ARGENTINA CONTRA ESPAÑA Carlos Alberto Montaner España no tiene cómo lograr que los argentinos compensen adecuadamente a Repsol por la expropiación de la empresa. Es una batalla perdida. Los argentinos pagarán lo que les dé la gana y cuando les dé la gana. Hace una década declararon la suspensión de pagos de la deuda soberana, algo mucho más grave, y no pasó nada. Impunidad total. Borges opinaba que los peronistas no eran ni buenos ni malos. Eran incorregibles. Tenía razón. Este episodio lo demuestra. Al gobierno de Cristina Fernández le es políticamente rentable mostrarse duro “contra la arrogante empresa extranjera que se llevaba los beneficios y dilapidada los recursos nacionales”. Ése es un discurso que los argentinos vienen escuchando desde hace setenta años y la mayor parte se lo cree. Trae votos y genera simpatías. Incluso, tiene algunos partidarios en España. A los comunistas españoles les parece muy bien que el estado nacionalice y estatice las empresas. Es una cuestión de principios. Ya algunos políticos y funcionarios argentinos han advertido en un tono amenazante, deliberadamente ambiguo, que en el país hay otras grandes empresas españolas que pueden ser afectadas por la posición que adopte España. Entre las compañías rehenes están Telefónica y los bancos Santander y Bilbao Vizcaya. O Madrid se porta bien con Buenos Aires, o ellas pagan la estatización de Repsol. Es muy fácil presionarlas. Basta una pinza entre el acoso sindical y los inspectores fiscales para que cunda el pánico. Pero hay más. Queda la posibilidad de solicitarle a Repsol miles de millones de dólares por daños ecológicos. Si en Ecuador, a la petrolera Chevron, pese a los acuerdos firmados hace veinte años para poner fin a cualquier litigio, un juez local la condenó a pagar 6 300 millones de euros, o 13 600 si no se disculpaba, es muy probable que a Repsol le impongan una multa mucho más severa. En Ecuador, 30 000 firmas acompañaron la querella. En Argentina, a Doña Cristina le será muy fácil recoger un millón. El ambientalismo antiempresarial tiene muchos adeptos en el país. Es muy popular.