Cartilla Temática 2

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SeĂąor, lĂ­brame de mi pobreza


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INTRODUCCIÓN

“Defiendan la causa del huérfano y del desvalido; al pobre y al oprimido háganles justicia. Salven al menesteroso y al necesitado; líbrenlos de la mano de los impíos”. (Salmos 82: 3 – 4) ios invita a cada mujer y a cada hombre a colaborar en su tarea creadora, participando en la construcción de una sociedad fraterna y solidaria, donde todos tengan la posibilidad de vivir en plenitud.

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Para que esto ocurra, cada sociedad necesita organizarse de una manera tal que todas las familias tengan, por lo menos, una vivienda digna y los medios para alimentarse y vestirse. De igual modo, que cada comunidad disponga de organismos y servicios que aseguren trabajo, educación, salud y oportunidades para descansar y recrearse.

Sin embargo, en nuestra América Latina hay muchas familias y numerosas comunidades que se encuentran marginadas de esos bienes y servicios indispensables para todo ser humano. Las personas y las comunidades que no disponen de los bienes y servicios necesarios son las que sufren la pobreza. Cuando esta pobreza llega hasta el extremo de condenar a un nivel de vida que no se puede considerar humano, hablamos de miseria o de extrema pobreza. Dios nunca ha querido que exista la pobreza (Salmo 41.1 y 113.7, Pr.17.5. y 19.17), y, por eso, se ha comprometido en forma especial con los más necesitados de este mundo. Si somos fieles a su invitación, debemos asumir este compromiso, analizando las causas que provocan la pobreza, de manera que en todas nuestras acciones tengamos presente el cumplimiento de la exigencia evangélica de transformar las injusticias que se cometen con los pobres, ayudándolos para que logren nuevas y mejores condiciones de vida.

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Historias de vida Jacinto dejó de ir a la escuela cuando murió su padre. Tenía solo 12 años, pero sentía que su deber era buscar algún trabajo que le permitiera traer dinero a su casa, porque siempre había escuchado que con lo que ganaba su madre como lavandera no alcanzaba. Ella le aconsejó que no lo hiciese, pero Jacinto se mantuvo en su idea, porque sentía toda la responsabilidad de ser el mayor de cinco hermanos. Durante algún tiempo estuvo ayudando a cargar las compras del mercado y después vendiendo diversos objetos por las calles. También hubo días en que se dedicó a pedir limosnas. A pesar de sus esfuerzos, sólo conseguía unos cuantos centavos que siempre resultaban insuficientes para cubrir sus necesidades y la de su hogar. Al principio se mostraba orgulloso de lo que estaba haciendo cuando se encontraba con sus antiguos compañeros de la escuela, pero ahora empezaba a mirarlos con envidia, porque se daba cuenta que ya no le era posible retornar a ella. Trinidad nos cuenta: “Llegué con mi familia a la ciudad hace unos ocho meses. Abandonamos nuestra comunidad indígena cuando se produjo la gran sequía que terminó con las cosechas y el ganado. Habíamos escuchado que en la ciudad existían muchas oportunidades de trabajo, pero nosotros aún no las descubrimos. Yo conseguí trabajo por un tiempo breve, en una panadería, a donde debía ir todos los días, incluso feriados, desde las 10 de la noche hasta las 8 de la mañana. En la actualidad vivimos en una pequeña pieza, con varias otras familias, que nos han ayudado mucho cuando no tenemos qué comer. Desde que se nos enfermó gravemente la hija mayor, me han bajado ganas de volver al campo, ya que estamos peor que al llegar la sequía, pero no tenemos dinero para hacerlo”. Rosario trabajó por muchos años como sirvienta, hasta ese día en que anciana y cansada, se dio cuenta que le era difícil cumplir con sus obligaciones. Dejó ese empleo al que había dedicado casi toda su vida y se fue a casa de su hija, que vivía sola con sus tres pequeños desde que su esposo partiera a buscar trabajo, sin que se supiese más de él. Ella no hubiese querido que fuese así, porque con sus escasas fuerzas se sentía un estorbo, pero no le quedaba otra alternativa, ya que no contaba con los medios económicos para vivir de otra manera. Esa mañana salió temprano de la casa para buscar un regalo a su nieta menor que estaría de cumpleaños al día siguiente. Había paseado varias horas por las tiendas sintiéndose muy desgraciada, porque se daba cuenta que no le podría comprar el vestido que ella deseaba, con los escasos ahorros de que disponía.

REFLEXIONES YACTIVIDADES

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¿Es justo lo que le pasa a Jacinto, a la familia de Trinidad o a Rosario?

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Estos casos, ¿representan situaciones deseadas por Dios?

Actividad sugerida: solicitar a los niños(as) y jóvenes una representación teatral de alguna de las historias de vida citadas.

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1. ¿Qué nos muestra la realidad?


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PARA REFLEXIONAR

2. ¿Qué nos enseña la Biblia sobre la pobreza? Una pareja había escuchado a un predicador que había hecho un llamado a solidarizar con los pobres. Ella le comentaba: “Dar a los pobres es una pérdida, porque su pobreza se debe sólo a su flojera”. Él le agregó: “Por lo demás, siempre han existido pobres; es parte del orden creado por Dios”. También, se escucha que algunos predicadores consideran la pobreza como una maldición. Opiniones como éstas se oyen con frecuencia y son muchos lo que creen que es esto lo que enseña la Biblia sobre la pobreza. ¿Es verdad esto? Para responder a esta pregunta escudriñemos la Biblia dejando que ella nos hable acerca del sentir de Dios ante el flagelo de a pobreza, que afecta a muchos de nuestros hermanos y hermanas en América Latina. 2.1.

Es deseo de Dios que todos tengan una tierra espaciosa y fructífera donde vivir

Los primeros capítulos del Génesis nos muestran que Dios crea un mundo muy bueno para que lo disfrute toda la familia humana. En el libro de Timoteo 4.4., la Biblia nos dice que “todo lo que Dios creó es bueno”. En este mundo bueno existen todas aquellas cosas que son necesarias para una vida abundante y feliz y en una cantidad suficiente como para que todos sus habitantes puedan gozar de ellas. Cuando los seres humanos, a causa de su pecado, egoísmo e injusticia, fueron alejándose de la voluntad de Dios, e introdujeron en el mundo la división generando muchos oprimidos y unos pocos opresores, Dios intervino para restablecer su voluntad. Por ejemplo, cuando los israelitas eran esclavizados y oprimidos por los egipcios, Dios llamó a Moisés y le encargó dirigir al pueblo en un camino de liberación, hacia una tierra abundante en dones y bienes. Escuchemos lo que dijo Dios a Moisés: “He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel...” (Éxodo 3: 8).

REFLEXIONEMOS

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Según este pasaje bíblico del libro de Éxodo, ¿cuál es la voluntad de Dios para los seres humanos?

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¿Qué representa para nosotros la imagen de una “tierra buena y espaciosa, de la que mana leche y miel”?

Además, se sugiere analizar el significado del texto de Juan 12.8: “a los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán.”; en relación con otros textos bíblicos que nos instan a compartir, tales como: Santiago 2.5 y Gálatas 2.10. 2.2.

Jesucristo dice: los pobres serán los privilegiados del Reino de Dios

La actitud de Jesús ante la pobreza es similar a la actitud de los profetas: denuncia el abuso en contra de los pobres y anuncia la bienaventuranza de los pobres en el Reino que ya comienza con su predicación. Pero, sobre todo, al convivir Jesús preferentemente con los pobres, mostró la profunda solidaridad de Dios con aquellos que son víctimas de las injusticias del mundo. Leamos en nuestras Biblias: Lucas cap. 4 versos 16 al 21 y cap. 14 versos 12 al 14; Mateo cap. 5 versos 1 al 12. Cartilla Temática


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Los pasajes leídos, ¿qué significado tienen para nuestras vidas?

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¿Qué hechos de la vida de Jesús recordamos que se relacionen con los problemas de la pobreza?

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En nuestra sociedad, ¿qué significa comprometernos con un proceso de concienciación para que los pobres tengan mejores condiciones de vida?

¿Dónde encontramos hoy la pobreza extrema? En definitiva, en todos aquellos seres humanos que no tienen cubiertas sus necesidades de vivienda, alimentación, trabajo, educación, salud, seguridad social, vestuario y recreación, ni tampoco esperanza.

3. ¿Y qué ocurre en nuestra sociedad? Si miramos el mundo que nos rodea, vemos que es abundante en dones y bienes. Aún más, descubrimos que existen personas preocupadas por buscar formas para que estos dones contribuyan a que la vida humana sea más plena. Hoy contamos con posibilidades científicas y técnicas para: -

Construir viviendas más seguras, más higiénicas y mejor equipadas; Tratar enfermedades que hasta hace poco parecían incurables; Conservar los productos alimenticios que nos regala la tierra; Confeccionar ropa cómoda y adecuada a los diferentes climas; Ver o escuchar al instante una noticia que esté sucediendo en un lugar lejano del mundo.

Pero también observamos que estos bienes y servicios no están al alcance de todos. Se suele decir que esto ocurre porque la población mundial aumenta de una manera tal que imposibilita producir lo que se necesita. Además, se sostiene que al concentrarse mucha gente en las ciudades, resulta difícil organizar las cosas como para que todos tengan acceso a estos bienes y servicios. Estas explicaciones tienen parte de verdad, pero son incompletas. Para entender por qué hay pobreza, conviene analizar también en qué se usa y cómo se reparte la riqueza que existe en el mundo. 3.1.

¿En qué se usa la riqueza?

Así como una familia dispone de una cierta cantidad de dinero que debe utilizar para cubrir sus necesidades, el mundo y cada país debe decidir en qué utiliza el dinero que posee en cierto momento, para crear nuevas riquezas y mejorar las condiciones de vida de la población. A menudo se dice que en nuestra América Latina existe pobreza porque los gobiernos no cuentan con el dinero suficiente para realizar planes que permitan dar trabajo a todas las personas con un salario digno. Sin embargo, se gastan grandes cantidades de dinero en cosas que, a la larga, no benefician directamente a la población. Un ejemplo de esto puede ser la compra de armamentos. Esas mismas cantidades se podrían invertir en la creación de empleos. Además, con lo que se invierte en aviones o barcos de guerra, se podrían construir casas, hospitales o escuelas; proporcionar luz eléctrica o agua potable; mejorar los caminos o el transporte. También hay que hacer referencia a la corrupción. En gran parte de nuestros países en América Latina y el Caribe, la corrupción se ha convertido en la forma más normal y aceptada de funciona-

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miento cotidiano. Así, por ejemplo, empresas nacionales y transnacionales logran obtener contratos lucrativos con el gobierno, producto, entre otras cosas, del mercado de influencias, el cabildeo legislativo a favor de intereses privados y las privatizaciones de las empresas públicas y los renglones de servicio social, como la educación y la salud, entre otros. Ese dinero muy bien pudiera utilizarse para fomentar el desarrollo del comercio interno, en beneficio de las pequeñas y medianas industrias nacionales, logrando elevar las posibilidades de ingreso y bienestar en nuestras poblaciones. Es decir, que existe el dinero pero se usa para objetivos de muerte o para el enriquecimiento de unos pocos a costa de la mayoría de la gente, entre otras razones. A esto también habría que añadir el poco compromiso social que tienen las empresas privadas, nacionales y extranjeras, que invierten en nuestros países. A través de los años descubrimos cómo los gobiernos insisten en promocionar a nuestros países como “el paraíso” para la inversión extranjera, a costa del ofrecimiento de créditos contributivos, salarios miserables y mano libre para contaminar nuestros recursos naturales. Hemos visto cómo esas compañías depredan nuestros recursos naturales, emplean a un mínimo de personas en condiciones inhumanas y, luego, abandonan el país, cuando consiguen mejores beneficios en otro lugar. Las ganancias acaban en los bolsillos de los ejecutivos y dueños de las empresas, los cuales, en gran parte de los casos, ni siquiera viven en el país.

REFLEXIONEMOS

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¿Me he preocupado en conocer en qué gasta el dinero el gobierno de mi país?

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¿Qué consecuencias ha traído a la población el cierre y traslado de empresas de un país a otro?

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¿Apoyo a quienes proponen planes o acciones para hacer justicia con los pobres?

3.2.

¿Cómo se reparte la riqueza?

Lo primero que podemos ver es que la riqueza se distribuye de un modo desigual en el mundo. Mientras hay países que pueden asegurar un nivel de vida digno a su población, son muchos los que no tienen esa posibilidad. Y no la tienen porque viven endeudados, ya que venden sus productos agrícolas y sus minerales (materias primas) a un precio bajo, mientras tienen que comprar maquinarias, repuestos y equipos técnicos, que son costosos. Por su parte, en los países de América Latina la repartición de la riqueza tampoco es justa, ya que vemos a unas pocas personas que pueden vivir en la abundancia, mientras hay grandes mayorías que sobreviven careciendo de los que necesitan para desarrollarse como seres humanos. Mientras algunos pueden botar a la basura lo que les sobra, hay muchos que no pueden ni soñar con tener esas sobras. En nuestra América Latina los bienes existen, pero gran parte de ellos se destina al comercio exterior, razón por la cual se venden a otros países más poderosos. Los pocos bienes que quedan en el país, más el dinero que se recibe por las ventas al extranjero, se reparte de un modo que permite a unos pocos enriquecerse a consta del empobrecimiento de la mayoría. También este proceso se da a la inversa. Nuestros mercados se ven inundados de productos extranjeros que, a la larga, desplazan a los nacionales, creando la quiebra de las industrias del país. Acabamos importando mas productos de los que exportamos y vendemos, creándose una balanza desigual a favor de capitales extranjeros, en detrimento de los nacionales. Hoy en día, muchas de las industrias en el país prefieren dedicarse a la importación de artículos de otros países, a pro-

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ducir bienes y servicios. Estas industrias suelen estar en manos de unas pocas personas con suficientes recursos económicos. La discusión que estamos teniendo tiene que ver con la forma en que está organizada la vida y la economía en los países, donde el poder para decidir queda en manos de unos pocos que manejan el capital financiero y las oportunidades de mejoramiento y desarrollo humano. Son ellos quienes tiene la llave que les ha permitido adueñarse de la riqueza y los beneficios que deberían estar disponibles para todos y todas. Estos grupos sociales y económicos, que tienen la llave, serán los que cuentan con mejores viviendas, con servicios oportunos de salud, con posibilidades de estudios superiores y estructurarán una clase social que se mantendrá en el poder. Por otra parte, aquellos grupos marginados, excluidos de dichos beneficios económicos y sociales se mantienen condenados a la falta de ingresos adecuados, a la imposibilidad de producir y consumir, a la falta de un suministro inadecuado de nutrición, al pobre acceso a la educación, seguridad personal y familiar y a padecer riesgos, incertidumbres y vulnerabilidades de todo tipo. A esto habrá que añadir a aquella gente que, en un momento fue conocida como “la clase media”. Estos son profesionales, pequeños y medianos comerciantes y empleadas públicas, entre otros, que comienzan a padecer, en carne propia, los efectos de la pobreza. Cuando se privatiza una empresa pública cientos de empleados pasan a las filas del desempleo. Cuando una empresa privada abandona el país, pasa exactamente lo mismo. Cuando cierta tecnología cambia en el desempeño de una industria, deja a una o a mas personas sin el sustento diario. Estos casos son sólo unos pocos ejemplos de quienes se conocen como “los nuevos pobres”. Sin estar acostumbradas a vivir en torno a la pobreza, estas personas padecen doblemente la situación de exclusión social y económica, quedando muchas veces en total desamparo ante la triste nueva de su realidad.

REFLEXIONEMOS

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¿Recuerda alguna experiencia que le haya tocado vivir en que haya sentido que es injusta la vida de los pobres?

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¿Por qué la situación de los “nuevos pobres” parece ser más difícil que la de los “pobres tradicionales”?

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¿Cree que es suficiente entender la caridad con los más pobres como ayuda material y un consuelo frente a su situación?

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¿Qué pasaría si los pobres se organizaran para exigir lo que en justicia les corresponde?

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4. ¿Es realmente imposible superar a probreza? Como hemos visto, hay muchas personas que dicen que resulta inevitable que existan pobres, porque alegan que hay personas quienes no se esfuerzan en la vida de igual manera. Incluso hay cristianos que sostienen que la pobreza es algo deseado por Dios, ya que los llama “bienaventurados”. Es cierto que Dios nos invita a llevar una vida sobria, sencilla y austera, evitando la codicia y el acaparamiento; es decir, asumir el espíritu de los pobres aprendiendo de ellos estos valores. Pero también, es verdad que Dios no quiere la miseria, la pobreza extrema, porque esta situación es un atentado y una humillación a la dignidad de toda persona creada a imagen y semejanza de Dios. Otra explicación común sostiene que los seres humanos somos distintos y, por eso, siempre habrá diferencias, pero eso no justifica que unos pocos vivan la abundancia y la riqueza sin límites, mientras otros no tengan los bienes y servicios mínimos para desarrollarse. Pero, estas diferencias tan grandes las hemos creado los seres humanos. Por lo tanto, en las manos de nosotros y nosotras está superarlas. Si las cosas se organizaran teniendo como valores importantes la fraternidad y la solidaridad, el uso y la repartición de la riqueza deberían ser distintos, y la pobreza tendería a disminuir o incluso a desaparecer.

REFLEXIONEMOS

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¿Qué significa para nosotros “anunciar el Reino de Dios a los pobres”?

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¿Cómo podemos ser cada día más fieles a la invitación de Dios para construir una sociedad donde no exista la pobreza?

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Quizás somos parte de aquella gente que no padece necesariamente la pobreza socioeconómica como la que se ha discutido hasta el momento. Hemos tenido la bendición de tener una buena casa, educación, salud, oportunidades de trabajo y bienestar individual, familiar y social. Sin embargo, padecemos las consecuencias de una vida sin sentido y empobrecida por los patrones que exige la manera en que están configuradas nuestras sociedades. El consumo excesivo y compulsivo de bienes y servicios, el culto al “body building”, la “dictadura de la moda a cualquier precio”, la búsqueda del disfrute desmedido de los “deportes de riesgo”, la forja de relaciones a través de medios electrónicos como el Internet a costa de las relaciones personales e íntimas, nos hacen degenerar en lo que algunos estudiosos han llamado el “neoindividualismo” o la “cultura del narcisismo”. Dicha cultura propicia las desconexiones sociales de la gente, provoca el aislamiento y amplía el sentimiento de soledad, vacío y falta de sentido de la vida en las grandes ciudades. A esto añadimos el desarrollo de relaciones exclusivamente rentables, donde se está pendiente a cómo determinada relación nos beneficia económica y socialmente. El mundo y la vida se nos transforma en un gigantesco mercado, donde todo se compra y se vende y la competencia se vuelve el factor determinante en toda actividad humana. Así, la criminalidad, la drogadicción, la violencia doméstica y el maltrato infantil surgen como consecuencia, entre otras, de los estilos de vida privatizantes, individualistas e insolidarios que estamos viviendo.

REFLEXIONEMOS

Señor, líbrame de mi pobreza

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¿En qué medida la práctica de la solidaridad puede ayudarnos a derrotar estilos de vida faltos de sentido y vocación?

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¿Es la competencia un factor absolutamente necesario para afirmar el valor de la vida?

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¿Cómo podríamos formular una propuesta social y económica a partir de la cooperación y la solidaridad?

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5. ¿Y qué hay con quienes no son pobres?


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6. Lo importante es que no nos quedemos sin hacer nada

REFLEXIONEMOS

Se proponen a continuación algunas sugerencias para que usted busque “qué hacer”, en conjunto con su comunidad, su congregación, con grupos de jóvenes, mujeres, estudios bíblicos, etcétera. Usted podrá seleccionar aquellas que le parezcan posibles de realizar e, incluso, imaginar otras. -

Compartamos el material de esta cartilla de Justicia Económica, Justicia de Dios con aquellas personas que están inquietas por este problema e inquietemos a quienes no lo estén.

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Volvamos a leer los testimonios que aparecen al comienzo de esta cartilla (“¿Qué nos muestra la realidad?”)

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Analicemos las causas que explican cada una de estas situaciones.

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Imaginemos una respuesta fraterna y solidaria para cada uno de estos casos.

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A partir de nuestra experiencia, escribamos algunos casos que se relacionen con diferentes tipos de pobreza, proponiendo algunas preguntas, para que reflexionemos sobre ellos. Al mismo tiempo, pidamos a los jóvenes de la iglesia que preparen un drama, pantomima o vídeo que muestre los símbolos de riqueza de la TV.

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Realice una comparación de las formas y medios de vida que muestra la televisión con aquellos en que se desenvuelven los más pobres.

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Contribuya a crear actitudes más solidarias en el uso de los recursos económicos y sociales con los que disponemos. Se podrían celebrar “días de no comprar” para enfrentar los patrones de consumo extremo. También sugerimos

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Proponga a su grupo escribir una carta a “los reyes de la riqueza”, como si fueran profetas en el mundo actual.

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Realice una jornada para discutir si es suficiente la caridad con los más pobres, entendida como una ayuda material y un consuelo frente a su situación.

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Seleccione un sector que pueda definir como de pobreza extrema y averigüe, a través de observaciones y entrevistas: 1. EMPLEOS Y SALARIOS a. Porcentaje de desocupados b. Tipos de trabajos que realizan los que tienen empleo c. Ingresos de los grupos familiares 2. ESCOLARIDAD a. Grado de escolaridad alcanzado por los adultos b. Dificultad de los niños para asistir a la escuela 3. SALUD a. Posibilidades y dificultades para acceder a los servicios de salud b. Enfermedades más comunes y sus causas 4. VIVIENDA a. Tamaño b. Calidad de los materiales c. Número de habitantes por vivienda d. Acceso a electricidad, agua potable, alcantarillado e. Artefactos disponibles 5. AMBIENTE Y VIDA COMUNITARIA a. Acceso a medios de transportes, teléfono, etc. b. Posibilidades de recreación c. Organizaciones existentes y su función d. Existencia de problemas sociales (alcoholismo, drogas, delincuencia, prostitución, etc.)

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ENCUESTA A LA POBREZA EXTREMA

ACTIVIDAD


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El presente material es una publicación del Programa de Fe, economía y Sociedad, una iniciativa conjunta de iglesias y organizaciones cristianas al servicio de Dios en América Latina y el Caribe. Este material fue publicado gracias al convenio suscrito entre Pan para Todos y el CLAI, para impulsar el Diálogo Global con los Sectores Financieros en América Latina (DGF).

Les agradecemos enviar sus aportes, sugerencias e inquietudes a la atención de: Franklin Canelos • Fe, economía y Sociedad CLAI • Casilla 17-08-8522 • Quito-Ecuador (593-2) 2553 996, 2529 933 • e-mail: franklin@claiweb.org Segunda edición, ampliada y corregida

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