos que Damasco mantuvo durante largos años relaciones privilegiadas con la Unión Soviética, que se remontan a los años 50 del siglo pasado, con la compra de armas y equipamiento militar y el respaldo a las propuestas del socialismo árabe de la República Árabe Unida, primero8, y del Partido Baas sirio, después. El acercamiento de Egipto a Occidente y la firma de la paz con Israel (1977) significó para la marina rusa la pérdida del acceso a las instalaciones de la costa egipcia (Alejandría y Marsa Matruh); solo le quedaba como punto de referencia en el Mediterráneo el puerto sirio de Tartús. Perder este enclave hubiera borrado a Rusia de una zona estratégica desde la que se
podía controlar todo el sur de Europa, el norte de África y los estrechos hacia al Mar Negro. Con la Primavera Árabe, la ayuda de Rusia a Bashar al-Ásad se incrementó, influida por la caída de los gobiernos en Túnez, Egipto y Libia, la desintegración parcial de Iraq y la aparición en el paisaje geopolítico de los yihadistas del autodenominado Estado Islámico. A partir de 2014, Moscú se convenció definitivamente de que tenía que mantener su apoyo al presidente alauita y reforzar su posición en la región. La inestabilidad generalizada y la indefinición de la política del campo occidental favorecieron esta postura; los gobiernos de la región comenzaron a tantear a los rusos para diversificar sus alianzas. Fruto de este acercamiento son los contratos de índole económica y militar firmados por compañías rusas con Egipto, Iraq y Jordania; la financiación por parte de Arabia Saudí de la compra de armamento ruso de Egipto; la inversión de 10.000 millones de dólares del fondo soberano saudí en Rusia, anunciada en 2015; e, incluso, el acuerdo sobre el control de la producción de petróleo firmado entre Rusia y la OPEP. El beneficio de la industria de armamento rusa aparece, pues, como la primera ventaja palpable para Moscú. A partir de ahí, su estrategia se encamina a consolidarse como un poder regional. En septiembre de 2015, ante la Asamblea de las Naciones Unidas, Putin se postula para coordinar todo el proceso de lucha contra el autodenominado Estado Islámico y expone tres propuestas que considera necesarias para ello: reconstruir las estructuras del Estado en Li-
7. Se dice que en el verano de 2013, el Kremlin se ocupó de desmantelar el arsenal químico del dictador alauita para evitar la intervención de Occidente. 8. La efímera unión de Egipto y Siria bajo la presidencia de Nasser (1958-61).
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Moscú defendió desde el principio una negociación que permitiese una salida digna para Bashar al-Ásad
bia; apoyar al Gobierno de Irak y aportar ayuda multilateral al Gobierno sirio, que seguía considerando legítimo. No obstante, con esta estrategia, el Kremlin tiene que lidiar con varias contradicciones, algunas difíciles de resolver. Para empezar, el respaldo a Bashar al-Ásad era de por sí impopular; además, sitúa a Moscú en el lado de Irán, lo que le transforma de facto en un aliado de las milicias libanesas de Hezbolá y de las milicias chiitas iraquíes, ambas sumidas en una “guerra de religión” contra los suníes de la región. Para demostrar su influencia y su credibilidad como aliado, Putin no podía dejar que Bashar alÁsad se hundiera. Por ello, ha llevado a cabo una doble ofensiva, diplomática y militar. Moscú defendió desde el principio una negociación que permitiese una salida digna para al-Ásad; por ejemplo, con la creación de una coalición entre el Gobierno de Damasco y las fuerzas de oposición no yihadistas para gestionar conjuntamente el Estado, con un periodo transitorio en el que estaría presente el dictador sirio, que podría dejar el poder de manera voluntaria. La iniciativa de lanzar una negociación en Astaná, paralela a la de la ONU, iba en este mismo sentido. En todo momento se da por sentada la legitimidad del Gobierno de Damasco; solo se cuenta con una parte de las facciones rebeldes; y se deja de lado a Occidente. En paralelo, la intervención del ejército ruso se ha ido intensificando cada vez más. En su momen-
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to, Moscú anunció oficialmente la movilización de 2.000 soldados, algo difícil de creer, ya que solamente la intervención de la aviación rusa exige una logística más importante y la situación geográfica de la base aérea de Latakia, a pocos kilómetros de zonas controladas por los rebeldes, exige la movilización de helicópteros de combate y tanques para protegerla. Puede que inicialmente las funciones de este contingente se limitasen a la protección de las bases del ejército sirio y a alguna que otra operación especial. Pero la excusa de luchar contra el Estado Islámico proporcionó al Kremlin la oportunidad de actuar de manera directa para mantener en el poder a Bashar al-Ásad. Los ataques aéreos rusos se dirigían oficialmente contra los “terroristas yihadistas” exclusivamente; pero al mismo tiempo se castigaba a las milicias rebeldes que poco tienen que ver con el Estado Islámico. Lo confuso de las intervenciones de la aviación rusa es uno de los factores que ha impedido la formación de una coalición internacional contra los “extremistas”. Por otro lado, la existencia del Estado Islámico le sirve a Moscú para demostrar a las Repúblicas de Asia Central que pueden contar con su colaboración. La apuesta de Rusia ha sido presentarse como una fuerza de paz, un contrapeso geopolítico y protector de las minorías; como el protector de los países musulmanes contra el fundamentalismo. Al igual que la URSS en los años ochenta combatió contra la expansión de los talibanes, lo
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hace ahora Rusia enfrentándose a los yihadistas del Daesh9. Los atentados de 2016 y 2017 en San Petersburgo, los de la embajada rusa de Damasco y el asesinato del embajador ruso en Estambul en 2015, recuerdan en todo momento que la amenaza yihadista no va de farol. Las decisiones de Vladimir Putin parecen tener a menudo una fuerte dimensión emocional y no está claro que conlleven un análisis suficiente de las posibles consecuencias. El presidente norteamericano, Donald Trump, tampoco parece tener una estrategia bien definida. La sensación que da, aparte de su batalla contra Irán y los golpes de efecto con ataques contra algunas posiciones de Damasco en represalia por los bombardeos químicos, es que la situación en Siria no le importa demasiado. Pero no hace falta recordar que lo que empieza con victorias militares basadas en las fuerzas aéreas puede terminar en un estancamiento sobre el terreno. Rusia no puede pensar que tendrá éxito en Oriente Medio sin crear las condiciones para un pacto político internacional.
La lucha contra el Daesh le sirve a Rusia para presentarse como el protector de los países musulmanes de Asia Central contra el fundamentalismo
9. Es verdad que desde su fundación, el movimiento yihadista señaló a Rusia como uno de sus peores enemigos, prometiendo liberar a Chechenia y al Cáucaso de la “tiranía ortodoxa”. También proclaman que el “yihad afgano”, en referencia a los talibanes, hizo caer a la Unión Soviética.
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Teherán, un adversario con el que hay que pactar. Desde hace siglos, el pragmatismo ha sido la línea de conducta de Irán en sus relaciones con Turquía. Esto le ha permitido evitar los conflictos que podrían haber nacido de sus rivalidades religiosas (suníes contra chiítas) y de sus intereses, muy a menudo divergentes. Desde el principio de la crisis siria se hizo evidente que entre los dos países había desacuerdos profundos. Turquía se decantó muy rápidamente por apoyar a la oposición contra Bashar al-Ásad (esencialmente a los grupos suníes), mientras que Irán apoya a Damasco. Teherán ha dado soporte al régimen del dictador alauita y movilizado a sus aliados en su defensa, en particular al Hezbolá libanés; pero también a las potentes milicias chiitas de Iraq y a los voluntarios procedentes de varios países de la región. Hasta la intervención rusa de septiembre de 2015, Irán era el principal aliado del régimen sirio. Por su parte, Turquía autorizó a la OTAN a utilizar sus bases para instalar el escudo antimisiles contra las invasiones de su espacio aéreo por parte de los rusos o el lanzamiento de misiles sirios contra su territorio, algo que la República Islámica interpretó como una maniobra americano-israelí para acorralarle. Teherán se preocupó aún más cuando, a partir de 2015, convergieron las políticas de Turquía, Arabia Saudí y Qatar sobre el conflicto sirio. Los tres países se pusieron de acuerdo para coordinar la ayuda a los rebeldes y los resultados fueron notorios, con avances indiscutibles de las milicias suníes en todo el país. Se piensa que en ese momento, al ver que Bashar al-Ásad podía ser derrotado, Teherán convenció a Moscú para que interviniera en el conflicto10. Otros momentos de tensión tuvieron lugar a raíz de las denuncias de los medios de comunicación iraníes sobre la com-
pra de petróleo al Estado Islámico, que controlaba la mayoría de los pozos sirios, por parte de empresas turcas; así como cuando, en el marco de la “alianza suní” propuesta por Arabia Saudí en marzo de 2016, Turquía estableció una base militar sobre el territorio de Qatar, la primera de ese tipo desde el final del Imperio Otomano. La penetración turca en el Golfo Pérsico, que Teherán considera su zona de influencia natural, preocupa a la República Islámica en su visión de los equilibrios regionales a medio y largo plazo. Todos estos encontronazos no han impedido que las relaciones económicas entre los dos países, desarrolladas a lo largo de siglos de vecindad, se mantengan. Turquía compra petróleo y gas a Irán y este último importa numerosos productos de consumo turcos; ambos cooperan en cuestiones de turismo y energía. Parece difícil concebir que las relaciones comerciales, alentadas por la proximidad geográfica y por la complementariedad de las dos economías, decaigan en el futuro. Pero lo que la guerra de Siria no ha conseguido puede hacerlo la ruptura del acuerdo nuclear por parte de la Administración Trump. Turquía ya ha tenido un contencioso con EEUU relativo al comercio con Irán al margen de las sanciones, y no parece que quiera tensar más la cuerda con Washington, por lo que parece que acabará reduciendo su relación con Irán. La prueba del pragmatismo iraní se ha manifestado con la reacción a dos eventos dramáticos sucedidos en Turquía. La incursión y el derribo de un caza ruso por la aviación turca, en noviembre de 2015, hizo que Irán propusiese inmediatamente su mediación para resolver el conflicto. Por otra parte, la tentati-
10. Estaba a punto de firmarse el acuerdo nuclear con el G5+1 y las relaciones de la comunidad internacional con el régimen de los ayatolas tendían a normalizarse.
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Oficialmente, Turquía, Irán y Rusia trabajan de la mano para lograr la paz, pero los puntos de desacuerdo sobre la política regional siguen siendo muy relevantes
va de golpe de Estado del 16 de julio de 2016 dio a Teherán una oportunidad inesperada de reconciliarse con su vecino. Mientras se desarrollaba el golpe de Estado, el ministro de Asuntos Exteriores iraní envió un mensaje de solidaridad al Gobierno turco y el Consejo Superior de Seguridad Nacional, presidido por Hasán Rohaní, expresó inmediatamente el apoyo oficial de la República Islámica al “Gobierno legítimo de Turquía”. La rapidez en enviar estos mensajes contrastó con la lentitud de la reacción de los países de la OTAN. Muy poco después del fracaso de la asonada, el presidente iraní propuso la apertura de negociaciones sobre los problemas regionales, una clara invitación a revisar sus posiciones sobre Siria. En menos de un mes se acordó una hoja de ruta basada en el consenso sobre tres objetivos principales: mantener la integridad territorial de Siria, luchar contra los movimientos extremistas y terroristas (lo que seguramente incluye a los kurdos) y establecer un gobierno de unidad nacional con elecciones libres bajo la supervisión de la ONU. Así mismo, a partir del 21 de diciembre de 2016, dos días después del asesinato del embajador ruso en Turquía, Ankara, Moscú y Teherán acordaron un amplio alto el fuego en Siria, dejando a Washington al margen. Todo esto no significa que los tres países hayan unido sus fuerzas, sino que persiguen sus intereses in-
tentando no pisar el terreno del otro. De hecho, las principales campañas de Turquía, la operación “Escudo del Éufrates” en agosto 2017 y “Rama de Olivo” en 2018 parecen haber sido concertadas con Washington y Moscú sin avisar ni a Teherán ni a Damasco, y la creación de una zona de seguridad en la frontera turca bajo control de Ankara no facilita el entendimiento con Irán, que ha denunciado repetidamente estas incursiones, aduciendo que violan la soberanía Siria y complican la resolución del conflicto. Oficialmente, Turquía, Irán y Rusia trabajan de la mano para lograr la paz. Esto se escenifica en las diferentes conferencias organizadas por Moscú (Astaná y Sochi), en las que participa activamente Ankara. No obstante, los puntos de desacuerdo sobre la política regional siguen siendo muy relevantes. Frente a la política iraní de apoyo indiscriminado a los chiitas -sean quien sean y vengan de donde vengan- Erdogan quiere seguir siendo el protector de los suníes. Un ejemplo de esta actitud se pudo ver en la reconquista de la ciudad iraquí de Mosul, que estaba en manos del Daesh. El presidente turco se negó a que las milicias chiitas iraquíes, ayudadas por Teherán, intervinieran en la operación; movilizó una parte importante de su ejército en la frontera con Iraq, y amenazó con intervenir si los suníes iraquíes sufrían represalias.
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El futuro: incertidumbre, guerra y nuevas influencias En los últimos meses los diferentes procesos electorales en los países involucrados en los conflictos de la región han marcado sus estrategias. En Irán, el presidente Rohani renovó su mandato en mayo de 2017, pero apenas un año después ha tenido que afrontar la denuncia del acuerdo nuclear por parte de Donald Trump y un sinfín de críticas en su país por parte de los “halcones” de la oposición, cuyas posturas se ven reforzadas por el fracaso de acuerdo nuclear y sus repercusiones sobre la economía. Teherán sigue interviniendo activamente en Siria y Yemen y se ha intensificado la guerra dialéctica con Arabia Saudí, EEUU e Israel; pero sus problemas económicos, agudizados por la perspectiva de la reimposición de sanciones, están haciendo que adopte un perfil más bajo. En Rusia, Vladimir Putin ha vuelto a ser refrendado como presidente en marzo de este año, con una abrumadora mayoría. En Iraq, de las legislativas de mayo de 2018 ha salido un parlamento muy fragmentado, sin mayorías claras; ha costado más de cuatro meses formar un frágil gobierno de coalición. Pero las llamadas a las urnas en Turquía constituyen verdaderamente un hito histórico. Recep Tayyip Erdogán ha sido elegido presidente el 24 de junio de 2018 con los poderes casi ilimitados que le otorga la nueva Constitución, aprobada a su vez en referendum el año anterior, en un país que hasta hace bien poco era una república parlamentaria con una presidencia más bien honorífica. El presidente ha apelado al sentimiento nacionalista para captar el voto de los turcos. Erdogan aspira a que su país sea una potencia global capaz de actuar militarmente para garantizar su seguridad. En este contexto, ha prometido continuar con las operaciones transfron-
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terizas en el norte de Siria, con el objetivo de controlar una banda de 30 kilómetros de ancho en el lado sirio de la frontera común, más de 900 kilómetros de longitud que controlan en sus dos terceras partes los peshmerga kurdos. Sería atrevido pronosticar un fin próximo a la guerra de Siria. Aunque gran parte del territorio vuelve a estar controlado por Damasco, las provincias orientales están bajo dominio kurdo, y quedan algunos reductos en el sur con presencia rebelde y del Daesh. Aparte de la reactivación de la actividad de este último en forma de guerra de guerrillas, el foco más importante en el momento de escribir estas líneas es el de Idlib, cercano a la frontera de Turquía. Hace apenas unas semanas parecía inevitable una nueva ofensiva del ejército sirio. Pero, por el momento, Rusia y Turquía han logrado posponerla, en favor de permitir el establecimiento de una zona desmilitarizada, bajo su control, en una franja de unos 20 kilómetros alrededor del enclave. Por el momento parece que los hitos del acuerdo, que implica la retirada del equipo militar pesado en manos de los rebeldes, se están cumpliendo. En paralelo, la ONU presiona para que se forme un comité constitucional que supervise la transición posbélica.
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Recep Tayyip Erdogan y el AKP ganan las elecciones presidenciales y legislativas Erdogan volvió a vencer en los comicios presidenciales celebrados el domingo 24 de junio gracias al apoyo de cerca del 52,55% de los votantes. Al mismo tiempo los turcos elegían a sus representantes en el Parlamento. El partido del presidente, Justicia y Desarrollo (AKP) obtuvo el 42,56% de los escaños. Sus socios en el Parlamento, la formación ultranacionalista MHP, consiguieron el 22,64% de los escaños, lo que asegura a Erdogan la mayoría absoluta en la cámara. El principal líder de la oposición, Muharrem Ince, obtuvo el 30,67 % de los votos en las presidenciales, rompiendo el techo electoral de su partido, el CHP. La nacionalista conservadora Mere Akserner consiguió un 7,33% con su formación IYI (una escisión del MHP descontenta por el apoyo otorgado a Erdogan). Por último, el dirigente kurdo Selahettin Demirtas, quien ha hecho campaña desde la cárcel, obtuvo el 8,36% de los votos. Estas elecciones marcan el comienzo del régimen presidencial en Turquía, aprobado por referéndum en 2017. A partir de ahora desaparece la figura del primer ministro y las jefaturas del Estado y del Gobierno quedarán unificadas en manos del presidente de la República. La nueva constitución concede a Erdogan la potestad de emitir decretos ley sin necesidad de pasar por el Parlamento y limita las funciones de control de la cámara baja. También se han reducido los supuestos por los que los diputados pueden introducir enmiendas a los presupuestos. Erdogan podría mantenerse en el poder hasta 2029, ya que la limitación de dos mandatos de cinco años no incluye el actual.
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Rusia quiere presentarse como el único líder mundial que puede lidiar con el problema de Oriente Medio, una región cuyo devenir sigue siendo confuso e impredecible
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Idlib y la franja de desmilitarización La estrategia de Rusia, por su parte, aparenta ser acomodarse con la situación para preservar sus intereses en la región, que son en gran medida comerciales. Pero Rusia es también el único actor capaz de negociar con todas las partes. En la actualidad, Rusia es un aliado seguro de Irán y de la Siria de Bashard al-Ásad; al mismo tiempo autoriza implícitamente a Ankara a intervenir con las milicias rebeldes suníes en los territorios sirios ocupados por los kurdos y le suministra misiles de defensa anti aérea de última generación (S400), centrales nucleares y gas; sin perder la compostura, se entrevista con Benyamin Netanyahu en Moscú, para negociar su neutralidad en el enfrentamiento de Israel con los chiitas de Hezbolá. Además, sobre el papel, respalda la formación del comité que propugna la ONU para facilitar una vía de transición creíble, que será la única forma de que otros países se involucren en el proceso de reconstrucción de Siria. Todo lleva a pensar que quiere presentarse con el único líder mundial que puede lidiar con el problema de Oriente Medio, una región cuyo devenir sigue siendo confuso e impredecible.
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ÁREAS DE CONTROL EN SIRIA A 19 DE SEPTIEMBRE DE 2018 Zona de desmilitarización
Régimen sirio
Kurdos
HTS (salafistas) y otros grupos
Rebeldes con respaldo de Turquía
TURQUÍA
Afrin
Alepo Idlib
Hama Fuente: Oxford Analytica
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Anexo Cronología: algunos hitos del conflicto sirio (a partir de 2014) 23/09/2014
EE.UU. interviene directamente en la guerra de Siria con su aviación.
27/01/2015
Expulsión de Koané de los yihadistas de Daesh por los “peshmerga” kurdo-sirios de las Unidades de Protección Popular (YPG).
25/03/2015
Principio de la guerra de Yemen, con la intervención de una coalición árabe liderada por Arabia Saudí (Operación Tormenta Decisiva) contra los rebeldes hutíes de confesión chiita, apoyados por Irán.
24/09/2015
El ejército turco derriba un avión ruso que ha invadido su espacio aéreo en una misión de bombardeo cerca de la frontera con Siria.
30/09/2015
La aviación rusa interviene por primera vez en la guerra de Siria en apoyo de las fuerzas gubernamentales.
24/08/2016
Turquía lanza la operación “Escudo del Éufrates”, contra el Daesh, en colaboración con el Ejercito Libre Sirio. Es la primera vez que Turquía interviene directamente en territorio sirio
20/12/2016
Asesinato del embajador ruso Andrei Karlov en Ankara por un policía turco, como venganza por la intervención rusa en Alepo.
21/12/2016
El ejército de Damasco conquista la ciudad de Alepo tras una batalla de cuatro años contra los rebeldes.
23/01/2017
Nace el proceso de paz de Astaná, liderado por Rusia y acompañado por Turquía e Irán. Participan representantes de los rebeldes moderados y del régimen de Damasco. EE.UU y la ONU son observadores relativamente alejados de las conversaciones.
24/03/2017
Fin de la “Operación Escudo de Éufrates” del ejército turco y el Ejercito Libre Sirio, que empezó en agosto de 2016 para desalojar de la región fronteriza de Yarabulus a los yihadistas de Daesh y a los kurdos del YPG.
4/04/2017
Se produce el mayor bombardeo químico sobre la población civil desde 2011 en el norte del distrito de Idlib, con decenas de muertos.
6/04/2017
La aviación norteamericana bombardea la base de Shayrat, de donde salieron los aviones que realizaron el ataque con armas químicas contra el distrito de Idlib.
23/04/2017
Ataque aéreo de Israel sobre el aeropuerto internacional de Damasco. Oficialmente se trata de destruir almacenes de armas del Hezbolá libanés.
8/07/2017
Fin de la batalla de Mosul y toma de control de la ciudad por parte del ejército iraquí, después de diez meses de combates. Expulsión de los yihadistas de Daesh de la zona.
17/07/2017
Cae la ciudad siria de Raqqa, capital teórica del Estado Islámico, liberada por las Fuerzas Democráticas Sirias (alianza de varias milicias, con importante presencia, aunque no exclusivamente, kurda).
23/07/2017
Conversaciones de paz de Ginebra bajo los auspicios de la ONU.
16/10/2017
El ejército de Bagdad toma el control de la ciudad de Kirkuk y de la región petrolífera del mismo nombre, controlada hasta ese momento por el Gobierno Regional del Kurdistán iraquí
19/01/2018
Inicio de la operación “Rama de Olivo” del ejército turco para controlar el distrito fronterizo de Afrin, en manos de los kurdos del YPG.
25/01/2018
Novena ronda de conversaciones de paz bajo los auspicios de la ONU en Viena.
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Conversaciones de Sochi, proceso impulsado por Rusia denominado Congreso del Diálogo 29-30/01/2018 Nacional, con cerca de 1.600 representantes de los diferentes grupos oficialistas y de oposición sirios. 17/03/2018
El ejército turco toma la ciudad de Afrín
13/04/2018
Nuevo bombardeo químico en la ciudad de Duma, en el Guta Oriental.
14/04/2018
Ataque conjunto de EE.UU, Gran Bretaña y Francia contra objetivos del ejército sirio en represalia por el bombardeo químico de Duma.
14/05/2018
Novena reunión del proceso de paz de Astaná, sin la presencia de EE.UU.
20/05/2018
Lanzamiento desde Siria hacia los Altos del Golán de 20 misiles de fabricación iraní. Israel responde con el bombardeo sobre la infraestructura iraní de apoyo al ejército sirio (Operación Cámara de Cartas). Se trata de la mayor operación sobre Siria de Tel Aviv desde la guerra del Yom Kipur (1973).
17/09/2018
Rusia y Turquía alcanzan un acuerdo en Sochi para establecer una zona desmilitarizada alrededor de la provincia de Idlib,con objeto de impedir la ofensiva del ejército sirio
Cronología: acontecimientos políticos 16/07/2016
Intento fallido de golpe de Estado militar en Turquía, que desencadena una fuerte represión contra los adversarios de Recep Tayyip Erdogan.
16/04/2017
Referéndum Constitucional en Turquía, que transforma el régimen parlamentario en presidencial con un ajustado 51,2% de los votos.
19/05/2017
Elecciones presidenciales en Irán. Hasán Rohani renueva su mandato con el 57,3% de los sufragios.
5/06/2017
Sanciones a Catar por parte de las monarquías del Golfo, lideradas por Arabia Saudí, que acusa a su vecino de apoyar y financiar el terrorismo.
21/06/2017
Rompiendo la tradición, el rey Salman de Arabia Saudí depone a su sobrino Mohammed bin Naif bin Abdulaziz Al Saud del cargo de príncipe heredero y nombra a su hijo Mohamed bin Salman como único heredero.
27/09/2017
Referéndum sobre la independencia del Kurdistán iraquí. Gana el sí con un 92,73% de los votos, lo que precipita la intervención del ejército irqquí.
18/03/2018
Elecciones presidenciales rusas. Vladimir Putin renueva su mandato con el 77% de los votos.
8/05/2018
Ruptura unilateral por parte de EE.UU. del acuerdo nuclear del G5+1 con Irán. Trump acusa a Teherán de financiar el terrorismo e intervenir militarmente en todos los conflictos desestabilizando la región.
12/05/2018
Elecciones legislativas en Irak. Consigue el mayor número de diputados la coalición del clérigo populista Muqtada al-Sadr con 54 diputados sobre 329 posibles, en un Parlamento fragmentado.
24/06/2018
Elecciones legislativas y presidenciales en Turquía bajo la nueva Constitución. Erdogan y el AKP ganan holgadamente.
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Perspectiva por paĂses
Perspectivas 126
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NOTAS: * Valoración de la coyuntura realizada a partir de la ponderación de las cifras estimadas para 2018 de crecimiento, inflación, déficit público y déficit por cuenta corriente (10: máxima puntuación; 0: mínima punturación ** Clasificación de Riesgo -País de la OCDE de 1 (menor riesgo) a 7 (mayor riesgo). Los guiones indican “no clasificado”
(1/5)
A
Che
Países
PIB 2018 (mill. $)
Afganistán África Subsahariana Albania Alemania Angola Antigua y Barbuda Arabia Saudí Argelia Argentina Armenia Asia emergente Australia Austria Azerbaiyán Bahamas Bahréin Bangladesh Barbados Bélgica Belice Benín Bielorrusia Bolivia Bosnia Herzegovina Botsuana Brasil Brunei Bulgaria Burkina Faso Burundi Bután Cabo Verde Camboya Camerún Canadá Catar Centroafricana, Rep Chad Checa, Rep
21.657 1.651.556 15.289 4.211.635 119.428 1.612 748.003 197.629 625.921 12.031 20.031.249 1.500.256 477.672 45.483 12.318 37.841 285.817 5.317 562.229 1.912 11.039 59.246 40.737 20.340 18.620 2.138.918 14.438 64.781 14.607 3.805 2.547 1.978 24.360 39.074 1.798.512 183.807 2.164 11.486 251.577
Deuda pública 2018 (% del PIB)
T
6,8 48,1 71,3 59,8 73,0 88,2 20,0 33,3 54,1 54,8 52,0 41,7 75,4 54,9 57,5 94,9 32,7 128,7 101,0 97,5 55,1 49,5 51,4 39,3 14,9 87,3 2,5 23,6 41,0 65,1 100,4 124,7 35,8 34,3 86,6 55,4 48,6 48,1 32,9
INDICADORES DE COYUNTURA % Crecimiento PIB 2018
2,5 3,4 3,7 2,5 2,2 3,5 1,7 3,0 2,0 3,4 6,5 3,0 2,6 2,0 2,5 3,0 7,0 0,5 1,9 1,8 6,0 2,8 4,0 3,2 4,6 2,3 1,0 3,8 6,0 0,1 7,1 4,3 6,9 4,0 2,1 2,6 4,0 3,5 3,5
T
% Inflación 2018 (final periodo)
T
5,0 9,6 2,8 1,6 24,6 2,0 3,7 10,4 19,2 4,0 3,5 2,3 2,2 7,0 2,4 2,7 6,0 2,2 1,5 1,6 2,8 6,0 4,5 1,9 3,5 3,9 0,3 2,1 2,0 18,9 4,5 1,0 3,3 1,1 2,2 1,5 3,6 -2,3 2,2
Saldo fiscal 2018 (% PIB)
T
-0,44 -4,05 -2,14 1,46 -1,67 -5,94 -7,32 -7,87 -5,50 -2,62 -4,25 -1,72 -0,31 2,36 -2,82 -11,56 -4,13 2,14 -1,31 -1,54 -4,68 -2,39 -6,16 1,30 -1,24 -8,33 -9,12 -0,98 -5,05 -9,29 -2,71 -3,21 -4,83 -2,16 -0,84 2,81 1,53 0,94 1,13
Saldo cuenta corriente 2018 (% PIB)
0,59 -2,95 -6,67 8,23 -2,20 -12,07 5,40 -9,32 -5,09 -2,80 0,61 -1,89 2,51 5,62 -13,59 -3,17 -2,04 -3,01 0,35 -5,98 -8,52 -2,49 -5,43 -5,91 8,28 -1,57 4,99 2,95 -7,48 -13,21 -19,60 -9,48 -10,70 -2,53 -3,19 2,54 -9,32 -4,32 0,34
T
* Puntuación (Valoración sobre 10) 5,3 5,5 6,0 8,3 3,8 4,8 5,3 3,9 1,8 6,3 7,3 6,3 7,3 6,7 4,9 5,4 5,5 5,7 7,3 4,1 5,0 4,5 4,5 6,8 8,1 3,7 5,3 8,6 4,8 1,6 5,3 5,0 4,3 7,0 5,3 7,9 6,1 5,3 10,0
T
** Grupo de riesgo país (a 31/10/18)
7 6 0 6 7 2 4 6 6 0 5 3 4 5 4 0 7 6 6 5 7 2 5 2 3 7 7 6 6 6 6 0 3 7 7 0
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Perspectivas 128
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
NOTAS: * Valoración de la coyuntura realizada a partir de la ponderación de las cifras estimadas para 2018 de crecimiento, inflación, déficit público y déficit por cuenta corriente (10: máxima puntuación; 0: mínima punturación ** Clasificación de Riesgo -País de la OCDE de 1 (menor riesgo) a 7 (mayor riesgo). Los guiones indican “no clasificado”
(2/5)
Chi
Gui
Países
PIB 2018 (mill. $)
Chile China Chipre Colombia Comores Congo, Rep. Congo, Rep. Democrat. Corea del Sur Costa de Marfil Costa Rica Croacia Dinamarca Dominica Dominicana, Rep. Ec. emergentes y en desarrollo Ecuador Egipto El Salvador Emiratos Árabes Unidos Eritrea Eslovaquia Eslovenia España Estados Unidos Estonia Etiopía Filipinas Finlandia Fiyi Francia Gabón Gambia Georgia Ghana Granada Grecia Guatemala Guinea Guinea Ecuatorial
280.269 14.092.514 24.620 327.978 738 10.471 42.644 1.693.246 48.142 61.287 61.056 369.760 476 80.413 35.122.710 106.621 237.073 29.407 411.827 6.721 111.483 56.933 1.506.439 20.412.870 30.821 85.664 332.449 289.557 5.440 2.925.096 17.461 1.085 16.142 51.619 1.180 226.774 82.356 10.854 11.544
Deuda pública 2018 (% del PIB)
T
23,8 51,2 97,0 49,3 28,4 110,4 14,5 38,9 48,0 52,8 75,5 35,9 93,6 36,9 51,0 48,0 91,2 58,9 19,0 129,4 49,0 72,1 96,7 108,0 8,5 58,3 37,3 60,5 47,3 96,3 59,3 111,4 44,2 69,1 64,0 191,3 24,4 43,7 45,6
INDICADORES DE COYUNTURA % Crecimiento PIB 2018 3,4 6,6 3,6 2,7 3,0 0,7 3,8 3,0 7,4 3,6 2,8 2,0 -16,3 5,5 4,9 2,5 5,2 2,3 2,0 4,2 4,0 4,0 2,8 2,9 3,9 8,5 6,7 2,6 3,5 2,1 2,7 5,4 4,5 6,3 3,6 2,0 3,2 5,8 -8,5
T
% Inflación 2018 (final periodo)
2,6 2,8 2,2 3,4 3,5 1,8 29,5 2,1 2,0 3,0 1,2 1,6 1,4 3,7 4,6 2,5 10,4 2,1 4,2 9,0 1,9 1,7 1,6 2,6 1,8 10,0 4,1 1,7 3,3 1,4 2,8 5,1 3,0 8,0 1,8 0,9 4,2 8,0 1,3
T
Saldo fiscal 2018 (% PIB)
T
-0,93 -4,15 2,01 -2,69 -2,85 3,85 0,07 2,05 -3,75 -6,73 -0,52 -0,82 -1,90 -3,00 -4,11 -4,99 -9,97 -1,80 -1,40 -13,22 -0,92 0,01 -2,51 -5,28 -0,35 -2,46 -0,45 -1,40 -3,82 -2,43 0,80 -2,25 -0,72 -5,04 3,05 -0,09 -1,42 -2,13 -1,06
Saldo cuenta corriente 2018 (% PIB)
-1,78 1,18 -4,11 -2,58 -6,95 2,97 0,31 5,46 -1,52 -3,15 2,97 7,65 -37,13 -1,05 -0,07 -0,12 -4,40 -3,18 5,31 -1,49 -0,29 5,70 1,57 -3,01 1,95 -6,53 -0,54 1,43 -5,20 -1,34 -1,54 -18,45 -10,52 -4,12 -7,09 -0,76 1,08 -19,14 -0,91
T
* Puntuación (Valoración sobre 10)
T
** Grupo de riesgo país (a 31/10/18)
8,0 7,8 8,0 4,9 5,1 7,1 6,6 10,0 6,0 4,9 6,7 7,3 2,5 6,7 6,3 4,3 3,5 4,5 6,3 4,3 8,0 10,0 7,3 4,3 9,0 4,3 6,9 7,3 4,5 6,3 6,3 5,1 5,3 4,3 7,0 5,5 7,7 5,1 3,3
0 2 0 4 7 7 7 0 6 3 4 0 6 4 6 6 5 2 7 0 0 0 0 0 7 3 0 5 0 6 7 6 6 6 0 4 7 7
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Perspectivas 130
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
NOTAS: * Valoración de la coyuntura realizada a partir de la ponderación de las cifras estimadas para 2018 de crecimiento, inflación, déficit público y déficit por cuenta corriente (10: máxima puntuación; 0: mínima punturación ** Clasificación de Riesgo -País de la OCDE de 1 (menor riesgo) a 7 (mayor riesgo). Los guiones indican “no clasificado”
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Gui
Mal
Países
PIB 2018 (mill. $)
Guinea-Bissau Guyana Haití Honduras Hungría India Indonesia Irak Irán Irlanda Islandia Islas Marshall Islas Salomón Israel Italia Jamaica Japón Jordania Kazajstán Kenia Kirguistán Kiribati Kuwait Laos Latinoamérica y Caribe Lesoto Letonia Líbano Liberia Libia Lituania Luxemburgo Macedonia Madagascar Malasia Malawi Maldivas Malí Malta
1.582 3.747 9.417 24.021 163.541 2.848.231 1.074.966 223.258 418.875 385.142 29.109 205 1.377 373.751 2.181.970 15.256 5.167.051 42.553 179.250 88.271 7.588 211 135.305 18.337 5.600.886 2.920 35.915 53.620 3.332 43.636 54.352 72.461 13.085 12.611 364.919 6.746 4.825 17.907 14.873
Deuda pública 2018 (% del PIB)
T
40,1 53,9 33,2 43,8 67,4 68,9 29,6 54,7 53,9 67,1 38,4 25,3 14,6 61,6 129,7 98,3 236,0 93,5 21,6 58,1 55,1 30,0 26,7 65,5 64,7 39,5 32,9 157,3 38,7 n/d 34,2 22,9 41,2 37,2 53,6 57,8 71,1 35,9 48,6
INDICADORES DE COYUNTURA % Crecimiento PIB 2018
5,5 3,5 2,0 3,5 3,8 7,4 5,3 3,1 4,0 4,5 3,2 1,8 3,0 3,3 1,5 1,5 1,2 2,5 3,2 5,5 3,3 2,3 1,3 6,8 2,0 1,7 4,0 1,5 3,2 16,4 3,2 4,3 2,8 5,1 5,3 3,5 5,0 5,0 5,7
T
% Inflación 2018 (final periodo)
2,0 2,8 8,0 5,0 3,2 5,2 3,5 2,0 11,2 1,8 2,7 1,1 1,9 1,0 1,6 5,1 0,8 2,5 6,0 5,1 5,5 2,5 2,5 2,6 3,6 5,5 3,0 3,5 11,0 20,0 2,2 1,4 1,8 7,9 3,0 9,0 2,3 1,6 1,7
T
Saldo fiscal 2018 (% PIB) -2,17 -5,29 -2,47 -0,79 -2,07 -6,54 -2,50 0,34 -1,38 -0,18 1,23 1,94 -5,71 -3,16 -1,56 -0,17 -3,45 -0,37 -2,29 -7,49 -2,54 -5,68 7,07 -4,35 -5,63 -5,35 -0,51 -10,58 -4,09 -39,32 0,71 0,76 -3,03 -2,96 -2,66 -2,80 -7,64 -3,30 1,57
T
Saldo cuenta corriente 2018 (% PIB)
-3,25 -5,19 -4,13 -3,88 2,54 -2,34 -1,92 0,18 6,98 9,79 3,29 4,54 -4,98 2,64 2,57 -2,92 3,76 -8,53 -1,37 -6,15 -13,58 16,98 5,79 -14,88 -2,09 -12,16 -1,91 -25,85 -22,49 -10,72 -0,10 5,36 -1,47 -4,03 2,38 -8,94 -17,99 -6,92 9,91
T
* Puntuación (Valoración sobre 10)
T
** Grupo de riesgo país (a 31/10/18)
5,8 5,0 3,3 5,5 8,3 5,9 6,9 8,8 6,5 9,0 10,0 8,3 6,0 8,0 7,3 4,5 5,5 4,5 6,3 4,3 5,1 5,3 8,1 4,8 4,5 2,5 7,3 2,3 3,3 3,3 9,0 10,0 4,5 5,1 8,1 4,3 5,0 4,8 10,0
7 6 7 5 0 3 3 7 6 0 0 0 0 6 0 5 6 6 7 6 2 7 6 0 7 7 7 0 0 5 7 2 7 6 7 0
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Perspectivas 132
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
NOTAS: * Valoración de la coyuntura realizada a partir de la ponderación de las cifras estimadas para 2018 de crecimiento, inflación, déficit público y déficit por cuenta corriente (10: máxima puntuación; 0: mínima punturación ** Clasificación de Riesgo -País de la OCDE de 1 (menor riesgo) a 7 (mayor riesgo). Los guiones indican “no clasificado”
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Mar
San
Países
PIB 2018 (mill. $)
Marruecos Mauricio Mauritania México Micronesia Moldavia Mongolia Montenegro Mozambique Myanmar Namibia Nauru Nepal Nicaragua Níger Nigeria Noruega Nueva Zelanda Omán Países Bajos Pakistán Palaos Panamá Papúa Nueva Guinea Paraguay Perú Polonia Portugal Puerto Rico Reino Unido Ruanda Rumanía Rusia Samoa San Cristóbal y Nieves San Marino San Vicente y Granadinas Santa Lucía Santo Tomé y Príncipe
120.997 13.297 5.435 1.212.831 335 9.202 12.511 5.547 14.321 70.715 13.298 114 27.278 14.532 9.869 408.612 443.252 220.888 82.620 945.327 303.993 321 66.711 26.312 32.291 231.567 614.190 248.891 97.353 2.936.286 9.944 245.590 1.719.900 881 972 1.809 835 1.755 443
Deuda pública 2018 (% del PIB)
T
64,1 59,9 72,4 53,5 22,4 39,8 n/d 69,7 110,1 35,6 52,4 62,4 27,4 34,1 46,2 26,8 36,7 24,0 46,8 53,5 67,2 n/d 37,7 30,5 26,5 27,0 50,8 121,2 61,0 86,3 41,3 37,9 18,7 45,8 60,3 55,5 81,4 73,1 76,9
INDICADORES DE COYUNTURA % Crecimiento PIB 2018
3,1 3,9 2,7 2,3 1,4 3,5 5,0 3,1 3,0 6,9 1,2 -3,0 5,0 4,7 5,1 2,1 2,1 2,9 2,1 3,2 5,6 1,0 5,6 2,9 4,5 3,7 4,1 2,4 -3,6 1,6 7,2 5,1 1,7 2,5 3,5 1,3 2,1 2,5 5,0
T
% Inflación 2018 (final periodo)
2,0 5,9 4,7 3,6 2,0 4,0 7,8 2,7 6,5 5,8 5,8 2,0 5,7 6,3 1,9 14,5 1,8 2,2 2,5 2,1 5,4 2,0 2,2 2,6 4,0 2,3 2,9 1,8 2,2 2,7 5,0 3,5 3,5 2,6 2,0 1,0 1,5 1,4 5,0
T
Saldo fiscal 2018 (% PIB)
T
-2,99 -3,35 -0,23 -2,50 8,67 -3,18 -5,26 -2,91 -7,52 -3,88 -7,70 5,66 -3,71 -2,04 -6,09 -4,81 3,68 1,09 -5,66 0,55 -5,32 -3,17 -1,25 -2,32 -0,82 -3,33 -1,89 -1,01 -6,90 -1,81 -1,97 -3,62 0,02 -1,02 -0,85 -0,28 -2,05 -3,59 -2,36
Saldo cuenta corriente 2018 (% PIB)
-3,64 -7,37 -9,90 -1,92 3,19 -3,67 -6,42 -19,04 -16,93 -5,44 -3,61 -0,68 -3,59 -7,77 -16,06 0,51 6,11 -2,63 -6,22 9,58 -4,79 -13,39 -6,01 20,19 -1,97 -0,68 -0,88 0,23 0,00 -3,75 -8,38 -3,74 4,47 -1,83 -13,07 0,00 -13,55 -0,96 -11,25
T
* Puntuación (Valoración sobre 10)
T
** Grupo de riesgo país (a 31/10/18)
6,6 4,9 3,3 5,1 7,9 4,1 4,3 5,8 2,3 4,3 2,9 5,1 4,3 5,1 4,8 3,8 8,3 7,3 3,7 10,0 4,1 3,3 6,6 6,3 6,5 6,6 8,0 7,3 3,5 5,3 5,3 4,9 6,9 5,5 7,0 6,3 4,5 4,3 5,1
3 3 7 3 3 7 6 7 7 6 4 3 6 7 7 6 0 0 4 0 7 6 3 6 5 3 0 0 1-2 0 6 3 4 5 5 6 7
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Perspectivas 134
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
NOTAS: * Valoración de la coyuntura realizada a partir de la ponderación de las cifras estimadas para 2018 de crecimiento, inflación, déficit público y déficit por cuenta corriente (10: máxima puntuación; 0: mínima punturación ** Clasificación de Riesgo -País de la OCDE de 1 (menor riesgo) a 7 (mayor riesgo). Los guiones indican “no clasificado”
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Sen
Zim
Países
PIB 2018 (mill. $)
Senegal Serbia Seychelles Sierra Leona Singapur Sri Lanka Suazilandia Sudáfrica Sudán Sudán del Sur Suecia Suiza Surinám Tailandia Taiwán Tanzania Tayikistán Timor Oriental Togo Tonga Trinidad y Tobago Túnez Turkmenistán Turquía Tuvalu Ucrania Uganda Unión Europea Uruguay Uzbekistán Vanuatu Venezuela Vietnam Yemen Yibuti Zambia Zimbabue
19.722 48.279 1.569 3.824 349.659 93.454 4.572 370.887 41.676 3.194 600.771 741.688 3.857 483.739 613.295 56.664 7.659 2.740 5.590 433 22.158 40.298 42.353 909.885 43 119.134 27.616 19.669.743 63.370 40.259 957 100.845 240.779 13.840 2.187 26.228 19.395
Deuda pública 2018 (% del PIB)
T
60,6 58,5 58,5 63,7 110,2 77,3 36,2 54,9 176,5 51,0 38,0 41,9 68,5 41,6 33,6 39,3 50,2 n/d 75,6 n/d 41,7 73,1 31,2 27,8 43,2 78,4 41,5 81,1 66,2 20,1 51,3 162,0 58,4 128,2 30,4 65,5 75,2
INDICADORES DE COYUNTURA % Crecimiento PIB 2018 7,0 3,5 3,3 3,5 2,9 4,0 -0,9 1,5 3,7 -3,8 2,6 2,3 1,4 3,9 1,9 6,4 4,0 2,8 4,9 3,2 0,2 2,4 6,2 4,4 3,5 3,2 5,2 2,5 3,4 5,0 3,8 -15,0 6,6 -0,5 6,7 4,0 2,4
T
% Inflación 2018 (final periodo) 1,5 3,0 3,8 13,0 1,8 4,7 6,0 5,6 42,0 96,4 1,5 0,9 11,2 0,8 1,3 5,0 6,3 2,5 2,4 2,5 2,7 6,5 9,4 10,9 3,4 9,0 4,0 1,9 6,6 16,9 4,6 12874,6 4,0 30,0 1,0 8,0 7,9
T
Saldo fiscal 2018 (% PIB) -3,52 -0,27 0,57 -8,23 2,29 -4,43 -7,44 -4,23 -3,09 -4,84 1,14 0,44 -5,01 -0,94 -1,61 -4,40 -7,36 -23,82 -3,16 -2,06 -9,30 -5,21 -0,99 -2,93 -3,06 -2,50 -5,29 -0,83 -2,91 0,77 -7,96 -30,22 -4,70 -14,31 -1,67 -7,82 -3,12
T
Saldo cuenta corriente 2018 (% PIB)
-7,92 -4,45 -14,36 -18,90 18,90 -2,71 15,38 -2,86 -6,16 -6,08 3,08 9,66 6,30 9,30 13,59 -5,37 -5,20 -22,55 -7,79 -12,05 -3,02 -9,15 -9,04 -5,40 -20,53 -3,69 -6,86 2,39 0,56 0,21 -9,15 2,40 3,04 -6,47 -19,48 -2,56 -2,65
T
* Puntuación (Valoración sobre 10)
T
** Grupo de riesgo país (a 31/10/18)
5,2 5,5 6,3 3,3 8,3 5,3 2,8 3,9 2,6 0,0 8,3 7,5 3,8 7,9 7,3 4,3 4,1 3,3 5,0 6,0 3,9 2,7 4,5 4,7 4,9 4,3 4,3 7,3 7,9 7,5 4,1 1,1 6,5 0,0 5,8 5,3 3,3
5 5 6 7 0 6 6 4 7 7 0 0 6 3 1 6 7 6 6 6 3 5 6 5 3 7 6 3 6 7 7 5 7 7 6 7
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Perspectivas 136
Nota metodológica sobre el cuadro de datos macroeconómicos - Perspectivas Las cifras económicas que se incluyen en los cuadros de las páginas anteriores son las correspondientes a las estimaciones para el año 2018, y provienen del World Economic Outlook del Fondo Monetario Internacional. Las valoraciones que se ofrecen a través de los “semáforos” se refieren únicamente al dato concreto de dicho año y, por tanto, se trata de una apreciación de carácter muy coyuntural, que no entra a evaluar ni factores estructurales ni las características propias de la economía de cada país. Las columnas T se refieren a la tendencia esperada para el indicador al que acompañan, a partir de la comparación del dato de 2017 con la previsión para 2018 que realiza el FMI. Se considerará que la tendencia mejora, respectivamente, si baja la deuda; si sube el crecimiento; si baja la inflación; si se reduce el déficit o aumenta el superávit fiscal; y si se reduce el déficit o aumenta el superávit por cuenta corriente. En caso contrario, se considera que la tendencia empeora. En la columna de “Puntuación” se valora de 0 (peor) a 10 (mejor) la situación coyuntural del país. La puntuación se obtiene a partir de la ponderación de las cifras estimadas para 2018 de crecimiento, inflación, déficit público y déficit por cuenta corriente. La columna T situada junto a la puntuación muestra la tendencia esperada, o las perspectivas de la coyuntura en función de la tendencia década uno de los indicadores que se incluyen en el cuadro. Así pues, un círculo verde significa que las tendencias de los indicadores son positivas; uno amarillo muestra que los indicadores registran tendencias mixtas; y uno rojo implica que se espera una tendencia negativa en el conjunto de los indicadores. Por último, la columna “Grupo de riesgo” ofrece la clasificación de Riesgo_País de la OCDE vigente a 31 de octubre de 2018. Dicha clasificación va de 1 (menor riesgo) a 7 (mayor riesgo). Los guiones indican que el país no está sujeto a esta clasificación.
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#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
#MAPAS
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Internacionalización comercial española
Diferencia entre la capacidad teórica de compra de bienes españoles y las cifras reales de exportación de bienes españoles
PRESENCIA ESPAÑOLA RESPECTO A SU POTENCIAL Muy elevada
Elevada
Media
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Reducida
Muy reducida
#UNIÓN_EUROPEA #ÁFRICA_SUBSAHARIANA #AMÉRCIA_LATINA #ORIENTE_MEDIO #PERSPECTIVAS
¿A dónde exporta España? CIFRA DE EXPORTACIONES DE BIENES ESPAÑOLES. 2018 > 10.000 mill.€
2.500 - 10.000 mill.€
1.000 - 2.500 mill.€
100 - 1.000 mill.€
< 100 mill.€
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Mapa Riesgo País Islandia Rusia
Finlandia Noruega Reino Unido
Bielorrusia Alemania Polonia Ucrania Bélgica Rep. Checa Kazakhstán Austria Hungría Moldavia Suiza Croacia Rumanía Francia Serbia Georgia Uzbekistán Kirguistán Bulgaria Azerbayán Macedonia Italia España Portugal Turquía Armenia Turkmenistán Tayikistán Grecia Siria Chipre Túnez Afganistán Iraq Líbano Marruecos Irán Israel Jordania Argelia Pakistán Egipto Libia Sahara Arabia Occidental E.A.U. Saudí India
Canadá
Países no clasificados
Riesgo medio
Riesgo muy bajo
Riesgo medio-alto
Riesgo bajo Riesgo bajo-medio
Riesgo alto Riesgo muy alto
Estados Unidos
Cuba
México
Guatemala
Jamaica Belice Honduras Haití Nicaragua
El Salvador Costa Rica Panamá
Rep. Dominicana
Mauritania Senegal
Trinidad y Tobago Venezuela
Guyana Surinam Guyana Francesa
Colombia Riesgo de transferencia y convertibilidad
Estonia Letonia Lituania
Países Bajos
Irlanda
RIESGO POLÍTICO A MEDIO O LARGO PLAZO
Dinamarca
Suecia
Ecuador
Riesgo de confiscación, expropiación y nacionalización
Gambia Guinea-bissau
Guinea
Sierra Leona Liberia
Niger
Mali Burkina Faso Ghana Benín
Costa de Marfil
Nigeria
República Sudán Centroafricana del Sur
Yemén
Corea del Norte Corea del Sur
China Nepal
Bután
Bangladesh Myanmar
Laos
Hong Kong
Vietnam Tailandia Camboya
Yibuti
Japón
Taiwán
Filipinas
Etiopía
Camerún Togo Uganda Guinea Ecuatorial República Ruanda Kenia Gabón Democrática Burundi del Congo República del Congo
Sri Lanka Somalia Seychelles
Malasia Singapur Indonesia
Papua Nueva Guinea Islas Salomón
Tanzania
Perú
Brasil
Riesgo de guerra y violencia política
Zambia Namibia
Chile
Mozambique
Angola
Bolivia
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Eritrea
Sudán
Chad
Omán
Mogolia
Paraguay
Malawi
Zimbabwe
Vanuatu
Botswana Lesotho
Argentina
Fiji
Madagascar
Australia Swazilandia
Sudáfrica Uruguay Nueva Zelanda
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