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Un mexicano distinguido

Alberto Conejo obtuvo el año pasado la Medalla de la Amistad del Gobierno Chino

Por MAGDALENA ROJAS

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NO son tantos los años que Alberto Conejo lleva en China, pero sus aportes se hacen sentir con fuerza no solo en el área en la cual se desempeña como experto, sino en la construcción de un mundo más amigable con el medioambiente en su totalidad.

Un grano de arena

Alberto Conejo no es cualquier hombre. Su dedicación y trabajo le han valido importantes reconocimientos, pero estos logros no han estado exentos de sacrificios. Por otro lado, el mexicano, quien ha dedicado más de 30 años al campo de la metalurgia y el acero, no duda en reconocer las labores de otros como parte de sus logros. La primera vez que llegó a China lo hizo de la mano de su esposa por una estancia sabática de un año de 2014 a 2015. “Durante ese tiempo viajamos por muchas partes de China; fuimos a pueblos remotos, escalamos montañas, recorrimos ríos y lagos, y visitamos pueblos antiguos y museos”, rememora.

Pese a que en México “lo tenía casi todo”, había algo que faltaba. Por eso, cuando la Escuela de Metalurgia de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Beijing (USTB, siglas en inglés) le ofreció una plaza como investigador y profesor bajo un contrato de seis años, el mexicano no dudó en emprender vuelo. “Mi salida de México es producto de un autoexilio académico”, dice al respecto. “Tenía una casa enorme, una cabaña en la montaña y una cocinera a tiempo completo”. Pero estas comodidades materiales no eran suficientes para este mexicano ávido de nuevos conocimientos y de poder difundirlos para la posteridad. “En los últimos años (en México) empecé a sufrir barreras por intentar cambios para incrementar mi productividad académica”, señala. “Sin esos cambios habría seguido con una vida cómoda, pero que me alejaba de mi proyecto de vida, que es dejar nuevos conocimientos como resultado de mi trabajo científico”.

Uno de los mayores problemas que enfrenta la humanidad tiene que ver con las emisiones de dióxido de carbono. En ese sentido, Alberto Conejo ha realizado importantes aportes a través de sus investigaciones para reducir el consumo de energía en la producción de acero mediante la escoria espumosa en hornos eléctricos de arco. Al ser la industria del acero la que emite la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono en el mundo – alrededor del 7 %–, la comunidad científica se ha centrado en dos enfoques para enfrentar esta problemática; por un lado, optimizar procesos y, por otro, diseñar procesos radicalmente diferentes. “El trabajo que hice se centra en optimizar el uso de energía eléctrica al definir las condiciones que permitan cubrir el arco eléctrico y minimizar las pérdidas de energía”, puntualiza.

Estos esfuerzos le llevaron a ser galardonado el 30 de septiembre del año pasado con la Medalla de la Amistad del Gobierno Chino, la mayor distinción que existe para extranjeros que han hecho contribuciones sobresalientes en la causa de la modernización, reforma y apertura del país. Si bien está consciente de sus logros, Alberto Conejo no titubea al decir que ello también es fruto de un trabajo compartido y en equipo. “Lo único que puedo decir es que no existen los logros individuales, sino el resultado de un esfuerzo colectivo”.

China y México, un lazo inquebrantable

El mes de febrero marca un hito histórico entre China y México, ya que se celebra el 50.° aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Sin embargo, dicho nexo tiene un antecedente mucho más antiguo. “Existió la ruta de la plata durante 300 años, desde el siglo XVI al siglo XIX”, afirma. “Este es el antecedente de la primera globalización del comercio mundial, donde la moneda aceptada no era el dólar, sino el peso hecho de plata, hecho en México”, puntualiza.

Aparte de que ambos países cuentan con civilizaciones milenarias con un fuerte legado histórico y cultural, el lazo ha ido tomando cada vez más forma y peso. Esto es algo que Alberto Conejo reconoce como un elemento clave ante la necesidad de reforzar la colaboración internacional. “El embajador actual, el Dr. Jesús Seade, tiene la preparación y la experiencia para impulsar una nueva agenda bilateral que no solo incluya el aspecto comercial, sino muchos más campos como el de la ciencia y tecnología, turismo, entre otros”.

Además, advierte Conejo, las relaciones diplomáticas curiosamente se oficializaron el 14 de febrero de 1972, que justamente coincide con el Día del Amor y de la Amistad en México.

“Donde se es feliz, allí es tu patria”

Si bien no todo ha sido color de rosas, Alberto Conejo es un agradecido de la vida que cita al célebre dramaturgo francés Víctor Hugo para dar cuenta de cómo se siente en China. “Donde se es feliz, allí es tu patria”, dice. Además, el hecho de admirar las cosas simples de la vida que muchas veces pasan desapercibidas para la mayoría de los mortales también ayuda.

“Lo que trato de hacer cada día por la mañana es un alto en el camino a mi trabajo y observo el cielo, los árboles, el baile de las hojas y siento el viento”, señala. “Entonces cierro mis ojos, respiro lentamente y cuando regreso a la realidad, me siento feliz”.

La comunidad académica en la que se encuentra también ha servido de estímulo y apoyo. Al respecto, Conejo se siente maravillado con el nivel y compromiso de sus alumnos. “China produce más de la mitad del acero y tiene la empresa productora de acero más grande del mundo, por lo que no es de extrañar que también tenga el departamento de metalurgia más importante en el mundo, que es donde trabajo, en USTB”. Por ello mismo, cuando se trata de trabajar, sus alumnos lo dan todo, incluso si significa trabajar los sábados y domingos.

Este compromiso, aunado con el esfuerzo y trabajo, son cosas que el mexicano también rescata del Partido Comunista de China (PCCh), que en julio del año pasado celebró los 100 años de su fundación, realizada en 1921. Para la ocasión, hubo una gran celebración en la Plaza Tiananmen, donde Alberto Conejo también estuvo invitado. “Fue un inicio accidentado y difícil, pero los cambios en los últimos 40 años han dado resultados positivos que son únicos en la historia de la humanidad”, dice. Además, añade que uno de los resultados más importantes del PCCh, según él, es haber sido capaz de reforzar la unidad del pueblo chino. “Este es uno de los rasgos culturales que más admiro porque no solo contribuye a la felicidad del individuo, sino que también permite entender el apoyo mutuo y el trabajo en equipo”.

A sus 62 años, Alberto Conejo considera que está en su mejor momento para aportar desde su campo de estudio y la experiencia acumulada. “He empezado con colaboraciones con otros grupos de trabajo para enfocarnos en el desarrollo de nuevas tecnologías, ya que con las actuales hemos llegado casi al límite para reducir la producción de CO₂”, cuenta. “Mi meta es seguir trabajando en equipo hasta el último día de mi vida”.

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