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David Bowie



David Bowie Cincuenta años, que se dicen pronto. A él mismo le cuesta creérselo cada vez que se mira al espejo: Ziggy Stardust, Aladdine Sane, El Duque Blanco... Teatro, puro teatro. Todas sus reencarnaciones no fueron más que eso. El auténtico David Bowie, sin máscaras ni pelucas, limpio de drogas y curado de excesos, nació hace menos de una década, el tiempo que lleva -paradójicamente- sin cosechar un gran éxito. No escarmienta y lo vuelve a intentar con Earthling, el número 26 en su discografía particular. Su voz modulada te acuna como si le conocieras de siempre, su mirada bicolor se difumina en la penumbra del estudio musical donde espera la batería de preguntas, cruzado de piernas. En la mano izquierda, un cigarrillo que no acaba de encender; en la derecha, un cappuccino -primer sorbo- que se quedará tibio y lechoso en la espesura del tiempo, media hora escasa que lamentablemente no se estira. P.-¿Qué se siente al cumplir los mismos años que el presidente Bill Clinton? R.-Me siento menos poderoso. Sí, sobre todo eso: menos poderoso (risas). Hubo un tiempo en que los cantantes de rock nos creímos dioses y pensábamos que íbamos a poder cambiar el mundo. Han pasado veinte años de todo aquello y ya vemos cómo estamos. A veces me siento responsable del embrollo en que hemos metido a nuestros hijos. P.-¿Lo dice por el suyo? R.-Por supuesto, yo también tengo mi parte de culpa... Zowie se ha convertido en mi principal punto de referencia:

me ayuda a no despegar los pies de la tierra. Es tremendamente crítico con el sistema. Por lo que escucho y veo, a él y a sus amigos, hay como una voluntad muy fuerte de cambiar esta sociedad porque detestan lo que ven. Algo parecido nos pasaba en los años sesenta. P.-¿Cree que estamos a las puertas de un nuevo movimiento contestatario, al estilo hippie? R.-Algo así. Digamos que una versión micro del movimiento hippie. Los jóvenes de hoy en día son más listos de lo que fuimos nosotros: nacen con la lección aprendida. Saben que la respuesta no está en la completa anarquía o en el nihilismo absoluto. No se han propuesto cambiar el mundo radicalmente, de un día para otro. Se conforman con hacerlo poco a poco, con pequeños grandes cambios en su entorno que acabarán fraguando en algo muy importante de aquí a unos años, de eso estoy seguro.


P.-Como la generación beat en los sesenta, los jóvenes de los noventa -Pulp Fiction, Trainspotting- vuelven a glorificar el consumo de drogas. Usted, que ha pasado por el trance, ¿qué les aconseja? R.-Uf, cada vez que sale el tema no sé por dónde salir... Veamos. No me arrepiento de haber tomado drogas, cocaína y alucinógenos sobre todo. Estuve metido hasta el cuello, y puedo decir incluso que estoy contento de haber pasado por esa experiencia. Pero también estoy contento de haber sobrevivido; otros, lamentablemente, no pueden decir lo mismo. Sólo puedo hablar sobre mi experiencia, repito: aprendí mucho tomando drogas, mucho sobre mí mismo y sobre la vida. Dicho todo esto, no aconsejaría a nadie que las tomara. Pero, ¿sabes una cosa? Odio ponerme en plan paternalista. Por más que diga, la gente joven va a seguir tomando drogas porque es una forma de experimentar. Todo depende de lo aventurero que sea uno. Yo he estado en el agujero y sé que es muy difícil salir de él. P.-¿Favorable a la legalización? R.-Sería una medida muy controvertida, pero a lo mejor muchos de los problemas que hoy causa la droga se solucionarían de esa manera. Lo que es una hipocresía absoluta es meter en el mismo paquete a la marihuana que a la heroína. No conozco a nadie que se haya muerto de sobredosis por fumarse un porro. P.-¿Usted aún los fuma? R.-(Sonríe en silencio) Ahora fumo otra cosa más inofensiva... (señalando el cigarro apagado que lleva en la mano desde hace diez minutos). P.-Lo puede encender si quiere. R.-Gracias... Ya sabes cómo son los americanos, parece que haya siempre alguien escondido debajo de la mesa o del sofá para recordarte que está prohibido.

"Antes morir que seguir interpretando hasta la saciedad mis viejos temas" P.-¿Favorable a la legalización? R.-Sería una medida muy controvertida, pero a lo mejor muchos de los problemas que hoy causa la droga se solucionarían de esa manera. Lo que es una hipocresía absoluta es meter en el mismo paquete a la marihuana que a la heroína. No conozco a nadie que se haya muerto de sobredosis por fumarse un porro. P.-En su nuevo disco, por cierto, hay un tema donde no hace otra cosa que decir: "Me dan miedo los americanos, me dan miedo los americanos"... R.-¿Y quién no les teme? La canción me vino a la cabeza cuando estaba en la isla de Java, tan tranquilo, y ¡zas!, llegaron los americanos para inaugurar un McDonald's. Sí, es verdad. Me dan miedo los americanos, pero espero que no se lo tomen a mal. No es una canción hostil, tan sólo un poco burlona. Por un lado le estoy eternamente agradecido a este país porque ha dado al mundo cosas muy grandes: el rock and roll, la música negra, grandísimos escritores como Burroughs o Kerouac. deprimente lo que está pasando. A veces lo veo


El estilo de Bowie


David Bowie es el metaicono de estilo. Cada personaje que ha creado a lo largo de su carrera y las historias que vertebraban su discografía –que empieza en 1967 con David Bowie y llega hasta la actualidad, con Reality, publicado en 2003– van más allá del cliché de ser un simple referente. Él encarna un tipo de inspiración estética tan profunda que está latente siempre y que se hace visible en la moda cíclicamente. En las colecciones de primavera/verano y otoño/invierno del año que acaba de terminar la estela Bowie ha sido sido especialmente evidente e inspiradora,

Una de las mayores improntas de David Bowie es la pérdida de significado de él o ella; los géneros se funden en una ambigüedad hiperestética, hipercreativa, hipnótica, alucinante y alucinada. El maquillaje es para todos, los tejidos no estan hechos para ellos o para ellas; los hombres se tiñen el pelo, se enfundan monos elásticos y calzan tacones, y ellas llevan pantalones masculinos, corbatas anchas y se cortan el pelo como ellos. Ella puede ser él, él puede ser ella, y ambos pueden fundirse en el ello. Lo importante es la individualidad, la afirmación de ser uno mismo y dejar que la ropa haga grandes declaraciones de originalidad. Aunque su influencia en la moda es amplísima, hay una década absolutamente favorita para los diseñadores: los 70's. De igual forma, aunque Bowie ha experimentado varios cambios de personalidad artística –o 'personas', como se suele definir en inglés– durante su carrera, hay cuatro que dominan al resto: Hunky Dory, Ziggy Stardust, Aladdin Sane y The Thin White Duke.




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