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ESTRENOS
Casablanca · 1942
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CASABLANCA
D: Michael Curtiz. 1942 · 102 min. · B/N Estados Unidos Dist: Park Circus.
Extractos de un texto de Roger Ebert Sitio oficial de Roger Ebert sept. 15, 1996 Chicago
Traducción: Gustavo E. Ramírez No es ningún misterio que Casablanca es uno de los filmes más populares que se hayan hecho. Es acerca de un hombre y una mujer que están enamorados, pero que sacrifican su amor por un propósito mayor. Esto es algo inmensamente atractivo, porque el espectador no sólo es capaz de imaginar lo que significa obtener el amor de Humphrey Bogart o Ingrid Bergman, sino también de renunciar a él como una forma de contribuir a una lucha más importante, la de derrotar a los nazis.
La verdad es que ninguna de las personas que trabajaron en Casablanca pensó que estaban haciendo una “gran película”. Para ellos, era simplemente una producción más de Warner Bros, algo así como “una más en la lista”, con Bogart, Bergman y Paul Henreid como estrellas, y un elenco de actores secundarios que no podía estar mejor armado entre aquellos habituales en la compañía: Peter Lorre, Sidney Greenstreet, Claude Rains y Dooley Wilson. Pero fue realizada con un presupuesto reducido y había pocas expectativas en el momento de su lanzamiento. Todos los implicados habían trabajado y lo seguirían haciendo en películas hechas en circunstancias similares, y la grandeza de Casablanca fue mayormente el resultado de un golpe de suerte.
No obstante, aunque la película se vea una y otra vez, año con año, nunca se vuelve algo ordinario. Entre más se conoce, más se gusta de ella. El blanco y negro de la fotografía no ha envejecido como lo hubiera hecho el color, y los diálogos son tan magros y al mismo tiempo pesimistas que no se sienten anticuados. Buena parte del efecto emotivo del filme dirigido por Michael Curtiz ha sido obtenido a través del artilugio; al salir de la sala, estamos absolutamente convencidos de que lo único que detiene al mundo de volverse loco es que los problemas de tres pequeñas personas, consiguen, después de todo, mucho más de lo que se piensa.
DESEANDO AMAR
Fa yeung nin wah D: Wong Kar Wai. 2000 · 98 min. · Color Hong Kong-China Dist: MUBI - Pimienta Films.
Extractos de un texto de Léa Michaut Premiere nov. 8, 2020 Francia
Traducción: Edgar Aldape Morales El amor. Un tema atemporal, vivido por todos y para todos, pero sobre todo producido, imaginado y fantaseado por el cine durante décadas. No obstante, la mejor revisión y reinvención [en pantalla] ocurrió en el 2000 gracias al director Wong Kar Wai. Está lloviendo en Hong Kong. Es 1962. El Sr. Chow, redactor en jefe del periódico local, y la Sra. Chan, una secretaria, viven en departamentos vecinos. Al descubrir poco a poco que sus respectivos cónyuges, a menudo ausentes, son amantes, el Sr. Chow y la Sra. Chan también terminarán forjando sentimientos el uno hacia el otro.
Quizá el tema suena mundano, pero en sus manos Wong Kar Wai logra deconstruir lo conocido para crear una odisea visual y silenciosa de un amor casto, fiel, entre sus dos personajes. Un deseo que se compone de miradas, de dudas y, a veces, de un dolor mudo. Los protagonistas sólo se cruzan y rozan entre sí dentro de pasillos estrechos, decepcionados del amor, del cual también son víctimas. El título quebequense del filme, Los silencios del deseo, traduce muy bien la indescriptible emoción que la película ha logrado transmitir a generaciones de espectadores.
El hecho de que esa relación permanezca casta seguramente hace que ese amor sea aún más grande y catártico. Extrañamente, el filme lleva al espectador por una aventura hecha de tensión, inmortalizando el deseo a través de la imagen, donde lo casto deviene en una sugerencia carnal. Eso es lo que propone Wong Kar Wai: una puesta en escena sobre el amor y los deseos a través de momentos fugaces. Los perseverantes y cuidadosos amantes quieren ser diferentes. Se niegan a ser como aquellos que les rodean, se niegan a sucumbir al adulterio, y ellos mismos lo dicen: «nosotros no seremos jamás como ellos». En Deseando amar, una magistral cámara se pone al servicio del amor sugerido.
LA NOVIA DEL DESIERTO
D: Cecilia Atán y Valeria Pivato. 2017 · 78 min. · Color Argentina-Chile Dist: Cineteca Nacional.
Extractos de un texto de Víctor Blanes Picó El antepenúltimo mohicano may. 28, 2017 Cannes La Difunta Correa es una extraña figura mítica de la cultura popular del norte de Argentina. La historia de esta mujer que se adentró en el desierto con su recién nacido en busca de su marido genera tal devoción que muchos la consideran casi como una santa. La leyenda cuenta que murió de sed; sin embargo, el bebé consiguió amamantarse del cadáver de su madre hasta que unos arrieros lo salvaron.
En este paisaje, Cecilia Atán y Valeria Pivato construyen la historia de dos almas solitarias que, como ellas mismas dicen, «son dos piedras más en el camino». Teresa, una trabajadora del hogar de Buenos Aires, se ve forzada a mudarse a [la provincia de] San Juan cuando la familia para la que trabajaba cambia de residencia. En su viaje, un despiste le hace perder su maleta, pero encuentra a un hombre apodado “El Gringo” que la acompañará en su búsqueda por encontrarla.
Teresa y El Gringo bien podrían ser una dislocación de la figura de la Difunta Correa y su marido. Ella, abatida y triste, tiene que cruzar el desierto para continuar su vida. Él conduce su casa rodante vendiendo productos de pueblo en pueblo. Es entre las casas aisladas y nubes de polvo donde ambos encontrarán un refugio nuevo. Atán y Pivato utilizan el entorno para componer bellos encuadres en los que, poco a poco, los dos personajes se acercan. Las realizadoras crean una imagen que nunca se ve forzada. Al contrario, saben integrar la aridez del paisaje en una historia que cada vez se vuelve más cálida, pese al desierto que actúa como la metáfora perfecta de la soledad y el abatimiento al que se enfrenta Teresa. El peso de la película recae en Paulina García, quien ofrece una interpretación formidable que, junto al gusto visual de las directoras, son lo mejor de una cinta que supera las expectativas de una opera prima.
EL INVIERNO
D: Emiliano Torres. 2016 · 93 min. · Color Argentina-Francia Dist: Mirada Distribución.
Edgar Aldape Morales Cineteca Nacional ago. 8, 2019 Ciudad de México El viejo capataz de una propiedad rural donde se esquilan ovejas comienza su rutina de forma tranquila: alimenta a los perros, bebe té y fuma recargado en una camioneta mientras espera a un nuevo grupo de trabajadores que llegan para la temporada de esquila. Entre ellos está el silencioso Jara, que sabremos después sustituirá a Evans, el capataz del rancho, quien con desasosiego se irá de ese lugar al que le dedicó gran parte de su vida.
Con ese argumento se sustenta la opera prima del argentino Emiliano Torres, filme riguroso que podría ser difícil de digerir por su ritmo y por la mezcla de varias dimensiones narrativas. Aunque una vez asimilado el tono, se devela una película profunda y luminosa, muy en sintonía con la notable fotografía de Ramiro Civita, la cual captura la amplitud y belleza de las planicies y montañas de la Patagonia argentina, primero verdosa y luego cubierta por la nieve.
El entramado propuesto por el novel director navega entre la introspección, el suspenso y hasta una pizca de western, con Evans y Jara como dos forajidos cuya relación transita de la curiosidad e incertidumbre a la sospecha y la tensión. Sin embargo, lo privilegiado es un estudio de carácter con varios subtextos que rodean a los protagonistas: la distancia entre generaciones, los lazos familiares, la cotidianidad de los trabajadores rurales, las marcas de una masculinidad tosca, la violencia contenida que estalla en situaciones límites y la irrupción de un capitalismo dispuesto a alterar el destino de la gente sin ningún reparo. Árida y contemplativa como el clima inhóspito donde se sitúa, El invierno retrata la soledad y el choque de dos hombres que, pese a su diferencia de edad, se hallan unidos por la hostilidad de un entorno que puede llevarse todo rastro de esperanza.
LA PALOMA Y EL LOBO
D: Carlos Lenin Treviño. 2019 · 106 min. · Color México Dist: Piano.
Extractos de un texto de Axl Flores Correspondencias. Cine y pensamiento mar. 8, 2020 Ciudad de México Durante el Festival de Cannes de 2013, la presentación de Heli de Amat Escalante causó controversia por mostrar la tortura de un joven por parte de un grupo criminal. La cinta, que narra la entrada del crimen organizado a Guanajuato, fue una de las primeras representaciones de la guerra contra el narco. La paloma y el lobo, opera prima de Carlos Lenin Treviño, no centra ya su reflexión en el surgimiento de aquella violencia, sino en la vida inmersa en ella o, más bien, en la sobrevivencia dentro de ese sistema.
Lobo vive con Paloma, su pareja, en un departamento aislado de la sociedad. Los contactos con su exterior se reducen a llamadas telefónicas, videos y algunos amigos que conocen en el trabajo. A las múltiples constricciones que afectan su vida sentimental, se le agregan las de un pasado tenebroso que ha dejado la ciudad en medio del abandono y con el fantasma de la violencia siempre presente.
Pese al carácter fabulesco de su título, La paloma y el lobo es un relato de los relegados, de las consecuencias que llevan a las personas a salir de su lugar de origen para lograr una vida en paz. La representación de la violencia no es física, sino simbólica. Todos los espacios del filme están impregnados de esa opresión simbólica, con una atmósfera claustrofóbica aun en los espacios abiertos que adquiere toques distópicos y señaliza como culpable al sistema que los ha relegado a vivir así. En ese sentido, los crímenes y la persecución que sufre Lobo después de tener problemas con la delincuencia no son el principal hilo narrativo. La película habla sobre la tortura, indaga sobre sus sonidos, pero no la muestra. Poco importa la manifestación física de la crueldad, sino la psicológica; el miedo y el terror en los planos más íntimos. La paloma y el lobo asume que los relatos menos esperanzadores son los que mejor nos permiten reflexionar sobre la guerra y sus consecuencias.
PASTOR O IMPOSTOR
Boże Ciało D: Jan Komasa. 2019 · 115 min. · Color Polonia-Francia Dist: Alameda Films.
Extractos de un texto de Carlos Bonfil La Jornada nov. 26, 2020 Ciudad de México Basado en hechos reales, el guion de Mateusz Pacewicz trasciende la anécdota que es punto de partida de Pastor o impostor, tercer largometraje de ficción del realizador Jan Komasa, para señalar el agotamiento espiritual que actualmente atraviesa una institución católica polaca muy renuente a la modernización y al cambio. El caso de Daniel, un joven lleno de vitalidad inventiva, es al respecto sintomático. Él atiende a las enseñanzas de su mentor progresista, el padre Tomasz, respecto a la necesidad de una comunicación directa con Dios, y lo hace con tanto celo que incluso asume la identidad de su maestro para ejercer su nuevo oficio venal de cura de aldea.
Lo notable es la manera en que el director maneja diversos grados de ambigüedad moral en los personajes centrales. Todos parecen compartir secretos inconfesables y eso impide que Daniel, el impostor, sea una anomalía total en el pueblo y que se vea de inmediato sometido a una censura abierta. Asimismo, está el caso de un alcalde corrupto que procura ganarse la confianza del nuevo cura o someterlo a sus chantajes para actuar con impunidad. O la acumulación de rencores colectivos que responden a agravios ciertos, pero que también sacan a flote una conducta mezquina generalizada muy contraria a todo ideal de piedad cristiana.
En medio de este clima de una doble moral institucionalizada, el director revela momentos de honestidad espiritual y de inocencia, como la visita del cura a una anciana moribunda o la complicidad que Daniel mantiene con una joven que coloca el imperativo de la verdad muy por encima de las animosidades de una madre intolerante y de los intereses nada transparentes de su pueblo […] El título original, Corpus Christi, alude a la novedosa encarnación de un ideal cristiano en el cuerpo gozoso y tatuado de un joven farsante paradójicamente obsesionado por la verdad.
UNA VIDA OCULTA
D: Terrence Malick. A Hidden Life 2019 · 174 min. · Color Estados Unidos-Alemania Dist: Disney.
Israel Ruiz Arreola, Wachito Cineteca Nacional ene. 29, 2020 Ciudad de México Cuando uno ve una película de Terrence Malick se tiene la sensación de estar asistiendo a una misa dentro de la sala de cine. Esta experiencia no la provoca un sermón o una imposición dogmática, sino una alquimia compuesta de imágenes de gran belleza entrelazadas en una progresión etérea por la que la narrativa se va escurriendo, siempre en favor de un misticismo cinematográfico que algunos han calificado de pretencioso y otros de sublime. En la última etapa de su filmografía, sobre todo desde El árbol de la vida hasta Song to Song, son cada vez más perceptibles algunos motivos religiosos (espíritu, el Paraíso, Adán y Eva), ecos de Giordano Bruno y otras tradiciones filosóficas que hacen de Malick un panteísta que invita al espectador a sentir la divinidad que habita en los girasoles, en el amor de una madre o hasta en los falsos edenes llamados Las Vegas y Hollywood.
En el caso de su más reciente largometraje, Una vida oculta, Malick se interesa por la historia casi desconocida de Franz Jägerstätter, un campesino austriaco que se negó a unirse al ejército de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y fue declarado beato por la Iglesia católica durante el pontificado de Benedicto XVI. Es la primera vez que Malick se interesa por una biografía concreta, lo que ubica a esta película en un punto intermedio entre la poética de su estilo y un planteamiento más convencional que hace mucho había trascendido. Una vida oculta es principalmente una historia de amor y fe inquebrantables: el matrimonio de Franz y su esposa Fani así como la devoción del hombre se enfrentan a un contexto convulso que ha infectado al pueblo, al Estado y hasta la misma Iglesia. Es a partir de la resistencia de estas fuerzas emocionales y espirituales que Malick "canoniza" a Jägerstätter con el sacramento en el que se ha convertido su obra.
Secretaria
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