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ESTRENOS
1976 tiene la apariencia de un thriller político, pero parte de lo íntimo para narrar el progresivo proceso de toma de conciencia de una mujer de la alta burguesía en el Chile de Pinochet (exactamente en el año 1976 del título). El debut en el largometraje de Manuela Martelli revela así lo político, a través de lo personal, como una red de conexiones indisolubles, y busca ir más allá de lo puramente político para dar cuenta de todo lo que aún queda por contar. 1976 busca poner en imágenes lo que hasta ahora no hemos visto: el lugar de las mujeres en todo aquel periodo histórico esencial para el país. La cineasta parte, de hecho, de su propia abuela, a la que no conoció pero sobre la que intuye una inquietud vital que se transfiere en el filme al personaje protagonista de Carmen, un ama de casa encerrada en un universo del que no se siente parte.
La película de Martelli va descubriendo el pasado de esta mujer a través de detalles del día a día. Una gota de pintura rosa sobre su zapato nos avanza en tono simbólico el inicio de todo ese proceso de reflexión y revolución vital silenciosa de esta mujer que, mientras su marido y sus amigos reivindican la dictadura en un paseo en barco, no puede evitar vomitar por la borda. En paralelo y en secreto, Carmen cuida las heridas de Elías, miembro de la lucha clandestina contra Pinochet, con el que le ha puesto en contacto el padre Sánchez, un cura de la zona. Los cuidados serán, precisamente, la vía de entrada de Carmen hacia una nueva manera de entender el mundo y su posición en él. Una transición que supone la fragmentación de su mundo y el inicio de una nueva mirada que Martelli hace acompañar por una banda sonora que toma un peso específico para relacionar, de alguna manera, toda esta época de la Historia de Chile con el horror y el miedo.
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Los Fabelman
Si hay un director que ha alimentado nuestra capacidad de sorprendernos, haciendo honor a lo que representa la llamada “fábrica de sueños”, ése es Steven Spielberg. Por eso, cuando el realizador de cintas emblemáticas como Tiburón (1975) retoma parte de su vida para la pantalla, no sólo hace una referencia a sí mismo, sino al propio cine. Pero hay mucho más que destacar en Los Fabelman, pues aunque se debe aclarar que su trama sobre un adolescente de los años 60, quien mientras descubre y asume su vocación enfrenta un inesperado drama familiar, no es totalmente autobiográfica ya que sólo en parte se inspira en su infancia y juventud.
Se van delineando con frescura viñetas cargadas de nostalgia por aquel espíritu artesanal que impulsaba al cineasta de mediados del siglo pasado, en las que la pasión por hacer películas emerge al mismo tiempo que éstas se convierten en el instrumento del individuo para decodificar emociones y enfrentar el camino al mundo adulto. Luego toma mayor fuerza el conflicto de fondo sobre lo doloroso de asimilar que el amor puede conducir a relaciones que van más allá de las artificiosas convenciones sociales. Es ahí donde además Michelle Williams luce minuciosa al recorrer los pliegues agridulces del matrimonio, y Paul Dano elabora un modelo masculino de conmovedora fragilidad y estoicismo.
Claro que las referencias están a la orden del día, incluyendo afiches y recursos de filmación correspondientes a la época, pero lo mejor es que se encaminan a alcanzar el momento cumbre en que el relato culmina lanzando una grandilocuente sentencia sobre la indecisión que puede llevar a estacionarse eternamente en la medianía. Habrá a quienes pueda parecerles un tanto cursi, pero lo cierto es que Los Fabelman es un ejercicio de autorrevisionismo brillante y lleno de humildad.
CORSAGE: LA EMPERATRIZ REBELDE
La realeza y el pedestal-prisión de la mujer es el tema de esta nueva película de la directora austriaca Marie Kreutzer, que imagina la vida doméstica de la emperatriz Isabel de Austria en 1877, el año de su cumpleaños número 40. Al igual que la María Antonieta de Sofia Coppola y la princesa Diana de Pablo Larraín, la empetriz vive en un lujoso delirio de soledad: teóricamente querida.
Corsage
D: Marie Kreutzer. 2022 · 115 min. · Color
Austria-LuxemburgoAlemania-Francia Dist: Tulip Pictures.
En líneas generales, se trata de una obra históricamente exacta, aunque esto no se aplica al uso de “Help me make it through the night” en la banda sonora ni al encuentro de Isabel con inventos posteriores como el cine y la heroína. Pero Kreutzer ve su melancolía política como parte de la tensión que condujo a la Primera Guerra Mundial.
Vicky Krieps interpreta brillantemente a Isabel como misteriosa y sensual, imperiosa y severa: una mujer de pasiones y descontentos que se enfrenta a la gélida aversión de la corte y de la familia de su infiel marido. Los asistentes y funcionarios vieneses impugnan su lealtad austriaca mientras ridiculizan el físico de Isabel: cada día se enfrenta a la lucha literal y figurada por entrar en su corsé y bajar a unos aterradores 45 centímetros de cintura. Toda la vida de Isabel está velada, y Kreutzer ve su estilo de vestir y su existencia casi como una variación del luto de la corte. Es una figura solitaria, que galopa desatendida por varias fincas europeas.
Extractos de un texto de Peter Bradshaw
The Guardian dic. 20, 2022
Reino Unido
Traducción: Cristina Camacho
En muchos sentidos, éste es un estudio sobre la ira, y es un cuadro austero y anguloso. Krieps ofrece una interpretación estimulantemente feroz y poco conciliadora. La última película de Kreutzer, The Ground Beneath My Feet, de 2019, tenía el mismo sentido sagaz de cómo las mujeres están aisladas y restringidas por cualquier estatus que hayan podido cultivar. Para Isabel, lo personal es político.
Los Esp Ritus De La Isla
The Banshees of Inisherin
D: Martin McDonagh. 2022 · 114 min. · Color
Irlanda-Reino UnidoEstados Unidos
Dist: Disney – 20th Century Studios LA.
Martin McDonagh vuelve a poner en pantalla la perfecta química de la pareja central de la recordada En Brujas. Declarado bromance como el filme de 2008, el dúo compuesto por Colin Farrell y Brendan Gleeson (Pádraic y Colm, respectivamente) ahora parece haber tenido una relación sin contratiempos en el marco del letargo propio de la vida en un pequeño pueblo de la costa oeste de Irlanda. Pero esto está fuera de campo, es el pasado. Lo cierto es que la película inicia cuando Colm deja claro a su hasta ahora mejor amigo que no le interesa continuar esa relación y que, simplemente, deje de hablarle. Tratada como una relación amorosa (que efectivamente entendemos que lo ha sido, en lo que hace a la profundidad e importancia del vínculo), la sorpresa es seguida por la incredulidad, la insistencia por recomponer y finalmente la ira. ¿Tendrá lugar en este caso el “re-matrimonio” para cumplir con las particulares reglas del género? No ha de ser aquí donde ello se adelante, pero sí cabe mencionar que eso de la insistencia y las medidas que toma Colm para terminar con el acecho son ciertamente extremas y generan unas cuantas secuencias sangrientas.
Venecia
La soledad de la vida en una isla, la amistad masculina, la finitud de nuestra existencia (y de los vínculos) y la posibilidad de perdurar a través de la creación artística son algunos de los temas que, sin fintas ni subrayado, McDonagh teje en una comedia que se hace fuerte en la solidez de su pareja central. La rudeza de los comportamientos genera unos cuantos momentos de violencia inolvidables, pero también de humor que funciona de manera aceitada. Y ello sin perder la mirada empática y cariñosa hacia el devenir de los protagonistas de una película que sabe en buena ley evitar la metáfora y la fábula, por más que aluda a ciertos elementos o criaturas fantásticas.
Sexo Desafortunado O Porno Loco
Babardeală cu bucluc sau porno balamuc
D: Radu Jude.
2021 · 106 min. · Color
Rumania
Dist: La Ola.
Al inicio de Sexo desafortunado o porno loco, del rumano Radu Jude, asistimos a una escena explícita de una pareja conyugal que decide filmarse teniendo sexo. Por desgracia, ese video llega por accidente a un sitio digital de pornografía. La imprudencia se complica cuando la protagonista del video, Emilia, maestra de secundaria, advierte que su reputación en la escuela para adolescentes se ha derrumbado y que una asociación de padres de familia exige su despido. A partir de aquí, la película se divide en tres secciones, cada una precedida de ilustraciones y títulos lúdicos, todo en un tono abiertamente fársico y por momentos surrealista. Como contraste a ese espíritu festivo, hay imágenes de una Bucarest gris, inhóspita.
Aunque la responsabilidad de su envío accidental a las redes recae sobre su marido, es ella quien tendrá que afrontar el descuido. En pinceladas breves, la cinta muestra también la faceta de una urbe caótica en la que los ánimos de la población están continuamente crispados, listos para la agresión verbal por cualquier motivo. La profesora padece una hostilidad que anticipa ya la rispidez extrema que le reservan algunos padres de familia en la junta escolar que decidirá su suerte. La cinta hace un inventario de los prejuicios que abundan en una sociedad moderna polarizada, y que van de la xenofobia a la misoginia más ramplona que toma a la mujer como chivo expiatorio para descargar las frustraciones de su miseria sexual o su precariedad económica.
2022
Ciudad de México
La comedia inicia como un porno loco y se transforma en un drama social que, de modo casi teatral y en una suerte de tribunal improvisado, confronta a los padres de familia (con sus paranoias y acusaciones precipitadas que derivan en un discurso de odio), con una Emilia que defiende, impasible, su derecho a la privacidad.
Lo Que Arde
El tercer largometraje de Oliver Laxe se abre en la noche de un bosque fantasmal iluminado por los focos de los tractores que arrollan los troncos de los eucaliptos quemados, y que sólo se detienen ante la figura imponente de un árbol centenario que parece respirar desafiante ante la mirada. Una segunda secuencia nos traslada a unos juzgados para ver un expediente judicial que pertenece a Amador, pirómano liberado después de cumplir buena parte de su condena.
La tercera secuencia nos muestra a Amador en el autobús de vuelta a casa, al reencuentro con la madre, a las montañas, el perro y las vacas que eran y son su vida. Lo que arde traza así una introducción magistral a sus temas, figuras y paisajes, un regreso esquivo marcado por el silencio y el misterio, un reencuentro con los lugares perdidos, con las gentes que han cambiado su mirada pero que también entienden la soledad de la madre. Entre pequeños gestos cotidianos, la película se balancea de las acciones a la dramaturgia, los personajes hacen de intermediarios entre un espacio y la resonancia de un tiempo arcano de rituales de trabajo y contemplación. La opacidad de Amador absorbe la singular fisonomía y el grano de voz de Amador Arias, mientras que la madre, Benedicta, responde al perfil de todas las madres protectoras, buscando que el hijo se reintegre de nuevo en la comunidad.
Y antes y después está el fuego, fuerza radical de la que Amador parece conocer todos sus secretos, su poder de devastación unido a los ciclos de la naturaleza en los que también se juega un pulso político. Pocas veces hemos visto arder una pantalla de esa manera tan hermosa, respirar el humo de la destrucción, contemplar la belleza trágica de las llamas empujadas por el viento y el crepitar de la madera. Con las cenizas, al amanecer, un nuevo día comienza.
La Ballena
Hollywood le debía una disculpa a Brendan Fraser y ha llegado en forma de uno de esos papeles con los que un actor sueña toda la vida, el de Charlie, el protagonista de La ballena, la nueva película de Darren Aronofsky. La adaptación de la obra teatral de David S. Hunter cuenta el relato de un hombre con obesidad mórbida asilado en su casa, con problemas de movilidad y apenas ganas de vivir. Sus encuentros con su hija a la que abandonó, con su cuidadora y otros personajes son el centro de un filme conmovedor, áspero, a veces incómodo y finalmente humanista.
Dentro de su sordidez, la película esconde un canto a la bondad en un momento donde el cinismo, el individualismo y los fundamentalismos imperan. El propio título juega irónicamente con el tamaño del personaje y la referencia constante a Moby Dick durante todo el metraje. Aronofsky firma una de sus mejores películas, y lo hace comandado por la interpretación colosal de Fraser, que consigue no desaparecer dentro de los kilos y kilos de prótesis y conmover con una mirada, con su voz profunda.
La película decide no salir nunca de la casa del protagonista, y vemos incluso acercarse a los personajes por las ventanas del piso sabiendo que alguien va a llamar a la puerta. Sin embargo, Aronofsky construye este drama psicológico sobre la redención y la necesidad de amar como si fuera un thriller. Un filme que inicia descolocando hasta que uno entiende que dentro impera un cuento sobre cómo los seres humanos son incapaces de no cuidarse. No hay sólo una historia de perdón en La ballena. La religión como forma de opresión, la homofobia en una ciudad republicana de EUA, la importancia del físico… lo que ocurre fuera de esa casa, y que de vez en cuando entra, es una crítica a la sociedad actual y a cómo lleva a personas como Charlie al límite, a no querer continuar.
Asia
La vida de Asia se divide entre los pasillos del hospital donde trabaja como enfermera, el cuidado de sus pacientes y la ardua tarea de ser madre de una adolescente. Asia tuvo a su hija Vika cuando era muy joven, por ello la maternidad quedó adherida a su propio crecimiento y al aprendizaje de su adultez. En las primeras escenas, la ópera prima de Ruthy Pribar construye con paciencia la vida de ambas, de generaciones tan lindantes, ceñidas por el peso de esa cercanía etaria: el esporádico coqueteo con la libertad en los encuentros de Asia con un médico casado; las idas al parque de Vika con sus amigos, la adrenalina del skate, el alcohol, el sexo promisorio.
El progresivo empeoramiento de la enfermedad de Vika, que asoma como una densa niebla en los primeros minutos, nunca empuja a la película al melodrama lacrimógeno. En ese perfecto límite en el que basculan las emociones de ambos personajes se edifica la tensión, con una puesta en escena sencilla pero no por ello imperceptible. Es interesante cómo Pribar redimensiona el hogar a partir de los cambios de situación: reduce sus espacios internos en virtud de una fuerza que retiene a Vika, y torna invasivo ese afuera que materializa los temores de Asia. Un balcón ofrece la imagen lejana de las calles de Jerusalén; sin embargo es el mundo interior, invisible, el que se resignifica a partir de lo que ellas descubren de sí mismas.
Si bien la actuación de Shira Haas como Vika puede resultar más llamativa por las exigencias de su composición y el manejo corporal, es interesante cómo Alena Yiv dota a Asia de profundas emociones, condensando en su contenida expresión lo que resulta imposible de poner en palabras. La cámara sigue su devenir con la paciencia del observador, confiado en que el respiro de la vida se asoma tras los hilos del drama.
El Silencio Del Topo
La historia de un agente encubierto de la guerrilla guatemalteca, infiltrado en uno de los gobiernos militares más represivos de la historia del país, se estrenó en México como parte de la selección del Festival Internacional de Cine de Guadalajara. Se trata de El silencio del Topo (2021), un largometraje de la politóloga Anaïs Taracena, que da luz a la memoria fragmentada del país centroamericano y su sangriento conflicto armado interno.
“El Topo” es Elías Barahona, un periodista de rigor que durante el gobierno de Romeo Lucas García (1978-1982) se infiltró como jefe de prensa del entonces ministro de interior, Donaldo Álvarez Ruiz, hoy prófugo de la justicia por la quema de la Embajada de España en Guatemala en 1980 que dejó 38 muertos, principalmente campesinos indígenas.
Taracena se cruzó con la historia de Barahona al filmar en 2011 a su hermano David para su cortometraje De tripas corazón. En aquel momento un documentalista italiano le comentó que había grabado a Barahona en el exilio en su declaración en 1983 en el Tribunal de los Pueblos de Madrid, donde le contó al mundo las atrocidades del Estado guatemalteco durante el conflicto armado interno.
Barahona se infiltró en el gobierno guatemalteco desde la guerrilla y [pasaba] información a su grupo revolucionario, el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP). Él no podía revelar su verdadera identidad. Su mejor aliado fue el silencio. La información que pudo recabar ayudó a evitar varias tragedias, secuestros y salvar personas.
Taracena ve en los juicios y procesos judiciales sobre el conflicto armado interno (que dejó 245 000 víctimas entre asesinados y desaparecidos, la mayoría a manos del ejército de Guatemala), una “llave para ir rompiendo esos silencios”.
Milagro
Milagro es la tercera película del rumano Bogdan George Apetri. Y es lo suficientemente poderosa como para empujarnos a descubrir lo que ha podido ofrecer éste en sus dos títulos previos. Con elementos de intriga policial y un fondo dramático en el que habitan preocupaciones de gran calado humano, social y religioso, la cinta se ciñe a cierto cine europeo marcado por el realismo en formas y diálogos, un cine en el que abundan las tomas largas, con una ausencia de música que repercute en una experiencia árida, donde las revelaciones del argumento se administran con cuentagotas y el impacto de lo que se nos cuenta recae en buena medida en el buen hacer de su reparto, especialmente el de la joven Iona Bugarin, que interpreta a una novicia que sale clandestinamente del convento en el que vive para acudir a una cita en el hospital, y cuyo rostro sabe reflejar la confusa mezcla de emociones por las que atraviesa su personaje.
En torno a este personaje capital en la trama, y sobre cuyas circunstancias no conviene revelar demasiado, Apetri invita a reflexionar sobre el carácter de la sociedad rumana y sobre esas dicotomías que, aparentemente, siguen dividiéndolos; es decir, el contraste o choque entre pasado y presente, entre las viejas creencias (el peso de la religión) y el empuje de la razón y la ciencia. En la película, hay personajes que callan lo que sienten, al igual que hay lobos disfrazados con piel de cordero. La pureza (en su sentido más profundo) parece reservarse para la joven protagonista, cuya figura su director casi acaba convirtiendo en faro redentor presto a salvar de la oscuridad a aquellos cegados por la ira y el instinto de venganza. Es aquí donde entra en escena el polémico y ambiguo desenlace, abierto a interpretaciones que cada espectador quiera encontrar.
El Tri Ngulo De La Tristeza
El sueco Ruben Östlund entiende el cinismo como una forma de resistencia. En El triángulo de la tristeza, su regreso a Cannes después de ganar la Palma de Oro por The Square: La farsa del arte (2017), su objetivo es tan fácil de ridiculizar como lo era el ombliguista mundo del arte. Ahora, su diana es el universo de los ricos y oligarcas, los influencers y los fashion victims de medio pelo. Östlund divide su película en tres segmentos, a cuál más malintencionado, en los que parodia la adicción al dinero, los roles de género, el feminismo de pose y la lucha de clase, en una sátira que aplaudirían los mismos Monty Python.
Triangle of Sadness
D: Ruben Östlund.
2022 · 147 min. · Color
Suecia-FranciaAlemania-Reino Unido
Dist: Diamond Films.
El triángulo de la tristeza empieza en tierra firme, con un casting para una pasarela de moda y una impagable discusión entre una influencer y un modelo por la cuenta de un restaurante, continúa en un crucero para las élites financieras y acaba en una isla desierta. Cada secuencia se organiza casi como un bloque autónomo, en el que la comedia de la crueldad se despliega con un acerado sentido de la observación y la ironía dramática. La duración ocupa un lugar importante en el desarrollo del gag porque es el paso del tiempo el que hace caer las máscaras, con momentos memorables como una larga y escatológica cena a bordo del crucero o el duelo de citas reaccionarias y marxistas entre un capitalista ruso y un comunista estadounidense.
Cannes
La sombra de un Luis Buñuel para la era de las redes sociales y los realities de supervivencia levita sobre todo el metraje, metiéndose por terrenos muy pantanosos. En realidad, nadie sale bien parado en El triángulo de la tristeza: los hombres son patéticos, las mujeres son contradictorias, las clases desfavorecidas reproducen las costumbres de las privilegiadas cuando tienen el poder. Sólo somos iguales, dice Östlund, en nuestra despreciable mezquindad.
Con Amor Y Furia
Francia
«Han sido necesarias muchas casualidades para encontrar la imagen que, entre mil, conviene a mi deseo. Hay allí un gran enigma del que jamás sabré la clave: ¿por qué deseo a Tal? ¿Por qué lo deseo perdurablemente, lánguidamente? ¿Es todo “él” lo que deseo? ¿O no es sólo más que una parte de su cuerpo? Y, en ese caso, ¿qué es lo que, en ese cuerpo amado, tiene vocación de fetiche para mí?». El texto es parte de Fragmentos de un discurso amoroso, uno de los libros más célebres del filósofo Roland Barthes, y aplica a la perfección a los objetivos que se trazó Claire Denis para Con amor y furia Presentadora de un programa de entrevistas radiales, Sara vive con Jean, una exestrella del deporte que ha estado en prisión y tiene un hijo adolescente con el que se avecina una crisis. Sin embargo, el foco está puesto en la revolución interior que le provoca a Sara el reencuentro fortuito con François, un viejo amor cuyo influjo renace inesperadamente y con una pasión arrolladora. Para colmo, François y Jean trabajan juntos.
Lo que podría ser material para un melodrama común es otra cosa en manos de una directora que ha trabajado de diferentes formas el tema del cuerpo y el deseo. Sara experimenta todo eso que luce contradictorio, difuso, difícil de explicar. Se la nota satisfecha con su matrimonio, pero al mismo tiempo es tangible que se siente atraída magnéticamente por un hombre que hasta hace nada era sólo parte del pasado. Y es capaz de ocultar la verdad a su pareja y al mismo tiempo indignarse con sus fundadas sospechas. Pero no es tanto el tema de la fidelidad lo que le interesa a Denis, sino el de la deriva anárquica del deseo y lo que alguien puede hacer cuando ese fuego interior apremia. Y para ello captura la intimidad de sus personajes, revelando en cada gesto una emoción intensa.
Lydia Tár comparte una mesa redonda con un prestigioso editor. Ante una pregunta inesperada por parte de su interlocutor, ella se detiene, comienza una frase y recula, tropieza un poco en sus ideas, pero no en su dicción. Si se observa con atención, nos damos cuenta de que, pese a que Lydia es sólo un carácter en una ficción, nunca podremos considerarla un personaje, una máscara. Ese es el momento en el que el regreso de Todd Field es apabullante.
Lydia Tár nunca será sólo un personaje. Ella es la autoridad, el cuerpo y el aura de Cate Blanchett. La vida perfecta de Tár, genio viva de música clásica contemporánea y tremenda directora de orquesta, constantemente se pone en tela de juicio. Todd Field abre brechas e incongruencias que harían tambalear los cimientos de cualquier imagen idolatrada. Field nos obliga a repetir un ejercicio ya muy habitual: exige deconstruir y volver a negociar el valor humano y artístico de alguien a quien habremos admirado y que ha fallado moralmente. Su tercer acto podría resolverse como seguimiento en vivo de una cancelación (tiene parte de eso), pero la película sobresale porque va más allá.
Después de construir y desmontar, paso a paso, las caras visibles de un personaje huidizo, Field se zambulle hasta lo más hondo de su fuero interno y le da la vuelta. Cuáles son los miedos profundos de Lydia Tár, qué le da profundo asco, sobre qué miente sin necesitarlo… En una segunda mitad, la película tantea los recursos inquietantes de la home invasion y los espirales enloquecidos del thriller sobre el arte y la obsesión, el desquicio. El universo racional se tambalea por completo, al sostenerse sobre un palo de pajar que se demuestra falible. Pero está bien: si Todd Field, Cate Blanchett y nuestros ídolos muertos algo nos regalan, es la oportunidad de construirnos diferente.
Estaci N Catorce
Siete años después de La guerra de Manuela Jankovic (2014), su opera prima, la cineasta de origen uruguayo Diana Cardozo regresa con un doloroso coming of age que sigue los pasos de Luis, un pequeño de siete años que vive en la desértica localidad de San Luis Potosí que bautiza al filme, y que un día, mientras toma clases, debe desalojar la escuela y buscar refugio con su familia, escondiéndose en silencio mientras un grupo del crimen organizado ataca el pueblo dejando muerte y destrucción. En cuanto el peligro pasa, Luis acompaña a su padre Manuel a revisar los daños en la zona, encontrándose con sus vecinos ejecutados en la calle y la indiferencia de los demás habitantes, quienes aprovechan para saquear la propiedad de los difuntos antes de que sea consumida por el fuego.
Cardozo da forma a un drama sobre cómo un niño, entre felices juegos y su lacerante realidad, va perdiendo prematuramente su infancia, y para lograr tal empresa resultó esencial el papel de Luis, quien es encarnado por Gael Vázquez, hijo de campesinos que viven cerca de Estación Catorce. Y es que aunque buena parte del cine nacional responde a la crítica situación social a merced del crimen organizado y a que Estación Catorce se inscribe en este apartado que refleja la realidad de un país violentado, la propuesta firmada por Diana Cardozo, más que ser un relato sobre cómo las acciones del crimen organizado trastocan las vidas de los niños que se tienen que enfrentar a grandes y dolorosas pérdidas a una muy temprana edad, es principalmente un ensayo sobre la caída de los ídolos de la infancia, sobre cómo nos enfrentamos a ese devastador momento en el que descubrimos que nuestros padres no son invencibles, que sufren, que son frágiles y vulnerables, que además pueden lastimar a otros, y con ellos, también a nosotros.
Huesera
«Felicidades, ya se te estaba pasando el tren». «Y eso que no te gustan los niños». «Y espera al parto, literal, sientes que se te parten los huesos». Son algunas de las frases que Valeria escucha tras anunciar que se encuentra encinta. A medida que su gestación avanza, hace frente a la alienación que siente de su propia vida, de su cuerpo y los sacrificios que le esperan. La “dulce espera”, vista socialmente como ideal o gozosa, de repente se convierte en una serie de visiones de terror, que estremecen como fracturas, en la forma de un ente siniestro sacado del folclore mexicano que viene por ella y por su hija convirtiendo la bendición del embarazo en una angustia sin fin.
Bajo esta premisa se presenta Huesera, la ópera prima de la directora Michelle Garza y de la guionista Abia Castillo, una aterradora fábula que cuestiona los tabúes de la maternidad. Esta visión y representación del costo de la maternidad, muchas veces ignorado, y emparejado con el género de terror psicológico y el suspenso, fue un “proceso muy complejo” de escritura.
Las coguionistas recurren a una leyenda mexicana de una huesera en el desierto, que va desenterrando huesos y, una vez que completa un esqueleto, realiza un ritual con fuego que hace que este tome vida y corra por el desierto. Asimismo, se inspiraron en clásicos como la denominada trilogía del apartamento de Roman Polanski; obras modernas como El Babadook (2014), el cine de Ari Aster y Tenemos que hablar de Kevin (2011), por mencionar algunas obras fílmicas.
La realizadora, con el trabajo en fotografía de Nur Rubio Sherwell, crea una iconografía visual y otorga sentido a esta obra a través de la construcción, deconstrucción y destrucción de lo convencional alrededor del personaje, junto a una tensión eficaz que utiliza el miedo para generar empatía.
EL GATO CON BOTAS 2: EL ÚLTIMO DESEO
Puss in Boots: The Last Wish
D: Joel Crawford, en codirección con Januel Mercado. 2022 · 103 min. · Color
Estados Unidos
Dist: Universal Pictures.
Nacido de las entrañas de Shrek, una vez que la franquicia quedó concluida en 2010 con Shrek para siempre, el primer spin off bautizado como El Gato con Botas (2011) eligió al personaje más astuto y seductor para continuar con ese delirante universo salido de los cuentos de hadas tradicionales. Luego de su presentación con ojitos acaramelados en Shrek 2 y de la pesquisa de los huevos de oro de una gansa en la cinta de 2011, esta nueva aventura lleva al gato forajido a replantear su vida –o sus vidas– y a luchar con la mismísima muerte. Es que tanta temeridad hizo que las nueve vidas que ostentan todos los felinos se escurrieran de sus manos de la manera más banal y absurda. Resucitado y provisto de su última oportunidad, Gato con Botas deberá seguir un mapa que esconde el destino de una estrella fugaz y el cumplimiento de su anhelado deseo. El viaje hacia esas nuevas vidas recién comienza.
Codirigida por Joel Crawford y Januel Mercado, El Gato con Botas 2: El último deseo resulta mucho más ágil y divertida que la primera, más cercana al universo del cine de aventuras. El carisma de Gato se complementa con el de su inesperado ayudante, un perrito callejero y maltrecho que se convierte en el Sancho Panza de ese alucinado Quijote. La peripecia se completa con el regreso de Kitty como compañera de aventuras, y la carrera contrareloj junto a Ricitos de Oro y la familia de los Osos, también ansiosos de quedarse con el codiciado deseo. Si bien el espíritu de la película se arraiga en los personajes de los cuentos de hadas y la estructura narrativa se remonta al cine “de capa y espada”, es evidente la influencia del animé en las escenas de acción, algo que DreamWorks ya ha ensayado, y el despliegue de un humor que caza perfecto con la autoconciencia de su personaje. En esa astuta unión está su verdadera magia.