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Israel Epstein: un sincero testigo de los cambios
Incansable en su labor, dedicó toda su vida a dar a conocer China ante el mundo
Por HOU RUILI
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Nacido en Polonia, Israel Epstein vivió y trabajó en China durante largo tiempo. En sus 90 años de vida, fue testigo de la causa revolucionaria del pueblo chino, además de los progresos y desarrollo de la nueva China. En una oportunidad señaló que los chinos, antes de ser internacionalistas, eran nacionalistas por sobre todo. En su caso, sin embargo, fue lo contrario.
Nacido en Polonia y criado en China
Epstein nació en 1915 en una familia judía de Varsovia, capital de Polonia. Cuando eran jóvenes, los padres de Epstein se integraron a la Alianza de trabajadores Judíos, organización revolucionaria contra la dominación zarista y parte del grupo marxista del Partido Obrero Socialdemócrata de rusia. De esta forma, las ideologías socialistas y el pensamiento marxista que sostenían sus padres ejercieron una gran influencia en su concepción de la vida y del mundo.
Cuando tenía dos años, Epstein llegó a la ciudad china de Harbin con sus padres, y a los cinco años su familia se trasladó a tianjin. Epstein estudiaba en una escuela angloamericana, en la que recibió una enseñanza eurocentrista. Sin embargo, gracias a la influencia de su madre, quien hablaba ruso, Epstein comenzó a leer durante su juventud obras progresistas de algunos conocidos pensadores y literatos de rusia, lo cual estimuló su maduración ideológica y sentó una base firme para sus posteriores escritos.
Desde que tenía memoria, Epstein vio cómo las grandes potencias imperialistas se apoderaron del territorio de China, toda vez que su pueblo vivía en un abismo de tinieblas. Cuando Epstein estaba en cuarto año de educación básica, el Partido Comunista de China (PCCh) y el Guomindang decidieron cooperar por primera vez con el objetivo de “aliarse con rusia, aliarse con el Partido Comunista y ayudar a los campesinos y obreros”. tanto él como sus padres vieron esta cooperación como algo necesario, una opinión inusual en las familias extranjeras que vivían en tianjin.
En 1931, con apenas 16 años de edad, Epstein trabajó para el periódico Peking and Tientsin Times, lo cual dio inicio a su vida como periodista. La toma del imperio japonés de las tres provincias del noreste de China le provocó una inmensa furia y asombro, por lo que asumió la tarea de informarle al mundo la realidad que estaba atravesando China frente a la agresión japonesa, al igual que la situación en el campo de batalla frente al fascismo. Entre 1937 y 1938, en calidad de perio-
dista acreditado en China para United Press International, Israel Epstein corrió por la primera línea del frente y por la retaguardia, informando y registrando diferentes episodios de esta lucha como el Incidente del Puente Lugou, la Batalla de tianjin, la victoria en la Batalla de tai’erzhuang y la caída de Guangzhou.
En busca de la verdad
“Durante las décadas de 1930 y 1940, yo me desempeñaba como periodista y registré la guerra contra el ejército japonés, lo cual me liberó de la educación recibida en mi juventud, que tomaba a Europa como centro, e impulsó mi deseo por investigar más acerca de diferentes asuntos, a fin de que quedaran registrados en los anales de la historia”, señaló Epstein en una oportunidad.
En una entrevista que llevó a cabo en Guangzhou, Israel Epstein conoció a Soong Ching-Ling, lo cual marcó un antes y un después en su vida. Por invitación de Soong, Epstein se unió al boletín en inglés que publicaba la Unión de Defensa nacional de China. Asimismo, mientras trabajaba para The Wall Street Journal, tradujo los documentos del PCCh al inglés, los cuales fueron publicados por dicho medio. Fue durante esta etapa que tradujo el artículo de Mao Zedong Sobre la guerra duradera, lo cual sirvió para su difusión por el mundo.
En 1939, Epstein publicó en Londres su primer libro, La guerra del pueblo. Basándose en sus observaciones e informes como testigo de primera fuente, dio a conocer al mundo la firme determinación del pueblo chino para resistir a los invasores japoneses y ganar la guerra. Según Soong, este era un libro distinto a aquellos escritos por otros autores extranjeros sobre la guerra, ya que combinaba la cobertura de primera mano con la revisión del pasado y las perspectivas del futuro.
En el verano de 1944, Israel Epstein traspasó el bloqueo del Guomindang para dirigirse a la base revolucionaria de Yan’an y ver lo que estaba ocurriendo en el terreno. Desde su cueva, Mao Zedong habló con él durante dos largas
horas, en las que el periodista quedó impresionado por la capacidad del líder del PCCh para expresar complejas ideas estratégicas de una manera sencilla. El viaje a Yan’an le dio a Epstein una comprensión más profunda del PCCh, por lo cual se decidió a escribir en un libro todo lo que había visto y escuchado y difundirlo por el mundo. Para poder llevar a cabo esta misión, él y su esposa, Elsie Fairfax Jomelly, tuvieron que salir de China rumbo a Estados Unidos.
Antes de partir, Epstein tuvo también una conversación con Zhou Enlai que lo marcó profundamente. “Lo que ocurrió entre 1944 y 1949, ayudó a nuestro público en el extranjero y a nosotros a observar los acontecimientos que culminaron en el nacimiento y el crecimiento de una China que ya no era, como en el siglo pasado, un objeto de disputa en el escenario mundial, sino uno de sus principales protagonistas”.
Su libro La revolución incumplida de China, publicado en Estados Unidos en 1947, dio a conocer el PCCh y la revolución china a más personas, a la vez que anunció el inminente nacimiento de una nueva república Popular China. Por otro lado, el libro tuvo un gran eco, lo cual hizo que la comunidad internacional empezara a prestar más atención a China.
Dio a conocer la verdadera China
En el verano de 1951, Epstein y su esposa regresaron a China por invitación de Soong Ching-Ling. Al principio, Epstein fue consultor del primer semanario bilingüe en inglés People’s China. En 1952 se unió a la revista China Reconstruye (actualmente China Hoy), fundada por Soong Ching-Ling, donde tuvo varios puestos, como el de redactor jefe durante 50 años. A lo largo de este periodo se comprometió a informarle al mundo sobre China, a fin de dar a conocer el país de una manera real a los lectores occidentales. Epstein escribió un gran número de artículos sobre personas de diferentes ámbitos de la vida, así como del desarrollo de China, desde una perspectiva histórica e internacional. Asimismo, participó en la traducción de muchos documentos y libros, como Obras escogidas de Mao Zedong y Obras escogidas de Deng Xiaoping, desempeñando así un importante rol como “asesor de alta categoría” en las labores de difusión internacional.
Israel Epstein se convirtió en ciudadano chino y miembro del PCCh en 1957 y 1964, respectivamente, además de haber sido miembro del VI al X Comité nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino.
El periodista y escritor siempre albergó un profundo sentimiento hacia China, a la que consideraba su hogar, ya que tenía muchos amigos y había desarrollado su carrera aquí. Según señalaba, había sido testigo de cómo el pueblo chino había ganado la revolución y sido artífice de la construcción de una nueva China.
La prensa, se puede decir, narra la historia mientras esta se va creando. En esa línea, Epstein observó lo que estaba pasando y lo analizó desde una perspectiva histórica en profundidad, mediante un amplio estudio de cada artículo y libro que escribió. Para la biografía de Soong ChingLing, Epstein pasó 10 años estudiando toda la documentación existente y llevó a cabo entrevistas tanto en el país como en el extranjero, con el fin de exponer los aportes de Soong en los principales acontecimientos a nivel nacional e internacional de su época y las múltiples dimensiones de su extraordinario carácter. Para el libro La transformación del Tíbet, viajó a la región autónoma unas cuatro veces, con un intervalo de diez años entre cada viaje. En su visita de 1976, Epstein y su esposa entrevistaron a entre 700 y 800 personas de diferentes ámbitos en la región, cuyos testimonios quedaron registrados en 3000 páginas. La obra final, de 200.000 palabras, le tomó 30 años escribir.
La gente recuerda a Israel Epstein como una persona amable con un gran conocimiento y sentido del humor, quien dedicó toda su vida a dar a conocer China ante el mundo. “Amo a China y al pueblo chino. China es mi hogar, y ese amor une mi trabajo y mi vida estrechamente con el destino de la nación”, dijo.