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RETROSPECTIVA WONG KAR WAI

A PARTIR DEL 18 DE MARZO

Dotado de una singular sensualidad visual, un acompañamiento musical que en ocasiones raya la perfección y un romanticismo lleno de expresión, el cine de Wong Kar Wai se ha convertido en uno de los más destacados referentes contemporáneos del llamado “cine de autor”. Desde finales de los años 80, sus colaboraciones con figuras como el cinefotógrafo Christopher Doyle, el editor y diseñador de producción William Chang, y los actores Tony Leung Chiu-wai y Maggie Cheung, han cautivado a las audiencias de todo el mundo y logrado el amplio reconocimiento de la crítica. La penetrante poética de películas como Deseando amar (2000) y Happy Together: Historia de un encuentro (1997), y las inolvidables bandas sonoras que acompañan sus historias y su estilo narrativo único, transmisor de poderosos relatos acerca del recuerdo y la pertenencia, han influido en numerosos artistas y cineastas alrededor del mundo, además de marcado un punto de inflexión en la historia del cine asiático.

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En colaboración con MUBI, este ciclo de seis películas presenta los trabajos más destacados en la filmografía del cineasta chino, desde sus reveladoras películas tempranas, Las cenizas del tiempo (1994) –en su reedición de 2008– y Chungking Express (1997) hasta la paradigmática Deseando amar, considerada una de las obras más influyentes del cine contemporáneo, y su secuela futurista, 2046 (2004).

Cineteca Nacional

2046 · 2004

LAS CENIZAS DEL TIEMPO (REDUX)

CHUNGKING EXPRESS

ÁNGELES CAÍDOS

HAPPY TOGETHER: HISTORIA DE UN ENCUENTRO

Dung che sai duk · Hong Kong-Taiwán · 1994/2008 · 93 min. D: Wong Kar Wai.

A mediados de los años 90, Wong Kar Wai estrenaba este melodrama de época marcado por el amor y las artes marciales, sobre un hombre que después de ser rechazado por la mujer que amaba, se aisló en el desierto contratando expertos guerreros para llevar a cabo asesinatos por encargo. Sin embargo, el director chino nunca estuvo satisfecho con la película, por lo que años más tarde reeditó una nueva versión replanteando la estructura de la historia y añadiendo efectos especiales y una nueva banda sonora.

Chung Hing sam lam · Hong Kong · 1994 · 102 min. D: Wong Kar Wai.

En un restaurante de comida rápida convergen dos historias de amor independientes: la primera describe el fugaz encuentro entre un joven policía obsesionado con su exnovia y una misteriosa mujer traficante de drogas; la segunda se centra en el romance de un solitario policía con la camarera del restaurante. Mezclando el thriller propio de Hong Kong con una forma más experimental, Wong Kar Wai consiguió con esta obra una favorable respuesta de la crítica que le dio gran reconocimiento internacional.

Do lok tin si · Hong Kong · 1995 · 99 min. D: Wong Kar Wai.

Concebida originalmente como un segmento de Chungking Express, Ángeles caídos es el reverso oscuro de su predecesora, siguiendo los destinos entrelazados de un asesino a sueldo cansado de su trabajo, su socia encargada de planificar los asaltos (y que lo añora en secreto) y un joven mudo que se dedica a explorar negocios ajenos. Contra el sórdido paisaje nocturno de Hong Kong, la película es tanto una vertiginosa sinfonía urbana como una conmovedora meditación sobre el amor, la pérdida y el anhelo.

Chun gwong cha sit · Hong Kong-Japón-Corea del Sur 1997 · 96 min. D: Wong Kar Wai.

Dos jóvenes de Hong Kong viajan a Argentina para intentar salvar su inestable relación. Sin embargo, no superan la crisis sentimental y optan por separarse. Así, en un país extraño, luchan por juntar el dinero para regresar a casa. Transitando del ritmo acelerado de sus primeras obras a un estilo más clásico, Wong Kar Wai hace el retrato de un romance homosexual atrapado en un ciclo de celos y pasiones autodestructivas, por el cual obtendría el premio al mejor director en el Festival de Cannes.

DESEANDO AMAR

2046

LA MANO

Fa yeung nin wah · Hong Kong-China · 2000 · 98 min. D: Wong Kar Wai.

Hong Kong, 1962. Chow Mo-wan y Su Li-zhen se mudan a apartamentos vecinos el mismo día. Sus encuentros son formales y educados, hasta que un descubrimiento sobre sus respectivos cónyuges crea un vínculo íntimo entre ellos. Deseando amar es una melancólica evocación del anhelo romántico que, con una elegante fotografía acompañada de un tema del músico japonés Shigeru Umebayashi y canciones de Nat King Cole, se convirtió en influencia estilística para el cine mundial e hito en la carrera de Wong Kar Wai.

La secuela de Deseando amar combina el anhelo romántico de esa película con una compleja estructura de saltos temporales y un giro de ciencia ficción. Tony Leung repite su papel del periodista y escritor Chow Mo-wan, cuyas numerosas relaciones fallidas con mujeres que entran y salen de su vida inspiran la delirante historia de amor futurista que escribe en su cuarto de hotel. 2046 es la obra más barroca de Wong Kar Wai, un compendio de todo su cine que lleva los estilemas del director a la extenuación.

La señorita Hua, una imperiosa cortesana de Hong Kong, masturba a su nuevo sastre para que él la recuerde con cada cheongsam [vestido femenino] que diseña para ella, en una especie de recordatorio que se hace más poderoso a medida que su salud se desvanece. “La mano” formó parte de Eros, un tríptico de cortometrajes que tienen en común el erotismo, la sensualidad y el amor, dirigidos por Michelangelo Antonioni, Steven Soderbergh y Wong Kar Wai, siendo este último el mejor recibido por la crítica.

Hong Kong-China-Francia-Italia-Alemania · 2004 · 129 min. D: Wong Kar Wai.

Hong Kong · 2004 · 56 min. D: Wong Kar Wai.

Wong Kar Wai en el rodaje de Deseando amar · 2000

WONG KAR WAI: EL MAESTRO DEL “HOLLYWOOD DEL ESTE”

Extractos de un texto de Vivienne Chow BBC 9 de noviembre de 2018 Traducción: Gustavo E. Ramírez Carrasco

Ángeles caídos · 1995

Hong Kong ha sido un personaje central en varias de las películas de Wong Kar Wai. Pero lo que hace al director distinto a sus colegas es que mira la ciudad desde una perspectiva foránea. Él mismo llegó a describirse para un libro [del guionista y director francés] Laurent Tirard no como un cineasta, sino como un «miembro de la audiencia que pasó a estar detrás de la cámara». A diferencia de otros realizadores que se sumergen en esa ciudad, como Johnie To y Stephen Chow, la distancia en las películas de Wong le permite crear un enigmático y fascinante mundo cinemático.

Nacido en Shanghái en 1958, Kar Wai se mudó a Hong Kong con su padres a la edad de cinco años, donde tuvo problemas para comunicarse debido a su incapacidad para hablar cantonés, el lenguaje local de ese territorio. A su madre le sucedía lo mismo, y el cine se convirtió en un refugio para ambos. «Era algo que se podía entender más allá de las palabras. Un lenguaje universal basado en imágenes», recuerda.

Happy Together: Historia de un encuentro · 1997

Las cenizas del tiempo (Redux) · 1994-2008

Deseando amar · 2000

2046 · 2004

Como entusiasta del cine, el joven Wong Kar Wai se encontró a sí mismo en el tiempo y en el lugar correctos. Era 1979 y la Nueva Ola del cine de Hong Kong estaba comenzando. Directores jóvenes influenciados por Occidente, como Ann Hui, Tsui Hark y Patrick Tam, empezaban a hacer películas que se distinguían de las producciones de los grandes estudios hongkoneses como Shaw Brothers y [Golden Sky] Golden Harvest. La travesía de Kar Wai para convertirse en un director de cine inició en este punto. Tras graduarse del Politécnico de Hong Kong como diseñador gráfico en 1981, se enroló en un programa de entrenamiento para guionistas en la emisora local TVB, y un año después, comenzó a escribir guiones para cine, incluyendo el de Final Victory (1987), dirigida por Patrick Tam, un trabajo que le valdría una nominación en los Premios de Hong Kong.

Cuando dejó la televisión para hacer sus propias películas, en un momento en el que la industria cinematográfica de la ciudad estaba en su máximo, Wong Kar Wai logró sacar provecho de la sensibilidad visual que había desarrollado cuando era niño. Sólo dos años después del lanzamiento de A Better Tomorrow, de John Hoo, que se convirtió en un éxito de taquilla para el cine de gánsters en Hong Kong, hizo su debut como director con As Tears Go By (1988), una sutil y sin embargo altamente estilizada pieza de cine gansteril acerca de dos jóvenes matones, interpretados por Andy Lau y Jacky Cheung. Su opera prima sentó los cimientos para los siguientes trabajos.

En vez de estar guiadas por tramas, las películas de Wong han contado historias a partir de imágenes y estados de ánimo, algo que quedó manifiesto en Days of Being Wild (1990), ambientada en un reimaginado Hong Kong de los años 60. La cinta fue protagonizada por las más grandes estrellas hongkonesas de ese momento, entre ellas [el cantante] Leslie Cheung como un junior desilusionado, cuyas amantes fueron interpretadas por las actrices Maggie Cheung y Carina Lau.

Chungking Express · 1994

Verdades universales

Hong Kong llegó a producir cerca de 200 películas al año a principios de los años 90. Este auge incontrolable en la industria permitió a Wong Kar Wai emprender una aproximación menos comercial. Days of Being Wild fue un desastre de taquilla a nivel local, pero su reconocimiento por parte de la crítica convirtió al director en una de las figuras hongkonesas más destacadas del cine. Apoyado en la prosperidad económica del territorio durante la última década de su era colonial, encontró la oportunidad de explorar y desarrollar un estilo singular. Así, con la ayuda del cinematógrafo Christopher Doyle y el director de arte William Chang, desarrolló una estética y un lenguaje visual únicos. En sus películas, las imágenes son lo primero, e incluso los diálogos y las narrativas fragmentadas aparecen como si fueran instantáneas.

El cineasta ha confesado que para privilegiar la idea de espacio –físico y también emocional– en sus películas, la búsqueda de locaciones viene incluso antes de la escritura. Chungking Express, por ejemplo, plantea en paralelo las peculiares aventuras románticas de dos solitarios policías en Hong Kong. Aunque comúnmente considerado como un trabajo ligero, el filme explora temas complejos como la identidad y la ansiedad, al tiempo la ciudad se aproximaba a los anticipados cambios políticos [de su retorno a China]. Más tarde, vendría Happy Together: Historia de un encuentro (1997), donde Buenos Aires [Argentina] funciona como el exótico escenario extranjero para una historia de amor homosexual atrapada en el sofocante espacio emocional de repetidas rupturas y reconciliaciones.

Ángeles caídos · 1995

Happy Together: Historia de un encuentro · 1997

Si bien, pueden estar ambientadas sobre el tapiz de los años 60 o algún moderno paisaje urbano, las películas de Wong Kar Wai tocan temas universales. No se necesita un profundo conocimiento acerca del contexto histórico o cultural de Hong Kong o la cultura china para ser capaz de apreciarlas. Esto es particularmente perceptible en Las cenizas del tiempo, una producción costosa que llevó cerca de dos años en ser completada, y una de las favoritas para la crítica. Subversión del género clásico de las artes marciales, o wuxia, se trata esencialmente acerca de recordar y olvidar, un tópico que puede ser entendido sin importar el contexto cultural del espectador.

Happy Together: Historia de un encuentro llegó poco antes del fin del fin del dominio británico sobre Hong Kong, cuando la ciudad se convertía en el centro de la atención internacional. La película consolidó el prestigio de Wong Kar Wai, convirtiéndolo en el primer chino en ganar el premio al mejor director en el Festival de Cannes. Tras la entrega del territorio, los primeros años después del restablecimiento de control político de China siguieron siendo muy prósperos, como si pocas cosas hubieran cambiado en la ciudad, y el año 2000 vio el lanzamiento de Deseando amar, un drama romántico ambientado en el Hong Kong de los años 60, ampliamente reconocido como el trabajo más depurado de Kar-wai.

Las cenizas del tiempo (Redux) · 1994-2008

Deseando amar · 2000

LA TEXTURA DE LAS EMOCIONES

Extractos de un texto de Carlos F. Heredero Especial núm. 2 de Cahiers du Cinéma España, abril de 2008

Ángeles caídos · 1995

Christopher Doyle no sólo busca afanosamente en cada rodaje la película que persigue, sino también una experiencia física y emocional. Esa búsqueda tiene siempre para él una dimensión íntima, y sus formas están estrechamente vinculadas con los espacios, con las relaciones personales, con los avatares cotidianos del rodaje, con la atmósfera climática del entorno, con los estados de ánimo, con la música y hasta con la excitación sexual. Su luz y sus encuadres son más deudores del swing de unos movimientos inesperados, de una temperatura emocional que desborda la escena, de una carencia o de un exceso de luz ambiental, o incluso de los errores de un actor […] o de las determinaciones férreas de un director.

Conviene recordar que Doyle había sido marino mercante en un barco noruego, pero también cuidador de ganado en un kibbutz israelí […], doctor de medicina china en Tailandia y estudiante de lengua y literatura china en Hong Kong o fundador de la primera compañía de teatro moderno que surge en Taiwán, donde permanece como “ilegal”. Tendría que esperar a 1983 para llegar a fotografiar un primer largometraje, dirigido por su amigo y compañero de agitación cultural, Edward Yang. Pero fue hasta 1986 cuando este outsider errante se traslada a París, donde ocasionalmente fotografía antes de emprender, una vez más, el camino del exilio vital para establecerse en Hong Kong, donde, ya con 34 años, empieza a desarrollar una trayectoria estable como director de fotografía.

Happy Together: Historia de un encuentro · 1997

Chungking Express · 1994

2046 · 2004

Las heridas y surcos que arrastra su intenso itinerario vital y existencial se harán visibles de forma determinante en su práctica fílmica. Su aproximación a la luz, su forma de revertir en provecho propio su carencia o exceso, su talento para hacer de la necesidad su virtud, le llevan así por un camino que converge –de forma lógica– con Wong Kar Wai, su inimitable alma gemela en cuanto métodos de rodaje, el director que mejor partido podrá sacar de su capacidad para improvisar, para atrapar la esencia de una interpretación persiguiendo a un actor que se mueve por sus propios impulsos, para conjugar visualmente el latido y el pulso de esas asociaciones íntimas y no racionalizables que movilizan las fantasías de una memorable galería de personajes prisioneros del desamor y cautivos de sus propias ensoñaciones imaginarias.

La emoción y la urgencia

A partir de entonces, la textura ingrávida y acuosa a la vez de sus imágenes, los flashes y destellos, las variaciones de velocidad dentro del mismo plano, las manchas de luz y color que salpican la pantalla, la yuxtaposición visual de impulsos rítmicos y pinceladas intuitivas, la vibración de una cámara llevada casi siempre a mano, la inestabilidad de los encuadres, los saltos en el interior de una misma toma y los efectos de aceleración congelada acaban de configurar, en el cine de Wong Kar Wai, un verdadero palimpsesto visual sobre el que se borran y recomponen alternativamente la representación hiperrealista y los fogonazos de abstracción pop, el vértigo nocturno de la urbe y la dilatación de las vivencias interiores, los deseos individuales de los personajes y la vorágine colectiva del entorno.

Ángeles caídos · 1995

2046 · 2004

De aquí nace esa sensación simultánea de vitalidad y melancolía que desprenden películas como Days of Being Wild, Las cenizas del tiempo, Chungking Express, Ángeles caídos, Happy Together: Historia de un encuentro y Deseando amar. Es decir, el pulso sanguíneo de unas imágenes filmadas en estado de emoción y urgencia (hechas de rupturas y continuidades, de combustión y fatiga, de adrenalina y velocidad), que parecen capturar a los personajes como si fuera la cámara, y no ellos, quien persiguiera sin cesar el deseo quimérico de detener el tiempo, de fijar las emociones, de escuchar el desgarro amoroso, de ver el sonido de un sentimiento, de palpar el olor de la lluvia o el aroma de una habitación.

La luz y la cámara de Doyle en la obra de Wong Kar Wai ponen en juego un torbellino de emociones, una sinfonía de colores y una coreografía de ruidos internos hasta configurar un espacio y tiempo imaginarios, en los que la representación de la soledad y de los anhelos interiores escenifica el recurrente y casi siempre promiscuo desencuentro, típicamente posmoderno, entre las urgencias del deseo individual y el anonimato de la sociedad urbana contemporánea, entre un tiempo “vivido” y un tiempo impuesto por los relojes.

La obra de Christopher Doyle aparece así inevitable y prioritariamente vinculada a la de Wong Kar Wai, en cuyo cine la danza jazzística ejecutada por ambos parece quemar energía sin cesar para iluminar –visual, dramática y moralmente– el laberinto espacial, la geografía emocional y la percepción sensorial propia de un universo inestable y delicuescente, que tiende a difuminar las identidades. De esa fibra y de esa textura se alienta su luz, su forma de encontrar y de capturar las imágenes.

Happy Together: Historia de un encuentro · 1997

LA MÚSICA EN EL CINE DE WONG KAR WAI

Extractos de un texto de Ricardo Marín Gatopardo Ciudad de México, 24 de julio de 2019

2046 · 2004

Normalmente en el cine siempre se hace una distinción –en ocasiones innecesaria– entre estilo y sustancia. Los dos términos son amplios y difíciles de definir, pero a grandes rasgos el primero tiene que ver con los recursos más llamativos (movimientos de cámara, música, color, encuadres y demás elementos formales), mientras que el segundo se refiere al sustento intelectual detrás de éstos, a lo que están comunicando.

Resulta atípico encontrar a un director cuyo balance de estos sea natural y placentero, que tenga inolvidables momentos visuales y una potente carga temática. Quizá por eso Wong Kar Wai es un referente mundial, sus historias no son tanto narrativas, con principio y fin, sino collages sensoriales que van del monocromo al arcoíris en un melancólico segundo. En muchas ocasiones esto se debe a su cámara flotante, en otras puede ser la necedad con la que utiliza película de 35 mm aunada a procesos atípicos de revelado […] Pero pocos elementos tienen el peso dramático que busca Wong Kar Wai como la música.

Wong Kar Wai emigró en 1963 –a sus 5 años–, en vísperas de la Revolución Cultural, de Shanghái a Hong Kong. [Crecer en esta región] le otorgó una serie de impresiones y choques que moldearon su personalidad como director. En primer lugar está el lenguaje, que no sólo incluía aprender cantonés –con mucha dificultad–, sino un sincretismo occidental que no existía en su ciudad natal, pues Hong Kong estaba bajo control inglés durante los 60 y ese idioma también era común. Wong Kar Wai no sólo creció medianamente alienado de la población de Hong Kong, sino que también estaba expuesto a la cultura occidental, a películas y música pop en inglés.

Deseando amar · 2000

Chungking Express · 1994

Chungking Express · 1994

Ángeles caídos · 1995

Su primer largometraje, As Tears Go By [Wong Gok ka moon, 1988], es quizá el más convencional de todos, con una historia de gánsters y enredos amorosos al frente. Kar Wai dejó sus sellos característicos desde temprano: brillantes luces incandescentes, iluminación específica a la escena y música popular. Particularmente notable, es una secuencia donde se escucha “Take My Breath Away”, original de Berlin y conocida como soundtrack de Top Gun: Pasión y gloria [1986], en un cover hecho por Sandy Lam, icónica intérprete de Hong Kong. Canciones fuera de contexto en situaciones emotivas se volvieron una huella indeleble en el estilo de Wong Kar Wai.

Ninguna otra película estaría exenta de este estilo memorable. Su siguiente película, Days of Being Wild [Ah Fei jing juen, 1990], sería otro ejemplo clave de pop mezclado con melancolía. Para este trabajo, Wai se orientó más al easy listening y el jazz latino, mezclando un soundtrack con composiciones de Xavier Cugat (notables inclusiones son “Perfidia” y “Jungle Drums”) con un par de piezas de Los Indios Tabajaras, clásico dúo brasileño. En 1995 realizó Ángeles caídos, que incluye cosas como Massive Attack (la primera canción que aparece es “Karmacoma”) así como una rendición a cappella de “Only You” compuesta por Vince Clark para su grupo Yazoo, misma que cierra la película en un kinético montaje. Wong es experto en empalmar esas sensaciones opuestas, en hacer que tiernas canciones de amor se mezclen con secuencias violentas o reflexivas.

Pero su primer éxito internacional vendría con Chungking Express [1994], un agridulce dramedy sobre amores perdidos y policías tristes. Wong Kar-wai no escatimó para esta singular película, donde la clásica “California Dreamin’” de The Mamas & the Papas aparece un total de ocho veces, acaparando casi diez minutos de duración total en la película. Aparte de las secuencias inolvidables de Faye Wong bailando con esta pieza, esta actriz y cantante también interpretó un cover de “Dreams” de The Cranberries, sólo que esta versión fue producida por Robin Guthrie (antes miembro de Cocteau Twins).

Happy Together: Historia de un encuentro · 1997

Su largometraje Happy Together: Historia de un encuentro [1997], básicamente popularizó la versión de “Cucurrucucú Paloma” de Caetano Veloso, al grado que otros dos románticos cineastas la ocuparon en sus largometrajes (Pedro Almodóvar y Barry Jenkins). No obstante, ninguno superaría la película más aclamada de Wong Kar Wai: Deseando amar [2000]. Este nostálgico largometraje recrea Hong Kong durante los 60, justo la infancia del cineasta, y la música es una callada pero apasionada mezcla de jazz, bolero y depresión romántica, principalmente evocando la música de Nat King Cole.

Despojado de su hogar desde pequeño, y forzado a vivir en un lugar donde sólo sentía alienación, Wong Kar Wai tomó la satisfacción inmediata de la música y la cultura popular (especialmente la occidental), y la combinó con la separación que uno puede sentir de sí mismo, de los demás y de su país. Por lo tanto, sus largometrajes no son exclusivamente chinos, sino una mezcolanza peculiar que refleja el lugar donde creció. Sus películas están fuertemente ligadas a la simbiosis de imagen y sonido, donde diferenciarlas es una labor no sólo inútil, sino imposible. Este director hace películas donde estilo y sustancia no son elementos separados donde uno vale más que otro, más bien son una sola cara inseparable, que estimulan la virtud de escuchar con los ojos y ver con los oídos.

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