Reflexiones
CINEP/PPP
Agosto de 2015
Restitución de tierras* Luis Guillermo Guerrero Guevara Director del CINEP/ Programa por la Paz
La ley de restitución de tierras o ley 1448 de 2011, en la que se dictan medidas de reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno, ha sido una de las más debatidas y controvertidas en los últimos años. Y esto tiene su razón de fondo. La alta concentración de la tierra, su uso indiscriminado, el despojo a los más débiles, el saqueo de tierras al Estado y la riqueza generada para unos pocos son las causas históricas y estructurales del conflicto social y armado en Colombia. En la solución de este nudo gordiano de la tierra y todo lo que él asocia, está contenida la superación de la violencia, la realización de un desarrollo equitativo y sustentable y la construcción de la paz territorial para el país. Si bien la citada ley no es perfecta y tiene limitaciones importantes a superar para la efectiva reparación de las víctimas, ella es un avance histórico. Hace solo cuatro años en el país no se podía pensar en garantías institucionales para reparar a las víctimas. Hoy, por el contrario, se puede esclarecer el tema del despojo, sus autores y las zonas donde ocurrió. La ley, a la vez que rompe la inercia del Estado en la atención al problema de la tierra, es un instrumento jurídico para que las comunidades despojadas puedan reclamar y ser reparadas. Por eso, la aplicación de la ley, tiene a más de un despojador ocupado en ponerle todo tipo de obstáculos, legales e ilegales, a los reclamantes y al ejercicio que viene haciendo la Unidad de Restitución de Tierras en zonas como el Magdalena Medio, Bajo Atrato, Córdoba, Sucre, entre otras.
* Editorial presentada el domingo 2 de agosto de 2015, en el programa “Notas humanas y divinas” de RCN La radio. Audio disponible en http://bit.ly/1DVLL0Y
Luis Guillermo Guerrero Guevara
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El libro del Levítico, en el capítulo 25, expone el Código de Santidad. Para superar la inequidad en el reparto de la tierra eran necesarias dos cosas: primero, entender que Dios hizo la tierra para todos. Y, segundo, la exigencia de un nuevo sistema económico que asegure el reparto equitativo. Dios es el único dueño, nosotros somos forasteros y huéspedes. Para Dios la tierra debe ser fraternalmente repartida, lo que asegura una vida libre y digna. Para esto Israel tiene dos instituciones: el año sabático, que ordenaba que cada siete años la tierra descansara y se rehabilitara, y el año de jubileo: en el que se daba el derecho de rescate automático de la tierra al dueño anterior. Se buscaba que no existiera ni acaparadores ni gente sin tierra. La tierra es un don fraterno de Dios, comercializar la tierra es comercializar la Vida y eso va en contra de la justicia y el amor en la sociedad.
CINEP/ Programa por la Paz • 2015