Relmis 14

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REVISTA LATINOAMERICANA DE

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

SOCIAL Hacia una metodología de la investigación venidera

Nº14 – AÑO 7 OCTUBRE 2017 – MARZO 2018

PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA SEMESTRAL ISSN 1853-6190

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Revista Latinoamericana de

Metodología de la Investigación Social

www.relmis.com.ar Directoras de Publicación: De Sena, Angélica | CIES / FSOC-UBA, Argentina Magallanes, Graciela | UNVM / GESSyCO/ CIES, Argentina Consejo Académico: Barriga, Omar | Univ. Concepción, Chile

Cohen, Néstor |FSOC-UBA, Argentina

De Sena, Angélica |FSOC-UBA/CIES, Argentina

Ferreria, Andre | Univ. Fed. Pernambuco, Brasil

Hamlin, Cynthia | Univ. Fed. Pernambuco, Brasil

Henríquez, Guillermo | Univ. Concepción, Chile

Hernández, Marsiela | Univ. Simón Bolívar, Venezuela

Magallanes, Graciela |UNVM/CIES, Argentina

Mejía Navarrete, Julio | Univ. Nac. San Marcos, Perú

Mutzenberg, Remo | Univ. Fed. Pernambuco, Brasil

Padua, Jorge | COLMEX-CONACYT, México

Piovani, Juan | Univ. Nac. La Plata, Argentina

Riella, Alberto | Univ. De la República, Uruguay

Rivera, Manuel | Univ. San Carlos, Guatemala

Salvia, Agustín | FSOC-UBA, Argentina

Sautu, Ruth | IIGG-UBA, Argentina

Scribano, Adrián | CONICET-IIGG-UBA/CIES, Argentina

Zacarías, Eladio |Univ. de El Salvador, El Salvador

Edición y Coordinación General: Cervio, Ana Lucía | CONICET-CICLOP-UBA/IIGG-UBA/CIES, Argentina

Colaboradores: Boragnio, Aldana | GESEC- IIGG-UBA/ CIES, Argentina Chahbenderian, Florencia | CEPED. UBA, Argentina Del Campo, Natalia | FSOC- UBA, Argentina

D‘hers, Victoria | CONICET- IIGG - UBA / CIES, Argentina Ferreras, Juan | GESEC- IIGG - UBA / CIES, Argentina Lisdero, Pedro | CIECS (UNC-CONICET), CIES, Argentina

Diseño de Tapa: Lucila Salvo Revisiones sobre los modos de la indagación social, nuevos dispositivos y ciberespacios Nº 14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Una iniciativa de: Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos (CIES) Programa de Estudios sobre Acción Colectiva y Conflicto Social. CIECS (CONICET-UNC) Nodo Villa María (Argentina) de la Red Latinoamericana de Metodología de las Ciencias Sociales

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Publicación electrónica semestral

CIES - ESTUDIOS SOCIOLÓGICOS EDITORA. Billinghurst 1260 Piso 4, Dpto. A (1413) Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina | TEL: 011- 4963-0561 | Email: correo@relmis.com.ar | ISSN 1853-6190


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. Contenido .Presentación . Hacia una metodología de la investigación venidera…………………………………………...… Por Graciela Magallanes

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. Artículos . La recursividad como una herramienta para el proceso de conceptualización …………………………………………………………………………..………………. Por Carolina Mora Huerta (México)

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. Diálogos con Lucía: notas de un recorrido metodológico ……………………………………………………………………………. Por Joaquín Bartlett (Argentina)

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. Pesquisas bibliográficas nos moldes ―estado da arte‖: produção de conhecimento científico …………………………………………………………………………………… Por Marina Jorge da Silva e Ana Paula Serrata Malfitano (Brasil)

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. Formación en Trabajo Social: articulaciones entre investigación e intervención y estrategias de enseñanza aprendizaje …….. Por Camila Véliz Bustamante y Carlos Andrade Guzmán (Chile)

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. Sexo y edad en la experiencia censal moderna …………………………………………………………………… Por Nicolás Sacco (Argentina)

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. Reseñas de publicaciones . Para hacer el mundo visible ................................................................................................................. Por Margarita Camarena Luhrs (México)

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Presentación: Hacia una metodología de la investigación venidera Graciela Magallanes En la presente publicación de RELMIS, se abre un campo inquietante de preocupaciones ligadas a la metodología de la investigación venidera. De algún modo, lo que está puesto en la mira es ese terreno tensional y provocador donde los científicos son incisivos en sus prácticas en el abordaje de las investigaciones. Si hubiera un interés en esos tajos, en esos surcos de las experiencias de construcción de conocimiento científico, es porque quizás allí se encuentren algunos atisbos emergentes de la metodología de la investigación que vendrá. Ser sensitivo a esos viajes de las experiencias, las ondulaciones, tensiones y tener sospechas, se torna en una oportunidad para trabajar y explorar los pasajes que pueden provocar las transiciones o saltos abruptos entre el pasado y el futuro de la metodología de la investigación social. En esta dirección, los temas y problemas históricos de las prácticas científicas y sus metodologías, colaboran en poner en diálogo perspectivas y prospectivas. Observar científicamente estas formas, los filos de sus expresiones, lo que advierten y los límites de esas manifestaciones metodológicas, nos acercan de alguna manera a lo que, quizás, ya está ocurriendo de ―lo venidero‖. Las formas de construcción de las estrategias metodológicas, las fallas, lo fluctuante, indeterminado y entrópico de esas prácticas (Gandía y Magallanes, 2013) se tornan, en parte, en un proyectil al futuro de lo que seamos capaces de crear y explorar oportunidades aún en las adversidades, más allá de no tener la resolución a los problemas. Valga, entonces, la apelación también a la imaginación para comprender esta experiencia y evaluar sus consecuencias –muchas veces no intencionales ni advertidas– a partir de localizar estas nuevas alianzas y el conocimiento de sus propias posibilidades al proyectar, si se conocen las de sus circunstancias y se exploran provisoriamente esas formas en las vicisitudes temporales. No eludir los imaginarios en esos procesos se torna en un desafío, en tanto potencia unificadora que está asegurada por la fusión entre verdad y normatividad, informaciones y valores que traman experiencias, deseos, intereses, aspiraciones, recuerdos, temores y esperanzas y expectativas en el crisol de la memoria colectiva de las históricas formas de prácticas científicas y sus metodologías (Baczko, 1999; Wright Mills, 1974). En este sentido, los atisbos emergentes de una metodologia de la investigación venidera (aunque no tengamos mucha idea de lo que vendrá) está en la estructura de diferenciación de esas prácticas, sus preocupaciones, sospechas, cambios, límites e indeterminaciones de las que estamos plagados de incertidumbres. Koyre (2000), Canguilem (2005), Bachelard (1976), Prigogine (2000), Hacking (1990) y Galison (2005), entre otros, vienen planteando algunas de estas preocupaciones. De algún modo, nos invitan a pensar que esa estructura de diferenciación metodológica es una superficie provocadora, sin tener nunca la exactitud de lo que alguna vez anhelamos respecto a cuál es el tiempo verdadero para lo que vendrá. Las brechas irresolubles para la metodología de la investigación venidera se tornan en un imperativo programático. Tenemos el desafío de evitar que no vacíe, banalice y desintegre la experiencia de los propios narradores investigadores y de quienes participan en esas prácticas científicas. En este marco, el Número 14 de RELMIS contribuye a evitar vaciar esos sitios sinuosos, seguramente incómodos, de lo que pasa con la experiencia metodológica, sus huellas e itinerarios hechos cuerpo en los autores y autoras de los artículos que siguen. Seguramente lo conflictivo, lo paradójico, los límites, lo perecedero, lo empobrecedor y los extrañamientos en las estrategias metodológicas advierten de nuevos diálogos y nuevas agendas,

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además de las históricas preocupaciones y las críticas acerca de los campos de indagación por los que transitan los artículos. De algún modo, lo que se espera que venga en clave metodológica se orienta no sólo a seguir fortaleciendo los procesos de formación de las prácticas científicas. En esa trama densa, las inquietudes por la convivencia disruptiva de los constructos y estrategias metodológicas de investigación toman relevancia. La referencia es a los procesos de deformación, rectificación, reconstrucción, tensión, revolución e irresoluble resolución de los problemas, y/o su provisionalidad, tanto en sus alcances como así también en las paradojas y encrucijadas metodológicas. Captar la gestación y movimientos de esas expresiones, conjuntamente con las sensibilidades de los narradores, se torna un desafío a los fines de salir de la zona de confort de la ciencia y, con ello, de la metodología de la investigación (Scribano, 2015). La captura de los movimientos metodológicos, sus fracturas y fisuras se tornan un terreno pormetedor para lo venidero. Invitamos al lector a que identifique algunas de esas traslaciones que se cuelan en cada uno de los artículos: los giros, centros y periferias en las tomas de decisiones estratégicas son tan relevantes como los cambios de estados que esos procesos tienen. Los ―proyectiles‖ de lo que vendrá, en parte se comprenden en la materia y su densidad metodológica, pero también por los ―bombardeos‖ que provocamos. Los puntos de fusión y ebullición se comprenden en la interacción con las propiedades metodológicas. Muchas veces se eluden y/o se tornan imperceptibles esos movimientos de precisión que generan cambios de dirección en el espacio-tiempo. Lo inercial de las prácticas metodológicas puede que impida ver los cambios lentos y graduales en la orientación (y sólo se detecten los más revolucionarios) de los ejes que hacen que la posición se desplace. La advertencia es a esos movimientos que en parte anticipan lo que vendrá, ya que provocan variaciones de planos y perspectivas. En el primer artículo, ―La recursividad como una herramienta para el proceso de conceptualización‖, Carolina Mora Huerta nos advierte acerca de las posibilidades de definición y, con ello, lo que supone la conceptualización en las teorías de los sistemas y de la complejidad ante la incomodidad de familias que poseen algún integrante con una enfermedad degenerativa y discapacitante. Las críticas, los vacíos y las nuevas conexiones en la instanciación de las decisiones metodológicas se encuentran interpeladas por lo subjetivo, cognitivo y emocional. Esto supone que lo hecho cuerpo de las mediaciones, los procesos de socializacion, las necesidades, las culturas, valores y los aspectos socio-económicos una y otra vez desplazan los ejes metodológicos, y es allí donde la autora explora esos vaivenes. En el segundo artículo, ―Diálogos con Lucía: notas de un recorrido metodológico‖, Joaquín Bartlett retoma el imperativo de la complejidad frente a la simplicidad metodológica para levantar sospechas respecto a lo biográfico y lo heterogéneo no fragmentado. El esfuerzo de rearmar cruces con las transformaciones que nos afectan, las matrices, sus fluctuaciones e intersecciones conectadas, una y otra vez son intentos por captar los movimientos cuerpo a cuerpo. En este caso, los ―proyectiles metodológicos‖ son provocadores en tanto, leído como composición, ese lenguaje evita el aguzamiento de los filos creativos y políticos que el investigador puede darse. En el tercer artículo, ―Pesquisas bibliográficas nos moldes ‘estado da arte’. Producao de conhecimento científico‖, Marina Jorge Da Silva y Ana Paula Serrata Mulfitano ―bombardean‖ las áreas y jerarquización de los conocimientos, a los fines de evitar solidificaciones. Ello favorece que reaccionen los núcleos metodológicos sin restringir análisis, provocar las críticas y descubrir lagunas de conocimiento que impulsen la producción, organización, difusión y aprendizaje de esos saberes. Los centros y periferias de esos núlcleos no están sólo del lado del conocimiento para la construcción de conocimiento científico, sino también para sensibilizar a la investigación a reflexionar y proponer estrategias metodológicas para un mejor desenvolvimiento de sus propios movimientos en el tiempo En el cuarto artículo, ―Formación en Trabajo Social: articulaciones entre investigación e intervención y estrategias de enseñanza aprendizaje‖, Camila Véliz Bustamante y Carlos Andrade Guzmán, desplazan el proyectil a la investigación y la metodología hacia la disciplina del trabajo [5]


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social y su validación en Ciencias Sociales. Los autores, deslizan los ejes del movimiento de precisión intentando dilucidar la topología de la práctica profesional en terrenos metodológicos muchas veces viscosos donde se cuela lo ético, político, epistémico e institucional en un comprender y transformar situado. La complejidad es, otra vez, lo que delinea la estructura de diferenciación metodológica que se avizora. En el quinto y último artículo, ―Sexo y edad en la experiencia censal moderna‖, Nicolás Sacco se preocupa por la reacción cuando se altera el núcleo de las categorías, los criterios de medición y, con ello, la construcción de los datos. La advertencia de los movimientos de fisión en las decisiones metodológicas pone acento incisivo en lo no binario (señalamientos referidos a identidad, género, séxo, edad, fecha de nacimiento), la alteración de las funciones y el deterioro que compromete los límites y alcances de la información disponible y publicada. Si hubiera un interés especial en esos ―proyectiles‖ para una metodología de la investigación venidera es porque advierten de los ataques que obstruyen, compensan relativamente, descompensan y generan daños irreversibles en las imputaciones metodológicas. Finalmente, en la reseña bibliográfica ―Para hacer el mundo visible‖, referida al libro ―Metodología de la investigación: estrategias de indagación I‖, Margarita Camarena Luhrs nos invita al porvenir de la metodología social a favor de la vida y lo sensible. El lector que transita por estas letras quizás pueda sentir un estado de schock emocional frente a los proyectiles al porvenir metodológico que lanza la autora. De algún modo, la estructura de diferenciación e integración entre lo que es y lo que vendrá en clave metodológica se desplaza evitando las secuelas del ―no olvido‖ en la rigurosidad de los la circulación del conocimiento. En el marco de todo lo planteado hasta aquí, los movimientos metodológicos están en la mira y, con ello, las obstrucciones, reconstrucciones, transiciones, revoluciones, brechas, vacíos y vicisitudes. Sin olvido estructural de lo que afirma Margarita Camarena Luhrs en la reseña, respecto a la importancia de ampliar el horizonte metodológico y, al mismo tiempo, contrubir con conciencia a la (co)creación de la realidad.

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Bibliografía BACHELARD, G. (2000) La formación del espíritu científico. Contribución a un psicoanalisis de conocimiento objetivo. México: Siglo XXI. BRACZKO, B. (1999) Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas. Buenos Aires: Nueva Visión. CANGUILEM, G. (2005) Ideología y racionalidad en la historia de las ciencias de la vida: nuevos estudios de historia y de filosofía de las ciencias. Barcelona: Amorrortu. GALISON, P. (2005) Relojes de Einstein, mapas de Poincaré. Los imperios del tiempo. Barcelona: Crítica. GANDÍA, C. y MAGALLANES, G. (2013). "La investigación social y las perspectivas en la enseñanza de la metodología". Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social, Nº6, Año 3, pp. 57-72. HACKING, I. (1990) La domesticación del azar. La erosión del determinismo y el nacimiento de la ciencia del caos. México: Gedisa. KOYRÉ, A. (2000) Estudios de historia del pensamiento científico. México: Siglo XXI. PRIGOGINE, I. (2005) ―De los relojes a las nubes‖. En Dora Fried Schnitman, Nuevos Paradigmas Cultura y Subjetividad. Buenos Aires: Paidós (pp. 394-412). SCRIBANO, A. (2015) ―Comienzos del Siglo XXI y Ciencias Sociales: Un rompecabezas posible‖. Polis, 411. Disponible en: http://polis.revues.org/11005 WRIGHT MILLS, C. (1974) La imaginación sociológica. México: Fondo de Cultura Económica.

Autora. Graciela Magallanes. Universidad Nacional de Villa María, Grupo de Estudios sobre Subjetividad y Conflicto (GESSYCO). Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos (CIES), Buenos Aires, Argentina. Doctora en Ciencias Sociales (UBA). Magister en Educación Superior (UNC). Licenciada en Ciencias de la Educación (UNR). Directora de ReLMIS. Profesora de Metodología en las Ciencias Sociales en la UNVM. Investigadora del Grupo de Estudios sobre Subjetividad y Conflicto (GESSYCO). Investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos (CIES). E-mail: magallanesg@yahoo.com

Citado. MAGALLANES, Graciela (2017). "Presentación. Hacia una metodología de la investigación venidera”. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 1853-6190. Pp. 4-7. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/231

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relmis.com.ar Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. ISSN 1853-6190. Pp. 8-24.

La recursividad como una herramienta para el proceso de conceptualización Recursion as a proposal for the process of conceptualization

Carolina Mora Huerta

Resumen En el presente trabajo se propone el uso de la recursividad, basada en la teoría de sistemas y la teoría de la complejidad, para la conceptualización. Se realiza además un ejercicio con la conceptualización del término Calidad De Vida, en un primer momento con los aportes de diversos autores, y posterior a esto se analiza desde las particularidades de una población específica: las familias con un miembro con una enfermedad degenerativa y discapacitante. De este modo se reconocen posibilidades de definición a través de las relaciones que la conceptualización supone. Se observa la importancia de considerar aspectos subjetivos para el estudio de la calidad de vida, pero también de problemas intersubjetivos que ocurren en la interacción: la condición sociocultural, el estrato socioeconómico y las políticas públicas son algunos de estos aspectos. La recursividad se descubre como una valiosa herramienta para la comprensión de los fenómenos en vista de su complejidad. Palabras clave: Recursividad; Conceptualización; Teoría de sistemas; Complejidad; Calidad de vida. Abstract This paper proposes the recursion, based on systems theory and complexity theory, for conceptualization. An exercise is also performed with the conceptualization of quality of life, initially with contributions from various authors, and then this is analyzed from the particularities of a specific population: families with a member with a degenerative and disabling disease. In this way possibilities of definition are recognized through the relationships that conceptualization implies.It´s clear the importance of considering subjective aspects for the study of quality of life, but also of the intersubjective problems that occur in the interaction: the sociocultural condition, the socioeconomic stratum and the public policies are some of these aspects. Recursion is discovered as a valuable support tool for the understanding of phenomena in view of their complexity. Keywords: Recursion; Conceptualization; Systems theory; Complexity; Quality of life.

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1. Introducción Un estudio puede empezar con una pregunta o con la hipótesis que responde de manera tentativa a este cuestionamiento. Independiente de la manera en cómo se inicia o se concluye el trabajo, los investigadores tendrán que pasar por la tarea de la definición de los elementos que conforman su planteamiento. Debido a ello es necesario enfatizar el modo en que dichos componentes serán abordados con el fin de tener conceptos precisos. En este sentido, Binimelis (2003) muestra cómo la descripción y organización del material bibliográfico, así como la construcción del esquema conceptual, son fases de suma importancia en un programa de investigación.1 Para Gobato (2013) los conceptos deben además, tener referencia, extensión y sentido, con relación a la parte de la realidad que describen. El presente trabajo nace de las reflexiones asociadas a la problematización de un proceso de investigación acerca de la calidad de vida (CDV), entre otros aspectos, en las familias que tienen un hijo con una enfermedad degenerativa y discapacitante. Para lograr comprender este fenómeno, se debe definir con exactitud lo que se entiende por cada uno de los elementos. En este artículo se aborda: I) la propuesta de la utilización de la recursividad para la conceptualización basado en la teoría de sistemas y la teoría de la complejidad; II) se realiza un ejercicio con la definición de la CDV desde la óptica de diversos autores; III) se revisan las particularidades de las familias con un hijo enfermo y se propone un concepto desde el análisis recursivo.

2. La recursividad como herramienta del investigador El proceso de construcción de conceptos para una investigación puede darse a través de un procedimiento recursivo. ¿Por qué desde la recursividad? Esto es debido a que se busca leer la complejidad de los fenómenos sociales. Este camino proporciona una lectura esquematizada y ordenada de las relaciones contextuales establecidas en el objeto de estudio. Por recursividad se entiende aquello que ―está compuesto de partes con características tales que son a su vez objetos sinergéticos‖ (Johansen, 2013: 44). Un objeto es sinergético cuando la suma de las partes es inferior al todo o cuando una parte no explica el todo. Para Niklas Luhmann (2014) la recursividad es uno de los conceptos pensados para el sujeto, pero que también puede referir a características específicas de los sistemas sociales. Un sistema es ―la diferencia que resulta de la diferencia entre sistema y entorno‖ (Luhmann, 2014: 78); por lo tanto, podemos entender al sistema como una diferencia. El que los sistemas formen parte de sistemas más grandes, no representa una jerarquización de la realidad de los objetos mismos, pero sí una serie de diferenciaciones sistema/entorno. A pesar de que los fenómenos están insertos en otros más grandes o que abarcan otras realidades, esta sería una lectura reduccionista. Es más adecuado considerar que, la relación entre sistemas y subsistemas, traza diferentes niveles lógicos. Para Keeney (1991), esto supone distinguir en el espacio los niveles distintos en los que se demarcan órdenes entre sistema y subsistema. Esto quiere decir, que la reflexividad refiere a las relaciones que complejizan el análisis y en este sentido, extienden la comprensión de los fenómenos de manera constante. La recursividad ―se presenta en torno a ciertas características particulares de diferentes elementos o totalidades de diferentes grados de complejidad‖ (Johansen, 2013: 46). Cuando, por ejemplo, se emprende un viaje al extranjero, se empieza a conocer los lugares en su dimensión geográfica, pero también las costumbres e idiosincrasia; se descubre la arquitectura, pero con ella su relación con la historia y la cultura; se encuentran las prácticas, y al mismo tiempo sus objetos y relaciones con el poder. De este modo, para Morín, Ciurana y Mota (2003: 40) ―[l]a recursividad constituye un proceso cuyos productos son necesarios para la propia producción del proceso‖. Es decir, los ―niveles‖ señalados más arriba, influyen unos sobre otros para la construcción de la realidad. Por

En su artículo ―La experiencia personal y el diálogo teórico como insumos para el desarrollo de un problema de investigación social‖ (2003) relata cómo el proceso de investigación acerca del software libre tuvo que pasar por una serie cambios del objeto, debido a lo encontrado en las definiciones sociopolíticas. 1

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ejemplo, la percepción del individuo sobre su propia condición de vida se ve influida por la percepción de su familia, y esta a su vez por las características socioculturales en las que viven. Y este mismo proceso también funciona a la inversa. De este modo los ―niveles‖ producen significados necesarios para la elaboración de los conceptos sobre la realidad. Los significados se van creando con referencia a los significados internos, en la misma medida en que se crean en el sistema/entorno. Por ello, se puede hablar de autopoiesis, en la definición de Maturana y Varela (1980), con respecto a los significados que se construyen de la realidad. Así, la recursividad se convierte en una herramienta para la conceptualización, con la cual el investigador puede situarse con respecto a su objeto de estudio, debido a que, con esta lectura, las formulaciones teóricas se pueden estructurar de acuerdo con un marco de referencia y un encuadre específico para analizar la realidad. Es necesario tener claro en dónde se ubica el investigador con respecto a los discursos que intervienen, debido a que situarse de manera adecuada ayuda a organizar el pensamiento para sustentar, de manera más precisa, el orden en que el objeto es conceptualizado. Un ejemplo puede ayudar a explicar mejor este punto: si se quisiera trabajar la migración, se realizaría un mapa de las relaciones encontradas entre los sistemas y subsistemas, es decir, entre la globalización, la economía, las naciones o la ciudadanía. Después, se procedería a delimitar qué parte del mapa utilizaría el estudioso y desde qué perspectiva: si decide trabajar la ciudadanía en el contexto de la globalización, o la economía y su relación con las fronteras entre las naciones que tienen altos niveles de migración. Esto es posible debido a lo que se señalaba antes desde la perspectiva de Keeney (1991): la capacidad de marcar una distinción espacial para los distintos niveles entre sistema y subsistema. Una visión desde la recursividad puede ser de importancia, debido a que los fenómenos complejos no pueden comprenderse analizando únicamente una sección de éste (Wittezacle y García, 1994). Volviendo al ejemplo, la migración no es un suceso que puede entenderse desde uno sólo de sus elementos, sino en la relación con los demás y el todo. El investigador, como parte del sistema, interpreta con base en sus estructuras preestablecidas, en una acción de significación y objetivación. Su visión forma parte también de la realidad en toda su complejidad, multidimensionalidad, interacción y diversidad (Carrizo, Espina y Klein, 2004). Hasta este momento se ha hecho referencia a los conceptos, explicándolos como sistemas, sin embargo ¿se pueden considerar como objetos y/o sistemas? Los seres humanos construyen su mundo y los conceptos a través de representaciones. Por lo tanto, los conceptos describen la realidad en la que se vive para ser ordenada como objetos o sistemas. ―El mundo de la vida cotidiana no solo se da por establecido como realidad por los miembros ordinarios de la sociedad en el comportamiento subjetivamente significativo de sus vidas. Es un mundo que se origina en sus pensamientos y acciones, y que está sustentado como real por estos‖ (Berger y Luckmann, 2001: 35). Por lo tanto, si bien los conceptos no son objetos de la realidad, sí lo son en la medida en que la representan. Cuando en una investigación se intenta llegar a ellos, una alternativa es acercarse de manera recursiva para comprender sus relaciones complejas. Para Johansen, es pertinente analizar desde esta perspectiva las ideas o abstracciones: En un grupo social, el contacto, la comunicación entre los miembros del grupo es ‗algo‘, que no cae dentro de la categoría de objeto. Los pensamientos también son intangibles. No ocupan un lugar en el espacio y, sin embargo, existen. Más aún, existen sistemas abstractos, conceptos que están en la mente y que explican algún aspecto de la realidad. Tampoco son objetos. No obstante, nuestra intención es incluirlos en esta categoría. Podemos hacerlo si al espacio tridimensional le agregamos la cuarta dimensión, el tiempo. De este modo (para nuestros efectos) un objeto es todo aquello que ocupa un lugar en el espacio y/o en el tiempo. Así llegamos a una idea de objetos que abarca todo, lo tangible y lo intangible. (Johansen, 2013: 38). En resumen, en una investigación, es conveniente el acercamiento a los conceptos de los elementos a estudiar tomando en cuenta la naturaleza recursiva de los fenómenos sociales. En función a estos, el proceso de definición sigue la misma lógica en la búsqueda por delimitar de manera clara la complejidad multidimensional de los problemas que se abordan. Dentro de dicha complejidad se encuentran insertas las subjetividades y la construcción de la realidad tanto del actor social, como del observador mismo. [10]


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3. La calidad de vida en una lectura recursiva En función de lo que se entiende por CDV, se describe una guía para la definición del problema y una posible metodología de trabajo. En la conceptualización de CDV, la percepción de los sujetos con respecto a su realidad inmediata se relaciona con la percepción de su familia y de la comunidad en la que viven. A su vez, las percepciones de esta comunidad se relacionan con sistemas más amplios: sociales, culturales, naturales, etc. Para la aplicación de la recursividad se utiliza un esquema que indica las relaciones en los distintos niveles de relación (Figura 1).

El término CDV surgió en los sesentas y ha cambiado con el tiempo. Desde la disciplina de la economía, se utilizó el término para referirse al ingreso y su distribución en la población. Posteriormente la sociología se interesó en la CDV al abordar estudios sobre aspectos materiales, para más tarde incluir aspectos psicosociales como: afecto, escuela, familia, grupos, etc. En la época de los ochentas el concepto se centraba en la igualdad y en la posibilidad de la satisfacción con las condiciones de vida (Henao y Gil, 2009). Todavía en la década pasada había autores que definían CDV, con base en aspectos más de orden médico que psicológico, sistémico o ecológico. Por ejemplo, Lawton en 1982, la describía como una serie de competencias y habilidades a nivel sensorial, comportamental y cognitiva que se desarrollan en un entorno determinado. Esta definición excluía a todas aquellas personas con una enfermedad o condición física o mental que le impidiera actuar sobre su medio ambiente, lo que suponía para estas, la imposibilidad de alcanzar satisfacción vital. Este tipo de definiciones se veían influidas por el momento histórico, en el que la cuestión de una enfermedad degenerativa y la discapacidad resultante no era un elemento a considerar. Actualmente son muchas las disciplinas que trabajan con el concepto de CDV, desde la sociología hasta la medicina (Tapia y García, 2011). A pesar de que una de las dimensiones que se considera para evaluar la CDV es el nivel socioeconómico, Ochoa (2011) observa que el aumento en la economía no incrementa el nivel de

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satisfacción, pero sí se relaciona positivamente con el grado en que la sociedad cubre las necesidades básicas y da la oportunidad a los sujetos de lograr objetivos personales (Figura 2).

Si bien uno de los aspectos a los que atiende la CDV es el bienestar subjetivo, estas apreciaciones están relacionadas con ―los intereses, la cultura, las prioridades, las normas, los valores y la autoacumulación de evaluaciones positivas y negativas de sus experiencias de vida‖ (Tapia y García, 2011: 152). Es decir, la percepción del sujeto con respeto a su CDV, se encuentra mediada de manera recursiva con los elementos de la cultura, las normas y valores sociales (Figura 2). De igual modo, para Verdugo (2009), la CDV es un concepto que abarca una multitud de dimensiones entre las necesidades personales y los avances en los apoyos en la política pública. Dichos apoyos pueden ayudar a lograr la autorrealización del sujeto. De nuevo se observan dos puntos importantes: primero, el alcance de los aspectos subjetivos, ahora relacionados con el sistema de políticas públicas que abre la posibilidad de perseguir el objetivo individual; segundo, que la satisfacción en aspectos vitales tiene relación con sistemas más grandes, como lo son las políticas públicas (Figura 2). Rutt Veenhoven (citado en Ochoa, 2011) propone una teoría para evaluar la CDV, basada en las oportunidades de vida y sus resultados, tanto en relación con el medio externo como en el interno. Para Andrews y Whitney (citados en Grimaldo, 2010), los dominios a través de los que se valora la CDV son: vida marital y familiar; amigos; familia extensa; educación; tiempo; religión; empleo; bienestar económico; vecindario y comunidad. Estos aspectos pueden ser delimitados por lo que culturalmente se entiende por un buen estándar en estas dimensiones (Figura 2). En este sentido, en estudios transculturales se señala la importancia de tomar en cuenta las diferencias propias del entorno en la evaluación de la CDV. Por ejemplo, Verdugo, Jenaro y Schalock (2009) revisaron este aspecto en personas con discapacidad, en poblaciones latinoamericanas. Las dimensiones más significativas para las personas con discapacidad fueron el bienestar emocional, las relaciones interpersonales, el bienestar material y físico y los derechos. [12]


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En cuanto al bienestar emocional mencionan la alegría, el autoconcepto y la ausencia de estrés. Mientras que en las relaciones interpersonales hablan de interacciones, relaciones de amistad y apoyos. En lo que se refiere al bienestar material señalan el estado financiero, el empleo y la vivienda como factores definitorios. En cuanto al bienestar físico mencionan la atención sanitaria, el estado de salud, las actividades de la vida diaria y el ocio. Por último, en el tema de los derechos, se habla de la dignidad y el respeto. Para los familiares de estos sujetos las dimensiones de mayor importancia fueron el bienestar emocional, el bienestar físico y los derechos, con los mismos contenidos que para las personas con discapacidad (Figura 3).

Para Verdugo (2000) entender la CDV desde la perspectiva de sistemas, supone tomar en cuenta los ambientes sociales inmediatos, el mesosistema y el macrosistema. El primero conformado por el vecindario, la comunidad y las organizaciones; el segundo por patrones sociopolíticos y culturales (Figura 3). En cuanto a los patrones sociopolíticos y culturales, Rogelio Díaz Guerrero (1986) realizó un estudio sobre la percepción de la CDV en familias mexicanas, que radicaban tanto en la ciudad de Monterrey, como en Estados Unidos de Norteamérica. En este estudio encontró los siguientes elementos como los más importantes: 1) 2) 3) 4) 5)

Grey sostén: familia, compadrazgo, amigos. Actividades: rezar el rosario, cantar canciones mexicanas. Objetos: medallas, escapularios. Eventos: días festivos y ceremoniales. Símbolos: cultura mexicana con expresiones literarias y elementos relacionados como santos y vírgenes (Figura 3).2

Hasta aquí, se ha considerado CDV en términos generales, pero ¿es posible hablar, por ejemplo, de CDV familiar en un intento por delimitar un nivel en la recursividad? Para Turnbull y Summers (citados en Verdugo, 2000) las familias se sienten más satisfechas con la vida cuando sus necesidades son cubiertas, pasan tiempo juntos y pueden perseguir metas significativas. 2

Los aspectos mencionados refieren a los ítems del instrumento de recolección de datos utilizado. [13]


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Según el estudio realizado por Díaz Guerrero (1986), la CDV para las familias mexicanas se relaciona con aspectos de importancia enumerados anteriormente. Y de esta manera, se puede ver que la definición de CDV para una familia guarda una relación estrecha con la socialización (Figura 3). Si se observan las relaciones que se desprenden, se aprecia la mediación de la cultura, las normas y los valores sociales con la percepción subjetiva de la satisfacción. Es decir, la definición de CVD que se utiliza, depende de lo amplio o estrecho que se complejice la definición. Por ejemplo, si se toman las relaciones 7-6-3 (Ver Figura 1), se puede decir que la CDV familiar es el cumplimiento de la socialización dentro de una cultura, sus normas y valores sociales. Por otro lado, la OMS (2002) da a la percepción el papel principal para la CDV: La percepción individual de la propia posición en la vida dentro del contexto del sistema cultural y de valores en que se vive y en relación con sus objetivos, esperanzas, normas y preocupaciones. Es un concepto de amplio espectro, que incluye de forma compleja la salud física de la persona, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, sus creencias personales y su relación con las características destacadas de su entorno. (OMS, 2002: 78) De igual forma, para Casas (1996) hay que considerar la evaluación del sujeto con respecto a su condición; agrega que hay que profundizar en cuanto a la percepción, las evaluaciones y las aspiraciones, incluyendo la visión que se tiene acerca de la propia salud. Tomando en cuenta que dicha evaluación tiene más valor que el entorno material o aquellas cosas que son esenciales para los expertos (Figura 4).

Es importante notar que en México los índices de CDV se evalúan mayormente por aspectos objetivos, mientras que son pocos los estudios que atienden a la subjetividad (Ochoa, 2011). Si bien, las definiciones basadas en aspectos subjetivos reciben críticas debido a que los sujetos se adaptan a las condiciones de vida y entonces se sienten satisfechos (Ochoa, 2011), esto no pasa en el aspecto de la salud (Figura 4). La percepción que tienen de la situación es de gran importancia para las personas con una enfermedad degenerativa y sus familias. La satisfacción en las condiciones de vida y de salud, dependen de la evaluación que hacen de su condición. Debe [14]


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considerarse que esto depende también de su contexto. Un ejemplo es el que refiere Dan Brock (2004) donde las personas pueden tener desventajas socioculturales claras y, sin embargo, valorar su vida como preciosa (Figura 4). Del mismo modo, para las personas que no tienen ninguna circunstancia en la que su mente o su cuerpo se encuentran comprometidos por una enfermedad y/o discapacidad, un elemento básico para poder definir la CDV es la satisfacción experimentada por la vida que se tiene, en cuanto a la integración a su medio ambiente social y familiar, actividades de recreación, espacio personal, expresión de sentimientos o desarrollo de actividades de su agrado. En el otro extremo se encuentran quienes no pueden comunicar si están satisfechos con la manera en que viven debido a un estado de inconsciencia ―total‖, como en los casos de los pacientes en coma. ¿Existen entonces elementos básicos para hablar de este tema? El cuerpo necesita de ciertos cuidados para mantenerse en un funcionamiento adecuado: la alimentación, el aseo, el movimiento, el descanso. Que el paciente no pueda percibir su propia condición, no implica que no haya CDV, sino que no puede evaluarla como tal. Por tanto, quien debe hacer la evaluación es su familia o cuidador. Schalock y Verdugo (2009), proponen una definición con la que trabajan en varios estudios sobre discapacidad. Ellos entienden CDV como un concepto multidimensional que tiene los mismos componentes para todas las personas, mediado por factores personales, ambientales y de interacción, de carácter objetivo y subjetivo, cuyas dimensiones son: bienestar emocional, relaciones interpersonales, bienestar material, desarrollo personal, bienestar físico, autodeterminación, inclusión social y derechos. Según Ochoa: ―si la salud objetiva se deteriora, la felicidad disminuye y esta disminución es mayor si se trata de enfermedades inmovilizantes‖ (Ochoa, 2011: 31). En un estudio publicado en el 2012 se entrevistó a 11 familias de niños con parálisis cerebral infantil, inscritos en el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón Aguascalientes y provenientes de diferentes estados de la República Mexicana. Principalmente mencionaron la convivencia con la familia y con su medio sociocultural; de igual modo, para el hijo con discapacidad, los padres buscan sobre todo la integración, el afecto, el bienestar y las necesidades básicas (Mora, 2012). En este mismo sentido Verdugo señala que ―la mejora de la calidad de vida de las personas con discapacidades tiene sentido y debe orientarse principalmente a un contexto de vida en la comunidad‖ (Verdugo, 2009: 8) (Figura 4).

4. Los alcances del concepto de calidad de vida La recursividad ayuda a organizar los conceptos que señalan los autores, pero también abre la posibilidad de crear otras conceptualizaciones e hipótesis, además de poder observar nuevos caminos de interés. Si se trabaja la CDV para las familias con un hijo con una enfermedad degenerativa y discapacitante, con base en el esquema de la figura 1, se pueden tomar los siguientes rumbos de análisis: Si se relacionan A con 2, es decir, la situación de la enfermedad degenerativa con el nivel socioeconómico, el análisis debe considerar las necesidades específicas de dicha población: cuando un individuo presenta una enfermedad degenerativa, con el avance del padecimiento, necesita de más apoyo, por lo que cada vez más dependiente. Esto quiere decir que poco a poco aumenta su necesidad de cuidados, atención médica y apoyos sociales. En cuanto a los cuidados de hijos enfermos, hay que tomar en cuenta que, con el tiempo, los niños crecen, al mismo tiempo que pierden habilidades. A la larga se les tiene que ayudar con todas las actividades de la vida diaria, tales como bañarse, comer, vestirse, ir al baño, etc. Por su parte, los padres envejecen, y necesitan ayuda de otros miembros de la familia o deben contratar los servicios de enfermeros o cuidadores formales. Los gastos en la atención médica también aumentan. En la gran mayoría de los casos los tratamientos de mantenimiento son muy costosos. En ocasiones se requiere de cirugías correctivas, aparatos, máscaras respiratorias, tanques de oxígeno, sillas de ruedas, etc. Por ello, es de suma importancia contar con un seguro médico o algún tipo de seguridad social a través del cual las familias puedan cubrir los gastos.

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En cuanto a la escuela, se puede llegar a recomendar que los niños con estas características se integren a institutos privados, donde se cuente con grupos pequeños, y los profesores y directivos tengan la posibilidad de controlar las interacciones entre los estudiantes. De este modo se busca apoyar la adaptación de un niño que no requiere ir a una escuela especial, pues su capacidad de aprendizaje no se ha visto comprometida con el avance de su enfermedad. Sin embargo, estas instituciones suelen tener costos altos y se requiere de material especial y adaptaciones para el niño. Con todos estos factores, la percepción que tenga la familia de la enfermedad se verá afectada de manera inevitable. Por ello el nivel socioeconómico es uno de los elementos indispensables para hablar de CDV, pero sin olvidar factores como la edad del hijo enfermo y sus padres y/o cuidadores, su condición física y los apoyos que requiere. Cierto es que, cuando se evalúa la CDV percibida, esto puede no afectar la satisfacción de los familiares, y sin embargo para quien padece la enfermedad son elementos importantes, ya que se dan cuenta de las dificultades que tienen los demás para sacarlos adelante. Debido a ello, para las familias con un hijo con una enfermedad degenerativa, es preferible valorar la CDV desde elementos subjetivos y objetivos conjuntamente para tener un panorama más completo del fenómeno. Por otro lado, ¿qué particularidades se encuentran en cuanto a la relación A-3? ¿Qué elementos de la cultura, los valores y las normas están relacionados a la enfermedad degenerativa e influyen en la CVD? El ser humano se desenvuelve en un marco donde la idea del cuerpo, la salud y la enfermedad tienen definiciones y preceptos propios del grupo al que pertenece. En el mundo occidental, la idea que se pueda tener con respecto al cuerpo enfermo depende de la condición que se padezca y de las características que esta conlleve (Lupton, 2012). En una sociedad donde el cuerpo se convierte en un producto que debe cumplir con ciertos criterios, las personas con cuerpos enfermos y/o en deterioro, entran en un conflicto que deben resolver en un nivel emocional, cognitivo, social y cultural. Por otro lado, cuando el cuerpo cambia debido a una enfermedad, la idea que la persona tiene de sí misma se ve alterada, su identidad se vuelve incierta y, en muchas ocasiones, pasan por situaciones dolorosas en la búsqueda de reestructurar quienes son. La familia acompaña al individuo en este escenario, ya que también para ellos cambia la idea que tienen de sí mismos: como grupo se dan cuenta de sus diferencias. La familia sabe que uno de sus integrantes, con el que tienen una relación de cercanía emocional, tiene un cuerpo distinto, que está enfermo y sufre por ello. Un ejemplo, es una madre que relata su experiencia en la escuela primaria: Entraba otro grupo de primero y pues, lógico, otra vez. O algún otro niño de otro grupo que lo veían y preguntaban: ‗¿qué le pasó?‘, y ‗¿qué tiene?, ¿y le duele?‘ (…) Mi niño también al principio como que se enojaba. Yo le decía: ‗hijo pues es que ellos quieren saber‘. Yo les respondía además: ‗pues mira está enfermito de sus piernas y no puede caminar‘. Pero yo, así como muy normal, entonces el verme a mí así, mi hijo ya lo veía como normal. Entonces yo lo trataba de manejar todo para mis hijas y para él, todo normal, o sea, no le he ocultado nada, o sea de que le pueda dar un paro respiratorio, de que puede morir, de que puede quedar en cama, todo eso él lo sabe, porque a mis hijos no les he ocultado nada. Todo eso al explicarle a la gente… (EE1, comunicación personal, 16 de febrero de 2015). Por otro lado, muchas veces las enfermedades conllevan estigmas debido a cómo fueron contraídas (Lupton, 2012). Un ejemplo es la Distrofia Muscular de Duchenne, cuyos componentes genéticos, en muchos casos, produce una reprobación social hacia los padres, debido a la decisión de tener hijos, aun cuando hay una alta predisposición a que la enfermedad se presente. Estos elementos, que llevan al individuo a evaluarse a sí mismo en su condición de enfermo, en una sociedad determinada, también influyen en el modo en que evalúan su CDV. Del mismo modo la familia se ve a sí misma como miembro de una sociedad no diseñada para sus particularidades. Si el sujeto y su familia logran crear una narrativa en la que se sientan cómodos e integrados, probablemente continuarán creyendo que su nivel de vida es bueno, de lo contrario no será así. Ejemplo de que pueden concebirse con bienestar es el siguiente fragmento de entrevista, donde se expresa el padre de un niño con parálisis cerebral:

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―Pues yo pienso que nosotros tenemos una vida bien, vaya, porque estamos unidos todos, nos apoyamos en todo, es lo principal, nos queremos.‖ (EXVIII, comunicación personal, 21 de agosto de 2013). Entonces, se puede decir hasta aquí, que una conceptualización de CDV debe incluir aspectos objetivos y subjetivos, que tomen en cuenta el estrato socioeconómico, las características de la enfermedad, la edad del sujeto y sus padres y/o cuidadores, los apoyos requeridos, su nivel de integración, la manera en que se concibe la enfermedad en la familia y en el medio en donde se desenvuelven. Cuando se habla de necesidades personales, para abordar la relación A-4 ¿a qué se está haciendo referencia? Verdugo (2009) se refiere a las necesidades de autorrealización, las cuales dependen no únicamente del individuo y su subjetividad, sino también de las oportunidades que se le puedan presentar en el entorno. Una persona con una enfermedad degenerativa generalmente ajusta, de forma continua, las metas y objetivos alcanzables de acuerdo a su condición física. Se observa, por ejemplo, en ciertas enfermedades, la posibilidad de tener nietos, como una preocupación habitual de los progenitores de hijos con discapacidad o con una condición médica que ponga en riesgo la maternidad o paternidad, y sin embargo en muchas ocasiones estos objetivos deben ser abandonados, procesados y modificados. En el caso de las enfermedades degenerativas el continuo ajuste de las expectativas crea, en las personas enfermas y en sus familias, la sensación de pérdidas continuas que terminan en situaciones de desesperanza. En algunos casos, las personas que no pueden procrear dedican el tiempo de vida a sus estudios o a dejar un testimonio de su proceso de enfermedad. Ambas cosas con la ayuda de los padres y/o familiares, para los cuales este proceso puede ser también alentador en el sentido de trascendencia. En este sentido, para los familiares también es necesario ajustar sus expectativas, pues mientras esperaban que el hijo enfermo cumpliera con ciertas tareas propias de la edad, que estudiara ciertas carreras o realizara determinados trabajos, la pérdida de funciones modifica estos planes. Para Luhmann (2009) los seres humanos se mueven acorde a sus expectativas, de cómo debe ser el mundo por sus determinaciones, cuando se da la decepción de expectativas (enfermedad, muerte, cambios erráticos de comportamiento), el individuo se encuentra ante la indeterminabilidad de los sucesos y de la acción futura. Si la expectativa se encuentra generalizada, es decir, que se relaciona con muchos aspectos de la experiencia, otras situaciones se afectan de la misma manera. En estos casos la incertidumbre o la inseguridad extrema pueden aparecer: ―En la medida en que las decepciones son anticipadas como posibilidades pero no pueden ser previstas, producen incertidumbre. En la medida en que de hecho suceden de vez en cuando, producen inseguridad respecto de la validez de las expectativas concretamente decepcionadas.‖ (Luhmann, 2009: 125). Ya sea la incertidumbre o la inseguridad, la religión puede explicar y absorber estas decepciones. Las ―religiones son las estructuras culturales con esta referencia funcional precisa. La función de la religión se refiere a la determinabilidad del mundo‖ (Luhmann, 2009: 82). En una familia cuya expectativa es la salud de sus miembros, la llegada de la enfermedad y la muerte en uno o más hijos, produce la incertidumbre con respecto a su visión de sí mismos y del mundo en el que viven, debido a que la vida misma se vuelve indeterminable. Entonces, se puede decir, que algunas necesidades personales que también influyen en la visión de estas personas sobre la CDV y la vivencia de su enfermedad son: expectativas, autorrealización y trascendencia. En cuanto a la relación A-5, es decir, las políticas públicas y la enfermedad degenerativa, se encuentra que muchas veces las disposiciones de los gobiernos de los estados con respecto a las leyes, prestaciones, apoyos o derechos de las personas con padecimientos degenerativos y discapacitantes, contribuye en la posibilidad de que estas personas aprecien su vida como algo bueno. Ejemplo de esto son las familias que viven en los Estados Unidos y tienen hijos con discapacidad. En Texas, por ejemplo, se les apoya para que tengan un enfermero que ayude con sus terapias en casa, además de que el gobierno otorga un subsidio mensual para que las familias puedan atender al niño sin necesidad de trabajar, además de contar con un lugar seguro en una escuela donde se les ayudará a integrarse. El diseño y gestión de estos apoyos hacen que las personas tengan una visión muy diferente de su situación. En México, ninguno de estos apoyos se otorga, y se descuidan aspectos de políticas públicas necesarias para la población a la que hace [17]


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referencia este texto. Por ello, es posible advertir que el cuidado de la salud, la creación de espacios con adecuaciones para la recreación de las personas con discapacidad, los programas para ampliar la oferta de empleo para estas personas o sus familias, el desarrollo de programas de prevención y/o seguridad, y los apoyos para mejorar y adecuar el medio ambiente, son elementos que habría que atender, ya que favorecen las necesidades personales y/o de autorrealización de las que se hablaba más arriba. La relación A–6 también tiene sus características distintivas. En cuanto a la socialización, es importante comprender que se trata de una necesidad humana. La interacción y la socialización para las personas con discapacidad son de suma importancia, ya que ello les permite replantear su posición frente a los demás, construir nuevas formas de verse a sí mismos como familia y crear una línea hacia el futuro (Mora, 2008, 2012, 2013).3 Se observa por ejemplo un padre que expresa lo siguiente: Casi no tiene, bueno en el kínder tiene uno que si es su amigo. De hecho, su amigo está cieguito y siempre andan juntos, siempre el niño anda agarrado del andador y andan juntos. Y ahí por donde vivimos no lo dejo salir, no acostumbro a dejarlo, porque los niños de ahí son muy… no lo juntan porque anda con su andador, entonces ¿para qué lo voy a dejar salir si no lo juntan? Y nada más hay dos niños que van por él, y con ellos sí, y se anda con ellos, pero nada más ahí enfrente. Es bueno para hacer amigos, pero no lo dejo salir mucho porque no lo juntan y luego se siente mal. Quiere jugar con los otros y no puede por su andador, mejor yo juego con él y ya. (EI, comunicación personal, 15 de junio de 2011). En este extracto de entrevista, se observa que la familia ha optado por una posición de aislamiento frente a los otros. Tanto el niño como la familia prefieren convivir únicamente al interior del grupo y se alejan de los demás, ante la imposibilidad de una integración como ellos la conocen. Del mismo modo, algunas otras familias optan por no llevar a la escuela a sus hijos, aunque esta sea una fuente de socialización importante para ellos. De acuerdo al esquema que se realiza con base en la recursividad para la conceptualización, se pueden observar conexiones que ayuden a esclarecer lo que se entiende por CDV. Las particularidades de la población apuntan a que, para determinar el concepto de CDV para las personas con una enfermedad degenerativa y/o discapacitante, así como para sus familias, se debe tomar en cuenta: los elementos objetivos y subjetivos, las edades, la condición en la que se encuentra la persona enferma, su cuerpo y las relaciones que se desarrollan con él, los apoyos requeridos, el nivel de integración, la concepción de la enfermedad tanto de la familia como del entorno en que se desenvuelven, las expectativas cumplidas/incumplidas, las necesidades personales, la autorrealización y la trascendencia. De vuelta al esquema de la Figura 1, ¿qué elementos se pueden proponer? ¿Habrá algo que los autores no hayan tomado en cuenta para valorar la CDV? De acuerdo a lo que se quiera conceptualizar, seguramente se pueden visualizar nuevas rutas o hipótesis. Para la población y el término a los que se refiere este trabajo se pueden encontrar cuatro elementos principales: la diferenciación, el pronóstico, las emociones y las creencias religiosas. Cuando una persona crece en continua dependencia de una o más personas, cada uno de los miembros en esta relación pueden experimentar dificultad para trazar límites emocionales y/o cognitivos entre ellos. El cuidador/a, no hace consciente que las vivencias del otro no son las propias y puede llegar a desarrollarse relaciones con patrones de dependencia y ansiedad. Esto repercute en la persona enferma, quien ya no se comprende a sí mismo como un ser independiente, sino en una continua necesidad de simbiosis con el otro. Ambos se encuentran en dificultades para lograr la diferenciación. Por ello es necesario revisar las relaciones al interior de la familia, ya que el vínculo cuidador-hijo enfermo, incide en todas las relaciones con los demás miembros del grupo (Mora, 2012). En los años 2008, 2012 y 2013 se realizan investigaciones sobre CDV en niños con parálisis cerebral y sus familias. Son tres estudios transversales, con muestras y objetivos independientes de 10, 11 y 54 participantes, respectivamente. Los trabajos se desarrollan en el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón Aguascalientes (una asociación civil con presencia en Estados Unidos y México), con familias de Texas, EU y de diferentes estados de México. 3

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En cuanto al pronóstico (que en última instancia lleva a la persona al fallecimiento) es una experiencia única donde la persona se enfrenta a uno de los miedos primordiales: la muerte. El encuentro cercano con ésta, como un futuro certero, lleva al sujeto y a la familia a replantearse el modo en que han vivido, pero también a realizar un profundo juicio de la manera en que ocurren las cosas en el presente. En este punto las emociones tienen un papel predominante en cómo se concibe la vida: Las muertes cercanas pueden producir distintas reacciones y confrontar al sujeto con aspectos básicos de su existencia. La pérdida de los padres nos hace sentir vulnerables y sin salvación, poniéndonos entre nuestros hijos y la muerte. El fallecimiento de nuestra pareja nos regresa a la soledad básica, recordándonos que por más que queramos nadie nos va a acompañar siempre en nuestro camino; y por último, la muerte de un hijo no solo nos confronta con nuestra propia muerte, sino que, es el símbolo del fracaso de nuestros planes de inmortalidad. (Yalom, en Lara y Osorio, 2014: 55). Uno de los aspectos que resaltan en el trabajo realizado en el 2013 sobre CDV -y que no formaba parte de la estructura de la entrevista- es la religión (Mora, 2013): algunas familias describen la manera en que estos elementos estructuran su experiencia de vida y la manera en que se adaptan a ella. Esto no es difícil observar en familias con un miembro enfermo y/o con discapacidad, es decir, no es privativo para el diagnóstico de parálisis cerebral. Hechos que son más habituales de lo que se esperaría en las familias con un hijo con una enfermedad degenerativa y/o discapacitante son por ejemplo: familias que aprenden a sobrellevar la discapacidad de su hijo cuando la conciben como voluntad de Dios, o bien, madres que por el contrario creen que es un castigo divino por errores cometidos por ella u otro miembro de la familia; se encuentran grupos de padres de familia que llegan a la conclusión de que los niños en realidad son ángeles que vienen a la tierra para ser cuidados por ellos, y de esta manera, son puestos a prueba para asegurase un lugar en el paraíso; otras familias se acercan a buscar la ayuda de un curandero para que sane a su hijo de la brujería, y quizá acudan con hechiceras para quitarles el mal de ojo y así, ayudar a que la marcha o la salud vuelva a sus niños. Todas estas creencias y acciones parten de una búsqueda de explicaciones, del alivio al dolor por la condición y el mal pronóstico al que se enfrentan, y se convierten en características definitorias que influyen en la vida cotidiana de estos grupos. Si se toman en cuenta todos los niveles revisados con base en la recursividad, la CDV podría conceptualizarse como: los elementos objetivos y subjetivos que medien en la evaluación cognitiva y emocional de la persona y su grupo, ligados a las creencias y las vivencias con respecto a la concepción de la enfermedad, tanto de la familia como de las personas que conforman el entorno en el que se desenvuelven, a la condición del cuerpo y la relación con él, a sus creencias y prácticas religiosas, a los apoyos requeridos y cubiertos, al nivel de integración social, a las expectativas cumplidas/incumplidas y a las necesidades personales de diferenciación, autorrealización y trascendencia. Un mapa conceptual de lo revisado en este apartado sería el siguiente (Figura 5).

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Como se ha ejemplificado, se puede aplicar esta herramienta para conceptualizar los elementos de una investigación. Es decir, se puede seguir el mismo camino para trabajar otros conceptos que formen parte de cualquier estudio, cuya finalidad sea realizar un concepto claro y profundo de lo que se quiere conocer, en concordancia con las particularidades y posibilidades que presenta como objeto de estudio.

5. Conclusión La relación de los aspectos que componen un fenómeno, nos marca una pauta para proponer un concepto que contemple los elementos de la investigación que se plantee. Las percepciones personales se vinculan de manera bidireccional con sistemas mayores, tales como la familia, el entorno, las condiciones sociopolíticas o la cultura. Por este motivo, no se puede hablar de una relación única si se quieren realizar conceptos que atiendan a la complejidad de los fenómenos. En esto consiste la aplicación de la recursividad como herramienta para la conceptualización en investigación: atender a las relaciones de los sistemas y subsistemas que forman parte de los fenómenos de la realidad, por lo que prescindir de alguno de ellos dejaría el análisis incompleto. El procedimiento se lleva a cabo, en primer lugar, con la obtención de la información de manera exhaustiva con respecto a lo que se quiere conceptualizar. En seguida, realizar con base en esa información un esquema que presente las relaciones de recursividad de los elementos [20]


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encontrados. Posteriormente tomar una postura crítica para buscar nuevas conexiones, dudas o hipótesis. De este modo se puede llegar un concepto complejo y profundo. Además, puede ayudar a cuestionar el tema o las preguntas de investigación o bien, a encontrar huecos en las aportaciones de otros teóricos. Debido a lo anterior, la realización de un esquema desde una visión recursiva permite que el investigador perciba las relaciones en su objeto de estudio, se cuestione sobre posibles conexiones entre los objetos, se realicen nuevas hipótesis sobre el tema en concreto y se elabore un análisis complejo de los elementos a estudiar.

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Autora. Carolina Mora Huerta. Universidad Autónoma de Aguascalientes, México. Psicóloga con Maestría en Terapia Familiar Sistémica. Doctoranda en Estudios Socioculturales, Universidad Autónoma de Aguascalientes. E-mail: carolina_mh@yahoo.com.mx

Citado. MORA HUERTA, Carolina (2017). ―La recursividad como una herramienta para el proceso de conceptualización”. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017- Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 18536190. Pp. 8-24. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/172

Plazos. Recibido: 31/03/2016. Aceptado: 12/09/2016.

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relmis.com.ar Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. ISSN 1853-6190. Pp. 25-39.

Diálogos con Lucía: notas de un recorrido metodológico Dialogues with Lucía: Notes from a methodological journey

Joaquín Bartlett

Resumen La intención del escrito es recorrer dos caminos, por un lado indagar en algunos aspectos constitutivos del colectivo trans a partir de la puesta en diálogo de ejes problematizadores en una biografía: trabajo y cuerpo; al tiempo que discutimos y damos cuenta de aspectos vinculados al proceso de investigación englobado en la relación que se establece con aquello que se investiga. Sobre el último punto, se buscará articular diferentes reflexiones del campo de la epistemología crítica. Palabras clave: Metodología crítica; Epistemología; Trans. Abstract The intention of this writing is to go over two paths, first to investigate some aspects of the trans constituent group from the dialog of problematical axes in a biography: work and body; while we discuss and realize aspects related to the research process encompassed in the relationship with what the object under study. On the last point, it will seek to articulate different reflections on the field of critical epistemology. Keywords: Critical methodology; Epistemology; Trans.

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1. Introducción El espacio que se le confiere a los diseños de investigación, su proyección y construcción, suele caer en propuestas escolarizadas que tienen como premisa el seguimiento de etapas que no se ven cruzadas por sus propias premisas. Como si se tratara de compartimientos estáticos, la lógica proyectiva de la investigación requiere definiciones precisas y preguntas concretas, despojadas de todo posicionamiento, para adquirir e impregnarse de neutralidad científica. La superación de las clásicas dualidades provenientes del subjetivismo y objetivismo, permiten replantear algunos supuestos de las ciencias sociales que interfieren en la lógica proyectista de la ciencia. En este plano, se vuelve significativo entender que la multiplicidad de voces y su relación con la tarea científica llevan a la emergencia de nuevas relaciones. Al mismo tiempo que la investigación ―debe comprenderse como un camino ‗sin restricciones pero con guía‘ que intenta reconstruir las mediaciones posibles de las potenciales relaciones parte/todo‖ (Scribano 2008: 15). Con la finalidad de poner en escena la complejidad que toma cuerpo en el diseño investigativo, se buscará recorrer dos caminos, por un lado indagar en algunos aspectos constitutivos del colectivo trans a partir de la puesta en diálogo de ejes problematizadores en una biografía: trabajo y cuerpo; al tiempo que discutimos y damos cuenta de aspectos vinculados al proceso de investigación englobado en la relación que se establece con aquello que se investiga. Sobre el último punto, se buscará articular diferentes reflexiones del campo de la epistemología crítica.

2. Breve descripción de los espacios de Lucía1 Si tratáramos de caracterizar al colectivo Trans2 por lo que puede suceder al asumir esa identidad, se puede decir que es un grupo marcado por una lógica de abyección, es decir, como generador de otredad en términos binarios, dentro del modelo heteronormativo (Figari, 2008; 2009). Recién a partir de la década del 90, en la Argentina adquiere visibilidad en movimientos políticos y sociales instalando debates atravesados por la particularidad del colectivo. Al mismo tiempo, al interior de la academia, adquieren relevancia, constituyéndose las primeras líneas de investigación. En los últimos años devino en sujeto de políticas públicas que lo configuran como Objeto político de la diversidad, ―conformado como eje mediante el cual el Estado puede definirse a sí mismo como democrático y moderno‖ (Sabsay, 2011: 31). En este marco de tensión discurren las prácticas del colectivo a las que entiendo como generadoras de estrategias particulares que se ven atravesadas por el nucleamiento operado por el estigma, en términos de identificación/solidaridad por dentro, y abyección/exclusión por fuera. Al tiempo que, en su faz política o macro, las intervenciones del colectivo apuntan a una progresiva despatologización en el plano normativo-simbólico. De dicho escenario teórico parto para indagar una biografía, que en su recorrido interviene dentro de la misma biografía de la investigación, desnaturalizando relaciones que se suponen problemáticas, al tiempo que obliga al constante posicionamiento dentro del diálogo.

El presente artículo se corresponde al trabajo final para la diplomatura superior en investigación social, dictado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. 2 La denominación Trans engloba a travestis, transexuales y transgéneros. Su distinción identitaria remite a una concepción de género en la cual se da cuenta de los aspectos sociales y culturales, pautas de comportamiento y representaciones simbólicas, entre otros, que permiten establecer la construcción de identidades por fuera de un orden heteronormativo. Este proceso también está sujeto a vínculos y ordenamientos al interior de la sociedad de índole disciplinario y excluyente. (Pecheny, 2002; Pecheny; Petracci, 2007; Maquieira, 2001). En 2012 se realizó la primera encuesta sobre población Trans. En cuanto a trabajo y educación se registró que el 85,3% de los encuestados estuvo en situación de prostitución y el 72,2% busca otras fuentes de ingreso, a su vez que el 34% tiene incompleto el secundario o polimodal y el 30,1% presenta la primaria o EGB incompleto (INADI – INDEC, 2012). 1

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3. El trabajo, el consumo y lo que se puede definir previamente Lucía3 trabaja en una de las tantas esquinas de la ciudad de Resistencia (provincia del Chaco, Argentina) donde los cuerpos se consumen. Aprendí del consumo en una de las tantas noches de chat que compartimos. La contacté con la intención de poder dar con lo que los manuales llaman ―informante clave‖: la llave de acceso a un mundo desconocido. Volveremos al final sobre las posibilidades del diálogo. Se quejaba con insistencia de tener clientes pasados de ―rosca‖, consumidos por algún vicio. Hablamos del consumo sin tener en claro qué es. Me pregunta con insistencia qué consumo: se me ocurren tantas cosas. La ciudad de Lucía también vive del consumo, las promociones gubernamentales para la radicación de call center hicieron que cientos de jóvenes consigan un trabajo y se distingan de otros miles con trabajo precario en la infinidad de comercios del casco céntrico de la ciudad. Los dos casos marcan una diferencia fundamental para que mi compañera consiga trabajo: mostrarse detrás de un mostrador o, simplemente, escuchar su voz. El primero, imposible, una vida marcada por miradas la hicieron reacia a buscar trabajos que impliquen estar frente a frente a otra persona. El segundo, con un poco de suerte, podría ser: nadie la vería. En todo caso, los intercambios siguen hasta que Lucía lanza sus fórmulas esclarecedoras. Consumo es: ―hacerse pelota con calidad‖ y tener trabajo, la clave para acceder. La emergencia de aspectos que se vinculan en los diálogos podrían derivar en tantos posibles temas de investigación donde una operación toma centralidad: la mediación teórica que direcciona la construcción del ―objeto‖. ¿Qué termina siendo el ―objeto‖? la construcción de la dualidad teoría-empiria; Lucía, más las dimensiones de análisis que se pongan en tensión. Lucía, como la ―realidad‖ corporizada de un grupo social. Y, como sabemos, esa construcción implica un problema de investigación que no constituiría una dificultad si no fuera porque las tensiones que se intentan reconstruir en un plan de investigación pueden estar tan ajenas a las preocupaciones del ―objeto‖ como nosotros mismos de él. Es decir, a medida que direccionamos una investigación, que la dotamos de un orden interno, logramos representar una serie de cruces (que, en su versión proyectada, son relaciones teóricas) que pueden estar en un orden diferenciado en lo que respecta a las propias dimensiones que emergen de la empiria. Ahora bien, ¿qué implica una apertura en el diseño de una investigación? Un poco a la inversa de los criterios de sistematicidad y definición sobre aquello que está aconteciendo, requerimos desestabilizar los puntos de apoyo que la teoría nos brinda. El problema de toda definición es su misma condición: cristaliza relaciones y propiedad, nos dice cómo fueron las cosas. En este punto tengo una dificultad. Las definiciones de Lucía: no sabemos bien quién de los dos las trajo. ¿Puedo explicar con claridad lo que le sucede a Lucía antes de hablar con ella? Creo que ese punto fue una ilusión del conocimiento en su versión canónica. Este inconveniente lo explica Zemelman (2009), al distinguir un pensamiento epistémico de un pensamiento teórico. Este último siempre se presenta como un tipo de discurso ―predicativo‖, ordenado en su interior (para su transmisión, compresión, legitimación) y exigido a expresar afirmaciones sobre lo que intenta rodear y circunscribir en correlación. A esto podemos agregar que su mismo proceso de construcción (y, sobre todo, legitimación dentro del campo académico) implica una temporalidad desfasada en relación a lo que quiere ―reflejar‖. En otra dirección, el pensamiento epistémico no contiene prescripciones, es un pensamiento sin contenido, porque termina funcionando como un interrogante que nos sitúa (o debería situarme ante Lucía). Volviendo a mi compañera, no se trataría de definir las características del consumo para X grupo, sino más bien preguntarse por las diferentes formas que puede asumir. La teoría devendría en una potencialidad, más que en un corpus cerrado, al fundamentarse ―en la capacidad metodológica para reconocer opciones Todas las referencias textuales de Lucía se reproducen con su permiso. Como información ilustrativa, las conversaciones se dieron en el marco del diseño de un proyecto de investigación. Constituyeron alrededor de cinco encuentros, en los cuales se abordaron temas en general, tales como el trabajo y el acceso a servicios de salud, la militancia política y el reconocimiento identitario, la relación con familiares y amigos a partir de la condición de género. Los diferentes ejes fueron enmarcados dentro de la misma biografía de la entrevistada, tratando de identificar sus momentos de emergencia y las vinculaciones dentro y fuera del colectivo Trans, observando qué generaban u obturaban. 3

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teóricas, que consiste en aprehender la realidad como campo de observación con todas sus potencialidades y sin que ésta quede encuadrada en ninguna jerarquía de determinaciones‖ (Zemelman, 2009: 162). A la inversa, la teoría como ―adecuación ceremonial‖ con los hechos logra un efecto de ilusión de temporalidad unívoca, donde se inmovilizan los objetos por la misma representación que se da de ellos; a modo de retratos dirá Santos: ―el sistema de proporciones entre los objetos a ser pintados y de sus imágenes, y entre la distancia de la mirada del observador y del cuadro, crea un mundo inteligible, organizado a la medida del punto de vista del observador (…) la credibilidad de este arte ‗ilusionista‘ reside en la precisión matemática del punto de vista del individuo‖ (2009: 6970). En la opción que nos interesa, la teoría termina configurando aspectos de los hechos que suceden y que podrían suceder, como potencialidad, entre lo dado y lo posible (Zemelman, 1989). En otras palabras, el pensar epistémico como apertura y el pensar teórico como cierre; a priori, lo importante en una primera instancia no serían las definiciones, sino las preguntas sobre la posibilidad de definiciones que puede asumir más allá del recorte concreto que se muestra como autoevidente. Algo no menor, la pregunta como posibilidad es para Zemelman (1996) la capacidad de articulación entre lo macro y micro, entre la cotidianidad del sujeto y los límites porosos de la estructura en que se encuentra y, como si fuera poco, los nudos históricos del pasado y el futuro puestos en la constante ―ponderación de prácticas‖ que hace el sujeto. Una pequeña deriva de lo anterior ¿por qué se dificulta la construcción de una teoría crítica? se pregunta Santos, entiendo por teoría crítica ―aquella que no reduce ‗la realidad‘ a lo que existe‖ al entenderla como un horizonte político, ‗un campo de posibilidades‘, donde los hechos no se extinguen en sí mismos al presentar fluctuaciones a especificar ‗más allá de lo empíricamente dado‘‖ (2006: 18). Igualmente, la idea de un horizonte común no es nueva para la teoría crítica tradicional pero, a diferencia de ésta, la teoría crítica emergente no busca totalizar la emancipación social o la primacía de un agente social. La diferenciación radica en el reconocimiento de las múltiples vías de transformación social, lo polisémico de las formas de dominación y resistencias, por lo tanto, la imposibilidad de homogenizar experiencias (de retroceso o avance de apropiaciones o despojos) en una teoría totalizadora. De lo que se trata, dirá Santos, es de ―hacer mutuamente inteligibles las diferentes luchas permitiendo de esta manera que los actores colectivos se expresen sobre las opresiones a las que hacen resistencia y las aspiraciones que los movilizan‖ (2006: 23-24). Volvamos sobre la idea de consumo delimitada en un principio. Mis intenciones y preguntas estuvieron en el orden del manejo de prioridades al momento del consumo y de la especificidad que se configura en Lucía, según mi anotador: ―+drogas para aguantar la noche…‖. Parte de los ingresos se destinan al consumo de alcohol y marihuana para soportar el frio o calor, compartir con amigos. Por otro lado, la noche termina siendo un territorio y un momento de carga y exacerbación de vestimenta, nada más parecido a cualquier otro joven que vaya a bailar al boliche. A la noche y en la noche, Lucía conoció a su mejor amiga, a su ex novio, discutió con su hermano. Lucía trabaja por las noches, se siente cómoda, lo noto cuando me dice lo que odia vestirse ―más normal para salir a la mañana a hacer cualquier cosa‖. La noche termina delimitando el espacio microsocial por excelencia para las minorías sexuales, no por la noche en sí, sino por los tipos de vínculos que permite. Como espacio social funciona delimitando sus marcos, encerrando sus significaciones. En términos de Simmel (1986: 659): ―sólo se ven los más próximos; detrás de ellos se alza un muro negro impenetrable (…) la oscuridad ofrece posibilidades exageradas…‖. Otras posibilidades de consumo que el mercado segmenta en tiempo y espacio, otras formas de sociabilidad, como esos domingos de sol donde las familias se apiñan en los centros de compras. Así, la noche y el mercado reúnen chicas trans que terminan siendo familia. Se debería pensar una sociología de la noche para las otras sexualidades, para los jóvenes, para la violencia policial y para todo lo que se mueva en ese tiempo que se construyó sus propias reglas por no poder encajar en las reglas establecidas mientras el sol permanece arriba. La noche como escenario microsociológico, como escenario de interacción donde el trabajo y el consumo se cruzan, emerge y se hace evidente a condición de una apertura previa y a la no [28]


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codificación de dimensiones de análisis que terminan construyendo un ―objeto‖ estático y desfasado. En otros términos, la dualidad tradicional sujeto-objeto, con su externalidad recortada, aprehende al objeto siempre y cuando lo codifique.

4. Sobre la posición de quién investiga y las preocupaciones ajenas Decía en un principio, Lucía trabaja. Le cuento los intensos debates sobre la conceptualización de la prostitución como trabajo, los intentos de regularlo mediante leyes, de las corrientes feministas que discuten en congresos, como sea: mi diálogo quiere dar trascendencia de verlo de una u otra forma al hecho de pagar por sexo, trascendencia no cerrada en una episteme en construcción. Pero mi amiga se escapa de toda argumentación con el simple recorrido que hace desde el supermercado a su departamento, de cómo paga sus cuentas, y en ese movimiento (complejo y simple) me aclara ¿ofendida? que ella trabaja y que nadie la explota. No tiene chongo, proxeneta, patrón o cosa parecida. Trato de entenderla. Debe pensar que la veo indefensa, incapaz de nada, atada e inevitablemente expuesta a procesos de estigmatización y exclusión que nunca le permitirán salir de un lugar asignado: la calle, la esquina, su parada. Tengo miedo de decirle, y en parte me llena de bronca pensarlo; pensar y decirle, o sólo pensarlo: ―Lucía, la expectativa de vida de una chica trans en la Argentina es de 35 años; Lucía la policía puede hacer casi lo que quiera con vos‖. No digo nada, o me lo digo a mi mismo y no lo expreso. Vuelvo a la cuestión prostitución-trabajo, pienso en prostitución-docencia, prostitución-cajero de supermercado ¿por qué los criterios de Lucía no son válidos para otros trabajos? Si se trata de ganarse la vida en su sentido material: debería ser un trabajo. El objeto-sexo, problematizado a partir de su mercantilización, requiere una discusión que, en principio, marque dimensiones de las múltiples esferas donde es legitimado/deslegitimado: una dimensión de políticas públicas; una dimensión de mediatización; una dimensión que la vincule con el mundo del trabajo que intente describir ese mundo donde todos hablan, menos las personas involucradas. Si la discusión no se genitalizara, la condición de posibilidad de que una actividad cualquiera sea trabajo es el mismo soporte que brinda para vivir. Genitalizar, en términos de Lucía, centrar la discusión en poner precio a los genitales. Esto no son odas a la autodeterminación o capacidad de agencia, tampoco a las estrategias de supervivencia de un colectivo históricamente vulnerado. Sólo trato de entender por qué para Lucía cobrar dinero por sexo en una esquina de la ciudad es un trabajo. Ella no lo sabe, pero está yendo a contramano de una extensa literatura feminista y, para que me acompañe, su voz no me alcanza, es la lógica canónica de la ciencia: a una teoría se le opone otra teoría, no una voz, no una experiencia, eso no tendría estatus en un paper.4 Es una operación lógica y conocida, la legitimidad de un campo como una actitud dóxica contiene sus reglas que permite y prohíbe las voces que circulan en su circunscripción. Pero las ciencias sociales se valen de voces para la construcción de un discurso que, a posteriori, niega esa voz. Esa misma voz sólo tendrá legitimidad siempre que sea mediada por operaciones que la regulen y la controlen. Por ejemplo, se podría arriesgar que la legitimidad discursiva del modelo cuantitativo, por caso su capacidad de efecto en el discurso mediático, permite el control discursivo en operaciones de traducción numérica. No sólo parte de la representación de ―objetividad‖ que impregna de verdad sus enunciados, sino también permite ―decir‖ sin dar la voz. Notas: Dije al pasar, lógica de la ciencia canónica, como quién da por entendido la pretensión de una ciencia aséptica, que se asume como un sistema conceptual unificado y universal de entender el mundo, que posee en sus características iniciales aspectos constitutivos de un paradigma científico que se puede sintetizar en los siguientes aspectos. Tomando un modelo de representación mecanicista del mundo, atado a métodos cuantitativos y positivistas, se autoconstituyó como sistema único de producción de conocimiento, al mismo tiempo que se negaba y Tal vez, la cuestión sea mi relación con Lucía y no la relación Lucía y parte de posturas feministas sobre la prostitución. En todo caso, cuando se habla de prostitución, entre genitalizar y legislar no hay mucha diferencia ya que los debates empiezan y terminan en torno al sexo mientras las corrientes se dividen entre prohibir, reglamentar y despenalizar. En otros términos, el control de los cuerpos y los discursos de la diversidad son problematizados bajo la autonomía de la sexualidad en el espacio público (Sabsay, 2011). 4

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excluía una vasta heterogeneidad de experiencias: modos de racionalidad y legitimidad y, sobre todo, de relación entre hombres y mujeres, comunidad y naturaleza, y la mayoría de las formas de interdependencia que se constituyen en la cotidianidad. Se trata, dirá Santos, de ―la traducción del otro, ambos creadores de textos escritos en lenguas distintas, ambas conocidas y necesarias para aprender a gustar de las palabras y del mundo‖ (2009: 54). ―Ella no lo sabe‖, dije, como si importara que lo sepa ¿le interesa a Lucía el debate feminista sobre la prostitución o es a mí a quien le importa? ¿Me interesa ―ganar‖ esa discusión usando la voz de Lucía como un as que se saca al final? El trabajo de diálogo y traducción5 opera ante la complejidad de experiencias locales que fueron tratadas por el paradigma dominante con categorías totalizadoras con su consecuente reduccionismo o, en términos de Edgar Morín, como paradigma de la simplicidad.6 Para Santos la heterogeneidad de prácticas implica un doble problema. Por un lado, la especificidad o ―fragmentación de lo real‖ y, como derivado, ―imposibilidad de conferir sentido a la transformación social‖ (2009: 135). En este sentido, diálogo y traducción se asumen como relaciones de (re)conocimiento donde no se busca la absorción del objeto por una grilla calculada de dimensiones, sino más bien, la permeabilidad de experiencias y saberes antes desperdiciadas por el paradigma dominante. El campo académico del estudio de las sexualidades en la Argentina (con todo lo que el lector quisiera agregar bajo ese término) estuvo estrechamente ligado al posicionamiento político de amplios sectores y de diversas tendencias. Un intento de cartografía que busque conectar y traducir esos puntos, seguramente se encontrará con el efecto de atomización de las experiencias señalado por Santos: legalización del aborto, derogación de códigos contravencionales, educación sexual, violencia de género, etc. La biografía de Lucía representa, al mismo tiempo, una diversidad temática de investigaciones y reivindicaciones políticas irresueltas. Un estado del arte y el efecto de demandas políticas corporizadas. Lo que piense Lucía no hará cambiar la teoría, pero sí, y de manera injusta, la teoría puede modificar su mundo, la definirá con atributos comparables. La condición performativa del discurso científico, su capacidad de construcción escénica y su respectiva asignación de papeles para actores. Como plantea Haraway: ―todo conocimiento es una condensación en un terreno de poder agonístico‖ (1995: 315). Donde, claramente, la balanza se inclina por quién pregunta: el sujeto de la ciencia. El problema constitutivo de la ciencia canónica deriva en las ciencias sociales en una doble vía: su funcionalidad ante el proyecto colonizador y la traspolación de un hacer en la construcción de conocimiento signado por un sujeto cognoscente separado del mundo que clasifica, interpreta y normativiza. Se trata, por parte del paradigma dominante, de un modo de conocer legitimo, por lo cual la colonización, aparte de ser socialeconómica, es, ante todo, epistémica (Castro Gómez, 2005; Quijano, 1992). Para nuestro recorrido, se trata de la (im)posibilidad de pensar una vía política, un unirse al mundo, al tiempo que se construye ciencia situada. Dejar de pensar como algo implícito en, por ejemplo, la elección de temas, y explicitarlo en su potencialidad y proyección dentro de mismo campo social en el que actúa. El entramado de Lucía se complejiza: sexualidad–trabajo y sus traducciones teóricas: reconocimiento–distribución, simbólico–material y sus abordajes también: cualitativo– cuantitativo, encuesta–observación. Su temporalidad juega a ponerse en un punto intermedio, donde todavía se puede decir poco sobre los resultados de políticas públicas −que van desde la aprobación del Matrimonio Igualitario en 2010, la ley de Identidad de Género en 2012 y la creación del seguro de desempleo para el colectivo Trans en 2013− y mucho sobre los mecanismos de exclusión para las sexualidades abyectas.

Diálogo y traducción tienen su profundización teórica en los trabajos de Homi Bhabha. Para profundizar la noción de traducción cultural ver ―El compromiso con la teoría‖, en: El lugar de la cultura; o el ensayo de Judith Butler ―Universalidades en competencia‖, en: Contingencia, Hegemonía y Universalidad. 6 El paradigma de la simplicidad se sostiene bajo los principios de reducción, disyunción y abstracción. Donde el primero atomiza los fenómenos, el segundo los separa, y el tercero los abstrae de sus contextos. 5

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5. La idea de configuración, o cómo rearmar los cruces Entre la sistematicidad de una teoría cerrada por dentro que explique lo que acontece y la mera reproducción de las voces –que, claro está, nos preocupan que sean escuchadas pero en su sentido de intercambio y no de captación− se abre un espacio que De la Garza (2001; 2012) denomina de configuración. Esto es, un campo teórico que advierte en su formación un constante desarrollo que no se termina de obturar a partir de la totalidad que intenta explicar. Se entiende a la configuración en sus diferentes escalas de abstracción que delimitan estructuras fijas o en crisis. Un aspecto importante es que admite una relación precisa y a la vez ambigua de conceptos que terminan conformando una red. En esa red se juegan diferentes temporalidades y espacialidades vinculadas al sujeto, donde se generan etapas de interacción intersubjetiva: de construcción, ruptura, consolidación. La intención de un esquema que intente configurar un campo teórico-problemático de investigación deriva en dos vías: a) la articulación objetividad–subjetividad mediada por la incorporación de definiciones del sentido práctico en una red conceptual; b) la articulación conocimiento–sujeto, como proceso de co-investigación, que implique no sólo una descripción de relaciones, sino la propia transformación intersubjetiva en el modelo sujeto-sujeto de construcción de conocimiento-afectividad. Creemos que así como la noción de configuración pone en diferentes planos de abstracción aspectos estructurales e interacciones dotando a la teoría de movilidad, el concepto de interseccionalidad, apunta en el mismo sentido pero con intenciones de cruces más precisos para una misma trayectoria, al dar cuenta de aspectos o dimensiones imbricados en lo social y cultural (como ser el género, la clase social, la raza, etc.) que terminan concibiendo experiencias encasilladas. El peso que se asigne a cada elemento depende, lógicamente, de recortes temporales y espaciales de la vivencia, pero en su interseccionalidad terminan dando cuenta de la matriz de dominación en el cual está inserto. El hecho que se dejen de lado los diferentes cruces que se dan en la matriz, puede llevar a una lectura esencialista. Por otra parte, la mera enunciación de construcciones sociales sin una mirada que implique deconstruir dichos aspectos, lleva a un posicionamiento que totaliza las experiencias dotándolas de características invariables o, como poco, imposibles de abordar en su totalidad. El problema pasaría, entonces, por situar las experiencias volviéndolas fluctuantes en sus procesos (Collins, 2000; Gil, 2008). Ante las configuraciones y las interseccionalidades lo que tenemos es un campo de dispersión donde se intenta conectar, sin posicionar en el plano de la relevancia, las determinaciones de la estructura y las posibilidades del sujeto. Tratando al primero como límites porosos de marcos de acción, y al segundo como sentidos construidos intersubjetivamente en relaciones claras o ambiguas, disidentes o alineadas. Por ejemplo, las determinaciones del mercado de trabajo y su relación con la identidad de género de Lucía. Un vínculo que constriñe y delinea un recorrido particular con aristas en el plano biográfico, político y científico. Como aspecto biográfico, muestra y refleja de un colectivo que ante la preponderancia de su condición simbólica estigmatizada se corre a los márgenes del mundo del trabajo. Como aspecto político, el nucleamiento bajo esa misma condición simbólica. Y en plano científico, el rescate de tradiciones teóricas enmarcadas en los feminismos que operan articulando la construcción del saber con su posibilidad política. Por su misma condición estructurante, educación y trabajo formal adquieren relevancia en la biografía de Lucía. Tienen el mismo efecto que podría tener en cualquier otra biografía, sumado a los efectos simbólicos por su condición trans. Pero la configuración e interseccionalidad particular está dada porque la exclusión de esos ámbitos se vuelve impermeable al soporte que pueda brindar un círculo de relaciones que propicie otras salidas. Esto es, ante un círculo endógeno en su misma condición simbólica estigmatizada, todos los involucrados en ese círculo padecen las mismas condiciones estructurales de rechazo.

6. Condiciones de posibilidad del diálogo ¿Por qué Lucía habla conmigo? Es difícil explicarlo, son las condiciones de posibilidad del diálogo, la confianza, el tiempo. De manera contraria, la entrega de un informe, la necesidad de hacer más entrevistas, la escritura de un artículo, todo conspira contra el diálogo. La lógica [31]


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científica lo recorta sobre ejes y presupuestos: ―sólo necesito saber esto de vos‖, lo demás no importa, o sí, en caso de que contribuya a los objetivos prefijados. Una discusión que no pretendemos cerrar aquí: la producción científica atada al sistema de evaluación del campo. Volvamos sobre las condiciones de posibilidad de la conversación: apertura de supuestos y reconocimientos de diferencias. Mi presentación en conversación con Lucía fue clara: necesito hablar con chicas trans, soy de la universidad, en algún momento me gustaría investigar sobre el tema, todo en un chat de ―levante‖. El ―soy‖ sale con tanta naturalidad y es tan efectivo como capital simbólico que ni siquiera lo pienso. Funciona como en las películas, una placa policial que te permite revisar y preguntar lo que quieras. Me asusta. Lucía tarda en responder, tarda tanto que me hace pensar ―estrategias de abordaje en el campo‖ ¿cómo saludar para que se inicie una conversación? Lucía respondió por curiosidad, me cuenta tiempo después. La única respuesta de nueve intentos de inicios de conversación: el capital simbólico de la presentación se va al tacho de la basura. Una comparación forzada: si ―conocer la historia de la ciencia es reconocer la mortalidad de cualquier pretensión de verdad universal‖ (Fox-Keller, 1991: 5), conocer la historia de Lucía es dejar cualquier verdad que cargue conmigo. Necesito cruzar imaginariamente los dos caminos, con la seguridad de mi relato-historia y los retazos que Lucía me deja entrever. Dejar de lado la preocupación por la desestabilización que me pueda producir, al contrario, posibilitarla. No quiero ser objeto en el mismo instante que pretenda regular el intercambio. No quiero ser ―la máquina que clasifica, coherentiza, inscribe, juzga, descarta y excomulga‖, dirá el Colectivo Situaciones (2002: 2); el mismo desdoblamiento entre sujeto–objeto, con pretensión de asepsia objetivista, que habilita problematizaciones de un supuesto no-lugar. ¿Por qué la investigación necesita situarse? Haraway (1995), nos advierte que el no-lugar objetivista, en tanto operación ideológica, opera bajo una lógica sin tiempo y espacio, pero sobre todo sin cuerpo. Tener cuerpo (marcado, señalado, operado, disruptivo a las miradas) implica siempre algún tipo de sospecha ante cualquier planteo donde se entiende a la subjetividad. El sueño de la ciencia canónica de cómo iniciar una investigación por el sólo deseo de conocer, se ve derrumbado ante la presencia política de la experiencia hecha cuerpo que impulsa las intervenciones en el mundo académico. La situación de parcialidad, el reconocimiento del cuerpo situado en investigación, es la herramienta que termina siendo el principio de una posible objetividad: La moraleja es sencilla solamente la perspectiva parcial promete una visión objetiva. Se trata de una visión objetiva que pone en marcha, en vez de cerrar, el problema de la responsabilidad para la generatividad de todas las prácticas visuales (…) todas las narrativas culturales occidentes sobre la objetividad son alegorías de las ideologías de eso que llamamos mente y cuerpo, de la distancia y de la responsabilidad, inmersas dentro de la cuestión científica en el feminismo. La objetividad feminista trata de la localización limitada y del conocimiento situado, no de la trascendencia y el desdoblamiento del sujeto y el objeto. Caso de lograrlo, podremos responder de lo que aprendemos y de cómo miramos (Haraway, 1995: 327). Es el mismo desdoblamiento objetivista entre sujeto y objeto el que termina situando una conversación sin que podamos advertirlo: al colocar de manera asimétrica un extremo reflexivo– interpretativo. Delinea una exterioridad bajo un procedimiento, lo codifica, a modo de ficción reguladora y ―en nombre de la objetividad me fuerzo a acoplar al otro en el lenguaje al continuar dándole –o al darle– un nombre para eclipsarlo‖ (Figari, s.f: 3). La relación termina siendo de sujeto–sujeto, ―implica una doble hermenéutica por la cual explicamos y comprendemos lo que los actores sociales explican y comprenden‖ (Figari, s.f,: 4). Sobre lo anterior, el Colectivo Situaciones nos advierte en cuanto al proceso de idealización que, como mecanismo conservador de cierta pureza del cómo debe ser, traslada al sujeto una coherencia interna, o peor, sólo nos deja ver una coherencia interna del sujeto alejado de las contingencias de las situaciones. Volveremos sobre este punto al final.

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7. Problematizar con problemas ajenos Lucía trabaja para transformar su cuerpo; necesita verse de otra forma. Mi preocupación inicial sobre la incidencia de la identidad de género, las políticas de orden simbólico y su influencia en lo material, en el cuerpo, el camino de vuelta, el círculo de reconocerse único para tratar de ser un poco más como el otro. En un punto me dejo guiar por sus preocupaciones. Son suyas, ¿por qué debería cargarla de mis problemas? Intento rodearla, enredarnos, me confundo. A Lucía no le interesa por el momento tener documento; a su amiga sí porque quiere evitar burlas y miradas en cuanto trámite hace. A Lucía le interesa verse, y un poco menos, nombrarse. Dirá Haber: ―Enunciamos el problema de investigación como un problema del mundo real que nos llama, que nos necesita, cuando somos nosotros quienes en realidad lo necesitamos‖ (2011: 12). Antes: necesitaba a Lucía y a todas las Lucías de la ciudad que se le parezcan en condición y atributos. Ella es cuerpo, y representa para mí una amalgama de procesos históricos de expulsión simbólica y material. Las bases emotivas de lo abyecto, tal vez agregue Figari. 7 Repugnancia e indignación, en su inverso, empatía y dignidad, es lo que me atrae y me identifica con mi problema. Hay que ser digno/a para querer ser algo que genera repulsión. Siento en Lucía mucha valentía, y eso me atrae como imán. En esa atracción necesito reconocer, descubrir ―el lugar insoportable de la violencia epistémica‖ y dejarme ―habitar por la conversación‖ (Haber, 2011: 18). Se trata, en otros términos, de conceder en el espacio discursivo en el que intentamos problematizar, la capacidad de reconocimiento de antagonismos por parte del sujeto: no sólo el investigador problematiza. Las tensiones presentes, resueltas e irresueltas, de Lucía y de todo el colectivo Trans, son problematizaciones de lo cotidiano. Si hay problemas de investigación para reconstruir, es porque hay problemas en la ―calle‖. El punto radica, nuevamente, en la correspondencia de las preguntas. No seamos ingenuos, un problema termina siendo una pregunta, pero no cualquier pregunta es un problema. La pregunta necesita expresar un antagonismo, un terreno político de disputa en el juego de las verdades que en algún momento fueron posibles y lo volvieron tangible (Foucault, 2003), intervenciones, significados; los múltiples cortes quirúrgicos-disciplinarios que nos muestran ilusoriamente objetos flotando en el aire. Se trata también de desacralizar la investigación desde el mismo punto de partida, su pregunta, y no por representaciones románticas de cómo debe ser, sino por advertir que la ―metodología disciplinada es seguir la secuencia protocolizada de acciones para alcanzar un conocimiento, trazar el camino que se ha de seguir. Nometodología es seguir todas aquellas posibilidades que el camino olvida, que el protocolo obstruye, que el método reprime. Es conocimiento en mudanza‖ (Haber, 2011: 29). Lo que se termine sabiendo del problema tendrá un carácter situacional ajustado a una contingencia construida y delimitada en la conversación. Una experiencia, traducible −no trasladable− a otras situaciones. Un problema compartido que termina delineando un horizonte político común. Negar la posibilidad de la representación de un objeto que suponemos precedente a un saber sistematizado. El método ―no vive‖ de manera independiente al ―objeto‖ que intenta representar, es parte de él, su vía de acceso.

8. Posibles idealizaciones y emociones Decía, Lucía trabaja para transformar su cuerpo, una lógica inversa de los procesos donde se transforma el cuerpo trabajando: encorvando, intoxicando, generando amputaciones, grietas en la piel, cuerpos estéticos para un escenario X. El cuerpo Trans produce por lo menos dos efectos emocionales en el espacio público. Aquel que no sienta temor podrá vincularlo a su paisaje con un chiste, un silbido, un comentario. Aquel que sienta temor simplemente se correrá de vereda, identificará la zona: ―son las chicas de la vía, no pases muy tarde‖. Por lo demás, lo mismo de

―(…)el ser abyecto es precisamente la otredad, que se configura como un universal, un significante vacío por contraste, siempre ficcionalmente representado desde el universal hegemónico que fija el sentido dominante (…) Es por eso que lo abyecto se construye como una metáfora absolutamente polisémica, que supone bases materiales difusas y sentidos absolutamente variables y contingentes‖ (Figari, 2009: 138). 7

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siempre, los casos de violencia institucional se repiten bajo excusa de códigos contravencionales.8 Son las prótesis institucionales de prácticas cotidianas marcadas por la violencia investida de autoridad policial.9 En este punto no sería tanto la insinuación sexual lo controvertido, sino el cuerpo-soporte del juego de posturas en el espacio público. Entre las insinuaciones legitimadas por el mercado y las insinuaciones de Lucía se abre un abanico de prácticas cotidianas con las que tiene que lidiar: coercitivas, represivas, electivas. Una escala de grises con aspectos intercambiables (dinero, sexo, tiempo) y no intercambiables (drogas, información de amigas). A unas cuadras de la parada de Lucía, la Universidad Nacional del Nordeste. Los departamentos en alquiler se llenan de estudiantes, mientras corre la información entre sus amigas de algunos disponibles para trabajar y vivir. Creo entender el espacio Trans como relaciones de abyección-expulsión. Lucía y su amiga nunca estuvieron donde quisieron. Sus primeros círculos de sociabilidad se me representan como caricaturas conocidas. Ese espacio se encuentra en reconstrucción en relación al padre y la madre: figuras recurrentes y fuertes en los casos exitosos de conseguir trabajo ―por fuera‖ de la prostitución, de transformar el cuerpo con métodos más o menos seguros o bajo control de profesionales, y sobre todo no abandonar a temprana edad el hogar. De la casa a la calle, las emociones cambian; es el pasaje de la vergüenza al desprecio. La propia dinámica de la subjetividad Trans es la movilidad impulsada por el rechazo en sus variadas formas emocionales. El relato de Lucía marca que ante la vergüenza el orgullo, y ante el rechazo la esperanza. La afectividad contiene un repertorio propio de acciones que le dan sentido al ser Trans. No hay identidad posible en Lucía y su amiga por fuera de la materialidad del cuerpo transformado. En su transformación, el mundo del trabajo-prostitución se abre a elevar el estatus de ―clientes‖ que paguen más y mejor. ¿Otras opciones? Sí, a continuación una pequeña red de relaciones. Varios meses después de que A abrió su peluquería en 2013 dio trabajo a B, quién financió en el interior de la provincia la peluquería de C, que dio trabajo D. D insiste a B en pedirle a A un trabajo para E. En el medio, relaciones de reciprocidad–contraprestación–solidaridad–obligación, a modo de acuerdo familiar (Martins, 2012). Trabajar en la peluquería reafirma y feminiza la identidad Trans bajo un micro-espacio estereotipado de tips que van desde el cuidados para las uñas, consejos para relaciones exitosas, hasta opciones de colores de tintura. Por otro lado, rompe de manera abrupta el micro-espacio de la noche, se presenta como un objetivo soñado: ―dejar la noche‖, ―ni bien pueda salgo‖, ―no es para toda la vida‖, y las frases se repiten. La peluquería es el espacio soñado, brinda un sueldo a fin de mes saliendo de la noche y un campo de interacción para reafirmar una femineidad negada por otros. Por otra parte, nada nuevo en la forma de conseguir trabajo: la eficacia de las redes con especificidad en una afectividad marcada por el estigma y las emociones abyectas. Nota: Le pregunto si ya tiene documento y me contesta que no. Prometo acompañarla y me aclara que en algún momento se hará un tiempo con una amiga que también lo necesita. Presiento que no es una prioridad para ella. Todo es al revés en Lucía. Me agradece el gesto al tiempo que aproximamos nuestros mundos. Pero viéndolo ahora, la relación entre Lucía y su amiga es un lazo único, afectividades trans o inter-subjetivas. Sus propios cursos de agenciamientos, nuestros propios horizontes indeterminados: estarse siendo. Lucía imagina posibles horizontes, que no son los míos, y nunca lo serán hasta que no intentemos cruzarlos.

―El que inoportune a otras personas en lugar público o accesible al público, en forma ofensiva al pudor y al decoro personal. La sanción podrá duplicarse si el hecho fuera cometido contra o en perjuicio de ancianos, enfermos mentales, mujeres o menores de dieciséis (16) años‖. Ley 4209 - Código de Faltas de la Provincia de Chaco, Argentina. 9 Para profundizar la relación prostitución-policía en clave de espacio público, ver el trabajo de Deborah Daich y Mariana Sirimarco: ―Policías y prostitutas: el control territorial en clave de género‖ Disponible en: http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/publicar/article/view/4702 8

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La metodología disciplinada nos protege de la empatía ¿acaso quién quiere sufrir? Pero la mala noticia es que el sufrimiento es inevitable y a la alegría hay que inventarla. Lo primero está dado, lo segundo cuesta trabajo, pero termina siendo motor de cualquier aproximación. En otro sentido, el odio también genera caminos. Como está presente en las experiencias con la policía que me relata Lucía. Ella y sus amigas lidian, negocian, pierden, ganan todas las noches. La policía es constitutiva de los saberes de oficio de andar por la noche, es lo primero o segundo que Lucía aprendió en la esquina: ―¿a quién llamar si voy presa, qué comisaría es más pesada?‖ Afectividad y odio terminan siendo dos ejes movilizadores. Afectividad en su acepción positiva, pero también puedo decir que dentro de su conceptualización se incluye la antipatía-odio. ¿Los enemigos de Lucía terminan siendo mis enemigos? Creo que sí. ¿En un horizonte político no hay lugar para ellos? ¿Cómo investigar indisciplinadamente aquello que representa una afectividad negativa? Por el momento no tengo respuestas para ello; sólo escucho, sin asombro, de las prácticas policiales que tanto se parecen a las descripciones realizadas por trabajadoras sexuales del sindicato AMMAR10 en la ciudad de Villa Ángela, Chaco. Ante esos ―aprietes‖ se despliegan algunas estrategias de negociación: cambiar de esquina, andar en grupo, estar cerca de algún negocio abierto, amenazar con algún escándalo público. En todo caso, de manera básica la afectividad es experiencia cognitiva que resuena en las decisiones que tomamos sin que sea un plano más profundo de la cognición (Surrallés, 2005). Con inseguridad puedo decir que las emociones no pueden ser desterradas de la investigación. Fueron puestas bajo dispositivos de regulación, bajo presunta separación con el objeto, la asepsia científica, la universalidad de las preguntas problematizadoras y, sobre todo, la representación de la metodología como una técnica con garantía de esterilización por parte del campo científico. Ante esto debemos-podemos decir que ―sólo se puede intentar re-construir la pasión del otro, desde un compromiso apasionado con el conocimiento, que solamente podría ser alcanzado poniendo todo el propio ser ahí, poniendo el cuerpo que —aunque precaria y limitadamente— siente, vibra con el otro‖ (Bonvillani, 2014: 98). Cada tanto recuerdo un párrafo suelto de la novela El pozo, de Juan Carlos Onetti, que me llevó a leer las elaboraciones de Goffman sobre el estigma: ―No puedo acordarme de la cara; veo nada más que el hombro irritado por las barbas que se le habían estado frotando, siempre en ese hombro, nunca en el derecho, la piel colorada y la mano de dedos finos señalándola‖. Me suele pasar, suelo recordar las malas experiencias de Lucía con más detalle y frecuencia que sus experiencias de solidaridad, con su amiga, sus vecinos, conmigo. La despersonalizo en el mismo movimiento en que identifico mis (¿sus?) enemigos. Será por eso que necesito pensar el odio como motor reflexivo. Considero necesario habitar lo más oscuro de Lucía para entender cómo multiplica sus resistencias día a día. En todo caso ella, en su condición Trans, también es una militante con solo poner el cuerpo en la calle y responder un insulto al pasar. Sería, en otro plano, mi momento de conjugación entre deseo y verificación objetiva (Colectivo Situaciones, s.f). Es un detalle, una reacción. Se insulta con todos/as. Resiste insultando. También tiene a su amiga, tiene ese lazo que le permite proyectar. En ese mínimo lazo está el horizonte. La afectividad, en parte, ha sido borrada del campo metodológico, no así como campo de investigación.11 Me pregunto, ¿estaré idealizando en el mismo acto de querer hacer justicia? ¿Cómo despojarme de valores? Y si sólo tomara mi ideal como impulso, en otras palabras, como aquello que me aproxima a distinguir al tiempo que me aleja y mapea un panorama desconocido: el mundo de Lucía. Lo sé, idealizar produce una ―distancia insalvable‖ donde el deseo de ver realizado los valores oscurece todo lo demás (Colectivo Situaciones, 2002). Pero agrego, idealizar también nos puede aproximar a la búsqueda del primer contacto; predispone al diálogo y a la escucha: ¿quién no quisiera estar horas escuchando aquello que ha construido como un ícono?

Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina. Algunos de los principales estudios en torno al tema pueden leerse en: Revista Latinoamericana de Estudios sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad (http://relaces.com.ar/index.php/relaces/issue/archive) 10 11

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9. Espacios comunes, a modo de apertura ¿Cuál será el espacio de hibridación donde podamos habitar con Lucía? Siendo más modesto, puedo pensar que ese espacio ya existe, que ya otros lo construyeron y que en todo caso será cuestión de coincidir deseo y acción. Por el momento, la conversación misma es un espacio. Un lugar que desconocíamos donde converge la cotidianidad de las vivencias y también lo extraordinario de una simple anécdota. Apenas cuento para seguir los de la vida de Lucía, con algunos ítems compartidos. La investigación reporta un domicilio, una situación donde salimos del lenguaje teórico y damos lugar al lenguaje imposible: la pregunta sobre una razón epistémica más que teórica, contingente antes que universal, traducible antes que replicable. El cuerpo en una trayectoria Trans anuda preguntas sobre su transformación y reproducción material, reafirmación identitaria y como objeto de expulsión. Apenas unas cuantas preguntas que pudimos entrever con Lucía y su mundo. En varios aspectos, su camino no difiere a cualquier otra persona de su edad en un contexto de marginalidad, en una ciudad del Noroeste argentino. La potencialidad de las redes de amistades se le muestran como caminos alternativos a la noche como lugar de sociabilidad por excelencia para el colectivo Trans. Una lección de orden práctico: la investigación no se diseña, se compone. Diseño requiere precisión, composición requiere creatividad, como la política, como la forma en que un entrevistado nos cuenta sus peripecias con orgullo. Las pretensiones de precisión–cálculo y exactitud son superadas por los márgenes grises de cualquier configuración social que pensemos. Tiene una estructura interna, sí, sin que eso nos haga pensar que todos sus espacios están iluminados por conceptos y teorías. La teoría siempre corre detrás de la realidad, sucediéndose. Creo que el investigador en solitario no puede captar los movimientos de una cotidianidad que lo supera, y que está en el cruce cuerpo a cuerpo en la investigación la configuración de un problema contingente, una pregunta que es, a la vez, pregunta de conocimiento e intencionalidad política.

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Autor Joaquín Bartlett. Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional del Nordeste, Argentina. Licenciado en Relaciones Laborales, Universidad Nacional del Nordeste. Diplomatura superior en investigación social, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). E-mail: joaquinbar@gmail.com

Citado. BARTLETT, Joaquín (2017). ―Diálogos con Lucía: notas de un recorrido metodológico‖. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 1853-6190. Pp. 25-39. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/177 Plazos. Recibido: 26/06/2016. Aceptado: 05/03/2017.

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relmis.com.ar Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. ISSN 1853-6190. Pp. 40-50.

Pesquisas bibliográficas nos moldes ―estado da arte‖: produção de conhecimento científico Bibliographic research called ―state of the art‖: production of scientific knowledge

Marina Jorge da Silva e Ana Paula Serrata Malfitano Resumen Pesquisas sobre o perfil da produção de uma determinada área em um tema específico têm exigido metodologias de investigação adequadas para fazer emergir o percurso/trajetória que a temática foi abordada, bem como o mapeamento das produções acadêmico-científicas, possibilitando visualizar as lacunas de conhecimento e o que já é conhecido. Objetiva-se apresentar as etapas da pesquisa bibliográfica intencionando descrevê-las, contribuindo com pesquisas documentais. Para tanto, são descritas quatro etapas de uma pesquisa sistemática que realizou um levantamento nos moldes ―Estado da Arte‖, tendo como fonte o Banco de Teses da Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (CAPES), agência reguladora brasileira, reconhecida na pós-graduação no país. A CAPES dispõe de um banco online utilizado para mapeamento de teses e dissertações produzidas pelas áreas, em período específico de tempo. A exposição do processo visa descrever métodos de investigação. Destaca-se a importância de pesquisas nesses moldes para discutir lacunas do conhecimento que podem impulsionar a produção, organização, difusão e utilização das informações viabilizando futuras leituras analíticas de determinados campos de conhecimento. Palavras chave: Metodologia da Pesquisa; Estado da Arte; Sistematização do Conhecimento; Pesquisa Bibliográfica. Abstract Researches about the knowledge production of a specific field in a specific topic have required appropriate research methodologies to bring out the trajectory that the issue has been addressed, as well as the mapping of the academic and scientific productions, allowing view the knowledge gaps and what is already known. The objective is to present the steps and description of the bibliographical research in order to describe them, contributing with the documentary research. In order to do so, four stages of a systematic research are described in the ―State of the Art‖ model, having as a source the Thesis Bank of the Coordination of Improvement of Higher Education Personnel (CAPES), the Graduate Brazilian Agency. CAPES has an online base to map thesis and dissertations made in different fields, in a specific period of time. The paper aims to describe the process of research methods. It highlights the importance of research in this model to discuss the knowledge gaps that can improve the production, organization, dissemination and use of information, enabling future analytical readings of certain knowledge fields. Keywords: Methodological procedures; State of the Art; Systematization of knowledge; Bibliographic research.

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1. A validade do ―Estado da Arte‖ como estratégia para pesquisa Segundo Demo (2009: 55) a Universidade é um lugar privilegiado da/para a construção do conhecimento científico e a pesquisa é o instrumento principal para viabilizar esse processo, uma vez que a ―pesquisa é essencialmente o diálogo inteligente com a realidade, em termos teóricos e práticos, é saber pensar para poder melhor agir, é aprender a aprender‖. Para o autor (1992) a pesquisa não é só um princípio científico, uma construção técnica do conhecimento, ela pode também ser tomada por um princípio educativo, promotor de consciência crítica e de apreensão e reelaborarão do conhecimento. Freiberger e Berbel (2010) corroboram com essa idéia constatando que o educar pela pesquisa é uma possibilidade ao fomento da superação da reprodução de informações, favorecendo a (re)construção do conhecimento e de aprendizados, cabendo a demonstração da importância da pesquisa como instrumento nesse processo. Entende-se que o esforço por colocar a pesquisa como um princípio educativo dá-se na direção de objetivá-la a favor da transformação social, pela compreensão e o reconhecimento de demandas sociais e, também, a reflexão aprofundada sobre elas (Demo, 1992). Nesta direção, a organização do conhecimento faz-se uma etapa fundamental para que possa dar subsídios para o avanço científico da pesquisa e, desta maneira, podendo influenciar na ação social (Pizzani et al., 2012; Ollaik, Ziller, 2012). A pesquisa bibliográfica pode ser compreendida, no contexto da produção de conhecimento, como uma forma sistematizada, organizada e formatada em relação a conteúdo e metodologia. De acordo com Lima e Mioto (2007), a pesquisa bibliográfica consiste na utilização de procedimentos metodológicos ordenados, em um exercício de sucessivas apreensões da realidade, o que se associa à garantia de um movimento dialético de contínua e constante revisão do objeto de estudo, em um movimento de interlocução do pesquisador com as pesquisas estudadas. No entanto, esse movimento não deve ser confundido com baixo rigor metodológico, pois, como apontam Pizzani et al. (2012), o sucesso da pesquisa, bem como a facilitação na dinâmica da recuperação de informações, depende de se percorrer caminhos não aleatórios, com a exigência de alto grau de vigilância epistemológica nos procedimentos, passando por critérios claros e bem definidos, a fim de garantir não só a confiabilidade aos trabalhos produzidos, mas, também, a sua replicação. Para as autoras, quando uma pesquisa bibliográfica é realizada com adequação, ela constitui-se em um potente instrumento para dar visibilidade a temas pouco explorados e para postular hipóteses passíveis de constituir problemas de pesquisa para outros trabalhos. Na mesma direção, Ollaik e Ziller (2012) colocam como um atributo de pesquisas pautadas na exposição objetiva de dados, a possibilidade de repetição do experimento, sua capacidade de generalização e replicação. Nesta discussão, a pesquisa nos moldes ―Estado da Arte‖ (Ferreira, 2002; Romanowski, Ens, 2006), como método potente para análise histórica e social da produção de conhecimento acumulada em uma área, torna-se estratégia metodológica relevante. Apresenta-se com uma alternativa de abordagem quantitativa-qualitativa (mista) que, em um primeiro momento, por meio de um mapeamento, busca dar visibilidade aos dados, indicadores e tendências observáveis e, em um segundo momento, busca aprofundar a compreensão dos fenômenos em debate (Minayo, Sanches, 1993). Para Sposito (2009), tal exercício acadêmico é comparável à interrupção no percurso de uma caminhada para um momento de contemplação, em busca de reflexão sobre a trajetória percorrida e reorientação do rumo do caminhar em função da interrupção da jornada, na busca por corroborar com um processo reflexivo e crítico. Embora haja um acúmulo de estudos em diferentes áreas que lançaram mão de análises que traçaram o ―Estado da Arte‖ de determinada temática, a sistematização de suas etapas, como método de pesquisa, é pouco divulgada. Portanto, o artigo aqui apresentado, baseado em uma dissertação de mestrado que objetivou traçar o Estado da Arte sobre a produção científica sobre juventude e saúde (Silva, 2014), objetiva descrever os caminhos metodológicos percorridos na realização dessa pesquisa, [41]


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contribuindo com a geração de conhecimento acerca de um procedimento metodológico específico, realizado de forma sistemática, o qual visa fomentar diálogos e reflexões acerca dos pressupostos epistemológicos e metodológicos de um determinado campo de pesquisa. Cabe aqui dizer que o Estado da Arte traz consigo a proposição do mapeamento da produção de uma grande área, passando pela produção de informação científica e pela gestão dessas informações e, também, pelo uso social do conhecimento como ferramenta de apreensão, compreensão e intervenção junto a um dado fenômeno. A referida pesquisa inspirou-se em trabalho prévio de Marília Sposito e equipe (2009) e realizou o mapeamento da produção de conhecimento na Pós-Graduação Stricto Sensu, ou seja, Mestrado Acadêmico1 e Doutorado, tendo como fonte de dados o Banco de Teses do portal CAPES.2 A base escolhida como fonte primária para acesso aos trabalhos de finalização dos cursos de Mestrado e Doutorado justifica-se por concentrar todas as dissertações e teses de cursos reconhecidos pelo Ministério da Educação no Brasil. Nóbrega-Therrien e Therrien (2004: 8) sugerem que qualquer investigação no estado atual da ciência requer consulta a ―documentos substanciais‖ para viabilizar a delimitação e caracterização do objeto de estudo. Assim, abranger a produção discente da pós-graduação advém do pressuposto, mencionado por Ferreira (2002), de que parte significativa da produção de conhecimento no âmbito nacional, muitas vezes, decorre no interior dos programas de pós-graduação, como prérequisito para a conclusão do curso e, nem sempre, alcança ou ganha visibilidade em outros âmbitos de disseminação. Dessa maneira, evidencia-se a relevância de trabalhos de caráter cartográfico, uma vez que se propõem a apontar e articular não só a relevância intelectual, mas também prática acerca da temática, na busca por responder a questionamentos sociais reais e/ou dar visibilidade ao que se produz academicamente. Saviani (2007) denominou de ―Monografia de Base‖, a partir de uma compreensão bastante semelhante à utilizada por Sposito (2009), quando discorre sobre o conceito de ―Estado da Arte‖. O autor apresenta as ―Monografias de Base‖ como estratégias para a produção sistemática de trabalhos acadêmicos sobre temas relevantes e insuficientemente explorados, atribuindo essa tarefa como encargo dos programas de mestrado. Saviani (2007) indica, ainda, a produção de trabalhos dessa categoria como uma forma assertiva de garantir, para a maioria dos alunos ingressantes no mestrado, o envolvimento em um processo de investigação mais próximo às necessidades sociais pautadas pela realidade. Para o autor, é possível, nesse processo, dimensionar mais adequadamente o tempo de duração do mestrado e, ao pesquisador mais experiente, como o doutorando, realizar sínteses por meio das informações já devidamente organizadas, viabilizando novos trabalhos e agilizando as pesquisas em razão do tempo disponível para as mesmas. Tendo em vista este debate, apresenta-se o relato de experiência metodológica de uma pesquisa, com vistas a disseminar etapas sistematizadas para realização de levantamentos de dissertações e teses, que se baseiam em revisões sistemáticas, e a organização de sua informação por meio do Estado da Arte de determinado tema em uma área específica. 2. Conhecendo a base de buscas: O Banco de Teses da CAPES Um retrato amplo acerca da produtividade científica brasileira sugere que a produção de conhecimento vem apresentando um aumento significativo. Segundo dados do Portal da Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior (CAPES), o Brasil ocupa o 13º lugar no ranking de países de melhor colocação quanto à abundância de pesquisas científicas, apresentando crescimento exponencial de 56% entre 2007 e 2008 (Klein, 2009). Ainda, de acordo com o Portal CAPES, supõe-se que a produção nos Programas de Pós-graduação tem crescido nos últimos tempos, em virtude da expansão do Sistema Nacional de Pós-graduação (Brasil, 2016). 1As

produções dos cursos de Mestrado profissional não contemplaram os recortes propostos, nem compõem a base CAPES, fonte primária de obtenção dos dados analisados. Sobre o mestrado profissional consultar: http://www.capes.gov.br/images/stories/download/legislacao/Revogada-Portaria-Normativa-n_7-22-dejunho-2009-Mestrado-Profissional.pdf 2 Consultar: http://capesdw.capes.gov.br/capesdw/. Acesso em: março de 2016. [42]


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Concomitante a esse processo, é importante colocar que, desde 2006, a CAPES instituiu a divulgação digital das teses e dissertações através da Portaria 13/2006. Com o aumento significativo da produção, a suposta promoção da difusão informacional e uma maior disponibilidade de acesso virtual às obras de caráter científico, crescem, também, os desafios relacionados ao gerenciamento dessas informações como fenômenos sociais, assim como a preocupação em mapear a produção, inventariando-a, registrando-a e armazenando de diferentes formas as informações em circulação (Barbosa et al., 2000). Para a realização deste trabalho, lançou-se mão dos dados disponíveis no Banco de Teses do portal CAPES, fazendo o recorte para os trabalhos que, desenvolvidos em Programas de Pósgraduação stricto sensu, pertencessem a uma determinada Grande Área do conhecimento, segundo classificação da CAPES. Vale salientar que a CAPES (2012), em parceria com o Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico (CNPq), a Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado do Rio Grande do Sul (FAPERGS), a Financiadora de Estudos e Projetos (Finep), a Secretaria Especial de Desenvolvimento Industrial do Ministério do Desenvolvimento Industrial (SDI/MD), a Secretaria de Ensino Superior do Ministério da Educação (Sesu/MEC) e a Secretaria de Indústria e Comércio, Ciência e Tecnologia do Estado de São Paulo, reformulou a classificação dos cursos de pósgraduação stricto sensu por Áreas do Conhecimento, visando uma maneira prática e objetiva de agregar informações, para uso de órgãos que atuam em ciência e tecnologia no país. Assim, a classificação viabilizaria processos de sistematização da informação sobre o desenvolvimento científico e tecnológico, principalmente no que diz respeito a projetos de pesquisa e recursos humanos. Segundo a CAPES (2012), a organização desses dados em Áreas do Conhecimento apresentou uma hierarquização em quatro níveis: 

1º nível - Grande Área: aglomeração de diversas áreas do conhecimento em virtude da afinidade de seus objetos, métodos cognitivos e recursos instrumentais refletindo contextos sociopolíticos específicos.

2º nível - Área: conjunto de conhecimentos inter-relacionados, coletivamente construído, reunido segundo a natureza do objeto de investigação com finalidades de ensino, pesquisa e aplicações práticas.

3º nível - Subárea: segmentação da área do conhecimento estabelecida em função do objeto de estudo e de procedimentos metodológicos reconhecidos e amplamente utilizados.

4º nível - Especialidade: caracterização temática da atividade de pesquisa e ensino. Uma mesma especialidade pode ser enquadrada em diferentes grandes áreas, áreas e subáreas.

Atualmente a CAPES conta com nove grandes áreas, 76 áreas e 340 subáreas do conhecimento. Nosso estudo abrangeu a Grande Área das Ciências da Saúde, constituída por 11 áreas, a saber: Educação Física; Enfermagem; Farmácia; Fisioterapia e Terapia Ocupacional; Fonoaudiologia; Medicina I; Medicina II; Medicina III; Nutrição; Odontologia e Saúde Coletiva, e todas as suas subáreas presentes nos 807 programas e 5.370 cursos de pós-graduação reconhecimentos por todo Estado Federativo.

3. A trajetória 3.1. Primeira Etapa: Mapeamento das Teses e Dissertações A primeira fase compôs um levantamento dos títulos e resumos dos trabalhos científicos elaborados para conclusão dos Programas de Mestrado Acadêmico e Doutorado (Dissertações e Teses, respectivamente), na grande Área da Saúde, no período delimitado, que tivessem como fio condutor a temática em análise. Em uma primeira seleção foram utilizados, como recurso à pesquisa, descritores ligados à temática, objetivando o cumprimento de um papel de filtro para os três campos de busca presentes no Portal de Teses da CAPES: título, palavras-chave e resumos; entendendo a [43]


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necessidade de aliar os três campos como uma forma de maior aproximação dos trabalhos pertinentes ao estudo. Essa fase do trabalho foi realizada em equipe, compondo as ações do Grupo de Pesquisa no qual se insere este trabalho. Para o acesso ao Banco de Teses da CAPES, por meio do seu sítio eletrônico, os seguintes dados foram requeridos: AUTOR, ASSUNTO, INSTITUIÇÃO E NÍVEL/ANO BASE. Dessa forma, o campo de busca AUTOR foi mantido em branco, bem como a seleção automática de ―todas as palavras‖, correspondente a esse campo de busca; concomitantemente, o campo de busca ASSUNTO foi preenchido com um dos uni termos por vez e mantida a seleção automática de ―todas as palavras‖, correspondente a esse campo de busca. Verificou-se, porém, que a seleção do campo ―palavra exata‖ em nada modificava os resultados apresentados, tampouco, a presença ou ausência de acentos na grafia das palavras alterava os resultados da busca. Optou-se por não utilizar os temas centrais da pesquisa de forma conjugada no campo ASSUNTO - com o auxílio dos operadores booleanos AND, OR e NOT - pois, verificou-se que essa estratégia excluiria muitos trabalhos que, embora sendo da Grande Área de interesse da pesquisa, não traziam a palavra-título da Área (ex: ―Saúde‖) em sua composição (Título e/ou Palavras chave e/ou Resumo). Dessa forma, os resultados encontrados não seriam representativos da produção discente nos cursos de pós-graduação stricto sensu, invalidando, assim, o objetivo de compor um estudo nos moldes ―Estado da Arte‖. O campo de busca INSTITUIÇÃO foi mantido em branco, bem como a seleção automática de ―todas as palavras‖, correspondente a esse campo de busca. Já o campo de busca NÍVEL/ANO BASE foi preenchido ora pelo nível ―Mestrado‖, ora pelo ―Doutorado‖, e um mesmo ano escolhido. Cumpridos todos esses requisitos, clicava-se em ―Pesquisar‖ e, assim, a pesquisa era redimensionada a uma nova página, onde os resultados eram colocados por grupos de 10 trabalhos e os critérios da pesquisa explicitados. Dessa forma, foram localizados todos os trabalhos que faziam menção dos descritores utilizados, embora estes fossem relativos a todas as áreas e programas listados pela base CAPES, na medida em que não havia a possibilidade de filtro por área de conhecimento quando da realização da pesquisa.3 Havia, portanto, a necessidade de circunscrevê-los a uma Área específica. Assim, um a um, os trabalhos foram abertos em novas abas e, realizou-se a leitura do resumo disponibilizado pelo portal, individualmente, buscando-se localizar a subárea ou o programa a que o trabalho estava referenciado – informação encontrada logo após o nome do trabalho/da pesquisa. Para facilitar a localização, foi criado um documento com a listagem dos programas de pós-graduação da grande área em estudo, de forma a possibilitar a verificação se pertenciam (ou não), ao recorte estipulado. A conclusão dessa etapa da pesquisa levou cerca de 8 meses, devido ao volume de trabalhos encontrados e, pelo limite técnico evidenciado através do uso do Portal de Teses da CAPES, pois não havia nenhum campo de busca que possibilitasse restringir a pesquisa a uma área de conhecimento específica (a referida pesquisa levantou todas teses e dissertações entre os sete descritores escolhidos, no período de 1987 a 2010). Observou-se que alguns recursos, que não requeriam complexidade tecnológica, poderiam estar disponíveis, potencializando a ferramenta de busca disponibilizada pelo portal CAPES. Assim, os trabalhos foram selecionados manualmente, processo que trouxe um encargo dispendioso de tempo e a preocupação com possíveis falhas humanas nesse processo de seleção. Além disso, por muitas vezes, esbarrou-se na impossibilidade de acesso ao referido sítio eletrônico que se apresentava em constante manutenção, sem previsão de retorno à normalidade de funcionamento. Hoje, entretanto, a modalidade ―busca avançada‖ já está disponível, sendo possível realizar a busca por diversos campos específicos; porém, oficialmente, apenas os anos de 2011 e 2012 foram cadastrados até o momento.

3Cabe

salientar, no entanto, que a Base da CAPES passou por reformulação e, a partir de 2014, gradualmente o sistema está sendo atualizada ano a ano. [44]


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3.2. Segunda Etapa: Organização dos Dados Essa etapa da pesquisa consistiu na seleção e organização daqueles trabalhos que, compondo a Grande Área, enquadravam-se na temática proposta. As pesquisas selecionadas na fase anterior foram organizadas em pastas virtuais nomeadas por descritor. Cada pasta foi preenchida com arquivos em Microsoft Word® contendo cópias dos resumos das teses e dissertações retiradas do Banco de Teses e nomeadas por ano. Ainda, em relação ao nome de cada um dos arquivos, cada documento era nomeado evidenciando o total de resumos selecionados na primeira fase e que correspondiam àquele ano. Orientada por essa divisão, propôs-se a seleção dos trabalhos considerados pertinentes à pesquisa, através de uma nova leitura dos resumos e o reconhecimento de sua pertinência ou não frente a critérios de inclusão e exclusão previamente propostos: Critérios de inclusão Para o estabelecimento de critérios de inclusão, foram determinados pontos para averiguar a entrada ou não do trabalho para composição desse mapeamento. Foram eles (para meios de ilustração, será tomada a juventude como temática específica): I.

Os objetivos do trabalho estavam associados, diretamente, à temática posta em tela;

II.

Quando os referenciais teórico-metodológicos e/ou o(s) objeto(s) do(s) estudo(s) explicitavam preocupação com a temática,

III.

Quando a pesquisa tratava de um desdobramento específico entre a temática – Ex: um grupo específico entre a base populacional de adolescentes e/ou jovens, como os adolescentes em internação psiquiátrica;

IV.

Quando o estudo investigava um fenômeno específico atrelado à temática – Ex: O consumo de álcool reportado ao público adolescente e/ou jovem;

V.

Quando o trabalho analisava serviços e bens de consumo ou de qualquer outra espécie diretamente relacionado à temática –Ex: O estudo de um modelo de atendimento a adolescente no sistema público de saúde.

VI.

Quando a pesquisa se atinha à análise de políticas e/ou programas e/ou serviços diretamente voltados à temática – Ex: Análise de programas públicos de esporte para a infância e a juventude em uma determinada localidade.

Critérios de exclusão Da mesma forma, foram determinados alguns critérios de exclusão, sendo eles: I.

Quando os referenciais teórico-metodológicos e/ou o(s) objeto(s) do estudo não explicitavam preocupação com a temática;

II.

Quando os descritores, com propriedades polissêmicas, fossem utilizados com significados outros (semântica geral);

III.

Quando não havia menção dos descritores utilizados no título e/ou palavra-chave e/ou resumo.

Com as pesquisas encontradas nessa fase foram criados documentos que agruparam os trabalhos encontrados com os mesmos descritores, durante o mesmo ano. Um a um, os resumos pertencentes à área foram copiados e colados nesses documentos, seqüencialmente, cada texto em uma página, o que viabilizou a contagem do total de trabalhos, através da rápida visualização do canto inferior esquerdo do documento. A partir de uma nova leitura dos resumos, os trabalhos que não se enquadravam aos critérios de seleção foram excluídos, o que foi sinalizado através do destaque da fonte em vermelho, para manter um controle; cada trabalho excluído tinha explicitado o exato critério que promoveu sua exclusão. Já, os trabalhos que respondiam aos critérios, foram incluídos na pesquisa e, imediatamente, separados por Eixos Temáticos. [45]


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Os trabalhos selecionados geraram uma nova planilha, utilizando o programa Microsoft Excel®, composta pelas seguintes categorias/colunas: DESCRITOR; ANO; AUTOR; TÍTULO; NÍVEL (M/D); PROGRAMA; ORIENTADOR; UNIVERSIDADE; o documento foi preenchido com os dados obtidos nos resumos. Esse documento facilitou a organização dos dados de diferentes maneiras - através da simples alteração da seqüência dos dados por meio do uso da ferramenta ―Filtro‖, disponível nesse software - permitindo agrupar os trabalhos conforme sua distribuição em cada um dos descritores. Nessa planilha, também, o conjunto de trabalhos pertencentes a um mesmo descritor foi sinalizada em cores diferentes, viabilizando a contagem dessa distribuição. Essa organização permitiu visualizar que vários desses trabalhos se repetiam e, assim, foi necessário remover os arquivos duplicados, ou seja, os mesmos trabalhos encontrados em dois ou mais descritores distintos. Ao fim desta fase, os arquivos contendo todos os resumos de cada ano foram renomeados, destacando o número de trabalhos totais encontrados pelo uso de descritor (já filtrados pela área) e o número de trabalhos restantes após a aplicação dos critérios de seleção; dessa maneira, a contagem do número de pesquisas restantes ao fim de cada etapa foi facilitada. Por fim, as etapas acima mencionadas resultaram na sistematização expressa pelos números, ilustrados na Figura 1.

3.3 Terceira Etapa: Levantamento das Categorias de Análise Ao início dessa etapa, voltou-se à pesquisa coordenada por Sposito (2009) com o objetivo de assimilar os Eixos Temáticos propostos e os critérios utilizados para esse agrupamento. Dos 27 temas sugeridos no primeiro volume da obra, foram utilizados 16 como base para a classificação da presente pesquisa. Esse cuidado partiu do pressuposto apontado por Soares e Maciel (2000) de que a categorização dos trabalhos num estado da arte é necessária para a classificação e fácil identificação sobre como cada autor e texto vêm apreendendo o objeto/fenômeno. Além disso, pretendeu-se viabilizar diálogos entre aqueles que se interessam sobre o tema, que se trata de um exercício necessário, segundo Ollaik e Ziller (2012). O critério para seleção de categorias de análises ou Eixos Temáticos foi orientado pelo primeiro contato com os trabalhos na etapa anterior e a conseqüente apreensão dos temas que eram recorrentes na produção acadêmica. Por meio das leituras dos resumos das pesquisas, selecionadas anteriormente, buscou-se o reconhecimento do eixo temático dominante em cada trabalho. Logo, notou-se a ausência e/ou pouca recorrência de alguns temas que, por fim, não aparecem como uma categoria estanque nessa pesquisa, sendo que o trabalho foi agrupado em outro eixo que, igualmente, favorecesse a compreensão de seus objetos e objetivos, uma vez que, a superposição de temas era recorrente. Dando continuidade aos procedimentos iniciados na [46]


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primeira etapa, à tabela ―Trabalhos selecionados‖ foi acrescida uma nova coluna: Eixo Temático, e cada trabalho teve a célula destinada a essa categoria, pintada na cor correspondente ao Eixo. Em resumo, a terceira etapa consistiu na busca por entendimento das abordagens que se dão à temática principal nos trabalhos previamente selecionados, através da leitura dos resumos das teses e dissertações. Pretendeu-se, assim, favorecer uma tabulação e classificação dos dados através da proposição de conjuntos de categorias descritivas (Eixos Temáticos) e reunião de componentes similares entre as obras, tais como objetivos, problemas de pesquisa e abordagem teórica, na busca por uma orientação e/ou reorientação mais adequada da organização dos dados, julgados como de maior interesse e relevância para a presente pesquisa.

3.4. Quarta Etapa: Releitura dos resumos dos trabalhos pertinentes à pesquisa: Sistematização Analítica A quarta etapa compôs-se da releitura de todos os resumos considerados pertinentes à pesquisa. Assim, essa fase consistiu na análise dos materiais levantados, ou seja, o universo de teses e dissertações na área em questão, sobre a temática específica. Ferreira (2002), questionando a natureza dos resumos como elementos base para pesquisas, reconhece, nesse substrato, fragilidades freqüentemente provenientes da não padronização de sua construção. A autora aponta que são exigidos diferentes itens, a depender da base com a qual se dialoga (revistas científicas e/ou bases de dados virtuais, por exemplo). Há ainda, que se considerar que, dentro de uma mesma categoria, as exigências divergem e mais: mesmo em face às mesmas exigências, o preenchimento dos requisitos passa pelo arbítrio de quem o escreve e/ou preenche. Com isso, Ferreira (2002) não invalida o uso de resumos como matéria-prima às pesquisas nos moldes de ―Estado da Arte‖, embora apresente autores que argumentem a partir do entendimento que a leitura de resumos é insuficiente como recurso a estudos da magnitude de um ―Estado da Arte‖. Embora de acordo com a argumentação exposta, neste trabalho optou-se pela leitura e análise dos resumos de todos os textos levantados, visando à oferta de uma fotografia de 100% do universo inventariado frente ao seu dimensionamento, uma vez que, após as etapas anteriormente descritas, o universo de análise foi de 2.953 resumos. Optou-se, portanto, pela realização de uma primeira cartografia do campo e/ou temática de conhecimento, para, depois, nortear pesquisadores para futuras reflexões. Nesse processo alguns entraves à pesquisa puderam ser elencados, tais como a não padronização do preenchimento dos resumos que alimentavam o Banco de Teses da CAPES. Foram encontrados: resumos muito curtos, considerados insuficientes para obtenção dos dados procurados; resumos sem a explicitação do objetivo do trabalho; resumos que não continham palavras-chave. A leitura dos resumos foi norteada por um roteiro pré-estabelecido, elaborado em planilha Microsoft Excel®, e pensado a partir de categorias objetivas, tais como: TÍTULO da pesquisa; AUTOR; OBJETIVO; METODOLOGIA; ANO de produção do trabalho; UNIVERSIDADE; ÁREA de concentração; ORIENTADOR; NÍVEL (mestrado ou doutorado): EIXO TEMÁTICO; SUBSTANTIVO EMPREGADO para se referir ao público-alvo dos programas e serviços investigados; CONCEITO EMPREGADO (como o autor define ou que leitura faz do substantivo que emprega; informação indisponível/resumo incompleto); FAIXA ETÁRIA (qual é a faixa etária na qual o autor circunscreve o conceito empregado, se o faz); ORIENTAÇÃO POLÍTICO-ADMINISTRATIVA do serviço e/ou programa avaliado (Pública; Privada; Sociedade Civil; informação indisponível/resumo incompleto); VINCULAÇÃO desse trabalho a POLÍTICAS PÚBLICAS (Política Nacional da Juventude; Políticas Públicas na Área da Saúde; Políticas Públicas na Área da Educação; Políticas Públicas na área na Assistência Social; Políticas Públicas na área de Cultura; vinculação a outras Políticas Públicas; informação indisponível/resumo incompleto); OBJETIVOS DO TRABALHO analisado. Foi preenchida uma ficha de leitura para cada resumo, com o intuito de apreender as principais informações disponíveis e garantir a rápida visualização dos dados de modo a compor a

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discussão sobre os achados, explicitando o que elencamos como os principais pontos de debate, em um esforço de sistematização analítica.

4. Considerações Finais A conclusão da tarefa de organização sistematizada do material encontrado não encerra, em si, o Estado da Arte, pois, como afirmam Romanowski e Ens (2006: 39) um estado do conhecimento ―não se restringe a identificar a produção, mas analisá-la, categorizá-la e revelar os múltiplos enfoques e perspectivas‖, antes, deve também, analisar criticamente todo o material encontrado. Inventariando a produção científica de uma determinada área do conhecimento, acreditase lançar à luz a importância fundamental de pesquisas nesses moldes, no que tange a descoberta de lacunas do conhecimento, impulsionando a produção, a organização, a difusão e a utilização de informações, aprendizados e saberes. Para o levantamento sistemático específico realizado, considera-se que as informações arroladas são de grande relevância para um debate crítico acerca do que o setor saúde vem produzindo quando o tema é a juventude. Contudo, o intuito deste texto foi a exposição do processo de construção do desenho metodológico e da escolha dos procedimentos, para que seja exeqüível explorações futuras, baseadas em revisões sistemáticas,que forneçam bases para leituras analíticas de determinados campos de conhecimento. Porém, isso só se alcança frente ao rigor metodológico no processo investigativo, no que tange à credibilidade e aceitação do estudo (Vosgerau; Romanowski, 2014). Ao apresentar esse panorama metodológico objetivamos explicitar, por meio de uma experiência de pesquisa, elementos que possibilitem a operacionalização de uma pesquisa documental sistemática, tendo como fonte teses e dissertações produzidas no país. Para, além disso, esperamos sensibilizar os pesquisadores à utilização dessa ferramenta metodológica nos processos investigativos, para a organização de informações à comunidade acadêmica, contribuindo com a compreensão, reflexão e proposição de estratégias de investigação para o desenvolvimento técnico, ideológico e científico.

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Referências BARBOSA, R. R.; CENDÓN, B. V.; DA TERRA CALDEIRA, P.; BAX, M. P. (2000) ―Novo nome e novo paradigma: da biblioteconomia à ciência da informação.‖ Perspectiva em ciência da informação V. 5, n. especial, p. 81–91. Brasil (2016) ―Plano Nacional de Pós-Graduação 2005-2010‖. Brasília, DF: Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior. Disponível em: <http://www.capes.gov.br/images/stories/download/editais/PNPG_2005_2010.pdf>. Acesso em: março de 2016. DEMO, P. (2009) ―Qualidade e pesquisa na universidade.‖ Revista Brasileira de Docência, Ensino e Pesquisa em Administração Vol. 1, N° 1, p. 52-64. __________ (1992) Pesquisa: princípio científico e educativo. São Paulo: Cortez. FERREIRA, N. S. A. (2002) ―As pesquisas denominadas "estado da arte." Educação e Sociedade Vol. 23, N° 79, p. 257-272. FREIBERGER, R. M; BERBEL, N. A. N. (2010) ―A importância da pesquisa como princípio educativo na atuação pedagógica de professores de educação infantil e ensino fundamental.‖ Cadernos de Educação N° 37, p. 207-245. KLEIN, C. (2009) ―Brasil avança no ranking da produção científica mundial.‖ Valor econômico. Disponível em: <http://ld2.ldsoft.com.br/portal_webseek/detalhe_assuntos.asp?gint_assunto=1&gint_materia=1 1731&gint_pagina=8&gint_pagina_pesquisa=28>. Acesso em: março 2016. LIMA, T. C. S.; MIOTO, R. C. T. (2007) ―Procedimentos metodológicos na construção do conhecimento científico: a pesquisa bibliográfica.‖ Revista Katalysis Vol. 10, n. especial, p. 37-45. MINAYO, M. C. S.; SANCHES, O. (1993) ―Quantitativo-Qualitativo: complementaridade?.‖ Caderno de Saúde Pública Vol. 9, N° 3, p. 239-262.

oposição

ou

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SILVA, Marina Jorge (2014) O estado da arte sobre juventude na pós-graduação brasileira stricto sensu: pesquisas na área das ciências da saúde (1987-2010). Dissertação (Mestrado em Terapia Ocupacional), Universidade Federal de São Carlos, São Carlos – SP. SOARES, M. B.; MACIEL, F. P. (2000). Alfabetização. Brasília: MEC; Inep; Comped. (Estado do Conhecimento, n. 1). SPOSITO, Marília P. (2009) Estado da Arte sobre juventude na pós-graduação brasileira: educação, ciências sociais e serviço social (1999-2006). Belo Horizonte: Argvmentvm. VOSGERAU, D. S. A. R.; ROMANOWSKI, J. P. (2014) ―Estudos de revisão: implicações conceituais e metodológicas.‖ Revista Diálogo Educacional Vol. 14, N° 41, p. 165-189.

Autoras. Marina Jorge da Silva. Universidade Federal de São Carlos, Brasil. Mestre em Terapia Ocupacional. Professora do Departamento de Terapia Ocupacional da Universidade Federal de São Carlos. E-mail: mahjorge@gmail.com Ana Paula Serrata Malfitano. Universidade Federal de São Carlos, Brasil. Doutora em Saúde Pública, Professora Associada do Programa de Pós-graduação em Terapia Ocupacional e do Departamento de Terapia Ocupacional da Universidade Federal de São Carlos. E-mail: anamalfitano@ufscar.br

Citado. DA SILVA, Marina Jorge e SERRATA MALFITANO, Ana Paula (2017). ―Pesquisas bibliográficas nos moldes ―estado da arte‖: produção de conhecimento científico‖. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017- Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 1853-6190. Pp. 40-50. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/180

Plazos. Recibido: 06/10/2016. Aceptado: 18/10/2016.

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relmis.com.ar Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. ISSN 1853-6190. Pp. 51-64.

Formación en Trabajo Social: articulaciones entre investigación e intervención y estrategias de enseñanza aprendizaje Training in Social Work: articulations between research and intervention and strategies of teaching learning

Camila Véliz Bustamante y Carlos Andrade Guzmán Resumen Reconociendo la relevancia de formar en investigación a futuros/as trabajadores/as sociales, este trabajo se pregunta, desde el caso de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado (Chile), cuáles son los puntos de articulación entre investigación e intervención, así como cuáles son las estrategias de enseñanza– aprendizaje desarrolladas para facilitar el acercamiento de futuras/os profesionales a una investigación que los reconozca. Metodológicamente, se apoya en la investigación documental, revisando, entre otros, tesis y programas de cursos. En relación a los resultados se destaca que una articulación posible es a nivel ético/político y en uno epistemológico, segundo, que las estrategias de enseñanza aprendizaje se basan en la promoción de la reflexión crítica sobre los fenómenos sociales. Concluye, entre otros, el que no se debe enseñar una ―única‖ forma de investigar sino que, más bien, conociendo la variedad de herramientas posibles, comprenderlas al servicio de un abordaje situado de los fenómenos sociales para, desde ahí, desarrollar procesos que articulando investigación e intervención, dialoguen con los contextos a intervenir. Palabras clave: Formación en investigación; investigación e intervención; Contenidos y prácticas de enseñanza-aprendizaje; Oficio investigativo; Trabajo Social. Abstract Recognizing the importance of training in research to future social workers, this work search to answer, based on the case of the career of Social Work from Alberto Hurtado University (Chile), what are the points of articulation between research and intervention, and what are the teaching-learning strategies developed to facilitate the approach of future social workers to a research that recognize them. Methodologically, uses the documentary research, reviewing, among others, theses and coursework programs. Some results show that this articulation is given in an ethical / political level and an epistemological one, secondly, that teaching learning strategies are based on the promotion of critical reflection on social phenomena. It concludes, among others, that it should not be taught an "unique" way to investigate but, rather, knowing the variety of possible tools, understand them to the service of a situated approximation of social phenomena for, from there, to develop processes that articulating research and intervention, can to dialogue with the contexts to intervene. Keywords: Research training; Research and intervention; Teaching-learning contents and practices; Research practice; Social work. [51]


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1. Introducción La Carrera de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado de Chile, configura un proyecto académico de pregrado con 13 años de historia que, en conjunto con programas de educación continua en la figura de tres diplomados, uno de ellos en metodologías de la investigación y la intervención social; un magíster en intervención social interdisciplinar y, recientemente, con el lanzamiento del primer doctorado en Trabajo Social de Chile, conforman un Departamento de formación y generación de conocimiento disciplinar que ha buscado contribuir a la reflexión en torno a lo social desde sus diversos niveles de enseñanza. En este contexto, dialogando con esta propuesta departamental, la Carrera de Trabajo Social ha considerado fundamental para la formación de las y los estudiantes el desarrollo de investigaciones sociales en sus diversos años de enseñanza, como un criterio de innovación. Ello, en la búsqueda de formar cientistas sociales preparados para la generación de conocimientos y para el establecimiento de diálogos interdisciplinares, en diferentes ámbitos de actuación del trabajo social, como son, entre otros, el desarrollo de intervenciones y el involucramiento en procesos de políticas públicas. Lo anterior, de manera de dialogar con una propuesta académica que comprende la disciplina desde el Trabajo Social Contemporáneo, marco en el cual no se escinde la relación entre teoría y práctica, sino que, en otros términos, se postula que las acciones de generación de conocimiento con el ejercicio de la intervención directa están en permanente interacción. Desde este marco, cabe relevar que actualmente el plan de estudios de la Carrera de Trabajo Social,1 contempla ocho cursos en la línea de investigación. A saber: ―Lógicas de investigación e intervención social‖, ―Metodologías de la investigación cuantitativa‖, ―Estadísticas‖, ―Análisis de datos cuantitativos‖, ―Metodologías de investigación cualitativa‖, ―Análisis de datos cualitativos‖ y, finalmente, ―Seminario de título I‖ y ―Seminario de título II‖, los cuales son comprendidos como ocho soportes para que las y los estudiantes, primero, adquieran herramientas para preguntarse sobre la realidad social; segundo, puedan desarrollar proyectos investigativos y, tercero, tengan un acercamiento al ejercicio de indagación desde una perspectiva disciplinar. Ello, en el entendido de que los demás cursos del programa de formación pueden promover igualmente la realización de procesos de enseñanza-aprendizaje en torno a la investigación con énfasis en sus focos de especialización disciplinar o temático. En este contexto, específicamente, en relación a los procesos de mejora constante de la Carrera de Trabajo Social en términos formativos, cabe relevar que esta se ha sometido en dos ocasiones a procesos de acreditación según los estándares nacionales, los cuales incorporan instancias de auto avaluación institucional en torno a la propuesta formativa, así como evaluación de actores externos. En este escenario, según la información recogida del proceso de acreditación, específicamente de los centros de prácticas de los estudiantes, se ha reconocido como un elemento distintivo del perfil de egreso del o la trabajadora social de la Universidad Alberto Hurtado, el dominio de herramientas investigativas para la observación de fenómenos sociales, así como también el que las y los estudiantes de pregrado y titulados, participan de manera activa en proyectos de investigación. Ante lo cual se reconoce el que las y los profesionales de trabajo social que egresan de la Universidad, se posicionan como actores altamente capacitados no solo para el desarrollo de intervenciones sociales, sino que también para llevar adelante procesos de investigación de calidad, que se relacionen recursivamente con los procesos de intervención desarrollados en las instituciones.

Es posible consultar el plan de estudio y malla curricular, historia de la carrera y detalles del proyecto formativo en www.trabajosocial.uahurtado.cl y http://www.uahurtado.cl/pdf//Malla_Trabajo_Social.pdf (último acceso: 09 de septiembre de 2016). 1

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Así, los elementos expuestos configuran el escenario dentro del cual se sitúa el presente trabajo, reconociendo el proceso vivido por la carrera en sus trece años de existencia y particularmente desde la formación de sus estudiantes en materia investigativa. En este marco, busca desde la reflexión en torno al trabajo realizado por parte del equipo de docentes de los cursos de la línea de investigación social, responder a las siguientes preguntas: en primer lugar, ¿cuáles son los puntos de articulación entre investigación e intervención relevados desde la experiencia de formación en la línea investigativa?, con énfasis en los procesos de elaboración de tesis para obtener el grado profesional en Trabajo Social. En segundo término, busca responder ¿cuáles son las estrategias de enseñanza–aprendizaje? que se promueven desde el equipo docente para facilitar el acercamiento de las y los estudiantes con los procesos investigativos que se vinculan a la reflexión desde el Trabajo Social. Ello, con énfasis en la revisión de contenidos y prácticas desarrolladas en los cursos de la línea de investigación durante los cinco años de la carrera. Cabe relevar que el por qué el Trabajo Social requiere investigar no es el foco de atención de este trabajo. En este sentido, el énfasis está puesto más bien en las implicancias respecto al cómo, para quién y desde qué marcos teóricos e interpretativos, investigan las y los trabajadores sociales (Grassi, 2011, Rubilar, 2009, Aquín, 2006), en este caso, futuros profesionales de lo social. Ello, desde el reconocimiento de los puntos de encuentro que se generan entre investigación e intervención y las estrategias para facilitar procesos de formación de trabajadoras y trabajadores sociales que investigan e intervienen. Considerando los elementos expuestos, el presente trabajo se estructura en las siguientes secciones: la primera, constituida por esta introducción; una segunda, en la cual se presentan algunas reflexiones teórico conceptuales en relación a la relevancia de la articulación entre investigación e intervención, desde sus implicancias para la formación de futuros y futuras trabajadoras sociales; la tercera, en la que se expone el marco metodológico del presente trabajo; la cuarta, en la cual se presentan los principales resultados en torno a la reflexión sobre la formación en investigación, primeramente, desde los puntos de encuentro entre investigación e intervención y, segundo, respecto a las estrategias de enseñanza aprendizaje utilizadas en los cursos para, finalmente, en un quinto apartado exponer las conclusiones de este trabajo.

2. Algunas reflexiones conceptuales en torno a la relevancia de la articulación entre Investigación e Intervención, desde sus implicancias para la formación de trabajadoras y trabajadores sociales El trabajo social como profesión que interviene en lo social, reconoce en su historia los énfasis que han guiado su quehacer teniendo como horizonte de transformación la posibilidad de incidir sobre las desigualdades e injusticias sociales que podrían comprenderse como consecuencia de nuestras sociedades (Carballeda, 2002). En este contexto, la pregunta por su objeto o campo de estudio ha sido una inquietud permanente que en ocasiones ha sesgado en términos de no reconocer en las prácticas profesionales escenarios diversos para la actuación profesional (Grassi, 2011, Acevedo, 2006). Lo anterior, ligado, entre otros elementos, por una tradicional asociación del ejercicio investigativo a ciertas disciplinas de lo social, como la sociología o la antropología, tendiendo a relacionarse el ejercicio profesional de las y los trabajadores sociales más bien con la intervención directa en materia de provisión de bienestar social. En este contexto, si bien la imagen pública de las y los trabajadores sociales ha estado asociada a la acción social directa con ciertos grupos o sujetos de la sociedad, es importante señalar que como disciplina ha existido, desde sus inicios, la preocupación de generar conocimiento a través de investigaciones empíricas que den cuenta de los procesos de intervención que desarrollan las y los profesionales (Aylwin, Forttes y Matus, 2004). En este sentido, particularmente en América del Sur, las y los profesionales del Trabajo Social, desde el mundo académico y desde las organizaciones profesionales, han hecho explicito el que es posible [53]


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generar conocimiento científico a partir de los diversos campos de acción del trabajo social (Parola, 1997). En esta línea es posible identificar algunos ámbitos de interés para la realización de investigaciones en la disciplina (Aquín, 2006) tales como las propias estrategias de intervención (pregunta por la propia práctica profesional), los fenómenos sociales en los que se interviene y en torno al desarrollo de políticas públicas, en sus diferentes ámbitos: puesta en agenda, diseño, implementación y evaluación. En este sentido, Burgos (2011) reconoce que la investigación para el trabajo social, implica retos en ámbitos tanto de formación como desde sus propias posibilidades de entenderla como herramienta de ejercicio profesional. En palabras de la autora, ―la investigación como uno de los desafíos en la enseñanza de grado y la necesidad de asumir la misma como competencia para el servicio profesional y área de conocimiento‖ (Burgos, 2011: 23), sería fundamental. En diálogo con estas reflexiones, la carrera de trabajo social de la Universidad Alberto Hurtado ha buscado avanzar en esta línea, comprendiendo a la investigación, en relación con la intervención, como una forma de aproximarse a la observancia de los fenómenos sociales desde movimientos continuos y articulados que tienen por objetivo último la transformación social. Asimismo vale decir que desde una perspectiva contemporánea de la disciplina se reconocen las diferencias entre la intervención y la investigación social. En esta línea, si bien ambas se reconocen como elementos constitutivos del ejercicio profesional, es relevante poder diferenciarlas en relación a sus lógicas y objetivos. En este escenario, Acevedo (2006) señala que: (…) la investigación pretende conocer, describir, explicar, comprender. En tanto que los procesos interventivos tienen como norte la modificación, restitución o consolidación de procesos o hechos. No estamos afirmando que la investigación no tenga propósitos a largo plazo que supongan mejorar o modificar situaciones. Más bien se trata de no confundir los objetivos y alcances de las prácticas de investigación e intervención (Acevedo, 2006: 27). Lo anterior se vuelve relevante para comprender las relaciones posibles entre la investigación y la intervención social, en tanto una articulación de carácter dialéctica, móvil y flexible. En este sentido, la articulación entre la investigación y la intervención, permitiría pensar la investigación como soporte de compresión y análisis. Ello, desde una aproximación analítica hacia los fenómenos sociales que se intervienen. En este sentido, no obligando a que la investigación y la intervención sean cuestiones simultáneas, sino entendiéndolas como herramientas y soportes mínimos para la compresión de la realidad social. Asimismo, pensar la relación entre la investigación y la intervención como una articulación de tipo dialéctica permitiría retomar las discusiones sobre la posibilidad de que la disciplina en sí misma se configure como un objeto de estudio, en el entendido de que la posibilidad de remirar las propias prácticas profesionales también puede dar pie a ejercicios analíticos desde una perspectiva de reflexividad (Canales, 2006). A partir de este contexto, los proyectos de formación universitaria en trabajo social se verían obligados a definir de qué manera incorporan las discusiones sobre diseño y construcción de investigaciones sociales en el contexto de la formación profesional, resguardando los límites posibles de la formación de los estudios de pregrado. Es en el marco de un reconocimiento de estos elementos, que se inscribe la propuesta de formación de la carrera de trabajo social de la Universidad Alberto Hurtado, la cual comprendiendo tanto las necesidades de generación de conocimiento disciplinar, así como las posibilidades de aporte que supone el trabajo social en el pensar y repensar los diversos fenómenos relacionados con lo social, entiende a las y los trabajadores sociales a los que forma, desde un perfil de egreso profesional como actores que teniendo un fuerte pilar formativo en la intervención directa y el análisis interdisciplinar, incorpora, además, herramientas que le posibilitan generar nuevos conocimientos en las materias en las que se desenvuelve.2 Véase: perfil de egreso de la/el trabajador social en http://trabajosocial.uahurtado.cl/perfil-profesional/ (último acceso: 09 de septiembre de 2016). 2

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Lo anterior, a través de un plan formativo que incorpora ocho asignaturas orientadas directamente a la formación en investigación, considerando desde las propias lógicas de vinculación entre investigación e intervención (curso de ―Lógicas de Investigación e Intervención Social‖), hasta las líneas específicas en materia cualitativa (―Metodología de la Investigación Cualitativa‖ y ―Análisis de Datos Cualitativos‖) y cuantitativa (―Metodología de la Investigación Cuantitativa‖, ―Estadística‖ y ―Análisis de Datos Cuantitativos‖) y dos asignaturas especializadas en el proceso de elaboración de investigación situada institucionalmente en el contexto de práctica profesional, orientada a la construcción de una tesis de grado para obtener el título de Trabajador Social (Cursos: ―Seminario de Título I‖ y ―Seminario de Título II‖). Cabe relevar que los dos últimos cursos mencionados para la construcción de la tesis de grado, funcionan en articulación (metodológica y operativa) con la asignatura final anual de elaboración de estrategias de intervención (Curso de ―Taller de intervención social III‖). Con ello, se busca acompañar el proceso de las y los estudiantes desde el momento que se insertan en sus centros de práctica y así facilitar la entrega de herramientas para que puedan construir y delimitar un fenómeno social que pueda ser intervenido e investigado, y así generar dos productos académicos que son el plan de intervención y la tesis de grado en el marco de hitos finales y de titulación y obtención de grado. Desde este modelo de formación se busca desde primer a quinto año tanto entregar las herramientas conceptuales y metodológicas para el oficio investigativo, como acompañar y asistir los procesos de investigación, promoviendo el desarrollo de la actitud y las competencias investigativas para la generación de conocimiento en las diversas áreas de desarrollo profesional. Para ello, comprendiendo en todo momento que los fenómenos y las problemáticas sociales suponen escenarios complejos y dinámicos que requieren que el encuentro entre la investigación y la intervención social sea comprendido como un movimiento continuo y articulado para la transformación, en tanto dialéctica que se encontraría presente en un ejercicio profesional que promueve transformar los espacios en los cuales se inserta. En este sentido, para la investigación la intervención se convierte en el espacio de aquella intelectualidad en donde los discursos dichos se reconocen como las compresiones propias de cada una de las y los profesionales sobre la intervención: desde su práctica, su interpretación, su entendimiento de lo que hace y desde su subjetividad (Véliz, 2014), así como también la investigación se convertiría en la dimensión que acompañaría permanentemente el quehacer interventivo, en tanto representaría un movimiento continuo, recursivo y articulado en pos de la modificación de lo social, haciendo relevante la necesidad de reconocer los posibles puntos de encuentro entre estos dos procesos, así como las estrategias de enseñanza-aprendizaje en investigación a futuras trabajadoras y trabajadores sociales, desde su comprensión como soportes para promover procesos de transformación social.

3. Aspectos metodológicos de la elaboración del trabajo Este trabajo se basa en la experiencia del caso de la Carrera de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado de Chile buscando responder, desde un marco de reflexión en torno a los desafíos para la formación de futuros trabajadores y trabajadoras sociales, a cuáles son los puntos de encuentro o articulación entre investigación e intervención y a cuáles son las estrategias de enseñanza–aprendizaje que se desarrollan en torno a la formación, de manera de facilitar el acercamiento de las y los estudiantes con los procesos investigativos que se vinculan a la generación y recuperación de conocimiento desde la disciplina del trabajo social. En este sentido, se basa en la experiencia de la carrera en tanto desde ella se reconocen elementos particulares en la forma de impulsar procesos de enseñanza en investigación a futuras trabajadoras y trabajadores sociales como, por ejemplo, el que la carrera cuenta con ocho cursos de formación específica investigativa desde primer a quinto año; el que, desde una mirada general, en los diversos cursos se promueve en mayor o menor medida el desarrollo de investigaciones que reflexionen sobre fenómenos sociales vinculados a la intervención, con particular énfasis en los cursos de la línea investigativa y el que, en la batería de cursos de esta línea y con especial énfasis

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en el proceso de titulación, se promueve el desarrollo de investigaciones que desde una mirada disciplinar, articulen procesos de investigación e intervención. En este contexto, para responder a estas preguntas, este trabajo se ha sostenido metodológicamente desde la estrategia de investigación documental. Ello, de manera de poder identificar tanto los puntos de encuentro entre investigación e intervención, así como las principales estrategias de enseñanza- aprendizaje. En esta línea, este trabajo ha revisado diversos tipos de documentación institucional de la carrera de trabajo social, orientándose por criterios específicos para su elección. Estos se exponen en el siguiente cuadro:

El análisis de cada uno de estos documentos, se apoyó en la técnica de análisis de contenido categorial, la cual se orientó en torno a las siguientes variables y focos de interés, en el marco de las preguntas estructurantes de este trabajo:

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4. Análisis de resultados Puntos de encuentro entre la investigación y la intervención Ha sido posible identificar, al revisar diferentes documentos institucionales de la carrera de Trabajo Social, diversos puntos de articulación entre investigación e intervención. Estos puntos de encuentro en ningún momento suponen espacios excluyentes, ni contar con un orden de jerarquía determinado. Asimismo, tampoco se reconocen como los únicos posibles, sino que más bien, en tanto proceso de articulación en constante movimiento, representan manifestaciones que pueden darse complementariamente en relación a la articulación entre la esfera interventiva con la investigativa y posibles de ser complementados con nuevas expresiones relevadas desde el ejercicio profesional. Así, es posible identificar un primer ámbito de articulación entre investigación e intervención, el cual se relaciona con la construcción de fenómenos observacionales. En este contexto, al revisar las diversas investigaciones de grado es posible identificar que los y las estudiantes generan propuestas a partir de un mismo fenómeno social que se interviene y se investiga. Dado que ambos procesos tienen lógicas diferentes cada uno proporciona nuevos antecedentes para la compresión del fenómeno social construido. A modo de ejemplo es posible mencionar una diversidad de temáticas tales como: infancias, pueblos originarios, problemáticas vinculadas con el trato entregado a personas mayores o prácticas deportivas y el rol del trabajo social, por señalar algunas. Desde este marco, se releva que, por un lado, los intereses temáticos de futuras y futuros trabajadores sociales son tan diversos, como diversos son los fenómenos sociales de intervención y que esta diversidad configura un marco que articula la práctica investigativa con la interventiva, enfatizando en la reconstrucción de fenómenos y problemas de observación situados que vinculan la propia perspectiva disciplinar, promoviendo reflexiones sobre el rol del trabajo social, desde una perspectiva socio histórica, temática, institucional y territorial. A su vez, es posible identificar articulaciones de orden ético/político, los cuales dialogan con promover, desde una perspectiva transformativa propia del hacer disciplinar, procesos de incidencia/sensibilización ética y política basados en la evidencia generada desde la vinculación entre investigación e intervención. Por su parte, desde la revisión de procesos de investigación de grado, ha sido posible identificar vinculaciones epistemológicas. Estas se configuran desde las diversas corrientes filosóficas y cosmovisiones desde las cuales se produce el acercamiento y comprensión a los fenómenos de investigación/intervención, así como desde las diversas maneras de abordarlos, interpretar la información producida en la dialéctica investigación/intervención, así como desde las conclusiones que se generan en torno a los procesos llevados adelante, y las posibilidades de dinamizar futuras transformaciones en torno a los mismos. En diálogo con lo anterior, es posible identificar igualmente articulaciones de orden teórico y referencial. Desde esta dimensión de vinculación, se reconoce que este tipo de articulación se expresa en el acercamiento a fenómenos de investigación e intervención desde construcciones teóricas y conceptuales dialogantes con un momento temporal determinado. En este sentido, reconociéndose la recuperación de autores clásicos en la construcción de investigaciones e intervenciones, también se encuentran propuestas que podrían ser, eventualmente, asociadas con acercamientos contemporáneos o innovadoras de intervenir o investigar lo social. Por su parte, igualmente, en este ámbito, se reconoce una aproximación teórica y referencial configurada desde la construcción de perspectivas referenciales llevadas adelante con base en miradas interdisciplinares que pueden integrar las contribuciones disciplinares propias del trabajo social, así como también los aportes de otras disciplinas y que colaboran igualmente en la reflexión interventiva e investigativa, como pueden ser aquellas provenientes de la educación, la sociología, la psicología social o comunitaria o la antropología, por señalar algunas. Finalmente, en este nivel de articulación, se reconocen puntos de encuentro desde la contribución y actualización a los marcos teóricos y referenciales tradicionalmente utilizados en el [57]


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hacer disciplinar, pero a su vez, desde un cuestionamiento crítico respecto a sus alcances y posibilidades para pensar y abordar lo social. Por su parte, se advierte desde la revisión de los trabajos de grado, una dimensión de articulación, que toma la forma de vinculaciones metodológicas. En esta línea, esta se expresa desde la generación de información tanto para el proceso interventivo, como para el de orden investigativo, por ejemplo, desde la aplicación de instrumentos enmarcados en uno u otro proceso. En último término, es posible identificar articulaciones práctico/operativas. Estas toman lugar desde la aportación a la reflexión sobre procesos de intervención, contribuyendo con la generación de nuevos lineamientos de intervención, así como también desde la elaboración de propuestas concretas de dispositivos programáticos desde niveles tanto teóricos como metodológicos. Los diferentes puntos de articulación revisados, se exponen de forma sintética en el siguiente cuadro:

Prácticas de enseñanza–aprendizaje para la formación en investigación Las estrategias para la formación en investigación a futuros trabajadores y trabajadoras sociales, desde un marco de vinculación entre investigación e intervención se inscriben, en primer lugar, en torno a un reconocimiento de los lugares desde los cuales se comprende la práctica del oficio investigativo y, en segundo término, desde la configuración de baterías operativas para el desarrollo de investigaciones con enfoque disciplinar. Para ello, desde primer a quinto año de la carrera de Trabajo Social, primeramente a nivel de contenidos, se entregan las herramientas para el reconocimiento de las diversas posturas paradigmáticas desde las cuales puede situarse quien investiga, recorriendo las principales escuelas de pensamiento asociadas, así como las especificidades en la construcción de objetos y/o fenómenos de estudio, desde sus implicancias para la reflexión investigativa desde el trabajo social.

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En este contexto, se revisan las propuestas tanto del paradigma crítico, las escuelas del positivismo y el post positivismo, así como también la propuesta de corte interpretativo. Ello, desde las implicancias que suponen tanto para el tránsito desde ideas a propuestas de problemas de investigación, así como desde las posibles elecciones teóricas a tomar en el marco de cada una, la configuración de diseños metodológicos específicos (cualitativos, cuantitativos y/o mixtos), así como también, las implicancias que suponen tanto para el análisis de resultados, como para la construcción conclusiva, desde una reflexión disciplinar asociada, principal, aunque no privativamente, con la posibilidad de pensar y re pensar procesos y diseños para intervenir en lo social. Asimismo, se releva la importancia del rol de quien investiga, particularmente, desde las implicancias de hacer investigación en trabajo social, a la hora de reflexionar sobre procesos que implican a personas, enfatizando en el ejercicio ético de quien desarrolla investigación, y los diversos instrumentos asociados a la hora de resguardar principios y prácticas desde un marco ético, por ejemplo, desde el papel que cumple el desarrollo de asentimientos o consentimientos informados, así como las estrategias de acceso a información secundaria como bases de datos cuantitativos o información institucional vinculada a procesos interventivos, por señalar algunas. En segundo término, a nivel específico de prácticas de enseñanza–aprendizaje, desde el trabajo en aula se promueve la reflexión crítica en relación a los fenómenos sociales en los cuales se promoverán dinámicas transformativas, desde el desarrollo de propuestas interventivas, sean estas, a nivel de configuración de dispositivos programáticos, como también desde la reflexión en torno a lineamientos orientadores para insumar futuras propuestas de intervención. Para lo anterior, se promueve la construcción colectiva entre futuras y futuros trabajadores sociales y equipos docentes, de fenómenos de investigación e intervención, desde un reconocimiento de la postura epistemológica, ontológica y axiológica desde la cual se sitúa quien asume el rol de investigador o investigadora, en este caso, desde el escenario formativo, estudiantes de trabajo social. En este contexto, se promueve en el espacio docente la reflexión crítica recursiva en torno a las cosmovisiones desde las cuales se abordan los fenómenos de estudio, sean desde mirada interpretativas, post positivistas y/o críticas, así como también el debate y constante cuestionamiento respecto a las razones que fundamentan la intención del estudiante de optar por situarse desde uno u otro lugar. Dialogando con lo anterior, se releva desde los espacios de enseñanza–aprendizaje en los diversos cursos investigativos de la carrera, la importancia de construir objetivos de investigación que, dialogando con los propios intereses de las y los estudiantes, presenten un correlato con preguntas de indagación generadas en marcos de reflexión crítica, particularmente desde sus implicancias para los procesos de intervención disciplinar. Asimismo, se intenciona desde el trabajo con estudiantes resignificar las instancias de aprendizaje, en tanto posibilidades concretas de acercarse tanto a diseños como a implementaciones de procesos investigativos así como también, en un marco de articulación entre investigación e intervención, de posibilitar la construcción de propuestas interventivas –a nivel de lineamientos o de diseños programáticos- fundadas en el conocimiento generado desde procesos investigativos. Cabe relevar que los elementos expuestos son desarrollados en los cursos de la línea investigativa en sus diversos enfoques, tanto cualitativos, como cuantitativos y/o mixtos, a través de un abordaje metodológico por la vía de dos componentes formativos: por un lado, desde la bajada de contenidos por parte de las y los docentes, revisados críticamente con las y los estudiantes en términos de sus alcances y posibilidades para la reflexión y generación de conocimiento disciplinar y, por otro, desde la realización de instancias de taller en los cuales se enfatiza en la problematización para la construcción de objetos de investigación y en la construcción y análisis de datos. En el marco de lo anterior, la formación de las y los estudiantes se apoya en el trabajo con softwares investigativos cuantitativos y cualitativos que faciliten el análisis de los datos producidos

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en los estudios disciplinares desarrollados por las y los futuros trabajadores sociales. Para ello, se desarrollan clases de contenido y talleres de aplicación con base en la revisión de estudios de casos pedagógicos y/o reales vinculados a los diversos enfoques. Por su parte, en los diversos cursos de la línea investigativa se resguarda la generación de espacios concretos para el desarrollo de investigaciones sociales situadas socio histórica, temática, institucional y territorialmente.3 En este sentido, promoviendo el desarrollo de estudios que posibiliten aplicar los contenidos y herramientas trabajadas en clases en las diversas temáticas de interés que poseen las y los estudiantes. Cabe señalar que, particularmente relevante, se vuelve la variante institucional a la hora de trabajar con centros de práctica en los cuales se insertan las y los estudiantes y en los cuales se desarrollan procesos investigativos vinculados a los procesos de intervención desarrollados por las instituciones y que, en quinto año, previo a la obtención de grado y título, brindan el espacio para construir fenómenos investigativos que articuladamente, posibiliten desarrollar una propuesta final de intervención desde la experiencia de práctica y, por otro, posibiliten elaborar una investigación para optar al grado de licenciado en trabajo social y al título profesional de trabajador social. Para ello, se promueve la generación de instancias de acompañamiento de los procesos investigativos, tanto desde encuentros tutoriales individuales entre estudiantes y equipos docentes que posibiliten resolver consultas y generar espacios de retroalimentación en torno a los procesos, como desde instancias grupales que desde la interacción con otros estudiantes y, eventualmente, otros profesores y profesoras y expertas y expertos temáticos y/o metodológicos, propendan a identificar tanto nodos críticos comunes, como también supongan espacios de retroalimentación y transferencia de estrategias de resolución ante eventuales dificultades generadas en los procesos de producción investigativa. Los diversos elementos revisados se presentan de manera sintética en el siguiente cuadro:

Con énfasis en la línea formativa de investigación, si bien en los diversos cursos de la carrera se promueven instancias de generación de investigaciones, por ejemplo, analizando procesos de intervención de entidades, entre otros. 3

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5. Conclusiones y desafíos en torno a la formación Al reconocer la importancia de la investigación para la disciplina del trabajo social a propósito de su validación al interior de las Ciencias Sociales, la necesidad de que la propia práctica profesional sea objeto de estudio y por el requerimiento de articular la intervención con la investigación como dos lógicas constituyentes de la disciplina que se relacionan dialécticamente, surge el interés por aproximar respuestas a cuáles son los puntos de articulación entre investigación e intervención relevados desde experiencias de formación y a cuáles son las estrategias de enseñanza–aprendizaje que en esta materia se desarrollan, preguntas que han orientado este trabajo y que han buscado aproximar elementos de respuestas a estas interrogantes, a través de la observación de la experiencia de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado. Reconocer estos puntos de encuentro, así como las prácticas de enseñanza, desafía al Trabajo Social, y a quiénes se encuentran dedicados a labor de la formación de trabajadores y trabajadoras sociales, a la búsqueda y desarrollo de estrategias diversas y flexibles de enseñanza aprendizaje que permitan la compresión de fenómenos sociales, desde su complejidad y contexto, posibilitando el futuro diseño e implementación de estrategias de intervención pertinentes para abordar aquello que es necesario modificar, cambiar y transformar. En este sentido, se entiende el que no es necesario enseñar ―una‖ única forma de aproximarse a los fenómenos sociales, con un método único y técnicas predefinidas inamovibles, sino que más bien el énfasis debiese estar puesto en la posibilidad de facilitar una lógica de compresión situada, a lo menos, histórica, social, epistémica, ética, política e institucionalmente y a partir de ahí, promover en las futuras y futuros trabajadores sociales, una validación de la importancia de desarrollar procesos de aproximación a la realidad que articulen investigación e intervención, en sus diversas posibilidades de expresión, en diálogo con los contextos a intervenir. Frente a lo anterior, el desafío de la formación es poder, a través de diferentes estrategias de enseñanza aprendizaje, trasmitir a los y las estudiantes la experiencia en el ejercicio investigativo, enfatizando en enseñar cómo se ha investigado más que cómo hay que investigar, como desde una perspectiva direccionada o de manual, sino que más bien, anclada desde la experiencia (Sautu, 2011) y el descubrimiento de nuevas prácticas flexibles que posibiliten la construcción y abordaje de fenómenos situados desde, a lo menos, las coordenadas descritas. En este marco, cobra sentido la transferencia de buenas prácticas de investigación, reconociendo, conociendo e innovando en estrategias que posibiliten el acercamiento a los diversos fenómenos de investigación e intervención. De este modo, haciendo una opción por la formación en procesos más que en la formación en base a resultados, facilitando el ejercicio de realizar investigaciones que permitan el desarrollo de habilidades y aprendizajes desde el reconocimiento de los facilitadores, obstaculizadores y cuestiones no planificadas del proceso de investigación propiamente tal, asumiendo que, desde este énfasis, es posible recoger una pregunta central para la disciplina como lo es el ¿cómo vinculamos los contenidos de la formación metodológica con la práctica profesional cotidiana? Frente a los elementos expuestos en este trabajo se presentan algunas reflexiones que, se comprende, pueden orientar el desarrollo de procesos de enseñanza-aprendizaje desde una mirada flexible y, por cierto, en ningún caso acabando la discusión en torno a estos procesos. En este contexto, recuperando a Flick (2004), el autor alude a la idea de didáctica de la investigación. En este sentido, si bien se refiere a la investigación cualitativa, lo que se rescata de su planteamiento es que enseñar la investigación requiere de una didáctica basada en la experiencia y de la necesidad de encontrar un camino entre enseñar ciertas técnicas y enseñar una determinada forma o actitud, lo cual desde este trabajo se comprende extensible a los diferentes enfoques, sean estos cualitativos, cuantitativos o mixtos y que debiese resguardarse en los procesos de enseñanza-aprendizaje. En esta línea, estos procesos debiesen incorporar la vivencia práctica en la aplicación de métodos y el contacto con los sujetos participantes de las investigaciones, por ejemplo ―los procedimientos de entrevista y de interpretación de datos solo se pueden enseñar y aprender en combinación con su aplicación práctica y en un análisis conjunto de las experiencias y problemas‖ (Flick, 2004: 295). En relación a lo anterior, es posible retomar lo que plantean Scribano, Gandia y Magallanes (2006) en su estudio sobre la enseñanza de la [61]


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metodología en Ciencias Sociales con énfasis en esas ―distancias‖ que se producen entre lo teórico y práctico y que, para efectos de la formación en investigación de futuros y futuras trabajadores sociales –aunque no privativamente– se advierte como una potencial brecha a acortar de forma permanente. Por su parte, al recuperar las reflexiones de Hernández, Navarrete y Véliz (2014) la formación en metodologías de investigación debiese reconocer e incorporar estrategias de enseñanza aprendizaje que inicien en la práctica de la investigación y le permitan al trabajador o trabajadora social en formación desarrollar habilidades y competencias para poder iniciarse en el oficio de la investigación social y acceder a experimentar estándares de calidad asociados al rigor metodológico, la robustez de las problematizaciones, la coherencia y consistencia en los diseños metodológicos, entre otros. En este sentido, desde quienes se encuentran en la docencia, democratizar espacios de participación, abriendo posibilidades para que las y los estudiantes puedan participar en experiencias investigativas que articulen disciplinarmente investigación e intervención, se vuelve relevante en pos de promover el acercamiento a la experiencia formativa en el oficio. Ello, dialogando con las reflexiones que en torno a formación en el oficio en espacios curriculares, han generado Gandía y Magallanes (2013). Por último: (…) la formación en metodología de investigación es un ejercicio de interrelación entre la teoría y el ejercicio u oficio de hacer investigación en el cual se debiese asumir una postura articulada. En este marco, al referir a ―articulada‖, se comprende concretamente el mediar entre la importancia del método (o los métodos de investigación) y las habilidades que forma el oficio (de hacer investigación). Por ejemplo, la capacidad de observación para problematizar, la habilidad de escucha para el trabajo de campo y el desarrollo de otras habilidades que podrían ir definiendo la actitud investigativa de tipo crítica y reflexiva de quienes se inician en la investigación (Véliz, 2014: 5). En esta línea, la articulación, a lo menos, teórica/conceptual, epistemológica y metodológica debiese estar presente y resguardada en los procesos de enseñanza aprendizaje, a través de las estrategias de formación de investigadores e investigadoras en trabajo social, promoviendo la relación entre estas coordenadas como parte de un todo articulado que se centra en las formas de comprensión de los fenómenos sociales. Así, se propone revisar el cómo se enseñan metodologías de investigación, trascendiendo a la concepción de un investigador como técnico o técnica para transitar a la comprensión de un investigador o investigadora que, en tanto, artesano o artesana, se hace en el oficio (Barriga y Henríquez, 2004) y que para la disciplina del trabajo social, aunque no privativamente, supone acercarse a él desde un reconocimiento del papel gravitante que puede cumplir el o la futura profesional en el impulso de procesos de transformación social pertinentes a las características de los espacios de intervención en los cuales, en torno a fenómenos de investigación e intervención, se inserta.

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Autores. Camila Véliz Bustamante. Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado, Chile. Doctorante en Trabajo Social de la Universidad Nacional de la Plata. Magíster en Psicología Comunitaria de la Universidad de Chile. Académica del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Alberto Hurtado. E-mail: cveliz@uahurtado.cl

Carlos Andrade Guzmán Departamento de Trabajo Social y de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado, Chile. Doctorante en Trabajo Social y Políticas de Bienestar de la Universidad Alberto Hurtado y Boston College y Magíster en Gestión y Políticas Públicas de la Universidad de Chile. Profesor del Departamento de Trabajo Social y de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado. E-mail: caandrade@uahurtado.cl

Citado. VELIZ BUSTAMANTE, Camila y ANDRADE GUZMÁN, Carlos (2017).―Formación en Trabajo Social: articulaciones entre investigación e intervención y estrategias de enseñanza aprendizaje‖. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 1853-6190. Pp. 51-64. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/184

Plazos. Recibido: 30/10/2016. Aceptado: 27/02/2017.

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relmis.com.ar Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. ISSN 1853-6190. Pp. 65-96.

Sexo y edad en la experiencia censal moderna Sex and age in modern census experiences

Nicolás Sacco Resumen A pesar de las sospechas sobre el proceso de construcción de datos, existe todavía hoy un vacío en lo que respecta al estudio concreto de los resultados del censo de 2010 en la Argentina. El artículo analiza, a nivel del total del país, cuáles fueron las limitaciones y alcances de la información disponible y publicada del último censo de población de la Argentina en lo que respecta a dos de las variables básicas y fundamentales para las ciencias sociales: sexo y edad. A partir de la comparación con los censos modernos y a través del uso de técnicas demográficas, se muestra que la declaración de la edad y sexo logró altos niveles de calidad. El desempeño del censo 2010 frente al anterior no fue sustantivamente superior, cuando sólo se preguntó solamente por la edad en años cumplidos; a pesar de ello la doble pregunta presenta distintas ventajas metodológicas. Por su parte, la pregunta sobre el sexo mantiene ambigüedades sobre su definición, lo que implica la necesidad de revisitar su definición. Palabras clave: Censo 2010; Argentina; Sexo; Edad; Evaluación de calidad. Abstract Despite the suspicions about the process of data construction, there is still a gap regarding the study of the 2010 census in Argentina. The article analyzes, at the level of the total of the country, the limitations and scope of the available and published information of the last census of population of Argentina with respect of two key variables for the social sciences: sex and age. From the comparison with modern censuses and through the use of demographic techniques, it is shown that the declaration of age and sex achieved high levels of quality but at the same time the performance of the 2010 census against the previous one was not substantively superior. For its part, the question about sex maintains ambiguities, which implies the need to revisit its definition. Keywords: 2010 census; Argentina; sex; age; quality evaluation.

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Introducción El día 17 de diciembre de 2010 el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) hizo público los primeros resultados provisionales relativos al Censo 2010 (CEN-10). Desafortunadamente, serias preocupaciones se habían puesto sobre cuestiones relativas a la validez y calidad de sus datos, efectuadas por un amplio espectro de actores sociales. Sus resultados definitivos son ahora de dominio público y hoy día el ciclo de interpretaciones es el que domina ¿Cuál fue la calidad de sus resultados? Dentro de un contexto general de intenso debate sobre la producción de estadística pública y de los resultados del CEN10 (Lindemboim, 2014; Pok, 2014; Salvia, 2014), muchos profesionales de las Ciencias Sociales se han preguntado sobre la credibilidad del censo y el proceso mismo de su revisión. A pesar de ello, existe un vacío en lo que respecta al análisis concreto sus resultados. Por ello, este artículo tiene como objetivo analizar, a nivel de Argentina (total del país) y de forma empírica, es decir, fundamentada en los datos y procedimientos que dieron lugar a su construcción, a partir de la aplicación de distintas técnicas de análisis demográfico, cuáles fueron las limitaciones y alcances de la información disponible y publicada del último censo de población en lo que respecta a dos variables básicas y fundamentales para las Ciencias Sociales: sexo y edad, en clave comparativa con los censos desde 1960, en especial, con los de 1991 y 2001. La importancia que reviste el conocimiento de la calidad de las estadísticas censales de estas variables se explica por su conocimiento por sí mismo y, a su vez, por el hecho de que sobre ellas se definen subpoblaciones específicas de política pública, tales como personas en edad escolar, adultos mayores, mujeres en edad reproductiva, población potencialmente activa, etc. y porque juegan un rol primordial en la determinación de los tres componentes del cambio demográfico (natalidad, mortalidad, migraciones). Estas variables son clave, fundamento y marco para interpretar otras estadísticas disponibles en el censo, ya que de ellas dependen. Su centralidad no solo se da por su valor para analizar cualquier fenómeno social (Riley, 1987). También este tipo de evaluación puede proveer de información esencial sobre los diferenciales de cobertura u omisión y observar si los datos estuvieron sujetos a algún tipo de corrección o no. Adicionalmente, la estructura por edad y sexo de la población es información básica para realizar marcos muestrales y estimaciones y proyecciones de población y base fundamental en la que se apoya el análisis demográfico, ya que su estructura es el resultado del comportamiento pasado de las variables determinantes de crecimiento poblacional. Su análisis y su estado en un momento determinado del tiempo permiten realizar hipótesis esenciales acerca de su evolución futura (Massa, 1997). El artículo se divide de la siguiente manera. En la primera parte se describen los ―antecedentes‖ tanto nacionales como internacionales sobre la declaración de la edad y el sexo en las fuentes censales. De seguido, se aborda la descripción de la operacionalización de las variables de sexo y edad haciendo especial énfasis en sus cambios con respecto a los censos previos. Luego, se describen los distintos métodos de análisis utilizados, tanto directos como indirectos. En la sección ―resultados‖ se investiga las distribuciones gráficas de las variables bajo análisis, la preferencia o el rechazo por ciertos dígitos y edades, así como el impacto de los cambios introducidos en la metodología censal, a partir de la introducción de la fecha de nacimiento en el cuestionario. Por último, se puntualiza en las conclusiones, discutiendo los resultados en base a las investigaciones precedentes y se abre a discusión las problemáticas metodológicas que implica la indagación de estas variables.

Antecedentes Tanto en encuestas como en censos, en toda latitud existe un patrón de error en declaración del sexo y la edad, que varía de acuerdo a intensidad y características en función de la región y el período considerado. Si se detectan problemas en estas variables, esto podría provocar inconsistencias en la estructura por edades de la población, alterar el cálculo de indicadores y tasas demográficas, sesgar información proveniente de otras fuentes que emplean datos censales

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o cambiar resultados que implican el uso de técnicas indirectas de estimación demográfica (Moultrie, 2013). Normalmente en censos (y encuestas) se manifiestan tres tipos de errores en la edad declarada: información ignorada, omisión diferencial de personas por edad y mala declaración (ONU, 2010). La mala declaración refiere a la respuesta voluntaria o involuntaria de una edad incorrecta por parte del informante. Esta puede traducirse en el redondeo o traslado de edades y la preferencia o rechazo de una edad específica. La incorrecta o deficiente declaración de la edad en un censo es consecuencia, en general, de factores intencionales, producto del desconocimiento real de la edad, tendencia generalizada a redondear la edad con la preferencia por ciertos dígitos o la errónea interpretación de la pregunta (Chakiel y Macció, 1978). Históricamente se ha comprobado que existe una fuerte atracción hacia edades terminadas en 0 y 5, mientras que se registra un rechazo en edades con dígitos terminados en 1 y 9 y, en menor medida, con los terminados en 4 y 6 (Bachi, 1951, 1953; Myers, 1940). Además, se ha mostrado que prevalece una preferencia por ciertas edades y la costumbre de ciertos grupos poblacionales por declarar edades mayores o menores a las efectivamente alcanzadas. La preferencia de edades menores y dígitos se da de forma más frecuente entre la población femenina (ONU, 2010) y la preferencia a exagerar edad se da en las personas de edades avanzadas (Del Popolo, 2000; Romero y Freitez, 2009). El principal problema relacionado con la calidad de la los datos sobre sexo refiere a las diferencias según cobertura censal (Hobbs, 2004). Aunque no existen como con la edad medidas estándar de la declaración del sexo sobre las cuales sea posible estimar su exactitud, es posible derivar algunas observaciones sobre su integridad a partir del análisis de la relación absoluta y relativa entre varones y mujeres. La omisión censal suele también ser diferencial por edad, aunque puede tratarse de problemas de cobertura de difícil detección -sobre este tema ver (Sacco, 2015)-. Esto en general se da cuando no se han enumerado, por distintas razones, a la población en determinados grupos.1 Teniendo en cuenta los censos modernos (Giusti, 2007) hasta el censo de 1970 inclusive la edad fue investigada mediante la fecha de nacimiento y la edad en años cumplidos el día del censo (Cerisola, 1985: 91) aunque con algunas distinciones metodológicas: el censo de 1960 indagó primero por la edad en años cumplidos y luego por la fecha de nacimiento en la forma de día, mes, año, mientras que el censo de 1970 utilizó ambas preguntas, de forma invertida y excluyente (Cacopardo, 1996: 340). Los censos de 1980 a 2001 sólo preguntaron por la edad en años cumplidos y el CEN-10 volvió a realizar las dos preguntas, del mismo modo que lo hizo en censo de 1960. De acuerdo a ONU (2010: 144, 2011: 83) el método de preguntar el año, el mes y el día del nacimiento proporciona información más precisa que solamente la pregunta por la edad en años cumplidos y siempre que sea posible recomienda utilizar la estrategia de la doble pregunta (método directo e indirecto en conjunto). Desde los censos antiguos (Otero, 2007) y pre-estadísticos hasta los censos modernos, la declaración de la edad ha sido, en términos generales, evaluada como buena y de continua mejora tanto por estudios nacionales como internacionales (Cacopardo, 1996; Manzel, Baten y Stolz, 2012; Romero y Freitez, 2009). Kamps (1976) ubicó a los censos de 1947, 1960 y 1970 con un índice de exactitud de declaración de la edad bueno, el más alto dentro de América Latina. En el censo de 1980 (CEN-80), Cerisola (1985) caracterizó como bajos los niveles de atracción y preferencia de dígitos aunque verificó algunos sesgos introducidos por el diseño de la boleta censal en la edad 0 años. El censo de 1991 (CEN-91) se verificó, nuevamente, niveles buenos de declaración de la edad, tanto a nivel nacional como provincial con una reducción de los diferenciales interprovinciales con respecto al CEN-80 (Massa, 1997) mientras que en censo de 2001 (CEN-01) se observó nuevamente una mejoría en con respecto al censo previo (Massa y Un grupo característico de este tipo de omisión es la población de 0 a 4 años de edad. Puede suceder que la cobertura mejore de un censo a otro en un contexto en donde no se observen patrones irrazonables en la estructura por sexo y edad de la población, pero podrían estar más bien afectando su distribución relativa. Si la omisión ocurre en una población que no tiene grandes irregularidades, se puede detectar la omisión al verse perturbada la estructura por sexo y edad, aunque una población con este tipo de problemas es difícil establecer si se debe a omisión o a su mala declaración (Hobbs, 2004:125-129). 1

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Bassarsky, s/f). La evaluación demográfica que realizó el INDEC (2013a) al momento de realizar las proyecciones de población, de nuevo, encontró niveles de declaración de la edad y sexo buenos en el CEN-10, levemente más altos con respecto al CEN-01.

Fuentes y Metodologías En este apartado se aborda específicamente la operacionalización de las variables bajo análisis en el CEN-10, cotejándola con los datos de los censos previos, en particular los de 1991 y 20012 y se describen los métodos de análisis. Estas fuentes se encuentran publicadas en diversos formatos. En REDATAM3 para el caso de los censos de 2001 y 2010, lo que permite acceder a procesamientos ad-hoc para usuarios mientras que la base de 1991 puede consultarse según las publicaciones en papel, o bien a partir de la muestra de microdatos de IPUMS.4

Operacionalización El procedimiento de captura del sexo constituyó un cambio con respecto a los censos previos. Por primera vez en la historia censal la pregunta es declarativa cuando en los relevamientos anteriores debía completarse por observación, según especificaban algunos manuales. En la Pregunta 2 (―¿Es varón o mujer?‖) -Ilustración 1- el entrevistador debió formularla y esperar la respuesta, sin leer las opciones. Ilustración 1. Pregunta sobre sexo. Argentina, 2010

Fuente: INDEC, CEN-10. Cédula censal ampliada En lo que respecta a edad, el CEN-10 alteró el procedimiento de marca de la pregunta relativa a los años cumplidos con respecto al CEN-80, al CEN-91 y el CEN-01. En esos años estaban escritos los números de las preguntas y el censista tenía que rellenar cada dígito de la edad. Como se observa en la Ilustración 2 en el CEN-10, en la Pregunta 3 se anotaron los números arábigos, reduciendo de esta forma el tamaño del cuestionario, pero, probablemente, aumentando los errores de captación y procesamiento posterior. La Pregunta 4, sobre la Fecha de nacimiento, no se hizo en el CEN-80 ni el CEN-91 y ni en el CEN-01, como se describió previamente. Formularla de esta manera permite controlar en campo la coherencia de la respuesta sobre años cumplidos, pero implica tiempo adicional para su codificación; además, puede inducir a cierto error cuando el respondente desconoce o no recuerda las fechas de personas del hogar, ausentes en el momento de la entrevista (ONU, 2010, 2011).

A lo largo de todo este artículo se sigue el cuestionario ampliado, cuyas observaciones envuelven al cuestionario básico. 3 Software elaborado por el Centro Latinoamercano de Demografía para procesar datos censales: http://www.cepal.org/. 4 Acrónimo de Integrated Public Use Microdata Series: https://www.ipums.org/. 2

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Ilustración 2. Preguntas sobre edad. Argentina, 2010

Fuente: INDEC, CEN-10. Cédula censal ampliada.

Métodos Frecuentemente es difícil determinar cuándo las irregularidades reveladas por la evaluación de la estructura por sexo y edad de una población en un mismo censo se deben principalmente a errores en los datos o a particularidades reales de la estructura de la población (Bureau of the Census, 1985). Por lo que la disponibilidad de series de datos de censos sucesivos (en este caso, el CEN-2001) y de registros vitales hace posible otras investigaciones. Gráficos Al estar disponibles los resultados de dos y más censos se despejarán estas dudas, en principio, gráficamente, sin el uso de técnicas elaboradas. Mientras que la preferencia de edades particulares es generalmente más fácil de identificar gráficamente que con medidas específicas, el cálculo de coeficientes de edad es un indicador de posible sub-enumeración o desplazamientos entre edades. El supuesto general que condujo los principios al comparar gráfica y analíticamente los resultados del CEN-10 con el CEN-01 fue que los cambios en la población proceden normalmente de una manera ordenada. Cuando un parámetro ―ordenado‖ no es observado, las desviaciones deben ser explicables en términos de eventos conocidos, tales como migraciones, carestías, hambrunas u otro tipo de circunstancias. Desviaciones de los patrones que no pueden ser explicados constituyen puntos de atención o alertas sobre posibles errores y la presunción de error es fuertemente fortalecida si los resultados de otros test apuntan en la misma dirección (Moultrie, 2013). Otro indicador que se utilizó fue el índice de masculinidad,5 que debería reflejar la mortalidad diferencial. Su magnitud está fuertemente condicionada por la estructura por edad de la población, siendo más baja para ‗poblaciones envejecidas‘ y alta en poblaciones jóvenes (Moultrie, 2013). Medidas resumen La preferencia o el rechazo por ciertos dígitos y edades, así como el impacto de los cambios introducidos en la metodología censal, a partir de la introducción de la fecha de nacimiento en el cuestionario, se evaluó mediante la aplicación de los índices de Whipple, Myers, Bachi y Naciones Unidas. El índice de Whipple mide la atracción o preferencia por los dígitos terminados en 0 y 5. Hay ausencia de atracción si índice oscila entre 100 y 500 (cuando todas las edades terminan en 0 y 5). Valores inferiores a 100 indican repulsión hacia las edades terminadas en 0 (ONU, 1955). El índice Myers, a su vez, determina la preferencia por cada dígito en forma 5

La expresión algebraica de esta medida es:

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individual así como también el nivel de atracción general (Myers, 1940). Entre 0.0 y 5.0 refleja un nivel de atracción bajo, entre 5.1 y 15.0 indica un nivel intermedio, entre 15.1 y 30.0, señala un nivel alto, mientras que valores superiores a 30.1 revelan un nivel de preferencia de dígitos muy alto (Arriaga, Johnson y Jamison, 1994). El índice de Myers y el de Bachi (1951, 1953) son similares, aunque la magnitud del índice de Myers es casi el doble que el de Bachi. Ambos dan una medida del exceso o déficit de personas en edades terminadas en cualquiera de los 10 dígitos. Estos excesos o déficits son expresados como porcentajes. Cuanto mayor el valor del índice más alta es la preferencia por ciertos dígitos. Valores cercanos a 0 pueden indicar un excelente reporte de edad en los censos. Tanto Bachi con Myers construyen también otros índices utilizados para grupos quinquenales de edades que analizan la estructura por sexo y edad de la población. Los más comunes son los índices de razón de edad y sexo (Arriaga et al., 1994). El índice de Naciones Unidas, por su lado, mide tanto la preferencia por ciertos dígitos como la omisión diferencial de individuos en algunas edades. Es resultado de la construcción y combinación de índices de regularidad de sexos y cocientes de edades. A diferencia del índice Whipple, Myers y Bachi, la interpretación del de Naciones Unidas es menos precisa, ya que no tiene valores límite de referencia. Ciertos umbrales basados en la experiencia de su cálculo pueden llegar a indicar que valores menores a 20 muestran que los datos son satisfactorios, entre 20 y 40 de calidad intermedia y superiores a 40 deficientes (Chakiel y Macció, 1978: 27). Tiene como ventaja que no requiere datos desagregados para su cálculo y, a su vez, consigue mostrar preferencias de dígitos e irregularidades en las preferencias por sexo y edad, que pueden estar asociadas a cambios en la fecundidad o la migración. Sin embargo, este es también su principal problema, porque en su interpretación no habría que tener en cuenta solamente los errores por edad y sexo, sino también transformaciones demográficas reales. Relaciones de supervivencia intercensales La tercera estrategia utilizada siguió la idea de que cualquier grupo de edad puede ser definido como una cohorte. Si un segundo censo es realizado exactamente diez años después, los miembros sobrevivientes de cada cohorte serán exactamente diez años más viejos al momento del segundo censo. Sin embargo, sus números se verán reducidos por muertes y pueden aumentar o menguar por el balance entre inmigrantes y emigrantes. Habitualmente la mortalidad es el factor principal. Si el balance migratorio es despreciable, el cambio en número puede ser usado para calcular una tasa de supervivencia análoga a las de las tablas de vida. Para sólo una cohorte esa tasa de supervivencia revela poco, casi nada, sobre la exactitud de las estadísticas. Sin embargo, un resultado absurdo puede dar una clara evidencia de error (por ejemplo, el aumento en el número de personas de una cohorte de un censo a otro, es obviamente imposible salvo que haya habido una importante cantidad de inmigración) (Moultrie, 2013). El método de las relaciones de supervivencia intercensales mide la proposición de personas enumeradas a la edad x a x+n en el momento t, nNx(t), en el primer censo, con aquellos que están todavía vivos en el segundo censo a años después cuando tuvieron la edad x+a a x+n+a en el tiempo t+a,nNx+a(t+a). Un gráfico de estas relaciones de supervivencia ofrece un rápido panorama sobre la calidad de los datos. Una forma curiosa de la secuencia de las relaciones de supervivencia por cohorte indicaría que puede haber algo mal con los datos, pero no especifica dónde la falta radica, si en el primer, el segundo o el tercer censo (Moultrie, 2013). Resultados Ya que a la fecha de elaboración de este artículo el INDEC aún no ha publicado un informe sobre la magnitud de los errores del CEN-10 ni sobre las pautas de imputación y/o corrección de los mismos sobre las variables de sexo y edad ni sobre el resto de las variables del cuestionario (Sacco, 2015), en este artículo se asume que estas variables fueron sometidas a distintos niveles de corrección y/o imputación. Los datos parecen haber estado sometidos a algún tipo de edición o cleaning, ya que no se encuentran casos sin sexo o edad asignada –Tabla 3- (en el Anexo)-. Aunque desconocida la supuesta magnitud del tal efecto, se considera que los datos publicados permiten [70]


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no sólo dar cuenta de su calidad ‗depurada‘ sino también entrever parte de los procesos que pudieron estar detrás de las posibles imputaciones. Preferencias por la edad El Gráfico 1 muestra la población enumerada por edades simples y sexo. En el panel de la izquierda se observa la preferencia por los dígitos extremos de 0 y 5, en los datos del CEN-10. Por ejemplo, se distingue cómo la población enumerada de 30 años es superior a la población en edad de 29 o 31 años. La preferencia de dígitos es también visible en los 10 años, pero, a nivel general, el reporte de edades simples es coherente. Lo que sí es bastante indudable es la sub-enumeración de menores de 5 años de edad, distinguiendo la enumeración de la población de 1 año, más baja que la de 5. Es poco probable que la fecundidad haya bajado en una magnitud tan grande como las diferencias que se observan durante ese período de tiempo, por lo que la presunción principal es que los niños menores fueron diferencialmente contados en el censo. Observando la misma información pero en el gráfico de la derecha, donde se muestra la distribución de edad agrupada por grupos quinquenales de edad, se distingue a primera vista, de nuevo, menor población de 0-4 años. Comparando esta última subpoblación con la de 5-9 años y con la de 10-14, debería suponerse la posibilidad de una sub-enumeración de las personas de 5-9 años. Esto podría estar sugiriendo la posibilidad de que pudo haber una transferencia de niños de 0-4 años en el grupo de 5-9, como se observó en censos anteriores (Massa y Bassarsky, s/f:15). El grupo 0-4 tiende a ser más sub-enumerado que el de 5-9 y, si la fecundidad está disminuyendo, se esperaría que también fuera menor.

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Bajo el supuesto de que el cambio en la población es aproximadamente lineal entre grupos de edad, la razón de edad debería estar cercana a 1.6 Desviaciones de ese valor, en ausencia de posibles factores exógenos tales como migraciones, mortalidad específica de un grupo de edad u otras, puede ser indicativo de sub-enumeración o errores de desplazamientos en los datos (Moultrie, 2013). En el Gráfico 2 se observa que la razón de edad, por sexo, es generalmente cercana a 1, para ambos sexos. La caída en las edades avanzadas es esperable dado el rápido incremento de la mortalidad de esos años.

Una segunda característica de los datos que requiere mayor investigación es el peso relativo de varones y mujeres por grupo de edad. El índice de masculinidad total es de 94,8 hombres cada 100 mujeres -Tabla 4-. Según el Gráfico 3 hay una mayor enumeración de hombres hasta los 20 años. Ya a partir de esa edad hay más mujeres que hombres en todos los grupos de edad. Esto puede ser consecuencia de la mayor supervivencia de las mujeres y/o también consecuencia del trabajo masculino emigrante o de un conteo diferencial de hombres adultos. Si se advierte a la parte izquierda del gráfico que toma el índice de masculinidad por años simples, se observa que la curva es pareja con una caída importante ya a partir de la edad 60 en edades terminadas en 0 y 5. Esto sugiere edades en las cuales los hombres son menos incluidos en esos dígitos y más incluidas las mujeres. Es llamativo el pequeño pico observado en la edad 100 y más que podría indicar una sub-enumeración de mujeres en estas edades (Del Popolo, 2000). Los datos presentados en el gráfico de la derecha, por grupos de edad, muestran más suavizada la curva y confirman el análisis anterior.

La razón de edad por un grupo de edad es la división entre el doble de población en ese grupo de edad, sobre la suma de la población en cada uno de los grupos adyacentes de edad. Algebraicamente: 6

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Comparando la información del censo con las proyecciones de población para el año 2010, tanto las del INDEC (2005a), realizadas a partir del CEN-01, como con aquellas de la División de Población de Naciones Unidas (ONU) (variante media para el período 2000-2010) (ONU, 2013) se puede observar que las diferencias entre las dos estimaciones son muy pequeñas.7 En efecto, a partir del Gráfico 4 se puede comparar las proporciones entre las proyecciones y los resultados del censo. Muestran, a lo largo de las edades, que tanto los hombres como las mujeres siguen tendencias prácticamente iguales. En la edad 0-4 las proyecciones de población están levemente por encima de lo estimado por el censo, pero a partir de las edades de 5-24 años los datos del censo enumeran más personas de las esperadas por proyecciones. A partir de los 25 y hasta los 50 años el censo enumeró un poco menos de lo esperado por proyecciones y desde los 50 hasta los 65 años los valores están siempre próximos a 1. A los 70 años en adelante hay menos personas contadas que las esperadas. Para edades mayores de los 80 años las proyecciones de población están por debajo de las estimaciones del censo.

Las diferencias deben ser observadas teniendo en cuenta los supuestos subyacentes en cada metodología de proyección, que difieren en sus supuestos básicos. 7

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Los índices de masculinidad por edad calculados para las proyecciones del INDEC y las de Naciones Unidas, comparados versus los resultados del CEN-10 también revelan algunos diferenciales. Para las edades 0 a 9 las tres estimaciones son similares -Gráfico 5. Ya para las edades 10 a 54, las estimaciones censales se encuentran por debajo de las proyecciones, lo que podría estar indicando una sub-enumeración de varones en esos grupos. A partir de esa edad y hasta los 74 años las estimaciones censales están muy levemente por encima de las proyecciones, sugiriendo problemas de declaración de edad o inexactitudes en las proyecciones de mortalidad.

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Declaración de la edad y sexo En la Tabla 1 el índice de Whipple muestra datos muy precisos, tanto para varones como para mujeres, siendo su valor de 102,5 para ambos sexos. Este resultado se encuentra levemente por encima del obtenido en el CEN-01 para el total del país (102,4), pero debajo del observado en el CEN-91 (104,2) (Massa y Bassarsky, s/f:4). Si bien estas cifras están cercanas a la exactitud, se reduce el rango de diferencia entre sexos (en el CEN-01 fue 101,8 para varones y 103,0 para mujeres). También expresan un mismo nivel de preferencias en la declaración de la edad entre el CEN-01 y el CEN-10. El índice resumido de Whipple (1,025) arrojó un bajo nivel de atracción de dígitos para ambos sexos y el de Bachi (0,8) fue relativamente cercano a 1. Si bien no son perfectos, muestran un reporte de edad robusto.8 En lo que respecta al índice de Myers (1,6), se observa un mejoramiento con respecto a lo observado en el CEN-91 -cuando fue de 1,8 para varones y de 2,3 para mujeres- y también con respecto al CEN-01 (de 1,8, para ambos sexos).

Los resultados del índice de Myers y de Bachi para cada dígito permiten identificar la atracción (valores superiores a 0,0) o repulsión (valores inferiores a 0,0) que éstos producen en forma individual en el CEN-10. Como se observa en el Gráfico 6, el dígito 0 es el que tiene mayor atracción y el dígito 8 es el segundo en orden de importancia. Los dígitos 5 y 9 también presentan valores de atracción positivos. Teniendo en cuenta ambos gráficos, las edades terminadas en 6 son las que registraron una mayor repulsión obteniendo el valor más bajo de los índices. Los dígitos 2 a 4 también presentan valores de repulsión, aunque no tan elevados como en el caso anterior.

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Los mismos resultados reporta el INDEC (2013a: 9). [75]


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El cociente de edades para ambos sexos (Moultrie, 2013) -Gráfico 7- es cercano a 100, lo que implica que la cantidad de personas que corresponden a los grupos de edad adyacentes es relativamente lineal, aunque menor en los grupos de edad 30-34 a 40-44 años.

Para el CEN-10 el índice de Naciones Unidas y sus componentes -Tabla 2- muestran una declaración relativamente exacta. Estos valores, además, se encuentran por encima de los encontrados en la Ciudad de Buenos Aires (DGECBA, 2012: 4).

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La población distribuida por sexo y grupo edad, enumerada en los censos de 1991, 2001 y 2010 -Gráfico 8- muestra que hubo una mayor cantidad de mujeres entre las edades 20-24 a 9599. Probablemente esto sea producto de las migraciones laborales y/o, sobre todo, de la mortalidad diferencial masculina. Parece también haber una sub-enumeración de la población de 0-9 años en todos los censos considerados.

Se distinguen también ciertos desplazamientos entre grupos de edad o sub-enumeración. De acuerdo a la razón de edad para cada censo y para el total del país -Gráfico 9-, bajo el supuesto de que el cambio en la población es aproximadamente lineal entre grupos de edad, la razón de edad debería estar cercana a 1. Las desviaciones de ese valor, en ausencia de posibles factores exógenos tales como migraciones, o mortalidad específica de un grupo de edad u otras, son indicativo de sub-enumeración o errores de desplazamientos en los datos. En el gráfico se observa

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que es generalmente cercano a 1, para todos los censos. La razón de edad en el grupo es 60-64 es comparablemente más alto en el CEN-91 como así también el grupo de 10-14.

La comparación de los índices de masculinidad por edad calculados para los últimos tres censos de población revela ciertas particularidades, según el Gráfico 10. Para las edades 0 a 9 las tres estimaciones son similares. Ya para las edades 10 a 54, el CEN-91 se muestra levemente por debajo del resto, lo que podría estar indicando una sub-enumeración de varones en esas edades. A partir de esa edad y hasta los 74 años las estimaciones del CEN-91 están levemente por encima del resto, lo que sugiere un leve sub-enumeración de mujeres en edades avanzadas en ese momento, en comparación con los otros censos. Pero, en definitiva, las razones de sexo y edad inspiran mucha confianza en los resultados.

De seguido se muestra el Gráfico 11 con las relaciones de supervivencia intercensales para cada sexo por separado según patrones y niveles de mortalidad, que difieren entre hombres y mujeres. Ya que la población con edad de 0-14 años en 1991, por ejemplo, tendrá la edad 10-24 en 2001, se asume que las relaciones de supervivencia para esta cohorte aplican, [78]


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aproximadamente, a las personas de edad 7 y medio en el punto medio entre los censos en octubre de 1996 -las poblaciones enumeradas fueron corregidas para llevar los datos del CEN-91 y CEN-01 a octubre de 1990 y de 2000, respectivamente, según la metodología propuesta por ONU (1986: 180)-. En el panel de la izquierda se representan las relaciones de supervivencia intercensales por cohorte sintética entre los censos de 1991 y 2001, por sexo. El gráfico de abajo a la izquierda muestra los mismos datos entre 2001 y 2010. Parece haber habido una evidente subenumeración de niños de ambos sexos, así como de mujeres hasta la edad 49 en el censo de 1991 (o quizás, altos niveles de migración entre 1991 y 2001), como indican las relaciones de supervivencia. Ya que en general se observan patrones decrecientes de las relaciones de supervivencia (creciente mortalidad) por edad, los datos parecen consistentes tanto por sexo como por edad. No se advierten relaciones de supervivencia mayores en los hombres que en las mujeres en la misma edad y tampoco hay picos curiosos en ambos periodos intercensales de las mujeres de edad 40-44 en el primer periodo a 50-54 en el siguiente. Los paneles de la derecha representan relaciones de supervivencia a lo largo del tiempo, para hombres y mujeres, de forma separada. De nuevo, los datos del CEN-10 se manifiestan robustos.

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Es posible realizar un análisis adicional cuando las relaciones de supervivencia se comparan para cohortes de sexo y edad si se cuenta con la apropiada tabla de mortalidad para el periodo de análisis. Se pueden derivar otros cocientes dividiendo las relaciones de supervivencia intercensales con las relaciones de supervivencia equivalentes implícitas en las tablas de mortalidad, resultando de esta manera una razón de razones. Si el censo no sufre de error, la estructura por edad de la población enumerada es idéntica a la descripta por la tabla de mortalidad y la mortalidad experimentada fue exactamente la indicada por la tabla de mortalidad (tres condiciones fuertes) esta razón tomará el valor de 1. Lo que se aleja de la unidad indicaría o bien error en los datos o una inapropiada elección de una tabla de mortalidad. Además, bajo estas tres condiciones y en la ausencia de migración, razones menores que la unidad pueden implicar una sub-enumeración en el segundo censo con respecto al primero y viceversa. Las relaciones de supervivencia –tomadas de las tablas de mortalidad oficiales (INDEC, 2005b, 2013b)- se derivan de las tasas específicas de mortalidad y éstas a su vez se ajustan a un patrón de variación similar de edad en edad. En el Gráfico 12 se percibe que las relaciones de supervivencia aumentan después de los primeros años de vida y alcanzan normalmente su máximo a los diez años. A partir de entonces comienza a descender, primero de a poco y luego cada vez más rápidamente a medida que se alcanzan edades avanzadas. En la mayoría de las edades son las mujeres las que poseen una tasa algo más elevada de supervivencia que los varones de su misma edad. A pesar de observarse diferencias bastantes importantes en algunos grupos de edad, en líneas generales, las relaciones de supervivencia hipotéticas calculadas para diferentes cohortes sintéticas no se desvían significativamente de la pauta esperada, por lo que se puede suponer exactitud de las estimaciones.

Discusión y Conclusiones El resultado del análisis de las distribuciones por sexo y edad y del valor de los índices que miden la calidad de la declaración de la edad y su comparación con los resultados en censos anteriores mostró que el CEN-10 presentó altos índices en la calidad de la declaración edad y sexo, estables con respecto al censo anterior. Edad, edades y cohorte En lo que hace a la edad, si bien no conocen estudios globales para América Latina como en las rondas anteriores (Del Popolo, 2000; Kamps E., 1976; Manzel et al., 2012; Romero y Freitez, 2009), la tendencia observada en Uruguay (Horjales, Koolhaas y Nathan, 2012) (que aplicó también la doble pregunta y un sistema digital de captura en campo), país de similares [80]


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características demográficas a la Argentina, fueron en el mismo sentido. Estos dos países continúan mostrando en la ronda 2010 los altos niveles de declaración de la edad tanto a lo largo tiempo como dentro del contexto regional. En este artículo no se realizó un análisis pormenorizado del grupo de 0 a 4 años con especial referencia a la edad 0, tal como se realizó para los censos desde 1980, aspecto que merece una indagación posterior más amplia. Sin embargo, en base a lo observado hasta el momento, preliminarmente se revela que del grupo de menores de 5 años en el CEN-10 hay menor participación relativa de la edad 3 y 4. Esa situación podría estar evidenciando algunas causas en la distorsión en la declaración de la edad entre los menores de 5 años. Futuras investigaciones deberán realizar un análisis de la población censal de 0 y 1 años de edad a través de la observación de los nacimientos registrados en el total del país y en base a las muertes por edad y cohorte de nacimiento según las estadísticas vitales, para tener una estimación de población en una fecha determinada, tal como se hizo para el CEN-80 en adelante (Cerisola, 1985; INDEC, 1997; Massa y Bassarsky, s/f) ¿Cuáles son las razones que pueden llegar a explicar la calidad, sólida, de la declaración de la edad en el CEN-10 a nivel del total del país? Con seguridad, la inclusión combinada del procedimiento directo (la pregunta por la edad) y el indirecto (la fecha de nacimiento) contribuyó a lograr su calidad, como sugieren las recomendaciones nacionales e internacionales (Cacopardo, 1996; ONU, 2010:144, 2011:83). Si bien la verificación de la consistencia entre la edad y la fecha de nacimiento, tanto en campo como de forma automática al momento del procesamiento de datos pudo ser factor clave para explicar la robustez de los datos, se desconoce en qué magnitud jugó un papel importante la imputación. A pesar de lo anterior, el desempeño del CEN-10 frente a los censos anteriores, que no contaron con la fecha de nacimiento no mostró índices sustantivamente superiores. Hay que tener en cuenta que si bien el procedimiento indirecto es más preciso, por lo que asegura mayor exactitud, puede ser más difícil de captar en determinados grupos personas. La robustez de los datos puede haberse producido en detrimento de un probable aumento de la extensión promedio de las entrevistas en este módulo (ya que es factible que sea más dificultoso para los informantes brindar con rapidez la información sobre la fecha nacimiento) y de un eventual costo adicional posterior de procesamiento de la información sobre la fecha de nacimiento. Si bien la indagación directa es más rápida e implica menor procesamiento, puede llegar a generar confusión acerca de qué son años cumplidos y atracción por ciertos dígitos. Como ya lo había mencionado Cacopardo (1996), si bien la alternativa del método directo o indirecto no muestra históricamente diferencias importantes en la captación de casos ni en los resultados finales de calidad de la declaración de la edad, como se vio a lo largo de este artículo, la inclusión de la fecha de nacimiento, además de lograr relativamente más exactitud, tiene ventajas adicionales: permite el análisis longitudinal a través del seguimiento de cohortes reales según el cálculo de la fecha exacta de nacimiento y también permite el cálculo de años exactos cumplidos al momento del censo. Estas dos ventajas analíticas son, si bien no imposibles, no del todo exactas al utilizar la pregunta directa por años cumplidos por sí sola. En efecto, los datos de cohorte se pierden al utilizar la estrategia directa. Para la construcción de la variable cohorte de nacimiento es necesario contar con información acerca de la fecha de nacimiento y fecha de relevamiento. Debido al momento de captura de datos de los censos (fecha de relevamiento), una parte destacada de las personas pueden ser clasificados por encima de su año de nacimiento si solo se cuenta con la información sobre edad en años cumplidos y fecha del relevamiento. Por ejemplo, un niño que cumplió 9 años el 3 de octubre de 1991 fue registrado con una edad de 8 años cumplidos en el CEN-91 (cuya fecha de relevamiento fue el 15 de mayo de 1991). Si se restara 1991-8=1983 su año de nacimiento estaría corrido, ya que su cohorte de nacimiento es 1982. Al disponer de población por edad en años cumplidos y no según fecha de nacimiento, no es posible calcular en forma directa la edad exacta de la población al momento del censo. Los datos presentados acerca de cohorte de nacimiento introducen de esta manera un sesgo, en el sentido de la existencia de personas en cohortes de nacimiento que no se corresponden a su año

[81]


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de nacimiento, con edades cumplidas a la fecha del censo que están corridos algunos meses, dependiendo los casos y los censos en cuestión. En los casos en donde se cuenta solo con el dato de edad en años cumplidos, para que la variable cohorte de nacimiento sea relativamente exacta es necesario tener en cuenta datos sobre población por edad a partir de las proyecciones de población y las estadísticas vitales, para estimar para los períodos intercensales población por edad exacta y ajustar la información relevada por el censo en años cumplidos.9 Dado que los datos sobre nacimientos registrados por mes (información necesaria para realizar estimaciones sobre edad exacta al momento del censo) adoleció de distintos problemas de cobertura e integridad, sobre todo en años previos al 2000 (Bay y Orellana, 2007; Torrado, 1993) y ya que el uso de esta información puede mostrar resultados poco consistentes debido a la utilización de fuentes de distinto carácter y en base a los distintos supuestos de estimación, una alternativa de corrección del corrimiento de edades es suponer que la edad declarada por las personas es x+0,5 años en la fecha del censo. De esta forma si una persona declaró que tenía 8 años cumplidos en el censo de 1991, se asume que tiene 8,5 años, por lo que su cohorte de nacimiento será 1991-8,5=1982,5. Se estima que los sesgos que se derivan de considerar la edad cumplida en lugar de la edad exacta no deberían afectar en mucho la comparación longitudinal. Imputación Cabe recalcar que dado que es fundamental que todos y cada uno de los respondentes posean datos sobre el sexo y la edad. Al no observarse datos perdidos es posible afirmar casi seguramente que han sido editados. De hecho, casi todos los censos contaron con distintos procesos de edición. La proporción de datos o que haya estado sujeta a edición o imputación es significativa; si es muy grande la proporción de datos que han sido ―ubicados‖ por medio de edición o imputación la distribución resultante va a reflejar los supuestos por detrás de las reglas usadas para editar las variables antes que, necesariamente, la ―realidad‖. Para determinar la confiabilidad general de una fuente de datos es crucial que se articule la coherencia interna de la estructura por sexo y edad de la población pero también es necesario conocer qué datos-variables han sido limpiados o editados así como realizar una evaluación de las reglas aplicadas para efectuar tales cambios. Este chequeo no fue posible de realizar por este artículo a falta de publicaciones al respecto. La cuestión de la atribución, si bien es muy importante, y ya que en teoría debería ser transparente, es preocupante si no se da a conocer, pero por lo general no debería cambiar el resultado final. La no publicación de las pautas de imputación de las variables y unidades de análisis y de los niveles de error de las variables, son factores que inciden a la hora de evaluar la validez metodológica de los datos de sexo y edad del CEN-10 a nivel del total del país como robusta con base en los resultados analizados, pero de acuerdo a lo no publicado queda con muchas preguntas abiertas. Por lo que esa robustez queda cuestionada hasta tanto no se conozcan tales informes. Como en otras dimensiones analizadas del CEN-10 (Sacco, 2015, 2016) quedará pendiente para futuras investigaciones corroborar que los niveles de calidad de los datos de sexo y edad investigada a nivel Argentina se dan también a nivel de las distintas jurisdicciones, provincias o regiones geográficas, o bien se mantienen los problemas encontrados en los censos previos al desagregar la información.

Para el período intercensal 2001-2010, estudios acerca de la omisión de registros de nacimiento de vitales mostraron que los datos censales informaban un mayor número de nacimientos, pero, comparando ambas fuentes, concluían que la omisión de registro de nacidos vivos era de calidad aceptable (Fernández et al., 2008: 125). El informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012:170), 2012, p. 170) ubicó a la Argentina, a nivel global, como uno de los países con mejores niveles de cobertura del registro de nacimiento, mayores al 90%. Si bien se especulaba que ya para fines del siglo XX el sistema de registro de nacimientos había mejorado con respecto al pasado y era, en términos generales, aceptable, un estudio específico (INDEC-UNICEF, 2003) reveló una significativa omisión. Hacia el año 2001 los formularios se rediseñaron y gradualmente pareció haber mejorado la calidad de la información registrada (Población, 2013:23-27). 9

[82]


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Sexo y género En lo que respecta al sexo, las distribuciones absolutas y relativas mantuvieron también coherencia en el CEN-10. A falta de publicaciones, no se sabe cuál fue la incidencia de la eliminación de la pauta de consistencia que existió en el CEN-01 que no permitía registrar un jefe/a con un cónyuge del sexo conviviendo en pareja. La operatoria, declarativa, de esta variable en el CEN-10 constituye un cambio cualitativo significativo con respecto a la historia censal previa, aunque en rigor la definición conceptual se mantuvo, lo que conlleva a nuevas preguntas y problemas, aún poco abordados por la literatura. En primer lugar, en discusiones generales a menudo se mezcla el concepto de género con el concepto de sexo, utilizados de forma indistinta. Incluso los manuales para censos de ONU (2010, 2011) definen estos términos equitativamente. El contenido y significado de estos conceptos son distintos: mientras que el sexo refiere los atributos biológicos de mujeres y hombres, el género es una construcción social (Krieger, 2003). ¿Qué midió entonces el CEN-10? La redacción y operatoria de la pregunta no se propuso capturar las características biológicas de la persona, sino que pudo haber dado lugar a cierta ambigüedad (muy discutible es también lograr por observación capturar la condición biológica de los entrevistados). En una proporción difícil de estimar al carecer de pruebas al respecto, pero que se estima muy pequeña, esta ambigüedad entre los conceptos pudo haber interferido en la medición precisa y consistente de lo que el censo pretende y necesita medir: la composición por sexo de la población. En segundo lugar, si lo que se midió no fue el sexo sino la identidad sexual, ¿por qué entonces solo dar lugar a una respuesta binaria, cuando el rango de expresiones de identidad tanto de sexo como de género son mucho más que dos? Distintas oficinas estadísticas de los países desarrollados [véase por ejemplo el informe de la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido (Office for National Statistics, 2016] han estado, en este sentido, estudiando las posibilidades de incorporar preguntas de identidad sexual y/o de identidad de género. Así como para la edad existe una estrategia directa e indirecta, también se han formulado propuestas en dos pasos para medir, en primer lugar, el sexo asignado al nacimiento y en segundo lugar, la identidad de género (The GenIUSS Group, 2014 #16852) en censos y encuestas. El INDEC (2012) ya cuenta con algunos estudios gracias a encuestas ad-hoc que podrían ofrecer antecedentes de prueba para futuras rondas censales. Esto trae consigo otras preguntas, ¿hasta dónde es posible que el censo indague estrictamente la composición por sexo de la población? (principal dimensión del análisis demográfico para investigar la reproducción de la población); independientemente de esto, ¿será necesario en futuros censos incluir distintas preguntas que indaguen sobre el sexo asignado al nacer, y otras sobre identidad de género diferenciada del sexo y/o la identidad sexual para obtener información necesaria para ciertas políticas públicas? ¿Es deber de un censo llevar a cabo este tipo de indagación? Estas cuestiones vienen marcando la urgencia de una nueva agenda de investigación en base a fuentes de datos censales y de encuesta, y en definitiva, de la metodología de las Ciencias Sociales.

[83]


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Anexos Tabla 3. Población por edades simples según sexo. Argentina, 2010 Tabla3. Población por edades simples según sexo. Argentina, 2010 Edad Total

Varones

Mujeres

19.523.766 20.593.330

Total 40.117.096

0

349.040

336.317

685.357

1

341.082

329.761

670.843

2

342.283

331.229

673.512

3

329.846

318.225

648.071

4

335.721

324.148

659.869

5

343.450

332.680

676.130

6

344.980

333.927

678.907

7

343.350

332.864

676.214

8

341.649

330.490

672.139

9

344.323

333.506

677.829

10

360.737

349.672

710.409

11

350.484

338.026

688.510

12

351.253

338.079

689.332

13

342.560

335.713

678.273

14

374.338

362.584

736.922

15

362.748

355.887

718.635

16

353.088

344.852

697.940

17

350.634

344.221

694.855

[84]


relmis.com.ar 18

359.286

354.323

713.609

19

359.305

357.723

717.028

20

349.212

346.815

696.027

21

325.664

325.302

650.966

22

324.165

325.199

649.364

23

323.799

326.737

650.536

24

325.616

327.640

653.256

25

311.955

316.121

628.076

26

302.205

306.851

609.056

27

303.535

307.445

610.980

28

321.564

327.716

649.280

29

312.847

320.270

633.117

30

328.197

336.373

664.570

31

312.003

321.997

634.000

32

302.446

314.231

616.677

33

299.524

310.863

610.387

34

281.172

291.907

573.079

35

282.604

293.989

576.593

36

262.693

274.036

536.729

37

259.598

269.801

529.399

38

256.537

267.319

523.856

39

250.096

261.762

511.858

[85]


relmis.com.ar 40

248.912

260.630

509.542

41

228.038

238.820

466.858

42

222.817

234.737

457.554

43

213.101

225.598

438.699

44

213.019

225.103

438.122

45

220.704

232.876

453.580

46

215.428

227.881

443.309

47

215.468

228.471

443.939

48

211.989

222.824

434.813

49

203.879

216.830

420.709

50

212.341

226.436

438.777

51

194.858

209.182

404.040

52

194.065

207.388

401.453

53

194.635

207.971

402.606

54

190.297

205.820

396.117

55

187.643

204.200

391.843

56

181.432

197.213

378.645

57

178.927

194.843

373.770

58

175.414

191.968

367.382

59

170.154

187.156

357.310

60

173.319

194.935

368.254

61

154.790

171.821

326.611

[86]


relmis.com.ar 62

151.211

171.678

322.889

63

144.736

164.058

308.794

64

136.858

157.784

294.642

65

138.149

162.109

300.258

66

122.707

145.289

267.996

67

115.871

139.122

254.993

68

109.009

132.571

241.580

69

102.833

125.401

228.234

70

105.949

134.546

240.495

71

91.197

116.686

207.883

72

84.638

111.644

196.282

73

80.445

108.495

188.940

74

76.209

106.088

182.297

75

75.096

106.217

181.313

76

65.769

95.524

161.293

77

62.633

94.006

156.639

78

61.294

94.629

155.923

79

56.689

89.802

146.491

80

52.487

90.998

143.485

81

44.177

76.866

121.043

82

39.776

71.857

111.633

83

34.268

65.651

99.919

[87]


relmis.com.ar 84

30.036

59.800

89.836

85

26.288

54.171

80.459

86

22.142

47.092

69.234

87

18.264

40.858

59.122

88

14.594

34.772

49.366

89

11.560

28.596

40.156

90

9.348

25.159

34.507

91

6.256

17.594

23.850

92

4.704

13.960

18.664

93

3.546

10.979

14.525

94

2.720

8.542

11.262

95

1.717

6.581

8.298

96

1.293

4.793

6.086

97

814

3.494

4.308

98

549

2.368

2.917

99

331

1.543

1.874

100+

784

2.703

3.487

Fuente: INDEC, CEN-10.

[88]


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Tabla 4. Población por grupos quinquenales de edad según sexo e Índice de masculinidad. Argentina, 2010 Índice de Grupo de edad

Varones

Mujeres

Total

masculinid ad

Total

19.523.766 20.593.330

40.117.096

94,8

0-4

1.697.972

1.639.680

3.337.652

103,6

5-9

1.717.752

1.663.467

3.381.219

103,3

10-14

1.779.372

1.724.074

3.503.446

103,2

15-19

1.785.061

1.757.006

3.542.067

101,6

20-24

1.648.456

1.651.693

3.300.149

99,8

25-29

1.552.106

1.578.403

3.130.509

98,3

30-34

1.523.342

1.575.371

3.098.713

96,7

35-39

1.311.528

1.366.907

2.678.435

95,9

40-44

1.125.887

1.184.888

2.310.775

95,0

45-49

1.067.468

1.128.882

2.196.350

94,6

50-54

986.196

1.056.797

2.042.993

93,3

55-59

893.570

975.380

1.868.950

91,6

60-64

760.914

860.276

1.621.190

88,4

65-69

588.569

704.492

1.293.061

83,5

70-74

438.438

577.459

1.015.897

75,9

75-79

321.481

480.178

801.659

67,0

80-84

200.744

365.172

565.916

55,0

[89]


relmis.com.ar 85-89

92.848

205.489

298.337

45,2

90-94

26.574

76.234

102.808

34,9

95+

5.488

21.482

26.970

25,5

Fuente: INDEC, CEN-10. Tabla 5. Población proyectada por grupos quinquenales de edad según sexo. Argentina, 2010 Grupo de edad

Varones

Mujeres

Total

0-4

1.740.485

1.679.188

3.419.673

5-9

1.689.364

1.632.628

3.321.992

10-14

1.735.344

1.679.302

3.414.646

15-19

1.751.386

1.698.173

3.449.559

20-24

1.697.550

1.652.173

3.349.723

25-29

1.618.705

1.591.198

3.209.903

30-34

1.628.149

1.620.658

3.248.807

35-39

1.353.587

1.358.431

2.712.018

40-44

1.179.076

1.194.181

2.373.257

45-49

1.093.940

1.131.951

2.225.891

50-54

991.757

1.076.899

2.068.656

55-59

906.470

996.927

1.903.397

60-64

760.092

867.044

1.627.136

65-69

602.756

726.318

1.329.074

70-74

456.960

614.371

1.071.331

75-79

331.313

513.715

845.028

[90]


relmis.com.ar 80 y más

309.737

639.123

948.860

Fuente: INDEC (2005a).

Tabla 7. Población proyectada por grupos quinquenales de edad según sexo. Argentina, 2010 Grupo de edad

Varones

Mujeres

0-4

1.723.000

1.661.000

3.384.000

5-9

1.670.000

1.613.000

3.283.000

10-14

1.716.000

1.660.000

3.376.000

15-19

1.735.000

1.682.000

3.417.000

20-24

1.681.000

1.635.000

3.316.000

25-29

1.609.000

1.578.000

3.187.000

30-34

1.623.000

1.612.000

3.235.000

35-39

1.350.000

1.354.000

2.704.000

40-44

1.176.000

1.191.000

2.367.000

45-49

1.092.000

1.130.000

2.222.000

50-54

991.000

1.075.000

2.066.000

55-59

906.000

996.000

1.902.000

60-64

760.000

866.000

1.626.000

65-69

603.000

726.000

1.329.000

70-74

457.000

614.000

1.071.000

75-79

331.000

514.000

845.000

80-84

330.000

713.000

1.043.000

85-89

90.000

214.000

304.000

[91]

Total


relmis.com.ar 90-94

28.000

87.000

115.000

95-99

6.000

25.000

31.000

100+

1.000

5.000

6.000

Fuente: ONU (2013).

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Autor. Nicolás Sacco. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Argentina. Licenciado y Profesor en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Doctor en Ciencias Sociales (UBA). Investigador en el Instituto de Investigaciones Gino Germani y en la Cátedra Demografía Social (UBA). Investigador Posdoctoral en el Centro de Desarrollo y Planificación Regional (Cedeplar), Universidad Federal de Minas Gerais. Investigador Visitante en el Instituto de Investigación en Población de la Universidad Estatal de Pennsylvania. E-mail: nsaccozeballos@gmail.com Citado. SACCO, Nicolás (2017). ―Sexo y edad en la experiencia censal moderna‖. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 1853-6190. Pp. 65-96. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/173

Plazos. Recibido: 12/04/2016. Aceptado: 23/07/2016.

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relmis.com.ar Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. ISSN 1853-6190. Pp. 97-100.

Reseña bibliográfica:

Para hacer el mundo visible Reseña del libro: GANDÍA, Claudia; VERGARA, Gabriela; LISDERO, Pedro; QUATTRINI, Diego y CENA, Rebeca (Compiladores) (2017)

Metodologías de la investigación: estrategias de indagación I Buenos Aires: Estudios Sociológicos Editora

Margarita Camarena Luhrs Metodologías de la investigación: estrategias de indagación I, es un libro novedoso que tensiona, efectivamente, lo que necesita la investigación para lograr hacer al mundo visible. Así, compiladores y autores muestran cómo generar la observabilidad de los fenómenos sociales requiere comprender a la metodología como una ―forma de conocimiento socialmente extendida, aceptada y legitimada sobre otro‖ (Gandía, et al., 2017: 14). Y desde esta perspectiva compartida, cada una de las contribuciones que se in-corporan paulatinamente al libro, van a ir comprendiendo diversas posiciones histórico-geopolíticas y perspectivas. De tal modo, hacen surgir y aparecer: ―(…) un conjunto de supuestos ontológicos y epistemológicos, decisiones metodológicas vinculadas a los reajustes del proyecto cuando las tareas están en marcha, las limitaciones o posibilidades que encontramos en el campo, [así como] las estrategias de análisis empleadas con los datos. (Gandía et al, 2017: 13). Dificultades indiscernibles de cómo conocer –para intervenir en la mejora deseada de la vida–, se van haciendo problemas evidentes a medida que urgen a darles atención, porque nos afectan real e idealmente: a los grupos, las comunidades y a las personas, así, inevitablemente, a los investigadores. Es decir, a todas las personas, pero especialmente a quienes son afectados e influidos, y a quienes los investigan profesionalmente. En este libro, estos problemas de investigación son tratados desde los niveles estratégicos del <qué y cómo hacerle> para indagar cuál es (real y potencialmente) la mejor intervención posible. Abstracción que contiene, inevitablemente, a las muchas ‗vueltas más prácticas‘ que darle al asunto para lograr actuar (poner en acción) lo que resulte como una mejora (del sentir-desear-pensar) en lo que toque al mundo social real. Entre las estrategias desarrolladas por los autores del libro, destacan las que atienden a la ruptura entre la formulación del problema y la formulación de los objetivos. Pero también las que se refieren a la necesaria conjunción del diseño metodológico y a la perspectiva teórica adoptada. Al igual que a la conexión necesaria entre teorías y metodologías, cristalizadas en conceptos, que a su vez se conectan con datos y niveles históricos concretos, si se atiende con detenimiento, la explicitación de diversos tipos de parámetros con qué lograr determinar la imagen mundo que puede hacerlo visiblemente evidente; también se reflexiona en torno a la utilidad de técnicas como la entrevista y a la importancia de la fotografía. Contexto y opiniones del libro. Desde proyectos de investigación colectivos en curso y en un contexto de 20 años de investigación ininterrumpida y compartida, tal como se muestra en el libro, sigue presente la convocatoria a seguir viviendo y a reiterar abierta la invitación a narrar la [97]


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experiencia metodológica más vital. Esta invitación a seguir proyectando adelante inquietudes, horizontes, desafíos metodológicos, lleva a seguir preguntándonos –junto con los compiladores y autores–, a cómo esculpir sensibilidad, participar de la discusión, dándole lugar a la diferencia y a la posibilidad rebelde de inquietar. Este libro insta a seguir explorando lo establecido y lo que cambió, los centros y los alrededores, el conocimiento y la vida, porque: Las tensiones y/o crisis allí inscriptas o los que vendrán, son una oportunidad que desafía las sensibilidades (tanto aquellas que se amarran fuertemente, como aquellas de las que sospechamos y/o advertimos su complicidad cuando la toma de decisiones en metodología de la investigación). Lo que está en juego en esas vivencias [y en los capítulos del Libro] son también oportunidades en las que sería relevante preguntarse acerca de cómo fortalecer los procesos emancipatorios en (con) esas estrategias de indagación. (Gandía et al, 2017: 236). Los cinco compiladores del libro, son Claudia Gandía, Gabriela Vergara, Pedro Lisdero, Diego Quattrini, Rebeca Cena. Ellos invitan a los veinte autores y, a través de sus trabajos, a nosotros, los lectores, a atravesar las posibilidades de sistematizar, advertir, dudar, solidarizarse con los actores y con su construcción de las realidades por las que optaron. Junto con los actores estudiados, compiladores y autores nos llevan a someter el método al análisis de la realidad, dando cuenta de las condiciones en que ésta acaece. Hacen converger el interés metodológico con las formas de intervenir en el mundo, entendiendo que así están transformándolo a partir de sus abordajes y, además, que lo indagado se traduce por condiciones de (im)posibilidad de lo observado (Gandía, et al, 2017: 16). Los autores y autoras, que son María Celeste Barrionuevo, Carla Belén Bettiol, Victoria D‘Hers, María Daniela Dubois, Mariana Dubois, Jorge Luis Duperré, Francisco Falconier, Vanina Guadalupe Fraire, Mariana Di Giovambattista, Graciela Magallanes, Pablo Maldonado Bosingnore, Rocío Belén Martín, Silvia Mellano, Jimena Peñarrieta, Ignacio Pellón, Valeria Mariel Politi, Heidi de Lourdes Raimondo, Rafael Sánchez Aguirre, Federico Scorza, Alan Zazu, son todos estrategas y tácticos de la investigación. En cada capítulo trabajan sobre distintos niveles de abstracción. Siguen diversidad de caminos y perspectivas invitándonos a abrir al juego, a entrarle a la dureza de los procesos de conocimiento, a hacer de lo hecho una base del conocimiento, a comprender el sentido de la acción. De este modo, comparten, además de las razones por las que vale la pena la investigación social más rigurosa, un cómo colaborar en la ruptura que sirve a la construcción teóricometodológica (en la medicina) y para el enriquecimiento de las prácticas; cómo diseñar la metodología sin dejar de aproximarse a los datos (en la enseñanza/aprendizaje de Ciencias Sociales). También, es muy interesante el concepto de trabajo, del ‗mundo del trabajo‘ en el siglo XXI, visto como relación histórica entre nuevas formas de entrenarse y de trabajar(<se> emocionalmente), sin dejar de lado a nuevos empresarios emprendedores ni al lugar que tienen las sensibilidades sociales como superficies de inscripción; incluso triangulando la investigación cuali-cuanti, con recursos como la entrevista a profundidad o la fotografía, para su definición. Tramas y mediaciones del diseño más conveniente en la indagación, son puestas al límite de vivir el trabajo de investigación como: experiencia propiamente metódica de una construcción que no elude, que in-corpora y traspasa la estructuración social, la acción colectiva y la expresividad, para habilitar las mejores decisiones. La lectura de este reciente libro, resulta de especial interés porque se trata de una obra con estructura coherente, equilibrada en cuanto a sus 11 capítulos. También es recomendable la revisión de los aportes contenidos en esta obra, porque reúnen lo significativo de las metodologías de las Ciencias Sociales, ―haciendo el hacer de/en las Ciencias sociales‖, caracterización rigurosas de la metodología, como filosofía y como camino del ser, del hacer social, dedicado a explicitar tanto salidas como causas y consecuencias en la convivencia o la regulación de la vida social. Naturaleza y contenido del libro. La obra publicada en junio de 2017, reviste un especial interés por la calidad de sus diversos contenidos y por la integración de sus distintos enfoques. Pero además, por la narración de las propias experiencias de este hacer-haciendo el mundo [98]


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humano con la investigación científica. Las colaboraciones reunidas abordan la dureza del conocimiento social, más rigurosamente objetivable (o sea, científico) y, fundamentalmente, las mejores maneras de cómo hacer constatable que ese conocimiento sí facilita la comprensión, previsión, intervención, en una palabra, el escalaje de procesos de cambio que resultan los necesarios/acertados/responsables; o sea los más convenientes para lograr la mejora social esperada como la óptima realizable, incluso deleitable. Intervención que se prueba finalmente en la medida que la vivamos como acción colectiva. Si uno vive a través de su conciencia, este importante libro es una noticia formidable del avance de las Ciencias Sociales. Pero además, es una convocatoria genial a seguir diversidad de caminos y perspectivas, tan sensibles ante la necesidad de conocimiento, como ante la urgencia de abrir paso a una conciencia, común. Mediante este novedoso libro compartimos no sólo vida (un hacer-haciéndose en constante cambio), sino vivencia (apertura a la decisión, aprecio al patrimonio, valoración de legados). Estilo del libro. El estilo de la argumentación es académico. Y si los autores de cada capítulo tienen un estilo particular, a lo largo de toda la obra se mantiene un nivel homogéneo de calidad en la comunicación y un carácter científico estricto. Y ello, resulta especialmente valioso e innovador de la literatura sobre estrategias y prácticas sociales de indagación. El formato editorial responde a las normas internacionales. Por lo que el estilo del libro no solo toma en cuenta y responde a los más altos estándares de calidad de la investigación en la materia, sino que conecta peculiarmente con el lector, lo cual es agradable. Calidad del libro. Destaca la profundidad de los trabajos presentados. En cada capítulo, hay una teoría clara, misma que también se construye a lo largo de todos ellos. Las aplicaciones prácticas y las recomendaciones son precisas y son congruentes entre sí. Se presentan aspectos innovadores, y se ahonda en aspectos conocidos. Las propuestas plantean alternativas metodológicas, inmediatas y mediatas, y enseñan cómo evitar, prever, atender riesgos asociados con la participación por medio de la investigación en Ciencias sociales que no pueden dejar de afectar el comportamiento del objeto –que siempre es sujeto/objeto– y que resultan más elusivos y menos predecibles que en las ciencias duras. Como las circunstancias especiales son todas las estudiadas, en este importante libro se hace notar que no son triviales. La responsabilidad es tremenda, por eso la exigencia del rigor previsor de las consecuencias que tiene la indagación, el mismo conocimiento generado y la(s) vida(s) afectadas. Todo entra en juego. Los beneficios del conocimiento son inseparables de los riesgos con los que se trabaja para lograr precisamente cambios y mejoras, porque con cada indagación, quiérase o no, se está construyendo una economía de efectos para todos, que hay que asimilar junto con el resto de las responsabilidades de entrarle a los desafíos del conocimiento para mejorar la vida. Estas vivencias, así maravillosamente presentadas, hacen posible apreciar el conocimiento social desde muy altos criterios de validación y, especialmente, desde la implacable, pero compasiva, sensibilidad que se necesita para que esto le sirva a la vida. Por eso se recomienda ampliamente la lectura para quienes deseen conocer más de una intervención responsable (de mayores alcances, horizontes y desafíos), que invite a generar metodología (concreción sintética del conocimiento del mundo que le da sentido) para contribuir con conciencia a la (co)creación de la realidad, o sea, a la vida misma.

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Autora. Margarita Camarena Luhrs. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México. Doctora en Ciencia Política por la UNAM. Investigadora titular del Área de Sociología urbana y regional del Instituto de Investigaciones Sociales (IISUNAM). E-mail: mcamare@hotmail.com Citado. CAMARENA LUHRS, Margarita (2017). ―Para hacer el mundo visible‖. Revista Latinoamericana de Metodología de la Investigación Social - ReLMIS. Nº14. Año 7. Octubre 2017 – Marzo 2018. Argentina. Estudios Sociológicos Editora. ISSN 1853-6190. Pp. 97-100. Disponible en: http://www.relmis.com.ar/ojs/index.php/relmis/article/view/224 Plazos. Recibido: 01/08/2017. Aceptado: 10/08/2017.

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