MANUEL CALVO HERNANDO
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La edad del asombro Para acercar la ciencia al público es útil presentar al investigador en toda su profundidad humana, con sus temores y zozobras, sus aciertos y sus errores, sus éxitos y sus fracasos, y sobre todo, con aquellos rasgos de su carácter, de su biografía o de sus costumbres que le franqueen el paso a quienes están escasamente sensibilizados por la ciencia.
uando la ciencia se ha convertido en noticia y los descubrimientos forman parte de la historia, es interesante destacar los aspectos humanos del investigador científico. Los progresos y las conquistas interesarán más al público no especializado si se le cuenta cómo el profesor Waksman, descubridor de la estreptomicina, pudo haberse hecho millonario, pero prefirió ceder todos sus derechos a la Universidad de Rutgers (EE.UU.); cómo Edison, que ha pasado a la historia como inventor del fonógrafo, creó además cerca de 1.500 patentes diversas, y trabajó sin descanso hasta su muerte; y el caso de Morse, que debe su notoriedad mundial a la invención del telégrafo eléctrico, pero que consagró la mitad de su vida a la pintura y en su tiempo fue conocido, sobre todo, como retratista. Charles Darwin ha pasado a la historia de la ciencia por su teoría de la evolución y su trabajo "Sobre el origen de las especies". El resonante alcance de sus ideas, todavía debatidas hoy en ciertos círculos, oscureció sus contribuciones a otros campos de la ciencia. La primera teoría científica de Darwin fue geológica, relacionada con la naturaleza y la formación de los arrecifes de coral. Su último libro, publicado un año antes de su muerte, trataba de las lombrices de tierra y de su acción sobre el suelo. Marconi, a quien se debe lo que entonces se llamó telegrafía sin hilos, y cuyo nombre utilizó McLuhan para bautizar a la nueva galaxia, frente a la amparada por el nombre de Gutenberg, montó en el desván de su casa un pequeño laboratorio con empréstitos de la bolsa materna. Niels Bohr, creador del modelo de átomo que lleva su nombre, no sólo fue una figura gigantesca de la física contemporánea, sino un hombre bueno que durante la Segunda Guerra Mundial ayudó a los científicos alemanes perseguidos por los nazis. Max Planck, uno de los científicos más geniales de nuestro tiempo, escaló el "Junfrau" cuando tenía 72 años. Y Erasmo, a pesar de su apariencia débil, era un trabajador infatigable y un viajero intrépido. Pedro y María Curie vivieron heroica y apasionadamente entregados a la ciencia. Para mostrar a los escépticos el polonio y el radio, y para probar la existencia de los dos nuevos elementos, el matrimonio Curie -el nombre de soltera de ella era María Sklodowska-, lucharon durante cuatro años en una casilla de madera en el patio de la escuela de física de París. "No teníamos dinero, ni laboratorio, ni ayuda de MANUEL CALVO HERNANDO, español. Presidente de la Asociación Iberoamericana de Periodismo Científico. Esta nota se publicó originalmente, en Madrid, en el número 12 de la revista Estratos.
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ECOCRISIS Y PERIODISMO ninguna especie para llevar a cabo una tarea tan importante y difícil como aquella". ¿Hemos pensado alguna vez en el Newton niño? John Maynard Keynes, que tuvo acceso a la caja donde el propio sabio guardó sus documentos en 1696, escribió, en su libro Newton, the Man: "Nada tan encantador como los relatos de sus invenciones mecánicas, cuando era niño". Su don peculiar -añade Keynes- fue la capacidad para concentrarse en un problema estrictamente mental hasta comprenderlo. "Yo creo que Newton podía retener mentalmente un problema durante horas, días y semanas, hasta que éste le entregaba su secreto". En cuanto a esto último debe citarse también el caso de Max Born, galardonado en 1954 con el Premio Nobel de Física "no por el descubrimiento de un nuevo fenómeno natural, sino por la motivación de una nueva forma de pensar sobre fenómenos naturales".
Pobreza y problemas Los casos de pobreza, dificultades y problemas de los científicos jalonan la historia de la ciencia. Johannes Kepler erró por Alemania y Austria en busca de dinero, tuvo que defender a su madre en procesos de brujería y había de aceptar todo tipo de ocupaciones que completasen sus ingresos. Así, inventó, para desgracia de los negociantes de vinos de entonces, el procedimiento para inferir el volumen del líquido, teniendo en cuenta la forma de la barrica. En relación con los enemigos de sus teorías dijo: "Perfectamente puedo esperar un siglo, puesto que Dios tuvo que esperar durante milenios a un descubridor".
Tabúes ideológicos y religiosos
Edward Frankland, que descubrió los compuestos organometálicos y formuló la teoría de la valencia química, fue! elegido miembro de la Royal Society, de Londres, cuando sólo ] tenía 28 años, en 1853. El físico japonés Yukawa, que contribuyó decisivamente al desarrollo de la física teórica, apenas' contaba 28 años cuando hizo públicas las ideas que luego le 1 valdrían el Premio Nobel. Justus von Liebig, a quien se le deben I aportaciones tan decisivas como el cloroformo, la levadura y el I plateado del vidrio, y a quien se ha llamado "padre del labóralo- I rio químico", fue nombrado catedrático de química en la I Universidad de Bieben al cumplir los 21 años. Einstein tenía 26 años en 1905 cuando describió la teoría especial de la relatividad, demostró la equivalencia entre masa y energía, la teoría del movimiento browniano y el fundamento de la teoría fotónica de la luz. Lord Rutherford tenía 27 años y era ya profesor en la Universidad Mcgill, en Montreal, cuando, junto con Frederick Soddy, de sólo 22 años, elaboró efectivamente la teoría moderna de la radiactividad. Rutherford sostenía que hay entre los científicos una "edad de la yesca y del pedernal" en la que hacen chispear las innovaciones, y que cuando pasan de esa edad deben resignarse a ser los eruditos de su disciplina, los directores de investigación o los transmisores del conocimiento. Pero una cosa es la chispa y otra la tarea perseverante y eficaz, que para los científicos dura toda la vida. El químico francés Michel Eugéne Chereul, que aportó descubrimientos muy notables a la química orgánica, todavía editaba un trabajo poco antes de cumplir los 102 años. El primero lo había publicado 82 años antes. *
Los paleontólogos quizás han sido, por lo menos en nuestro tiempo, quienes han tenido que habérselas con tabúes ideológicos y religiosos, y hasta se han visto obligados a derribar por completo edificios cosmológicos y a levantar en su lugar nuevas concepciones del mundo que parecían encontrarse en flagrante contradicción con dogmas y tradiciones. Más de un investigador en esta disciplina ha tenido que debatirse, a lo largo de toda su vida, no sólo contra sus opositores en el campo de la ciencia, sino también contra filósofos y teólogos. Pero lo más singular de todo es que el considerado como fundador de la paleontología tiene en Roma un proceso pendiente, y no de condena, sino de canonización. Se trata del médico y naturalista danés Niels Stensen, que en la historia natural y en la de la Iglesia lleva el nombre de Nicolás Stenon.
La edad de la yesca y del pedernal Y habría que recordar también algo sumamente entrañable y periodístico, la escasa edad de grandes científicos que han realizado descubrimientos decisivos para la humanidad. Kepler tenía 24 años cuando propuso la teoría que dio origen a la cosmología moderna. Isaac Newton tenía esta misma edad cuando comparó la fuerza necesaria para mantener a la Luna en su órbita con la fuerza de la gravedad en la superficie de la Tierra. "Yo estaba en la flor de la vida", ha contado. También Maxwell tenía este número mágico de 24 años cuando hizo su primera contribución importante a la teoría ondulatoria electromagnética. Lavoisier no llegaba a los 30 cuando demolió la teoría del flogistón. Dalton había llegado a la venerable edad de 40 años cuando creó su teoría atómica de la química.
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Dr. Einstein