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David Lynch

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Kadavar

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16 Cine de Culto:

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Datos Curiosos . Los dientes de Beetlejuice son realmente los dientes de Michael Keaton. El hombre llevaba fundas por aquel entonces para corregirlos. . La película fue un tremendo éxito recaudando sólo en Estados Unidos 73 millones de dólares. Antes de hacer la película, Winona Ryder no quería hacer el papel ya que pensaba que se trataba de una historia demasiado “satánica”. . Beetlejuice tuvo una serie de dibujos al año de estrenarse. Emitida por la ABC hasta 1991, la serie tuvo 109 capítulos que mantuvieron la esencia del personaje de Burton. . Tras su estreno también pasó por el mundo de los videojuegos con varias producciones para la Nintendo Entertainment System. . Beetlejuice es en verdad Betelgeuse, ese es su verdadero nombre si lo vemos pronunciado en el lme. Lo que ocurre es que por comodidad de pronunciación y fonética de la lengua inglesa se cambió. De entre las escenas, memorable fue el baile con el tema Banana Boat interpretado...

. Otro guiño a Pesadilla antes de Navidad. La serpiente o gusano que sale en el desierto y que engulle a Beetlejuice aparece en la obra animada.

Original y tremendamente divertida. Quizá estos sean los dos adjetivos que mejor le van a la película que salió del genio (sobre todo en su primera etapa) de Tim Burton. Posiblemente el personaje más escatológico, absurdo y genial de cuantos creó, una recreación alucinada del mundo de los muertos a través del incomparable Beetlejuice.

Se trataba del segundo largometraje de Burton tras Pee-wee´s big adventure. Para ello contaba Burton que pretendía llevar una historia fresca e innovadora a la gran pantalla, algo con lo que se pudiera sentir a gusto. No fue así y desde ese primer largo en 1985 pasaron muchos meses donde lo único que le llegaban eran guiones de comedias ridículas.

Hasta que llegó Beetlejuice. A Burton no sólo le gustaba la idea del personaje y el mundo que recreaba sino que le daba pie a construir a partir de los primeros escritos. Rienda suelta para la etapa de oro de un director que comenzaba a mostrar el imaginativo universo que tenía en la cabeza.

Tras Beetlejuice llegaría, Edward Scissorhands o la recreación de “su” Gotham en Batman, pero el “exorcista de los vivos” sería el punto de infl exión en su fi lmografía, se trataba de la confi rmación de un genio que había parido el sólo los cortos Vincent y Frankenweenie. La música de Elfman, el mejor Michael Keaton que recuerde y unos efectos especiales “únicos” (tan desfasados que resultan brillantes), crearon un universo propio a fi nales de la década de los 80. La película se estrenó en 1988. Hace 23 años, más de dos décadas desde que el joven dibujante de Disney se descubriera como uno de los grandes autores del celuloide.

Con un universo personal Burton comenzaba así una de las obras más recordadas del director...

David Lynch y el Espectador que Tiembla ante su

Refl ejo (primera de dos partes)

Por: Rocío Flores Rodríguez

Aventurarse en los proyectos fílmicos de David Lynch es llegar con los ojos vendados a un mundo de inconsistencia bizarra. Entre los primeros trabajos del director se cuentan las películas Eraserhead (1977) y The Elephant Man (1980), las dos fi lmadas en blanco y negro pero involucradas en un colorido matiz de emociones, disímiles aunque de arrogancia igualitaria. También entre su trabajo se cuenta la serie de televisión -ahora en su tercera temporada después de 25 años- Twin Peaks. Hasta llegar a materiales disyuntivos y mayormente conocidos como Blue Velvet (1986), Lost Highway (1997) y Mulholland Drive (2001), las tres similares en su sistema de ambición rudimentaria y protagonistas del deseo. El producto de su trabajo es la epítome del ego personal por su lado oscuro más no por la evidencia clara. Ahí se refl ejan todas las posibilidades para crear a partir del yo, herramienta necesaria para retransmitir los sentimientos de funcionalidad y disfuncionalidad. Los incautos pensarán que Lynch es una broma de mal gusto, un tipo aporreado por la vida, quien no tiene nada mejor por hacer que inventarse mundos de gloria depresiva, escenarios oscuros que sólo él entiende y quienes lo acompañan en su tragicomedia de telenovela ambigua. Quienes se regocijan en la diversidad fílmica entonces dirán que entienden al director de principio a fi n. Aunque ninguno de los casos es totalmente acertado, ya que el primero se revela neófi to por naturaleza, escondido en la comodidad de la ignorancia, y el segundo, lleva por encima una animadversión fl amante del snob cuadriculado.

Pero existe otro tipo de espectador, el que alude a su faceta permanente de geek, y entrevera todo artículo y revisión existente relativa a los pasos precisos del director. No juzgamos sino esclarecemos personalidades distintas. David Lynch no es un bocadillo fácil, su trabajo está siempre para provocar conciencias; va de un personaje a otro y de una historia a otra sin previo aviso. Es inquietante, terrorífi co, llega a lo más profundo del alma y se complace en presentarlo ante nuestros ojos, ya sea desde la realidad común hasta lo onírico pretencioso. Buscarle pies y cabeza es asunto de locos, fórmula experimental aparentemente sin estructura, llamados motivos Lyncheanos. Un elemento importante es la música, David Lynch es músico y es de los pocos artistas que se pueden dar el lujo de tener a Nine Inch Nails, The Cactus Blossoms y Chromatics en una serie. Es como un punto de expectación. Cuando nos sentamos a ver Twin Peaks sabemos que en algún momento, por lo general al final ya para llegar a los créditos, un grupo o cantante nos deleitará con el color de su presencia aparentemente inocente. El espectador es quien tiembla ante la fortuna asertiva del diálogo de construido del artista. No hay forma de doblegarse sin llegar a convertirte en fan, en un cuasi acosador de su trabajo, espejo que transita. No hay fórmula que te ayude una vez que empiezas esta faceta. La personalidad del espectador crece y se transforma de un ente pasivo a uno que participa en un viaje de actividad alternativa. Es una experiencia subjetiva, un declive surrealista que te lleva de la mano a lo desconocido. Hay quienes buscan linealidad, pero también quienes prefi eren del elemento sorpresa. Lynch defi nitivamente es portador de lo segundo porque lo mismo va de lo narrativo a lo metafísico y de la pasividad al sueño con detalles de pesadilla inmediata.

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