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íNDICE 1. La Introducción de Luis Barragán 2. Lista de proyectos / Awards 3. Casa Estudio Propia,Tacubaya 3.1 Planta Baja a. Portería b. Vestíbulo c. Estancia d. Biblioteca e. Taller / Patio de las Ollas f. Comedor y Desayunador g. Jardín 3.2 Segunda Planta a. Habitación de huéspedes / Tapanco b. Cuarto blanco y Habitación principal c. "Cuarto del Cristo" o Vestidor 3.3 Tercera Planta a. Terraza 4. Fachada 5. Cortes 6. Bibliografía
Luis Barragรกn
Luis Barragán Arquitecto mexicano, nació en 1902 en Guadalajara, donde hizo sus estudios profesionales y se graduó como ingeniero civil y arquitecto en 1925. Tras terminar sus estudios estuvo en Europa durante dos años, en viaje de estudios y de placer, pero sin haber estado en academia o institución alguna. Su evolución arquitectónica se basó en la búsqueda de una síntesis personal de la arquitectura mexicana con las aportaciones de las vanguardias europeas. Sus primeras obras destacan las viviendas unifamiliares, como las casas González Lima y Enrique Aguilar (1928, ambas en Guadalajara), en las que comienza a desarrollar un estilo propio influenciado por la cultura mediterránea: patios, muros, jardines, terrazas, celosías. El final de este primer periodo coincide con su traslado a la ciudad de México en 1936, cuando el conocimiento detallado de las vanguardias europeas —sobre todo de Le Corbusier y Mies van der Rohe— propició un nuevo dinamismo en el tratamiento de sus elementos arquitectónicos, en especial de los muros y los espacios interiores (encadenamientos ambientales, dobles alturas y manejo del vidrio en la articulación de espacios). Su arquitectura empieza a concebirse como un juego de planos, luz y texturas. En esta etapa destacan el edificio de apartamentos en la plaza Melchor Ocampo (1936-1940), su casa-taller en Tacubaya y dos obras en el campo del paisajismo: los jardines del Pedregal (1945-1950) y los del Predio del Cabrío (1944), ambos en la ciudad de México, donde se percibe la huella profunda de los jardines islámicos — insistente presencia del sonido del agua—. Su última etapa, iniciada en 1950 bajo la influencia del pintor Jesús Reyes Ferreira y el escultor Mathias Goeritz, se caracteriza por su evolución hacia una arquitectura de espacios interiores, valoración del color, tratamiento de texturas y luz natural. Las obras más representativas de este tercer periodo son la capilla de las Capuchinas Sacramentarias (1952-1955 en Tlalpan), las torres de la Ciudad Satélite (1957), proyectadas junto con Mathias Goeritz, el barrio de las Arboledas (1955-1961) o la Casa Gilardi (1972-1980) En 1980 recibió el premio Pritzker.Para ese entonces, ya la enfermedad de Parkinson lo había ido minando y le impedía trabajar. Volvió por última vez a Guadalajara en 1985, donde recibió el Premio Jalisco. Se realiza una gran exposición retrospectiva en el Museo Tamayo de la ciudad de México. En 1987 recibe el Premio Nacional de Arquitectura. Luis Barragán murió el 22 de noviembre de 1988 en su casa de Tacubaya, en la ciudad de México. Sus restos son trasladados al día siguiente a Guadalajara y ahora reposan en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
Lista de Proyectos: 1927 Casa de Robles León, Guadalajara, México. 1928 Casa de Aguilar, Guadalajara, México. 1930 Casa de Gustavo Cristo, Guadalajara, México. 1931 Casa de González Luna, Guadalajara, México. 1934 Parque Revolución, Guadalajara, México. 1936 Edificio Avenida de México 143, Ciudad de México, México.
1928
1937 Edificio calle Lerma esquina con Guadiana, Ciudad de México, México. 1936-1940 Edificio plaza Melchor Ocampo, Ciudad de México, México. 1945 Jardines del Pedregal, Ciudad de México, México. 1947 Casa en Francisco Ramírez 14, Ciudad de México, México. (Casa Estudio propia, Tacubaya) 1948 Casa de Fuentes 10, Ciudad de México, México. 1952 Capilla de las Capuchinas, Ciudad de México, México. 1957-1958 Torres de la Ciudad Satélite, Ciudad de México, México. (Colaboración con Mathias Goeritz)
1963
1958 Las Arboledas, Ciudad de México, México. 1963 Los Clubes, Ciudad de México, México. 1967-1968 Manzana de San Cristóbal, Ciudad de México, México. 1972 Capilla de Lomas Verdes, Ciudad de México, México. 1979 Faro de Comercio, Monterrey, México.
AWARDS 1976 Premio Nacional de las Artes, méxico. 1980 Pritzker Architecture Prize. 1979
1985 Premio Anual de Arquitectura Jalisco.
"El trabajo de arquitectura que no expresa serenidad es una equivocaci贸n." - Luis Barrag谩n
Casa Estudio Propia La Casa Estudio Propia en Tacubaya que construida en 1947, representa una de las obras arquitectónicas contemporáneas de mayor trascendencia en el contexto internacional, como lo ha reconocido la UNESCO al incluirla, en el año 2004, en su lista de Patrimonio Mundial. Se trata del único inmueble individual en América Latina que ha logrado tal distinción, debido a que – como afirma la propia UNESCO en su declaratoria – es una obra maestra dentro del desarrollo del movimiento moderno, que integra en una nueva síntesis elementos tradicionales y vernáculos, así como diversas corrientes filosóficas y artísticas de todos los tiempos. La influencia de Luis Barragán en la arquitectura mundial sigue creciendo día con día, y su casa, conservada con fidelidad tal como la habitó su autor hasta su muerte en 1988, es uno de los sitios más visitados en la ciudad de México por los arquitectos y los conocedores de arte de todo el mundo.
Estancia
Planta Baja
Escala 1:200
Portería La fuerte sensación de límite que establece el paramento hacia la calle del General Francisco Ramírez queda reiterada por el primer espacio de la casa. La portería es una esclusa de descompresión, un filtro sensorial y por lo tanto emocional. Este acceso de dimensiones reducidas que tiene una luz teñida por un vidrio amarillo en una reinterpretación de un espacio tradicional. Aquel que provoca la pausa que antecede a la casa mexicana。 La portería funciona como un lugar de espera y, al mismo tiempo, como un espacio donde se preparan los sentidos. La vista, el olfato, el tacto y el oído son puestos en un estado expectante por la acción directa de una paleta de materiales precisa, escasa en variantes, pero generosa con ellos: madera, piedra y muros encalados.
Vestíbulo La misma piedra volcánica, prácticamente virgen, que forma el piso de la portería pasa a través de la segunda puerta hasta llegar al vestíbulo. Su uso era conocido como un pavimento de exteriores que consigue acentuar la paradójica sensación de encontrarse en un patio interno, al centro de la casa. Esta segunda puerta, separa la penumbra dorada de la portería de la luz intensa del vestíbulo, que es elaborada por un mecanismo de reflejos. Desde el plano amarillo del exterior, con orientación sur, la luz incide sobre una superficie dorada de un retablo barroco —expresado aquí en su forma abstracta por Mathias Goeritz— y baña después al rosa intenso de los muros. Una tenue sombra rosada aparece sobre el blanco de la escalera, sobre el color esencial de la casa al que regresan siempre los reflejos y las sombras.
Estancia La transición hacia la estancia-biblioteca se logra con recursos que serán constantes a lo largo del recorrido. Un acento de escala, a manera de contracción, su consecuente sombra y el movimiento, nunca frontal ni directo, sino obligado a una directriz quebrada que concluye con una nueva dilatación del espacio, el aire y la luz. La fachada poniente de la casa se distingue de la frontera prácticamente impenetrable de la fachada hacia la calle no sólo por su proporción de vanos, sino también en su concepción como un mecanismo de diálogo de la casa con su jardín. Este es el caso de la gran ventana en la estancia. A través de esta fachada la naturaleza acompaña y provoca las experiencias de la vida que ocurren al interior. Más que una frontera, esta fachada es el plano anterior a otra especialidad, la vegetal, que adquiere así un valor metafísico más que utilitario.
Biblioteca La estancia es el primero de los lugares contenidos en esta espléndida doble altura del salón donde está la biblioteca. Este gran flujo espacial se haya dividido en recintos conformados mediante la introducción de varios planos de muros a media altura. Pese a la multiplicidad de escala y de usos, la unidad del salón está preservada y subrayada por la fuga de líneas de la viguería que lo cubre y por el mismo librero que se aloja en uno de sus costados, vertebrado todos los espacios del salón. En contraposición a esta secuencia que enmarca la ventana hacia el jardín, existe una retícula cerrada de vidrios opacos que reciben de la calle sólo una luz filtrada y algunas sombras de los árboles sobre la acera. Queda clara aquí la intención de proyectar el volumen de esta ventana hacia la calle, lo que en principio podría entenderse como un recurso compositivo sobre la fachada y que, en realidad, provoca un mayor espesor del muro que armoniza con la monumentalidad del espacio interior y, al mismo tiempo, construye una caja de luz que dosifica su intensidad antes de inundar el salón. Quedan excluidos con esta ventana la vista y el ruido que provienen de la calle, para convocar lo que, en definitiva, es la presencia protagonista dentro de la casa: el peso y la plenitud de un silencio que no sólo existe como simple ausencia.
Taller Se accede al espacio del taller a través de una nueva esclusa que comunica el lugar de trabajo con la casa y con el acceso del número 12. Esta esclusa forma un volumen independiente al que se adosa también la chimenea. Destaca en el taller el techo inclinado de madera. El gran volumen de aire está iluminado por una ventana que mira hacia el oriente y en la que el contacto visual con la calle ha sido substituido por una serie de planos blancos ascendentes que se apropian desde el interior de las copas de los árboles vecinos, los que terminan por pertenecerle más a esta ventana, dejando fuera de la vista a las azoteas y a las antenas vecinas. Este juego volumétrico progresivo dirige la mirada hacia el último plano, el del cielo azul que concluye la composición.
Patio de Las Ollas En contra esquina a la ventana descrita, hacia el poniente, con un traslape de muros se ofrece una salida al lugar de trabajo. A través de un nicho articulado con una puerta rosa a la holandesa, se llega así al patio de las ollas. Este es producto de una serie de modificaciones al proyecto original que terminan por separarlo del jardín y del propio taller, cuando eliminó el ventanal de piso a techo en la fachada oriente.
Comedor y Desayunador La serie de ventanas en la planta baja pueden ser entendidas como maneras distintas de un mismo acto que es la contemplación del jardín. En el salón, la transición sólo es interrumpida por la cancelería en cruz que es llevada a un extremo no exento de extrañeza. El cristal a partir del suelo permite que el piso de madera se proyecte en su reflejo hasta el jardín y es el mismo que impide que se produzca el tránsito físico. Es sólo la mirada la que transita plenamente por esta puesta en escena, y la comunicación con el exterior se reserva a una pequeña esclusa lateral. La distinta dimensión de la ventana en el comedor convierte la visión del jardín en un cuadro algo más abstracto. Desde la perspectiva de quien se sienta en unos de los siete lugares a la mesa, logra desprender la vegetación del suelo para añadir un color más en la composición. En el desayunador la ventana se eleva una vez más y ya no tiene una posición frontal franca. El jardín se presenta entonces como una fuga superior de la perspectiva, en un lugar, probablemente el más íntimo de la casa, donde hay que resguardar la mirada entre muros. En la cocina, amplia y bien iluminada, el jardín aparece sólo al abrir la puerta. Los vidrios translúcidos denotan aquí una jerarquía de ventana muy distinta a las antes descritas.
Desayunador
Jardín Tanto en los documentos fotográficos como en las descripciones hechas por el propio arquitecto consta que una primera versión del jardín tuvo extensiones de césped mayores, con un claro más grande frente al salón y, en general, con un carácter mas domesticado. La decisión de Luis Barragán para permitir un crecimiento con mayor libertad de todo el jardín da como resultado su estado actual: un jardín opulento y semisalvaje, evocador de huertos ancestrales, donde la vegetación ha tomado por vida propia la mayor parte de las decisiones. A la mitad del desierto urbano que es hoy la ciudad de México, se halla un oasis esencialmente monocromático, o de un sinnúmero de verdes, salvo por el blanco o el naranja que añaden las floraciones de jazmines y clivias. Sobre este color, el verde, sobra decir que nunca sería utilizado en la paleta de Barragán para cubrir muro alguno. Aunque relativamente limitado en sus dimensiones físicas, la apropiación que el jardín logra visualmente de la vegetación vecina, el jardín de la “Casa Ortega”, consigue una perspectiva densa y profunda.
Segunda Planta
Escala 1:200
Habitación de huéspedes La recámara de los huéspedes orientada hacia la calle es una adición posterior al primer proyecto ya que, en su lugar había originalmente una terraza. Ésta y las dos habitaciones de este segundo nivel tienen como denominador común su espíritu monacal, no sólo por la economía de recursos con la que están resueltas, sino incluso por la selección del mobiliario y las texturas seleccionadas para los tapetes y los cubrecamas. La casa está iluminada por un conjunto de acentos luminosos precisos: cilindros, volúmenes rectangulares sobre el piso o sobre los muebles o, en su defecto, funcionales lámparas de trabajo que sin más han pasado de la mesa de dibujo a la cabecera de la cama o a la mesita lateral en el rincón de lectura.
Tapanco La intimidad y escala del estudio del tapanco están contenidas dentro del gran espacio del salón biblioteca por un muro que permite seguir con la vista el ritmo de la viguería. Junto con una parte de su colección de discos, donde destaca en este lugar la música tribal, se guardan el crucifijo de marfil, la figura de San Francisco y algún objeto ritual no católico. La ventana es ahora un juego de postigos blancos y un cuidado estudio de proporciones que acaso dejan pasar el cielo y esconden la calle y que imprimen sobre el muro, el negativo del ventanal de la estancia. Así, en vez del metal sobre el vidrio, esta vez es una cruz de luz.
Habitación de huéspedes
Habitación Principal Y Cuarto Blanco En la segunda planta la vista del jardín está reservada para la habitación del arquitecto y la habitación de tarde o el “cuarto blanco” como coloquialmente le llamaba. A estas se accede por una nueva válvula espacial, ahora amarilla, que concentra la luz de la mañana proveniente del vestíbulo hasta llevarla al interior de las recámaras donde no falta el arte sacro y los motivos ecuestres.
Habitación Principal
Cuarto Blanco
"Cuarto del Cristo" O Vestidor Es un lugar que comparte con el vestíbulo su misma espacialidad fluida y compleja. Su programa puede ser ambivalente, pero, su función dentro de la secuencia espacial, no deja lugar a dudas al ser el preámbulo y el anuncio del encuentro con la terraza abierta al cielo, con el desenlace y clímax de la ascensión que comenzó en la portería. El vestidor es la invitación a descubrir la terraza pasando a través de una hendidura vertical, un sólido de luz amarilla por el que apenas asoman tres escalones de madera cuyas dimensiones sugieren un ascenso meditativo, solitario.
Tercera Planta
Escala 1:200
Terraza En una primera disección literal, la terraza está construida con unos muros elevados sobre el nivel de azotea; los tiros de la chimenea y el sistema mecánico de calefacción y, también, por la torre blanca que aloja el depósito de agua y las escaleras que conducen a la zona de servicios en tercera y última planta. También es una composición abstracta de paramentos desnudos que funcionaron como laboratorio cromático y cuya función arquitectónica es a la vez evocadora e insólita. En la terraza es donde sucede el desenlace de la compleja construcción espacial y poética de la casa. Una construcción que, como recuerda el amigo de toda la vida de Luis Barragán, Ignacio Días Morales, sería fácil de traicionar por las descripciones fragmentadas: Una cualidad muy importante de los espacios de Barragán es la concepción unitaria, tanto de los espacios simples como de los compuestos, sobre todo, de la secuencia de los espacios que componen un edificio que da la impresión de estar concebidos en un mismo instante y que constituyen una sorpresa inédita de un macizo buen juicio; son como diversas notas de un mismo acorde armónico, son una exhibición del sentido común, hoy tan raro, como si la composición de estos espacios no pudiera ser de otra manera, tectónicamente ineludible. En la terraza, el desenlace es más inquietante que catártico. El mismo sustantivo “terraza” que la designa pragmáticamente en los planos queda contradicho por la experiencia de habitarla. Más allá de que se le pueda llamar mirador, estanque, patio, observatorio, capilla, jardín colgante... En la terraza tiene lugar la secuencia de transformaciones documentada fotográficamente por Armando Salas Portugal y que es una de las más significativas como ejemplo del proceso de experimentación con la obra. A partir de un simple barandal de madera que permitía la vista hacia el jardín, los muros perimetrales fueron elevados hasta la completa introspección. La cruz en relieve que muestran algunas de las fotografías también desaparece durante el proceso. Por otro lado, las múltiples variaciones cromáticas que se registran dejan pistas de la exploración que Barragán hace sobre la interacción del color con los espacios construidos. La búsqueda de los orígenes desde los cuales la terraza ha evolucionado —si en verdad se tiene que insistir en buscarlos— se vuelve múltiple: pueden encontrarse en la tradición musulmana de habitar los techos o en esos lugares abiertos por
excelencia al acontecimiento urbano y hasta en el concepto anunciado por Le Corbusier de la quinta fachada moderna. O bien, en el sencillo aprecio rural y universal del contacto con el firmamento. Luis Barragán era un hombre culto que encontrará muchas veces eco de su propia búsqueda en la obra de otros y aquí ha dejado también testimonio de su cercanía con el movimiento surrealista, especialmente con la obra metafísica de Giorgio de Chirico. Más allá de la sola coincidencia de la imagen, la terraza nos permite volver a las reflexiones que inspiró al artista italiano su admiración por la pintura antigua: El cuadro del cielo enmarcado por las líneas de una ventana es otro drama que se ensambla con la escena básica del cuadro, de tal manera que cuando el ojo se encuentra con aquellas superficies verdosas, aparecen múltiples interrogantes turbadoras: ¿qué habrá más allá de la ventana?... ¿Ese cielo cubre, quizá el mar, el desierto o una populosa ciudad?... ¿o quizá se extiende sobre una naturaleza libre e inquietante, sobre montes y profundos valles, sobre llanuras surcadas por caudalosos ríos? Y las amplias perspectivas de las construcciones se levantan llenas de misterio y de presentimientos, en sus rincones se esconden oscuros secretos que hacen del arte un episodio vibrante y no sólo una escena limitada a los actos de los personajes representados, todo un drama cósmico y vital que envuelve a los hombres y los atrapa en su vorágine en la que el pasado y futuro se confunden con los enigmas de la existencia, exaltados por el soplo del arte y desnudos del aspecto complejo y temible con que el hombre los imagina fuera del arte, cubriéndose de la apariencia eterna, tranquila y consoladora de toda construcción genial. Para dejar la terraza se debe buscar la puerta tras la torre gris, si la memoria de que existe la puerta prevalece sobre la percepción.
Fachadas
Escala 1:200
Cortes
Escala 1:200
Bibliografía -Louise Noelle. Barragán, ISBN : 88-86498-23-3, P54-56. -2002 Barragan Foundation,Suiza. Guía Barragán, ISBN : 968-5208-17-4 -René Burri. Luis Barragán, ISBN : 0-7148-3960-4 -Daniele Pauly. Barragán - Space and Shadow, Walls and Colour, ISBN : 3-76436679-6 -Luis Barragán Morfin 1902-1988 Obra Construida, ISBN : 84-87001-22-X -2001 Barragán Foundation, Luis Barragán, La Revolución Callada, -http://www.designmuseum.org/design/luis-barragan -http://www.pritzkerprize.com/barragan.htm