La Soldadera, Nueva Época, Número 55

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Número 55 / Nueva Época / Año 4 / Suplemento Cultural de “El Sol de Zacatecas” / Domingo 21 de febrero del 2016

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Salvador del Hoyo Bramasco Director Juan Francisco González Marín Jefe de Redacción Roxana Herrera Editora de Sociales

Mario Vázquez Raña Fundador Paquita Ramos de Vázquez Presidenta y Directora General

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Yolanda Alonso Coordinación editorial / Miguel Ángel Cid Edición y diseño

Contacto: alonsyolanda@gmail.com

Imagen de portada Anael Tritura

La Soldadera

Este suplemento es producido como parte de las actividades de difusión de la cultura local y regional que realiza Policromía Servicios Editoriales.

Sociolingüística para la libertad

Palabras: Realidad, pensamiento y comunidad Mónica Muñoz

Para los lingüistas es relativamente fácil tomar un puñado de datos lingüísticos y describirlos, la tarea está hecha. Sólo los sociolingüistas enmarcan esos datos en un grupo social explicando y justificando así las variaciones del idioma. Pero puede hacerse más. Las palabras, los actos lingüísticos pueden ser una ventana a la mente humana, como lo argumenta el cognitivista Steven Pinker. Pinker es catedrático en Harvard y sus posiciones teóricas a menudo son molestas para la tradición porque rompen los límites de las ciencias del lenguaje. De acuerdo con sus teorías1 los significados de las palabras impregnan la forma en que nos hacemos una representación de la realidad en nuestra cabeza; la realidad no entra en la mente del ser humano a través de los sentidos de manera fiel y original. Es la lengua la que fija la realidad en la mente del individuo. Así que obtendremos nuestra porción de realidad a partir del significado de las palabras que utilicemos para definir aquello que estamos percibiendo. No entramos en contacto con la verdad, sino con el mundo presentado a través de las palabras. Por ejemplo, creer, al igual que saber, enterarse y recordar son lo que Pinker llama verbos factitivos, aquellos que en el momento en que los pronunciamos nos damos cuenta de que podemos estar equivocados y –aun así– los utilizamos. 'Creo que X candidato es el mejor', 'Yo sé que no vendrá', 'Recuerdo a mi madre siempre feliz', son oraciones que en el momento en que se emiten se advierte que la creencia, el saber y el recuerdo pueden ser hechos confusos o –incluso– infundados. Nos damos cuenta entonces de que aquello que definimos como realidad se moldea a partir de las palabras. Y no se trata de un asunto trivial. Para demostrarlo, Pinker nos cuenta la historia del litigio posterior a la caída de las torres gemelas, el

1 PINKER, Steven, El mundo de las palabras, Paidós, Barcelona, 2007. pp. 16-44

Nuestras palabras y nuestras construcciones develan ideas de la realidad física y de la vida social humana que son similares en todas las culturas, pero diferentes de los productos de la ciencia y la erudición. Están enraizadas en nuestro desarrollo como personas pero también en la historia de nuestra comunidad lingüística y en la evolución de nuestra especie.

11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Pongámonos en aprietos, querido lector, ¿se trató de un hecho, una conspiración en contra de Estados Unidos? ¿Fueron dos hechos, dos ataques diferenciados por minutos y del derrumbe de dos torres, por lo tanto? Piense bien antes de responder, porque dependiendo de lo que usted decidiese la compañía aseguradora habría pagado 3,500 ó 7000 millones de dólares. Parece una cuestión simple nombrar, elegir el vocablo, pero estuvieron en juego 3,500 millones de dólares. Desde luego, los abogados del dueño del World Trade Center la definían en litigio en términos físicos: dos derrumbes, mientras que su contraparte utilizaba una definición en términos mentales, una conspiración, un suceso. Entendemos así las palabras de Pinker, 'los significados de las palabras son la representación de la realidad en nuestra cabeza'. Según Pinker, en nuestros actos lingüísticos confluyen diversas dimensiones: pensamiento, realidad, sentimientos y relaciones sociales. Con el ejemplo del martes negro se identifican fácilmente la del pensamiento y la de la realidad; si pensamos en el enojo, en el miedo, en el placer de elegir un vocablo u otro, entramos en contacto con los sentimientos. Y todos los días, siempre, la forma en que nos hablamos unos a otros da cuenta de las relaciones sociales que mantenemos entre sí. Y pensando en que a la comunidad pertenecen todas las voces, porque cada palabra se ha acuñado a partir de la convención, en “Sociolingüística para la Libertad”, nos proponemos entender la lengua como un ente complejo, que dé cuenta sí, como dice Pinker, de la mente humana, pero especialmente de cómo la palabra está entretejida con la organización del mundo, cómo la forma en que nos comunicamos habla del lugar que mantenemos en la sociedad, con justicia o sin ella.


Lleva a la Una cosa

Otra

Ruth Castro

Llora todo el día. No puedo callarlo. Me desespera. Hay veces que quisiera apagar su llanto como sea, que deje de lloriquear y decir: “mamá teta”, “mamá pipi”. Si no fuera por él no estaría aquí. No sé dónde estaría, pero no aquí. Nunca fui buena para la escuela, jamás quería despertarme. Tenían que gritar muy fuerte o arrebatarme la sábana y amenazarme. Pero como en mi casa nadie estudió tampoco me exigieron tanto. Ya de grande, tampoco me gustó trabajar. Salir tan temprano y esperar un camión lleno de gente, lleno de otras miradas resentidas. Coser todo el día hasta sentir que la espalda se me desgarraba de estar doblada. Aguantar la música tan alta, disque porque te mantiene despierto y de buen humor y eso es bueno en la producción. Aguantar los pleitos, las miradas, los chismes. Regresar al anochecer sólo para ver un rato la tele y dormir. Nunca me gustó, nunca alcanzaba para nada, pero además cerraron la fábrica y fue cuando lo conocí. Una cosa lleva a la otra. Al principio parecía que me quería y de vez en cuando salíamos a la alameda y paseábamos. Pero luego le llamaban por teléfono y decía que tenía trabajo y se desaparecía por días. Cuando supe que estaba embarazada me trajo aquí, a vivir con él. Pensé que sería mejor que aguantar a mis padres o buscar otro trabajo igual. El embarazo fue un infierno y lo que vino después fue peor que eso. Un hombre de mal humor todo el tiempo, y un bebé que lo único que sabe es llorar. Dice que es hora y debo subirme al carro. Llevo conmigo al niño, yo preferiría que no fuera, pero también es una ayuda. Pasamos por el otro, el que siempre lo acompaña, el que hace el trabajo sucio. Nos estacionamos, esta vez es en la zona industrial. Es de noche y los arbotantes no sirven; eso hace todo más fácil. Comienza a salir la gente de su trabajo. Ellos ya han venido por varios días a observar, ya saben a quién le toca. Me hacen una señal y debo estar atenta. Él se baja del coche, abre la cajuela. Finge que se ha descompuesto, y se mantiene encorvado, como buscando la falla. Yo debo bajar del coche con el niño y hacer como que espero a que mi marido arregle la avería. El otro espera dentro del coche. Una mujer se acerca hacia nosotros. Su automóvil está a unos metros del nuestro. Primero nos ve inquieta. Con un ligero movimiento aprieta su bolsa contra ella y hace ruido con las llaves que lleva en la mano. Son tiempos de mucha inseguridad. Pero cuando el bebé comienza a llorar y yo hago como que intento consolarlo ella se calma. Entiende que somos una familia, con un niño pequeño y que sufrimos de una descompostura accidental. Está oscureciendo. Exactamente cuando ella pasa junto a mí, y cruza conmigo una mirada, el otro sale del coche con un arma y la toma del brazo. La pistola toca su espalda y él le hace un gesto con el dedo en la boca; será menos violento si no grita. Mi marido deja de hacerle al mecánico y ayuda al otro a quitarle a la chica la bolsa y las llaves. Luego la acompañan a su carro, le dicen que entre, se aseguran que en la bolsa esté su celular y le dicen que debe esperar ahí. Mientras tanto yo he acomodado al niño en el asiento del copiloto y he encendido el carro. Ellos avientan la llaves hacia un lote baldío y corren hacia mí. En unos cuantos segundos hemos salido del lugar, y ella se ha quedado paralizada dentro de su coche sin hacer nada. El niño sigue llorando. La mayor parte del tiempo llora. A toda velocidad nos alejamos. Vacían el bolso, y lanzan el chip del celular por una de las ventanillas. Yo he dejado de pensar en ellas, en si se asustan, si se quedan sin quincena, pues por lo menos tienen trabajo y ya se recuperarán. ¿Pero yo cómo me recupero?, ¿recuperarme de qué? ¿De tener un hijo que no deja de llorar y un cabrón que lo único que sabe hacer bien es quitarle a los demás? Al principio me daba mucho coraje que me usaran de anzuelo, si un día nos agarran nos llevan a todos y lo primero que harían sería quitarme al bebé. Y no sé, a veces pienso que podría ser lo mejor, una forma de dejar de hacer esto, dejar de tener tanto miedo y tanto coraje, y también descansaría del niño, de sus chillidos. Quién sabe, con suerte le tocaría otra familia, una opción menos jodida. Pero también pienso en la cárcel de mujeres. No es el mejor sitio para ir a descansar. Y de que me jodan desconocidas a que me joda quien se hace llamar mi marido pues mejor él, aunque esto es un decir. No sé, otras veces pienso que la única salida es asfixiarlos mientras duermen o darles algo en la comida. A él, y al bebé que es igual que él, que me agota con su llanto todo el tiempo, que siempre quiere algo de mí. Podría huir, no sé a dónde, pero podría huir e inventarme otro nombre, en otra ciudad. Pero esta vez no. Esta vez todo ha salido bien, y él está de buen humor, y hasta ha comprado comida para la cena y cosas para el niño. Ha comenzado a beber con el otro, y los dos están frente a la tele y hasta planean ir el domingo al estadio. Y yo ya no sueño con nada, ya no creo en nada. Y a mí con que no me estén chingando es suficiente.tología, Selección, prólogo y semblanza de Javier Garciadiego, FCE, México, 2015, 910 pp.


Escaparate

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razos creativos, dibujos surrealistas: hay expresión de vida en

todo lo que nos rodea. El entorno que Anael Tritura pinta nos observa, y nosotros lo vemos a través de los numerosos ojos de sus personajes. Encontramos la voz y fuerza de los animales, lo que la naturaleza es y puede hacer incluso con la presencia del ser humano, y la sensación de que la identidad de éste es más complicada que los rasgos que muestra a simple vista.

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