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Ilustraci贸n

de libros infantiles





Ilustración Infantil Antecedentes Históricos Ilustración de libros infantiles lustración infantil esta destinada para que la niñez disfrute de ella, es por ello que la ilustración de sus diseños debe de ser cada vez m e j o r .

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estuvieron influenciadas por los prerrafaelistas y los grabados japoneses. Fue, junto con el diseñador William Morris, uno de los máximos exponentes del movimiento Arts & Crafts, cuyo objetivo era reformar las artes decorativas. Entre los libros que ilustró para Morris y otros editores se cuentan El príncipe rana (1874), Cuentos infantiles de los hermanos Grimm (1882) y su obra maestra, La reina de las hadas (1894-1896) de Edmund Spenser. Crane también fue profesor de arte, dirigió tres escuelas y escribió algunos trabajos sobre

Visible World in Pictures (El mundo visible en imágenes) publicado por Juan Amos Comenio en 1658. La proporción mayor de libros ilustrados durante el siglo XIX correspondió a los destinados al público infantil, cuya producción aumentó considerablemente. Entre los ilustradores más importantes cabe mencionar a William Mulready (El baile de la mariposa, 1807), George Cruikshank (Cuentos de Grimm, 1823), Edward Lear (A Book of Nonsense, 1846), F.O.C. Darley (Rip Van Winkle, 1850), Gustave Doré (Los cuentos de Perrault, 1862), John

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Ilustración para Alicia en el país de las maravillas Sir John Tenniel es célebre por sus ilustraciones de las obras de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas (1865) y Alicia a Historia de la ilustración para libros infan- través del espejo (1872). Esta ilustración t i l e s muestra a Alicia tomando el Walter Crane (1845-1915), pintor, diseñador - té con el Sombrerero Loco tino Its n e g r a e ilustrador inglés, célebre por (y a y la Liebre de Marzo; el rador el ilust chicos a s t o s l i sus ilustraciones de v a o cuarto invitado es el e ob s e r v n entr do veo libros infantiles con En u rman “Cuan ibroinfantil, o Lirón. Lewis Carroll senafi nl ber leíd a u n h a r v e n e e l un estilo premeditas) dic en tía gran admiración por grande n cosas que ue marquen e damente arcaico. los dibujos de r q el los b e n descu es dic stán e Nacido en Liverpool, que texto y uno l tán y .... no e istoria Tenniel.Photo Researes ah el estudió miniatura y en arte del texto os dibujos. “l to grá- chers, Inc./Van Bucher l p en n é e grabado en plancha de qu , lo leyeron instrum l e d s o é t v madera durante su ju- tex mpleta a tra El primer libro de co e s ventud. Sus pinturas e texto ilustrado destio. c i f ilustraciones de libros nado a los niños fue The

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Tenniel (Alicia en el país de las maravillas, 1865), Richard Doyle (En el país de las hadas, 1870), Arthur Hughes (Sing-Song, 1872), Winslow Homer (Courtin, 1874), Randolph Caldecott (La casa que construyó Jack, 1878), Kate Greenaway (Tarta de manzana, 1886), Walter Crane (Esopo para niños, 1887) y Beatrix Potter (El cuento de Peter Rabbit, 1900). Todos estos artistas ejercieron una fuerte influencia en el posterior desarrollo de la ilustración de libros infantiles. Son también dignos de mención el artista francés Louis Maurice Boutet de Monvel (Jeanne d’Arc, 1896) y el acuarelista inglés Arthur Rackham (Fábulas de Esopo, 1912). En esta modalidad han surgido clásicos modernos en diferentes países, entre los que destacan: Maurice Sendak en Estados Unidos, (Donde viven los monstruos); Jean de Brunhoff en Francia (los libros de Babar, que se iniciaron en 1931); Reiner Zimnik (Jonás el pescador, 1956) y Marlene Reidel (El viaje de Eric, 1960) en Alemania; y Yashima Taro en Japón (El niño cuervo, 1955). La mayor parte de los libros ilustrados que se editan en la actualidad están dedicados a los niños. Por otra parte en España surge la ilustración de libros infantiles. El primer tercio (1900-1936), tiempo de vanguardias artísticas, fue uno de los periodos más estimulantes y vitalistas de la historia de la cultura española. Se alcanzaba la modernidad y, con ella, las artes gráficas, la industria editorial y la prensa periódica experimentaron un gran desarrollo que, a su vez, propició la difusión de la obra de un grupo excepcional de artistas plás-

ticos de la época, entre los que se encuentran los precursores de la ilustración española de libros para niños. Fue el momento, también, del nacimiento sociológico de la infancia. Los niños comenzaron a existir como tales, a tener su propio espacio en la sociedad, y la básica atención escolar se fue ampliando con propuestas de tipo cultural. Y así los niños empezaron a tener «sus» libros, «sus» tebeos, «su» teatro... Nació, pues, la literatura infantil española, que por definición tenía que ser ilustrada (según la autorizada opinión de la Alicia de Carroll: ¿de qué sirve un libro si no tiene dibujos?, y lo hizo de la mano de grandes artistas. Los irrepetibles modernistas y los noucentistes catalanes que, como fue habitual en la época, alternaron de forma natural y sin prejuicios, pintura, grabado, cartelismo, publicidad y humor gráfico, con la ilustración de libros infant i l e s . Barcelona, como gran centro de producción editorial, y Madrid, con la editorial Calleja, auténtica «factoría infantil», pusieron en circulación modélicos libros para niños, ilustrados por Apel•les Mestres, Salvador Bartolozzi, Xavier Nogués, Josep Llaverías, José Sánchez Tena, Rafael de Penagos, Joan Junceda y Lola Anglada, entre muchos otros. Artistas olvidados, apenas nombres de culto para unos pocos, que se reivindican hoy en esta exposición, y que, si los tiempos hubieran sido propicios, habrían dado lugar a una gran escuela de ilustración española y, posiblemente, a un «siglo de oro» de la ilustración de libros infantiles. Pero no pudo ser. La guerra civil y los largos años de posguerra y dictadura posteriores (1936-1970), marcaron la

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vida cultural española con el exilio y el silencio. La escasez y la mediocridad fueron las notas predominantes, con alguna brillante excepción, como los exquisitos trabajos de Mercé Llimona (Barcelona, 1914-1997), destacada cultivadora de la tradición inglesa; las armoniosas imágenes de María Rius (1938); los ternuristas niños felices de Ferrándiz (1919), que dio color a muchas Navidades con sus famosos «christmas», y los trabajos de algunos espléndidos dibujantes de historietas (Blasco, Ambrós, Cifré, Vázquez, Ibáñez), un género que alcanzó gran popularidad en la época; tanta, que no es infrecuente referirse a ella como «aquellos tiempos del tebeo». A finales de los años 60, en Cataluña comenzó a recuperarse abiertamente el libro infantil ilustrado, heredero de aquellos precursores. Y ya en los 70, de la mano de la madrileña editorial Altea y de dos jóvenes profesionales, creativos, renovadores y progresistas —el ilustrador (y desde hace unos años también escritor) Miguel Ángel Pacheco y el escritor y cineasta José Luis García Sánchez—, se dio el primer paso, el impulso decisivo que permitió alumbrar un nuevo concepto de libros para niños, moderno y a la altura de los tiempos, que hoy ya está plenamente instalado en el panorama intern a c i o n a l . Principales protagonistas de ese momento fueron, junto a Pacheco, el grupo de ilustradores formado por Asun Balzola, Miguel Calatayud, José Manuel Boix, Viví Escrivá, Carme

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Solé, José Ramón Sánchez, Ulises Wensell, Montse Ginesta y Karin Schubert, cuyos trabajos tuvieron una excepcional acogida en el país y una inmediata repercusión internacional. Rupturistas, originales y buenos conocedores tanto de los clásicos como de

las nuevas corrientes artísticas, ellos supieron incorporar la contemporaneidad al panorama español. Hoy, treinta años después y aún en plena actividad, siguen siendo los ilustradores de referencia de la literatura infantil e s p a ñ o l a . Este «Grupo de los 70», que lo es más

por pura coincidencia temporal (y por el buen olfato de quien fue capaz de aglutinarlos en torno a proyectos innovadores), que por características comunes, rechaza la idea de «escuela española de ilustración». No se reconocen como miembros de esa su-

puesta escuela, ya que si algo les caracteriza, como independientes y autodidactos que son, es la diversidad de ideas, de estilos, de técnicas, de trayectoria profesional... Marcaron, sin embargo, las pautas del buen hacer y han sabido ganarse el respeto y la admiración de todos, tanto por su magnífica obra, siempre en evolución,

como por su irreductible defensa de la libertad creativa. Y marcaron también el camino para los que han llegado después. Ellos, como grupo, tal vez no formaron una escuela, pero sí la han creado. Esta exposición, en la que se ha reunido a un centenar largo de ilustradores españoles del siglo XX, es una buena muestra de la huella espléndida de su magisterio. La mayoría de los nuevos profesionales que, en las décadas de los 80 y los 90, se fueron incorporando al panorama de la ilustración, siguieron las pautas del Grupo. La estela de «balzolas», «calatayudes», «pachecos», «solés», «ginestas»... es fácil de apreciar en muchos de los trabajos que aquí se muestran, obra de jóvenes ilustradores que, inspirados en sus maestros, supieron recrear estilos personales. Junto a ellos, y en esos años de especial euforia editorial, a la que contribuyó el desarrollo de la edición en las Comunidades Autónomas, fueron apareciendo también personalidades singulares, como Ruano, Luis de Horna, Gabán, Alonso, Gusti, Ballester, Meléndez, Serrano, los gallegos López Domínguez y Enjamio, los vascos Mitxelena y Olariaga, que vinieron a añadir riqueza variedad a un panorama realmente atractivo, en el que hoy ya caben todas las propuestas. Los novísimos —Amargo, Max, Morales, Rubio, Tàssies, Villamuza, Villán— cierran el siglo con brillantez, con obras de impacto similar a las del Grupo de los 70, y con similar afán de innovación, aunque con la ventaja de


Libros para los más chicos Algunas características saberse inscritos en una tradición (corta aún, pero tradición al fin) que les ampara. Pasado ya el tiempo de «inventar» el libro ilustrado español para niños, estos ilustradores pueden dedicarse a reinventar, en esos libros, el arte de su tiempo. Un arte de hoy, que no olvida el pop, el surrealismo, el cubismo, el expresionismo o el hiperrealismo, pero en el que resulta evidente la influencia del cine, la fotografía, el cómic, el diseño gráfico y la infografía, además del gusto por la experimentación y por el mestizaje de técnicas. La última generación de ilustradores españoles lo está haciendo con estimulante libertad creativa y con excelente oficio. Ellos cierran un siglo que no pudo ser de oro, pero abren otro que promete llegar a serlo. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. En la actualidad, los libros infantiles no contienen simples ilustraciones que acompañan a un texto. La mayoría de las veces, son las propias ilustraciones las que narran, las que portan todo el significado, con una au-

sencia casi total de la palabra. No cabe duda de que, para los niños, lo visual es mucho más rico y más atractivo que lo escrito. Así, la ilustración en los libros infantiles se convierte en una forma artística que es capaz de establecer muchos niveles de comunicación y de dejar una huella muy profunda en la conciencia del pequeño. Por este motivo, la responsabilidad de los creadores es muy grande, ya que su obra es la primera herramienta del niño para dar sentido a su mundo. Matilda. Quentin Blake. Pero la interpretación y comprensión de las imágenes requiere de un aprendizaje, del mismo modo que se aprende a leer y a escribir. La expresión "alfabetización visual" se ha ido extendiendo a lo largo de los últimos años y hace referencia a la relación de los niños con los textos visuales. Se refiere a la destreza de ver, dibujar y formular un juicio estético, y para ello, el niño pasa por tres fases: • Reconocimiento: El niño reconoce y

distingue una figura bidimensional a la que le corresponde un nombre. Así va fijando en su memoria la composición del mundo a través de imágenes y va desarrollando su inteligencia. • Identificación. El niño se implica a través de sus experiencias personales con la imagen que se le presenta. • Imaginación: El niño ve una imagen e inmediatamente puede asimilarla y expresarla, imaginando una nueva sit u a c i ó n . En los últimos años ha habido una especie de revolución en el arte de la ilustración infantil. Se ha presenciado la afluencia de una generación de artistas gráficos profundamente imaginativos, que se sirven de la más rica variedad de técnicas tradicionales y digitales. Cada vez más artistas se sienten atraídos por un mundo fascinante tanto por el potencial del diseño creativo

como por el estatus de sus creadores, que ahora comienzan a recibir más atención y respeto. En cuanto a los niños, es importante que tengan acceso a un arte de calidad. Ellos tienen su propia colección de libros, estudian con detenimiento sus imágenes preferidas y reconocen la obra de determinados ilustradores al igual que la de sus escritores favoritos. Muchos de estos artistas no se limitan únicamente a este mundo, la mayoría desarrolla su trabajo en otros campos como el diseño y la publicidad. Cada vez es más habitual que los ilustradores de cuentos infantiles expongan sus obras en galerías, creando nuevas salidas para sus trabajos. Poco a poco, parece que comienzan a tener el reconocimiento que se merecen. La frase del ilustrador australiano nos habla de la capacidad que tienen las imágenes para estimular la imaginación de sus observadores. Este supuesto se sustenta en las bellas ilustraciones de los libros infantiles de

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hoy, que no sólo los convierte en verdaderas obras de arte sino que también contribuyen, en gran medida, al desarrollo intelectual de sus lectores y cautivan a los adultos. Debido a la importancia que ha adquirido la ilustración se han producido géneros editoriales en los que es protagonista, como es el caso del libro-álbum. En él se narran las historias con textos cortos y copiosas ilustraciones, ya que al estar destinado a niños que inician su

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experiencia de lectura, se cree que la proporción es necesaria y benéfica dado que las palabras, que no tienen sentido por sí solas, no ayudan a un niño a entender una idea o un concepto mientras que las ilustraciones, que tienden a parecerse a los objetos que representan, lo pueden lograr. Por ejemplo, la palabra árbol no se asemeja al objeto árbol en tanto que una imagen de éste sí (Nodelman 19 y 21). Si bien la historia de este género editorial

es reciente el uso de imágenes en libros para niños se remonta, por lo menos, al siglo XVII. La obra Orbis sensualum pictus (1658) del clérigo y educador moravo Jan Amós Komensky -Comenio- era un glosario en latín y alemán, alfabéticamente ordenado, que mostraba “las imágenes y nomenclatura de todas las cosas fundamentales del mundo y las acciones de la vida”. Se considera

pionera en el uso de la imagen con fines didácticos dado que su intención era captar la atención de los niños haciendo menos tedioso el aprendizaje del latín (Cech 13). Tanto el texto como las ilustraciones fueron impresas en la técnica de la época, la xilografía, que consistía en grabar los contenidos en madera para entintarla y trasladarlos al papel. En el siglo XVIII sobresale el trabajo


Algo más sobre la ilustración La ilustración cumple distintas funciones: muestra y embellece, o adorna el texto, y por esto también cumple un objetivo comercial: atraer la atención del público. "El color y las técnicas de reproducción de la ilustración constituyen, por una parte, —como señala Maite Alvarado— argumentos de mercado, que permiten al material impreso competir con los productos de la comunicación audiovisual, principalmente en algunas franjas, como los productos destinados al público infantil. Pero, por otra parte, es allí donde subsiste lo artesanal y, por lo tanto, el valor estético, que la cultura impresa sigue detentando frente a la masividad de la cultura audiovisual." (2) Colecciones En la franja de los libros destinados a los niños el concepto de colección cobra un papel relevante, por lo tanto, también está funcionando como criterio de orientación en la selección.

Una colección es —según el Glosario del Cerlalc— "una serie de obras que ha sido editada siguiendo una secuencia o plan de edición en el que se incluyen las características técnicas y el contenido de cada uno de los títulos que la conforman".(3) Habitualmente, el nombre de cada colección encierra la temática, los objetivos de los libros que la integran, o alude a alguna característica del diseño, a la concepción de la propuesta, o a la franja del público infantil a la que está destinada (Los libros del chiquitín). Otras veces se alude al personaje (Serie del Tipito) o juegos de palabras vinculados a la infancia y la literatura. Por ejemplo: • Mira como crecen (Atlántida) • Los libros del recreo (Libros del Quirquincho) • Ocho lados (El Cronopio Azul)

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• Cuentos redondos (Sudamericana) • Los libros del Chiquitín (Juventud) • Cuentos de cuatro colores (Sudamericana) • Abre tus ojos (Sigmar) • Librito acordeón (Edaf) • Fácil de leer (Anaya) • Los morochitos (Colihue) Guía de observación de libros Teniendo en cuenta los aspectos desarrollados podemos hacer una clasificación según la propuesta y presentación del libro: 1. Libros con imágenes, con textos breves. Estos breves relatos están en estrecha vinculación con las ilustraciones. A veces hay una descripción despojada, otras veces el lenguaje es más sugerente, literario, aún en su brevedad. 2. Libro de imágenes, sin texto, con una secuencia narrativa . Un personaje o varios, unidos por una acción lineal mínima. 3. Libro documental o de divulgación de temas diversos: animales, alimentos, etc. Su finalidad es didáctica. Están ilustrados con fotografías o dibujos, con o sin texto. A veces aparece una palabra para nombrar los objetos que se muestran. 4. Cuentos ilustrados. Cuentos para ser leídos.

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5. Poesías, adivinanzas, canciones, juegos de palabras. 6. Libro juego. Por ejemplo: libros animados o pop-up; con agujeros; con ventanitas; libro acordeón, abanico, puzzle; troquelados; cuentos de hadas tridimensionales; musicales; libros en tela, material plástico, lavable o inflable; libros hechos con tabletas de madera unidos por un cordón; libros de hacer, en su mayoría consisten en álbumes para dibujar, colorear o recortar, que implican una actividad manual. 7. Libros originados por influencia de los medios de comunicación. Libros que surgen después del formato audiovisual, como transcripción o novelización, a partir de dibujos animados con numerosas y muy coloreadas ilustraciones. Generalmente basados en heroínas o personajes de la pantalla de TV (Los Simpsons) o cine (Pocahontas, El Rey León) o directamente personajesjuego como Barbie. Estas publicaciones parten del éxito comercial y coexisten con otros formatos expresivos: figuritas, posters, juguetes, etc.


El álbum y el libro ilustrado

El libro ilustrado es el conjunto de la imagen gráfica y el relato literario; de alguna manera ambas manifestaciones artísticas se complementan: la ilustración prolonga el sentido de relato y el relato busca las orientaciones que conducen a la fantasía por el camino de lo nuevo y diferente. Un libro ilustrado ofrece a los lectores placer, entretenimiento y sobre todo una experiencia creativa y estética. Si damos a los niños, desde edades tempranas, libros ilustrados sus capacidades intelectuales y artísticas se verán estimuladas y se desarrollarán precozmente sus facultades de crítica y su afición y amor al arte y a

la belleza. La imagen en los libros para niños no es sólo una propuesta estética, es un modo de comunicación. A través de las ilustraciones de los cuentos, los lectores, desde muy pequeños, pueden conocer el mundo que les rodea, o trasladarse a espacios de ficción. El ilustrador se expresa en imágenes, intenta transmitir realidades estéticas por medio de un determinado lenguaje. Así, será necesario que los lectores descubran la manera de percibir e interpretar lo que el ilustrador quiere contar. Para ello, el niño debe ver, desde muy pequeño, multitud de imágenes variadas en cuanto a estilo, técnica, contenidos, etc.,

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La ilustración en los libros infantiles El álbum debe presentar una imagen muy cuidada, no sólo en cuanto a la calidad de sus ilustraciones, sino también respecto al aspecto estético del conjunto del libro: la maquetación, la portada, la distribución del texto y el dibujo a lo largo de las páginas son elementos importantes en la edición de este tipo de libros. Características del álbum ilustrado, según Teresa Durán: • La proporción de la imagen es igual o prioritaria respecto al texto. • Mantiene una estructura secuencial que refuerza la narrativa, la apoya y la enriquece. • Su objetivo principal es la comunicación visual, y no la oral o literaria. • Contiene importantes experimentaciones semánticas en el terreno gráfico, heredadas, no tanto de la pintura como del cine o la publicidad. El álbum presenta una mezcla de estilos permanente y una enorme variedad de técnicas que cautivan al lector de todas las edades, no sólo a los más pequeños que no pueden acceder todavía a los textos. Los lectores más experimentados, incluso muchos adultos, descubren en el álbum histo-

rias conmovedoras desde una propuesta expresiva y estética.

Una característica común de los li-

bros infantiles y juveniles es que, además de palabras, utilizan imágenes para contar historias. La importancia de estas ilustraciones reside en que desempeñan un papel fundamental para el desarrollo intelectual de los niños: estéticamente causan deleite e inician a la educación del gusto por la belleza; además, sirven para fijar conceptos en la memoria, enriquecen la personalidad, ejercitan la imaginación, la creatividad, la razón crítica, y propician el amor por la lectura. El uso de ilustraciones en los libros infantiles es relativamente reciente y se debe a Jan Amos Comenius (15921670), un filósofo y teólogo checo co-

nocido hoy en día como el padre de la pedagogía. Consciente de que la tarea de aprendizaje para los niños era ardua y pesada, Comenius, en su libro para la enseñanza del latín, Orbis Pictus (1658), ponía por primera vez ante los ojos de los pequeños grabados de los objetos cuyos nombres les enseñaba en el texto. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. En la actualidad, los libros infantiles no contienen simples ilustraciones que acompañan a un texto. La mayoría de las veces, son las propias ilustraciones las que narran, las que portan todo el significado, con una ausencia casi total de la palabra. No cabe duda de que, para los niños, lo visual es mucho más rico y más atractivo que lo escrito. Así, la ilustración en los libros infantiles se convierte en una forma artística que es capaz de establecer muchos niveles de comunicación y de dejar una huella muy profunda en la conciencia del pequeño. Por este motivo, la responsabilidad de los creadores es muy grande, ya que su obra es la primera herramienta del niño para dar sentido a su mundo.

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LA IMPORTANCIA DE LAS ILUSTRACIONES EN LOS LIBROS DE EDUCACIÓN INFANTIL Pero la interpretación y comprensión de las imágenes requiere de un aprendizaje, del mismo modo que se aprende a leer y a escribir. La expresión "alfabetización visual" se ha ido extendiendo a lo largo de los últimos años y hace referencia a la relación de los niños con los textos visuales. Se refiere a la destreza de ver, dibujar y formular un juicio estético, y para ello, el niño pasa por tres fases: • Reconocimiento: El niño reconoce y distingue una figura bidimensional a la que le corresponde un nombre. Así va fijando en su memoria la composición del mundo a través de imágenes y va desarrollando su inteligencia. • Identificación. El niño se implica a través de sus experiencias personales con la imagen que se le presenta. • Imaginación: El niño ve una imagen e inmediatamente puede asimilarla y expresarla, imaginando una nueva situación. En los últimos años ha habido una especie de revolución en el arte de la ilustración infantil. Se ha presenciado

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sus creadores, que ahora comienzan a recibir más atención y respeto. En cuanto a los niños, es importante que tengan acceso a un arte de calidad. Ellos tienen su propia colección de libros, estudian con detenimiento sus imágenes preferidas y reconocen la obra de determinados ilustradores al igual que la de sus escritores favoritos. Muchos de estos artistas no se limitan únicamente a este mundo, la mayoría desarrolla su trabajo en otros campos como el diseño y la publicidad. Cada vez es más habitual que los ilustradores de cuentos infantiles expongan sus obras en galerías, creando nuevas salidas para sus trabajos. Poco a poco, parece que comienzan a tener el reconocimiento que se merela afluencia de una generación de artistas gráficos profundamente imaginativos, que se sirven de la más rica variedad de técnicas tradicionales y

digitales. Cada vez más artistas se sienten atraídos por un mundo fascinante tanto por el potencial del diseño creativo como por el estatus de

cen. Una característica de los libros infantiles es que, además de palabras, utilizan imágenes para contar historias.


La importancia de estas ilustraciones es que desempeñan un papel fundamental para el desarrollo intelectual de los niños. Estéticamente causan deleite e inician a la educación por el gusto de la belleza; sirven para fijar conceptos en la memoria (¿quién no recuerda algún dibujo de algún cuento de su infancia?); ejercitan la imaginación y la creatividad; y, lo más importante, incitan el amor por la lectura. Mientras los adultos leemos cuentos en voz alta, los niños se deleitan mirando las ilustraciones, lo que nos lleva a suponer que para el niño la ilustración de un cuento es tan importante como la letra impresa; es más: hay imágenes gráficas que son tan expresivas que no necesitan de texto alguno para ser explicadas o comprendidas. Para los niños lo visual es mucho más rico y atractivo que lo escrito. Los expertos sostienen que cualquier niño, que tiene un libro en sus manos, es inmediatamente cautivado por las láminas a colores, debido a que comprende, antes que ningún otro idioma, las láminas que le trans-

miten mensajes y le suministran emociones estéticas. Según los expertos, existen varios criterios que se deberían seguir para elegir un libro ilustrado para un niño: Elegir temas que los niños disfruten o necesiten, tales como los que tienen que ver con la imaginación para superar algún tipo de miedo; con los que tienen que ver con historias de animales que se disfrazan de personas; etc. • Las ilustraciones son precisas para la trama, los personajes y el entorno, así como agradables a la vista. Las imágenes deben apoyar el texto. Cuantas menos palabras tiene un libro infantil, más imágenes debe lucir. Los niños pueden entender y disfrutar de cómo las ilustraciones muestran los elementos visuales, tales como líneas, colores, formas, texturas… Es una forma de introducirles en el complejo mundo del arte. Las imágenes deben evitar los estereotipos. Los niños son muy impresionables. No sólo las imágenes que

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acompañan el texto deben evitar los estereotipos, sino que deben animar a los niños y los adultos a pensar de una forma positiva y no-discriminatoria. Los docentes y padres deben elegir los libros con cuidado, teniendo en cuenta estos factores. • Los libros deben ofrecer algo para el lector y el oyente. Como los niños de una cierta edad son más maduros y mejores lectores, se puede pensar que los libros ilustrados son para los bebés. Entender que las ilustraciones añadidas a la historia ayudarán a los niños y adultos a apreciar mejor el texto. Las ilustraciones también pueden proporcionar argumentos o significados ocultos o subyacentes, que no serían capaces de percibir si no fuera por las ilustraciones. • El escritor español Miguel de Unamuno, quien recordaba más las imágenes gráficas que las primeras letras de su infancia, confesó, en su libro Recuerdos de niñez y de mocedad, lo siguiente: "Lo que llevamos metido más dentro del alma son aquellos grabados en cuya contemplación aprendimos a ver aquellas viejas ilustraciones. Para el niño no adquiere eficacia y virtud la sentencia sino como leyenda de un grabado, y acaso los más de los preceptos morales que ruedan de boca en boca y de texto en texto sin encarnar en las acciones, se debe a que no han encontrado todavía la figura visible de

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color y línea a que servir de leyenda" (Unamuno, M. de, 1942, p. 49). Ningún autor serio podrá referirse a los pequeños lectores con el mismo lenguaje que usa para comunicarse con los adultos, ni ningún ilustrador podrá diseñar imágenes de difícil comprensión, habida cuenta que el sentido de la perspectiva de los niños es diferente a la de los adultos; en parte, porque los niños tienen más dificultades que el adulto para reconocer una figura pequeña que se esconde en una figura mayor, lo mismo que para relacionar los detalles en una totalidad, no sólo porque su cara es más pequeña y sus ojos están más cerca el uno del otro, sino también porque el niño ha vivido menos y , consiguientemente, tiene menos experiencia en la cual basar sus juicios. Asimismo, para reconocer los detalles de un dibujo doble, que teóricamente exige una reorganización de la percepción, el niño de 4 años necesita más información que el niño de 7 años. A cualquiera que dedique su arte a la infancia, le será útil observar la creación pictórica del mundo infantil, como quien para filmar un río debe de zambullirse en sus aguas, pues el dibujo del niño tiene una relación íntima con su desarrollo emocional, perceptivo e intelectual. Los niños sometidos a las tragedias de una guerra, por ejemplo, dibujan un mundo lleno de aviones y tanques, donde las víctimas

yacen como soldaditos de plomo; en tanto los niños que viven en un contexto social armónico y pacífico, dibujan un mundo como debería de ser, sin genocidios, tanques ni aviones. Los niños sordos tienden a dibujar orejas desproporcionadas y los niños agresivos exageran el tamaño de las uñas y los dientes Ahora bien, ¿se le ha dado siempre la suficiente importancia a las ilustraciones de la literatura infantil? La respuesta es no. Veamos un poco de historia. El uso de las ilustraciones en los libros infantiles es relativamente reciente y se debe a Jan Amos Comenius (1592-1670), un filósofo y teólogo checo conocido hoy en día como el padre de la pedagogía. Comenius fue el primero que, siendo consciente de que había que facilitar la tarea del aprendizaje a los infantes, en uno de sus libros para la enseñanza del latín, el Orbis Sensualium Pictus, puso grabados para los pequeños de los objetos cuyos nombres les enseñaba el texto. Tuvo tanto éxito que se publicó en cuatro idiomas. En el siglo XVIII aparece un artista británico, William Blake (1757-1827), creador de una forma de poesía única acompañada de ilustraciones. Adornó su obra Cantos de inocencia (1789) con dibujos basados en visiones fantásticas de rico simbolismo, y aunque su obra no está dirigida a niños, su apor-


tación al mundo de la ilustración y de la literatura infantil es muy importante. Su visión de la infancia como medida de todo lo bueno y su modo de integrar texto y dibujo harán de él un precursor para otros autores posteriores (por ejemplo, Lewis Carroll). Unos años más tarde aparece Gustav Doré (1833-1883), cuyas obras ilustradas le han consagrado como el más famoso de los ilustradores. Entre los muchos libros que ilustró están las Fábulas de La Fontaine, las de Samaniego, y los Cuentos de antaño de Perrault. Beatrix Potter (1886-1943) es considerada la creadora de los primeros “clásicos” para niños y es pionera de un nuevo tipo de autor-ilustrador, precedente de los álbumes ilustrados, y renovadora de las historias de animales antropomorfos que Disney popularizará años después. La novedad que aporta es la ruptura con modelos narrativos anteriores porque no usa un lenguaje infantil y dibujaba a acuarela todo tipo de animales. Mucho han cambiado los tiempos. Actualmente no sólo las ilustraciones se han perfeccionado hasta convertirse muchas veces en un arte, sino que (como mencionábamos anteriormente) la mayoría de las veces son las propias ilustraciones las que narran,

las que llevan todo el significado, con una ausencia casi total de la palabra. No obstante, la interpretación y la comprensión de las imágenes requieren un aprendizaje, del mismo modo que se aprende a leer y a escribir. La expresión “alfabetización visual” se ha extendido a lo largo de los últimos años y se refiere a la destreza que se adquiere con las ilustraciones. Para ello el niño pasa por tres fases: 1. Reconocimiento. El niño reconoce una figura bidimensional a la que corresponde un nombre. 2. Identificación. El niño se implica a través de sus experiencias personales con la imagen que se le presenta. 3. Imaginación. El niño ve una imagen e inmediatamente puede asimilarla y expresarla, imaginando una nueva situación. De ahí la importancia de los creadores, ya que su obra es la primera herramienta del niño para dotar de sentido a su vida y a su mundo. En los últimos años ha habido una especie de revolución en el arte de la ilus-

tración infantil. Y muchos de ellos exponen sus obras en galerías y empiezan a tener el reconocimiento que se merecen. El arte de la ilustración, que se ha in-

crementado en la literatura infantil, es la puerta que conduce hacia el complejo proceso de aprendizaje de la lectura, o como sostiene Lionni: "Las imágenes y la concepción gráfica son de gran importancia en un libro

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para niños. En el aprendizaje de la lectura y en la consolidación de hábitos de lectura, las imágenes juegan un

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papel interesante de apoyo, motivación y apresto a la lectura. No deben ser simples adornos del libro ni debe-

mos considerar que simplemente hacen al libro más bonito. Las imágenes constituyen por sí mismas un

lenguaje de fácil aprehensión por parte de los niños, que pueden tener tanta o más importancia que el lenguaje escrito. Por este motivo, es indispensable prestar atención a la calidad gráfica de los libros para niños" (Lionni, 1992, p.54). Veamos ahora, según la edad del infante, distintos tipos de formas ilustrativas: Libros para bebés Destinado a niños de 0-2, estos libros deben ser duraderos para las bocas pequeñas y las manos, porque los niños de esta edad necesitan experimentar a través de los libros que se dejan “sentir”. El contenido suele centrarse en el desarrollo del vocabulario, los objetos familiares y rutinas como la hora de dormir o la hora del baño. Por lo general hay poco o ningún texto. Libros interactivos Destinado a niños de 2-6, este tipo de libro de imágenes alienta al niño a participar a través de la rima, la repetición, la previsibilidad, o el movimiento, tales como aplaudir o bailar. En estos libros a los niños se les anima a dar vueltas, bailar, repetir movimientos… Los libros sin palabras Los niños dependen de las imágenes


y la imaginación para entender la trama. Este tipo de libros suelen animar a los niños a inventar palabras para la historia, que promueve las habilidades del lenguaje en múltiples niveles. Libros sobre el alfabeto

Este tipo de libro puede tener una audiencia de un gran rango de edad. Por lo general se presentan con un tema como los animales, los alimentos, la vida del océano, o algún tipo de dispositivo, tal como muestran las imágenes que comienzan con el so-

nido de una letra. La mayoría están diseñados para un incipiente lector; sin embargo, hay libros sobre el abecedario bastante complejos que pueden ser disfrutados en la edad adulta. Los libros más fáciles fomentan las correlaciones, las habilidades fonéti-

cas y el vocabulario. Libros que cuentan Este tipo de libro introduce a los niños en el mundo de los números y las palabras que representan los números. En primer lugar, debe quedar claro lo que se cuenta. Los niños deben ser capaces de identificar los objetos. Los números en sí deben ser claros, especialmente para los niños pequeños. El número de patas de las arañas, por ejemplo, pueden confundirse fácilmente con el número de arañas. Debe haber mucho espacio abierto y despejado en las ilustraciones. Libros concepto Destinado a niños de 2-4. Este tipo de libros enseñan conceptos tales como los contrarios, formas rápido / lento, y las estaciones. Se suelen encuadrar en las siguientes categorías: Cómo dibujar, hora, calendario / Relojes, días, meses, colores, y opuestos… Pero no podemos terminar esta exposición sin hacer una breve reseña de una parte muy importante de nuestra infancia, es decir: Cuando un niño tiene una discapacidad visual Está claro que las ilustraciones visuales en libros para niños ayudan a un niño con visión normal. Pero ¿qué pasa si un niño no puede ver las imágenes de un libro? ¿Cómo pueden los adultos involucrar a un niño con una deficiencia visual importante con los libros se leen en voz alta? ¿Qué se puede añadir a las palabras del libro, especialmente si las habilidades del


lenguaje del niño son aún limitadas? Aquí juegan un papel sumamente importante, imprescindible, las ilustraciones táctiles. Una ilustración táctil no puede ser tan completa como una imagen visual o entendida como instantánea y completamente. Tipos de ilustraciones táctiles Hay muchas formas diferentes para representar objetos y conceptos en un medio táctil. Para nuestro trabajo ahora es suficiente con familiarizarse con los tipos básicos de ilustraciones táctiles que se utilizan con frecuencia en libros táctiles diseñados para un niño pequeño con discapacidad visual. Las ilustraciones táctiles pueden estar formadas por: • Objetos o partes de objetos: pegados, atados, con velcro o de otra manera adheridos a la página, o metidos en una bolsa o un sobre que a su vez están unidos también a la página. (Hay que tenga en cuenta que esto no se refiere a los modelos en miniatura, tales como un coche pequeño de juguete usado para representar un coche real. Un niño muy pequeño no puede entender la relación entre un modelo a pequeña escala de un objeto y su homólogo en la vida real. Un tubo de pasta de dientes usado como una “ilustración” en un libro sobre la hora del baño, metido en una bolsa de plástico con cierre hermético y cogido con grapas a la página de cartulina. • Formas de los objetos: moldeados

en una hoja de plástico delgado (transparente u opaco), calentando el plástico en una máquina especial. Este proceso, llamado termoformado, deja una imagen casi tridimensional y muy realista de los objetos. Con el termoformado vemos un dibujo de impresión de una concha para aprendices visuales. • Formas planas: primero recortadas de telas con textura, papel, papel de espuma, y una amplia variedad de otros materiales con textura, y luego aplicadas a la página. Estas, por lo general, representan la forma exterior de un objeto, y la textura elegida puede parecerse a la textura del objeto real. Las formas también se pueden superponer o "collage" para variar de espesor. Tejido de piel sintética, cortado en forma de osito de peluche de un niño, pegado a una hoja de papel. Una forma de calabaza de “Halloween” de papel cortado de espuma gruesa y pegada a una página de papel negro. • Líneas y formas en relieve en una hoja de papel, termoformado en una página de plástico, o creados con papel especial que se hincha cuando se calienta. Líneas en relieve que también se pueden crear con cadenas o hilos pegados, con pinturas de tela gruesa, haciendo agujeros en papel grueso y de otras formas. Dado que las líneas planteadas proporcionan sólo un esbozo del objeto, el esquema

suele ser "llenado" con un patrón (se llama un patrón de área). Una silueta de una cuchara, termoformado en una página de plástico blanco. Una silueta de una mano, rellena con un patrón de puntos de área, con impresiones en papel. Contornos de formas geométricas creadas dibujando con un rotulador sobre papel de esponja. Y para terminar debemos anotar que a pesar de todo lo anterior todavía hay quienes niegan la importancia de las ilustraciones en la literatura infantil, sin considerar que, a veces, para los niños es más relevante el lenguaje visual que el lenguaje hablado o escrito, no sólo porque vivimos en una sociedad dominada por la imagen gráfica, sino porque la ilustración es un poderoso medio de comunicación y un excelente recurso didáctico en el sistema educativo.


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