GUM | Grupos Universitarios de Montaña de la Universidad de Valladolid
Del 29 de enero al 3 de marzo de 2018 martes a viernes, de 10 a 14 y de 16 a 18 horas, sábados de 11 a 13 horas MUVa | Museo de la Universidad de Valladolid
GUM | Grupos Universitarios de Montaña de la Universidad de Valladolid
GUM | GRUPOS UNIVERSITARIOS DE MONTAÑA
de la Universidad de Valladolid
COLEGIO ANTONIO GARCÍA QUINTANA Plaza de España, 7 47002 Valladolid, España
GUM | GRUPOS UNIVERSITARIOS DE MONTAÑA
UNIVERSIDAD DE VALLADOLID RECTOR: Daniel Miguel San José SECRETARIA GENERAL: Cristina Pérez Barreiro VICERRECTORADO DE ESTUDIANTES Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: Felicidad Viejo Valverde DIRECTOR DEL MUVa: Daniel Villalobos Alonso EXPOSICIÓN ORGANIZA: Museo de la Universidad de Valladolid (MUVa) EXPOSICIÓN: Grupos Universitarios de Montaña DIRECCIÓN: Daniel Villalobos Alonso COORDINADOR DEL GUM y EXPOSICIÓN: Federico Mendoza Rodríguez MONTAJE: Equipo técnico del MUVa CATÁLOGO EDICIÓN: Universidad de Valladolid TEXTOS: Daniel Villalobos Alonso, Dámaso Gatón Sánchez, Francisco Fernández González,
José Antonio Fernández Flórez
FOTOGRAFÍAS: Grupos Universitarios de Montaña, Dámaso Gatón Sánchez, Mª Aránzazu Areizaga Zubillaga,
Francisco Fernández González, José Antonio Fernández Flórez, Tomás Torroba Pérez, Pedro Pablo Ibarra Mijancos, Carmen Lindo Carcaño, Federico Mendoza Rodríguez MAQUETA E IMPRESIÓN: Cargraf Impresores Cubierta: Años 2015. GUM de Valladolid. Gredos. Contracubierta: Años 70. GUM de Valladolid. Espigüete. I.S.B.N.: 978-84-8448-954-2 Depósito legal: VA-48-2018 © De los textos y fotografías, sus autores © MUVa. Universidad de Valladolid 2018 Impreso en España. Printed in Spain Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en el art. 534 bis del Código Penal vigente, podrán ser castigados con penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeran o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica en cualquier soporte electrónico, incluidas fotocopias, grabaciones u otros sistemas retribuibles de información, sin el preceptivo permiso por escrito del editor.
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Daniel Villalobos Alonso Director del Museo de la Universidad de Valladolid
“GUM 45 años. Grupos de Montaña de la Universidad de Valladolid” La misma pasión por la montaña ha mantenido unidas, cuarenta y cinco años, a varias generaciones de estudiantes de Universidad del entonces Distrito Universitario cuya sede estaba en Valladolid, incluida Burgos y el País Vasco. Desde aquel comienzo, universitarios e incluso profesores se incorporaron a los Grupos de Montaña desde las provincias que actualmente mantiene la UVa, hasta las del área geográfica de Valladolid, que incluían entre otras a Burgos y Bilbao; cuyos paisajes, desde la geografía del centro, austera y llana, se trasforman en horizontes montañosos que llegan hasta el límite del Cantábrico al norte de la Península. GUM-Bilbao (1956-1967), GUM-Valladolid fundado en 1972 y el primer período del GUM de Burgos (1979-1983), abrieron la posibilidad de despertar en cientos de jóvenes el entusiasmo por la montaña, ofreciendo experiencias vitales más allá de los adustos y académicos programas docentes, y donde en esa actividad en plena naturaleza, la colaboración es necesaria y debe ser comprometida. La presente exposición organizada por el MUVa, Museo de la Universidad de Valladolid, es el testimonio en imágenes de los cuarenta y cinco años trascurridos desde la fundación del GUMValladolid, en este ejercicio cuyo esfuerzo va más allá del deportivo −recorridos, ascensiones, escalada, espeleología o esquí−, muestra la conexión con el instinto vital del hombre que llega a adentrarse en una naturaleza inhóspita como reto, ejercicio, adiestramiento o aventura. También de unión y esfuerzo colectivo. Las fotos seleccionadas y expuestas públicamente −las cuales se reproducen en este catálogo− son su memoria ordenada cronológicamente, enlazadas con los testimonios de quienes
vivieron esas experiencias, referencias escritas donde se desgranan vivencias y recuerdos, dejando constancia de sus fundaciones: Dámaso Gatón Sánchez el GUM de Bilbao, Francisco Fernández González como fundador del de Valladolid y el correspondiente a Burgos iniciado por José Antonio Fernández Flórez. Trabajo y selección del Coordinador actual del GUM y de esta exposición, Federico Mendoza Rodríguez. También es la memoria de estos grupos de montaña y de lo que constituyó el territorio universitario en los años cuarenta cuya capital de distrito fue Valladolid, y que se extendía desde Aranda de Duero hasta el norte a través de Palencia y Burgos a Vitoria, Torrelavega, Santander, Bilbao y San Sebastián. Sus montañas, paisajes y paisanajes se fueron descubriendo en expediciones a Peña Labra, Cares, Naranjo Bulnes, Curavacas y Espigüete, Cardaño de Abajo, Torca del Carlista, Ojo Guareña… etc., incluso adentrándose fuera de este territorio hasta Pirineos y más allá como Chamonix y el Mont Blanc. La selección de fotografías mostrada ambiciona más que la simple memoria de estos años de montañismo, tras las imágenes de grupos se manifiesta este esfuerzo individual y también común, ligado siempre a lo propio de toda actividad de formación académica. Es a la vez respuesta fotográfica donde se impregna la belleza de la montaña y el esfuerzo por disfrutarla, convirtiéndose, en muchos casos, en imágenes bellas en sí mismas que traspasan el límite práctico, incluso nostálgico de ser recuerdos, para convertirse en la impresión de la belleza de la montaña y el reflejo nítido de este deporte a la postre universitario. Enero 2018
PASION POR LA MONTAÑA
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45 años del GUM (Fundado en 1972) GUM (Grupo Universitario de Montaña) Universidad de Valladolid.
Hace 45 años, cuando nació el GUM, se sentía la soledad de la montaña. Sobre todo, las rutas que conducían a las cimas de Fuentes Carrionas habían sido poco practicadas. Mucho más conocidas eran las que se internaban por los Picos de Europa y los altos valles de León, o las que alcanzaban el corazón de Gredos y cruzaban Guadarrama. Los montañeros del norte y los madrileños venían colonizando estos espacios, pero las montañas de Palencia y en buena medida las de Burgos tenían algo de territorio por descubrir. Durante estos decenios, los montañeros de Valladolid han contribuido a hacerlo, al mismo tiempo que frecuentaban las otras hermosas cordilleras. Porque la gran ventaja de esta provincia sin montañas, es que su posición permite desplazamientos fáciles y relativamente breves hacia las sierras que limitan todos los horizontes. No es que las tierras altas fueran espacios vacíos hace 45 años. Al pie de aquellas cumbres vivía entonces bastante gente. Más que hoy. Es decir, había una activa sociedad de ganaderos en pueblos nacidos en tiempos remotos al abrigo de las laderas: pueblos que olían a vaca y a humo de leña, habitados por gentes amables, curiosas, un punto socarronas. Pero el ritmo riguroso de la vida diaria no permitía a los montañeses grandes expansiones. No hay paradoja: ellos, que las tenían tan cerca, no subían a las cumbres. El
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Fig. 1
límite de sus ascensos eran las “brañas”, es decir, la altura de los pastos “de verano”. Tal vez ése sea el primer hecho de que se es consciente cuando uno se acerca a la montaña. Que entre “montañeros” y “montañeses” hay una profunda diferencia. En cambio, una buena dosis de sentimientos compartidos aproximan a unos y otros. Puede que el gusto por el aire libre sea un sentimiento primario. Pero hay otros sentimientos cuyo origen se halla en las limitaciones del propio ambiente de las montañas. Hay que adaptarse a una vida elemental, y hay que aprender a conciliar el esfuerzo físico y la economía de fuerzas. Es preciso observar la naturaleza para aprovechar sus posibilidades y para no ser sorprendidos por sus contrastes. Y hay que practicar la ayuda mutua. Para los habitantes del territorio, estas necesidades han tenido que ver con la supervivencia, mientras que para los visitantes encierran un reto personal y colectivo. Lo maravilloso es cómo se convierten en una pasión. Sin duda, se trata de una pasión compleja. Requiere tiempo, por lo común una larga jornada, transida de ejercicio y de fatiga, de palabras y de ensimismamiento, de imágenes y de gestos compartidos. Como se realiza en grupo, exige cierta disciplina a los participantes y les solicita colaborar, entenderse y ser solidarios, aprender y enseñar. Cada recorrido, condicionado por el ritmo de las estaciones y por quienes acuden, es distinto de sí mismo y de los otros. Eso le proporciona cierta dosis de intriga: algo que oscila entre los imprevistos que necesitan resolverse de inmediato, y la anécdota que provoca la risa y la sorpresa. Pues en realidad, las actividades del GUM se resumen en una dilatada colección de vivencias. Siempre han servido para estimular las relaciones entre estudiantes de las diversas carreras de la Universidad y de las promociones de cada una: de suerte que su esencia deportiva se ha desplegado a través de las múltiples aficiones e intereses
que se trasmiten del modo más sencillo entre quienes se reúnen por el gusto común de la montaña, y que ésta misma trasmite -la flora, la fauna, las piedras y los cielos. Del mismo modo, las actividades contribuyen a que muchos de los universitarios de otras latitudes que participan en los programas internacionales conozcan nuestro país y sus ambientes. ¿Qué añadir? De la intensidad de la pasión siguen dando fe los veteranos. GUM (Grupo Universitario de Montaña)
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Fig. 2
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GUM | BILBAO
(1956-1967) Dámaso Gatón Sánchez Fundador del GUM de Bilbao
Los Grupos Universitarios de Montaña a nivel nacional se crearon en septiembre de 1955, pues ya funcionaban en varios Distritos Universitarios que habían comenzado a practicar todos los deportes de montaña. En el curso 1951-52 ya existía el GUM en Madrid. Las Universidades de Barcelona y Granada-Málaga fueron otros de los pioneros, estos últimos principalmente orientados hacia la espeleología. En el Distrito Universitario de Valladolid el primer Grupo que se fundó fue el de Bilbao en febrero de 1956, aunque el número de estudios y de alumnos universitarios era relativamente pequeño. En Valladolid pese a ser mucho más importante universitariamente hablando no se creó el GUM local hasta el año 1972. En Bilbao, nos cedieron un cuarto para que nos reuniéramos y comenzamos a desarrollar las actividades que queríamos sin tener medios y tratábamos de arreglárnoslas para suplir con imaginación nuestras carencias. Teníamos problemas de transporte, material, equipo personal y dinero, sobre todo de eso. Éramos un grupo de jóvenes estudiantes (de 17 a 25 años) con una ilusión y vitalidad sin la cual hubiera sido imposible seguir hacia adelante. Yo diría que éramos un grupo de amigos unidos por esa relación especial de compañerismo y lazos que solo produce el compartir la “Montaña“, y fuimos practicando todas las ramas que podíamos de este deporte
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Lo más importante del equipo era una escala de acero y aluminio que adquirimos con mucho esfuerzo, las cuerdas gruesas, los cordinos más finos de esparto trenzado (no se conocía el naylon) y los mosquetones, clavijas y mazas. El alumbrado era diverso, es decir, lámparas de carburo llevadas a mano, linternas con siete horas de autonomía que se reservaban para los sitios estrechos o problemáticos como pasar un sifón, o una versión nuestra adaptando el foco de la linterna a nuestra cabeza con unos cables y el hilo conductor bajando hasta un bolsillo en el pecho donde llevábamos una pila de petaca; y por último la solución de emergencia velas y cerillas. Fig. 3
(Travesías, Ascensiones a cumbres, Escalada, Escalada en hielo, Espeleología y Esquí). *En la especialidad de espeleología fue donde más ingenio tuvimos que aportar, pues la practicábamos pocos, con lo que de entrada el medio de transporte ya era en sí un problema, y que si no había tren o autobús de línea próximo a nuestro destino lo solucionábamos alquilando una DKV en la que nos amontonábamos los 4 ó 7 que hacíamos esa salida con el material que lleváramos, escondidos pues solo se permitía llevar un conductor y dos acompañantes. El equipo era de lo más rudimentario, el calzado eran botas y si había agua en cierta magnitud, es decir profundidad, nos las quitábamos y caminábamos con alpargatas de suela gruesa de esparto, que después de ese día se tiraban. La brújula, si la cueva era complicada y retorcida con muchas galerías no servía para nada y como no hacíamos marcas orientativas en las paredes pues lo suplíamos con unos carretes de hilo de algodón, cuyo hilo íbamos atando de grieta en grieta, de estalactita en estalactita, siguiendo el mismo camino por el que íbamos avanzando, con lo que igual que Garbancito sabíamos volver por el “bosque“ de la cueva.
Las fotos las hacíamos con un flash que nos inventamos con una tira de celuloide de un cacho de película de cine y un montón de polvos de magnesio, en un extremo de la tira y que prendíamos por el otro, lo que permitía teniendo el objetivo de la cámara abierto ponernos todos delante de la misma o hacer fotos en medio de la oscuridad. Los sifones los pasábamos a pulmón libre y en traje de baño, si bien eran siempre pequeños, y las mochilas y el resto del material envuelto en un plástico, como si fuera una bolsa gigante, y bien atado para que no le entrase agua. En los casos en donde la cueva tenía simas o pozos verticales, no superiores a 20 metros, inventamos un sistema de comunicación para poder hablarnos basado en las pastillas de los teléfonos, micrófonos y altavoces, forradas de un plástico fino para que no se estropearan atadas en el pecho cerca de la boca y oídos, y unidos con un cable eléctrico a unas pilas de linternas. Las pastillas las desmontábamos de los teléfonos de las oficinas del SEU los sábados y debíamos volver a montarlas el domingo por la noche.
Ello dio un resultado magnífico en la “Torca del Carlista“ en el Valle de Carranza (Vizcaya), que es una sima de 150 metros de caída libre, cuyo tubo, a los 100 metros
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se abre en una gran cámara de 200 metros de ancho por 500 de largo, y que en un lateral se prolonga en una galería ya de dimensiones normales todo ello dentro de una montaña de caliza artificial. Para esta exploración debimos unir nuestras fuerzas, materiales y equipo entre los GUM de Madrid, Málaga y Bilbao, porque los más de 350 metros de cuerda necesarios no los teníamos ninguno individualmente. El trabajo se llevó de la siguiente forma: Se montó un torno de madera en el que iban enrollados unos 200 metros de cuerda, de los que pendían los 20 metros de escala de cable de acero y peldaños o barrotes de aluminio, que teníamos nosotros, y en paralelo a ellos la parte final de la cuerda. Por ello fue muy importante el sistema de comunicación que inventamos, pues el que estaba bajando estaba en contacto continuo con la superficie y cuando ya estuvo alguno en el suelo de la cueva, se podía hablar desde la superficie con el interior. En esta aventura se batió el record de permanencia en sima y se igualó la segunda marca española de descenso en vertical, ya que el esfuerzo de bajar obligaba a los que lo hubieran hecho permanecer varios días dentro, colaborando en los trabajos que se hacían: levantamiento topográfico, tomar muestras,… y volvían a subir en el orden que bajaron, salvo el primero que bajó, que salió el último y que fue el que batió el record de permanencia. Fue a finales de octubre del año 1958 y si mal no recuerdo salió publicado en un periódico de Bilbao que se llamaba “Hierro“, y en otro más conocido “El Correo Español - El Pueblo Vasco” y hasta el “NODO” informó de la exploración.
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Otro trabajo importante que se realizó fue el levantamiento topográfico del nudo central de la cueva de “Ojo Guareña“, en Burgos, realizado por nuestro equipo durante el tercer campamento internacional de espeleología que se realizó en dicha cueva. Por descontado de las cuevas que visitamos hicimos planos y un informe de todo lo que vimos, que supongo ya se habrán perdido. *El esquí lo practicábamos de noviembre a abril que es cuando había nieve en Espinosa de los Monteros, con los puertos de La Sía y Lunada, íbamos en el tren desde Bilbao por la línea de la Robla. En una reunión de esas diarias decidimos jugárnosla, y contratamos un autobús para el GUM. La segunda semana llenamos dos autobuses y a la tercera siete. Una mejora que implantamos fue el servicio de coca-colas fresco. Los domingos cuando íbamos a salir venía un camión del servicio de promoción de dicha marca y nos dejaba tres o cuatro cajas de botellines por autobús de dicha marca con hielo por encima, y al volver descargábamos lo sobrante en la oficina y hacíamos cuentas. Una mención merece también el baile nocturno. Cuando ya anocheciendo, volvíamos de esquiar a donde nos hubiera dejado el autobús, que a veces era bastante lejos de las pistas, por llamarlas de alguna manera, hasta Espinosa de los Monteros; teníamos que hacer una parada técnica para que las mozas pudieran ir a hacer “pipi” ya que con el vestuario de esquí de antes era muy laborioso desvestirse para ellas y a veces helador. Aprovechando esa parada, y ya que en la plaza del pueblo había baile público puesto por el municipio, con nuestras pesadas botas echábamos unos bailes con
aquellas compañeras que preferían bailar a otra cosa. Era un cuarto de hora alegre y mágico. En Semana Santa, con la experiencia cogida con los autobuses y en combinación con el GUM de Madrid y sus veteranos, en el año 1958, organizamos un curso de esquí en Navacerrada, que repetiríamos al año siguiente y a partir de 1960 en Candanchú. En cuanto a los cursos en sí, eran para el que se lo tomaba en serio agotadores, pues subíamos a la Bola de Mundo en el único telesilla que había entonces esquiábamos por la cara norte en la pista que llamaban antes “El Noruego“, todo el día, sin remontes y únicamente al final bajábamos esquiando o como pudiéramos al puerto y a los albergues. Durante la semana preparábamos lo que íbamos a hacer ese fin de semana en la oficina del GUM, veíamos planos, sistemas de trasporte, materiales necesarios, quien iba a participar, información del lugar, dificultades, todo ello de acuerdo con nuestra mentalidad un poco cuadrada y meticulosa debido a las carreras técnicas que estábamos estudiando la mayor parte de los que nos reuníamos. Lo mismo que al lunes siguiente hacíamos un informe de lo realizado, dibujando planos si fuera necesario. En general, las pocas veces que tuvimos que dormir en tiendas en las diversas salidas fue fatal pues no estaban acondicionadas, no teníamos sacos de dormir y solo con mantas era casi como hacer vivac, alguno llegó a coser los dos lados de una manta a lo largo para hacerse un saco. Lo importante era que lo compartíamos todo y había una amistad, un compañerismo y una alegría, que no se encuentra por ahí.
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Fundado en 1972 Francisco Fernández González Fundador del GUM de Valladolid
Hace 45 años dos estudiantes de la Universidad de Valladolid decidieron compartir su entusiasmo por la montaña con un grupo de amigos y compañeros a los que convencieron de la belleza del montañismo. Así nació el Grupo Universitario de Montaña de la Universidad de Valladolid. Muchos de estos primeros integrantes del grupo no habían salido nunca a la montaña y hubo que instruirlos en las precauciones mínimas, el equipo necesario y el ánimo con el que había que enfrentar estas salidas. Las condiciones de las carreteras y de los autobuses no eran las mismas que las de ahora y era necesario salir a las 5 de la mañana si se quería aprovechar la luz del día. La primera salida a la Sierra de Gredos fue un pequeño fracaso, en parte por la climatología y en parte por la bisoñez de los participantes, no se consiguió pasar de los Barrerones; pero el gusanillo ya había prendido en el grupo y rápidamente se apuntaron a otra salida. Esta vez el objetivo fue el Morezón. La ‘conquista’ de la cima se celebró como si se tratase de un ochomil. A partir de entonces el boca a boca fue haciendo crecer al grupo, llenando rápidamente el autobús de que se disponía y se siguieron haciendo modestas ascensiones a la Mira, al Curavacas, el Espigüete (este último se convirtió en un clásico abriendo con los años miembros del grupo diversas variantes de vías existentes), los montes del norte de la provincia de Palencia, etc… En ese primer año no todo fue fácil y a veces te encontrabas con que el autobús te dejaba a 11 km del objetivo (como por
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ejemplo en Los Lagos de Covadonga) o que el refugio donde esperabas pasar la noche estaba cerrado y tenías que arreglarte para dormir en una leñera; pero el entusiasmo ya había surgido y no se desaprovechaba fin de semana, puente o vacaciones para planear una salida. Nadie podía adivinar que lo que empezó siendo una aventura de un grupo de estudiantes perdurase durante 45 años. En estos años ha habido muchas historias que contar, y algún día habrá que hacerlo,… se forjaron grandes amistades, se consolidaron parejas y sobre todo se posibilitó que generaciones y generaciones de estudiantes conociesen el mundo de la montaña. Esta exposición de fotos es una muestra de todas estas andanzas en donde se reflejan momentos irrepetibles de grupos de jóvenes distintos y diversos pero a los que unía una cosa: “su amor por la montaña”.
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GUM | BURGOS
Notas sobre el GUM de Burgos, en su etapa inicial (1979-1983) José Antonio Fernández Flórez Fundador del GUM de Burgos
En su “Historia del Colegio Universitario de Burgos”1, el Prof. Dr. Alberto C. Ibáñez Pérez escribió lo siguiente: “El montañismo se hizo más de montaña cuando llegó al CUA [Colegio Universitario Adscrito] el prof. José Antonio Fernández Flórez. Durante los tres últimos años de adscripción el Club de Montaña, excepto escalada en sentido estricto, practicó el más genuino deporte de montaña. Las cimas del Norte de la provincia de Palencia fueron los destinos preferidos durante muchos fines de Semana. Varias veces nuestros profesores y alumnos llegaron a las cimas del Curavacas, Peña Prieta, Espigüete, Peña Labra... Nota destacable es que, nunca, nunca, nadie tuvo un accidente ni grave, ni siquiera menos grave, aunque al recordar los relatos hechos entonces y las reviviscencias actuales se acaba pensando que todos deben el feliz éxito a sus expertos y responsables, la Dra. Caballero Sahelices y el Dr. Fernández Flórez y, en alguna que otra ocasión, a la inspiración y asistencia de un buen Ángel de la Guarda”2. Las palabras del Dr. Ibáñez Pérez (q.e.p.d.), por entonces Secretario General del CUA, constituyen una Publicada en el libro del que dicho autor fue coordinador (Alberto C. Ibáñez Pérez, La Universidad de Burgos. Historia de un largo camino, Ed. Universidad de Burgos y Caja Círculo, Burgos, 2004, pp. 325-416) 2 Ibáñez Pérez, ob. cit., p. 406. 1
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primera referencia, aunque un tanto velada, a la puesta en marcha del GUM de Burgos en el seno de dicho centro universitario. En efecto, cuando Fernández Flórez se incorporó como profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de Valladolid, en su Extensión del Colegio Universitario de Burgos, se decidió a implantar el mencionado GUM a lo largo del Curso académico 1978-1979. No en vano, dicho profesor había venido formando parte del GUM de Valladolid (desde el año 1976) y las gratísimas experiencias vividas en las numerosas “salidas” llevadas a cabo (normalmente una a la semana, durante el curso académico) le llevaron a impulsar la creación de un Grupo de montaña en Burgos; pues, además, el Colegio Universitario de Burgos, primero como Adscrito (CUA) y después como integrado (CUI), pertenecía a la Universidad de Valladolid. Es cierto que la mencionada profesora Concesa Caballero, durante varios años (1972-1977) “organizó y dirigió marchas, caminatas, andaduras, acampadas por los más variados lugares de la provincia de Burgos y limítrofes de Palencia y Soria, con unas características que hoy se incluirían más en el llamado senderismo y marcha que en el montañismo propiamente dicho”3. Con ese tipo de actividades se había sembrado una semilla que muy pronto dio un fruto granado y espléndido. Así, en la primavera del año 1979, tuvo lugar la primera experiencia montañera del que, por entonces, se estaba constituyendo como GUM de Burgos. El destino (asequible) que esperaba a las siete personas que, desplazándose en dos coches particulares, llegaron a hollar su cumbre, con todo el respeto y satisfacción, se llamaba Peña Labra; destino que sería visitado con asiduidad, juntamente con el Pico Tres Mares, en años posteriores. 3
Íd., ob. cit., p. 406.
Los comentarios por los pasillos del CUA, sobre la primera “expedición” al Peña Labra, despertaron un interés cada vez más creciente por ese tipo de actividades y muy poco después, todavía en coches particulares, se llevó a cabo un recorrido por el Cares, con subida final a Bulnes para avistar el Naranjo. Mientras tanto, se comenzó a tramitar la constitución formal del “Grupo Universitario de Montaña de Burgos” (GUM BU), con el fin de que sus actividades tuvieran una cobertura legal, especialmente en el caso de algún hipotético y serio accidente que, afortunadamente, nunca llegó a producirse. Así el GUM de Burgos pasó a quedar inserto en la Federación Española de Montañismo, a través de la Federación Castellana, y se expidieron las correspondientes tarjetas acreditativas a los miembros que las demandaron, que iban acompañadas por los respectivos cupones anuales vinculados con la mencionada licencia federativa. Con todo ello en marcha, se comenzaron a programar, a lo largo del resto del año 1979 y con una periodicidad quincenal, diversos desplazamientos en autocar a cumbres tan emblemáticas de la montaña Palentina como el Curavacas o el Espigüete. Se produjo la grata circunstancia de que la ascensión al Curavacas (del año 1979) se llevó a cabo de forma conjunta y coordinada con el GUM de Valladolid. Este pico sería objeto de asiduas visitas en los años siguientes. Lo mismo ocurrió en el caso del Espigüete, que siempre tuvo un especial atractivo para el GUM BU, especialmente cuando, con posterioridad a una de las ascensiones y tras haber estado arropados por la niebla y la noche, se concluyó el descenso en Cardaño de Abajo a las 11 de
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la noche. Al margen de las clases, en la mañana del día siguiente no se habló de otra cosa en el CUA. Resultado: en las siguientes “salidas”, el autobús se llenó. El año 1981 permitió a los montañeros del GUM contemplar nuevos horizontes (además de reiterar casi todos los ya mencionados). Tal fue el caso de Peña Amaya y Picos de Urbión, el San Millán o, finalmente, el pequeño guiño a los Pirineos. En efecto, en el verano de 1981 y de nuevo mediante el recurso a los coches particulares, el parque de Ordesa, la acampada junto al refugio de Góriz, la gruta helada de Casteret, la brecha de Rolando y la cumbre del Monte Perdido fueron los determinantes de haber podido disfrutar de unos espléndidos días de alta montaña. En el 1982, el GUM BU volvió a su hábitat más natural y frecuentado, la montaña Palentina, recorriendo con un numeroso grupo de incondicionales uno más de sus magníficos ejemplos: las Agujas de Cardaño. Pero ese mismo año 1982 fue testigo de otras dos actividades montañeras dignas de ser destacadas. La primera de ellas llenó las plazas de un autobús y las de dos o tres coches particulares y llevó a ubicar en dos campamentos (uno en un prado de Cordiñanes y otro en Áliva, en las proximidades del Chalet Real) a un elevado número de entusiastas montañeros del GUM BU, que además de los habituales recorridos por las respectivas zonas (río Cares, o Cabaña Verónica y Horcados Rojos), aún tuvieron tiempo para disputar un enconado partido de fútbol ¡con botas de montaña!. El verano académico de ese mismo 1982 permitió un nuevo desplazamiento, asimismo en vehículos particulares, a la zona pirenaica de Eriste-Estós. La montaña seguía siendo, fuera de las obligaciones inherentes a los respectivos períodos lectivos y de las contingencias
propias de cada persona, el mejor y más cautivador objetivo para todos los integrantes del grupo. Pero, se imponía vislumbrar y tomar el pulso a las montañas de más allá de los Pirineos. Chamonix y el Mont Blanc nos esperaban. Además, estaba la contrarreloj “MorzineAvoriaz” del Tour 1983 y por allí andaban Ángel Arroyo y Pedro Delgado... La subida a Tete Rousse, al refugio del Goûter y final en el refugio Vallot; ante la imposibilidad, por la niebla y la ventisca (¡a finales de julio!), de llegar a la cumbre del Mont Blanc. El descenso, atravesando el glaciar y sus grietas, hasta llegar a la Aiguille du Midi y tomar su teleférico para Chamonix. ¡Inenarrable!. Ahí siguen todas esas cautivadoras montañas, recorridas con pasión e ilusión, entre 1979 y 1983, por todos los miembros del GUM BURGOS, y antes y después y siempre, con ellos y con todos los integrantes del GUM VALLADOLID, una maravillosa muestra del vivir y del soñar. Valladolid, el día de la lotería de Navidad, anno Domini, MMXVII.
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ÍNDICE FOTOGRÁFICO
FOTOGRAFÍAS Fig. 1 Atlas Geográfico Universal “Salinas”, Madrid 1969. Fig. 2 Años 50. GUM de Bilbao. Fig. 3 Años 50. GUM de Bilbao. Fig. 4 Años 50. GUM de Bilbao. Fig. 5 Años 50. GUM de Bilbao. Fig. 6 Años 70. GUM de Valladolid. Fig. 7 Años 70. GUM de Valladolid. Gredos. Fig. 8 Años 70. GUM de Valladolid. Fundadores. Fig. 9 Años 70. GUM de Valladolid. Fig. 10 Años 70. GUM de Valladolid. Fig. 11 Años 70. GUM de Valladolid. Fig. 12 Años 70. GUM de Valladolid. Espigüete. Fig. 13 Años 70. GUM de Valladolid. Mirador del Pombo. Fig. 14 Años 70. GUM de Valladolid. Espigüete. Fig. 15 Años 70. GUM de Valladolid. Curavacas. Fig. 16 Años 70. GUM de Valladolid. Aneto. Fig. 17 Años 70. GUM de Valladolid. Peña Santa. Fig. 18 Años 70. GUM de Valladolid. Torre Cerredo. Fig. 19 Años 70. GUM de Valladolid. Espigüete. Fig. 20 Años 70. GUM de Valladolid. Escalada en Gredos.. Fig. 21 Años 70. GUM de Valladolid. Torre Bermeja. Fig. 22 Años 70. GUM de Valladolid. Gredos. Fig. 23 Años 70. GUM de Valladolid. Laguna Negra.
Fig. 24 Años 70. GUM de Valladolid. Gredos. Fig. 25 Años 70. GUM de Valladolid. Naranjo de Bulnes. Fig. 26 Años 70. GUM de Valladolid. Aneto. Fig. 27 Años 80. GUM de Valladolid. Alpes. Fig. 28 Años 70. GUM de Valladolid. Alpes. Fig. 29 Año 2007. GUM de Valladolid. Peña Ubiña. Fig. 30 Año 2000. Veteranos del GUM de Valladolid. Fig. 31 Año 2008. GUM de Valladolid. Picos de Europa. Fig. 32 Año 2011. GUM de Valladolid. Alto Candina. Fig. 33 Año 2010. GUM de Valladolid. Toubkal. Fig. 34 Año 2011. GUM de Valladolid. Picos de Europa. Fig. 35 Año 2009. GUM de Valladolid. Naranjo de Bulnes. Fig. 36 Año 2015. GUM de Valladolid. Gredos. Fig. 37 Años 80. GUM de Burgos. Fig. 38 Años 80. GUM de Burgos. Fig. 39 Años 80. GUM de Burgos. Fig. 40 Años 80. GUM de Burgos. Fig. 41 Viñeta J. M. Nieto.
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Del 29 de enero al 3 de marzo de 2018 martes a viernes, de 10 a 14 y de 16 a 18 horas, sábados de 11 a 13 horas MUVa | Museo de la Universidad de Valladolid
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