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Niveles, espacios y responsabilidades
J. Armando Rivera Basulto
Las buenas o malas condiciones, o los éxitos o fracasos, de las sociedades, desde las más pequeñas y básicas hasta las más grandes y complejas, regularmente se les atribuyen a sus líderes, dirigentes o gobernantes, con justa razón, por ser ellos quienes tienen la encomienda de conducir los destinos, administrar los bienes y velar por los intereses de sus representados en agrupaciones civiles, políticas o de otras índoles; ya de pequeñas comunidades, municipios, estados, naciones e incluso internacionales, sin considerar muchas veces que las culpas o reconocimientos se deben atribuir y extender también a otras latitudes, entidades o personas en lo grupal o particular.
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La corrupción es un mal que existe y se ha extendido por casi todo el mundo, en algunos países y lugares más que en otros, entendida ésta como el mal uso de la autoridad, el poder y las atribuciones, por algunos funcionarios, para beneficios particulares contrariando la ley o los principios morales, palabras más palabras menos. Aunque también este término aplique para toda persona, entidad o acción pública o privada que distorsione las reglas, principios o procedimientos para beneficiar, perjudicar o engañar a alguien de manera ventajosa y mal intencionada. Es decir lo irregular con fines malsanos, sin importar de parte de quién, para quién o en qué espacio, estrato o circunstancia.
Así entonces es corrupción, por ejemplo, el cohecho o “mordida” que se otorga o recibe por incumplir alguna ley u obligación; el devengar un sueldo, salario o retribución por un trabajo no realizado; el no cumplir con las especificaciones materiales, técnicas u operativas de un contrato o encargo en obras o trabajos públicos o privados; el proteger o encubrir actividades ilícitas o irregulares afectando la integridad y el bienestar común; el manejo de la justicia parcial y selectivamente; el otorgar recursos, cargos y bienes sociales a allegados, recomendados o influyentes; el uso de espacios públicos para beneficios particulares; mentir o difundir información de manera dolosa, falsa, parcial, etc.
Por eso cuando se critica y acusa a altas autoridades de corrupción deberemos tener en cuenta que ésta existe también en otros niveles, espacios y responsabilidades, que van más allá de lo meramente público o gubernamental, si bien en todos los casos habiendo siempre alguien que resulte perjudicado en lo individual o colectivo, como consecuencia. Por lo que muchas veces ésta está más cerca de nosotros de lo que creemos, incluso siendo parte de ella de manera inconsciente o, por tan común y cotidiana, viéndola como normal e incluso necesaria para subsistir, prosperar o pertenecer socialmente.