Efraím Vol 3

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EFRAIM medina

CUENTOS Y OTRAS BASURAS VOL 3


La mujer tiene un sexo más complejo y la funcionabilidad es distinta en cada una de ellas. No lo digo conceptualmente, en este caso específico estoy hablando de bio-mecánica


efraim medina

El tamaĂąo sĂ­ importa


INDICE


LAS NORUEGAS PIDEN DEMASIADO Breve historia: Conocí a una tipa que soñaba, igual que yo, con Parte I 1 Tenía necesidad de narrar mi precaria y vertiginosa vida que no cabía en ese pomposo ataúd llamado literatura. Estoy hecho de pedazos al igual que mis novelas y trato de armar el estúpido rompecabezas para saber quién rayos soy. Me importa un pito que un saco de mocos como Isabel Allende o un gurú light como Paulo Cohelo vendan millones. Cada quien se ablanda la mente y el trasero como mejor le place. Mi único objetivo es nunca escribir tan mal como para merecer el Premio Planeta de Novela. 2 Nuestras oportunidades se pierden porque el entrenamiento empieza con el primer suspiro. Madre, esposa, hija = Padre, profesor, jefe = Habitación, aula, tumba. Nuestros más sagrados afectos no pasan de ser perezosos hábitos. Ejercicio simple: Un sujeto en la tele mastica chicle mientras baila. Si hundes MUTE verás la farsa: es sólo un mamífero girando en su pequeña jaula y comiendo sus propios excrementos.

ser libre. Nos acostamos para compartir y duplicar nuestras libertades. Ahora, después de quince jodidos años, me niega el divorcio. 3 Crecí en un barrio duro de Cartagena de Indias. Nuestros deportes en la adolescencia los recogí en un estribillo: cazar gringas en la playa y atracar gringos en las murallas. Queríamos tener un negocio y como no había dinero fundamos la multinacional Fracaso Ltda. Su único activo por entonces era el eslogan: Donde se necesite un fracaso allí estaremos. Queríamos hacer música y montamos 7 Torpes Band (éramos tres). Compuse canciones y grabamos un casete de garaje con el título Canciones mediocres. Vendimos nueve casetes y decidimos grabar el segundo. Se llamaba Canciones aún más mediocres. Vendimos ocho casetes y eso fue todo. Entonces nos dedicamos al teatro. Nuestra primera obra se llamó Tres horas mirando un chimpancé y tuvo una cifra record para Cartagena de siete


espectadores en seis meses. Pasamos al cine en video con la película: Eso no me infla la banana y luego editamos a mano mi libro de poemas ¿Por qué vas tan despacio, nena? que por alguna razón fue considerado misógino y un grupo de feministas compró la edición (cien ejemplares) y los quemó en la Plaza de San Diego. Así que empecé agotando edición. 4 Sería tonto no reconocer la calidad literaria de García Márquez. El caso es que no me identifico con él porque crecí escuchando rock y él vallenatos. Cuando él se vestía con guayaberas yo copiaba la ropa de The Temptations. Yo jamás besaré el trasero de un dictador como Fidel Castro para dos semanas después bailar cumbia en la Casa Blanca con Bill Clinton. Pero lo imperdonable es que teniendo la oportunidad de lucir un elegante frac cuando ganó él Nóbel haya preferido vestirse de cocinero. En cuanto a las enormes artesanías de Botero tengo poco que decir. Algún día alguien fundirá esa basura y la convertirá en útiles tapas para

alcantarillas. Crecí, como la mayor parte de mi generación, con las ansiedades del primer mundo y sin ninguno de sus privilegios. Soy otro hijo bastardo del imperio yanqui y no tengo más remedio que usar y asimilar mi origen múltiple para expresar y defender mi posibilidad de ser alguien. Parte II 1 Hay dos formas en que la estupidez de cualquier escritor supera al resto de la humanidad: cuando dice que escribe para sí mismo y cuando dice que escribe para los demás. Hay dos formas en que la estupidez de cualquier escritor supera al resto de los escritores: cuando dice que no le importa la crítica y cuando se enfurece con la crítica. Hay dos formas en que la estupidez de un crítico resulta insuperable: cuando escribe sobre el libro que le parece estupendo y cuando escribe sobre el libro que le parece horrible. Escritores y críticos pertenecemos a la misma


raza estúpida y servimos, en todos los casos, a un único amo: el editor. La única oportunidad que tiene un escritor es valorar a sus lectores pero la mayoría prefiere ignorar a sus lectores y amargarse por lo que diga el crítico de turno. 2 Mi cultura está en mí y mis ensoñaciones no en los libros de García Márquez. Como cualquier hombre sano amo y odio lo que soy. Conozco y siento en mi sangre la música de mi tierra y el cariño de sus mujeres. Leí a Pavese en contrapunto con Juan Carlos Onetti. Mi pasión por el rock me llevó inevitablemente a la generación beat, Bukowski, Chandler, Carson McCullers, Capote, Celine, el extraordinario escritor gótico Charles Maturin… He leído sin reglas como he vivido. Sé que debido a esa mezcla incesante puedo tirar mejor que cualquier escritor de mi generación y poner el punto exacto en las comidas; bailar en una baldosa Down south blues de Muddy Waters y atravesar las calles más peligrosas de Bogotá.

3 Hay quienes dicen que el deber de un escritor es escribir bien y punto. Seguro piensan que el deber de un asesino es matar inocentes. Creo que estar en el mundo tiene un precio y no basta con un par de libritos para salir del lío. Un país como Colombia que hoy tiene más de la mitad de los secuestrados del mundo. Un país donde mueren cerca de cuarenta mil personas de forma violenta al año y veinte mil niños y mujeres sufren amputaciones por culpa de las minas antipersonales y el 85% de la población vive en la pobreza y la miseria más absoluta mientras la descomunal riqueza está apenas en un 9% de privilegiados que controlan todo desde el exterior… Un país así no puede darse el lujo que sus grandes hombres, por buenos escritores que sean, carezcan de compromiso y dignidad. 4 Para mí el lenguaje es un medio no un fin. Uso las palabras, como podría usar la música o las imágenes, para expresar un estado emocional o sacar a flote ideas. Obvio que lo hago dentro de una estética pero ésta no se


resuelve en el lenguaje mismo sino en las circunstancias que pueden proyectar las palabras. Leo mucha poesía y escribo po-

los segundos pasan y nuestras ideas son esquivas. No sabemos

emas porque me ayuda a afinar y sintetizar la prosa. El futuro

pensar, el que piensa está solo y la soledad es terrible. Optamos

del español está sin duda en América donde la preocupación en

por seguir la corriente y la vida se oscurece sin que hayamos re-

algunos países por “hablar bien” es obsesiva. “Hablar bien” en

flexionado alguna vez si hace alguna diferencia no haber nacido

Colombia es sinónimo de estatus. 5 La mayor enfermedad de los

muertos.

supuestos intelectuales de hoy es confundir información con sabiduría. La televisión se llena cada día de expertos en violen-

Parte III

cia, en desastres, en volcanes de Marte, en pepinos rosados...

1 A pesar de los sermones del Papa no ser blanco hace la dife-

Cualquier idiota que sabe algunas cifras se pone una corbata

rencia en este mundo. No es la única pero es insuperable si no

y empieza a hablar sobre el conflicto de Irán o Colombia. To-

miren como quedó Michael Jackson. Hay cosas que pueden ser

dos pertenecemos ya al mundo cool donde la imagen reemplaza

peores: no ser negro del todo. Para un mestizo como yo ha sido

el contenido. Esto sucede porque nuestras vidas ya no fluyen

difícil encontrar su lugar en el mundo ya que todos los mestizos

si no que saltan de evento en evento: el partido del sábado y

están tratando de ir hacia uno u otro lado. Los negros te echan

la navidad próxima. Nos aferramos a fechas para olvidar que

de sus fiestas y los blancos no te dejan entrar. Los arquetipos también duelen: una amante noruega que levanté en un bar de Cartagena me insultó porque no podía entender que siendo


un macho latino no le hiciera el amor al menos treinta veces al día. La incomunicación a que te somete no tener certeza de un

broma todo aquello que te asusta o te duele y a mí me ha dado

origen es lo que pretendo contar en mis novelas y recurro al

buenos resultados.

humor porque es una tradición de la inteligencia y el medio de comunicación más eficaz que existe. Es más sencillo que mu-

4 Algunos personajes de mis novelas son mis amigos de toda la

chas personas de diferentes culturas e idiomas compartan la

vida y se cabrean porque según

risa que el llanto. 2 Entiendo que escribir es violentar, sacar de sí para entrar en la mente de otro a mover cosas. Sacudir

ellos no les hago justicia y los pongo en ridículo. Les respon-

conceptos, excitar o decepcionar pueden ser efectos de la lec-

do que son peores en la realidad y acabamos la discusión con

tura. Quien escribe se exhibe y pretende seducir lo cual implica

una borrachera. En el fondo están felices, saben que están allí

medir fuerzas.

porque los amo. A ellos no les importa si soy buen escritor o salgo en las revistas. Lo que cuenta entre nosotros es aguantar

3 Cuando uno se toma demasiado en serio puede terminar diri-

ron, levantar chicas y bailar hasta caer de espaldas. 5 Cuando

giendo El Malpensante. Mi madre, que me enseñó a beber como

empecé a escribir gané varios apestosos premios en Colombia

un estibador y a cantar boleros, siempre tuvo una sonrisa en

e incluso uno en México. Los premios, aparte de algo de dinero

los momentos más terribles. En el Caribe se estila convertir en


y una nota de periódico, no me abrieron espacio y seguí bebiendo con mis amigos. En 1995 y 1997 gané premios nacionales del Ministerio de Cultura que son los más importantes del país. Tampoco pasó mucho aunque pude comprarle una casa a mi madre. Luego, en abril de 2001, una pequeña editorial que montaron dos chicos con quienes jugaba fútbol publicó mi novela Érase una vez el amor pero tuve que matarlo que para sorpresa de todos agotó varias ediciones en poco tiempo y se convirtió en un objeto de culto para los jóvenes de nuestro país y aquí estoy gracias a mis lectores. Primero pasé por Italia y cuando Europa da su visto bueno el establishment sudaca lo acepta encantado. 6 Salgo desnudo en las portadas por puro exhibicionismo. Trato de llamar la atención a ver qué pesco y no me ha ido mal. Todos los seres humanos en su sano juicio quieren mostrarse de alguna forma y yo aprovecho cada oportunidad. Crecí con

limitaciones económicas pero sin ningún tipo de pudor. Quiero acostarme con Juliette Lewis, reemplazar a Ronaldo en el Madrid, pagarle a Alejandro Sanz para que deje de gruñir, comprar un yate y llenarlo de top models… Como no tengo suficiente dinero o talento para hacerlo me conformo saliendo desnudo en mis portadas. IV ONG: Agencia de Viajes para aquellos que disfrutan los deportes extremos. También para europeos viejos y feos que quieren follarse sudacas jóvenes y bellas vencidas por la pobreza Shakira: Foca inflada en Miami que puede (al mismo tiempo): menearse, hacer bulla y sostener quince premios Grammys regalados por su disquera. Coca-cola: Bebida que los gringos aman, sobre todo cuando pierde la cola. Boxeo: El deporte más parecido a la vida que existe: todas sus reglas están hechas para que dos hombres puedan lastimarse cuanto les sea posible. Cero trucos,


su imagen y semejanza era más alta y al menos cantaba. Carodio puro. García Márquez: Bella momia i-lustrada que muchos

roll: Un carro más largo de lo normal con ajedrez y conejita de

museos esperan (ojalá junto a fea momia no-lustrada cubana).

Playboy incorporados. Cheever: Marca de auto de bajo consumo

René Higuita: La fantasía y el delirio en una cancha de fútbol y

pero con excelente motor y diseño

fuera de ella. Sísifo: Director del proyecto político de las FARC. Hara-kiri: Deporte recomendable para ganadores de Premios Literarios organizado por sus propios sellos editoriales. Patafísica: Lo que metió Patarroyo con su famosa e innocua vacuna contra la malaria. Julio Iglesias: El único ser capaz de sesear en español en cualquier idioma (igual nadie le entiende). Animal prehistórico precursor de la farándula y la isabelandula. Situacionismo: Lo mismo pero del otro lado. Nietzsche: Marca de una fabrica de hamburguesas en Bogotá. Gloria Stefan: La pequeña muñeca de plástico que hicieron a


ROUND MIDNIGHT

Round Midnight de Herbie Hancock, que si mal no recuerdo había sido el tema central de un film del mismo nombre y había

upármelo y dejar que se lo metiera, al menos diferencias éticas.

Ganado el Óscar por la mejor canción, estaba sonando en la

Ella encrespó su boquita para repetirme que chuparlo era un

radio mientras Erica me chupaba (ssluurrrpp) y yo cogía la

juego entre amigos pero lo otro sería traicionar a JC, a menos

última curva en sostenido para enseguida explotar (plos, plos,

que yo le pidiera, etc, etc. Que Erica lo chupaba bien, era innega-

plos). Ella retuvo el semen en la boca, fue hasta la mesa y lo

ble, pero me moría de ganas por ensartarla, la pesca submarina

depositó sin muchas consideraciones en un vaso: el semen res-

era mi pasión.

baló por el borde hasta quedar amontonado en el fondo. No era más que un escupitajo beige. El órgano, perdida su bizarría, se

Sin embargo, JC era mi mejor amigo y yo sabía cuánto amaba a

escurrió entre mis piernas. Yo habría preferido tener una faena

Erica. No podía hacerle semejante jugada y, además, no estaba

completa con Erica pero ella tenía un astuto razonamiento al

enamorado de ella, me gustaba y punto. El código ético de Erica

respecto: No puedo dejar que me lo metas porque vivo con JC.

prohibía también los besos apasionados y las caricias audaces

Ahora, que si tú me lo pides, rompo con él y me mudo contigo.

(como tocarle las tetas o meterle el dedo e la vulva), pero no

Había delineado cada palabra con su boquita de delfín encre-

limitaba su desnudez: tenía la piel blanca y delicada como una

spada deliciosamente. Le dije que no veía diferencia entre ch-

pompa de jabón, las tetas pequeñas y algo más separadas de lo corriente, con diminutas pecas y pezones morenos. Era redondita y magra, tenía el vello púbico graciosamente recortado


—Todo lo que sale de mí termina yéndose por una cañería—ella me miró divertida—. El Señor de la Mierda no puede quejarse de mi aporte. Oye, Erica, ¿ya no quieres a JC? —Más que nunca. — y se movía a sus anchas, segura de su encanto. Yo sabía que

Huuumm. —Huuumm, nada—se había levantado para tirar la

llevarme por el filo de la navaja la satisfacía: ver cómo se que-

pava de cigarrillo por la ventana y se quedó allí, mirando la llu-

braba mi resistencia, cómo la hundía con gestos calculados que

via. Sus nalgas me volvían loco, me hacían babear—. Deseo ten-

la práctica continua había hecho naturales. Desde mi perspec-

er algo intenso contigo, eso no significa que tenga líos con JC,

tiva ella se equivocaba, esta vez había dado con la horma de su

ambas cosas no están conectadas, llevo tres años con él y

zapato. Claro está que Erica apenas había insinuado una parte

necesito un cambio. —¿Y JC qué piensa? —Eso es mi asunto: si

mínima de su repertorio y las sorpresas podían llegar en cu-

tengo que romperle el corazón y todo lo que imaginas, lo haré.

alquier instante (JC entrando con una pistola, un enano con un

Pero no es lo que tienes en mente, JC va más lejos, no es el

regalo-bomba, Fidel Castro en minifalda de cuero y patines),

muchacho que conociste. Erica había estudiado filosofía, traba-

por eso no descuidaba la vigilancia. Ella siempre hablaba de

jaba con dos universidades y escribía para una prestigiosa re-

juegos y trampas (yo no lograba desentrañar el propósito de

vista. Su tema favorito era Derrida (su proyecto es hallar pal-

aquel juego, pero sentía cómo se hinchaban mis pelotas). Erica

abras que posean una fuerza al margen de nosotros y exhiban su propia contingencia). JC era profesional de comercio exteri-

fumaba sentada en el piso con la espalda recostada en la pared,

or. No estaban casados ni tenían hijos, compartían un bonito

afuera lloviznaba. Levanté el vaso y observé el semen.

apartamento en un edificio al norte de la ciudad: allí estaría él, esperándola. En esta triste habitación ella hablaba de cosas tan


serias como si se tratase de una clase de biología o la discusión por el precio de una mudanza, ¿quién diablos se pensaba que era? (La fantasía es una carta marcada, un puente entre el verdadero azar y la impotencia). SI apenas la conocía, si no era más que un escritor fracasado con ínfulas, un amigo de su marido (quien siempre había sido franco y útil para mí), para colmo feo, cascado y pobre como una rata, ¿qué se traía esta tipa desnuda y risueña, esta putica infeliz que encendía el cigarrillo con tamaña gracia, como si fuese un rito, por qué no me preguntaba lo que sentía por ella, por qué culo lo daba por descontado? —No valgo mierda, Erica. —Deja de adularte, cariño –caminó desde la ventana hasta un espejito colgado en la pared, se miró fugazmente y volvió a la ventana. Las diminutas pecas sobre su espalda parecían estrellas negras sobre una noche blanca. Su frescura me ponía nervioso, aspiraba el humo y soltaba círculos perfectos, no tenía ninguna prisa, estaba unida al espacio como si hubiese estado allí desde siempre—. Me gusta como escribes, tu vida misma, la manera de mirarme a escondidas de tu propia razón. Yo había llegado de Europa en un avión lechero seis me-

ses atrás y lo primero que hice fue llamar a JC. Su madre me dijo que se había mudado aparte y me dio la dirección. Habían pasado casi cinco años desde la última vez que lo vi, había perdido cabello y ganado peso, el éxito lo había afectado un poco (el presidente me invita a jugar golf cada dos semanas, tengo que cambiar el auto, compré un terreno en una isla frente a Ciudad inmóvil, ah, ésta es mi bella mujer. No te ves bien Sergio, ¿qué pasa contigo?) Trabajaba para una firma japonesa y asesoraba al gobierno de vez en cuando. En términos generales su cariño por mí seguía intacto. Me invitó a quedarme unos días en su apartamento (hasta que consigas un buen lugar) y ambos fueron muy amables conmigo. Cuatro días después me mudé a este hoyo. —No tengo entereza ni pasión... Mi talento es más flaco que yo. Me rompo la espalda escribiendo porque no tengo otra salida, no hay aventura en mí ni nada que me importe. Nada. Mi intención era hacerle saber en su propio lenguaje que no contaba en mi vida pero no pareció hacerle efecto, siguió observando la lluvia y dándole forma a sus oscuros pensamientos, quie-


braba el órgano como si fuese a reventar. La cogí del pelo y traté de besarla, aplastó la pava encendida contra mi pecho, sentí el ta, como si la realidad emanara de ella y los demás fuésemos conceptos flotantes, algo así había leído en uno de sus artículos. Dejé la cama y me situé a su lado. Era una lluvia menudita coloreada por el alumbrado público. Miré la gente abajo, sus abrigos y paraguas, su agitación y malgenio, sus temores. Y arriba nosotros, apoyados en el borde de la ventana: una mujer desnuda y una hombre alto y flaco, lleno de incertidumbre dentro de su vieja pijama. Ella se había metido en un silencio agudo. Él fluctuaba entre la ganancia y la pérdida, empecinado, mirón, torpe, repleto de dudas ante una circunstancia que rebasaba sus límites. —¿Qué piensas?—pregunta deslizando su mano dentro de la pijama y sobándome las nalgas. De repente mete su dedo en mi culo—.No te asustes, cariño. Puse mis manos sobre sus tetas y ella hundió más el dedo dentro de mí, la uña me rayo la carne, se me nubló la vista. Un gemido de perro escapó por mis labios, sentí odio y angustia. Ella sacó el dedo sucio de mierda y sangre y lo pasó por su vulva. Un hilo de sangre caliente salió por mi trasero. Sus ojos tenían un brillo demente. Me vi-

olor de la tela quemada y luego la carne, apreté su muñeca hasta que la soltó. La quemadura me produjo un dolor placentero, avivó mi deseo de hundirle mi picha enhiesta en el corazón. Había agarrado su otra muñeca y me frotaba contra ella, que sacudía la cabeza de un lado a otro para evitar el beso. El forcejeo nos había llevado al centro de la habitación. Desde el apartamento de enfrente un niño observaba la escena, ella no lo había visto. La solté. El niño no abandonó la vigilancia: a través de sus ojos vi a las dos feroces criaturas encerradas en aquella celda, sucias y heridas, dándose zarpazos y dentelladas: el macho jadeaba con los ojillos tristes y el deseo vivo a pesar de la vergüenza, la hembra temblaba por la furia y el deseo contenido. No parecían dispuestos a dejar la lucha, sólo estaban tomando aire y mirándose de hito con miradas distintas. —¿Sabes qué es lo triste?—se fijó en el niño, lo miró intensamente y él correspondió sin moverse. Por un instante estuve afuera, como un


indolente espectador. Ella se cubrió las tetas y retrocedió un poco, el niño se movió con ella, buscando el ángulo de su ventana para seguir viéndola, ella se refugió en el rincón y escapó de su vista. El niño volvió a mí, me hizo un gesto obsceno y se retiró. Al instante vino una anciana y estiró la cortina, me pareció que se quedaba espiando detrás de la tela.—. Me enamoré de ti enseguida, como si fuese una tonta de película, de ti. No sé porqué me pareció que eras diferente, y ves que no, eres otro que quiere meterlo y olvidarlo. Debo parecerte tortuosa, una tipa que complica lo sencillo. ¿Para qué dañar a JC si podemos hacer la fiesta sin que se entere? Eres bueno, eh, un chico excelente pero sin fortuna, cono dice JC. Y claro, yo, yo vengo a ser algo así como una tipa sin alma, una puta enferma de Derrida que pretende embaucar a cualquiera. Pero no soy cualquiera, soy un chico listo, conmigo se jode, le dan las trece, jajá, no soy lo.... —Será mejor que te vayas Erica. —¿Eso es todo? Vaya fiesta más corta. —No quiero líos contigo, Erica –se había sentado en el rincón y me miraba con sorna—. Además, tengo ensayo, Piero pasará por mí. —Eso es patético –abrió las piernas

cuanto le fue posible—. Sólo era meterlo aquí y punto. Nada de líos. —Erica, por favor... —Como se hace en Europa. Ah, y también las mujeres del grupo: es un ejercicio de relajación que calma el miedo escénico—estaba arrastrándose hacia mí con las piernas por delante, impulsándose con las manos—. ¿Eso querías, no? Entonces hazlo—se detuvo, yo estaba parado en medio de la habitación y ella abajo, con sus pies sobre lo míos. —¿Qué puedo decir? –pregunté imitando su tono pérfido y descompuesto y abriendo los brazos teatralmente—. Me tienes, estoy jodido. —Eres un pobre hijueputa, alguien te chupó el alma y escupió la cáscara, estás cagado de miedo, reseco—se tumbó bocarriba y empezó a moverse como si hiciera el amor con el Hombre Invisible—. Eso es, chico miedoso, mételo todo, hasta las pelotas, mételo, aaahhh—me desnudé y fui por ella, la sangre golpeaba mis sienes. La besé con ira y sin preámbulos se la emboqué y me sacudí con todas mis fuerzas contra el mojado vacío, una y otra vez—. Eso es, chico bueno, caramba, no lo


haces tan mal, pega más fuerte, ¿es todo? Pega chico, pega— apoyé las manos en el piso y erguí el tronco sin dejar de golpear. Sus ojos parecían dos estrellas ciegas, había gotas de sudor en sus dientes, no paraba de azuzarme. El semen avanzó por oscuros callejones, traté de pararlo pero no pude (plos, plos, plos). Todavía me sacudí un poco empujado por la furia—. Es el final, chico—dijo con una voz extrañamente dulce. No sé cuánto tiempo duramos abandonados y jadeantes, inmóviles, como una larga mancha de asco y miedo sobre el piso frío mientras el tipo de la radio anunciaba Song Love de Bobby McFerrin. Mientras ella se viste, yo, apoyado en la ventana, miro hacia abajo. La lluvia es intensa y la gente corre, choca, se insulta. Por mi mente discurren cientos de escenas iguales: el mismo hotelucho con baño compartido al fondo de un sórdido pasillo donde siluetas nerviosas hacen turbios pactos, la misma habitación estrecha, los mismos libros regados por el piso, las misma paredes desteñidas y el raído maletín bajo la angosta cama, el mismo afiche

de Paris-Texas que no resiste una despegada más, la misma mujer poniéndose mil bragas, ajustándose brasieres en una secuencia infinita, delineando sus cejas frente al espejito, prometiendo mil veces regalarme uno más grande. La misma lluvia, la misma calle con ratas gordas, la misma mierda en Barcelona, París, Charleville (para conocer la casa donde nació Rimbaud, que ya no existe y donde quedaba la sala hay un semáforo), Bogotá. Ella tenía razón, mi espíritu estaba reseco, mi picha había chapoteado en cientos de vulvas sin hallar fondo, sin encontrar lo que debe saberse antes de morir. Quizá había ido en la mala dirección, quizá Linterna verde había mentido. De cualquier forma, Erica había hecho una jodida variación de la escena, había dinamitado el encanto para siempre. No sabía si era amor (Dios me libre) o desaliento pero me dolía ahí, me dolía mucho. Entre las trepidantes notas de Dexter Gordon escuché sus pasos alejándose, la manera delicada como cerraba la puerta, sus pasos bajando la escalera y luego un espacio de silencio y allí está, justo debajo de mí, frente a la entrada del hotel, moján-


de que estás podrido de ella, te bastó verla para saber que algo dose, dando pasos en uno y otro sentido, giros en mitad de la

iba mal, ¿qué demonios hace esta criatura en la pecera de este

calle como si bailase con Dexter. Un transeúnte se le acerca,

chupa morcillas japonesas? Pero como eres un tipo mundano

le ofrece el paraguas, ella lo rechaza, le susurro: estoy arriba,

tenías que dominar todo sentimiento inferior (porque ya me

Erica. Tal vez te amo. No levanta la cara sino que se aleja entre

jodieron por eso bastante). ¿Ya sabes lo que solía decirme ese

la gente empujada por la ola, perdida de Dexter Gordon y de

viejo zorro de Fats Waller?, decía: mantente lejos de una mujer

mí, dejándome aguijones en el cielo de la boca y una herida en

lista, Monky. Una mujer con ideas sueltas es lo peor, chico, lo

el culo que todavía sangra. Thad Jones y Mel Lewis atizaban

peor. ¿Y sabes qué? Hace rato que mandé a la mierda los con-

la peor noche de mi vida (y he tenido más noches malas que

sejos de Fats. Todavía parece estar en la ventana: una noche

cualquiera). Tras Thad y Lewis vino Monk: la versión original

blanca llena de estrellitas negras, una noche hecha pedazos

de Round Midnight penetró mi carne como un filoso cuchillo.

y el líquido de mi existencia rumbo a las cañerías. Monk con-

Monk quizá fuese menos ecléctico que Herbie pero a mi modo

centra el veneno, no está dispuesto a ser blando, cierra con

de ver era más peligroso: un asesino delicado. Las melodías y

ritmo frenético todas las vías de escape, por suerte llega Art

armonías de Monk suelen ser tan dentadas como esquirlas de

Blakey y pone cada cosa en su lugar con Every Things. A Erica

explosión (había escuchado una tercera versión de ese tema

le gustaba más la música oriental que el jazz pero compartía

grabada por Miles Davis y John Coltrane en 1955, era la más

mi admiración por algunas leyendas, sobre todo Duke Ellington

inofensiva y encantadora, y por ende la más popular). El piano

y The Marsalis. Una vez, mientras cenábamos en compañía de

de Monk parecía hablarme: qué puñetero eres, chico. No es nec-

JC, había dicho que era una buena señal que me gustase el jazz.

esario herir así para ponerte a salvo, y no me vengas con fra-

—¿Qué tiene de especial? —preguntó JC algo molesto—. Es sólo

ses hechas, no puedes engañar al viejo Monky, me doy cuenta


música de negros. —Es la música de aquellos cuyos sueños se han averiado—dijo Erica con ojos encendidos. —¿Y eso qué?— preguntó JC con la boca llena de carne molida. —Nada —dijo Erica—. Sólo que me gusta le gente así, no puedo evitarlo. La ciudad está desierta, lo apropiado para un fantasma, la lluvia es otra vez menuda, algo está roto en algún lugar y gotea, la habitación necesita una mano de pintura, la radio sigue emanando jazz, es un lujo, aun con rotos es fulgurante escuchar ese viejo tema de Sarah Vaughan acompañada, entre otros, por Gillespie. Yo tengo por costumbre hacer versiones libres de los temas que en otros idiomas me gustan, a una chica llamada Flop, que conocí en un bar de Barbes Rochechouart (y que más tarde editó un libro mío de poemas) le regalé la versión de ese tema: Es terrible cuando los sueños se hacen realidad/ cuando una ciudad se te incrusta dentro/ cuando un patán te roba el corazón/ A veces es mejor dejar los sueños tranquilos/ Es terrible porque los sueños tienen filo/ porque las ciudades sólo son dulces a lo lejos/ porque cualquiera puede sacarte del engaño/ A veces es mejor dejar los sueños tranquilos/ dejar que el agua corra. Cuando era niño

tenía un sueño recurrente: un número escaso de cubos de hielo cayendo en altamar, pequeños cubos para acompañar el whisky flotaban sobre la inmensidad marina, se desleían lentamente bajo la blanca y redonda luna. Cuando le preguntaba a mamá el significado de aquel sueño, ella me aconsejaba no comer dulces antes de acostarme. Ahora comprendo porqué no me dijo la verdad, ahora sé en carne propia lo que sentían aquellos pequeños cubos.


DOS CHICAS POR UNA CABRA iam era tres centímetros más alta que Carol—. Miriam, por qué Introducción Cuando conocí a Cesare Cicardini en Milán le conté esta historia y le propuse venir a Colombia y viajar por la costa atlántica hasta encontrar el caserío donde todo esto empezó. Finalmente hicimos el viaje. El sacó sus fotos y yo escribí la historia donde no hay (ojalá fuera así) una gota de ficción. 1. El dueño Era un tipo blanco, casi albino, elegante a pesar de su baja estatura, que sonreía a diestra y siniestra en medio de las dos chicas: ambas eran altas, morenas, con ligeros rasgos mestizos. Tenían el pelo lacio y pintado de rubio pero la raíz, que se asomaba invencible, era de un color más oscuro que el negro. Diego saludó de beso a las chicas y luego estrechó la mano del tipo y les dijo que yo era un poeta. Las chicas sonrieron, el tipo me alargó la mano y la estreché. Una mano pequeña, gorda y más fría que un sapo de yeso. —Todos me dicen Peralta y me gusta. También me gusta la poesía —echó una mirada alrededor y saludó con un guiño al resto de invitados—. Este yate se lo compré a un escritor jamaiquino. No es un poeta, es alguien que escribe para ganar dinero. —Ellas son Miriam y Carol —dijo Diego presentándome a las chicas. Calculé que Mir-

no le muestras el yate al poeta. Miriam, desvió la mirada hacia Peralta que permaneció tan impasible como una máscara china. Sin embargo, ella pudo descifrar la decisión de aquella máscara porque enseguida me agarró de la mano y me arrastró, por una estrecha escalera, hasta el primer piso del yate. Una vez abajo le pregunté cómo sabía que Peralta estaba de acuerdo con nuestro paseo. —Sólo lo sé —dijo ella—. ¿Puedo preguntarte algo? —Claro —dije—. Pregúntame lo que sea. —¿Cómo se siente un beso de verdad? —¿Un beso de verdad? No sé… —Dicen que eres un poeta. —Sí, bueno, no del todo. Son cosas que dice Diego… Seguro que tú sabes más que yo de poesía y besos. Eres muy linda y deben haberte dado muchos. —Me refería a los de verdad… Para evitar el tema finjo buscar un cigarrillo; mientras recorremos las instalaciones ella me cuenta el origen de cada objeto, tiene un acento muy extraño y dentro de ese acento algo que me resulta familiar. —¿De dónde eres? —No me acuerdo —dice ella. —¿No


sabes de dónde eres? —Eran sólo dos calles… No había iglesia, ni luz y menos agua potable. —¿Y en qué país están esas dos calles? —A tres horas de Sincelejo.

de ironía y fastidio—. Su padre no ha visto ni un bombillo en su vida. Para él una vela sigue siendo alta tecnología. Es igual que

—¿Eres colombiana? —Y costeña, como tú. —Pensé que eras

aquí, ¿acaso lo que vemos es la verdadera ciudad? Estábamos

chicana y no sólo por el acento. ¿Desde cuándo trabajas para

de nuevo en la cubierta del yate. Miriam, ahora con la ayuda

Peralta? Soltó una carcajada y luego se puso muy seria y dijo:

de Peralta, seguía contándome la historia que sacó a dos niñas

—No trabajo para Peralta, él es mi… es nuestro dueño.2. Al

de un remoto caserío y las llevó a vivir en la Florida. Diego ha

oído de Dios Según Peralta se trataba de otro pequeño pueblo

bebido muy rápido y duerme recostado en una silla playera. Los

sin nombre, un caserío a media hora de Chinú (Córdoba) en la

otros invitados han formado pequeños grupos que conversan,

costa norte colombiana. Celestino, el padre de Miriam y Carol

beben, fuman… El olor a marihuana se mezcla con la brisa ma-

(que entonces tenían otros nombres) se las había entregado a

rina. Desde la cubierta se aprecia en todo su esplendor la bella

cambio de una cabra. —No —dice Miriam—. Mi papá quería una

postal colonial rodeada de piedras: Cartagena de Indias. Más

cabra pero Dámaso (ellas no le dicen Peralta) no sabía nada de

allá de esas murallas empiezan las barriadas marginales, el mar

cabras, él quería darle dinero. —¿Y qué tenía de malo el dinero?

que se pudre, la miseria y el abandono que son el perfecto labo-

—Para mi padre era sólo papel. El cambiaba cosas por cosas.

ratorio de toda violencia. Quizá Peralta tenía razón, muy pocos

No podía imaginar (y menos nosotras) que en aquel pequeño

turistas viendo la bella postal pensarían en la pobreza extrema

fajo de billetes había más de ocho cabras. —¿Piensan que voy

que se esconde a sólo quince minutos. —¿Y cómo pudiste con-

a creer eso? Hace doscientos años quizá… ¿Acaso tu padre no veía televisión? —¿Televisión? —la voz de Peralta tiene aristas


la cara y solloza bajito. Miriam me cuenta que aquella noche, mientras Peralta se había ido prometiendo regresar con la cabra, su madre y ellas salieron a campo abierto y rezaron varias vencerlo? —No pude —dice un risueño Peralta—. Tuve que salir

horas para que aquel señor bien vestido resultara un hombre

a comprar la famosa cabra y volver por las chicas. También le

decente. —¿Por qué en campo abierto? Carol, un poco más ser-

traje gallinas y un par de cerdos. Pero dinero no quiso aceptar.

ena, me explica que cuando no hay iglesia debes orar fuerte

Según el relato de Miriam había un anciano ganadero de apel-

para que Dios (que es medio sordo) alcance a escuchar. 3. La

lido Vergara pujando también por llevárselas, pero Celestino

vida está en otra parte La casa donde nació Peralta estaba a

había dado su palabra a Peralta de esperarlo 12 horas y para él

menos de dos horas del caserío de Miriam y Carol, pero dentro

su palabra era asunto de vida o muerte. —¿Y por qué prefería

de un pueblo de 30.000 habitantes, un pueblo regido por una

a Peralta? Carol se ríe y Miriam me explica que el tal Vergara

enorme plaza y una iglesia cuya torre podía verse a kilómet-

ya se había llevado a varias niñas, vecinas suyas, a cambio de

ros de distancia. Apenas acabó la primaria se fue a Cartagena,

gallinas enfermas y tenía fama de malagente. —¿Cómo así mala-

donde tenía parientes, a hacer la secundaria. Después estudió

gente? —Un hijueputa con todo y ropa —dice Peralta—. Las niñas

química y farmacia en Bogotá y realizó una especialización en

que caían en sus manos eran obligadas a trabajar como mulas y

París que lo convirtió en un experto en dar el sabor y aroma

usadas sexualmente como trapos de cocina. Cuando salían em-

final a perfumes y licores. Trabajó para un par de compañías

barazadas las echaba a patadas por putas. Y ten en cuenta que

y luego abrió su propio negocio. Hoy tiene una fortuna, tres di-

Vergara tenía entonces setenta y pico años. —¿Y cómo sabían

vorcios, dos hijos viviendo en Francia y muchas propuestas de

que Peralta no era peor? Hay un largo silencio, Carol se toma


trabajo porque es muy bueno en lo suyo. Pero él prefiere vivir en su yate, la mayor parte del tiempo anclado cerca de Boca Ratón, con sus dos ninfas de compañía que lo consienten como amante y lo respetan como un padre. De las dos niñas analfabetas, recibidas por una cabra, queda poco. Él, después de someterlas a tratamientos médicos para enfrentar la desnutrición, los parásitos y un montón de otras plagas que portaban, las hizo estudiar. De hecho ambas hablan inglés, italiano y francés (supongo que es la causa del raro acento), también les contrató clases particulares de glamour y modelaje. —Pero lo hizo para tener amantes jóvenes y de lujo—dice Diego. Hace unos minutos bajamos del yate porque Diego, que había dormido la mayor parte de la fiesta, se despertó con ganas de discutir. Primero lo hizo con algunos invitados y luego con el anfitrión. Tuve que ofrecer disculpas a todos y sacarlo de allí a rastras, ni siquiera pude anotar el celular de Miriam. Ahora está orinando contra las imponentes murallas y acusando

a Peralta, el mismo que horas antes juraba admirar, de proxeneta y pervertido. Diego es fotógrafo y tiene cierto prestigio, eso le permite hacer amistades como Peralta. Nos conocemos desde hace un par de años y como me sé algunos poemas de memoria, él cree que soy un genio y me usa de apoyo intelectual. Seguro pensó que mi tanda de sonetos borgianos podían impresionar a Peralta. Termina de orinar y nos adentramos por las calles coloniales en busca de un bar. La imagen de Miriam titila en la oscura pantalla de mi mente. Diego insiste en acusar a Peralta. Entonces le hago la pregunta del millón: —¿Crees que les habría ido mejor con Vergara? 4. Solas ante el destino Una serie de casualidades propiciaron el encuentro entre Peralta y las chicas. El había regresado a su pueblo, luego de muchos años, para asistir al funeral de un pariente. En realidad el pariente le importaba poco, pero su madre le había pedido que la acompañara. Peralta trató por todos los medios de disuadirla pero ella amenazó con irse sola y como era vieja, terca y estaba


sas peores: por limpias y luminosas que sean las vitrinas llenas de mujeres que adornan las calles de Ámsterdam, por exóticas algo enferma, se vio obligado a acceder. A esas alturas la madre de Peralta y sus parientes más cercanos vivían en Bogotá, así que aquel viaje nunca estuvo en sus planes. Durante el velorio, y en medio de los chistes y los tragos que son propios de esas ocasiones, alguien le contó la historia del hombre que estaba dispuesto a entregar dos hijas por una cabra. Para él no era extraño escuchar hablar de eso, cambiar, vender y esclavizar mujeres era una práctica antigua. Estaba en la historia de la humanidad y en el presente de muchas culturas, incluso mucho más crueles y salvajes que la suya. Peralta, como la mayoría de hombres latinoamericanos, había recibido una educación de fuerte tendencia machista. Su madre le había enseñado que él era un hombre y que una mujer era sólo una mujer. Millones de madres, a lo largo y ancho de este continente y más allá, les habían enseñado durante siglos lo mismo a sus hijos. Cambiar hijas por cabras quizá suene primitivo y prosaico, sin embargo, en los grandes centros de la civilización occidental ocurren co-

que resulten las modelos sacadas por los caza talentos de pantanos de África o el culo del mundo, allí haycabra encerrada. Precisamente, lo que llamó la atención de Peralta en aquella historia fue la extraordinaria belleza que se les atribuía a las niñas. Entonces decidió ir a conocerlas y junto a otros hombres subió a un jeep con destino al caserío. La llegada de aquel forastero de mediana edad causó cierto revuelo, sobre todo porque sus acompañantes corrieron la voz que venía a llevarse las hijas de Celestino. A Peralta las chicas, que en aquel momento tenían catorce y dieciséis años, no le parecieron nada bellas. Estaban desaseadas, los piojos iban y venían por sus cabezas y sus vestidos eran viejos y remendados a más no poder. Iba a despedirse para regresar a su pueblo cuando la madre de las chicas lo llamó a hablar aparte. Fue ella quien le contó lo de Vergara y él, sin dudarlo, le ofreció dinero al padre para quedarse con


las chicas. En ese momento pensó que iba a ser terrible para las chicas ser separadas de su familia, pero más terrible aún

yate pero ellas siempre estarán a la deriva. El es su dueño y me

sería dejarlas en manos de Vergara. Su idea era llevarlas hasta

confesó que en más de una ocasión ha querido darles la libertad

Bogotá y dejarlas con su madre, pero cuando las vio bañadas,

para que conozcan a otros hombres y se enamoren. Siente que

libres de piojos y vestidas con ropa nueva cambió de parecer y

se han ganado el derecho a tener una vida lejos de él; incluso les

se las llevó a la Florida. A su madre le explicó que iba a educa-

ha prometido apoyarlas mientras se establecen por su cuenta

rlas y a conseguirles un mejor futuro, y nadie podría decir que

y enseguida ellas han entrado en pánico y de rodillas le han

incumplió su palabra. Lo que nunca dijo era cómo ellas debían

rogado que las deje seguir allí. Y le creo, para ellas él es el único

pagar esa generosidad. 5. Final de partida He dejado a Diego

madero al que pueden aferrarse en aquel constante naufragio

en su casa, todavía debe estar maldiciendo (en el fondo es en-

que tienen por vida. Seguro piensan en la otra posibilidad, lo

vidia) a Peralta. Subo a un taxi sin poder sacarme a Miriam y

que pudieron haber sido en manos de Vergara, los hijos bastar-

Carol de la mente. Diego jura que había algo triste en ellas y no

dos que habrían destruido sus cuerpos y amargado sus almas

lo dudo pero no creo que esa tristeza se deba a su relación con

y entonces deben temblar y dar gracias a todos los santos por

Peralta; es algo más de fondo. Ya no son dos niñas campesinas

Peralta. Pero también debe haber momentos en que lo odian,

perdidas en un remoto caserío, se trata de dos sofisticadas y

en que sienten que él les robó la niñez y tantas ensoñaciones

bellas mujeres que han viajado por el mundo. Sin embargo de-

a las que tenían derecho y que ignoraban hasta que los profe-

ben sentirse más perdidas que nunca. Ellas no eligieron ni en

sores y los libros les enseñaron a razonar, a separarse de los

una mínima parte ese destino, Peralta sabe bien donde lleva su

mamíferos, a tener un espíritu capaz de soñar sin pedir per-


EL SUJETO ENCERRADO ALLÍ Harold Brodkey miso a Dios. Miriam, a espaldas de Peralta, me contó que quiere

La novela de Harold Brodkey, Esta salvaje oscuridad, subtitu-

ser modelo, ganar dinero y regresar algún día por su madre.

lada La historia de mi muerte, es, por exacta lógica, una de las

También me dijo que Carol quiere estudiar medicina pero que,

más vitales que haya leído en mi vida. Cada línea sucumbe al

a diferencia suya, no piensa regresar jamás al caserío. Y quizá

ansia sobrehumana del escritor por exprimir al máximo ese

lo hagan, quizá logren vencer la dependencia de Peralta y lan-

conteo regresivo. Desde las dos primeras palabras: Tengo sida,

zarse a cumplir sus sueños. Supongo que por eso invité a Ce-

Brodkey nos informa que la retórica no tiene cabida en su texto.

sare a conocer el caserío (que, por desgracia, no ha cambiado

Pero no vayan a creer por eso que se trata de un panfleto llo-

mucho) y escribí esta crónica. Recuerdo que el yate estaba lleno

roso, Brodkey la escribió con toda la franqueza, crueldad y de-

de revistas como ésta, a ellas les gusta leerlas y Peralta las com-

sesperación posibles. La carga emocional párrafo tras párrafo

place. No sería descabellado imaginar que leen estas líneas y se

no da tregua, ni una línea se desperdicia porque quien la escribe

enteran cuando deseo que dejen el yate y sigan por su cuenta y

sabe que puede ser la última. Uno lee y queda atrapado sólo que

riesgo, cuanto deseo que Miriam ya no necesite hacer pregun-

esta vez no hay trucos ni sorpresas, el sujeto encerrado allí está

tas (y menos a idiotas como yo) para saber cómo se siente un

diciendo la jodida verdad y la verdad, como todos sabemos, es

beso de verdad.

una joya terrible que no hace concesiones. Pero para un escritor, y Brodkey es de los mejores que han existido, la verdad es sólo una parte. Mucha gente en el mundo tiene sida pero eso no significa que escriba novelas extraordinarias. La verdad es el punto de partida, la apuesta esencial, sin ella ninguna litera-


tura importa. Ella sostiene y justifica el artificio. Brodkey sabe que va a morir, de hecho murió, pero no cede un ápice en su intención de tejer en forma perfecta esa agonía. No quiere compasión ni distancia, exige entrar con él hasta el borde mismo de esa salvaje oscuridad. La primera obra de Brodkey se publicó en 1954, se trataba de una colección de relatos que tituló Primer amor y otros pesares, entonces tenía 24 años y no le dolía un hueso pero aquellos exquisitos relatos que sedujeron a John Cheever, tenían la extrema franqueza y honestidad de su última novela. La literatura contemporánea, que podría prescindir de tantos escritores, no sería la misma sin Brodkey. Creo que precisamente eso que prima en Brodkey, y en todo escritor que valga la pena, es lo que falta a menudo en la nueva literatura latinoamericana. Muchas veces leer a mis contemporáneos me resulta un fastidio, no se trata sólo de las pretensiones, los lugares comunes y el oportunismo de las historias: es algo peor, es sentir que son escritores de juguete. No hay pasión ni compromiso en ellos y me refiero al compromiso

visceral, emocional e intelectual que debe haber entre el escritor y lo que escribe. La mayoría de nuevos escritores latinoamericanos tienen una idea casi suntuaria de la literatura, lo que escriben no pesa, no significa un pito. Obvio que cada cual tiene sus propios intereses y temas para abordar, lo triste es convertir la literatura en una fórmula. La literatura debería ser una experiencia única, cada libro que escribimos debería llevarnos al borde del delirio, abrir nuestra mente, estremecer los cimientos de nuestras convicciones y no creo que esto se logre haciendo astrología o pasando noticias y desgracias ajenas a formato de libro. Los temas de la literatura son infinitos, Ray Bradbury, por ejemplo escribió sobre marcianos. Sin embargo, los marcianos de Bradbury son más intensos, reales y vecinos a nuestro vértigo que tantas historias y personajes de la nueva literatura latinoamericana. Y es que Bradbury no usó a esos marcianos como truco publicitario, ellos le sirvieron para retratar en forma espléndida lo deformes, feroces y egoístas que somos los seres humanos. Y si son tan creíbles esos mar-


cianos es porque están hechos de la fibra íntima de Bradbury. El escritor y sus criaturas son caras de la misma moneda. Nadie

Está claro que el negocio de las editoriales es vender libros pero,

te pidió escribir, cuando se toma esa decisión se asumen todas

aunque algunos editores no logren captar la sutil diferencia, los

las consecuencias que entraña. Escribir es un acto personal, un

libros no son papas fritas. Esta claro que escribir es un oficio

secreto que deseamos compartir con el resto del mundo así que

y tener lectores más que una ambición es una necesidad. Otra

no deberíamos quejarnos cuando ese mundo nos pida cuentas.

cosa es rebajarse, como ese saco de mocos llamado Isabel Allen-

La literatura es un arma poderosa que debe estar a favor de la

de, a escribir novelas por encargo. Odio ese tipo de gente, no pu-

vida, debe arriesgarse, debe intentar ir más allá de los cócteles

edo evitarlo. Me gusta escribir porque me ayuda a sobrellevar

y de los pequeños círculos aduladores. Como decía Capote, hay

mis taras y encontrar algo de belleza en este bosque automático

grandes diferencias entre escribir y escribir de verdad. Me de-

donde existo. No empecé a escribir, y jamás lo haré, porque pen-

cepciona ese tipo de escritores que hacen carrera imitando la

sara que podía ganarme la vida con esto. Escribir fue la única

literatura, esos inexpresivos cronistas de lo inmediato y peor

cosa que tuve cuando no tenía nada, escribir me salvo la vida y

aún los falsos gurúes. Pensar que fábricas de mierda como Pab-

logró que aceptara ser esta maldita cosa que soy. Respeto este

lo Cohelo, JK Rowling o Dan Brown tenga algo que ver con la

oficio, he leído a grandes escritores y sé que las bibliotecas del

literatura es una imperdonable estupidez.

mundo están repletas de libros valiosos que no alcanzaré a leer, por eso detesto a quienes pierden el tiempo leyendo mierda de

Tapa del último libro de Harold Brodkey

fábrica. No tengo nada contra el dinero; si pudiera compraría un yate de lujo para que lindas top models divirtieran a mis


a ciertos escritores de nuestra más reciente literatura uno puamigos, pero no voy a vender el alma por eso. He peleado duro

ede saber los estragos que causa tener averiada la autocrítica.

para conservar mi dignidad y quiero morir con ella. Un escritor

He perdido amigos por expresar mi opinión de forma sincera y

está solo frente a su criatura, él debe ser su crítico más eficaz y

algunas veces me han dicho que debería sólo sonreír y seguir

despiadado. Afuera sólo se trata de vender y si vendes tendrás

la corriente, pero no puedo. Fui educado por una madre recia

el abrazo del editor y el apoyo de los medios masivos de comu-

y honesta. Ella siempre dice que no se trata de tener muchos o

nicación. Para los medios es fácil crear fenómenos, día tras día

pocos amigos, basta que sean amigos de verdad.

ellos pueden inflar a cualquier mamarracho y convertirlo en estrella. Miles de personas comprarán tu libro pero debes tener

Sin duda hay expectativas en Europa por la nueva literatura

claro que no siempre ser vendido significa ser leído y que los

latinoamericana pero eso no significa que será fácil abrirnos es-

tinacos de basura se llenan cada hora de libros inútiles. Tam-

pacio. Allá como en cualquier parte del mundo todo va rápido y

poco se consigue mucho intercambiando opiniones con otros

pasa pronto. Estuve buscando en librerías de Barcelona, París

escritores, a la mayoría sólo les interesa lamerse el culo mutua-

y Milano a escritores latinos que, según los medios, estaban

mente. Quien los critique en serio se convertirá de inmediato

de moda en el primer mundo y no los encontré. Miles de libros

en su enemigo. Por eso hay que afinar bien la autocrítica y re-

cada día desplazan a otros en los estantes y mostradores de

cordar que la autocrítica es una función delicada; cualquier pre-

esas librerías. O vendes o te jodes es la ley del mercado. Bajo

mio o sobredosis de halagos pueden averiarla y ya sabes que los

esa ley convertirse en moda es como tomar las medidas de tu

premios son como el pescado para la foca amaestrada. Leyendo

propio ataúd. Sabemos que nuestros medios no cesarán de convertir a cualquier ciclista, conductor de autos o cantante de ter-


cera en símbolo nacional: es la forma como ablandan nuestros cerebros y nos obligan a comprar porquerías. Lo mismo puede pasar con los escritores aunque espero que nosotros seamos capaces de tener la mínima ética para evitarlo. Se supone que debemos ser una especie de reserva moral en nuestras abatidas sociedades y para ello debemos tener los pies en la tierra. Aceptar la crítica no es fácil pero negar que somos eso que nos critican puede ser peor. Creo que toda crítica sea positiva, negativa o incluso injusta debe ser bienvenida y que necesitamos que esos críticos se multipliquen y sean aún más severos. Nuestra medida no pueden ser los medios ni los halagos gratuitos. No debemos olvidar que el objetivo de los premios que convocan las editoriales es la promoción gratis e indiscriminada. El escritor está solo frente a su criatura y no puede permitirse engaños. Debido a que el éxito de nuevos escritores en nuestros países no va acompañado de un considerable aumento de lectores, y que es criminal la existencia de millones de analfabetas básicos y funcionales, se hace necesario redoblar los esfuerzos en ese sentido. En la Costa Atlántica colombiana viven alrededor

de diez millones de personas y sólo existen ocho librerías, ¿se imaginan las posibilidades que tiene un libro de encontrar su lector allí? Creo que las editoriales deben pensar más en el lector y no reducir su impacto a los premios y las reseñas; utilizar mejor el espacio virtual, bajar los precios y realizar ventas de bodegas más a menudo, abrir librerías y hacer campañas de difusión en las regiones más apartadas. Más que producir y producir escritores tenemos que formar lectores, un libro sin lector no pasa de ser un objeto triste e inútil. Me siento afortunado al saber que he vendido más treinta mil ejemplares de mi primera novela en Italia y que pronto estaré también traducido al alemán y francés. Pero me amarga la idea de que miles de colombianos, con quienes quisiera compartir esas historias, ni siquiera sepan leer. Más que de los escritores y críticos, el futuro y la calidad de una literatura debería estar en manos de los lectores. Necesitamos crear lectores, lectores con rigor que marquen la pauta. Mientras no existan esos lectores los medios impondrán su mediocridad hasta hacernos creer que farándula y cultura son la misma cosa. Leyendo a Harold Brodkey y tam-


bién a Stefano Benni he sentido que otra de las debilidades de

soy un poco obsesivo en esto, pero creo que el papel de un es-

nuestra nueva literatura es la escasa formación intelectual:

critor, sobre todo en nuestros países, no puede limitarse a las

los jóvenes escritores no leen, escriben. Peor aún: no escriben,

revistas de farándula y las entrevistas en la tele. Hay una fun-

publican. Si los editores, y sus lectores de confianza, no hacen

ción social que cumplir y esa función exige experiencia y cono-

de filtro y publican cada cosa “vendible” que les va llegando, no

cimiento. Basta conversar un poco con ciertos escritores para

sólo van a llenar el mercado de libros flojos si no que arruina-

entender que sus libros sean tan blandos y gratuitos. Algunos

ran a esos escritores por falta de exigencia. No basta sentarse y

hasta tienen fluidez y habilidad, pero no hay que olvidar que

escribir la primera tontería que se te venga a la cabeza, un libro

Corín Tellado y Danielle Steel también son hábiles y fluidas.

debe representar y significar algo. Muchos escritores consagra-

En este oficio la fluidez no es un atributo sino una condición,

dos como Vargas Llosa, García Márquez o Saramago, que hici-

condición que debe estar respaldada por ideas y argumentos y,

eron valiosos aportes a la literatura, son hoy momias sagradas

sobre todo, por la voluntad de crear situaciones y conflictos que

que publican libro tras libro amparados más en la técnica que

aporten algo al invisible lector. Parece ser que en cada uno de

en la pasión. Los escritores piensan que deben escribir hasta

nuestros países hay nuevas figuras literarias, y que esas figuras

la muerte y terminan repitiendo el consabido sonsonete o ha-

empiezan a tener la atención de los medios y por ende a ser

ciendo investigaciones históricas para adaptarlas a su molde

reconocidas dentro de su ámbito. Lo extraño, que no es nada

literario. Por eso me gusta Stefano Benni, este curtido escritor

extraño, es que más allá de cada país somos desconocidos. Y no

italiano sigue teniendo el fuego inicial y buscando la belleza y

es nada extraño porque aún compartiendo fronteras y todo un

la verdad que esta entraña, sigue creyendo que cada palabra

bagaje cultural y étnico, aún teniendo los mismos líos, nuestras

cuenta y sigue siendo tan personal como la primera vez. Quizá

relaciones suelen ser distantes e incluso hurañas. Sólo hasta que España u otro país del Primer Mundo otorgan su aval, em-


pezamos a ser aceptados por nuestros vecinos. Eso, por des-

esas obras no sólo retratan la vida y visión personal de Brodkey

gracia, no es un problema exclusivo de la literatura, ocurre en

si no todo un contexto humano, político y cultural que deja al

todos los órdenes. Nuestro distanciamiento,

descubierto las enfermedades del grande imperio norteamericano. Me parece muy bueno que logremos abrirnos espacio en

aparte de absurdo, tiene consecuencias fatales desde todo pun-

Europa y el mundo, que tengamos la atención de los medios y

to de vista y nos hace presa fácil ante los mezquinos intereses

cada vez más lectores, pero por deslumbrante que sea el talento

de ese Primer Mundo. Sería estupendo que la literatura, como

y el éxito de un escritor, su compromiso más importante sigue

ya lo hizo en otras épocas, ayudara a reducir esas distancias. Si

siendo la verdad.

por ejemplo, las nuevas generaciones de colombianos, sólo vamos a ser representados y conocidos en el espacio continental y mundial por Juan Pablo Montoya, Shakira, Juanes o alguna telenovela, estaremos jodidos. La literatura implica, aún en el peor de los casos, un conocimiento mucho más hondo de país y cultura que el pretendido por cualquier mamarracho creado por los medios. Creo que cada escritor tiene un compromiso con la literatura, el mismo que tuvo Harold Brodkey y tiene Stefano Benni, el mismo que han tenido tantos a través de la historia. Brodkey logró hacer una novela estremecedora sobre su experiencia como enfermo terminal, y mucho antes había escrito obras de igual factura sobre las diversas etapas de su vida. Pero



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