Informe del Consejo general al XXI Capítulo general - Enero 2009
índice
Director: Hermano AMEstaún
INTRODUCCIÓN
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1. Nuestro caminar como comunidad del Consejo general
p. 6
Comité de Publicaciones: Hermanos Emili Turú, AMEstaún, Onorino Rota y Sr. Luiz Da Rosa Coordinación de los traductores: Hermano Josep Roura Bahí Traductores: Español: Hermano Carlos Martín Hinojar Francés: Hermano Josep Roura Bahí Hermano Jean Rousson Hermano Gilles Beauregard Hermano Joannès Fontanay Hermano Aimé Maillet Inglés: Hermano John Allen Hermano Edward Clisby Hermano James McKnight Portugués: Hermano Aloisio Kuhn Hermano Virgilio Balestro Padre Eduardo Campagnani-Ferreira Fotografía: AMEstaún, Archivos de la Casa general. Maqueta y fotolitos: TIPOCROM, s.r.l. Via A. Meucci 28, 00012 Guidonia Roma (Italia) Redacción y Administración: Piazzale Marcellino Champagnat, 2. C.P. 10250 - 00144 ROMA Tel. (39) 06 54 51 71 Fax (39) 06 54 517 217 E-mail: publica@fms.it Web: www.champagnat.org Editor: Instituto Hermanos Maristas. Casa general - Roma. Impresor: C.S.C. GRAFICA, s.r.l. Via A. Meucci 28, 00012 Guidonia Roma (Italia) Enero 2009
2. Nuestra visión del Instituto desde la perspectiva de las cinco llamadas del XX Capítulo general
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– 2.1 Centrados en Jesucristo: “La fuente de agua viva”
p. 24
– 2.2 En comunidades renovadas: ¡Qué hermoso es vivir como hermanos!
p. 36
– 2.3 Con los laicos: Ensanchar el espacio de la tienda
p. 46
– 2.4 Misión y solidaridad: Un fuego que abrasa y consume
p. 56
– 2.5 Servicio de animación y gobierno: Lavaos los pies unos a otros
p. 68
3. Conclusión. Corazones nuevos para un mundo nuevo ANEXO DEL PERSONAL
p. 90 p. 103
introducción
H. Séan Sammon
H. Luis Garcia Sobrado
H. Maurice Berquet
H. Pedro Herreros
6 de enero de 2009 Fiesta de la Epifanía
Queridos hermanos
E
s para nosotros un motivo de satisfacción poder presentar al Instituto el informe de la vida y trabajo que los miembros del Consejo general hemos compartido a lo largo de estos últimos siete años y medio. Hemos tenido el privilegio de ofreceros nuestro servicio durante un período de grandes retos para la vida religiosa en su conjunto y también para nosotros, los Hermanitos de María fundados por Marcelino. Como comprobaréis al leer estas páginas, nuestra vida de comunidad, con su espíritu de fraternidad y ritmo de oración, ha sido el cimiento sobre el que hemos construido nuestro gobierno y desarrollado nuestra tarea de animación.
La responsabilidad que el XX Capítulo general depositó en nuestras manos no era pequeña, ciertamente. Los capitulares contemplaban el futuro del Instituto con una visión amplia, que abarcaba muchos aspectos esenciales a nuestro estilo de vida y misión. Para cumplir las directrices y recomendaciones que se nos encomendaron, vimos necesario acudir a otros, con el fin de que nos ayudaran en nuestro cometido. Ellos aceptaron nuestra invitación con generosidad, y han sido diestros y competentes en atender la labor que les confiamos, además de compartir dadivosamente su buen espíritu con nosotros. El Consejo general y el Instituto en su conjunto se han visto grandemente beneficiados por su inestimable dedicación. Al final del documento encontraréis una lista completa de todos los que han colaborado, de un modo u otro, en las tareas de esta Administración general.
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H. Théoneste Kalisa
H. Antonio Ramalho
H. Peter Rodney
H. Emili Turú
El informe que ahora os ofrecemos fue adquiriendo forma dentro de un contexto que venía señalado por los tres momentos de oración comunitaria que jalonan la vida cotidiana del Consejo general: la Eucaristía matinal, la oración mariana en el umbral de la tarde, y la revisión de la jornada al acabar el día. A medida que avanzábamos en su elaboración, el contenido del documento se iba convirtiendo, cada vez más, en el centro de nuestro espacio con Dios como comunidad. Permitidnos deciros que no nos quedábamos cortos a la hora de pedir la gracia de la iluminación. Dicho de otra forma, queríamos asegurar lo más posible que el informe que os íbamos a entregar, como hicieron tantos Consejos generales anteriores, sirviera efectivamente para acompañar el proceso de discernimiento que iban a realizar los hermanos capitulares, en lugar de distraer.
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Hemos tratado de mostraros un cuadro equilibrado de nuestra labor, incluyendo por igual aquellas áreas donde pensamos que el Instituto ha hecho progresos y las que aún requieren de alguna atención. A nosotros, como Consejo, nos tocaba decidir en qué cuestiones debíamos concentrar nuestros esfuerzos de manera especial. Al hacer esa opción, era obvio que reducíamos la posibilidad de abordar otros temas. Pero eso es algo inevitable en todo ejercicio de gobierno, cuando se quiere llegar a determinados objetivos. El texto se divide en tres partes. En la primera, reseñamos nuestro camino como comunidad. Viene luego una sección en la que se describe, con cierto detalle, cuál ha sido nuestra respuesta a las cinco llamadas del XX Capítulo general. En el tercer apartado se recoge, dentro de una amplia perspectiva, nuestra visión del Instituto y su futuro. La razón que nos movió a realizar el informe siguiendo ese esquema, fue que las cinco llamadas constituían el fundamento de las peticiones y recomendaciones que recibimos de los capitulares. Por tanto, si lo que buscáis es un recuento de nuestra gestión, os aconsejamos que leáis con atención la segunda parte.
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El Consejo ha elaborado, también, un apéndice que contiene la relación de los proyectos y acciones que se han llevado a cabo en los diversos servicios, departamentos y secretariados de la Administración general, así como los que han efectuado algunas comisiones. Ese apéndice será entregado a todos los capitulares antes de que comience el próximo Capítulo. Cuando leáis la conclusión, veréis que la gratitud es el sentimiento que más aflora al hacer el repaso de nuestros años de mandato: gratitud por haber tenido esta oportunidad de servir al Instituto; gratitud por los hermanos y laicos maristas, que han sido nuestros fieles compañeros de camino; gratitud por el carisma que vino a la Iglesia a través de Marcelino Champagnat. ¡Qué inmensa gracia para todos y cada uno de nosotros!
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1. NUESTRO CAMINAR COMO COMUNIDAD DEL CONSEJO GENERAL
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En esta primera parte recogemos un aspecto importante de la vida y trabajo del Consejo general: nuestro caminar como comunidad. Nos mueve a compartirlo con vosotros el deseo de contribuir al discernimiento del Capítulo general. También queremos expresar nuestra solidaridad con todos los hermanos en el día a día de sus vidas comunitarias, en su testimonio religioso dentro de la Iglesia y la sociedad, y en su compromiso apostólico. De este modo, a través de vosotros, hermanos capitulares, nos dirigimos igualmente a todo el Instituto.
1.1 NUESTRA
VIDA DE COMUNIDAD COMO CONSEJO GENERAL
N
uestra comunidad como Consejo general se ha ido construyendo con el paso del tiempo, a través de las experiencias y los acontecimientos que hemos vivido juntos. Desde un principio fuimos conscientes de que el tiempo que compartiríamos como grupo iba a ser más bien limitado. No íbamos a coincidir todos en Roma más que un centenar de días al año, es decir, el período correspondiente a las dos sesiones plenarias, más algunos días reservados para tomarnos un descanso y hacer el retiro en comunidad. Vimos claramente que la naturaleza de nuestra misión, y las estructuras que nos servirían para llevarla a cabo, iban a modelar nuestra vida de comunidad. Lo cual suponía un gran reto para nosotros. En las reflexiones que siguen hablaremos, sobre todo, de nuestra experiencia comunitaria durante el período de las sesiones plenarias.
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Siguiendo las llamadas del Capítulo general nos hemos empeñado en dar testimonio de comunión, tanto dentro de nuestra comunidad como a través del Instituto1. El carácter particular de nuestra comunidad exige de sus miembros un compromiso personal de crear comunión. Necesitábamos crecer en esta dimensión como grupo si, de verdad, queríamos que se transparentara ese testimonio de comunión. La experiencia nos ha demostrado que la continua interpelación que hacíamos a vivir en fraternidad, durante las visitas a las Provincias, también nos ayudaba a nosotros a construir comunidad. A esto contribuía, igualmente, nuestro esfuerzo por superar la barrera de las distancias y las dificultades de comunicación. Los numerosos viajes que hemos teActas del nido que realizar por el mundo nos sitúan ante la diversidad que hay XX Capítulo general, dentro del Instituto. Nuestra propia vivencia como comunidad del ConIII, 3.2.B.1 sejo general nos llevó a proponernos, entre otros objetivos, el de trabajar por conseguir una mayor comunión entre todas las comunidades del Instituto. Éramos conscientes de que para lograr este fin era necesario llevar a cabo acciones concretas, y que había que hacerlo en unión con los Provinciales y Superiores de distrito, con los que hemos querido mantener un contacto frecuente. 1
También nos propusimos favorecer la comunión y la relación entre el Consejo general y los hermanos. Los retiros que hemos animado en todas las Provincias han constituido un medio privilegiado de dar respuesta a ese reto. Nuestra comunidad ha tenido en esos momentos una excelente ocasión de compartir vida y fe con un gran número de hermanos, y de servir de elemento de unidad espiritual en el Instituto. A otro nivel, hemos vivido los Consejos generales ampliados como una oportunidad para compartir y testimoniar la realidad de nuestra comunidad como factor de comunión. Del mismo modo, nuestros encuentros con los grupos regionales de jóvenes han sido una experiencia que hemos querido realizar comunitariamente, tratando de unificar la pastoral juvenil y la pastoral vocacional, que es lo que se pide a todas las comunidades del Instituto.
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1.2 NUESTROS COMIENZOS
L
a comunidad del Consejo general empezó a caminar en octubre de 2001. En principio, la formábamos diez hermanos, dos de los cuales, el Secretario general y el Ecónomo general, no eran consejeros. Cuatro miembros de esta nueva comunidad habían pertenecido a la anterior. En total procedíamos de nueve países y nueve nacionalidades. Siguiendo la tradición, la comunidad fijó su residencia en la Casa general de Roma. En cuanto acabó el Capítulo general y los capitulares regresaron a sus Provincias, tomamos conciencia de la envergadura de la misión que nos había sido confiada. Había que ponerse manos a la obra prontamente, pero teníamos que decidir por dónde empezábamos. Siguiendo el mapa lingüístico del Instituto, elegimos el español y el inglés como las dos lenguas funcionales del Consejo general. Rápidamente buscamos algunas academias que nos pudiesen asegurar un buen aprendizaje de esos idiomas, según necesidades personales, en unas pocas semanas de estudio intensivo. Una vez adquirida esa destreza básica, volvimos a Roma para organizar nuestras tareas de gobierno y animación. La cercana localidad de Ariccia, en las colinas del sureste de Roma, fue un lugar ideal para efectuar este primer trabajo en equipo. Desde el principio contemplábamos la realidad de nuestra comunidad como un aspecto importante de nuestro servicio de animación y gobierno del Instituto. En ella es donde vivimos las llamadas del XX Capítulo general. Lo primero que hicimos fue elaborar nuestro proyecto de vida comunitaria. Y lo hicimos con la perspectiva de que ese proyecto debía ser un instrumento de integración para unas personas procedentes de diferentes horizontes, que estaban llamadas a testimoniar los valores maristas y a actuar de manera conjunta. A partir de esa realidad, nos propusimos vivir la experiencia de un equipo centrado en Jesús, testigo de una fraternidad internacional en la que se refleja y acoge la diversidad cultural. Esto nos ha dado fuerza para llevar adelante el mandato que nos dio el Capítulo general. En este contexto comunitario es donde los miembros del Consejo hemos tratado de desarrollar imaginación y creatividad en el cumplimiento de las tareas que vienen descritas en la segunda parte del informe.
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1.3 NUESTRO CAMINO DE FE – ESPÍRITU DE DISCERNIMIENTO 1.3.1 Escucha de Dios a) Compartir vida y fe Haciéndonos eco de la llamada del Capítulo general, el compartir vida y fe ha constituido un factor importante y un ejercicio continuo de la construcción de nuestra comunidad. Tomamos la costumbre de llevar a la oración cotidiana los acontecimientos más significativos del momento, con un recuerdo especial de nuestras familias respectivas, que en el caso de la mayoría se encuentran muy lejos. La práctica de compartir la Palabra diariamente nos fue abriendo a la vida interior de cada uno de los miembros, y fue para nosotros un elemento inestimable de construcción comunitaria. Esas dos maneras de compartir vida y fe nos han ayudado a llevar nuestras vidas a la oración y a integrar la oración en nuestras vidas. La celebración de los cumpleaños, así como las comidas y recreos en común, han sido siempre objeto de gran atención por nuestra parte, y nos han servido para conocernos mejor y ganar en aceptación mutua. Hemos experimentado cómo estos pequeños gestos, realizados con sencillez y amor fraterno, pueden jugar un papel importante en la construcción de una comunidad viva. Siempre que regresábamos a Roma teníamos ocasión de compartir con los demás la vivencia de la acción de Dios que habíamos experimentado en nuestros corazones durante el período transcurrido en las visitas a las Provincias y otras tareas de animación. Los aspectos que destacaba cada uno respecto de la zona visitada, servían para que los demás tuvieran una visión más clara de la vida del Instituto en aquella parte del mundo. Eran momentos de gran enriquecimiento mutuo y de estar a la escucha de Dios, que nos hablaba a través de los otros. Con frecuencia, en esas ocasiones, sentíamos que teníamos que mejorar nuestra comunicación cuando estábamos en diáspora fuera de Roma. La acumulación de trabajo y, a veces, la precariedad de medios de comunicación en los lugares donde nos hallábamos, han dificultado el contacto regular que hubiese sido de desear entre nosotros.
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b) Una comunidad que ora El papel de la animación y gobierno de un Instituto está, por su propia naturaleza, más allá de los simples recursos humanos. Es una obra de Dios. Por tanto, es necesario un encuentro habitual con el Señor para discernir su voluntad y cumplir según su corazón la labor que Él nos confía. Nosotros hemos buscado ese contacto en la Palabra de Dios, en nuestras diversas formas de oración y en la escucha de los demás. Desde un principio tratamos de poner los medios para que nuestra vida comunitaria favoreciese la relación con Jesús. Nos fijamos un ritmo diario de jornada que incluía dos tiempos de oración, el de la mañana y el del atardecer, con un momento mariano antes de empezar el trabajo de la tarde. Queríamos que esos tres encuentros comunitarios fueran sencillos, con espacios de silencio para la interiorización, y que nos permitieran llevar la vida de la comunidad y del Instituto a nuestra oración cotidiana. Las oraciones de la mañana y del atardecer eran momentos especiales para compartir la Palabra de Dios, basándonos en los textos litúrgicos del día. Nuestra oración comunitaria ha ido evolucionando con el tiempo, a la luz de las evaluaciones y consiguientes ajustes de nuestro proyecto de vida comunitaria. También nos han ayudado mucho las intenciones y recuerdos que traíamos a la oración. Durante el período de las sesiones plenarias, la oración comunitaria era un momento privilegiado de integración de nuestro trabajo de animación. Siempre estaban presentes en ella las llamadas del mundo y de la Iglesia, los acontecimientos ligados a la vida del Instituto en general y de los hermanos en particular. Todos los días había un recuerdo especial por las acciones que se desarrollaban en la animación del Instituto. Nosotros pedíamos a todas las comunidades que rezaran con esa intención, y en la nuestra hacíamos lo mismo de manera espontánea. Durante los primeros días de las sesiones plenarias, nuestra oración estaba impregnada de acción de gracias por la alegría de volver a reunirnos y por el trabajo realizado en los meses de visita a las Provincias. Poco a poco, íbamos pasando a encomendar a Dios los proyectos y asuntos que estábamos estudiando. En el tramo final, rezábamos más a menudo por la siguiente misión en el exterior y las personas con las que nos íbamos a encontrar.
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c) Una comunidad que trata de vivir en el espíritu del uso evangélico de los bienes En distintos momentos de evaluación hemos reflexionado sobre la mejor manera de vivir con un estilo de vida sencillo, en solidaridad con los más pobres y fieles al espíritu del uso evangélico de los bienes. Repasamos en comunidad nuestros gastos y establecimos un nuevo formulario de rendición de cuentas para ganar en transparencia. Realmente, nos hemos dado cuenta de que no es fácil llegar a un consenso en este punto. Nuestro modo de vivir estos valores, fundamentales para la vida religiosa y para todas las comunidades maristas, ha consistido, especialmente, en impulsar en todos los lugares el deseo de compartir generosamente con los pobres y recordar que éstos deben estar en el centro de todo proyecto marista. Nosotros, como comunidad, nos comprometimos a llevar un estilo de vida simple y acercarnos a los pobres cuando se presentara la ocasión. Esto es lo que nos movió a acoger a un inmigrante y a hacernos cargo de que fuese atendido en Roma un niño enfermo procedente de Ecuador, por poner algún ejemplo.
d) El retiro anual Fieles a la tradición marista, tomamos la decisión de hacer nuestro retiro anual juntos, en comunidad. El hecho de haber sido fieles a ese compromiso, año tras año, demuestra la importancia que le hemos dado. Todos nos hemos sentido muy beneficiados por ello.
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Al principio nos empeñamos en buscar el modelo de retiro que mejor nos pudiera ayudar a sentir la presencia de Dios en nuestros corazones, y a integrar el encuentro con Él en nuestra vida comunitaria y en nuestra misión. Finalmente decidimos que era mejor pensarlo cada vez que íbamos a hacer el retiro, antes de empezarlo. En todo caso, fuera cual fuera el modelo elegido, siempre queríamos asegurar dos ejes espirituales: en primer lugar, reservarnos espacio suficiente para la oración personal, la reflexión y la lectura. Y luego, poder disponer de un tiempo suficientemente amplio para compartir y dialogar con tranquilidad en torno a lo que Dios nos estaba inspirando en el día a día del retiro. En esos intercambios se ponía de manifiesto que el retiro era, para todos, una ocasión de profundizar en la vida interior. Pero, con frecuencia, también nos servía para revisar la misión del Consejo general en el transcurso del último año. En síntesis, podemos decir que nuestros retiros anuales han sido momentos intensos de discernimiento personal, profundización espiritual y distensión comunitaria en el Señor.
1.3.2 Escucha de los otros a) Acogida El número de visitantes maristas que llegan a Roma ha aumentado considerablemente en estos años recientes. La mayor parte de esas personas desea visitar nuestra casa y saludar al hermano Superior general. Los hermanos de la comunidad de la Casa general se han distinguido en todo momento por su excelente espíritu de acogida, fuera quien fuera el que llegaba. Nosotros se lo agradecemos de corazón y les animamos fraternalmente a que sigan haciéndolo. Si coincidía que estábamos presentes en Roma, también nosotros tratábamos de prestar una atención especial a la acogida y disponibilidad. Todos los miembros del Consejo estábamos invitados a poner nuestra parte para que cada visitante, o grupo de visitantes, se sintiera a gusto en nuestra comunidad, en un ambiente de sencillez y fraternidad. De este modo, queríamos ofrecer a todos los que venían a vernos un testimonio de caridad y un signo de la presencia de Jesús entre nosotros.
b) Sesiones plenarias Nuestras sesiones plenarias han experimentado una notable evolución con el tiempo. Hemos hecho esfuerzos para hacerlas más fructíferas, más centradas en los objetivos previstos y menos fatigosas. Al ser espacios de discernimiento, de contraste de ideas, también se han reflejado en ellas nuestras limitaciones. En esas circunstancias hemos experimentado nuestra tendencia a ignorar los conflictos que había entre nos-
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otros, en lugar de resolverlos. También hemos sentido la dificultad de concedernos tiempo suficiente para profundizar en la reflexión sobre una determinada cuestión. Siempre teníamos unos cuantos asuntos, quizá demasiados, en el orden del día. Posiblemente, ésa era la muestra del temperamento colectivo de un grupo preocupado por hacer lo más posible. Hemos pasado muchos momentos trabajando largamente, en grupos o conjuntamente, reflexionando, discutiendo, compartiendo etc. A todos nos movía el interés por conocer y seguir las mociones del Espíritu. A pesar de las diferencias de opinión, a veces fuertemente marcadas, siempre ha prevalecido la apertura mutua y la búsqueda de la voluntad de Dios. La cantidad de trabajo y las limitaciones personales no han empañado nunca la sencillez y fraternidad que queríamos compartir gozosamente.
c) Escucha de otras familias religiosas Conscientes de que este mundo complejo y diverso en que vivimos es el lugar donde Dios nos habla, hemos ampliado nuestros horizontes tratando de aprender de las experiencias de algunas familias religiosas y escuchando a otras personas competentes, externas al Instituto. Hemos practicado mucho la escucha dentro de la gran familia marista, favoreciendo así la amistad y colaboración entre nosotros. Nos comprometimos a tener un encuentro anual de los Consejos generales de las cuatro ramas maristas. En esas reuniones hemos tenido ocasión de compartir nuestros planes de animación y gobierno, así como los retos que se nos presentaban. Incluso se crearon cuatro comisiones con obje-
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to de seguir trabajando los temas con más profundidad y concreción. Esas comisiones nos han ayudado a tener una visión más amplia del carisma marista. Nos hemos ofrecido mutuo apoyo, y juntos hemos buscado la manera de hacer más efectiva nuestra presencia específica marista dentro de la Iglesia. También nos han enriquecido los encuentros con los Consejos generales de los Hermanos de las Escuelas Cristianas y de los Marianistas. Recíprocamente nos hemos brindado información relativa a nuestras estructuras y métodos de animación y gobierno. De ese modo hemos aprendido cómo identifican y responden a los retos de nuestro tiempo estas dos congregaciones, bastante semejantes a la nuestra. En esa misma línea, hemos escuchado a algunos expertos externos, cuando hemos estimado que era necesario. La Hna. Christine Anderson FCJ, consultora del Instituto Craighead de Glasgow y el señor Bruce Irvine, del Instituto Grubb de Londres, ambos especialistas en organización del trabajo, nos han ayudado, cada uno en su momento, a revisar nuestra manera de hacer las cosas. Sus consejos nos han permitido aprovechar mejor nuestras estructuras de funcionamiento, adaptándolas a nuestra misión concreta.
d) Escucha del personal de la casa En el transcurso de las sesiones plenarias semestrales, nuestro discernimiento se ha visto enriquecido al escuchar a los distintos responsables de los servicios de la Administración general. Esos momentos de escucha e intercambio nos han ayudado a tener una visión de conjunto y a resituarnos como grupo en nuestra tarea de liderazgo. Decidimos, también, convocar una sesión de información y diálogo, destinada a todo el personal de la Administración general, al término de cada una de las sesiones plenarias. En esos encuentros era visible el número, cada vez mayor, de laicos que trabajan en los servicios de la Administración general y la riqueza de su aportación al discernimiento de la misión común. Eso nos ha llevado a interpelarnos sobre el esfuerzo que hacemos nosotros para compartir el carisma marista con nuestros colaboradores más inmediatos. La mayor parte del personal de la Administración general está cons-
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tituida por la comunidad de hermanos de la Casa. La visita anual, efectuada por consejeros, ha sido un valioso medio de escucha y animación de esta comunidad por parte del Consejo general.
e) Visitas a las Provincias Las visitas a las Provincias han constituido una excelente escuela de fraternidad y de misión marista, así como un elemento importante en nuestro proceso de discernimiento. A menudo, los aspectos recogidos en el desarrollo de esas visitas nos han orientado en la concreción de nuestro trabajo de animación. El compromiso apostólico de los hermanos y los laicos, en la extensa cantera del Instituto, se refleja en distintas experiencias: labor educativa en la escuela, integración de los niños menos dotados intelectualmente, atención a jóvenes en situación de riesgo, obras sociales, etc. Pero siempre se advierte la marca de los valores maristas tradicionales en las costumbres locales de los hermanos y entre los jóvenes que nos han sido confiados. La acogida, el diálogo, y la capacidad de compartir, nos han remitido constantemente a los valores maristas de nuestros orígenes, tales como el amor y la evangelización de los niños y jóvenes, la sencillez, el espíritu mariano y el amor al trabajo. En estos momentos, la vida cotidiana de los hermanos, así como sus apostolados en diferentes campos del Instituto, constituyen algunos de los elementos más importantes dentro de nuestra visión y discernimiento de la misión.
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Hay que señalar, no obstante, que ha sido también en el transcurso de las visitas a las Provincias cuando más intensamente hemos sentido nuestras limitaciones, tanto a nivel personal como grupal. En la primera visita que hicimos, varios de nosotros tuvimos que manejarnos con lenguas que apenas habíamos empezado a aprender. Los hermanos mostraron una gran comprensión, prestando más atención al mensaje que a las carencias de los visitantes. Ésa ha sido una experiencia que hemos vivido con una profunda gratitud hacia nuestros hermanos. Por último, las visitas a las Provincias han arrojado luz sobre nuestra propia vivencia como comunidad del Consejo general. También nos hemos sentido enriquecidos, retados, interpelados y confirmados en el papel del educador marista, hermano o laico, tal como se desarrolla su apostolado en estos momentos. En el educador marista hemos visto a una persona que está presente entre los jóvenes y se preocupa por ellos. Hemos visto a una persona marista que hace cosas extraordinarias en favor de los niños y jóvenes, pero que también tiene ante sí grandes retos. El marista de hoy se nos ha manifestado como una persona que tiene una gran visión, pero que es también víctima de decaimientos. Hemos visto en el marista una persona con mucho celo, pero también con sus dudas ante la indiferencia religiosa, ante el número cada vez más reducido de hermanos y, en algunos casos, el exceso de leyes que regulan las relaciones con los jóvenes. El marista de hoy es una persona a la que no le faltan motivos para titubear, pero que tiene también mucho ímpetu. Estas contradicciones son, a veces, signos de un espíritu que se halla en proceso de verdadero discernimiento. ¡Ojalá que estas tensiones se vivan siempre en un clima de paz, serenidad y búsqueda de Dios!
1.4 ALGUNOS
ACONTECIMIENTOS QUE HAN MARCADO NUESTRO CAMINO COMO COMUNIDAD
Hemos hecho alusión a varias realidades y experiencias que han señalado nuestro caminar como comunidad del Consejo general. No obstante, queremos mencionar algunos acontecimientos que nos han marcado de manera especial.
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1.4.1 La Conferencia general de 2005 La Conferencia general de 2005 fue, por encima de todo, una experiencia de fraternidad vivida por la comunidad del Consejo general y los Provinciales. El gozo de encontrarnos tuvo muchas y profundas manifestaciones. La elección de Asia como lugar de la Conferencia fue fruto de un discernimiento que hicimos en el Consejo general. Ese continente es la nueva tierra privilegiada para la misión ad gentes en la Iglesia. El hecho de celebrar la Conferencia general en Negombo (Sri Lanka) encajaba perfectamente en el contexto de la llamada lanzada por el papa Juan Pablo II a evangelizar el continente asiático. Esa gran asamblea fue un momento clave de evaluación, y constituyó el punto de partida de una nueva visión. Los Provinciales, reunidos con el Superior general y su Consejo, expusieron sus ideas sobre el trabajo de animación y gobierno de la Administración general, tras cuatro años de funcionamiento. Del mismo modo, tomaron parte activa en el diseño de la visión y proyectos para la segunda mitad de nuestro gobierno. También sugirieron rectificaciones sobre determinados puntos y expresaron su apoyo a diversas iniciativas que queríamos emprender.
1.4.2 Beatificaciones La beatificación de 47 hermanos maristas, mártires en España, fue uno de los acontecimientos más relevantes de nuestro mandato. Estos bienaventurados hermanos están próximos a nosotros en el tiempo. Varios hermanos que viven todavía los conocieron personalmente. Algo en nuestro interior nos dice que la historia que ellos vivieron podríamos haberla vivido nosotros. Pero reconocemos que el martirio es un don. Y damos gracias a Dios por el regalo de identificación con Cristo que recibieron estos hermanos. El día 28 de octubre de 2007, el don del martirio, otorgado generosamente a estos 47 hermanos, resplandeció en toda la Iglesia como un tiempo de gracia. Para la familia marista, especialmente para los discípulos de Champagnat, éste fue un gran momento de vivencia gozosa de nuestra identidad. A pesar de la cuidadosa preparación, y la plena convicción de que lo que íbamos a celebrar era algo muy importante, la fuerza del Espíritu que se manifestó en este acontecimiento superó todas nuestras expectativas. La intensidad de la experiencia nos sorprendió. Allí estábamos todos, familiares de los mártires, laicos y hermanos maristas, reunidos en comunión para proclamar que Dios nos había visitado y darle gracias por su presencia en medio de nosotros. Ese reconocimiento de la Iglesia nos ha afianzado en nuestra fe y en los valores del Reino que testimoniamos a través de nues-
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tra consagración. Al ver aparecer en Roma a alumnos, antiguos alumnos, familias, amigos, laicos y hermanos maristas, que se habían desplazado desde distintos puntos del mundo para la celebración del acontecimiento, sentíamos con qué fuerza puede irradiar el testimonio cotidiano de un hermano comprometido. Porque lo que realmente conmovió a la mayor parte de los testigos era que el martirio les había llegado a nuestros hermanos como la prolongación normal de sus vidas. Murieron como habían vivido, dando testimonio de caridad y acogida, incluso en medio de la mayor violencia. Frente a los muchos desafíos que ponen a prueba nuestra fe, nosotros hemos sentido que, a través de estas beatificaciones, el Señor se ha manifestado al Instituto, reconfortándonos y dándonos un nuevo impulso a todos.
1.4.3 La Asamblea de la misión Del 3 al 12 de septiembre de 2007 tuvo lugar en Mendes (Brasil), la fase final de la Asamblea internacional de la misión marista. Representantes de los cinco continentes, laicos y hermanos, se dieron cita allí, tras una fase preparatoria de casi dos años, con el objeto de abordar juntos los grandes temas de nuestra misión. Para la comunidad del Consejo general fue una experiencia histórica tomar parte en este encuentro, en el que se reunían por primera vez hermanos y laicos de todos los continentes y todas las Unidades administrativas, dispuestos a debatir cuestiones de interés común sobre una base de igualdad. Nosotros ya habíamos podido apreciar, a lo largo de nuestras visitas, la vitalidad de la misión marista, pero al ver aquel número de personas congregadas en la Asamblea, el entusiasmo reinante en el desarrollo de las sesiones, el aporte de ideas nuevas, la voluntad de soñar el futuro, la radicalidad del compromiso y el vigor en las formulaciones, también nosotros nos sentimos llenos de ánimo. Todas esas realidades eran una clara manifestación de que nos hallábamos en una encrucijada decisiva de nuestro camino.
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1.4.4 Agua de la roca La publicación del documento de espiritualidad marista titulado Agua de la roca constituye, ciertamente, un hito en la vida del Instituto. Se trataba de un texto largamente esperado. Los hermanos aspiraban a ver plasmada por escrito la experiencia espiritual que les hace vivir y les da fuerza en su apostolado. La encomienda que el Capítulo general hizo al Consejo general recogía este deseo de los hermanos. Nosotros hemos compartido el gozo de ver cómo evolucionaba el documento. Hemos tenido el privilegio de participar en su elaboración, expresando nuestros puntos de vista sobre diferentes aspectos y aportando sugerencias. Y esto lo hemos hecho juntos, en comunidad. Hubo satisfacción en muchos al leer este opúsculo, ya que se veían reconocidos en él. El documento en sí no es ningún tratado de espiritualidad. Más que el resultado de una buena reflexión es el fruto de una buena observación. En Agua de la roca se muestra a los hermanos y laicos lo mejor de ellos mismos, aquello a lo que aspiran, el camino que Champagnat les indica para ir a Jesús, una formulación sencilla de la vía marista hacia la santidad. El trabajo de análisis y debate que hicimos nosotros, en el Consejo, para llegar finalmente a la aprobación del documento, constituyó un momento intenso en el que compartimos nuestras convicciones más profundas de fe y espiritualidad. Ver aparecer el texto editado de Agua de la roca fue un verdadero acontecimiento para nuestra comunidad. Realmente estábamos entusiasmados. Nuestra oración comunitaria se ha inspirado en sus páginas casi a diario.
1.5 EN
QUÉ PUNTO ESTAMOS
Al
final de este mandato de ocho años nos sentimos felices del camino que hemos recorrido juntos como comunidad. Damos gracias al Señor por todo lo que ha realizado en todos y cada uno de nosotros. ■ En síntesis, nos sentimos como cualquier otra comunidad, con sus altibajos correspondientes. Al cabo de ocho
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años, podemos apreciar mejor lo difícil que resulta a veces compartir nuestras vulnerabilidades. ■ En ocasiones, hemos experimentado que las responsabilidades nos empujaban a ir más allá de nuestros límites, para dar lo mejor de nosotros mismos. ■ Nuestro trabajo se ha visto grandemente favorecido por la acogida y confianza de los hermanos y laicos en los lugares donde nos ha llevado nuestra misión. Queremos expresar a todos nuestro agradecimiento por ese signo de fraternidad.
■ Realmente estamos maravillados por la calidad de tantas personas que hemos ido conociendo a lo largo de estos ocho años. ■ Los encuentros con jóvenes de las distintas regiones nos han enriquecido y animado. También nos ha impresionado su entusiasmo y su espíritu marista. ■ Pedimos perdón por nuestros errores y omisiones. Quizá hayamos podido hacer sufrir a alguno, pero lo cierto es que jamás fue intencionadamente. En la segunda parte de este informe, la más extensa, el Consejo general presenta con detalle el trabajo realizado a lo largo de su mandato. Esperamos que su lectura os resulte fructífera.
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las cinco llamadas
2. NUESTRA VISIÓN DEL INSTITUTO DESDE LA PERSPECTIVA DE LAS CINCO LLAMADAS DEL XX CAPÍTULO GENERAL
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2.1 Centrados en Jesucristo: “La fuente de agua viva”
2.2 En comunidades renovadas: ¡Que hermoso es vivir unidos!
2.3 Con los laicos: Ensanchar el espacio de la tienda
2.4 Misión y solidaridad: Un fuego que abrasa y consume
2.5 Servicio de animación y gobierno: Lavaos los pies unos a otros
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2.1
CENTRADOS EN JESUCRISTO: “LA FUENTE DE AGUA VIVA” CENTRAR APASIONADAMENTE NUESTRAS VIDAS Y NUESTRAS COMUNIDADES EN JESUCRISTO, COMO MARÍA. Y PARA ELLO, PONER EN MARCHA PROCESOS DE CRECIMIENTO HUMANO Y DE CONVERSIÓN.
2.1.1 Qué sentido damos a esta llamada
En esta primera llamada, el Capítulo declaró lisa y llanamente, de manera inequívoca, que la vida del hermano marista debe estar centrada en Jesús. Dicho con otras palabras, nosotros llevamos una vida consagrada, que se fundamenta en un compromiso por la persona de Jesús. Ésa es la respuesta que hemos elegido ante una invitación que se nos ha hecho, experimentada en el marco de una relación con Jesús que viene marcada por el amor incondicional que Él nos tiene.
Los miembros del Consejo general sentíamos que en esta llamada se nos exhortaba a expresar con claridad el valor de la vocación del hermano marista. Se nos pedía que hiciéramos todo lo posible para fortalecer la espiritualidad que sostiene esta vocación y le da significado y orientación. Y que, unidos a los Provinciales, proporcionáramos a todos y cada uno de los hermanos los medios necesarios para seguir su propio camino de conversión hacia la persona y el evangelio de Jesús.
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Optamos por la vida – Documento oficial del XX Capítulo general, 20. A partir de aquí, cada vez que citemos este documento, sólo aparecerá el número de referencia en el propio texto.
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Al referirse a nuestras comunidades como ‘escuelas de fe’2 el Capítulo nos recuerda que la vida de comunidad desempeña un papel esencial en el afianzamiento de nuestra vocación, el impulso de nuestro apostolado y el desarrollo de nuestra espiritualidad. Más aún, el Capítulo nos pidió que, lejos de encerrarnos en nosotros mis-
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mos, ocupáramos nuestro lugar dentro de la Iglesia siguiendo el modelo de María, tal como lo entendieron los fundadores maristas. Creemos que hay un papel único para el hermano dentro de la Iglesia. Al situarnos fuera de la estructura jerárquica y dentro de su estructura carismática podemos, a través del testimonio de nuestras vidas, ser la conciencia de la Iglesia y memoria de aquellos valores que los primeros cristianos manifestaron con tanta fuerza, que otros no dudaron en arriesgarse a sufrir la persecución para unirse a ellos. Antes de pasar a detallar cómo hemos tratado de llevar a la práctica esta llamada, queremos evitar cualquier tipo de confusión. La llamada nos sitúa directamente en la vocación de hermano consagrado. Ese enfoque no va, en modo alguno, en menoscabo de la vocación del laico marista, ni atenúa el compromiso que tenemos de ayudar a que florezca esa vocación. Nosotros afirmamos tanto la vocación del hermano como la del laico marista. Contemplamos dos vocaciones, cada una con sus propias características y su papel correspondiente en la Iglesia y en el Instituto. Al mismo tiempo, hay elementos que compartimos unos y otros, por ejemplo el apostolado y la espiritualidad. De esta manera, las dos vocaciones son complementarias y se apoyan mutuamente.
2.1.2 Cómo hemos puesto en práctica la llamada Nosotros, miembros del Consejo general, creemos que, para que se produzca una renovación auténtica, se requiere un verdadero cambio de corazón por parte de todos. Hacer que Jesús sea el centro y pasión de nuestras vidas no es un ideal lejano al que hemos de aspirar, sino más bien un punto de partida necesario para realizar la tarea de la transformación.
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2.1 a) Fortalecer la vocación y la vida consagrada del hermano marista Ésta ha sido una clara prioridad para el Consejo (47.2). Las tres circulares del hermano Seán abordan directamente los aspectos esenciales de la vida de los Hermanitos de María fundados por Marcelino: espiritualidad, comunidad y apostolado. Por otro lado, el Superior general escribió tres cartas a los hermanos, por tramos de edades, con objeto de animarles en su vida religiosa marista y ayudarles a hacer frente a los retos propios de cada etapa de la vida. Se tiene previsto que en 2009 salga publicada una última circular en la que se defina y afirme la identidad del hermano.
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En el texto de este informe mencionamos únicamente los nombres de los que se encuentran actualmente al servicio de la Administración general. Los nombres de todos los que han trabajado con nosotros a lo largo de los ocho años de nuestro mandato aparecen en el anexo final.
Cuando empezamos a organizarnos para llevar a cabo las recomendaciones que se nos hicieron en el Capítulo, establecimos una Comisión de vida religiosa. Después de la remodelación efectuada en 2006, esta Comisión quedó encargada de las áreas de espiritualidad, formación inicial y permanente, y vida comunitaria. La experiencia nos ha demostrado que ese proyecto era muy ambicioso para una sola comisión. Tenemos mucho que agradecer a su secretario, el hermano Teófilo Minga3, por su dedicación incansable y el excelente trabajo que ha realizado, manteniéndose en contacto con los responsables de los distintos aspectos de la vida religiosa en las Provincias. Incluso, en muchos lugares, él personalmente ha dirigido talleres y retiros que han sido muy fructíferos para la formación espiritual de los hermanos y laicos maristas. Asimismo, al empezar nuestro mandato nombramos una Comisión de vocaciones, cuya tarea quedó asumida más tarde por el Secretariado de vocaciones. El hermano Ernesto Sánchez ha sido un director entusiasta de ese Secretariado. Muchas Provincias recuperaron la confianza en la pastoral vocacional gracias a su ayuda y a una labor realizada con energía, claridad, convicción personal y atractivo. Aunque el propio nombre de la Comisión y el Secretariado pueda inducir a cierta confusión, su objetivo concreto era la promoción de la vocación de hermano marista. El Año de las vocaciones (septiembre de 2004 – agosto de 2005) constituyó un acontecimiento relevante dentro de esa tarea de promoción vocacional. Todavía perduran los frutos de ese Año. Aquella iniciativa impulsó la reflexión, la oración, el testimonio y la acción en el campo de las vocaciones que se dan en la Iglesia, y de forma especial la del hermano marista. Si se toman las cosas en serio, ese proceso nos lleva a plantearnos algunas cuestiones de fondo: ¿La vocación de hermano marista sigue teniendo valor y significado en la Iglesia y en la sociedad en la que estoy? ¿Continúa Dios invitando a los jóvenes a santificarse a través de la vocación de hermano marista, en el contexto y época en que vivimos? ¿Existen hoy jóvenes como Juan
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Bautista Montagne en mi entorno? ¿Hay una llamada de Dios a determinadas personas para que atiendan esas necesidades desde la vocación de hermano marista? Son preguntas que se están formulando a nivel personal, comunitario y provincial, y que se enmarcan dentro de una reflexión más amplia en torno a cuestiones que se relacionan entre sí, por ejemplo la naturaleza de una vocación en la Iglesia, las orientaciones de la misión marista en el siglo presente, la vocación del laico marista etc. El Secretariado de vocaciones nos ha lanzado el reto de crear una ‘cultura de las vocaciones’, en la que el término de vocación realmente tenga uso y significado. Todos y cada uno de los maristas tienen un papel que desarrollar en la creación de esta ‘cultura’ (42.5). Dentro de la Iglesia hay diversidad de vocaciones. Una parte esencial de nuestro apostolado con los jóvenes consiste en acompañarlos en la búsqueda de su vocación. Nosotros, como comunidad del Consejo general, asumiendo nuestro propio compromiso con el Año de las vocaciones, nos hemos reunido con grupos de jóvenes en cada una de las regiones del Instituto. Esos encuentros nos han servido como medio concreto de escuchar a la juventud y conocer así su experiencia de vida y de Iglesia, su relación con nuestros distintos apostolados y su percepción de la vida religiosa marista. Algunos Consejos provinciales han realizado un proceso semejante, dialogando en equipo con los jóvenes. En muchas de las actividades, visitas y reuniones que hemos efectuado hemos tratado de aportar alguna ayuda a las Provincias y regiones en esta cuestión. Fue particularmente significativo el encuentro que tuvimos en Les Avellanes en abril de 2008. En él se dieron cita todos los que se hallan comprometidos con la pastoral vocacional en países que están secularizados o que pronto lo van estar. En esas circunstancias, la tarea de la orientación vocacional, sobre todo para la vida religiosa, resulta especialmente difícil. El poder compartir experiencias, ideas y planes con sinceridad, contribuyó a renovar las fuerzas de los que trabajan en la pastoral vocacional de muchas Provincias.
b) La espiritualidad que nutre la vida religiosa marista La vida religiosa marista carece de significado si no está centrada en Jesús. Su valor ante la Iglesia y el mundo proviene de su carácter religioso y marista que evangeliza. Sin una espiritualidad propia que la sostenga y alimente, nuestra vida se convierte en sal que ha perdido su sabor4. Desde el comienzo mismo de nuestro mandato, estábamos decididos a reforzar esa centralidad de la espiritualidad (48.1). Los miembros del Consejo, con el apoyo de otros hermanos, nos distribuimos la tarea de dirigir retiros en cada una de las Provincias del Instituto. También pusimos en marcha el proceso que condujo a la publicación del documento Agua de la roca – Espiritualidad marista que brota de la tradición de Marcelino Champagnat. Este texto tradujo a palabras la espiritualidad que hemos heredado de San Marcelino y los primeros hermanos, y que seguimos viviendo hoy. Organizamos, en
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Cf. Mt 5, 13
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2.1 todo el Instituto, un Año de espiritualidad (octubre de 2007 - octubre de 2008) con el fin de insistir en la primera llamada del Capítulo, y preparar el terreno para que el nuevo documento de espiritualidad pudiera fructificar. Creemos que la respuesta de las Provincias y los frutos que se han obtenido dan testimonio de la sed de espiritualidad que hay, y la conveniencia de tener un texto como punto de referencia para la formación espiritual. Este documento, combinado con la experiencia que hemos ido extrayendo a lo largo y ancho del Instituto, nos ha servido de pauta para la revisión del capítulo 4 de las Constituciones que presentamos al XXI Capítulo general (48.4). Nos llevó algún tiempo clarificarnos sobre cuál sería la mejor manera de poner en práctica la petición capitular referente a la animación de la espiritualidad, en el plano regional (48.2). Nos parecía valioso disponer de estructuras regionales de espiritualidad, pero llegamos a la conclusión de que el esquema de cuatro redes basadas en el idioma no era la respuesta más apropiada a las necesidades reales del Instituto. Nosotros, al igual que el anterior Consejo general, veíamos que, a causa de la gran variedad de situaciones, las redes tenían distintas formas de responder a las necesidades de su contexto cultural. Si algunas redes, articuladas según la lengua, estaban luchando por encontrar su camino, ello se debía a la gran diversidad de culturas, recursos, necesidades, etc., que existía dentro de ellas. Por esa razón, tomamos la decisión de remodelarlas sobre la base de las regiones más que siguiendo criterios idiomáticos, y así lo dimos a conocer en el Boletín a los Provinciales nº 6 (mayo de 2004). Desde aquel momento hemos estado trabajando en unión con los Provinciales para organizar estructuras en las regiones o consolidar las ya existentes. En algunos lugares, la red de espiritualidad que ya funcionaba continuará con su propio desarrollo. En otras zonas, esperamos que se establezcan comisiones regionales de espiritualidad, atrayendo miembros de las comisiones provinciales de espiritualidad o grupos similares. En un principio fuimos un poco lentos en acompañar a las redes de manera regular. A raíz de la reorganización funcional del Consejo general, efectuada tras la Conferencia general de 2005, quisimos estar más presentes en las reuniones. Hemos de reconocer que las redes regionales de espiritualidad no recibieron el apoyo y ánimo que esperaban de nuestra parte. Nosotros estamos convencidos de que si se quiere inculturar nuestra herencia espiritual de manera efectiva en los diversos contextos del Instituto, han de ser los maristas que viven inmersos en esas culturas quienes posibiliten que así suceda. Las estructuras regionales juegan un papel inestimable en el enriquecimiento y desarrollo de nuestra espiritualidad a través de las tradiciones religiosas en la que ésta se manifiesta, así como en su vivencia cotidiana en medio de circunstancias retadoras: injusticia institu-
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cionalizada, pobreza lacerante, familias destruidas por el sida, el consumismo, etc. El XX Capítulo general alentó a los maristas a participar en el diálogo interreligioso (43.5). Dado que la urgencia de ese diálogo varía en las diversas partes del Instituto, a nosotros nos parece que una estructura regional de espiritualidad es el espacio más apropiado para facilitar ese diálogo. En ese sentido, hemos contactado con los Provinciales, comunicándoles cuál era nuestra idea de las estructuras regionales de espiritualidad y animándoles a dedicar recursos en apoyo de esas estructuras, cuyo funcionamiento contribuye a reforzar los programas provinciales de formación espiritual. Así como el documento Agua de la roca ha sido un excelente medio de volver a formular nuestro patrimonio espiritual en el marco de las realidades de hoy, esa misma tarea constituye el mandato permanente del Postulador general y de la Comisión internacional de patrimonio. Hablábamos antes, en este informe, de la experiencia que supuso para nosotros, como comunidad del Consejo, la beatificación de nuestros 47 hermanos mártires españoles. Ese acontecimiento, con las liturgias y celebraciones que lo acompañaron, fue la culminación del trabajo perseverante y concienzudo del H. Giovanni Maria Bigotto, los vicepostuladores, y el hermano Gabriele Andreucci, anterior Postulador general. Todos ellos realizaron esta labor con mucho amor, ya que el testimonio de estos hermanos nuestros merecía ser contado. En mayor o menor grado, a todos nos embargaba la emoción. La muerte no les vino a esos hombres de sorpresa. Ciertamente, aquellos eran tiempos de peligro y prueba. Su firme compromiso con la vocación de hermano marista que habían elegido, y su fidelidad en el servicio a los jóvenes, nos animan a todos a renovarnos en nuestro compromiso personal de consagrados. La misión del Postulador general sigue siendo la de extraer riquezas espirituales de nuestras propias reservas, de tal manera que los que pertenecemos a las generaciones actuales apreciemos cada vez más el espíritu y los valores maristas, que continúan teniendo plena vigencia.
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La Comisión internacional de patrimonio va orientada a objetivos similares. Su tarea es necesaria para conocer quiénes somos. Dado que nuestra espiritualidad sigue evolucionando, la Comisión nos ayuda a garantizar que ese desarrollo vaya por caminos de autenticidad y sea fiel a nuestro legado. El papel de la Comisión consiste, por un lado, en realizar un trabajo de investigación y, por otro, ser un grupo de reflexión para todo el Instituto. Si las nuevas generaciones no están bien preparadas para estas funciones, nuestro desarrollo como Instituto se verá entorpecido. De ahí la importancia que tiene la labor continua del CEPAM en América latina y España, y la formación a través de cursos como el del Programa de patrimonio que se impartió en Roma, de febrero a junio de 2008.
c) Elementos clave de la renovación de la vida religiosa marista La Comisión internacional de patrimonio es un elemento clave en la renovación de la vida religiosa marista. Hay otros. Por ejemplo uno, muy importante en sí mismo, es la formación inicial. Todo formador y los equipos de formación deben plantearse constantemente dos preguntas fundamentales: ¿Cuál es el mundo marista para el que estamos preparando a este joven? ¿Cuál es la mejor manera de prepararle, a través de nuestro plan de formación, para lo que le viene después? Un equipo del Consejo general ha visitado todos los noviciados y escolasticados (así como la mayoría de los postulantados) del Instituto, haciendo esas mismas preguntas y dialogando con los formadores en busca de respuestas. El fruto de este contacto directo con la realidad del Instituto quedó plasmado en un Documento de reflexión que se presentó a los Provinciales y Superiores de distrito en la Conferencia general de 2005. En ese documento se recogían siete retos significativos.
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Un reto primordial que atañe a la formación inicial es que los programas den prioridad a la espiritualidad, consagración, y evangelización. Dicho en otros términos, el papel de nuestras comunidades de formación es preparar al hermano joven, moldeándole en el amor a Jesús y en el entusiasmo ardiente por proclamar la Buena Noticia. Esa tarea no es posible si no hay un equipo cuya misión principal sea la formación. Al formar a los jóvenes apóstoles, queremos consolidar su identidad marista y religiosa. Al concluirse la formación inicial, ambos aspectos de la identidad han de estar profundamente desarrollados. Un factor clave en este proceso es la propia comunidad de formación. Nosotros creemos que esta comunidad, para ser efectiva, debe estar compuesta por un grupo de jóvenes, no uno solo, que están siendo formados y que a la vez se forman unos a otros. En muchos lugares del Instituto, la vida religosa marista se vive en realidades culturales y religiosas marcadamente distintas a las que existían hace 15 años, cuando se elaboró la Guía de formación. Hoy se da una mayor diversidad cultural dentro del Instituto. Tenemos que asegurarnos de que estamos preparando a los jóvenes adecuadamente para estas realidades y las que, a futuro, podemos prever. Un paso en esa dirección es que las comunidades formativas sean preferentemente internacionales e interculturales, como lo están siendo ya algunas comunidades en diversas Provincias, en número creciente. Tener una visión internacional de la vida marista, superando los límites de una sola Provincia o país, es un aspecto esencial de la identidad del hermano marista en nuestro tiempo. Después de la Conferencia general, ese Documento de reflexión, al que hemos aludido, fue enviado a todos los equipos de formadores para darles ánimos en su tarea e impulsarles a la acción. Una vez más, volvió a suscitarse el tema de la ubicación de las comunidades de formación (48.7). Siempre que nos ha sido posible, hemos aprovechado los encuentros regionales de formadores para continuar con la reflexión. Eso es lo que hicimos, por ejemplo, en el encuentro de formadores de África, que se celebró en julio de 2007. Antes, en febrero de ese mismo año, el Consejo general había reunido en Roma a representantes de todos los escolasticados, con el fin de reflexionar juntos en torno a las características de los jóvenes que se están formando actualmente, tratando de unificar criterios sobre los contenidos y procesos que vemos esenciales en esa fase de la formación inicial. Una fase que, a los ojos del Consejo, es sumamente importante para la afirmación de la identidad marista y religiosa del hermano joven, y para avanzar en la integración personal necesaria en la vida de todo hermano (47.1). Nos preocupan mucho las Provincias que, a nuestro juicio, han tomado decisiones que debilitan sus programas de escolasticado. En nuestro contacto con los hermanos jóvenes de distintos contextos, nos ha causado desazón ver la superficialidad de algunos en lo que se refiere a su identidad, y la ligereza con la que entienden el valor del compromiso y los votos, especialmente el de castidad.
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2.1 Para que la formación inicial sea efectiva se necesitan suficientes formadores que, utilizando los procesos y el lenguaje de hoy, sean capaces de acompañar a los jóvenes y los ayuden a encontrar su vocación, a entender su riqueza y profundidad, y a vivir la vida apostólica marista con entrega e ilusión. Nuestro reto a los Provinciales es que perseveren en la preparación de formadores, ya que ésta continúa siendo una necesidad urgente. Por nuestra parte, ya ofrecimos una oportunidad en ese sentido cuando organizamos un curso destinado a formadores maristas en Nairobi, de agosto de 2005 a junio de 2006. En el campo de la formación inicial, lo mismo que en otros, la experiencia adquirida durante nuestro mandato nos ha enseñado bastante. Mirando ahora hacia atrás, nos damos cuenta de que, quizá, no hemos sido suficientemente proactivos a la hora de ejercer el liderazgo en este terreno. Somos conscientes, pensando ya en el futuro del Instituto, de que teníamos que haber sido más diligentes en subsanar las carencias que veíamos en algunos programas de formación inicial. Los programas de formación permanente que ofrece el Instituto en El Escorial y Manziana constituyen momentos importantes de renovación personal para muchos hermanos. Esos programas son evaluados regularmente por los equipos de formadores, junto con los miembros del Consejo general, durante las visitas a los centros de espiritualidad. Basándonos en esas evaluaciones, nosotros estimamos que los cursos de formación permanente son verdaderos tiempos de gracia que ayudan a los hermanos a redescubrir su vocación religiosa, a fortalecer su identidad marista, y a volver a casa con un compromiso renovado para atender aspectos tan esenciales como la oración personal, la vida comunitaria y la misión (47.1). Queremos expresar nuestra mayor gratitud a estos hermanos que forman parte de los equipos de renovación, por su servicio inestimable al Instituto: Javier Espinosa, Afonso Levis, Inocencio Martínez, Diamantino M. Duque, Barry Burns y Antoine Kazindu. A lo largo de nuestro mandato hemos manifestado nuestro apoyo a estos programas con nuestra presencia durante el desarrollo de los mismos, así como a través del acompañamiento de los equipos. En los primeros años de nuestro gobierno, ese acompañamiento era ciertamente insuficiente. En estos últimos años hemos tratado de hacer más. Un aporte significativo en ese sentido fue el proceso que emprendimos a comienzos de 2006 para evaluar los programas que se estaban realizando. Un aspecto de ese proceso fue la valoración de los programas intercongregacionales que estamos llevando a cabo junto con los marianistas. El objetivo principal de esa revisión era asegurar que nuestros programas ofrecieran los contenidos y procesos más adecuados a las necesidades de los hermanos y del Instituto (47.1). Favorecer
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la renovación efectiva y duradera de cada hermano es la mejor manera de renovar la vida religiosa del Instituto entero. En la revisión se apuntaba a dos grupos por tramos de edades cuyas necesidades no solían estar atendidas. Actualmente se están realizando cursos para los hermanos que tienen ante sí planteamientos importantes después de su profesión perpetua (Programa Horizontes), y para los hermanos que tratan de vivir su compromiso vocacional mediante una forma de apostolado más apropiada a la etapa de la vida en que se encuentran (Programa Umbrales).
2.1.3 Orientaciones para el futuro a) Visión nueva y comprometida de la vida religiosa marista La vitalidad de nuestra vida y misión en muchos lugares del Instituto requiere de nosotros una visión nueva y comprometida de la vida religiosa marista para el siglo XXI. Ése es el reto que está siempre subyacente cuando hablamos de la necesidad de clarificar la identidad del hermano marista. Mientras no lo consigamos, corremos el riesgo de vivir nuestra llamada con titubeos, lo cual erosiona nuestra pastoral vocacional. También vemos el peligro de vivir una espiritualidad “a la carta”, de manera selectiva e individualista, sin espacio para participar en la comunión marista y eclesial. En otras situaciones, lo que observamos es un debilitamiento de la fe, que hace disminuir el sentido de consagración y empobrece seriamente el concepto de vida religiosa. En muchos lugares, los laicos maristas están ocupando el lugar que les corresponde en la espiritualidad y la misión, siguiendo el carisma de Marcelino. A medida que se va desarrollando esta identidad de los laicos, los hermanos se preguntan: ¿cuál es, entonces, la identidad de un hermano marista?
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2.1 b) Vivencia auténtica de los valores esenciales de la vida religiosa Es necesario profundizar en la vivencia auténtica de los valores esenciales de la vida religiosa (santidad, consagración, comunidad, misión, votos) con una fidelidad creativa a nuestro carisma. En ese proceso habría que incluir una reeducación completa por nuestra parte acerca de lo que entendemos cuando hablamos de vocación y llamada, las vocaciones que existen en la Iglesia, sus elementos distintivos y complementarios. Creemos que el proceso mejoraría si viene apoyado por un estudio de la vocación, tanto en su dimensión religiosa como apostólica. Todo ello contribuiría a fortalecer esa ‘cultura de la vocación’ que vemos tan necesaria para la vitalidad del Instituto.
c) Los programas de formación espiritual Así como los esfuerzos realizados en el campo de la renovación espiritual del Instituto han traído sus frutos, también pensamos que aún queda tarea por hacer. El documento Agua de la roca ha proporcionado a los hermanos y a los laicos maristas un punto de referencia para profundizar en nuestra espiritualidad e incorporarla a nuestras vidas. El Año de espiritualidad ha sido un marco idóneo para estas acciones formativas, pero creemos que hay que desarrollar más los programas de formación espiritual. Son necesarios, tienen que llegar al corazón de los participantes, tienen que conducir a un crecimiento personal, y hay que renovarlos periódicamente. Insistimos en que las estructuras regionales de espiritualidad desempeñan un papel relevante en este terreno. En lo referente a los hermanos, observamos que aún hay que trabajar mucho para llegar a consolidar una espiritualidad y unas formas de oración que sean realmente apostólicas. Nuestro itinerario espiritual consiste en una continua profundización en las relaciones con Jesús y con María. Animamos a todos y cada uno de los maristas a comprometerse seriamente en este camino.
d) Formación inicial El Consejo general constituye un ámbito privilegiado para conocer la realidad del Instituto a través de la variedad de Provincias, culturas y circunstancias que hay entre nosotros. Por otro lado, el Consejo tiene también una responsabilidad singular en lo que se refiere a la vitalidad del Instituto, la renovación de nuestra vida y misión. Un medio clave de asegurar esa vitalidad es aplicar un programa efectivo y bien estructurado de formación inicial en cada Provincia y región. Nosotros recomendamos al Superior general y su Consejo que asuman un papel proactivo de liderazgo que garantice la coordinación y efectividad de la formación inicial. Como antes hemos dicho, han transcurrido ya quince años desde que se publicó la Guía de formación. Ese documento fue el fruto de un amplio proceso
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de consulta y reflexión, junto con la síntesis de mucha experiencia acumulada. Pensamos que sería muy oportuno repetir ahora ese mismo proceso, esto es, realizar una minuciosa evaluación de la formación inicial a través de todo el Instituto. Cierto es que la naturaleza se mantiene constante, pero también lo es que los contextos han cambiado de manera significativa. ¿Es posible atender adecuadamente, con los contenidos, estructuras y procesos actuales de la formación inicial, todo el potencial y el reto de las nuevas realidades? También cabría preguntarse si se han abordado nuevos enfoques de formación desde que se implantó la Guía.
e) Formación permanente Nosotros animamos a los responsables de los planes de formación permanente a que continúen llevando a cabo la evaluación periódica de los programas. Son programas que sirven tanto para la renovación de los hermanos individualmente como para el Instituto en su conjunto. Vale la pena desarrollar planes intercongregacionales (sobre todo con congregaciones de hermanos), como medio de reforzar nuestra estima de la vocación de hermano. El próximo Capítulo general proporcionará guía y orientación a los equipos de formadores de acuerdo con las prioridades del Instituto, y eso servirá como punto de referencia para diseñar los programas de renovación. El futuro Consejo general tendrá también una tarea importante que cumplir a la hora de marcar las directrices de estos programas, dentro de su misión de animación del Instituto, siguiendo la visión del Capítulo general. A fin de que nuestros programas sigan siendo la mejor experiencia de renovación que se pueda ofrecer, recomendamos que se efectúe una cuidadosa evaluación de los planes de formación permanente que organiza el Consejo general. Nuestra idea sería que esa evaluación sea dirigida por un equipo externo de expertos.
e) Coordinación de esfuerzos En el plano de la Administración general, la formación espiritual en todo el Instituto se vería grandemente apoyada mediante procesos de reflexión que sean más inclusivos y con una mejor coordinación de los esfuerzos. Concretamente, pensamos que los responsables de Vida religiosa, Espiritualidad, Formación, Patrimonio y Postuladuría de la próxima Administración general, tienen que reflexionar y planificar sus trabajos conjuntamente, contribuyendo así a llevar la animación del Instituto de manera más armonizada. Finalmente, recomendamos que el próximo Consejo general establezca las estructuras apropiadas para que nuestra espiritualidad se desarrolle y esté animada continuamente, dada la importancia que esto tiene para la vitalidad del Instituto.
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EN COMUNIDADES RENOVADAS: ¡QUÉ HERMOSO ES VIVIR UNIDOS! REVITALIZAR NUESTRAS COMUNIDADES PARA QUE SEAN ESPACIOS DE FRATERNIDAD, DE SENCILLEZ Y DE VIDA EVANGÉLICA AL SERVICIO DE LA MISIÓN.
2.2.1 Qué sentido damos a esta llamada
La experiencia de vida comunitaria que los miembros del Capítulo general de 2001 aportaron de sus Provincias se vio confirmada y completada por las reflexiones y debates de las sesiones capitulares. El sentimiento de que nuestras comunidades tenían necesidad de una renovación profunda para ser fieles a su identidad y responder a su misión estaba fuerte y ampliamente compartido (22). La revitalización de nuestras comunidades se impuso como un elemento esencial de la visión recogida en el mensaje “Optamos por la vida”.
La comunidad viva, valor esencial entre nosotros, se afirma hoy en el mundo como una fuente de renovación de las sociedades y como uno de los mejores medios de hacer frente a las incertidumbres del futuro. Esta afirmación es igualmente cierta para nuestro Instituto como grupo extenso, internacional e implantado en diversas culturas. No obstante, nuestro tipo de comunidad se distingue de otras distintas. No es el fruto de una voluntad humana. No es el resultado de un desarrollo social. Está reunida por Jesús, y construida en torno a su persona. De este modo, la comunidad religiosa marista es un signo de la presencia de
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Jesús en todos los lugares donde está establecida. Champagnat le ha asignado la misión específica de irradiar el amor de Jesús entre los jóvenes, especialmente los más desatendidos. Nosotros creemos, y de ahí viene nuestra fuerza, que cuando Jesús es el centro de nuestra comunidad, somos personas y grupos siempre nuevos. Jesús nos guía, como comunidad, hacia un futuro que hay que transformar por la fuerza de su evangelio. El Capítulo general recomienda a los Hermanos Provinciales y a sus Consejos que promuevan comunidades que permitan la consolidación vocacional de los hermanos jóvenes, la acogida de los jóvenes y de los laicos, y el acompañamiento a los que están en búsqueda de su vocación (44.5). La llamada a dar más vitalidad a nuestras comunidades es, por tanto, una invitación a renovarlas de manera que puedan éstas volver a construirse sobre sus verdaderos fundamentos. Así, no solamente se fortalecen desde dentro para convertirse en lugares de fe y crecimiento para los hermanos, sino que se transforman también en un signo, una presencia y un testimonio profético en el seno de la sociedad. Estamos convencidos de que la manera concreta de revitalizar la comunidad es, en primer lugar, hacerla sencilla y viable, cultivando en ella los valores humanos que manifiestan la confianza mutua que existe entre los hermanos. El clima nuevo que se crea de esta forma revela la presencia de Jesús y favorece la adhesión a una visión de la comunidad como valor esencial para la vitalidad del Instituto.
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2.2.2 Cómo hemos puesto en práctica la llamada Todos, a distintos niveles del Instituto, hemos sido invitados a contribuir a esta transformación que ha de efectuarse al servicio de la misión evangelizadora. La respuesta refleja la propia imagen del Instituto: es variada, compleja, exigente y comprometedora. La diversidad de culturas, por no citar más que una, aporta una heterogeneidad de elementos y de acentos que hay que saber aceptar y valorar para enriquecer la respuesta común. Estas diferencias se observan cuando reflexionamos en torno a la vida comunitaria en general y durante el trabajo de animación en las Provincias y regiones del Instituto. Una diversidad acogida y consolidada, fortalece a la vez los fundamentos de la fidelidad a la tradición marista de nuestra vida comunitaria. Nuestro modo de poner en práctica lo que pedía de nosotros esta llamada a revitalizar las comunidades se ha ido enriqueciendo a lo largo de nuestras visitas a las Provincias. Lo recogemos en ocho puntos, comenzando por los tres aspectos que sugiere la propia llamada del Capítulo.
a) Espacio de fraternidad Hemos constatado que la comunidad está afirmada como un hogar de fraternidad en todo el Instituto (23). Muchos hermanos manifiestan su amor a la comunidad. Confiesan que lo que más les ayuda a acercarse a Jesús y serle fieles es el compartir vida y fe en comunidad. Nosotros hemos animado constantemente a los hermanos a guardar en su corazón las experiencias que han tenido de sentirse entre “compañeros maravillosos”, para que sirvan de referencia en los momentos difíciles. No obstante, es importante señalar que el profundo sentimiento de fraternidad que manifiestan los hermanos no es idílico. Ellos han compartido también su inquietud ante el individualismo ambiental que invade las comunidades y amenaza continuamente sus valores, particularmente el de la fraternidad. Por otra parte, no pocos de los hermanos que optan por abandonar el Instituto ponen en duda la calidad de la vida comunitaria. Hay motivos para interrogarse. A través de la segunda llamada del Capítulo, el Espíritu nos retó a revitalizar el gran amor fraterno que caracteriza la experiencia de vida de muchos hermanos, como signo inequívoco de la vitalidad de una comunidad marista. En estos momentos, ocho años después, constatamos que hay un despertar, pero que, aún así, ese reto sigue teniendo plena vigencia.
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En comunidades renovadas: ¡Qué hermoso es vivir unidos!
b) La sencillez La sencillez ha sido siempre un rasgo esencial de la comunidad marista que quería Champagnat. Los que nos conocen por haber estado junto a nosotros largo tiempo, nos dicen que eso es lo que más les ha llamado la atención. Otros afirman que es la característica que más nos distingue. La sencillez evoca desprendimiento y renuncia, pero también nos da sentimientos de plenitud y orientación. En los momentos de incertidumbre, cuando estamos ante una encrucijada, la sencillez ha de ser siempre un elemento esencial de la dirección que queremos tomar y de la opción de vida que queremos hacer. El Capítulo general la señala como un distintivo de las comunidades revitalizadas. Nuestra tarea de animación nos ha llevado, con frecuencia, a hablar de la sencillez en las actitudes y en el estilo de vida de los hermanos. En una comunidad, la sencillez se manifiesta sobre todo en la confianza mutua entre sus miembros. Cuando cada uno acepta sus limitaciones y su vulnerabilidad, la comunicación fraterna resulta posible y grata en comunidad. Así se crea un clima que favorece la madurez personal y la vitalidad de la comunidad. Nuestras visitas a las Provincias han sido para nosotros una verdadera escuela de sencillez, sobre todo en lo relativo al uso de los bienes materiales. A menudo hemos sido testigos del contraste que existía entre la complejidad, sofisticación, e incluso opulencia, del entorno en que trabajaban los hermanos, y por otro lado, el empeño de muchos de ellos por llevar una vida sencilla dentro de ese medio ambiente. La falta de sencillez en el estilo de vida, o en las relaciones entre los hermanos, hace que surjan rápidamente llamadas espontáneas y vigorosas a ser fieles a los valores maristas de siempre. Sin embargo, debemos confesar también que en varios lugares ésta es una lucha continua, con un panorama cada vez más incierto. La presión del consumismo es tan grande que la tentación de adquirir todo lo que halaga a los sentidos, o de no privarse de nada, es permanente. Tenemos que mantener una vigilancia activa en este terreno, para poder seguir dando testimonio de los valores del Reino. Ante la realidad de una sociedad cada vez más complicada, los hermanos y los jóvenes que les han sido confiados necesitan comunidades donde se viva la sencillez marista. Necesitan espacios de libertad y serenidad donde se sientan escuchados y puedan encontrarse con Jesús. La formación de comunidades vivas, acogedoras e impregnadas de sencillez constituye un aspecto fundamental de nuestra misión en estos momentos.
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2.2 c) Lugares de vida evangélica al servicio de la misión Nuestra misión exige el crecimiento y la madurez espiritual de los hermanos y las comunidades. Un crecimiento cualitativo, que viene de dentro. Muchas experiencias comunitarias realizadas en el Instituto muestran que ese empeño se expresa, por un lado, a través de la sencillez de vida y la atención a los demás, y por otro, en vivir y compartir los valores evangélicos en comunidad y con los que están alrededor. Esas actitudes y gestos de compromiso cristiano son la base y la fuente de revitalización de nuestra misión en la sociedad. Hace falta, por tanto, un movimiento continuo entre los dos polos, comunidad y misión, para mantener la motivación y renovación, e impulsar el trabajo de la evangelización. Poner en práctica la llamada del Capítulo en nuestra misión consiste, también, en animar a las Provincias a hacer frente a la invasión de los medios y el secularismo, que dañan a nuestra vida en comunidad. A tal efecto, a lo largo de nuestras visitas, hemos discernido con las Provincias la posibilidad de crear y ofrecer lugares físicos donde la vida evangélica sea tangible. Se ha dicho con frecuencia que el hombre de hoy quiere experiencia y testimonio. En los diversos encuentros que hemos tenido con los jóvenes por el mundo, hemos constatado que también ellos, destinatarios de nuestra misión, quieren ver una vida evangélica palpable, animada por la fe en la realidad de cada día, para nutrir así su propia fe y sostener su compromiso. La comunidad marista está llamada a ser la vanguardia de esos espacios privilegiados donde los jóvenes pueden vivir esa experiencia.
d) Cómo se percibe la comunidad Hemos observado que los hermanos tienen una visión diversificada de la comunidad. Según cuál sea su edad, formación, tipo de apostolado etc., los hermanos tienden a hacerse una determinada idea de la comunidad. Por ejemplo, las generaciones actuales viven la libertad individual como un rasgo esencial de su vida consagrada y comunitaria, en tanto que los hermanos veteranos dan más valor a las estructuras y a la disciplina religiosa. Ambas concepciones son complementarias en sus contenidos evangélicos, siempre que las diferencias lleven a crear hogares animados por la escucha mutua y el diálogo entre las generaciones (24). La mentalidad individualista e independiente, representativa de la sociedad de hoy, hace estragos en las comunidades. También se está extendiendo cierta tendencia a considerar la comunidad como un simple fenómeno social. La dimensión profética, esencial a la vida comunitaria, se debilita e incluso corre el riesgo de desvanecerse. Siendo así las cosas, parece que lo ambientalmente correcto es limitar la vida de comunidad a una simple cuestión de organización eficaz y cortesía recíproca.
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En comunidades renovadas: ¡Qué hermoso es vivir unidos!
Ante esa tergiversación perniciosa, de raíces profundas e invasoras, no siempre se da una respuesta suficientemente enérgica. Las acciones aplicadas no se corresponden con las verdaderas necesidades. Con frecuencia, las reacciones positivas suscitadas al tomar algunas medidas no pasan de ser un estampido momentáneo.
En los contactos que hemos tenido con las Provincias hemos sido conscientes del riesgo que puede haber en esa diversidad de expectativas respecto de la comunidad. Pero también hemos visto los esfuerzos realizados por los Provinciales y sus consejos para dar respuesta a ese reto. Como fruto de esos afanes, hoy no son pocos los hermanos que expresan su admiración por virtudes propias de una generación distinta a la suya, ya sea más joven o más veterana. Otros valoran el espíritu de diálogo que, poco a poco, se va instalando en las comunidades. Nosotros hemos afirmado una y otra vez que la respuesta a esta situación podría hallarse en la formación inicial. Pero también tenemos necesidad de animadores de comunidad bien preparados, que sepan gestionar esas diferencias de visión, que aumentan a medida que la sociedad va cambiando y se va haciendo más compleja.
e) Formación de los superiores En un mundo cada vez más sofisticado, con rápidos cambios en la sociedad y mayor diversidad entre las experiencias de unos hermanos y otros, el animador de una comunidad marista tiene que completar sus dones
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2.2 naturales necesarios con una buena preparación para su misión, mantenida después con una actualización continua (44.3). Somos conscientes del gran trabajo que han hecho las Provincias en este campo de la formación de los animadores de comunidad. En varias de ellas se ha creado una estructura permanente que permita a los superiores locales reunirse, de forma periódica, para intercambiar experiencias y reflexionar juntos en torno a temas y cuestiones que atañen a todos. Algunas Provincias han elaborado planes de formación que se extienden a lo largo de varios años (44.2-3). Otras han hecho lo mismo agrupándose, o insertas en el ámbito regional. Hay hermanos que han manifestado su decepción por lo que se refiere a los frutos concretos recogidos en la vida de las comunidades después de tantos esfuerzos. Ciertamente, la formación de los animadores de comunidad continúa siendo un gran reto en muchas Provincias. Pero hay también resultados positivos. Por ejemplo, los superiores locales se sienten más apoyados en su papel y, en general, se ha desarrollado un ambiente de distensión que favorece la libertad y el diálogo. Por otro lado, existe ya un amplio consenso sobre la necesidad de formar adecuadamente a los animadores de comunidad. Nuestra preocupación por la llamada a revitalizar las comunidades ha ido en aumento, a medida que hemos ido entrando en contacto con las Provincias y los hermanos. Hemos visto que hay mucha inquietud en torno a esta cuestión. Estamos convencidos de que nos jugamos mucho en este empeño. Debemos permanecer atentos, y ser abiertos y creativos. Felizmente hemos constatado también que hay numerosos hermanos, provinciales y otros, decididos a profundizar en la vida espiritual y dispuestos a actuar, con objeto de crear comunidades que estén verdaderamente al servicio de la evangelización.
f) Visitas a las Provincias En nuestras visitas hemos prestado atención especial a las necesidades de animación de las comunidades (44.2-5). En el transcurso de la primera visita, de modo particular, nos centramos en la comunidad como estructura de base del Instituto. Estuvimos en todas las comunidades. Las reuniones comunitarias fueron excelentes momentos de intercambio. Los hermanos tuvieron oportunidad de compartir con nosotros los acontecimientos de su vida y su itinerario de fe (42.2). También tuvimos una entrevista personal con cada uno de ellos. Nuestros encuentros con los Provinciales y sus Consejos han sido una ocasión propicia para dialogar en torno a la vitalidad de las comunidades y ofrecer a todos nuestro apoyo y aliento. Las entrevistas estaban dedicadas esencialmente a la reflexión y a la búsqueda de respuestas ante las diversas cuestiones que se suscitaban.
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En varias Provincias nos hemos encontrado con comunidades donde realmente había vitalidad. Estas comunidades, a pesar de sus diferencias notorias, presentaban rasgos comunes. Por ejemplo, una fidelidad notable a los momentos comunitarios tales como los tiempos de oración, las comidas, momentos de esparcimiento juntos etc. (43.6)5. Según la experiencia que compartimos, estos momentos regulares de encuentro han contribuido a desarrollar la escucha mutua y la disponibilidad en esas comunidades (43.3). También estuvimos en algunas comunidades que, inspirándose en la llamada del Capítulo general, habían introducido explícitamente la opción “centrados en Jesucristo” en su proyecto de vida comunitaria. La referencia regular a dicho proyecto ayudaba a los hermanos a mantenerse fieles a esa opción esencial. Nos hemos sentido admirados por la creatividad de las comunidades que acogen a jóvenes de manera habitual para compartir la vida y la fe (43.1). Son encuentros que comprenden un momento de oración, comida y tiempo de expansión. Todo ello se realiza sin formalismos y los jóvenes pueden expresarse con entera libertad. En las Provincias donde vimos que esas hermosas experiencias de acogida eran pocas y aisladas, animamos a los Provinciales y a los hermanos de esas comunidades a identificar las razones de su vitalidad, a profundizar en ellas, y a compartirlas con los demás en la mayor medida posible.
5
Seán Sammon, Compañeros maravillosos – La vida comunitaria entre los Pequeños Hermanos de María, pag. 67-69.
En los informes de la visita a las Provincias hemos reservado siempre un lugar preferente a la vitalidad de las comunidades (22). Siempre nos hemos referido a ellas como las células de base y, por tanto, el espacio donde se mide el nivel de vitalidad del Instituto. Hemos invitado a los hermanos, en el conjunto de la Provincia y personalmente, a ser creativos en la animación y la renovación de sus comunidades (43.1 y 6). Hemos tratado de sensibilizar a todos en el papel esencial que desempeña la comunidad en su equilibrio personal y en la vitalidad de la Provincia y el Instituto.
g) Cursos para animadores de comunidad organizados por la Administración general En 2005, la Comisión de vida religiosa, del Consejo general, organizó y ofreció un curso de formación de dos meses para animadores de comunidad (44.3). Todas las Provincias del Instituto fueron invitadas a enviar participantes. Finalmente, se organizaron dos sesiones en lengua española en El Escorial (España), y una sesión en lengua inglesa en Nemi, cerca de Roma. Los que tomaban parte en el curso debían comprometerse a colaborar en el programa de animación de comunidades en sus Provincias respectivas, y extender la formación recibida a otros animadores de comunidad de su región. En 2007, la misma Comisión de vida religiosa tomó contacto con los hermanos que habían participado en aquellos cursos, para in-
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2.2 formarse de la labor que habían desarrollado en sus Provincias y regiones. Alrededor del 45% de los participantes respondieron al cuestionario enviado. Los datos obtenidos mostraban diferencias notables. Varios de estos animadores formados han participado, o participan, activamente en la elaboración y realización de los programas provinciales y regionales sobre el liderazgo de las comunidades. Otros, por el contrario, están comprometidos en apostolados que tienen poca relación con la animación de las comunidades, y así no tienen posibilidad de compartir lo que adquirieron en su formación.
h) “Compañeros maravillosos” La acción más significativa en lo referente a esta llamada a revitalizar las comunidades ha sido, sin duda, la circular Compañeros maravillosos6. A veces, a lo largo de nuestras visitas, los Provinciales nos pedían que realizáramos algún trabajo relativo a la animación sobre la vida comunitaria. A tal efecto, Compañeros maravillosos fue un instrumento precioso. En estos tiempos en que hay tanta confusión en torno a diversos aspectos de la comunidad, esa circular nos ha dado a los hermanos mucha claridad y serenidad. Al presentar referencias comunes, la circular ha favorecido el diálogo sobre la comunidad.
6
Seán Sammon, Compañeros maravillosos, La vida comunitaria entre los Pequeños Hermanos de María, Roma 2005.
En ella, la comunidad viene reflejada como una construcción en la que cada miembro del grupo pone una parte significativa. Las preguntas que acompañan al texto ayudan a los hermanos a interrogarse sobre su lectura de la realidad y su participación en la comunidad. La circular proporciona una buena base para los que quieren reflexionar sobre el tema. Una de las dificultades que solemos ver en las comunidades es la polarización. Por un lado están los que se sienten seguros en estructuras que conocen, y rechazan el cambio; por otro, están los que quieren una libertad sin ataduras y afirman que la espiritualidad es una cuestión individual. En ambos casos, la comunidad tiende a ser irreal. Compañeros maravillosos ha sacado la realidad comunitaria de su aislamiento, estableciendo los fuertes vínculos que tiene con la identidad, con la misión y con la diversidad de las culturas. Los hermanos están invitados a vivir una vida comunitaria situada en un mundo real, sometida a cambios que hay que acoger y a los cuales ha de saber adaptarse. Los jóvenes, primeros destinatarios de nuestra misión, representan ese mundo. Forman parte de él. Por último, la circular interpela a los hermanos sobre esa lamentable tendencia a reducir la comu-
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En comunidades renovadas: ¡Qué hermoso es vivir unidos!
nidad a un puro fenómeno social. El texto nos presenta a la comunidad como una realidad de fe que escapa a definiciones engañosamente tranquilizadoras. De este modo, el reto de la comunidad vuelve a situarse en su verdadero marco, esto es, en el seno de la relación con Dios.
2.2.3 Orientaciones para el futuro a) Impulsar la reflexión y la animación Nosotros creemos que la vitalidad de las comunidades continuará siendo un gran reto para el Instituto a lo largo de los próximos años. Para responder a ese desafío de manera efectiva y duradera, habrá que estudiar bien las iniciativas que se pueden emprender. Una forma posible de hacerlo sería impulsar la reflexión y animación de las comunidades, tanto por parte de la Administración general como en el plano regional y provincial, y que las tres instancias armonicen su trabajo. Esa reflexión podría basarse en los siguientes puntos: ■ Profundización y clarificación teológica de la vida comunitaria. ■ Afirmación del vínculo esencial que existe entre vida comunitaria, identidad marista y misión, y su expresión en las estructuras de la comunidad. ■ Valoración y revitalización del papel de superior de comunidad y clarificación de la misión ligada a esta función.
b) Curso de formación Los cursos de formación al estilo de los que se realizaron en El Escorial y Nemi en 2005 han tenido un resultado positivo en diversas Provincias, sobre todo cuando había un mecanismo de seguimiento. Iniciativas de ese estilo podrían seguir teniendo utilidad. c) Reestructuración de comunidades ¿Cabría pensar en una reestructuración de comunidades? Las comunidades alejadas, demasiado pequeñas y que llevan un trabajo enorme, tienden a desarrollar una visión que no se ajusta a la segunda llamada del Capítulo general de 2001.
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CON
LOS LAICOS: ENSANCHAR EL ESPACIO DE LA TIENDA NOS SENTIMOS LLAMADOS A PROFUNDIZAR NUESTRA IDENTIDAD ESPECÍFICA DE HERMANOS Y DE LAICOS, AL COMPARTIR VIDA: ESPIRITUALIDAD, MISIÓN, FORMACIÓN...
2.3.1 Qué sentido damos a esta llamada
El Papa Juan Pablo II lanzó un mensaje a la Iglesia universal para que en este milenio, apenas iniciado, el laicado asumiera un protagonismo especial: “Nuevas situaciones, tanto eclesiales como sociales, económicas, políticas y culturales, reclaman hoy, con fuerza muy particular, la acción de los fieles laicos”. Y les invitaba a aceptar la llamada del Señor “a tomar parte activa, consciente y responsable en la misión de la Iglesia en esta magnífica y dramática hora de la historia”.7
Siguiendo la exhortación del Papa, el Instituto, a lo largo de los últimos años, se ha sentido comprometido en la tarea de “suscitar y alimentar una toma de conciencia más decidida del don y la responsabilidad que todos los fieles laicos en general, y cada uno de ellos en particular, tienen en la comunión y en la misión de la Iglesia”.8 Refiriéndonos concretamente a la llamada del Capítulo general, vemos que en ella se refleja la experiencia de los capitulares en sus propias Unidades administrativas, más que una reflexión teórica. Se habla de la 8 Christifideles laici, 2 rica experiencia de compartir hermanos y laicos (uno de los verbos más 7
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Christifideles laici, 3
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usados en este apartado) y se expresa una profunda convicción: “Estamos convencidos de que el Espíritu de vida nos guía en este camino común” (29). El Instituto ha vivido en estos últimos años un camino retador, recorrido en común por hermanos y laicos. Con todo, creemos que el título que el documento capitular da a esta llamada recoge bien la invitación de fondo, dirigida sobre todo a los hermanos: “Con los laicos: Ensanchar el espacio de la tienda”. Es una clara invitación a que todos y cada uno de los hermanos y comunidades maristas, abran sus puertas y su corazón, acojan sin prejuicios, se enriquezcan en el compartir. Nos encontramos ante un fenómeno nuevo en el Instituto y, a medida que vamos avanzando, como es normal, se nos abren nuevos interrogantes a los cuales tendremos que dar respuestas juntos. Destacamos, de modo particular, una gran preocupación por la identidad. Se recomienda al Consejo general que facilite el que hermanos y laicos puedan “explicitar su identidad marista: lo que es común, lo que es específico, y lo complementario de nuestras vocaciones y a clarificar las diferentes formas de ser laico marista” (47.2). Durante nuestras visitas hemos escuchado frecuentemente la pregunta “¿En qué consiste ser un laico marista?”, pidiendo más definición y claridad. Pero creemos que, a menudo, tras esa pregunta se encuentra otra correlativa: “¿En qué consiste ser un hermano marista?”. Realmente, el Capítulo mostraba su preocupación ante el hecho de que “con la pérdida de las funciones tradicionales, al-
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2.3 gunos hermanos se preguntan por el sentido de su vocación y ponen en duda su llamada” (11.3). Creemos que el XX Capítulo general, al reunir en esta llamada la identidad de los laicos y la de los hermanos, quería subrayar la complementariedad carismática de ambas vocaciones y la necesidad de una interacción, convencidos de que “una dinámica eclesial semejante redundará en beneficio de la misma renovación y de la identidad de la vida consagrada”. 9
2.3.2 Cómo hemos puesto en práctica la llamada a) El laicado marista como prioridad: avances y reticencias
9
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica: Caminar desde Cristo, 31; cfr. Vita Consecrata, 55
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En el comienzo de nuestro mandato, para indicar la importancia que dábamos a esta cuestión, se constituyó, primeramente, una Comisión de Laicado Marista y luego, después de la Conferencia general de 2005, un Secretariado. Por diversas circunstancias, no pudo darse una continuidad en los hermanos designados como Secretarios de la Comisión hasta 2005, lo cual no favoreció su desarrollo. La incorporación del H. Pau Fornells como Director del nuevo Secretariado de laicos en abril de 2006, supuso un nuevo impulso en este campo, tanto a nivel de la Administración general, como en las distintas regiones del Instituto. Nuestro agradecimiento al H. Pau por su entusiasmo y por su capacidad de trabajo, que están dando ya frutos entre nosotros.
• Informe del Consejo general
Con los laicos: Ensanchar el espacio de la tienda
Conscientes de que la invitación a “ensanchar la tienda” va dirigida sobre todo a los hermanos, nuestra impresión es que, en general, se han hecho notables progresos en el Instituto en lo referente a la apertura hacia los laicos, en el terreno de la corresponsabilidad en nuestras obras educativas, y en una mayor toma de conciencia de la vocación laical marista.
10
H. Seán Sammon, Circular Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, pág. 54 11
Con todo, “hay entre los hermanos algunos que han aceptado el movimiento del laicado marista con reticencias. Éstos lo ven como una señal más de disminución interna y sólo lo estiman necesario debido a la reducción del número de hermanos”10. Esta posición genera una actitud de desconfianza en esos hermanos y, en algunos casos, se manifiesta también en las opciones tomadas por algunos Superiores de unidades administrativas y sus Consejos, especialmente cuando, en la toma de decisiones o en la aplicación de esas decisiones, parece haber cierta contradicción con los principios a los que decimos que nos adherimos.
H. Seán Sammon, Circular de convocatoria del XXI Capítulo general, pág. 38 12
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica: Caminar desde Cristo, 31.
b) Clarificación de nuestra identidad marista Al acabar nuestro mandato pensamos que la llamada a “explicitar la identidad marista” sigue siendo un reto para el Instituto: “La vocación de un hermano y la de un miembro del laicado marista, hombre o mujer, constituyen dos llamadas diversas, siendo ambas necesarias para la vida plena de la Iglesia. Hay que clarificar algunas confusiones que están surgiendo sobre la identidad de cada una de ellas, definiendo los elementos que son comunes a hermanos y laicos, y explicitando las características que las hacen únicas”11. Para trabajar en esa línea de definición y clarificación necesitaremos profundizar en nuestra propia experiencia, apoyándonos, a la vez, en la teología del laicado y la vida religiosa. También puede sernos de gran ayuda dialogar con otras instituciones en torno a sus propias experiencias en este terreno. Otro aspecto en el que convendrá profundizar es el de las relaciones mutuas entre las dos identidades y el modo de apoyarnos unos a otros, puesto que “la comunión y la reciprocidad en la Iglesia no son nunca en sentido único. En este nuevo clima de comunión eclesial los sacerdotes, los religiosos y los laicos, lejos de ignorarse mutuamente o de organizarse sólo en vista de actividades comunes, pueden encontrar la relación justa de comunión y una renovada experiencia de fraternidad evangélica y de mutua emulación carismática, en una complementariedad siempre respetuosa de la diversidad.” 12 Una buena aportación en esta línea será la próxima publicación del documento “La vocación del laico marista”, que llega después de un largo proceso de estudio y consulta. Este documento, confiado a una Comisión internacional de laicos y hermanos que inició sus trabajos en 2006, no pretende ser
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2.3 un tratado doctrinal, ni decir la última palabra sobre el tema, sino que responde al objetivo de tratar de explicitar la vocación marista laical, basándose, sobre todo, en testimonios de vida de laicos maristas.
c) Procesos de formación conjunta y vitalidad carismática El XX Capítulo general invitó a los Provinciales y sus Consejos a que pusieran en marcha o continuaran desarrollando procesos de formación conjunta de hermanos y laicos (29 y 44.6). Al Consejo general se le pidió que apoyara a las Unidades administrativas que tuvieran más dificultades para desarrollar esos programas (47.4). Podemos situar en este mismo contexto la llamada a promover en cada Unidad administrativa “experiencias que favorezcan el compartir la misión, la espiritualidad y la vida con los laicos” (44.8), así como facilitar el intercambio de esas experiencias a nivel internacional a través de los medios de comunicación del Instituto (47.6). El año 2004 se envió un cuestionario sobre distintos aspectos relacionados con el laicado marista. En el apartado de programas de formación existentes, percibimos que la mayoría de las Unidades administrativas disponían de programas para laicos, pero que muy pocas respondían al deseo del Capítulo, que pedía programas unificados para hermanos y laicos. Con objeto de apoyar esta línea de acción, se celebró en mayo de 2007 un encuentro internacional, en Les Avellanes (España), sobre “Procesos de formación conjunta de laicos y hermanos”, con la participación de 22 Unidades administrativas del Instituto. Creemos que el encuentro de Les Avellanes ha sido muy significativo de cara a dar una nueva orientación a programas formativos conjuntos, siguiendo las directrices que quedaron recogidas en una serie de “elementos fundamentales” para ser aplicadas en otros encuentros. Uno tuvo lugar en Quito (Ecuador), en julio de 2008, para el área lingüística hispano-portuguesa, y otro tendrá lugar en Saint Paul-TroisChâteux (Francia), en abril-mayo de 2009, para el área anglo-francesa. El mismo nombre dado a esos encuentros (“Experiencia sobre procesos de formación conjunta y vitalidad carismática”) sugiere ya algunos aspectos de su contenido, como por ejemplo: la importancia de la experiencia comunitaria o la unión inseparable que hay entre vivencia del carisma, espiritualidad y misión.
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d) Asociación, corresponsabilidad, participación Queremos señalar, como acontecimiento muy relevante dentro de este camino conjunto de hermanos y laicos, la celebración de la Asamblea de la Misión Marista. El proceso desarrollado implicaba una estrecha colaboración e interacción en cada una de las fases de la Asamblea y a todos los niveles del Instituto, reflejando una rica diversidad de modos de participar en la misión marista y de adherirse al carisma. El documento final de la Asamblea contenía un apartado que denota la importancia de la cuestión: “Maristas de Champagnat en misión compartida”. Las convicciones y sugerencias recogidas en ese documento, tanto a nivel de vocación como de misión, son un buen reflejo de todo lo que lo que se suscitó en las Unidades administrativas durante el proceso de preparación de la Asamblea, es decir, lo que pensamos y sentimos los hermanos y laicos en el Instituto.
A propósito de la asociación de los laicos y de su participación en la vida del Instituto, el Capítulo invita a las Unidades administrativas a “establecer las estructuras necesarias para que sea efectiva la corresponsabilidad entre hermanos y laicos en la planificación, en la animación y en la gestión de las obras” (44.7). El Consejo general tendrá una responsabilidad similar para que los laicos “puedan participar de manera adecuada en algunas instancias de gobierno del Instituto” (47.5). Se le invita, además, a “estudiar las distintas formas de pertenencia al Instituto y que, en diálogo con los Provinciales y sus Consejos, permita a los laicos vivir (ad experimentum) diversas formas de compromiso marista. A partir de estas experiencias, el Consejo general clarificará los tipos de vinculación jurídica que posibiliten, eventualmente, tomar una decisión en el XXI Capítulo general” (47.3).
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2.3 Hemos sido testigos, a lo largo de estos años de nuestro mandato, del empeño que han puesto muchas Unidades administrativas y la propia Administración general, por encontrar y poner en marcha estructuras que faciliten el ejercicio de la corresponsabilidad, tal como pedía el Capítulo. En este sentido, debemos reconocer que hay Unidades administrativas que han dado ya algunos pasos, mientras que otras apenas están empezando a andar. Como medio concreto de facilitar la participación de los laicos en la Administración general, especialmente en este área que les afecta de manera tan directa, se ha creado, en el seno del Secretariado de laicos un “Secretariado ampliado”, de carácter consultivo, formado por tres laicos/as y dos hermanos. El Movimiento Champagnat de la Familia Marista cuenta en estos momentos con unas 300 fraternidades, en las cuales participan unas 3.600 personas. Casi el 95% de esas fraternidades se encuentran en América y Europa; el resto están en África y Asia. Oceanía no cuenta con ninguna. Durante el tiempo de nuestro mandato hemos intentado promover la coordinación y el intercambio a nivel regional, particularmente en América y Europa. De hecho, en este último continente funciona, desde 2007, un Consejo de delegados del Movimiento Champagnat. Creemos, como ya había afirmado el XIX Capítulo general, que “el Proyecto de vida del Movimiento Champagnat ofrece un camino válido a los laicos para vivir la espiritualidad marista”, y somos conscientes de que para muchas personas ése ha sido un lugar muy adecuado para su crecimiento personal y para su compromiso cristiano. En nuestros contactos con las fraternidades del Movimiento Champagnat hemos percibido un alto nivel de adhesión institucional, entusiasmo y una voluntad sincera de vivir el carisma marista en comunidad. Con todo, constatamos, en la mayoría de las Unidades administrativas, la preocupación por el relevo generacional, ya que, que por diversos motivos, el Movimiento Champagnat no ha logrado conectar con las nuevas generaciones que van surgiendo de la Pastoral Juvenil Marista. Recordemos que el Capítulo invitó a todas las comunidades del Instituto a promover la constitución de fraternidades del Movimiento Champagnat o acoger otras formas posibles de asociación (43.10). El estudio sobre las “distintas formas de pertenencia al Instituto” que pedía el XX Capítulo general estará incluido en el documento sobre “La vocación del laico marista”, pero creemos que en este campo se ha avanzado muy
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poco. En unas pocas Unidades administrativas se están haciendo ensayos de nuevas maneras de asociación, pero se encuentran todavía en un estado embrionario. Las pocas experiencias realizadas en el Instituto nos parecen insuficientes para sacar conclusiones en el momento presente y hacer propuestas de futuro. Más de la mitad de las Unidades administrativas del Instituto tienen alguna comunidad que, de manera intencional, cuenta con presencia de laicos, tal como recomendaba el Capítulo (30 y 44.8). Los estilos y las formas concretas de organizarse y de llevar a cabo la experiencia son muy diversos de un lugar a otro, teniendo en cuenta las circunstancias de cada unidad administrativa, como los factores culturales u otros, pero podríamos englobarlas en tres grandes apartados: las que se crearon para favorecer el voluntariado; las de discernimiento vocacional; y aquellas que nacieron con la finalidad de compartir vida y misión. Una comunidad especialmente significativa, dada su visibilidad para el Instituto, va a ser la destinada a la acogida en la remodelada Casa de l’Hermitage. Internacional desde su origen, ha sido creada conjuntamente por el Consejo general y la Provincia de l’Hermitage. Aunque no va a comenzar a funcionar oficialmente hasta febrero de 2010, sus futuros miembros ya han empezado a prepararse y a hacer su planificación juntos. Ellos dicen que se ven “como una comunidad marista de hermanos y laicos comprometidos en vivir con fervor el carisma y la espiritualidad que nos vienen de San Marcelino. Inspirados en la actitud de escucha de María, nuestra Buena Madre, buscamos hacer de los ‘lugares maristas’ un centro de espiritualidad abierto a todo el Instituto Marista y a la iglesia local. Para ello deseamos dedicar todas nuestras fuerzas para que nuestra comunidad viva de tal modo que los ‘lugares maristas’ sean un espacio donde todos se sientan acogidos con el calor propio del carisma marista, encuentren un acicate y oportunidades para fortalecer procesos de crecimiento espiritual y profundicen su experiencia y conocimiento del carisma marista”.
2.3.3 Orientaciones de futuro a) La vocación del laico marista ˙ Pensamos que la publicación del documento “La vocación del laico marista” puede ser una buena oportunidad para tomar conciencia de esa vocación específica, así como de su relación con la vocación del hermano, tanto por parte
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2.3 de laicos como de hermanos. Mucho va a depender de cómo se trabaje el documento en cada una de las Unidades administrativas. Un reto peculiar será el encontrar el justo equilibrio entre ofrecer una atención especial a laicos maristas vocacionados y ser a la vez inclusivos, de manera que otras personas, con otro tipo de adhesión al carisma, también sientan que hay un lugar para ellas.
b) Procesos de formación conjunta y vitalidad carismática Además de dar continuidad a programas de formación existentes a diversos niveles, creemos que conviene profundizar en los procesos iniciados con las “Experiencias sobre procesos de formación conjunta y vitalidad carismática”. Nos parece, por tanto, que debieran continuarse hasta su concreción en cada una de las Unidades administrativas.
c) Nuevas formas de vinculación al carisma marista Al pensar en las “distintas formas de pertenencia al Instituto”, creemos que la Asamblea de la Misión Marista ha señalado un cambio de orientación importante, puesto que habla de “suscitar nuevas formas de vinculación al carisma marista”, más que de vinculación al Instituto. Nos parece que, en el futuro, habría que explorar este camino, sugerido por laicos y hermanos.
d) Una nueva pastoral vocacional marista Teniendo en cuenta la complementariedad de las vocaciones de hermano y laico maristas, recogemos el desafío lanzado por la Asamblea de la Misión Marista, de “promover una nueva pastoral vocacional marista”, ya expresado por el XX Capítulo general, que invitaba a cada uno de los hermanos a “promover la vocación marista de los hermanos y de los laicos” (42.5).
e) Procesos formativos y acompañamiento personal Para aquellos laicos que quieren vivir su vida cristiana como maristas, creemos que hará falta preparar procesos formativos adecuados a sus necesidades, así como un acompañamiento personal de calidad, tanto a nivel humano como espiritual. A menudo, en las Unidades administrativas se prioriza el acompañamiento grupal, pero muchos laicos han ex-
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presado esta necesidad, que, en muchos casos, sólo se queda en deseo.
f) Mayor articulación del laicado marista Es vital una mayor articulación del laicado marista a nivel provincial, regional e internacional. Los laicos más identificados con el carisma marista y con capacidad de reflexión y liderazgo deberían poder encontrarse para ir profundizando en las respuestas que el Espíritu les está pidiendo.
g) El elemento comunitario Creemos que el elemento comunitario, fundamental en el carisma que hemos heredado de Marcelino Champagnat, debe continuar desarrollándose a través de sus distintas expresiones: fraternidades del Movimiento Champagnat u otros grupos; comunidades formadas por hermanos y laicos, etc. El año 2010 va a celebrarse el XXV aniversario del lanzamiento del Movimiento Champagnat: ¿no sería un buen momento para evaluar el Movimiento y proyectar su futuro?
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MISIÓN Y
SOLIDARIDAD: UN FUEGO QUE ABRASA Y CONSUME AVANZAR JUNTOS, HERMANOS Y LAICOS, DECIDIDA E INEQUÍVOCAMENTE, EN LA CERCANÍA A LOS NIÑOS Y JÓVENES MÁS POBRES Y EXCLUIDOS, A TRAVÉS DE CAMINOS NUEVOS DE EDUCACIÓN, EVANGELIZACIÓN Y SOLIDARIDAD.
2.4.1 Qué sentido damos a esta llamada
El XX Capítulo general lanzó una llamada a unir “misión” y “solidaridad” bajo un mismo epígrafe, constituyendo para ello una sola Comisión, que trató ambos temas, a diferencia de lo que hicieron los capitulares del XIX Capítulo general. Nos parece reconocer en ello una invitación a todo el Instituto a vivir en la unidad de corazones y de acción esa llamada tan fuerte, ya superar luchas de “bandos” entre nosotros.
Creemos que la llamada es absolutamente clara en su objetivo y no deja mucho lugar para las interpretaciones: “avanzar… en la cercanía a los niños y jóvenes más pobres y excluidos” (31). Los capitulares, aún reconociendo el trabajo llevado a cabo en nuestras instituciones educativas, expresan un sentido de urgencia, pues “nos queda mucho camino por recorrer” (32): “avanzar… decidida e inequívocamente” (31); “nos quema el deseo de que nuestras instituciones sean más evangelizadoras y promotoras de justicia” (33); “buscamos nuevas presencias que expresen nuestra opción preferencial por los pobres” (34 y 48.7).
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El Capítulo nos ofrece además dos grandes ejes como criterios para evaluar nuestras obras educativas: “la evangelización y la opción preferencial por los pobres y excluidos” (45.2)
2.4.2 Cómo hemos puesto en práctica la llamada a) “Misión y solidaridad: un fuego que abrasa y consume” La llamada dirigida al Instituto es inequívoca, pero nuestra percepción es que, en realidad, se dan entre los hermanos “profundas diferencias de opinión” sobre esta cuestión.13 ¿Cómo llevar a cabo un mandato tan claro como el de “impulsar el desplazamiento y las nuevas presencias de hermanos, comunidades y obras hacia los pobres” (48.7) y al mismo tiempo contribuir a superar esas diferencias de opinión que han creado barreras invisibles entre nosotros? En el trabajo que hemos llevado a cabo lo largo de estos años, hemos intentado ser claros en todo lo referente a lo que el Capítulo pedía al Instituto (la circular ”Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” es un buen ejemplo de ello) y así lo hemos ido expresando en nuestras visitas a las Unidades administrativas del Instituto, especialmente en los informes finales. Pero, al mismo tiempo, también hemos transmitido nuestro profun-
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H. Seán Sammon, Circular Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Pág. 63 y ss.
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2.4 da convicción de que ésta es una llamada para unir y no para dividir; para aunar fuerzas más que para gastarlas en discusiones estériles: todos estamos llamados a “avanzar… en la cercanía a los niños y jóvenes más pobres y excluidos” (31), aunque no todos estamos llamados a hacerlo de la misma forma, como ya reconocía el XIX Capítulo general.14 A través del trabajo de la Comisión de Misión (en la cual ha tenido un papel relevante el H. Juan Miguel Anaya, a quien agradecemos su excelente labor como Secretario ejecutivo), se ha optado también, de manera consciente, por atender y apoyar a los diferentes campos de misión marista (un buen ejemplo pueden ser algunos de los encuentros internacionales que se han organizado en torno a la gestión de obras educativas, pastoral juvenil marista, universidades maristas, obras sociales maristas…). Creemos que ha sido una manera práctica de subrayar, en el espíritu de “Misión Educativa Marista”, que no hay más que una sola misión, que se manifiesta a través de rostros y formas diferentes. Y ésta es justamente su riqueza, y no una limitación. Tenemos la impresión de que, aunque todavía persisten “profundas diferencias de opinión” entre nosotros, debidas sobre todo a factores emotivos, éstas se viven desde actitudes más serenas y pacíficas que en el pasado. Por lo que se refiere a dar pasos adelante en nuestra “cercanía a los niños y jóvenes más pobres y excluidos”, creemos que se han dado avances significativos en el Instituto, en primer lugar a través de una progresiva identificación de hermanos y laicos con esa llamada, independientemente 14 Actas del del lugar donde desarrollen su misión marista. Pero también se ha avanXIX Capítulo general, zado gracias a la creación de nuevas presencias al servicio de esos niños y Solidaridad, 19. jóvenes, así como también a través del trabajo llevado a cabo en el seno
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de nuestras actuales instituciones: educación para la solidaridad, tanto teórica como práctica; mayor apertura en las admisiones a los centros, dando preferencia a los más necesitados; atención cuidada a alumnos con necesidades educativas especiales, etc. Con todo, a partir de las impresiones de nuestras visitas pensamos que un buen número de Unidades administrativas no ha dado pasos significativos, en estos últimos años, para responder al mandato del Capítulo de crear “nuevas presencias entre los pobres… que favorezcan un nuevo estilo de vida religiosa marista, viviendo con y como el pueblo sencillo y pobre, y en número tal que podamos reconocer que nuestra opción preferencial por ellos es efectiva” (48.7) Por nuestra parte, como Consejo general, reconocemos que, al optar por un tipo de animación de la misión que abarcaba múltiples aspectos, no hemos realizado una animación explícita y suficiente de algunos de los mandatos del Capítulo que iban en esta línea, como cuando se pide que el Consejo “impulse el desplazamiento y las nuevas presencias de hermanos, comunidades y obras hacia los pobres” (48.7) o se pide a los responsables de las Unidades administrativas “que se evalúen las obras apostólicas y, si es necesario, que sean reorientadas, de manera que se sitúen en línea de evangelización y de opción preferencial por los pobres y excluidos” (45.2)
b) Evangelizar, nuestra razón de ser Conscientes de que “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar” es el corazón de nuestra misión, en nuestras visitas a las unidades administrativas hemos apreciado los esfuerzos llevados a cabo en este campo de la evangelización, tratando de animar a todos a seguir avanzando por ese camino. Creemos que, en buena parte del Instituto, se han hecho esfuerzos notables para identificar nuestras obras educativas como centros de evangelización para los niños y jóvenes: dedicación de personas y medios a nivel provincial; establecimiento de equipos de pastoral en los centros; creación de materiales propios para la formación religiosa, celebraciones, retiros; evaluación de los centros siguiendo criterios de evangelización establecidos previamente; promoción de la pastoral juvenil etc. Lamentablemente, todavía existen algunos lugares donde cuesta imaginar que la evangelización sea la prioridad y el corazón de nuestras obras educativas. En más de la mitad de las Unidades administrativas del Instituto, existe la Pastoral Juvenil Marista (PJM) de manera organizada y sistemática y, a menudo, con una larga experiencia. La experiencia nos dice que la PJM es un lugar privilegiado para la evangelización de los jóvenes, ya que trata de promover su crecimiento integral, acompañándoles en su camino para llegar a ser discípulos activos de Jesús.
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2.4 Con la finalidad de recoger la experiencia del Instituto con la PJM, creamos una Comisión internacional que está elaborando un Documento de referencia, de manera que facilite su consolidación donde ya existe, y su puesta en marcha en las Unidades administrativas donde no se conoce.
c) Fondazione Marista per la Solidarietà Internazionale (FMSI) Desde su fundación en 1995, el BIS (Secretariado Internacional de Solidaridad) ha venido actuando de manera muy positiva en distintas áreas: animación en la solidaridad; financiación de micro-proyectos; apoyo para la preparación de proyectos y búsqueda de financiación externa; trabajo en red con otras organizaciones. Fijándonos sólo en el apoyo financiero a la misión del Instituto, podemos decir que en el área de microproyectos (financiados con fondos del Instituto con un máximo de 5.000 USD por proyecto) en el período comprendido entre 2001-2008 se ha aportado aproximadamente un millón de USD. Durante ese mismo período, el BIS buscó la financiación para 138 proyectos, con un importe de más de cinco millones de USD. Es obligado destacar la extraordinaria respuesta del Instituto ante situaciones de emergencia, en las que se pidió colaboración económica, como por ejemplo en Goma y Bobandana, o después del tsunami en el sudeste asiático (1.700.217 USD en total). En enero de 2004, el Consejo, tal como ha ido haciendo con otros organismos de la Administración general, encomendó una evaluación del BIS a un equipo internacional, que aportó sus recomendaciones en junio de ese mismo año. Basándose sobre todo en esa evaluación, en enero de 2005 el Consejo aprobó un Plan Estratégico para el BIS (2005-2009). Uno de los frutos más sobresalientes de este tiempo de reflexión fue el compromiso efectivo en favor de la defensa de los derechos del niño, en nombre del Instituto, como tarea primordial para el BIS. Con esta finalidad, se nombró en 2005 al H. César Henríquez como “Delegado de promoción y defensa de los derechos del niño” ante el organismo correspondiente de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra, siguiendo una recomendación del XX Capítulo general, que animaba a “la representación ante
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organismos internacionales de educación y solidaridad” (48.6). El nuevo delegado pasó a residir en esa ciudad en septiembre de 2006, incardinándose en una comunidad de la Provincia de l’Hermitage, a la cual agradecemos las facilidades dadas para esa acogida fraternal. Los tres años de trabajo del H. César en este campo, nuevo para el Instituto marista, han sido útiles para sentar las bases de futuras acciones: ¡muchas gracias! Agradecemos también la disponibilidad y generosidad del H. James Jolley, nuevo delegado en Ginebra, que dará continuidad a esta importante labor en los próximos años. Para que el Instituto pueda llevar a cabo esa misión de defensa de los derechos del niño ante las Naciones Unidas ha sido necesario crear una ONG con carácter internacional en octubre de 2007, bajo el nombre de “Fondazione Marista per la Solidarietà Internazionale” (FMSI). Esta fundación fue oficialmente inscrita en el Registro de Personas Jurídicas del Gobierno de Italia en abril de 2008. Unos meses antes había recibido el reconocimiento de “ONLUS” (entidad no-lucrativa y de utilidad social). Una vez que la FMSI fue dotada de personalidad jurídica, se inició el proceso para recibir el estatus de ONG reconocida ante el ECOSOC (Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas). Se prevé que dicho proceso finalice el año 2010. La creación de la FMSI, y su reconocimiento como “ONLUS”, ofrece al Instituto la posibilidad de recoger fondos que puedan ayudar a financiar nuestra misión entre los niños y jóvenes más pobres y excluidos. La creación de la FMSI hace necesaria una reorganización del BIS. La FMSI será gestionada por el personal del BIS. Será necesario separar claramente los proyectos que pueden ser ayudados desde la FMSI y los que tendrán que seguir siendo asistidos desde el BIS. Todo el equipo del BIS (Roma y Ginebra) ha trabajado con ilusión y entusiasmo para que la FMSI pudiera ser creada y reconocida, y actualmente están apoyando con mucha creatividad los primeros pasos de esta nueva ONG marista, que representa a todo el Instituto. Nuestro agradecimiento más sincero al H. Dominick Pujia y a Sara Panciroli y Angela Petenzi, que con delicadeza, entusiasmo y una gran dosis de paciencia, están ofreciendo un apoyo inestimable a la misión del Instituto. Desde
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2.4 ahora damos la más cordial bienvenida al H. Richard Carey, que va a sustituir al H. Dominick a partir del 1 de noviembre de 2009.
d) Nuestra internacionalidad al servicio de la misión “Hemos sido un Instituto internacional durante más de un siglo, pero no siempre hemos actuado como tal”15. En consecuencia, ha sido interés del Consejo general el potenciar el sentido de pertenencia a un Instituto internacional, así como aprovechar las posibilidades que esa realidad nos ofrece. La Comisión de Misión, desde el convencimiento de que la internacionalidad es una riqueza que debe ser aprovechada, ha potenciado el trabajo en red a nivel continental. De este modo, se ha favorecido la creación de equipos continentales de Misión donde éstos no existían; responsabilizándose de ellos la propia Comisión cuando las circunstancias lo han requerido; o bien apoyándolos cuando han sido las Unidades administrativas quienes los han creado, como ha sucedido en Oceanía. En el caso de América, Europa y África se crearon nuevos Equipos, en diálogo con los Provinciales del área correspondiente. En todos los casos, siempre de acuerdo con las posibilidades de la zona, los equipos han sido muy activos y han facilitado el intercambio en diferentes áreas de la Misión marista. La tardía reestructuración de Asia no facilitó la creación de un equipo para ese Continente. 15
H. Seán Sammon, Carta de convocatoria de la Conferencia general de 2005, pág. 12
También podemos citar como ejemplos del trabajo en red en el área de la Misión, superando los límites geográficos de las Unidades administrativas, la consolidación de una Red internacional de Instituciones Maristas que trabajan en la Educación superior, así como la producción de un documento sobre su identidad y misión, y la oferta en común de un Postgrado sobre Misión y Espiritualidad Maristas; la creación de un equipo internacional para acompañar la Pastoral Juvenil Marista en las Américas; la constitución de un Equipo internacional para elaborar un documento orientador sobre la Pastoral Juvenil Marista para todo el Instituto. En algún momento de nuestro mandato llegamos a hablar sobre la posibilidad de ofrecer un Servicio de voluntariado internacional para todo el Insti-
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tuto, pero finalmente decidimos que si nos llegaban peticiones en ese sentido, éstas serían remitidas a las organizaciones maristas ya existentes. Con todo, pensamos que un servicio que la Administración general sí que puede ofrecer a voluntarios (hermanos y laicos) es el de promover acciones coordinadas antes situaciones de emergencia. Una de las actividades más significativas llevadas a cabo durante nuestro mandato, en línea con las llamadas del XX Capítulo general, ha sido la celebración de la “Asamblea internacional de la misión marista”. Durante casi dos años, más de 20.000 personas implicadas en la Misión marista participaron en un proceso de reflexión, diálogo y celebración. Las distintas etapas (local, provincial, regional y final) supusieron una profundización en las grandes líneas marcadas por el XX Capítulo general. El Documento elaborado durante la fase final de la Asamblea, en Mendes (septiembre de 2007), recoge tres urgencias directamente vinculadas a la Misión marista, a la vez que ofrece sugerencias para su aplicación: la evangelización, los nuevos desafíos de la educación marista, la defensa y promoción de los derechos de los niños y jóvenes.
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2.4 e) Misión “ad gentes” Los hermanos capitulares reconocieron que “el fuego de Pentecostés nos impulsa a avanzar en la misión ‘ad gentes’ con toda la Iglesia” (36 y 46). En respuesta a esa llamada, el Consejo impulsó, después de la Conferencia general de 2005, el llamado “proyecto misión ad gentes”, centrado sobre todo en Asia. El proyecto viene impulsado por la convicción de que éste “es uno de los elementos que están en el corazón de nuestra identidad como Pequeños Hermanos de Marcelino” y de que “esta llamada a una nueva misión ad gentes en Asia viene del Espíritu”16.
16
H. Seán Sammon, Circular Dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar, pág. 93 y 106
La carta personalizada que H. Superior general dirigió a todos los hermanos del Instituto (2 de enero de 2006), explicando el proyecto e invitando a ofrecerse como voluntarios a quienes sintieran la llamada, significó un revulsivo para muchos hermanos. Así lo expresaron los 186 que respondieron a esa llamada. Un buen número de ellos nos ha dicho que dar el paso de ofrecerse para el proyecto les ha supuesto una renovada ilusión y una vuelta a las fuentes de su vocación religiosa. De manera más general, creemos que el proyecto ha contribuido a crear una “nueva cultura misionera” entre nosotros, ayudándonos a relativizar las arbitrarias fronteras de nuestras Unidades administrativas o de nuestros países, y a cultivar la disponibilidad de un corazón misionero, independientemente del país donde uno se encuentre. El proyecto significó un aumento considerable de trabajo para la Administración general, pero gracias al buen hacer de los Hnos. Michael Flanigan e Iván Buenfil en Roma, así como a la paciente labor de acompañamiento y preparación del equipo formador de Davao (Hnos. Tim Lee, Alfredo Herrera y Roy Dita) todo se ha ido desarrollando de manera positiva. Destacamos la labor del H. Michael Flanigan, que ha ido abriendo el camino a nuevas presencias misioneras a través del diálogo con los obispos e investigando posibilidades sobre el terreno en 8 países. Nuestro agradecimiento más sincero a todos ellos. Muchas gracias también a los Hnos. Michael de Waas y Jude Pieterse (Superior y Ecónomo del Sector, respectivamente), quienes, con su exce-
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lente buen hacer en el liderazgo y la administración, aseguran el acompañamiento concreto de nuestros hermanos en el día a día. Debemos agradecer, asimismo, la generosa contribución de algunas Provincias a la financiación del proyecto, que se sumaron a otras provenientes de agencias y donantes externos. En julio de 2008 el Sector ad gentes de Asia había enviado en misión a 6 países (Bangladesh, Camboya, India, Tailandia y otros dos) a 41 hermanos de 21 nacionalidades. Presumiblemente, para cuando empiece el XXI Capítulo general, otros 10 hermanos se habrán incorporado al Sector. Hay que indicar también que 15 hermanos que se ofrecieron para el proyecto han sido orientados hacia comunidades de otros continentes (3 a Haití, 3 a Argelia, 5 a Canadá, 2 a Cuba, 1 a Ghana, y 1 a Angola), además de los que, por distintas razones, iniciaron su formación en Davao pero decidieron retornar a la Provincia de origen. Dado que 26 hermanos se han ofrecido para incorporarse al proyecto después de 2009, pensamos que, finalmente, cuando este programa llegue a su término, alrededor de un centenar de hermanos se habrán desplazado de sus lugares de origen para unirse al Sector ad gentes de Asia, o bien para trabajar en otros continentes. Aunque inicialmente se había pensado en incorporar a laicos al proyecto en forma de voluntariado a partir de 2008, el Consejo general pensó que era mejor esperar un tiempo, hasta que las comunidades estuvieran más consolidadas.
2.4.3 Orientaciones de futuro a) La llamada del Capítulo general Creemos que la llamada del Capítulo general continúa teniendo toda su actualidad y que debe permanecer como punto de referencia para la misión marista: “Avanzar juntos, hermanos y laicos, decidida e inequívocamente, en la cercanía a los niños y jóvenes más pobres y excluidos, a través de caminos nuevos de educación, evangelización y solidaridad”. Todas nuestras Unidades administrativas tendrían que ser reconocidas por su compromiso efectivo con los niños y jóvenes más pobres y excluidos, bien sea por la apertura y prioridades de nuestras instituciones actuales, o bien por los recursos puestos directamente a su servicio, así como por el número de personas dedicadas a ellos.
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2.4 b) La defensa y promoción de los derechos de los niños y jóvenes Entendemos que la defensa y promoción de los derechos de los niños y jóvenes es una manera concreta de ponerse al servicio de los excluidos, como reconocía la Asamblea internacional de la misión marista. La consolidación de nuestra oficina en Ginebra, así como su difusión progresiva a todo el Instituto, será una excelente manera de potenciar este nuevo apostolado.
c) La captación de fondos Ante las dificultades cada vez mayores que encontramos para apoyar económicamente muchas de nuestras presencias apostólicas, pensamos que la FMSI deberá potenciar en los próximos años la captación de fondos, tanto públicos como privados.
d) La internacionalidad del Instituto A pesar de las resistencias de algunas Unidades administrativas a implicarse de manera activa en el trabajo y la colaboración en niveles supra-provinciales, nos parece que éste es un camino que debe continuar potenciándose en el futuro, profundizando en lo que significa verdaderamente la internacionalidad del Instituto. Se trata de la disponibilidad para participar
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en equipos o encuentros internacionales, pero, sobre todo, de la conciencia de que los hermanos han profesado para el Instituto, y no sólo para una determinada unidad administrativa o área geográfica. Sugerimos que se impulse el desarrollo de la Pastoral Juvenil Marista (PJM) en todo el Instituto, a partir de las orientaciones contenidas en el futuro documento sobre PJM, y que se la dote para ello de los medios adecuados en los distintos niveles: local, provincial, regional, administración general. Nos parece que el proceso vivido como consecuencia de la Asamblea internacional de la misión marista tiene validez para el futuro y que, por tanto, hay que promover alguna acción similar en los próximos años. La Asamblea internacional de la misión marista recoge, en su documento final, la importancia de contribuir a garantizar el derecho a la educación de los niños y jóvenes, y recoge algunos desafíos actuales: “educación evangelizadora; educación comprometida con la solidaridad y la transformación social; atenta a las culturas y al respeto del medio ambiente; y una educación sin discriminación, que crea espacios para aquellos que carecen de ella”. Nos parece que ofrece todo un plan de acción para el Instituto en los próximos años. Creemos que la misión ad gentes a través de comunidades internacionales, tal como ha promovido el actual proyecto en marcha, responde perfectamente a la identidad de nuestro Instituto y la percibimos como una excelente fuente de vitalidad. Nos parece que, de alguna manera, esta línea de acción debe permanecer en el futuro, manteniendo la prioridad por Asia. Igualmente pensamos que sería bueno continuar con la dedicación, a tiempo completo, de un hermano de la Administración general al proyecto. Con vistas a asegurar una labor educativa en situaciones de emergencia con niños y jóvenes en alto riesgo (campos de refugiados, zonas de inmigración masiva, etc.), recomendamos la creación de un servicio de voluntariado marista internacional (para hermanos y laicos) a nivel de todo el Instituto, que permita actuaciones rápidas y coordinadas.
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2.5 EL SERVICIO DE ANIMACIÓN Y GOBIERNO:
“LAVAOS LOS PIES UNOS A OTROS” CREAR EN TODOS LOS NIVELES ESTRUCTURAS DE ANIMACIÓN Y GOBIERNO QUE IMPULSEN LA VITALIDAD EN NUESTRO INSTITUTO.
2.5.1 Qué sentido damos a esta llamada
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El punto de partida es la visión del XX Capítulo general, expresada de manera general en el Documento oficial del XX Capítulo general, 38-40, y más específicamente en las Actas del XX Capítulo general17. El objetivo final está claramente establecido: impulsar la vitalidad del Instituto. Para tratar de conseguir ese fin, el Consejo general ejerce dos funciones: la de gobierno y la de animación18.
La función de gobierno viene fijada en nuestras Constituciones19 y concierne a decisiones tales como el nombramiento de Provinciales, aprobación de las Normas de la Provincia, autorización de venta de propiedad, permiso Actas del XX Capítulo para construir, etc. El Consejo también asesora al Superior general en cuesgeneral, III.3.2.A.2 tiones relativas a la salida del Instituto, exclaustración, etc. El XX Capítulo general pidió que el Consejo actúe con talante pastoral en este terreno20.
Actas del XX Capítulo general, III.3, págs 54-57. 18
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Constituciones, 130-137
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Actas del XX Capítulo general, III.3.1.5
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Actas del XX Capítulo general, III.3.1.4
La responsabilidad de la animación está menos concretada en las Constituciones. Cada Consejo general comienza su mandato con peticiones y recomendaciones dadas por el Capítulo general que lo elige. El Consejo verá la necesidad de emprender otras iniciativas, conforme pasa el tiempo y va obteniendo un conocimiento más claro de la realidad del Instituto, a fin de asegurar la vitalidad del mismo, que es tarea que le corresponde. El XX Capítulo general pidió al Consejo que fuera creativo al ejercer esta función21.
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La visión que nos presentó el Capítulo general contiene una serie de principios guía que se relacionan entre sí: ■ Buscar, en todas las cosas, la vitalidad de nuestra vida y misión; trazar planes y tomar decisiones que generen vida. En el desempeño de nuestra misión como Consejeros, hemos de estar “al servicio de la vida” (38). Lo cual significa buscar los signos de vida que hay entre nosotros, aunque sólo se reflejen hoy como ascuas, para convertirlos finalmente en “fuego” de decisión y acción. ■ Favorecer la comunión (38). Sabemos que la globalización es una fuerza que no se puede detener. Pero también nos preguntamos: ¿Dónde aparece Dios aquí? ¿De qué manera se pueden encauzar los rasgos positivos de la globalización para llevar el reino de Dios a su cumplimiento? Para un Instituto internacional como el nuestro, la globalización es a la vez una bendición y un desafío. A nosotros se nos pedía que respetáramos la rica diversidad que existe en nuestra realidad internacional, impulsando al propio tiempo la unidad, de manera que nuestros valores maristas fundamentales sean proclamados claramente22. Se nos pedía que ejerciéramos una animación dinámica para favorecer la colaboración regional, interprovincial e internacional (39). ■ Respetar la corresponsabilidad y la subsidiariedad (38). La idea de fondo que extraemos de estos principios es que, en todos los niveles de liderazgo del Instituto, cada hermano y laico marista es corresponsable de la vitalidad de nuestra misión. Y que los que ejercen
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Actas del XX Capítulo general, III.3.2.B.3
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2.5 funciones de animación y gobierno han de respetar el papel de liderazgo que, a su vez, corresponde a los otros. El Capítulo nos pedía que impulsáramos procesos de colaboración con los Provinciales23. Ciertamente, para llevar eso a cabo de manera efectiva hace falta consulta periódica, diálogo y trabajo conjunto de planificación. ■ Acompañar a los Provinciales. Ésta fue una prioridad clave que se nos asignó24. ■ Adoptar una actitud de flexibilidad (39). Dada la diversidad que existe en el Instituto, nuestro modo de intervenir tiene que variar, dependiendo de las distintas necesidades que hay en cada lugar. Es preciso tomar en cuenta los contextos locales. ■ Ese talante flexible es vital para dar respuesta al último –aunque no menor- de los principios, esto es, que la vitalidad de cada Unidad administrativa debe ser preocupación de todos (39). Los retos que tienen ante sí las Unidades administrativas difieren notablemente, debido a factores de geografía, recursos, cultura, historia, etc. 23
Actas del XX Capítulo general, III.3.2.G.1
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Actas del XX Capítulo general, III.3.2.F.1
2.5.2 Cómo hemos puesto en práctica la llamada
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Actas del XX Capítulo general, III.3.2.C.4 y III. 3.2.E.3
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Actas del XX Capítulo general, III.3.2.C.5
El Capítulo general, además de proporcionarnos los principios guía mencionados, también nos brindó algunas sugerencias, más concretas, sobre estructuras de animación y gobierno25. Por otro lado, a medida que íbamos ganando en experiencia y conocimiento de nuestra realidad, reflexionábamos sobre cuál era la mejor manera de responder a las necesidades que veíamos surgir en el Instituto. Al principio de nuestro mandato, y de nuevo en el momento de la Conferencia general de 2005, tomamos decisiones sobre las estructuras que mejor podían ayudarnos a cumplir con nuestras responsabilidades.
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Actas del XX Capítulo general, III.3.2.F.1
a) Favorecer la comunión Éste era el principio guía que nos movió a introducir la estructura de los Consejeros enlace para las regiones y Provincias26. Nuestro deseo era que existiera una relación continua entre los Consejos provinciales y el Consejo general. Con esta estructura se facilitaba a cada Provincial un contacto periódico con un Consejero general conocedor de la realidad de su Provincia. Nosotros, por nuestra parte, utilizábamos esta conexión como forma de acompañar y apoyar a los Provinciales en su tarea27. También se asignaron Consejeros enlace a las comunidades del MIC, el MAPAC, el Colegio internacional y la Casa general. En esta misma línea, todos los equipos de renovación han contado con su Consejero enlace.
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Tal como nosotros vemos las cosas, el papel del Consejero enlace es muy valioso, pero aún tiene que desarrollarse y ganar en eficacia. Si su función primordial es acompañar y apoyar a las Provincias y sus responsables, ¿cuál es la mejor manera de alcanzar ese objetivo dada la gran diversidad de situaciones que existe entre nosotros? ¿Qué entendemos por contacto suficiente, presencia suficiente, en las Unidades administrativas? Hay Provincias que ya tienen una cultura de colaboración con el Consejo general, y son muy receptivas a este tipo de acompañamiento. Ofrecer una presencia suficiente supone un verdadero reto, si tenemos en cuenta la dificultad que entraña la enorme extensión geográfica de algunas regiones, agravada por la precariedad en los medios de comunicación y una distancia desde Roma que hace que los viajes, a menudo, sean caros y lleven mucho tiempo. Nuestro propio calendario de visitas, con sus desplazamientos correspondientes, es otro factor que limita notablemente nuestra presencia. No cabe duda que tener dos Consejeros vinculados a cada región suponía una gran ventaja a la hora de obtener un mayor conocimiento de las cosas. Pero no estamos tan seguros de si es mejor que un Consejero esté asignado a su propia región o no. Realmente, siempre es más fácil la tarea cuando se conoce la lengua y la cultura de la región. Además, con ello se favorecería la aceptación de la persona, puesto que proviene de aquella realidad, contando, igualmente, con que esa misma persona podría retar a una Provincia a dar respuesta a necesidades regionales más amplias. Sin embargo, también es cierto que existe, en ello, un riesgo de subjetividad y de falta de una visión nueva y distinta ante desafíos familiares. Las dos visitas de regla efectuadas a las Provincias han permitido al Consejo general entrar en comunicación con la realidad de la vida y misión de cada Provincia, conocer a las personas que tienen responsabilidades, dialogar e intercambiar ideas, y dar ánimos a todos. La primera visita fue más extensa, ya que estábamos en el comienzo de nuestro mandato; fuimos a todas las comunidades y todos los hermanos tuvieron oportunidad de ser recibidos en entrevista personal. Tuvimos contacto con la mayor parte de los apostolados de las Provincias. La segunda visita fue más específica. Menor en duración, su objetivo era revisar el camino andado por la Provincia desde la primera visita, especialmente en los puntos que habíamos destacado
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2.5 en el informe que enviamos al concluir aquélla. El objeto de esta segunda visita no fue bien entendido por todos, y ello dio lugar a que hubiera distintas expectativas. Estos contactos se fueron renovando, de cuando en cuando, utilizando otros canales. Ha habido programas de orientación para nuevos Provinciales, aquí en Roma. También se llevaron a cabo encuentros de Consejo general ampliado (CGA) al acabar la ronda de las dos visitas. El CGA ha sido un medio a través del cual el Consejo general en pleno podía informarse de la realidad de una región, conocer personalmente a los hermanos responsables del liderazgo de la Provincia, ejercitar la corresponsabilidad de la vitalidad del Instituto y, al propio tiempo, dar testimonio de comunión desde dentro del pro-
pio Consejo, aspecto que tiene su importancia. También vimos en esos encuentros una oportunidad de formar a futuros líderes. Donde fue posible, los Consejeros generales asistieron a los Capítulos provinciales; todo con el fin, una vez más, de conocer mejor la Provincia, favorecer la comunión y ofrecer apoyo a los Provinciales y su Consejos. Hubo dos momentos que impulsaron esta comunión de una manera especial: las Conferencias generales. La celebrada en Sri Lanka en 2005, y la de Roma en 2007. La primera, convocada a la mitad de nuestro mandato, fue muy significativa porque en ella reflexionamos junto con los Provinciales y Superiores de distrito en torno a la puesta en práctica de las llamadas que el Capítulo general había lanzado al Instituto. Además analizamos en común la propuesta de algunos planes de largo alcance, por ejemplo el de Misión ad gentes, la pastoral de defensa de los Derechos del niño y la renovación del Hermitage. Al mismo tiempo, la propia ubicación de esta Conferencia general contribuyó a centrar la atención del Instituto en Asia. La segunda Conferencia, como reunión de los líderes del Instituto, se centró en una reflexión
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conjunta en torno a nuevas formas de animación y gobierno que generen vida. Éste era un reto necesario, dados los cambios que se habían producido en el Instituto, debido a la reestructuración y a una regionalización entendida con más amplitud. La Conferencia general de 2005 suscitó en el seno del Consejo general una revisión de nuestras estructuras de animación. Así como empezamos el mandato con seis Comisiones del Consejo (Misión, Vida religiosa, Laicado, Gobierno, Uso evangélico de los bienes, y Promoción vocacional), éstas vinieron a reducirse finalmente a tres: Misión, Vida religiosa, y Uso evangélico de los bienes, teniendo cada una un secretario permanente. El Capítulo general nos había animado a contar con más personas que nos ayudasen28. A tal fin se crearon tres Secretariados: Vocaciones, Uso evangélico de los bienes y laicos. Gracias a la generosidad de las Provincias pudimos encontrar personas excelentes para el papel de secretarios de las Comisiones (Hermanos Juan Miguel Anaya, Teófilo Minga y Guy Palandre) y directores de los Secretariados (Hermanos Ernesto Sánchez, Pedro Ost, y Pau Fornells).
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Actas del XX Capítulo general, III.3.2.C.3
Durante muchos años, los Consejos generales se han servido de comisiones internacionales que los ayudasen en el cumplimiento de sus responsabilidades. Nosotros, como Consejo, hemos hecho un uso considerable de esta estructura. Algunas de estas comisiones funcionan de manera continua, por ejemplo el Consejo internacional de asuntos económicos y la Comisión de Patrimonio. Otras fueron creadas para alcanzar unos objetivos concretos. Una vez logrados esos fines, el trabajo de la Comisión terminaba. Éste fue el caso de las siguientes: Espiritualidad marista (Agua de la roca), Vocación del laico marista, Pastoral juvenil marista, Lugares maristas (renovación del Hermitage, junto con la formación de una comunidad y elaboración de los programas), Guía para Secretarios provinciales, Revisión del capítulo IV de las Constituciones, etc. Con estos medios, el Consejo general ha podido extraer experiencia de la gran variedad de culturas y contextos que hay entre nosotros, reflexionar sobre ello, sintetizarlo, y ofrecérselo a todo el Instituto. De cuando en cuando, el Consejo se ha apoyado también en equipos ad hoc externos, compuestos mayormente de hermanos, para efectuar una valoración de algún área cuya responsabilidad recaía en el Consejo general (por ejemplo, los diversos servicios que funcionan dentro de la Administración general, la Administración de los bienes de la Administración general, el BIS, los recursos técnicos, los archivos). En ocasiones, el Consejo ha llamado a determinados expertos exteriores para ayudarse en el ejercicio de sus funciones. Queremos expresar nuestro agradecimiento a todos los que han formado parte de estas comisiones y equipos. Merced a su conocimiento, habilidad y trabajo diligente, el Consejo general ha podido llevar a la práctica los mandatos encomendados, atendiendo a la vez su agenda de visitas a las Provincias.
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2.5 Así como casi todas las comisiones y equipos mencionados tenían sus reuniones en Roma, había otros grupos que, desde sus lugares de procedencia, también impulsaban la comunión. De modo particular, tenemos que mencionar las redes regionales de misión y espiritualidad, cuya labor ha estimulado el Consejo general, con el apoyo de los Provinciales de la región29. Todos esos encuentros han sido sólo un ejemplo más de cómo se construye comunión, cuando los maristas que comparten apostolados similares son capaces de reunirse con maristas de otros países que tienen el mismo compromiso y, a menudo, han de dar respuesta a retos semejantes. Esas reuniones contribuyen a animar a los participantes y a desarrollar sus capacidades a fin de rendir un mejor servicio a la misión del Instituto.
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No todos tienen oportunidad de asistir a encuentros internacionales. Para la gran mayoría, es el mundo marista quien se acerca a ellos, o al menos a sus ordenadores, a través de la página web del Instituto: www.champagnat.org. Gracias al talento del hermano Antonio Martinez Estaún este servicio se ha convertido en una herramienta inestimable en su doble vertiente de fuente de recursos y de noticiario de todo el Instituto. Si uno quiere enterarse de algo, generalmente lo encuentra en la página web. A cada año que pasa, su utilización aumenta de forma notable, como muestran las estadísticas. La calidad diaria de la página y su desarrollo se deben en buena parte a la destreza y creatividad del técnico de la web, Luiz da Rosa. El Departamento de comunicaciones, del que también forma parte el hermano Onorino Rota, es responsable de las publicaciones impresas que llegan a las comunidades y obras apostólicas. La calidad de las ediciones es ciertamente alta. Hemos dado pasos para asegurar que no haya demasiadas. Después de realizar diversas consultas, se ha reducido el número de publicaciones, integrando algunas de ellas en el semanal Noticias maristas. El factor que más limita estos medios Actas del XX Capítulo de favorecer la comunión es la disparidad que existe en el Instituto para acgeneral, III.3.2.G.1 ceder a las tecnologías de la información, así como los costes de envío de material impreso a las distintas partes del mundo. La actualización del Vademecum es algo que no ha afectado directamente a la mayoria de los hermanos. Sin embargo, se trata de un medio indispensable de promover comunión y unidad en el Instituto. En esta misma línea, pero sin duda con un eco mayor, el Secretario general, hermano Jean Ronzon, llevó adelante la tarea de elaborar una guía para la función de los Secretarios provinciales, acompañada de una serie de encuentros regionales en los que se presentó el documento y se compartieron las buenas prácticas con que se desarrolla esta labor en los diversos lugares del Instituto. También fueron provechosas las reuniones en las que se ofreció a las Provincias el programa informático Archivum para la organización de los archivos provinciales, quedando abierta la posibilidad de conectar electrónicamente los Archivos de la Administración general con los de las Provincias. Estas iniciativas aumentaron notablemente las responsabilidades que corresponden al Secretario general, ya de suyo bastante
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considerables. Queremos manifestar nuestra gratitud al hermano Jean por el servicio que ha rendido al Consejo general y al Instituto, con su dedicación sencilla, trabajo intenso y buen humor. Nuestro agradecimiento también a la Provincia del Hermitage por su apoyo técnico y financiero con el programa Archivum. Ésta es una buena muestra del deseo que teníamos de consolidar los Archivos del Instituto. Ese objetivo se ha llevado adelante merced a la
excelente labor realizada con gran profesionalidad por el hermano Juan Moral, Emanuela Lisciarelli, Lucia Distefano y Dorotea Cinanni. También tenemos que agradecer la ayuda prestada al Secretario general por sus dos asistentes, el hermano George Fontana y Gabriela Scanavino. El Capítulo general nos encomendó la misión de seguir acompañando el proceso de reestructuración y promover la cooperación interprovincial y regional a través de todo el Instituto30. La reflexión que hemos venido haciendo durante nuestro mandato nos ha confirmado que éstas son dos estructuras separadas, cada una con su propio potencial y sus limitaciones.
30
Actas del XX Capítulo general, III.4; III.3.2.G
Cuando empezamos nuestro gobierno había dos Provincias recién estructuradas (Europa Centro-Oeste y África Austral). Otras trece tenían fecha de comienzo (África Centro-Este, L’Hermitage, Mediterránea, Compostela, Ibérica, Canada, Norandina, Santa María de los Andes, Cruz del Sur, Brasil Centro-Norte, Rio Grande do Sul, Brasil Centro-Sul, y Estados Unidos). Se creó un nuevo distrito (Amazonia) y otros dos fueron reestructurados (África del Oeste y Melanesia). Se decidió entonces que tres Provincias siguieran como estaban (Nigeria, Madagascar, América Central). Quedaban once Provincias y Distritos donde aún tenía que continuar la reflexión sobre la reestructuración (México Central, México Occidental, China, Filipinas, Sri Lanka, Corea, Nueva Zelanda, Fiji, Samoa, Melbourne y Sydney). Sin lugar a dudas, ésta ha sido la reorganización estructural más significativa de la historia de nuestro Instituto. La diversidad de situaciones, a la que hemos aludido en todo momento, requería de nosotros que aplicáramos distintos modos de acompañamiento. Una y
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2.5
otra vez volvimos a insistir en el reto del Capítulo: “Hemos creado nuevas Provincias. Aprovechemos la oportunidad para crear Provincias nuevas” (37). En cuanto a las dos Provincias reestructuradas ya establecidas, vimos que nuestra tarea era contribuir al fortalecimiento de la unidad dentro de cada una de ellas. Al mismo tiempo, pensábamos que era importante compartir con el resto del Instituto las lecciones aprendidas en estas Provincias pioneras de la reestructuración. Queríamos actuar como observadores externos que analizaran si se estaba alcanzando la vitalidad deseada, y si las estructuras de animación y gobierno funcionaban de modo efectivo y con sentido de fraternidad. En el caso de las Provincias de África Austral y África Centro-Este, los hermanos llegaron a la conclusión de que la extensión geográfica y los pobres medios de comunicación dificultaban enormemente la tarea de realizar un acompañamiento pastoral efectivo. Nosotros también lo vimos. Al propio tiempo, los hermanos de Madagascar se dieron cuenta de que permanecer aislados de África no favorecía la renovación de la vida y misión de su Provincia. En consecuencia, los hermanos de África y Madagascar iniciaron un proceso de reflexión sobre la mejor manera de dar respuesta a esas realidades. El proceso continúa, y no se prevé que termine antes de que haya concluido el próximo Capítulo general. Nosotros hemos meditado y dialogado mucho en torno a la reestructuración a lo largo nuestro mandato. Nos parecía esencial que hubiera una idea clara de lo que entendíamos realmente al hablar de “proceso de reestructuración”. A nuestro juicio, se trata de una invitación a la Provincia para emprender un proceso de evaluación de la vitalidad y viabilidad de nuestra vida y misión como maristas, pensando en el futuro. Y hacerlo a fondo y con sinceridad. El horizonte es la solidaridad entre las Provincias, sin reducir la visión a sólo las necesidades de cada una. A la luz de esa reflexión, se ve necesaria la reconfiguración geográfica de las Provincias para asegurar esa vitalidad y viabilidad que se desea. Nuestro papel era facilitar este “proceso de reestructuración”.
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En 2007 el proceso de reestructuración de las Provincias y el Distrito de Asia concluyó con la creación de dos nuevas Provincias. Dentro de la Provincia de Asia del Sur quedaba incluido el Sector de India, que anteriormente dependía canónicamente de la Provincia de Melbourne. Al igual que en las demás partes, el reto de construir la unidad e identidad de estas Provincias sigue adelante en medio de un cuadro de tensiones internacionales, étnicas y religiosas, con el trasfondo de la violencia en toda esa zona. Además de la pérdida de vidas humanas y el enturbiamiento del sentido de comunidad, confianza y bien común que debiera existir entre las naciones implicadas, estas tensiones tienen también sus consecuencias en cuestiones prácticas como los viajes, la obtención de visados y permisos de trabajo. Lo cual dificulta enormemente el movimiento de los hermanos. El proceso de reestructuración en el Pacífico ha conducido a un firme compromiso de crear las estructuras requeridas para la vitalidad y viabilidad de nuestra vida y misión allí. Los superiores de la región prevén el desarrollo de estructuras a escala regional como siguiente paso del proceso. Estas iniciativas pueden conducir finalmente a la reconfiguración geográfica dentro de una evolución natural y evidente. En el caso de las dos Provincias de México, el proceso de reestructuración acompañado por el anterior Consejo general llevó a la decisión de establecer una cooperación interprovincial más estrecha. Nosotros, al comienzo de nuestro mandato, pedimos a las dos Provincias que evaluaran si realmente se había alcanzado ese objetivo previsto en 2001, y que continuaran reflexionando en torno a la reestructuración. Ese proceso está ya en marcha. El Consejo general, tras efectuar una consulta a los hermanos de ambas Provincias, estima que la mayoría de los hermanos están abiertos a una reconfiguración geográfica que abarque a toda la región Arco Norte. Al mismo tiempo, la Provincia de México Occidental ha adquirido carácter internacional, al ser incorporadas a ella las comunidades y obras apostólicas de Haití. La Provincia de América Central también ha incrementado su grado de internacionalidad, al pasar las comunidades de Cuba a pertenecer a la Provincia. En el acompañamiento del proceso de reestructuración, hemos intentado siempre respetar las directrices del Capítulo general, ser flexibles en nuestro modo de ver las cosas y acoger la diversidad que hay dentro del Instituto con su variedad de contextos locales. En estos momentos podemos ofrecer algunas reflexiones generales: ■ El proceso de reestructuración y las reconfiguraciones geográficas que se han llevado a cabo han dado resultados positivos. Donde han surgido nuevas Provincias, la gran mayoría de los hermanos ya no siente deseos de volver a la situación anterior, a la vez que los miembros de la Provincia, hermanos y laicos, demuestran preocupación e interés en la tarea de seguir construyendo su nueva Provincia.
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2.5 ■ El Consejo general tiene en gran estima el arduo trabajo realizado por los Provinciales y sus Consejos, así como la excelente disposición con que se han empeñado en orientar a las nuevas Provincias, inspirando valores en ellas y dándoles identidad. ■ Al mismo tiempo, estamos un poco preocupados por el bienestar de nuestros Provinciales. Muchos de ellos están realizando un papel que puede suscitar expectativas que no son justas ni realistas, sobre todo por lo que se refiere a su acción presencial. Nuestra opinión es que se espera de ellos un servicio que, a veces, incumbe más bien a los superiores de comunidad, o que puede y debe ser delegado en otros hermanos. ■ Apoyamos los esfuerzos que hacen las Provincias para crear nuevas estructuras de animación y gobierno que liberen a los Provinciales y les permitan atender las cuestiones inherentes a su cargo. Estructuras que posibiliten también el ejercicio de un liderazgo basado en la consulta y la colaboración, y en las que los laicos maristas puedan ocupar el lugar y asumir las responsabilidades que les corresponden. ■ Es necesario comprender mejor la función del Vicario provincial. En las Provincias que han adoptado esta figura (L’Hermitage, Santa María de los Andes), siguiendo las directrices del último Capítulo general31, el resultado ha sido positivo, tanto por su efectividad como por el apoyo que supone para el Provincial32. Pero ¿por qué no ha tenido una acogida más amplia en el conjunto del Instituto? ¿Qué podemos aprender de la experiencia? Creemos que algunas Provincias no han sido suficientemente creativas a la hora de establecer estructuras apropiadas para la nueva realidad que 32 En 2008 la Provincia venía con la reconfiguración geográfica. Ciertamente, hay que seguir de Santa María de los Andes avanzando en este campo de las estructuras de animación y gobierno. 31
Constituciones, 123.1
tomó la decisión de no continuar con Vicarios provinciales.
La regionalización ha existido desde hace mucho tiempo en el Instituto. Las estructuras regionales permiten una reflexión en profundidad sobre una región, con sus retos consiguientes, así como la planificación de medios que faciliten el desarrollo de prioridades comunes a través de la coordinación y del intercambio de recursos compartidos (personas, programas, etc.). Por otra parte, las conferencias regionales pueden ser un instrumento inestimable para la formación de Provinciales. En este informe aparecen las diversas iniciativas que hemos emprendido en las áreas de misión, solidaridad y espiritualidad. De todos modos, pensamos
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que la regionalización tiene que alcanzar todavía su pleno potencial. Nuestra experiencia, en general, es que el Instituto actúa como una federación de Provincias más que como un único organismo internacional. Con frecuencia hemos visto la necesidad de estructuras regionales de compromiso e interacción entre Provincias, y hemos puesto los medios para que se implantaran. La pregunta que nos hacemos es si éstas continuarán utilizándose sin la implicación activa del Consejo general. No tenemos ninguna duda del valor de la regionalización, pero hay que estar atentos a la diversidad de situaciones que se dan en el Instituto entre unas regiones y otras. Las necesidades varían y los recursos también. El terreno en que nosotros directamente, como Consejo, hemos batallado para establecer una efectiva coordinación ha sido nuestra propia casa. Con esto no queremos reflejar una impresión negativa de los hermanos y laicos maristas que trabajan en ella. Al contrario, los hermanos de la Comunidad de la Casa general ciertamente se han esforzado por construir comunión, tarea que no es fácil en una comunidad internacional. Muy a menudo, las personas que vienen a visitarnos elogian el ambiente de acogida y fraternidad que se siente y el espíritu de oración que se vive en la casa. Por esto, el Consejo tiene una deuda especial con los hermanos de la comunidad y con el hermano Onorino Rota, que ha dirigido la comunidad con buen humor, dedicación fraternal y animación espiritual creativa. La Administración general actual ha tenido un incremento en el número de secretariados, comisiones y servicios. El poder planificar las tareas con la debida antelación, con un calendario a cuatro años vista, ha ayudado a los responsables de los distintos departamentos y oficinas a cumplir con sus propios planes y agendas. Este calendario se volvía a concretar aun más en cada sesión plenaria con la participación de todos los miembros del Consejo general que, a su vez, consultaban a los diversos responsables de secretariados, oficinas y departamentos ante quienes actuaban como enlaces con la Administración general. A fin de dar una respuesta adecuada a las demandas, cada vez mayores, que llegaban a los servicios propiamente secretariales, hicimos en su momento
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2.5 una evaluación de su organización. A raíz de ello, el Secretario general quedó encargado de coordinar estos servicios, y se elaboró un “Manual” del personal de la Administración general. Al mismo tiempo, se le encomendó al Vicario general la labor de acompañar al Departamento del Secretario general. Este modelo de coordinación de los servicios secretariales ha resultado bastante efectivo. Durante nuestro mandato hemos tenido la fortuna de con-
tar con la ayuda de bastantes personas en calidad de Secretarios de lengua y traductores. Todos ellos han sido generosos ofreciendo su tiempo y habilidad. Aprovechamos esta oportunidad para darles las gracias por el servicio realizado, que es ciertamente inestimable. Sin ellos, un Instituto internacional como el nuestro, que actúa con varias lenguas a través de traducciones orales y escritas, no podría funcionar. Debido al aumento en la dotación de ordenadores y tecnología, también se efectuó una evaluación del departamento de servicios técnicos. En consecuencia, se actualizó la descripción de tareas del técnico y se aportaron las ayudas extras que se vieron necesarias. Nuestro técnico, Stefano Angelucci, ha brindado al personal de la Administración general, cada vez más numeroso, un apoyo profesional excelente. A nivel de la Administración general en conjunto, y aquí incluimos al propio Consejo general, pensamos que ha habido insuficiente comunicación y coordinación a la hora de priorizar actividades, evitar duplicación de esfuerzos, y compartir preparación y experiencia. Ese fallo en coordinarnos entre nosotros mismos ha tenido un impacto negativo en los que tienen responsabilidades provinciales, que han recibido un flujo continuo de comunicaciones, información sobre actividades que ya estaban planeadas, a menudo con escasa consulta, peticiones de información de todo tipo, e invitaciones a muchos encuentros internacionales. Reconocemos que hemos contribuido a aumentar sus cargas y ponerles más difícil su planificación, toma de decisiones y elaboración de presupuestos.
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La colaboración y comunicación entre el Superior general y el Vicario general ha sido un rasgo muy positivo de esta Administración. Podemos decir que el Vicario general ha sido, realmente, “el colaborador más próximo del Superior general”.32 El extraordinario servicio del Secretario personal del Superior General, hermano Don Neary, ha contribuido en gran manera al buen funcionamiento de la oficina del Superior General y a la estrecha colaboración entre el Superior general y su Vicario. Nuestro sincero agradecimiento al hermano Don Neary por su servicio fraterno y eficiente. Sin embargo, los deberes que las Constituciones señalan al Superior general son tales que quizá le haga falta disponer de más apoyo secretarial, y esto podría exigir un incremento de personal en su oficina. Durante un período de dos años, el Vicario general contó con la ayuda del hermano Iván Buenfil, a tiempo parcial. Si se quiere que la colaboración del Vicario con el Superior general en las tareas de animación y gobierno sea aún más efectiva, también habrá que pensar en la necesidad de personal para la oficina del Vicario.
b) Vitalidad y sostenibilidad económica de las Unidades administrativas Esta preocupación se basa en nuestro espíritu de familia, así como la solidaridad mutua que ese mismo espíritu implica si queremos hacerlo realidad. La solidaridad presenta muchas formas en el Instituto, no siendo la menor de ellas la solidaridad financiera entre las Provincias y el Instituto, por un lado, y entre las Provincias entre sí, por otro. Con esto tiene mucho que ver el uso evangélico de los bienes y la administración responsable de los recursos que tenemos. El Administrador general desempeña un papel esencial en el uso evangélico de nuestros bienes, uno de cuyos aspectos es la solidaridad financiera dentro del Instituto. Sin la aportación económica de las Provincias y la cuidadosa gestión de las inversiones, la Administración general y algunas Provincias que de ella dependen no podrían caminar. El hermano Antonio Martínez Fernández, ayudado por el hermano Guy Palandre, ha aportado al Consejo general su asesoría experta y franca sobre el modo de asegurar la sostenibilidad económica de la Administración general y del Instituto en su conjunto. Para ello, se ha contado con el apoyo competente del Consejo internacional de asuntos económicos. El hermano Antonio ha tenido encuentros regionales con los Administradores provinciales, orientados a impulsar la comunión dentro del Instituto y coordinar mejor la planificación económica. Damos la bienvenida al H. Victor Preciado que dará continuidad al excelente trabajo desarollado por el H. Antonio Martínez Fernández como Ecónomo general.
32
Constituciones 132.
Un año antes del XX Capítulo general, el hermano Benito Arbués manifestó su preocupación por el uso evangélico de nuestros bienes. “El uso de los bienes y la administración de los mismos repercuten en nuestra vida
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2.5 marista. El voto de pobreza no atañe sólo a los individuos sino que tiene una dimensión colectiva e institucional. Para nosotros es difícil separar la pobreza de la economía y viceversa. En nuestra misión de evangelizar a los jóvenes (de preferencia a los pobres), la administración de los bienes tiene estrecha relación con la vida de pobreza evangélica. Y la pobreza la viven y testimonian las personas y las instituciones, porque ambas usan los mismos medios”.34
34
H. Benito Arbués, Circular A propósito de nuestros bienes, pág. 129. 35
Actas del XX Capítulo general, III.6.4.3
El Capítulo hizo suya esta preocupación y pidió al Consejo general que diseñara un Plan de discernimiento sobre el uso evangélico de los bienes y acompañase su aplicación en las Unidades administrativas (48.5). En 2002, el Consejo general creó una Comisión para llevar a cabo ese mandato, depositando en ella el reto de “impulsar en todo el Instituto el uso evangélico de los bienes, a fin de llegar a una visión y unas convicciones comunes en este tema“. El Consejo general aprobó en 2004 el Plan sobre el uso evangélico de los bienes, que fue elaborado por la Comisión a través de un proceso altamente participativo. Hoy podemos decir que la mayor parte de las Unidades administrativas han realizado algún tipo de proceso o acción en relación con dicho Plan, aunque son pocas las que lo han desarrollado enteramente. A fines del año 2005 el Superior general creó el Secretariado del uso evangélico de los bienes, al cual, dado que en muchas Unidades administrativas sólo se tenía una idea económica de esta cuestión, se le asignó la prioridad de ampliar los horizontes de esa visión, con el fin de “desarrollar una cultura del uso evangélico de los bienes, especialmente los valores de la solidaridad y la sencillez de vida”. Todos conocemos el entusiasmo demostrado por el hermano Pedro Ost, que ha llevado hasta las más remotas regiones del mundo marista esta preocupación del Consejo general, con dinamismo y convicción. Le estamos verdaderamente agradecidos. En esta tarea de asegurar la vitalidad de cada una de las unidades administrativas, la FMSI y el Secretariado internacional de solidaridad (BIS) han jugado un papel relevante, contribuyendo a una distribución justa y efectiva de los fondos de solidaridad. Ambos órganos han recibido ayudas de las Provincias maristas y de agencias donantes externas. A escala de Instituto tenemos por delante retos importantes. Los recursos están concentrados en zonas donde no aumenta el número de hermanos. Sin embargo las Provincias y Distritos donde hay crecimiento no cuentan con suficientes recursos, ni son seguras en términos financieros, ni económicamente sostenibles en estos momentos. El mandato del Capítulo general que pasó a ser conocido como el Fondo del XX Capítulo general supuso un intento de compensar este desequilibrio35. A fecha de hoy, hemos alcanzado un tercio del objetivo establecido por el Capítulo general. Otro reto que sigue en pie es la necesidad de unificar y coordinar mejor el sistema administrativo dentro de algunas Provincias. Sin ello, la capacidad del Provincial y su Consejo para tomar decisiones sanas y responsables en beneficio de toda la Provincia, se verá mermada notablemente.
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El Fondo de formación del Instituto, establecido merced a la generosidad de la Provincia de Canadá, está funcionando de manera efectiva. Gracias a ello, no pocas Provincias se ven aliviadas de la carga económica, sobrellevada con buena voluntad, que supone la formación de un amplio número de hermanos. Nosotros, como Consejo, y en consulta con los respectivos Provinciales y sus Consejos (principalmente en el contexto de África), estamos tratando de asegurar que las Provincias que necesitan una base económica sostenible dispongan de los mecanismos requeridos para establecerla. A pesar de la ayuda ofrecida durante muchos años, aún no se ha llegado a la situación deseada. Un medio de larga tradición entre nosotros es el establecimiento de escuelas, con las cuales se pueda producir un superávit que ayude a sostener otros campos de apostolado de la propia Provincia. El Secretariado del Uso evangélico de los bienes está desempeñando un papel clave en el desarrollo de planes tendentes a lograr la sostenibilidad económica de todas las Provincias. Un reto semejante es la sostenibilidad economica de la propia Administración general. En el XX Capítulo general se nos dio la recomendación de continuar haciendo esfuerzos para reducir los costes de la Administración general36. Empeño no nos ha faltado, pero encontrar los medios adecuados es bastante complicado. Descontando el movimiento de los secretariados, reuniones de comisiones internacionales, proyectos especiales como el de Misión ad gentes y la renovación del Hermitage, los gastos habituales de la Administración general se han mantenido prácticamente invariables durante nuestro mandato. Damos las gracias al director y al ecónomo de la Casa general, actualmente los hermanos Antoni Salat y Javier Ocaranza respectivamente, por su cuidadosa atención y administración responsable.
36
Actas del XX Capítulo general, III.5 and III.6.4.2
El incremento anual de costes proviene de las comisiones, secretariados y proyectos que hemos establecido para llevar a la práctica nuestra visión de la animación del Instituto. A lo largo de nuestro gobierno hemos aprendido a ser más conscientes a la hora de presupuestar nuestras actividades y buscar fuentes externas de financiación siempre que ha sido posible. Hemos organizado estructuras de apoyo de donantes a largo plazo para varios programas que hemos establecido. Sin embargo, tenemos que admitir que aún se puede hacer más, al prever los planes de animación y su financiación, tratando de ajustar los presupuestos con cuidado y responsabilidad. La responsabilidad de un presupuesto empieza por establecer prioridades. La lista de obras buenas es extensa, pero nosotros no podemos llegar a todo. Un reto con el que estamos luchando es el de conseguir un mecanismo de financiación de la Administración general que sea sostenible, que no cambie cada pocos años, y que sea justo con los que apoyan a la Administración general con sus fondos, es decir las Provincias. El sistema tradicional del Per capita resulta cada vez más insostenible, debido al cambio demo-
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2.5 gráfico y económico producido en el Instituto, como indicábamos más arriba. Hemos nombrado una comisión precapitular para que estudie el asunto de la financiación a largo plazo, tanto del Instituto como de la Administración general, y presente finalmente sus recomendaciones al Capítulo. Cada año, cuando solicitamos la aportación económica de las Provincias para los gastos corrientes de la Administración general, así como cuando pedimos fondos para solidaridad, nos obligamos a ser responsables y transparentes en nuestra cuenta de gastos. Esa transparencia es esencial cuando buscamos financiación de fuentes externas. Sabemos también que los gobiernos de muchos países están siendo cada vez más exigentes en la rendición de cuentas por parte de las entidades religiosas. En este orden de cosas, estamos llevando a efecto el mandato del Capítulo general en el que se nos pedía que utilizáramos la asesoría de auditores externos37. Hemos hecho algunos progresos por ese lado. También hemos tenido que superar algunos retos nada fáciles: encontrar auditores con experiencia en la complejidad económica de una organización religiosa extendida por todo el mundo, que supiesen adaptar los baremos reconocidos internacionalmente a nuestra situación concreta. Al propio tiempo, había que establecer un sistema interno de contabilidad que se ajustara a las exigencias de los auditores. Después de realizar un trabajo notable, en buena parte efectuado por el hermano Guy Palandre, hemos introducido un Manual de procedimientos para llevar las cuentas siguiendo las indicaciones de los expertos. En estos momentos estamos preparando nuestro informe anual de acuerdo con esos criterios. La tarea de poner en práctica nuestra visión del Instituto y hacer realidad el deseo de que todas y cada una de las Unidades administrativas tengan vitalidad y viabilidad, al menos en términos económicos, no hubiese sido posible sin la generosa aportación de las Provincias. Nosotros hemos llamado con frecuencia a sus puertas para pedir fondos y hemos recibido una respuesta generosa, aunque no exenta de algunas críticas. Esas críticas, en las que se nos pedía más información sobre nuestros planes y objetivos, han sido bien acogidas y apreciadas 37 Actas del XX por nuestra parte. También hemos de reconocer con agradecimiento la generosiCapítulo general, dad de las Provincias que tienen Distritos dependientes de ellas, porque han saIII.6.4.1 bido poner las bases para el futuro económico de esos Distritos con acierto.
2.5.3 Orientaciones para el futuro Antes de proponer líneas concretas de acción, es bueno que destaquemos brevemente algunos elementos contextuales clave. ■ El Consejo general tiene la responsabilidad de la animación y gobierno del Instituto ■ Esta responsabilidad viene ejercida de manera corresponsable con los Provinciales, cuyo acompañamiento constituye una prioridad esencial
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para el Consejo general. Asimismo, se respeta la responsabilidad en cada nivel de liderazgo, siguiendo el principio de subsidiariedad. ■ El objetivo fundamental es siempre la vitalidad de nuestra vida y misión. ■ Los medios usados por el Consejo general deben ✧ basarse en un conocimiento pleno de cada Unidad administrativa y región, ✧ reflejar prioridades claras, cuyo número y contenido sean factibles y alcanzables, ✧ construir comunión, ✧ impulsar la cooperación y reciprocidad a nivel de Instituto y regiones, ✧ caracterizarse por el diálogo, la planificación conjunta y la coordinación, ✧ incluir una planificación económica evangélica, responsable, sostenible, y que tenga en cuenta el coste económico resultante en las Provincias y Distritos, ✧ respetar la diversidad de las realidades locales. ■ Las estructuras que se establezcan deben contemplar cuatro responsabilidades constitucionales: ✧ que el Consejo general forme comunidad con el Superior general38. ✧ que el Vicario general sea el “colaborador más próximo del Superior general”39. ✧ que el Superior general, o aquel en quien delegue, visite cada una de las Unidades administrativas al menos dos veces durante su mandato40. ✧ que haya quorum de Consejo disponible para tener una reunión mensual de Consejo ordinario, a fin de ejercer las funciones de gobierno.
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Constituciones, 136
39
Constituciones, 132
40
Constituciones, 130.1
Teniendo estos elementos en mente, proponemos algunas líneas de acción. En primer lugar, queremos iniciar la reflexión ofreciendo algunos modelos de gobierno general cuya propuesta ha surgido de dentro del Instituto. Siguiendo en esa línea de reflexión, aparecerán otros modelos. Por ello, nuestra idea es nombrar una comisión precapitular que estudie el campo de Animación y gobierno del Instituto. De modo especial, pediremos a los miembros de esta comisión que estudien la relación entre el gobierno general y el gobierno provincial, sobre todo en lo referente a la animación. También les pediremos que piensen en modelos que sirvan para el desarrollo de la regionalización.
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2.5 A. Modelo actual I - Hay un Consejo general, compuesto por el Superior general, Vicario General y seis Consejeros generales, todos con base en Roma. II - Los Consejeros generales actúan como Consejeros enlace de región y de unas Provincias concretas (dos Consejeros por región). III - Cada Consejero se responsabiliza de un campo de animación, por ejemplo misión, vida religiosa etc. IV - El Superior general delega a los Consejeros generales para visitar cada Unidad administrativa dos veces durante su mandato.
A nuestro modo de ver, este modelo puede mejorar y ganar en efectividad.
B. Modelo regional I - Superior general, Vicario General y 3 Consejeros generales con base en Roma. II - Cinco Consejeros generales con base en las regiones del Instituto. III - Habría sesiones plenarias durante el año, asistiendo a ellas todo el Consejo general. IV - Los Consejeros con base en Roma formarían comunidad con el Superior General y compondrían el quórum para las reuniones de Consejo ordinario. Podrían estar a disposición de los Consejeros regionales como miembros de equipo para visitar las Provincias, etc. V - Cinco Consejeros permanecen en las regiones del Instituto. Habría que definir su papel, que podría incluir las siguientes funciones:
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coordinación de las visitas canónicas, actuar de enlaces permanentes con los Provinciales y sus Consejos, ejercer como coordinadores regionales en las áreas que determine el Consejo general junto con los Provinciales de la región.
C. El modelo actual con un Secretario ejecutivo regional I - Hay un Consejo general, con base en Roma II - Los Consejeros generales actúan como consejeros enlace de una región y de determinadas Provincias III - Los Consejeros generales coordinan diferentes áreas de animación IV - El Superior general, en consulta con la Conferencia regional de Provinciales, nombra un Secretario ejecutivo para cada región, con la misión de coordinar los proyectos y actividades interprovinciales, y de garantizar que exista coordinación y comunicación continua y efectiva con la Administración general. Estos modelos, u otros distintos, se pueden estudiar con más detalle. Nosotros recomendamos que se tome en consideración lo que aquí decimos: a) Como cuestión prioritaria y urgente, instamos al nuevo Consejo general a que continúe su reflexión con las Provincias reestructuradas, en busca de estructuras efectivas de animación y gobierno. Esas estructuras deben liberar al Provincial de manera que pueda dar prioridad al acompañamiento de los hermanos y comunidades, poniendo atención especial en los hermanos jóvenes. b) Es costumbre tradicional que el nuevo Superior general y su Consejo se hagan cargo de sus responsabilidades inmediatamente después del Capítulo general. La experiencia nos dice que, con frecuencia, el Superior general y la mayor parte de los Consejeros generales necesitan un mínimo de tres o cuatro meses para cerrar los asuntos correspondientes a sus funciones anteriores y facilitar la transmisión a las personas que les van a reemplazar en sus respectivas Provincias y regiones. Por otra parte, los nuevos Consejeros generales, en su mayoría, deben tomarse un período de dos o tres meses para aprender otra lengua, de entre las cuatro que son oficiales en el Instituto, en ambiente de inmersión. En consecuencia, la Administración general no tiene un funcionamiento pleno y efectivo hasta unos seis meses después de efectuada la elección del nuevo Superior general y su Consejo.
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2.5 Nosotros proponemos que el Superior general y los Consejeros salientes analicen con el nuevo Superior General y su Consejo la forma más adecuada de facilitar una transición ordenada, estableciendo de común acuerdo el plan y calendario para llevarla a cabo. c) A fin de ejercer sus funciones de animación de una manera corresponsable y efectiva, el Consejo general debe trazarse un plan (de tres o cuatro años de duración). El plan se aplicaría después de que el Consejo haya reflexionado suficientemente en los mandatos recibidos del Capítulo general, y efectúe las consultas pertinentes con los Provinciales y Superiores de distrito. (La estructura de las conferencias regionales de Provinciales sería de gran utilidad para realizar este proceso de consulta, ya que resultaría ventajoso para ambas partes que el Consejo general pudiera reunirse con todos los Provinciales y Superiores de distrito con más frecuencia que la prevista con motivo de la celebración de la Conferencia general. Ese plan permitiría al Consejo general y a los Consejos provinciales unificar sus previsiones con la debida antelación, armonizando sus respectivas prioridades y proyectos. De ese modo todos dispondrían de un calendario organizado, y sería más fácil poner en práctica la planificación con responsabilidad en lo referente al aspecto económico. d) Dentro de la Administración general, incluyendo el Consejo general, tendría que haber claras estructuras, utilizadas regularmente, que faciliten a todos los que ejercen funciones de animación en nombre de la Administración general la coordinación de sus tareas. Una parte
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El servicio de animación y gobierno: “Lavaos los pies unos a otros”
significativa de esa armonización consistiría en el uso más efectivo de los recursos que hay en la Administración general (por ejemplo los servicios de traducción). e) El Consejo general tiene que asumir su responsabilidad en este proceso de coordinación y operatividad efectiva de la Administración general y la Casa general. Si el Consejo general quisiera asignar ese papel, de forma más concreta, a un miembro del Consejo, es conveniente recordar que esa función ejecutiva exigiría que dicho Consejero permanezca, casi de continuo, en Roma. f) Creemos que las Unidades administrativas deben seguir dando importancia al “uso evangélico de los bienes”, favoreciendo el discernimiento y compromiso de todos a través de los abundantes medios que tienen para ello, de tal manera que pueda producirse un efecto real a todos los niveles: personal, local y provincial. Una vez más insistimos en que, siendo, como es, un plan de discernimiento, es preciso que el proceso vaya acompañado de su propia espiritualidad. Al igual que sucede con la Administración general, sugerimos que la continuidad de esta animación tenga relación directa con el Departamento del Administrator general. g) Igualmente, vemos como prioridades clave para el Administrador general el acompañamiento de los Administrador provinciales y la ampliación del número de miembros del Consejo internacional de asuntos económicos. h) Que la vinculación que ya se ha establecido entre el Secretario general y las redes regionales de Secretarios provinciales se mantenga y se acreciente todavía más. Nos parece que un objetivo importante de esta relación es la coordinación de los procedimientos y el desarrollo de los recursos comunes (por ejemplo Archivum). i) Proponemos que se sigan promoviendo las comunicaciones del Instituto, adaptadas a nuestras necesidades, aprovechando para ello las posibilidades cada vez mayores que ofrecen las nuevas tecnologías. Por otro lado, pensamos que hay que hacer un análisis especial del área de las publicaciones impresas, dado el alto coste que supone su envío desde Italia a las Unidades administrativas.
Creemos que el próximo Capítulo general, al reflexionar en la animación y gobierno del Instituto, no debería ser excesivamente concreto en sus decisiones. Más bien, una vez que el Capítulo haya determinado su visión del Instituto para los próximos ocho años, y haya señalado las prioridades para alcanzar esa visión, habría que dejar al Consejo general que de allí salga elegido la facultad de establecer las estructuras más adecuadas para conseguir lo que el Capítulo desea para el Instituto. También es posible que el propio Capítulo vea conveniente establecer algunas estructuras permanentes, que den continuidad a la animación de la vida y misión de nuestro Instituto.
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conclusión
3.
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CORAZONES NUEVOS PARA UN MUNDO NUEVO
• Informe del Consejo general
Hasta aquí hemos compartido, con bastante detalle, nuestra visión del Instituto con relación a las cinco grandes llamadas que el XX Capítulo general nos dirigió. En esta última parte queremos retomar esa misma visión, pero de manera más global, tratando de situarla en un horizonte amplio. Lo hacemos para compartir con vosotros nuestra esperanza y animarnos a soñar juntos un futuro inspirado en el sueño de San Marcelino: continuar la tarea de “dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar entre los niños y jóvenes pobres”.
Nos sirve de inspiración el lema del XXI Capítulo general: “Corazones nuevos para un mundo nuevo”. Sentimos la urgencia de dejar transformar nuestros corazones para vivir evangélicamente en medio de un mundo nuevo que está naciendo y en el cual queremos aportar lo mejor de nosotros mismos para que ese mundo “nuevo” sea también “distinto”: más humano, más fraterno, más armonioso. Este mundo nuevo en el que nos encontramos insertos y con el que ejercemos una mutua interacción, es el contexto en el que vivimos y desde el cual intuimos algunas líneas de futuro para el Instituto.
3.1 Un mundo nuevo está naciendo 3.1.1 Una nueva civilización Desde hace unos años, los observadores y estudiosos de la realidad social vienen hablando de que estamos asistiendo al nacimiento de una nueva civilización41. Se trata de una metamorfosis de la sociedad que afecta a todos los aspectos de la vida personal y colectiva, las relaciones de los seres humanos con el espacio y el tiempo, la fecundidad y la demografía, las relaciones sociales en el trabajo y el tiempo libre, la
41
Brunsvick, Yves y Danzin, André, Nacimiento de una civilización. El choque de la mundialización. Ediciones UNESCO, París 1999.
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condición de la mujer, las costumbres, los valores y las relaciones de poder. Una de las novedades del momento actual es que este cambio en la visión del mundo, esta modificación de las culturas y de las costumbres, está afectando a la humanidad entera, que está en búsqueda de nuevos equilibrios.
3.1.2 Metamorfosis de las religiones
42
Henri de Lubac, Meditación sobre la Iglesia, Ediciones Encuentro, Madrid 1988, pág. 133.
La Iglesia, en cuanto institución humana, “no es una entidad vaporosa”42 y, por tanto, se ve profundamente influenciada por cuanto ocurre en las sociedades en las que está incardinada. También hoy, como en otros momentos de la historia de la humanidad en que se han dado fenómenos similares de profundos cambios, las religiones sufren importantes crisis internas motivadas por la adaptación (y la resistencia) a las nuevas realidades. Al contemplar la historia de las religiones nos damos cuenta de que la vivencia de la dimensión espiritual del ser humano en su encuentro con lo sagrado ha sufrido una evolución constante, pero sólo algunas de las muchas etapas de transformación que se han registrado podrían ser definidas como verdaderas «metamorfosis» de lo religioso en la historia del ser humano. Cada vez emerge con más fuerza, entre los estudiosos de la religión y entre los teólogos, la hipótesis de que estamos entrando en uno de esos momentos de profunda metamorfosis, del cual la religión va a salir tan transformada que tal vez resulte poco reconocible. Pero, por otra parte, en medio de la crisis de la religión a la que nos hemos referido, se da toda una efervescencia religiosa que puede estar siendo la manifestación, el comienzo o la profundización de una nueva etapa.
3.1.3 En camino hacia una nueva vida consagrada Las Órdenes o Institutos religiosos, como parte de la Iglesia universal, reflejan, a pequeña escala, lo que ocurre en la totalidad del cuerpo, que es la Iglesia. Ésta se enfrenta a una profunda crisis, y está tratando de encontrar nuevos caminos de evangelización más adaptados a los hombres y mujeres de hoy.
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También para la vida consagrada es un momento de crisis, y se va avanzando a tientas, tratando de encontrar cuál es el tipo de vida consagrada que mejor responda a las necesidades de los hombres y mujeres de hoy. Son momentos de búsqueda, de desorientación, y las familias religiosas se resienten: “En algunas regiones del mundo, los cambios sociales y la disminución del número de vocaciones está haciendo mella en la vida consagrada. Las obras apostólicas de muchos Institutos y su misma presencia en ciertas Iglesias locales están en peligro. Como ya ha ocurrido otras veces en la historia, hay Institutos que corren incluso el riesgo de desaparecer”43. La historia de la vida consagrada nos enseña que estas situaciones son pasajeras y que, de hecho, han conducido al nacimiento de nuevas familias religiosas o a profundas renovaciones de las existentes, aunque también a la desaparición de otras. Como no podía ser de otra manera, nuestro Instituto se ha visto inmerso en todos estos fenómenos. Quien más, quien menos, todos hemos sido testigos de los enormes cambios que se han producido en el seno del Instituto. Algunos de esos cambios nos hacen sentir más identificados con la llamada del evangelio; otros, en cambio, nos apenan porque sentimos que algo valioso se perdió en el camino.
43
Vita Consecrata, 63.
44
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica: Caminar desde Cristo, 2.
3.2 Necesitamos corazones nuevos En este contexto de un mundo nuevo que sentimos nacer, nos hemos preguntado, como Consejo, cuáles serían aquellos puntos que podríamos considerar de vital importancia no sólo para el presente, sino también para el futuro de nuestro amado Instituto. En nuestro discernimiento hemos experimentado la misma perplejidad que recoge la Instrucción vaticana “Caminar desde Cristo”: “¿cómo descifrar en el espejo de la historia y en el de la actualidad las huellas y signos del Espíritu y las semillas de la Palabra, presentes hoy como siempre en la vida y en la cultura humana? ¿Cómo interpretar los signos de los tiempos en una realidad como la nuestra, en la que abundan las zonas de sombra y de misterio?”. Pero, usando la misma imagen de ese bello documento, hemos sentido la presencia del Señor cercana: “Sucede que el Señor mismo —como con los discípulos en el camino de Emaús— se hace nuestro compañero de viaje y nos da su Espíritu. Solo Él, presente entre nosotros, puede hacernos comprender plenamente su Palabra y actualizarla, puede iluminar las mentes y encender los corazones”44.
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Con sencillez, de manera fraternal, nos atrevemos a compartir con vosotros aquello que, en nuestro camino de discernimiento, nos ha hecho “arder el corazón”. Ojalá pudiéramos transmitiros no sólo nuestras palabras, sino también nuestro entusiasmo, nuestra pasión, nuestra esperanza. Porque debemos deciros que hemos sentido una fuerte invitación a cambiar el corazón. Sí, necesitamos corazones nuevos. Sentimos que no bastan cambios cosméticos para afrontar los formidables desafíos del momento histórico que tenemos el privilegio de vivir. Nos llena de esperanza saber que el Señor nos precede en el camino hacia la Galilea de nuestra vida cotidiana donde, según su promesa, le podremos encontrar (Mc 16,7).
3.2.1 La mundialización: desafío y oportunidad Entendemos por “mundialización”, siguiendo a la UNESCO45, el incremento, a escala mundial, de las interacciones que unen entre sí a todas las actividades humanas. Un fenómeno originado, más que por presión de la economía liberal, por el movimiento de la ciencia y la técnica y del prodigioso adelanto de los medios de comunicación. Una manifestación, entre muchas otras, de una transformación de la sociedad cuya rapidez y profundidad sólo pueden comprenderse como una ruptura. Una mundialización que comienza a verse como una nueva etapa de la Tierra y de la Humanidad. Los últimos siglos de la historia de la humanidad se han caracterizado por un acento, a veces exacerbado, en los Estados-naciones. Ahora emerge una nueva conciencia de encontrarnos 45 Cfr. Brunsvick, Yves todos en un mundo del que somos globalmente responsables: la Tierra y Danzin, André, como nuestra Casa Común. Ya en 1933 escribía proféticamente Teilhard o.c. pág. 8 de Chardin: “La edad de las naciones ha pasado. Si no queremos morir,
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es hora de sacudir los viejos prejuicios y construir la Tierra. La Tierra no se hará consciente de sí misma por ningún otro medio que no sea una crisis de conversión y de transformación.”46 Inmersos en esta inevitable realidad, que se nos aparece como ambivalente, con sus espectaculares logros y sus sangrientas desigualdades, nos preguntamos por el sentido de lo que estamos viviendo y a qué nos está llamando el Espíritu de Dios. ■ Con los datos en la mano, tomamos conciencia de que el rostro del Instituto está cambiando: hoy es mucho más internacional y multicultural que en el pasado.
46
Teilhard de Chardin, Pierre. Las direcciones del porvenir. Taurus, Madrid 1974, pág. 13
■ Algunas realidades nos indican que esta multiculturalidad se está dando también a nivel provincial y local: las nuevas provincias reestructuradas son en su mayoría internacionales y, en algunos casos, también las comunidades (como la futura comunidad de l’Hermitage o, en el caso del proyecto Ad gentes, todas las comunidades). ■ Percibimos este camino del Instituto como un signo profético, al promover una “mundialización” en la que cada persona humana, independientemente de su raza, religión, cultura, etc. es nuestro hermano o hermana, y en la que los más débiles tienen la prioridad. ■ Todavía se dan entre nosotros mentalidades un tanto “tribales”, que se manifiestan, a nivel de Provincias, en la resistencia a compartir recursos en el seno del Instituto, como si se tuvieran en propiedad exclusiva de la Provincia; o en algunas dificultades para ceder hermanos que vayan a misiones más allá de los confines de la propia unidad administrativa. También a nivel personal nos parece que abunda más una visión “localista” que internacional; de hecho, no hicimos nuestra profesión religiosa para una Provincia en concreto, sino en el seno de un Instituto internacional, extendido por los cinco continentes. ■ Creemos, por tanto, que necesitamos una nueva mentalidad, una nueva visión de lo que significa ser miembros de un Instituto internacional, y de sus consecuencias para el desarrollo de nuestra misión en los tiempos actuales. En nuestras relaciones personales, en las relaciones entre unidades administrativas y con la Administración general, nos parece que debemos tender a potenciar la interacción y la interdependencia como actitudes básicas.
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3.2.2 Las víctimas de la mundialización Ya dijimos anteriormente que el fenómeno de la mundialización es ambivalente. Después de haber mostrado su rostro amable, debemos también decir que para algunas personas la globalización es, sobre todo, el proceso mundial de homogenización del modo de producción capitalista, de mundialización de los mercados y de las transacciones financieras, de entrelazamiento de las redes de comunicación y del control mundial de las imágenes y de las informaciones. “Las tergiversaciones de los sistemas injustos antes o después pasan factura a todos. Por tanto, únicamente la necedad puede inducir a construir una casa dorada, pero rodeada del desierto o la degradación. Por sí sola, la globalización es incapaz de construir la paz, más aún, genera en muchos casos divisiones y conflictos. La globalización pone de manifiesto más bien una necesidad: la de estar orientada hacia un objetivo de profunda solidaridad, que tienda al bien de todos y cada uno. En este sentido, hay que verla como una ocasión propicia para realizar algo importante en la lucha contra la pobreza y para poner a disposición de la justicia y la paz recursos hasta ahora impensables”47. La lógica que preside este sistema estructuralmente injusto, en el que las sociedades con estructuras económicas fuertes explotan a las más débiles, es la de la competición de todos contra todos. Entre las víctimas de esta lógica se encuentra casi la mitad de la humanidad, condenada a la exclusión despiadada y desprovista de cualquier sostenibilidad. Y, entre estas víctimas, las primeras y más frágiles son los niños, como nos recuerdan de manera recurrente las estadísticas de los organismos internacionales. Mientras preparábamos este Informe, el Papa quiso recordar a esas víctimas inocentes en su homilía de la Misa de Nochebuena:
47
Benedicto XVI, Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2009, nº 14.
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“Nos acercamos en esta noche al Niño de Belén, a ese Dios que ha querido hacerse niño por nosotros. ✧ En cada niño hay un reverbero del niño de Belén. ✧ Cada niño reclama nuestro amor. ✧ Pensemos por tanto en esta noche de modo particular también en aquellos niños a los que se les niega el amor de los padres. ✧ A los niños de la calle que no tienen el don de un hogar doméstico. ✧ A los niños que son utilizados brutalmente como soldados y convertidos en instrumentos de violencia, en lugar de poder ser portadores de reconciliación y de paz. ✧ A los niños heridos en lo más profundo del alma por medio de la industria de la pornografía y todas las otras formas abominables de abuso. El Niño de Belén es un nuevo llamamiento que se nos dirige a hacer todo lo posible con el fin de que termine la tribulación de estos niños; a hacer todo lo posible para que la luz de Belén toque el corazón de los hombres”48. ■ Cuando contemplamos el conjunto del Instituto desde el punto de vista de la misión que nos ha sido confiada, creemos que podemos hablar de vitalidad: no sólo llegamos a muchos más niños y jóvenes que en el pasado, y con muchas más personas implicadas en nuestra misión, sino que creemos que también crece el esfuerzo por ofrecer una educación de calidad, acorde con nuestro carisma.
48
Benedicto XVI. Homilía durante la misa de Nochebuena de 2008 en la Basílica de San Pedro del Vaticano.
■ Al destacar los avances hechos tanto en favor de la evangelización de los jóvenes como por una educación solidaria, consideramos que ambos aspectos, esenciales en nuestra misión, son retos permanentes que debieran vivirse como prioritarios en todas nuestras obras. ■ La Asamblea de la Misión Marista ha sido una hermosa expresión del compromiso de los “Maristas de Champagnat”, laicos y hermanos, a favor de los niños y jóvenes, especialmente los más necesitados. Este camino de “misión compartida”, parte integrante ya de cualquier proyecto marista, necesitará ser reforzado de cara al futuro, con creatividad y libertad de espíritu.
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■ En la vivencia de nuestra misión hay una serie de tensiones que nos parece que no siempre se resuelven entre nosotros de manera satisfactoria. Entre ellas, destacamos: – cómo aumentar el número de nuestras obras educativas sin que se conviertan en un peso insoportable para las generaciones futuras; – cómo establecer obras educativas que generen fondos económicos para nuestra misión sin convertirse en elitistas; – cómo ser buenos profesionales sin ser devorados por un activismo sin freno; – cómo ser fieles y agradecidos con quienes nos acogieron en un determinado lugar sin perder la libertad de dirigirse a otros lugares más necesitados de nuestra presencia; – cómo promover vitalidad en nuestras instituciones y tener la agilidad suficiente para ir “adonde los jóvenes están”, dando respuesta a las nuevas necesidades que emergen, como los fenómenos migratorios o la atención a los refugiados; – cómo profundizar en nuestra identidad y promover un diálogo ecuménico e interreligioso; – cómo ser voz crítica y profética en el seno de la comunidad eclesial y permanecer abiertos al diálogo y la colaboración; – cómo ser respetuosos con la libertad y la diversidad, y llevar a cabo un anuncio explícito del evangelio.
49
Seán Sammon, Circular de convocatoria del XXI Capítulo general, pág. 36
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■ En algunas partes del Instituto, quizás debido al envejecimiento de sus miembros y al peso creciente de la gestión de nuestras obras, los hermanos se están alejando de los jóvenes. Creemos que todos somos invitados a invertir esa tendencia “hasta convertirnos en los expertos de la Iglesia por lo que se refiere a la evangelización de los niños y jóvenes pobres, dondequiera que se hallen”.49
• Informe del Consejo general
3.2.3 Sed de espiritualidad “Nuestra época actual se caracteriza por una sed de espiritualidad”50. Estudios recientes, centrados en países tradicionalmente “cristianos”, muestran que dos de cada tres adultos tienen una espiritualidad personal, mientras que menos de uno de cada diez se preocupa de ir a la Iglesia regularmente51. Este período de la historia en el que tenemos el privilegio de vivir, muestra una fuerte credulidad y sed de Misterio. La fe cristiana encuentra aquí un recuerdo de algo fundamental y un estímulo para llevarlo a cabo. Hoy se reclama experiencia, no sólo palabra sobre Dios. Actualmente se necesita acercar a Dios, ofrecer experiencia de Dios. La tarea se vuelve sobre el evangelizador y solicita que hable de lo que ha experimentado. Se requieren “maestros espirituales” que acompañen en el caminar y orienten el peregrinar. Hablamos del cultivo de la oración, la meditación, el silencio, de extender entre la mayoría de los creyentes no sólo prácticas devocionales, sino de algo más maduro y profundo, llámese sabiduría, contemplación, mística o cambio del corazón.
50
Agua de la roca, 42
51
■ Por lo que conocemos del Instituto, podemos afirmar que nos hemos encontrado con hermanos verdaderamente comprometidos con su crecimiento espiritual; con otros que “cumplen” con sus obligaciones, pero que no van mucho más allá de esto; con otros, finalmente, que viven como engullidos por un activismo frenético. Globalmente, tenemos la impresión de que no nos hemos tomado en serio la tarea de convertirnos en “maestros espirituales” que puedan testimoniar desde su propia experiencia de Dios.
Hay, D; Hunt, K. Understanding the spirituality of people who don’t go to church: a report on the findings of the adults’ spirituality project. Nottingham: University of Nottingham; 2000.
■ Algo similar podríamos decir de nuestras comunidades actuales. Es verdad que, en general, se han intentado mejorar las condiciones de la oración comunitaria, pero nos parece que estamos todavía lejos de tener una oración comunitaria más conectada con la vida y con nuestra misión. No nos parece que la mayoría de nuestras comunidades puedan ser reconocidas como “escuelas de espiritualidad” por tantas personas sedientas de Dios y en búsqueda de un sentido para sus vidas.
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■ Somos conscientes de que algunos de los problemas que nos afectan dependen de factores externos a nosotros, pero el compromiso con nuestro crecimiento espiritual, tanto a nivel personal como comunitario, depende básicamente de cada uno de nosotros. ¿Por qué nos está costando tanto avanzar en este campo?
52
Vita Consecrata, 109 53
Seán Sammon, Circular de convocatoria del XX Capítulo general, pág. 37.
■ Creemos que el futuro del Instituto está estrechamente vinculado a nuestra capacidad de comprometernos de manera seria y profunda en vivir nuestra espiritualidad. No sólo necesitamos ofrecer respuestas a futuras vocaciones a propósito de su sed de Dios, sino también ayudarnos los unos a los otros a arraigarnos en nuestra vocación. Nos parece enormemente actual la llamada de Vita Consecrata: “Sabéis en quién habéis confiado (cf. 2 Tm 1, 12): ¡dadle todo! Los jóvenes no se dejan engañar: acercándose a vosotros quieren ver lo que no ven en otra parte”52. ■ En esta misma perspectiva, nos parece que debemos mantener una actitud de evaluación permanente de nuestra formación, para que realmente responda a las nuevas necesidades de hoy, tanto de las personas como del Instituto. En primer lugar, la formación inicial: “Es legítimo que nos hagamos esta pregunta: ¿salen nuestros jóvenes del noviciado verdaderamente enamorados de Jesucristo, y siendo vivos retratos de Marcelino Champagnat?”53 Pero también la formación permanente. Pensamos que debemos continuar siendo creativos, de manera que los procesos que pongamos en marcha favorezcan realmente el compromiso con el propio crecimiento personal y dotemos de los medios necesarios para que así sea.
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• Informe del Consejo general
3.3 En camino como María, junto a Champagnat Como es fácil de suponer, la preparación de este Informe nos ha supuesto un buen número de horas de trabajo colectivo. Las hemos dedicado con gusto, porque nos parecía que era nuestro deber ofrecer al Instituto un relato sincero de cómo hemos llevado a cabo las directrices y recomendaciones del XX Capítulo general, así como nuestra visión del Instituto al final de nuestro mandato. Con mayor o menor acierto, eso es lo que hemos intentado ofrecer en las páginas que han conducido hasta aquí. Al terminar, nos han venido a la mente dos imágenes que queremos compartir con vosotros. En primer lugar, el icono de María de la Visitación. Es una imagen que describe muy bien lo que hemos estado haciendo la mayor parte de nuestro tiempo en el Consejo general: “visitar”. Ha significado para nosotros sacrificio y capacidad de adaptación, pero nos sentimos muy privilegiados y agradecidos porque nos ha permitido un conocimiento bastante profundo y detallado del Instituto, que muy pocas personas pueden tener. En palabras del H. Basilio Rueda, nuestro servicio nos “ha introducido en el corazón del Instituto”. Con alegría, podemos decir que nos hemos encontrado con un corazón hecho de fraternidad. Hemos sentido el pálpito de un corazón vivo y entusiasta, al apreciar el extraordinario servicio que el Instituto ofrece a niños y jóvenes de los cinco continentes, en las situaciones y los contextos más dispares. Hemos sido testigos de la calidad e incluso santidad de tantos hermanos y laicos, mujeres y hombres, con quienes nos hemos encontrado. Sentimos que todo esto nos ha hecho crecer como personas y que nos ha hecho amar todavía más al Instituto. María nos presta las palabras de su Magníficat para dar gracias al Señor. Porque El se ha servido de nosotros, a pesar de nuestras limitaciones y errores, y hemos experimentado su misericordia. Porque hemos podido comprobar que los más pequeños y vulnerables “se llenaban de bienes” cada vez que el Instituto aceptaba ser instrumento de la ternura de Dios. ¡Magníficat! El otro icono con el que nos hemos identificado es el de San Marcelino Champagnat construyendo el Hermitage. Nos impresiona profundamente la imagen de este hombre de Dios que se lanza a construir una casa para albergar el proyecto que le quema por dentro, aunque muchos le tildaban de loco y aventurero.
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Nosotros entendemos el nuevo proyecto para el Hermitage y la remodelación de sus espacios físicos como un poderoso símbolo del trabajo interno de renovación que se lleva a cabo en el Instituto. En un momento de crisis generalizada que nos ha afectado profundamente, el Instituto ha ido encontrando energía para llevar a cabo su misión, no sin sufrimiento, y a veces pagando un alto precio, especialmente en personas. El Hermitage nos trae la memoria de Champagnat preocupado por formar de la mejor manera posible a sus hermanos, e invitándonos también hoy a acercarnos a la fuente del “agua de la roca” de nuestra espiritualidad, pero también nos recuerda al fundador apasionado que no pone límites a su ardor apostólico (“todas las diócesis del mundo entran en nuestras miras”) y que lanza al Instituto del siglo XXI hacia nuevas presencias en Asia. Finalmente, sentimos que tanto la construcción como el nuevo proyecto dell’Hermitage significan un acto de fe en el futuro. Champagnat creía en su proyecto, porque tenía la seguridad interior de que era la obra de María. También nosotros queremos afirmar nuestro profundo convencimiento de que nuestra misión es más actual que nunca y de que el Instituto tiene futuro. Muchos signos de vitalidad confirman nuestra esperanza y nos hacen creer que, como Instituto, el Señor nos está llevando a través de un tiempo de purificación y crecimiento interior. También los gritos de los niños y jóvenes de hoy, especialmente los más vulnerables, nos hacen sentir la urgencia y la actualidad de nuestra vocación. Hay un futuro para el Instituto marista, aunque a veces ciertos signos nos desanimen. Probablemente el futuro que el Señor nos tiene preparado no coincidirá con nuestras expectativas, frecuentemente vinculadas más a situaciones del pasado que a la novedad del futuro. Nuestra apertura de corazón a la creatividad del Espíritu nos permitirá vivir con alegría su presencia siempre activa entre nosotros.
María, nuestra buena y tierna Madre, en tus manos ponemos a todos y cada uno de los miembros del Instituto marista. Esta es tu obra. Bendícenos y acompáñanos. Estimula nuestra fe, nuestra esperanza, nuestro compromiso.
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• Informe del Consejo general
ANEXO DEL PERSONAL
Nuestro agradecimiento mรกs cordial a todas las personas citadas a continuaciรณn, cuya contribuciรณn ha sido preciosa para nuestra tarea de animaciรณn y gobierno del Instituto a lo largo de nuestro mandato. Enero 2009 โ ข
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A. ADMINISTRACIÓN
GENERAL:
■ Secretario general: H. Richard Dunleavy (hasta 2003), H. Jean Ronzon (2003-2009)
■ Administrador general: H. Yvon Bédard (hasta 2002), H. Antonio Martínez F. (2003-2008), H. Víctor Preciado (2009…)
■ Superior de la comunidad: H. José Contreras (hasta 2002), H. Roque Ari Salet (2002), H. Mariano Medina (2002-2003), H. Onorino Rota (2003-2009).
■ Directores de la Casa general: H. José María Rius (hasta 2002), H. Juan Arconada (2002-2008), H. Antoni Salat (2008…).
■ Ecónomos: H. Réal Fournier (hasta 2002), H. Gaudencio González (2002-2008), H. Javier Ocaranza (2008…)
■ Secretario general adjunto: H. Henri Réocreux (hasta 2004), H. George Fontana (2007…)
■ Administrador general adjunto: H. Mariano Medina (hasta 2003), H. Guy Palandre (2003-2009)
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• Informe del Consejo general
■ Secretario personal del Superior general: H. Roberto Clark (2001-2003), H. Don Neary (2003-2009)
■ Procurador general: H. Pietro Sto (hasta 2002), H. Juan Miguel Anaya (2002…)
■ Postulador general: H. Giovanni Maria Bigotto (2001-2010)
■ Estadísticas: H. Jesús Sainz de Vicuña (hasta 2002), Sra. Erika Gamberale (2003-2006), Sra. Gabriela Scanavino (2006-2008), Sra. Emanuela Lisciarelli (2009…)
■ Servicios generales: H. Joseph Frassy (hasta 2003), H. Joseph de Meyer (2003-2007)
■ Recepción: Sra. Iolanda Gallo, Sr. Antonio García, Sr. Claudio de Francesco.
■ Publicaciones/Comunicaciones: ■
Responsable:
H. Lluís Serra (hasta 2004), H. Onorino Rota (2004-2005), H. Antonio Martínez Estaún (2005…)
■
Colaboradores: Sr. Luiz da Rosa (Webmaster, 2003…), H. Onorino Rota (2005...)
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■ Servicio informático: ■
Responsables:
H. Henri Réocreux (hasta 2003), Sr. Stefano Angelucci (2004…)
■
Colaborador:
Sr. Stefano Angelucci (hasta 2003)
■ Traductores: ■
Inglés:
H. Gerry Brereton (hasta 2004), H. Ross Murrin (hasta 2007), H. Edward Clisby (2009…)
■
Francés:
H. Aimé Maillet (hasta 2002), H. Lucien Labelle (2002-2003), H. Gilles Beauregard (2003-2006), H. Fabricio Galiana (2006-2007), H. Josep Roura (2008…)
■
Portugués:
H. João Fagherazzi (hasta 2004), H. Manoel Soares (2004-2006), H. Aloísio Kuhn (2007...)
■
Español:
H. Francisco Castellanos (hasta 2002), H. Miguel Angel Sancha (2002-2005), H. Carlos Martín H. (2005-2008), Sra. Marcela Quesada (2008), Sra. Gabriela Scanavino (2009…)
■ Archivos:
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• Informe del Consejo general
■
Responsables:
H. Jean-Pierre Cotnoir (hasta 2005), Sr. Massimiliano Grandi (2005), H. Juan Moral (2006…).
■
Colaboradores:
H. Jean-Paul Salvas (hasta 2002), Sra. Luigia Romani (2004-2005), Sra. Emanuela Lisciarelli (2004-2008), Sra. Annamaria Ruggiero (2004), Sr. Emanuel Quintas (2004), Sra. Gabriela Scanavino (2004-2006), Sra. Lucia Distefano (2006…), Sra. Dorotea Cinanni (2009).
■ BIS: ■
Responsables:
H. Allen Sherry (hasta 2003), H. Dominick Pujia (2003-2009), H. Rick Carey (2009…)
■
Colaboradores:
Sr. Stefano Oltolini (hasta 2004), Sra. Letizia Quintas (hasta 2004), Sra. Marcela Ossandon (2004-2005), Sr. Riccardo Ducci (2005), Sra. Sara Panciroli (2005…), Sra. Angela Petenzi (2006…).
■
Delegado en Ginebra:
H. César Henríquez (2005-2008), H. Jim Jolley (2009…).
■ Comisiones y secretariados: ■
Comisión Vida religiosa y Comisión Vocaciones: H. Ernesto Sánchez B. (2002-2005)
■
Comisión Vida religiosa:
H. Teófilo Minga (2006…)
Secretariado de vocaciones:
H. Ernesto Sánchez B. (2006-2008)
Comisión Misión y Comisión laicado:
H. Paulo Celso Ferrarezi (2003-2004)
■
Comisión Misión:
H. Juan Miguel Anaya (2004…)
■
Comisión Laicado:
H. Michael Flanigan (2004-2005)
■
Secretariado de laicos:
H. Pau Fornells (Director, 2006…)
■
Comisión Gobierno:
H. Juan Miguel Anaya (2002-2005)
■
Comisión Uso evangélico de bienes: H. Guy Palandre (2002-2006)
■
Secretariado de uso evangélico de bienes:
■
■
H. Pedro Ost (Director 2006…)
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■ Proyecto misión ad gentes: ■
Delegado Superior general: H. Michael Flanigan (2005…)
■
Colaboradores:
H. René Reyes (2006), H. Iván Buenfil (2006-2008).
■
Consejo asesor:
H. Luis García Sobrado (2006-2009), Hna. Helen Mendonça fmm (2007-2009), P. Joseph Nguyen Cong Doan sj (2006-2008), H. Peter Rodney (2006-2009), H. Michael Flanigan (2006-2009), H. Tom Chin (2006-2007), H. Barry Burns (2007), H. Michael de Waas (2007-2009), H. Sunanda Alwis (2008-2009), H. Manny de Leon (2008-2009).
■
Coordinador en Chicago:
■
■
■
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• Informe del Consejo general
Responsable Sector Asia:
H. José Contreras
H. Barry Burns (2007), H. Michael de Waas (2007-2010).
Administrador Sector:
H. Jude Pieterse (2007-2009)
Curso en Davao: (2006-2009)
H. Timothy Leen, H. Alfredo Herrera, H. Roy Deita
■ Capellanes: ■
de la comunidad de la Administration general: P. Juan G. Díaz (hasta 2002) P. Libardo Garcés (hasta 2002), P. Néstor Iván Mejía (2002-2005), P. Jorge Correa (2005-2008), P. John Jairo Franco (2008…)
■
del Colegio internacional: P. Tarcisio Vieira (hasta 2002), + P. Carlos Rogério Groh (2003-2006)
■
del Consejo general:
P. Vicente Hernández (hasta 2003), P. Roberto Madrigal (2003-2005), P. Ignacio Vargas (2005-2007), P. Jesús Castillo (2007), P. José de León Chávez (2008…)
■ Collegio internazionale: ■
Director:
H. Wency Calimpon (2001-2005), H. Iván Buenfil (2005-2006).
■
Subdirector:
H. Giovanni Bigotto (2001-2002), H. Roberto Clark (2003-2004), H. Giovanni Bigotto (2005-2006).
■ Curso de renovación en El Escorial ES/PT: ■
Director:
H. Santiago Cisneros (hasta 2003), H. Javier Espinosa (2003-2009),
■
Subdirector:
H. Félix Rodríguez (hasta 2002), H. Teófilo Minga (2003-2006), H. Afonso Levis (2006-2009),
■
Ecónomo:
H. Jesús Luengo (hasta 2004), H. Elías Peña (2004), H. Alfredo Villanueva (2004).
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■ Curso de renovación en Manziana EN: ■
Director:
H. Desmond Howard (2001-2007), H. Barry Burns (2008…),
■
Subdirector:
H. Sunanda Alwis (2001-2004), H. Antoine Kazindu (2008…),
■
Ecónomo:
H. George Fontana (2001-2007), H. Réal Fournier (2007), H. José Martín Descarga (2007…)
■ Curso de renovación FR en Manziana (2005): ■
Director:
H. Gaston Robert (2005),
■
Subdirector:
H. Antoine Kazindu (2005),
■
Ecónomo:
H. George Fontana (2005).
■ Curso de renovación FR en Manziana (2007): ■
Director:
H. Antoine Kazindu,
■
Subdirector:
H. Antonio Rieu,
■
Ecónomo:
H. George Fontana
■ Curso para tercera edad ES/PT en Manziana:
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• Informe del Consejo general
■
Director:
H. José María Ferre (hasta 2002), H. David Aranda (2003-2006), H. Inocencio Martínez (2006…)
■
Subdirector:
H. Amabile Gentile Biazus (hasta 2003), H. Diamantino Duque (2004-2005; 2007-2008), H. Carlos Wielganszuk (2006).
■
Ecónomo:
H. George Fontana (hasta 2006), H. Réal Fournier (2007), H. José Martín Descarga (2008…)
■ Curso para tercera edad FR Manziana (2005), Roma (2007): ■
Director:
H. Gaston Robert,
■
Subdirector:
H. Maurice Goutagny
■ Curso de Formadores Nairobi (2005-2006): ■
Director:
H. Enrique Escobar,
■
Subdirectores:
H. Barry Burns, H. Antoine Kazindu.
■ Curso de animadores EN, Nemi (2005): ■
Director:
H. Desmond Howard,
■
Subdirector:
H. Barry Burns.
■ Curso de animadores ES/PT, El Escorial (2005): ■
Director:
H. Javier Espinosa,
■
Subdirector:
H. José F. Calleja
■ Curso de patrimonio EN, Roma (2008): ■
Superior:
H. Michael Green,
■
Director:
H. Aureliano Brambila
■
Capellán:
P. Willie Weemaes sm
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B. EQUIPOS Y COMISIONES NOMBRADOS POR EL CONSEJO GENERAL
1. Consejo internacional de asuntos económicos: H. Darío Bortolini (Brasil Centro-Sul, 2003-2008), H. Joël Capon (L’Hermitage, 2003-2008), H. Alberto Oribe (Ibérica, 2003-2008), H. Carlos Huidobro (Cruz del Sur, 2003-2005), H. Víctor M. Preciado (México Occidental, 2006-2008).
2. Equipo evaluador de la Administración general: (2002) H. Clemente Ivo Juliatto (São Paulo), H. John Klein (Esopus), H. Antonio Martínez Fernández (Norte).
3. Encuentro consultivo sobre propuestas vocacionales: (diciembre 2002) H. Bernard Beaudin (Canadá), H. Joaquim Sperandio (Brasil Centro-Sul), H. Peter Ernst (Sydney), H. Rémy Mbolipasiko (Congo), H. Valerià Simon (L’Hermitage).
4. Equipo evaluador de la gestión de la Casa general: (junio 2003) H. Clemente Ivo Juliatto (Brasil Centro-Sul), H. Alberto Oribe (Norte), H. Ronald McEwan (Europe Centre-Ouest).
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• Informe del Consejo general
5. Encuentro consultivo colaboradores de patrimonio: (diciembre 2003) H. Manuel Mesonero (Ibérica), H. Dionisio Rodrigues (Rio Grande do Sul), H. Aureliano Brambila (México Occidental), H. André Lanfrey (L’Hermitage), H. Alain Delorme (L’Hermitage), H. Edward Clisby (New Zaeland), H. Genuino Benini (Rio Grande do Sul), H. Ivo Strobino (Brasil Centro-Sul), H. Jaume Parés (L’Hermitage), H. Juan Moral (L’Hermitage), H. Jean-Pierre Cotnoir (Archivos Roma), H. Michael Flanigan (United States of America), H. Michael Green (Sydney), H. Paul Sester (L’Hermitage).
6. Comisión internacional de patrimonio: (2004-2009) H. André Lanfrey (L’Hermitage, Coordinador), H. Aureliano Brambila (México Occidental), H. Ivo Strobino (Brasil Centro-Sul), H. Jaume Parés (L’Hermitage), H. Michael Green (Sydney), H. Paul Sester (L’Hermitage, hasta 2007), H. Robert Teoh (East Asia, desde 2008), H. Henri Réocreux (L’Hermitage, Secretario desde 2005).
7. Encuentro consultivo sobre Espiritualidad marista: (junio 2003) H. André Lanfrey (Bochamps Saint Genis), H. Antonio Peralta (Santa María de los Andes), H. Carlos Martínez Lavín (Cuba), H. John McDonnell (Esopus), H. John Thompson (Sydney), H. Juan Carlos Fuertes (Levante), H. Lawrence Ndawala (Southern Africa), H. Michael de Waas (Sri Lanka), H. Raúl Figuera (León), H. Vanderlei Soela (Rio de Janeiro).
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8. Documento de espiritualidad “Agua de la roca”: (2003-2006) H. Peter Rodney, Consejero general (Coordinador), H. Benito Arbués (L’Hermitage), H. Bernard Beaudin (Canadá), H. Nicholas Fernando (Sri Lanka), Hna. Vivienne Goldstein sm, H. Maurice Goutagny (L’Hermitage), H. Lawrence Ndawala (África Austral), H. Spiridion Ndanga (Afrique Centre-Est), H. Graham Neist (Sydney), Sra. Bernice Reintjens (Europe Centre Ouest), Sra. Agnes Reyes (Philippines), H. Vanderlei Soela (Brasil Centro Norte), H. Miguel Angel Santos (México Occidental), H. Luis García Sobrado (Vicario general).
9. Comité de comunicación del texto “Agua de la roca” (2005-2007) H. Antonio Martínez Estaún (Administración general), H. Federico Andrés Carpintero (Compostela), H. Jean-Pierre Destombes (L’Hermitage), H. Joadir Foresti (Rio Grande do Sul).
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• Informe del Consejo general
10. Equipo evaluador del BIS: (2004) H. Chris Wills (Sydney), Hna. Caroline Price AGS, Sr. Pablo Villalba (SED España).
11. Equipo consultivo sobre el rol de los Secretarios provinciales (2004) H. Jean Ronzon, Coordinador Sra. Nellie Beleen (Europe Centre-Ouest) H. Roque Brugnara (Brasil Centro Sul) H. Gregory McCrystal (Melbourne) H. José M. Ferre (Distrito de Afrique de l’ Ouest) H. Josep M. Soteras (L’Hermitage) H. Peter Rodney (Consejero general)
12. Equipo para la animación y formación de Secretarios provinciales (2006) H. Jean Ronzon, Coordinador H. Fernand Dostie (Africa Austral) H. José M. Rius (Mediterránea) H. Isaac Revilla (Norandina) H. Anthony Robinson (Sydney) H. Ivo Strobino (Brasil Centro-Sul) H. Luis G. Sobrado (Vicario general) H. Juan Miguel Anaya (Procurador general)
13. Comisión lugares maristas: (2004-2005) ■
Nombrados por el Consejo general: H. Onorino Rota (Coordinador), H. Javier Espinosa, H. Albert André, H. George Fontana, H. José Pérez.
■
Nombrados por el provincial de L’Hermitage: H. Josep M. Soteras (Coordinador), H. Michel Morel, H. Maurice Goutagny, H. Jean-Pierre Destombes, H. Alain Delorme. Enero 2009
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14. Comisión central proyecto Hermitage: (2006-2009) ■
Administración general: H. Luis García Sobrado (Coordinador), H. Antonio Martínez Fernández, H. Onorino Rota, H. Michael Flanigan.
■
Provincia de l’Hermitage: H. Josep M. Soteras (Coordinador), H. André Deculty, H. Jean-Pierre Destombes, H. Heribert Pujolàs, H. Michel Morel.
15. Comisión preparatoria Asamblea internacional de la misión marista: (2004-2007) H. Emili Turú (Consejero general, Coordinador), Sra. Dilma Alves Rodrigues (Brasil Centro Norte), Sra. Erica Pegorer (Melbourne), H. Alphonse Balombe (Afrique Centre Est), H. John Y Tan (Philippines), Sr. José María Pérez Soba (Ibérica), H. Juan Miguel Anaya (Comisión Misión), H. Michael Flanigan (Comisión laicado, 2004-2005), H. Pau Fornells (2006-2007) (Secretariado de laicos), H. Pedro Herreros (Consejero general), Sr. Colin Quine (Facilitador).
16. Grupo consultivo de laicos: (Mayo 2005) Sr. Achi Godwin Chibueze (Nigeria), Sra. Adrienne Egbers (Africa Austral), Sr. Andrés Magallanes (Philippines), Sra. Anne Dooley (Melbourne), Sra. Claudia Rojas C. (Norandina), Sr. Edison Oliveira (Rio Grande do Sul), Sra. Encarna García (Mediterránea), Sr. Frank Aumeier (Europe Centre-Ouest), Sr. Joe Reganato (United States of America), Sra. Marta Portas (L’Hermitage).
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• Informe del Consejo general
17. Secretariado de laicos ampliado: (2007-2010) Sra. Ana Sarrate (Ibérica), Sra. Linda Corbeil (Canada), Sr. Tony Clarke (Sydney), H. Afonso Murad (Brasil Centro-Norte).
18. Equipo evaluador del Collegio internazionale: (2004) H. Antonio Ramalho (Consejero general), H. Javier Espinosa (El Escorial), H. Wency Calimpon (Director Collegio Internazionale), H. Christian Gisamonyo (Afrique Centre-Est).
19. Documento “La vocación del laico marista”: (2006-2009) H. Pau Fornells (Secretariado de laicos Coordinador), Sra. Anne Dooley (Melbourne), Sra. Annie Girka (L’Hermitage), Sra. Bernadette Ropa (Melanesia), Sr. Carlos Navajas (América Central), Sr. José María Pérez Soba (Ibérica), + Sr. Noel Dabrera (Sri Lanka), Sr. Sérgio Schons (Rio Grande do Sul), H. Rémy Mbolipasiko (Afrique Centre-Est), H. Afonso T. Murad (Brasil Centro-Norte).
20. Documento “Pastoral juvenil marista”: (2006-2009) H. Emili Turú (Consejero general, Coordinador), H. Raúl Goitea (Cruz del Sur), Sr. Fabiano Incerti (Brasil Centro Sul), Sr. Paul Salmon (Melbourne), H. Ramon Rúbies (L’Hermitage), H. Ifeanyi Mbaegbu (Nigeria), H. Rommell Ocasiones (East Asia), H. Michael Schmalzl (Europe Centre-Ouest), H. Juan Miguel Anaya (Administración general).
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21. Comisión preparatoria del 21er Capítulo general: (2007-2009) H. Maurice Berquet (Consejero general, Coordinador), H. Albert Nzabonaliba (Afrique Centre-Est), H. Carlos Vélez (América Central), H. Graham Neist (Sydney), H. João Carlos do Prado (Brasil Centro Sul), H. Josep Maria Soteras (L’Hermitage), H. Lindley Sionosa (East Asia), H. Luis García Sobrado (Vicario general), H. Seán Sammon (Superior general), H. Teodoro Grageda (Secretario).
22. Equipo evaluador de la Postulación: (2008) H. Michael Flanigan, responsable, H. Onorino Rota, H. Afonso Levis.
23. Revisión del capítulo 4 de las Constituciones: (2008) H. Antonio Ramalho (Consejero general, Coordinador), H. Antoine Kazindu (Afrique Centre-Est), H. Tony Clark (Melbourne), H. Pere Ferré (L’Hermitage), H. Maurice Goutagny (L’Hermitage), H. Pedro Herreros (Consejero general).
24. Comisión sobre formación, a nivel internacional, en espiritualidad y misión maristas: (2007-2008) H. Emili Turú (Consejero general, Coordinador), H. Evilázio Teixeira (PUCRG, Rio Grande do Sul), Sr. Jaime Nieto (Red universidades de México), H. Juan Ramón Alegre (Escuela de Alcalá de Henares, España), Sr. Ricardo Tescarolo (PUCPR, Brasil Centro-Sul), H. Juan Miguel Anaya (Comisión Misión).
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• Informe del Consejo general
25. Comisión preparatoria del 2º Encuentro de gestión de obras educativas: (2008-2009) H. Juan Miguel Anaya (Comisión Misión, Coordinador), H. Carlos Huidobro (Cruz del Sur), H. Juan Ignacio Poyatos (Mediterránea), H. Luis Carlos Gutiérrez (América Central), H. Michael Green (Sydney), H. Wellington Medeiros (Brasil Centro Norte).
26. Comunidad de acogida de N.D. de l’Hermitage: (2009-2011) ■
Nombrados por el Consejo general: H. Neville Solomon (Sydney), H. Diogène Musine (Afrique Centre-Est), H. Miro Reckziegel (Rio Grande do Sul), H. Allan de Castro (East Asia), Sr. Ernesto y Sra. Norma Spagnoli (Cruz del Sur), Sra. Elida Quiñones (México Occidental).
■
Nombrados por la provincia de L’Hermitage: H. Jean-Pierre Destombes (Superior), H. Benito Arbués, H. George Palandre, Sra. Annie Girka.
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PRESENCIA Provincias AMÉRICA del Sur ■ BRASIL CENTRO – NORTE ■ BRASIL CENTRO – SUL ■ CRUZ DEL SUR Argentina, Uruguay ■ NORANDINA Colombia, Venezuela, Ecuador ■ RIO GRANDE DO SUL ■ SANTA MARÍA DE LOS ANDES Bolivia, Chile, Perú
Provincias ÁFRICA ■ ÁFRICA AUSTRAL/SOUTHERN AFRICA Malawi, Zimbabwe, Angola, Mozambique, Zambia, África del Sur
■ PARAGUAY (DISTRITO) ■ AMAZONIA (DISTRITO)
■ AFRIQUE CENTRE-EST/EAST CENTRAL AFRICA R.D. Congo, República Centroafricana, Kenia, Ruanda, Tanzania ■ MADAGASCAR Madagascar ■ NIGERIA Nigeria ■ AFRICA DEL OESTE/AFRIQUE DE L’OUEST/ WEST AFRICA (DISTRITO) Costa de Marfil, Ghana, Camerún, Guinea Ecuatorial, Chad, Liberia
Provincias AMÉRICA del NORTE y CENTRAL ■ AMÉRICA CENTRAL Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Puerto Rico, Cuba ■ CANADÁ Canadá ■ UNITED STATES OF AMERICA Estados Unidos de América y Japón ■ MÉXICO CENTRAL ■ MÉXICO OCCIDENTAL Haití
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• Informe del Consejo general
MARISTA EN EL MUNDO Provincias ASIA ■ EAST ASIA Corea, Filipinas, Malasia, Singapur, China ■ SOUTH ASIA Pakistan, India, Sri Lanka ■ SECTOR MISIÓN AD GENTES Bangladesh, Camboya, China, India, Tailandia, Vietnam
Provincias EUROPA ■ COMPOSTELA Portugal, España, Honduras ■ EUROPE CENTRE-OUEST/WEST CENTRAL EUROPE Alemania, Bélgica, Gran Bretaña, Irlanda, Holanda ■ IBÉRICA España, Rumanía ■ L’HERMITAGE España, Francia, Grecia, Suiza, Hungría, Argelia ■ MEDITERRÁNEA España, Italia, Siria, Líbano
2009 Provincias OCEANÍA ■ MELBOURNE Australia, Timor Oriental ■ NUEVA ZELANDA Fiji, Kiribati, Nueva Zelanda, Samoa ■ SYDNEY Australia, Camboya ■ MELANESIA (DISTRITO) Nueva Caledonia, Papúa-N.Guinea, Islas Salomón, Vanuatu