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el mundo

MIENTRAS empresarios, comerciantes, inversores y gobiernos debaten sobre la recuperación económica, la competitividad y las crisis geopolíticas reales y potenciales, está más que claro que el espíritu emprendedor debe primar a la hora de tratar con China. Con la pandemia mundial a nuestras espaldas, el espíritu empresarial debe ser el que muestre el camino a seguir, al estar conectado con la realidad y no con meras especulaciones.

China –el país más poblado del mundo y el responsable de un tercio del crecimiento mundial en los últimos años, del cual se espera, además, que continúe contribuyendo como acelerador económico a nivel global– está avanzando en la senda empresarial, tanto a nivel privado como estatal, abocándose cada vez más a una economía verde y a la lucha contra el cambio climático global.

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Compromiso de cara al futuro

En un informe de investigación publicado el 15 de enero titulado El imperativo chino para las empresas multinacionales (The China imperative for multinational companies), la consultora estadounidense McKinsey habla de la necesidad de reconfigurar las empresas con el fin de que se logren adaptar a la pospandemia. Según el informe, la renta media de los hogares chinos ha pasado de aproximadamente 750 dólares en 1990 a 13.000 dólares en 2019. Este dinamismo ha atraído a las multinacionales a China como un imán, construyendo una relación mutuamente beneficiosa en las últimas décadas.

McKinsey advierte de que la enorme complejidad del mercado chino significa que las “nociones de desvinculación absoluta son simplistas”. Resulta revelador que el análisis de McKinsey subraya que en China –el mayor mercado del mundo con una proyección de crecimiento del PIB superior al 5 % en 2023– las oportunidades siguen siendo considerables. En un mundo cada vez más descentralizado, Beijing se ha posicionado como un polo importante dentro del escenario global.

China, también advirtió en enero pasado que había que “evitar sobrestimar los riesgos y subestimar los beneficios del compromiso” con China. Además, señaló que el hecho de que Europa se aleje de China revela una actitud potencialmente ciega que no considera el alto coste que puede tener. De hecho, las multinacionales europeas afirman periódicamente que operar en el mayor mercado del mundo, que además está en continuo crecimiento, sirve para mantener su rentabilidad, innovación y competitividad a nivel mundial.

Retos y oportunidades

China se ha convertido en un líder indiscutido en tecnologías avanzadas e interconectividad. Solo basta con pensar en la Iniciativa de la Franja y la Ruta, la inteligencia artificial y la tecnología espacial. Hoy en día, la transición ecológica de China representa una gigantesca ventana de oportunidades para todos, desde el reciclaje de los desechos producidos por el consumo doméstico diario, hasta alimentos y ropa ecológicos, tanto para las pequeñas y medianas empresas como para las multinacionales, sea cual sea su tamaño. Tan solo en China, esta transición verde requerirá inversiones por billones de dólares, lo que representa gigantescas y lucrativas oportunidades de negocio tanto al interior del país como en el resto del mundo, además de ejemplificar el concepto de una comunidad de destino de la humanidad, que abarca a todos.

“Si no van a China, China irá por ustedes”, les suelo decir a mis alumnos universitarios y de escuelas de negocios, en particular en la universidad privada ESADE de Barcelona. Y es que, en efecto, se trata de una vía de doble sentido, continua e imparable, incluso en tiempos de pandemia. Según el informe La IED de China en Europa: Actualización 2021 (The Chinese FDI in Europe: 2021 Update), elaborado por Rhodium Group de Nueva York y Mercator Institute for China Studies de Berlín, la inversión china de capital riesgo en start-ups tecnológicas europeas alcanzó un nivel récord de 1200 millones de euros en 2021, que representa más del doble que aquel de 2020. Según el estudio, el flujo estu- vo concentrado en emprendimientos ligados a la tecnología financiera, el comercio electrónico, la inteligencia artificial (IA) y la robótica. En 2021, la IED (inversión extranjera directa) china en Europa aumentó un 33 %, a 10.600 millones de euros, frente a los 7900 millones de 2020.

Competencia y colaboración

En este contexto, en el que la competencia y las ganancias compartidas suelen ir de la mano, la corporación tecnológica china Huawei y el Hospital Clínic de Barcelona firmaron en noviembre de 2022 un memorando de entendimiento para impulsar el uso de la tecnología en el sector de la salud durante dos años. Huawei proporcionará equipos de telecomunicaciones y soluciones tecnológicas mediante IA y conectividad 5G, reforzando la digitalización del sistema sanitario español. Ayudará, por ejemplo, a la detección precoz de enfermedades y a la mejora de la atención médica, así como a la exploración de nuevas formas de interacción sobre el terreno, incluyendo el tratamiento de conexión remota y la monitorización de pacientes. El paso marcará un hito en las operaciones de Huawei en Europa, aportando soluciones beneficiosas para ambas partes en consonancia con un espíritu emprendedor, al tiempo que beneficia a los pacientes.

Dado que los hospitales de una ciudad cosmopolita como Barcelona reciben pacientes de todas las nacionalidades, y que la ciudad cuenta con una vibrante comunidad china en todos los ámbitos de la vida, los pacientes chinos también se verán beneficiados.

Las iniciativas empresariales bidireccionales continuarán en el curso de 2023, adaptándose sin conflictos, como lo demuestra el caso del sector alimentario más tradicional. A principios de enero, España, el mayor productor de aceite de oliva en el mundo y el mayor exportador de aceite de oliva a China, empezó a importar aceite de oliva de la ciudad de Longnan, en la provincia de Gansu, al noroeste de China. Este hito supone un mayor reconocimiento de esta industria emergente en China, que ya ha exportado su aceite de oliva a Corea del Sur e Italia, ha obtenido el reconocimiento en concursos en España, Italia, Grecia, Argentina, Israel, el Reino Unido y Japón, y ha ganado cerca de 40 premios importantes. ¿Significa esto que las empresas españolas de aceite de oliva ahora vayan a desaparecer, superadas por sus competidores en calidad y precio? ¿O se inclinarán por la desvinculación? En absoluto.

China se convirtió en el segundo mercado de exportación de aceite de oliva español fuera de Europa y el quinto a nivel mundial en 2021-2022, vendiéndose más de 45.000 toneladas por un valor total de 177 millones de euros. Según la Asociación Interprofesional de Aceite de Oliva Español, se trata de un incremento interanual del 10,25 %.

A largo plazo, la industria española de aceite de oliva puede perder o ganar, dependiendo de la capacidad de innovación y de las alianzas con sus propios competidores.

Estas ideas son debatidas actualmente en escuelas de negocios e instituciones de todo el mundo, como la Escuela de Negocios Internacionales China-Europa de Shanghai, Beijing, Shenzhen, Zúrich y Accra; la Escuela de Negocios ESADE de Barcelona y Madrid (España); el Instituto de Arte y Diseño de Milán de la Universidad Tsinghua (Italia); el Centro para América Latina de la Universidad Tsinghua de Santiago (Chile); y el Instituto de Intercambio Global (GIX) de Seattle (Estados Unidos), creado conjuntamente por la Universidad Tsinghua y la Universidad de Washington.

Importantes consultoras y think tanks como Natixis, de Hong Kong, y el Instituto Paulson, de Washington, afirman que el espíritu empresarial chino, tanto a nivel privado como estatal, es favorable a los negocios y está conectado con el mundo exterior, teniendo en cuenta las recientes políticas de Beijing como la “prosperidad común” y la “circulación dual”.

Es previsible que el crecimiento económico y tecnológico de China siga influyendo en el mundo, este año y más allá.

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