Investigación y Texto Patricia Chavarría Zemelman Editora y Correctora de prueba Paula Mariángel Chavarría Diseño y diagramación Ricardo Sepúlveda Quiroz Fotografía Portada: Sra. Martina Escobar, Hualqui. Autor fotografía portada: Héctor Pavés Carvajal. Inscripción Nº ISBN
Impresos Diario El Sur, 1000 Ejemplares Impreso en Chile/Printed in Chile Año 2009 vihuelas@gmail.com www.patriciachavarria.cl
Dedicado a mis nietos
Voy a hacer una bebida...
Fidel SepĂşlveda Llanos. Col A.L.O.B.N.
“Voy a hacer una bebida a ver si acaso me aliento de los cogollos del viento ganchos de agua florida.”
Cuando la vida está amargada por la adversidad se registra como desaliento: déficit del elemento vital aire. Y esto se remedia con una receta: relación revitalizante con los cuatro elementos: tierra de cogollos y de ganchos; agua de agua florida; aire, pero del cogollo del viento y el fuego que posibilita el encuentro de todos en una síntesis superior. La cuarteta define lo esencial por lo esencial y la enfermedad la sana con lo esencial: la vinculación del hombre con la matriz vital, por la inserción en un programa de creación de más y mejor vida.
De la Raíz a los Frutos- Literatura tradicional fuente de identidad. Fidel Sepúlveda Llanos. Pág. 102. DIBAM. 1994
Prólogo Los saberes, prácticas y oficios vivenciados por distintas generaciones, y que expresan la sabiduría humana para vivir en el mundo y para convivir con la naturaleza, que no se aprenden en universidad alguna, y que sin embargo por su fuerza para dar respuesta a las necesidades más profundas y también cotidianas de las personas, son elementos fundamentales de nuestro patrimonio inmaterial. Y la diversidad de esos saberes, prácticas y oficios a lo largo y ancho de nuestro país, nos reitera la pluralidad de nuestro patrimonio cultural. El folclor, sin duda es parte del patrimonio cultural inmaterial. El folclor como forma de vida de una comunidad, de cómo preparar los alimentos, los ritos familiares y comunitarios, la naturaleza y forma de la fiesta, los ritos funerarios, los bailes propios, las formas de manifestar las creencias religiosas, las formas cotidianas de vestir heredadas de una generación a otra. Pero, qué es esto de que sea Inmaterial. Sencillo y complejo a la vez. No se puede tocar con nuestras manos. Sin embargo, como cada uno puede constatar, estas diversas manifestaciones del patrimonio inmaterial en algún momento tienen su concreción en algún medio tangible o material. Comemos un rico curanto o unas exquisitas humitas. Bailamos una cueca brava, una cueca huasa o una cueca urbana. Vemos una película chilena como El Chacal de Nahueltoro y la cinta en 35 mm está guardada para que otras generaciones también la vean. Escuchamos la música y voz de Violeta Parra en discos y tenemos registros audiovisuales de sus interpretaciones. Podemos abrigarnos con hermosos chalecos hechos con lana de oveja, hilada y teñida con tintes naturales, con técnicas ancestrales del pueblo mapuche. En fin, el tránsito de patrimonio inmaterial a material es una delgada línea. Lo relevante es comprender que no existen patrimonios culturales de menor valía. Lo relevante es comprender que lo patrimonial no se reduce a lo monumental.
Por ello es tan importante la labor de investigación y recuperación de manifestaciones culturales de nuestro Chile Profundo que, a lo largo de tantos años, ha realizado Patricia Chavarría. Ella, con sabiduría, humildad, rigurosidad profesional, capacidad de preguntar y escuchar, de guardar y compartir el silencio, de integrarse con profundo respeto con Cantoras, Artesanos y artesanos, de payadores, de poetas populares, y de tantos hombres y mujeres sencillas de nuestro país; ha puesto en valor, difundido y contribuido a valorar una parte muy significativa de nuestro patrimonio cultural. Entonces, no es casualidad la obra que la DIBAM tiene el honor de publicar, denominada “De los cogollos del viento, los saberes de los antiguos”, y que da cuenta de un sostenido trabajo de investigación y rescate de diversas manifestaciones culturales, creencias y prácticas religiosas, y de una práctica cotidiana, de tal larga data en nuestras comunidades y otras comunidades de América, como lo es la preparación y uso del Mate, “Mati”, en el Idioma Kechua. Es esta, además, una publicación hermosa, que incorpora en un homenaje a la Literatura de Tradición Oral, Poesía Popular, Leyendas, imágenes de Yerbas y de objetos para la preparación de esta Bebida. Junto a ello, se acompañan datos aportados desde la investigación académica, que van develando curiosos detalles como el Levantamiento o Aireada Protesta de los Vecinos por el intento de imponer un impuesto a la Yerba el año 1779. Son diversos textos que nos acercan desde “lo vivencial” a manifestaciones culturales, sociales y religiosas que son parte de nuestra historia personal muy profunda, en mi caso por lo menos, como lo es la Cruz de Mayo; texto cuya lectura me conmovió profundamente y me reconectó con nostalgia a la infancia en la ciudad de Los Angeles. Patricia Chavarría recibió, en el contexto del X Seminario Internacional de Patrimonio Cultural realizado por la DIBAM el año 2008, el PREMIO FIDEL SEPULVEDA LLANOS, por su indiscutible aporte al rescate, puesta en valor y difusión de nuestro patrimonio inmaterial, en especial en el campo de manifestaciones culturales tradicionales. La decisión de otorgarle este importante Premio fue un acuerdo unánime del Jurado, presidido por Soledad Manterola, viuda de Fidel Sepúlveda, y las señoras Micaela Navarrete y quien escribe este Prólogo; junto a los señores Juan Estanislao Pérez, Julio Mariangel, Rodrigo Torres y Carlos Aldunate. La Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos –DIBAM-, creó el Premio Fidel Sepúlveda por Resolución del 24 de Noviembre del año 2006, para “distinguir anualmente a la persona o grupo que se haya destacado en la investigación, rescate, puesta en valor y divulgación de bienes, saberes y prácticas que conforman el patrimonio inmaterial de nuestro país” Permítanme, entonces, homenajear a Patricia Chavarría a través del recuerdo de Don Fidel Sepúlveda, quien ha dado origen al Galardón que en esta publicación, también, tiene una concreción, como parte del compromiso de la DIBAM al otorgar este Reconocimiento.
La puerta se abre por dentro. Esa es la respuesta que encontré en y con Fidel. Por ello para mí es un profundo honor el tener la oportunidad de agradecer públicamente a la vida el haber conocido a Fidel Sepúlveda Estoy convencida que Fidel Sepúlveda ha sido “el intelectual” chileno que acorta el trecho entre cultura popular, y sobre todo tradicional, con la academia. Violeta Parra y Victor Jara, junto a valiosos creadores, acercaron estos mundos desde la creación artística; Fidel, creo lo hizo, también, dándole sustento teórico a estos mundos culturales fragmentados desde nuestros orígenes republicanos, y quizás mucho antes. Tengo la certeza que el maestro Fidel Sepúlveda fue visionario para comprender y develar la amplitud, diversidad, pluralidad y complejidad de lo patrimonial, en un momento histórico en que en nuestro país primaba el discurso conservador y reduccionista de nuestro patrimonio cultural. Fidel fue capaz de develarnos la esencia del concepto de patrimonio cultural, nos desafió a levantar los muros que artificialmente hemos construido entre nuestro patrimonio natural y cultural, y a cada momento nos recordaba que la geografía es cultural y la cultura es geográfica. Fidel, desde el contacto profundo con la tierra y el pueblo, instaló en el centro de la Academia los saberes y manifestaciones culturales de transmisión oral. Fidel en su propia obra poética hizo carne el canto a lo humano y lo divino. Fidel, tal vez sin saberlo, con su reflexión teórica y formación de tantos y tantas nuevos profesionales del arte, la filosofía, el cine, la historia, el lenguaje, contribuyó al indispensable reconocimiento y valoración de la cultura popular. Por ello, su pensamiento no puede perderse. Nuestra lealtad con él es, también, la lealtad con nuestro propio pueblo. El libro “De los cogollos del viento” Los saberes de los antiguos, se engarza profundamente en la mirada profunda y generosa de Fidel Sepúlveda a nuestro país. Patricia Chavarría con este libro nos permite y nos invita a adentrarnos más aún para conocer quiénes somos y redescubrir la importancia de los vínculos con nuestra historia social y cultural para construir proyectos de futuro. Gracias, entonces, Patricia por tu trabajo y por esta publicación. A los lectores, nuestra invitación a leer y a disfrutar de esta obra.
NIVIA PALMA MANRIQUEZ Directora DIBAM
Presentación
Recibir el premio Fidel Sepúlveda 2008 ha sido para mí un doble honor. Por una parte, su figura es un hito en el estudio, profundización y transmisión de las raíces culturales chilenas que él desde niño vivió en su Cobquecura natal. Lo conocí en el aula y su palabra me abrió caminos, me emocionó y me llevó al reencuentro con nuestro ser como pueblo. Compartimos muchas jornadas en la Biblioteca Nacional y en las Escuelas de Temporada que dirigió en el Instituto de Estética de la PUC. En cada una de estas vivencias, su sabiduría me dejó profundas lecciones que continúan siendo orientadoras en mi quehacer. La fiesta de la Cruz de Mayo en la comuna de Pelluhue fue un espacio, un momento, en el que Fidel Sepúlveda participó, y lo hizo como un devoto más, cantando dentro de esa larga procesión y bailando animadas cuecas al finalizar los festejos. La presencia de este hombre sabio, con su sencillez campesina y su profunda sensibilidad me seguirá iluminando en este humanizante camino. ¡Gracias don Fidel! También constituye un honor haber recibido este galardón de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos. Agradezco a esta institución y muy especialmente a su directora Nivia Palma, quien durante muchos años ha sido una decidida defensora y protectora del patrimonio nacional. He escuchado en muchas ocasiones su palabra, que siempre ha resultado clarificadora, orientadora y muy estimulante para continuar en este hermoso quehacer. Finalmente, quisiera agradecer al Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional y a su directora Micaela Navarrete, por el vínculo permanente que durante años hemos compartido. Viví muy de cerca la creación del Archivo de Literatura Oral y el amor y pasión que Micaela tuvo y sigue teniendo por el resguardo de la tradición oral, nos motivó a dejarle una copia de todas nuestras investigaciones y a continuar realizando otros sueños.
Este libro, a través de la compilación de siete capítulos, algunos anteriormente editados, que abordan distintas expresiones de la tradición oral vigente en las regiones del Maule y Bio Bio, es fruto de la generosa entrega de tantas familias de distintos lugares rurales, quienes nos han compartido su sabiduría en la convivencia cotidiana, en la fiesta, en la fe, en el encuentro con la tierra y los otros. Durante 9 años, a partir de1997, residí en la Comuna de Pelluhue, la que comencé a recorrer desde el año 1978. Esta permanencia me permitió tener un pleno y enriquecedor acercamiento al espíritu campesino de la zona. De ahí que sean muchas las voces de este lugar que pueden escucharse en estos escritos. También, otras localidades en las que encontré un invaluable legado cultural fueron Hualqui, Quirihue, Santa Juana, Quilaco, Portezuelos, Lota, entre muchas más. He querido que sean los protagonistas de cada lugar los que entreguen sus aprendizajes, vivencias, sus experiencias en torno al canto tradicional, las fiestas locales, la sanación a través del santigüerio, la poética, los ritos, etc... Gracias a cada uno de ellos por su generosa entrega, su cálido afecto, su confianza y por continuar valorando y manteniendo los saberes de los antiguos.
Patricia Chavarría Zemelman Directora Archivo de Cultura Tradicional Artistas del Acero
“Los cogollos del viento�
Entre cielo y tierra ENTRE CIELO Y TIERRA
Corta de trigo, Hualqui. 1986. Col. P.CH.
Entre cielo y tierra ENTRE CIELO Y TIERRA
Desde el año 1964, hemos recorrido permanentemente campos, pueblos rurales, caminos llenos de magia, paisajes sobrecogedores de belleza, silencios cargados de significados, y muchas veces hemos saboreado algún fruto al alcance de la mano, regalado por un generoso árbol. Entre tanta maravilla, nuestra llegada a alguna casa campesina siempre se ha dado con el acogedor y cálido recibimiento por parte de la familia y nunca ha faltado el “agüita con harina”, el mote o la refrescante agua de vertiente. En los primeros viajes nuestra ignorancia no nos permitió darnos cuenta de algo que, cuando lo descubrimos, nos sorprendió. Nuestro primer acercamiento, junto con el afecto demostrado por la familia, siempre fue recibido debajo de un parrón o en algún lugar del patio, especialmente destinado a las visitas. Allí, entre gruñidos de perros, gallinas que paseaban con sus polluelos en busca de alimento, otras aves y algunos gatos que querían restregarse en alguna pierna, comenzaba a desarrollarse la conversación que muchas veces duraba horas. En ocasiones, recién en nuestro segundo viaje, la dueña de casa nos invitaba a pasar a la cocina, hecho que tenía una especial importancia. En ese momento traspasábamos el umbral hacia la intimidad, dejábamos de ser visita y entrábamos a conocer el corazón de esa familia. Darnos cuenta de esto significó llenarnos de emoción, agradecimiento y admiración por este verdadero rito de aceptación, en que lo importante resultaba ser el encuentro entre la visita y la familia dueña de casa. Si éste no se producía, difícilmente se podía llegar a ese lugar y conocer en plenitud a estas mujeres, hombres y niños. La cocina, siempre separada del resto de la casa, estaba llena de magia. Allí, el tiempo se transformaba junto al “pollo” o fogón encendido, alrededor del cual nos sentábamos a compartir aromas, colores, sonidos y sabores. Esta experiencia la seguimos viviendo hasta hoy.
Martina Escobar y Rosalía Bascuñán, Hualqui. 2007. Col. H.P.
“Cocina con gusto a persona, a familia”, plantea Fidel Sepúlveda, recordando su casa allá en los campos de Cobquecura. “… se cocinaba a leña y había un fuego que no se apagaba nunca. El último que se iba a acostar, en la noche, enterraba las brasas y el primero que se levantaba, desenterraba estas brasas y con estas mismas brasas se encendía de nuevo el fogón. Y eso para mí es una suerte de símbolo, de un estilo de vida, de un arte de vivir que tiene un fuego sagrado, y que se cautela, se cuida…”1. Es en este espacio donde se cocina, se toma mate, se reza, se reúne la familia en las tardes al llegar el dueño de casa del trabajo en la tierra y se comenta lo sucedido en el día. Allí es donde escuchamos historias y cantos, aprendemos sobre la tierra, el cielo, los secretos de la naturaleza y las hierbas para mejorar la salud, entre muchos otros saberes. Ejemplo de ello son las oraciones que se rezan en noches de temporal, mientras se tiran ramos benditos al fuego:
Santa Bárbara doncella líbrame de esta centella así como libraste a Juan Ángel del vientre de la ballena
Esta experiencia de compartir el cotidiano con las familias campesinas nos ha acercado a la comprensión de una forma de vida que se fundamenta en el vínculo con lo sagrado y con la tierra. “… mirando hacia lo alto en un encuentro con lo trascendente y hacia lo profundo, valorando y manteniendo la experiencia empírica heredada, con la alegría y el amor de participar de una armonía que a la vez cuida y celebra”2.
1 La belleza del pensar. Programa de televisión. Art TV. 2001. Entrevista a Fidel Sepúlveda 2 “Chanco, la sabiduría heredada”. En Revista Patrimonio Cultural Dibam. Patricia Chavarría. Octubre 2000. Página 26
Estamos parados en los cuatro elementos ESTAMOS PARADOS EN LOS CUATRO ELEMENTOS
El campesino ama la tierra. Tiene un profundo sentido de pertenencia con ella. “Nosotros estamos parados en los cuatro elementos y el que diga otra cosa es que no sabe”, nos dice José González, campesino de Curanipe. Este juicio nos habla de otra forma de asumir el mundo. Expresa el sólido vínculo que el campesino tiene con la tierra. “El hombre es hijo de dos madres: de la mujer que durante nueve meses lo lleva en su vientre y de la tierra que lo ve nacer y que afirma sus primeros pasos por la vida. Porque la tierra no sólo lo ve nacer, sino que atiende a su crianza brindándole el alimento que necesita para crecer en el más amplio de los sentidos: para crecer en cuerpo y espíritu”3. Cotidianamente, el hombre sale a trabajar al campo y van a ser los cuatro elementos, agua, tierra, aire, fuego, junto a la ayuda celestial, los que le darán indicios que le alumbrarán en su tarea. Cuando prepara la tierra arando, cruzando o limpiando, para luego sembrar el trigo, hay signos que el campesino sabe decodificar.
3 Cuentos campesinos. Antología. Fidel Sepúlveda. Editorial Andrés Bello 1999. Página 5
Yungay. 1990. Col. P.CH.
Hualqui. 2006. Col. P.CH.
“Cuando andan muchos pájaros, los tiuques, quiere decir que la tierra está buena y va a ser buena la cosecha. También hay que fijarse si las lombrices salen a tomar el sol, porque si salen es fijo que llueve, entonces hay que esperar y sembrar después de la lluvia”. La luna a su vez indica los cambios climáticos. Don Manuel Muñoz de la comuna de Quirihue nos dice: “Si es muy fácil saber cómo va a estar el tiempo antes de sembrar. Hay que ver el cinco-siete. O sea, cuando la luna cambia con malo, son cinco a siete días de lluvia segura”. Pero no sólo en la siembra la naturaleza le “dice” al campesino. También los caminos tienen vida y lecturas. “Allí, en ese cruce de camino es donde se puede hacer pacto con el diablo”, o “después de esa curva aparece la viuda y se sube al anca cuando uno pasa en la noche”. “En ese río vive el cuero. Si uno se descuida se lo traga”. El diablo también se presenta en forma de perro negro o de guagua. Sirenas, toros con cachos de oro, lagunas encantadas, en fin, caminos y lugares llenos de encantos. A su vez, la mujer conversa con sus aves y animales. Ella sabe, según la forma que grite el treile4, si viene acercándose alguna persona, un perro o el zorro, sin necesidad de mirar. Conoce perfectamente las cualidades de las hierbas medicinales, los secretos de la naturaleza que sanan distintas enfermedades, entre muchos otros conocimientos. Entonces esta naturaleza viva, palpitante, se cuida y se admira. En Concepción, conversamos con don Alejandro Flores. Él se crió en los campos alrededor de Hualqui, pueblo rural cercano a la ciudad. “En el campo la gente vive de la tierra. Todo lo que la tierra produce es para el alimento. A veces no para la persona, sino para el animal que se cría. Eso de ahí va a ser una flor bonita, o va a dar una semillita que no la va a comer él, pero la va a comer la gallina. Esa hierba que está molestando ahí, no la arranca porque ésa le va a servir para el chancho. Entonces, todas las cositas se aprecian por la utilidad que va a dar... A veces usted llega a una casa y encuentra un olor tan rico. Han sembrado habas y el vientecito que viene le da un olor, una fragancia al aire... O pasa por el medio del caminito que sale de la casa pa’ otra parte y ahí uno pasa refregándose en las matas y salen los moscardones volando y el olor…¡Es muy lindo!”.
4 Treile o queltehue, pájaro que habita cerca de las casas y sembrados
Chincol. 2009. Col. C.C.
Este sentido estético y esta vinculación con la naturaleza ha quedado expresada en los versos de los poetas populares campesinos.
Son bellos y muy bonitos los pájaros de mi tierra y jamás hablan de guerra las diucas y jilgueritos. Alaban a Dios bendito autor de la creación y causan admiración las tencas y las diuquitas y cantan las avecitas cada una su canción.
Los tordos se ven por miles ni que hablar de los gorriones se ven peucos y hasta halcones y tencas pa’ que decirles. Los cachuítos y triles van buscando el alimento y los queltehues atentos en busca de una lombriz y hasta a veces la perdiz echa sus cantos al viento
En tiempos de primavera empiezan a hacer sus nidos entre los campos floridos y el pasto de la pradera. La binita agachadera y también l’ave cancina y la hermosa golondrina que se dieron a emigrar no me canso de mirar ave tan hermosa y fina. El águila se va alzando por las alturas del cielo y en su tan altivo vuelo el llano va dominando. Una garza va paseando con un blanco sin igual canta el tordo y el zorzal el mero y el cuculí y el pidén está feliz en la punta ‘e un peral. Las aves con su canción alejan toda tristeza y cuando a aclarar empieza alegran la creación. No tiene comparación el cantar del piduchén y también canta el pequén junto con la codorniz canta lindo la perdiz en los cerros de Lonquén.
Décima de Olegario Méndez- Lonquén. La Biblia del Pueblo. Miguel Jordá. Ediciones Salesianos 2003. Página 430
El ciclo agrario EL CICLO AGRARIO
Todo este hermoso encuentro con la naturaleza y con lo trascendente se vive cotidianamente y se manifiesta a través del ciclo agrario. El tiempo se vive en torno al ritmo de la tierra, a partir de la siembra de la semilla del trigo en el mes de mayo, hasta culminar su proceso de crecimiento con la cosecha, para luego volver a preparar la tierra y comenzar un nuevo ciclo. El tiempo, entonces, se vive en forma circular. El cuadro que a continuación presentamos está diseñado en relación a este proceso en que el trabajo de la tierra, la fe y la festividad están indisolublemente ligados. Debemos aclarar que éste es solo un panorama general que corresponde a las regiones del Bio Bio y Maule, ya que cada sector geográfico puede presentar sus propias variantes. Hemos destacado en el centro a la cocina como el espacio aglutinante y más importante en la transmisión de los saberes de los antiguos, para la familia campesina. Luego, en cada uno de los meses del año agrícola, se observa el trabajo que se desarrolla en la tierra (arar, sembrar, cosechar, etc.). A continuación se destacan las festividades, devociones y actividades de la comunidad, vividas junto con el trabajo agrícola.
Trigal, Hualqui. 1986. Col. P.CH.
En el mes de mayo, decíamos, comienza este ciclo con la siembra más importante, el trigo. Pero esta siembra debe hacerse después del 3, día de la cruz, para obtener una buena cosecha. Muchas familias no celebran ese día. Algunas adornan una cruz con flores y la colocan en un lugar destacado en el exterior de la casa. Otras, preparan un altar en el interior y le rezan o bien se celebra con una procesión. Lo cierto es que, celebrando o no ese día, siempre el trigo se siembra a partir del día 4 de mayo. Los santos han tenido una gran importancia a través de la historia en nuestros campos. Muchas novenas6 se rezaron y aún se rezan. Hay fechas que no pueden dejar de recordarse como es el caso de San Juan en el mes de junio. La víspera, el día 23 en la noche, es un momento mágico, en que lo celestial bendice a lo terrenal. Es la noche en que San Juan estaba dispuesto para bajar a la tierra:
La víspera de San Juan víspera de alegría, el Señor se alegra tanto con toda su jerarquía. San Juan ensilla el caballo la víspera pa’ bajar y se queda recostado en su cama celestial. Al otro día despierta con una crecida pena dice ya pasó mi día hay música que resuena. Y va mi padre San Juan Créanlo porque es de veras Que en la noche de San Juan Se ve la flor de la higuera.7
6 Rezos colectivos durante 9 días consecutivos dedicados a algún santo o santa. 7 Versos tradicionales. Emelina Torres. Curanipe. Col. P. Ch.
Estos son algunos de los versos que recuerdan al santo. Esa noche se deja agua al sereno para que sea bendecida desde el cielo, se guardan ramas de romero y ruda para hacer cruces que servirán como contra, y se castigan los árboles que no dan frutos, golpeándolos con una varilla y llamándoles la atención por su falta de generosidad. La creencia asegura que “es santo remedio. Al otro año seguro que está cargadito de frutas”. Muchas son las pruebas y ritos que suceden en esa víspera de San Juan. Día de Purísima, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B.
Otro de los santos más recordados en las zonas rurales es San Antonio, al que se le reza una novena que culmina con una procesión y una comida en su honor. Lo mismo ocurre para el festejo de las Cármenes, el 16 de julio, una de las santas más celebradas, a la que junto a la novena y la procesión se suma la fiesta con una muerte de chancho, que invita a muchos comensales.
Nuestra señora del Carmen donde está sentada el alto gloria al Padre, gloria al Hijo gloria al Espíritu Santo. Procesión San Antonio, Pelluhue. 2008. Col. C.G.
Adiós mi cielo que me retiro y por la Virgen del Carmen por ella son mis suspiros.8
8 Juana Espinoza. Quirihue. Col. P. Ch.
Procesión Virgen de Mayo, Cauquenes. 1998. Col. P.CH.
Agosto es un mes de conmemoración de santos que si no se respetan pueden perjudicar el trabajo de la tierra. El día 10, por ejemplo, es San Lorenzo. Este santo puede provocar incendios si se trabaja sin recordarlo. También, en la noche del día 24, para San Bartolo, los campesinos de Santa Juana, de la provincia de Concepción, comentan: “Esa noche pasa Satanás, pasa el diablo y apolva todo el trigo. Por eso nosotros hacemos una cruz chiquitita y la ponemos a la orilla del trigo”. También pueden dejarse dos ramas cruzadas sobre la mesa en la cocina, una de romero y otra de ruda, que se tienen guardadas desde la víspera de San Juan, con el objeto de proteger toda la tierra. En la localidad de Pelluhue, para el día de San Agustín, el 28, se evita trabajar. Es el día de los ratones. Hemos escuchado numerosos testimonios que cuentan que por haber trabajado ese día los ratones les comieron alguna prenda de ropa nueva, el dinero, o algo importante. Antiguamente, las mujeres tejían piezas de ropa muy pequeñas para engañar a los ratones. Dejaban estos tejidos en lugares muy visibles, de manera que se comieran esas prendas para así poder trabajar. Luego, el 29 de septiembre, día de San Miguel, no es buen día para sembrar. Es preferible esperar hasta el otro día, ya que, de hacerlo en esa fecha, se corre el riesgo que no haya una buena cosecha. Así va transcurriendo la vida de la familia campesina, en un diálogo permanente entre lo terrenal y lo celestial, desarrollando sus quehaceres, sus oficios, celebrando y también asumiendo la pena, cuidando la naturaleza, siempre en armonía. En este calendario anual de la tierra y el cielo, una de las fechas más importantes es el día 4 de octubre, día de San Francisco, patrono de la naturaleza9, ya que ese día el trigo recibirá una especial bendición. Hasta llegar a su cosecha, en los meses de enero o febrero, ya se han preparado las chacras, se han sembrado papas, en muchos lugares se han hecho mingacos10 de adobe para la construcción de casas, se han celebrado las fiestas patrias con ramadas y carreras a la chilena, y otras devociones como la Purísima. En la localidad de Hualqui, es muy conocida la Santa de Piedra, que se venera el día 8 de diciembre, fecha en que la iglesia católica celebra el día de la Inmaculada Concepción, más conocida popularmente como el día de Purísima. En el año 1981, acompañamos a Javier Bascuñán, quien iba con su carreta a visitar a esta Santa. Le preguntamos por qué iba a pagar esta manda. Su respuesta nos dejó asombradas, “no, si yo no voy a pagar manda. El que va a pagarla es él”, señalando a uno de los bueyes que tiraba la carreta. “Es que estuvo muy enfermo. Yo pensé que se me iba a morir. Entonces le pedí a la Santa que si lo mejoraba él tenía que ir a verla. Y aquí vamos”. 9 Ver capítulo aparte 10 Trabajo colectivo solidario
El tiempo de cosecha es otra ocasión en donde se produce el mingaco. Todos, hombres, mujeres y niños ayudan en el trabajo de la trilla, sea ésta a yegua o a máquina. Todos colaboran, guardando, limpiando, cocinando, atendiendo. Luego vendrá la “vuelta de mano”, es decir, quien recibió la ayuda pondrá su trabajo a disposición de quienes solidarizaron con él. Según la zona, hay ciertas fechas también en las que no se debe trillar, como el 20 de enero en la región del Bio Bio, día de celebración de San Sebastián. Existen numerosos testimonios de personas que trillaron en esa fecha y perdieron todo el trigo, ya sea por un incendio, por lluvia u otro motivo. En la región del Maule, provincia de Cauquenes, es el 2 de febrero, día de la Candelaria, la fecha que no permite realizar algún trabajo como trilla. Así se va formando un hermoso tejido, entrelazado con las sabidurías heredadas, las creencias, con el cariño y respeto por la tierra, por sus semejantes, por todos los seres vivos, por la protección divina.
Trilla, Hualqui. 1989. Col. P.CH.
Trilla, Curanilahue. 2009. Col. L.M.
Esta realidad, sin embargo, ha debido lidiar con fuertes presiones provenientes del proyecto modernizador del país. Un claro ejemplo ha sido la expansión de la industria forestal que desde la decada de los 80 ha invadido las tierras campesinas, afectando no sólo a la agricultura sino a un rico y valioso sistema de vida. Desde esos años los campos están sufriendo, los pequeños agricultores, los medieros, sufriendo por el agotamiento de las tierras, por la pérdida de los bosques nativos, reemplazados por pinos y eucaliptos que dejan sin agua a las comunidades, por la introducción de las semillas transgénicas. Pero no es sólo la agricultura la que está dañada. Hoy, los jóvenes campesinos emigran a la ciudad en busca de mejores horizontes y éstos les señalan caminos absolutamente reñidos con su cultura. El tejido, entonces, se daña, se rompe. En el sector de Pilén, comuna de Cauquenes, conocimos a la señora Iduvina Villegas, una excelente cantora. Ella y su familia debieron emigrar a la ciudad. Estaban rodeados de pinos y ya no tenían agua. “Vamos a tener que vender no más porque ya no tenemos agua para hacer huerta, tener animalitos. Yo lloro en la noche. Imagínese, nacida y criada en el campo. ¿Qué vamos a hacer en el pueblo? Esperar morirnos no más”. La tradición no se opone a la modernización, es una semilla que permite mirar hacia adelante con un sólido sentido de pertenencia, de autoreconocimiento como comunidad. La tecnología es un gran aporte para un óptimo resultado en la agricultura. Pero no es necesario darle la espalda a los saberes heredados. Tradición y modernidad pueden caminar juntas, dialogando y enriqueciéndose mutuamente. “Sin raíz no hay proyección real, duradera. Los pueblos sabios no cortan sus raíces. Alientan un proceso de metabolismo integral en el que asignan crédito a la larga experiencia de sus antepasados… Esta es la tradición. No es dar la espalda al futuro y paralizarse en una contemplación nostálgica y abúlica del pasado, sino ir al futuro, ahondando en el sentido del presente por la vía de seleccionar el saber útil del pasado”11.
Los distintos artículos que se presentan en esta edición corresponden a expresiones vigentes dentro de la cultura campesina. Pese a las transformaciones y presiones a las que se ven sometidas, continúan vivas en el acontecer de las distintas comunidades y sus sólidas raíces han permitido que trasciendan en el tiempo y permanezcan.
11 Identidad y cultura regional. Fidel Sepúlveda. Documento mecanografiado. Página 8
Cotidiano Campesino. Col. P.CH. y P.M.
Aquí anda la cruz de mayo AQUÍ ANDA LA CRUZ DE MAYO
Procesi贸n Cruz de Mayo, Pelluhue. 2007. Col. P.CH.
Aquí anda la cruz de mayo AQUÍ ANDA LA CRUZ DE MAYO
Aquí anda la Cruz de Mayo visitando a sus devotos con un cabito de vela y un cantarito de mosto… Es el 2 de mayo de 1999. Después de 30 años en las calles de Pelluhue, a la luz de faroles artesanales, vuelve a escucharse el canto que anuncia la presencia de la procesión que celebra a la Cruz de Mayo en la víspera de su día. Podemos ver a la señora Margarita Reyes, una de las personas más antiguas del pueblo, en la puerta de su casa, esperando emocionada y ansiosa el paso de la Cruz. “En mi casa se celebraba la cruz de mayo. Pero se había perdido por muchos años. Ya nadie la espera aquí. La juventud empezó a emigrar, llegó la televisión y se fue dejando. Así que es muy bueno que otra vez se celebre porque siempre se hizo. Imagínese los años, si mi abuelita la hacía”.
Esperando la Cruz de Mayo, Pelluhue. 1999. Col. P.CH.
Una verdadera magia recorre las calles del pueblo. Los vecinos salen sorprendidos a escuchar y la sorpresa se convierte en alegría. Muchas de las personas mayores no pueden contener las lágrimas. Han vuelto los recuerdos de su niñez, de su juventud, cuando participaban en la fiesta junto a sus familias. Las voces de la procesión se acercan y la señora Margarita acompaña el canto: A visitarte he venido pa’ que vamos al Jordán a ver bautizar a Cristo por las manos de San Juan. Ahora, la Cruz y su comitiva están frente a ella Si lo tiene no lo niegue no le cause ningún daño por negarle la limosna a la Santa Cruz de Mayo Al escuchar esa petición, ella entrega una gran caja que tiene preparada con anticipación. “Son pajaritos para las logas”, dice. Muchas gracias señorita el cielo le pagará por la limosna que ha dado de tan buena voluntad. Que bonita es la casita y el albañil que la hizo por dentro tiene la gloria por afuera el paraíso. Esta es la casa ‘e las flores donde viven las mejores esta es la casa e’ las rosas donde viven las hermosas. Ya se va la Cruz de Mayo visitando a sus devotos con un cabito de vela y un cantarito de mosto.
La procesión se aleja y las lágrimas de la señora Margarita son un reflejo de su sentir. Los años con sus antepasados han vuelto a vivir en su corazón. Los regalos a la cruz se multiplican. Es necesario vaciar el canasto vendimiador que recibe las donaciones varias veces en algunas casas, hasta que todo se recolecte en un vehículo. Parece que el tiempo no ha transcurrido, y esos 30 años sin la presencia de la Cruz se han transformado en uno solo. A medida que el grupo recorre calles cantando, los pobladores se van sumando, formando una inmensa procesión que acompaña con velas, guitarras y gritos de alegría:
¡Que viva la Cruz de Mayo con porotos y zapallos, pa’ que dure p’al otro año!
Participante en procesión, Pelluhue. 1999. Col. P.CH.
Ese año de 1999 la sequía era un grave problema para los pequeños agricultores de la zona, pero la Cruz, agradecida de su pueblo, envió una copiosa lluvia que bañó las calles durante toda la noche. Este hecho impactó profundamente en la comunidad que, emocionada, expresó a través de sentidos comentarios su cariño y devoción hacia el madero: “¡La Santa Cruz nos mandó esta lluvia! No podemos dejar de celebrarla”.
Hay que celebrar la cruz HAY QUE CELEBRAR LA CRUZ
Y eso es lo que ha ocurrido. Un grupo de personas interesadas en el rescate de la cultura tradicional de su comuna, agrupadas en el Taller Lafkenche, con profunda fe han seguido celebrando a la Cruz, durante 11 años, recorriendo anualmente las casas del pueblo en vísperas de su día. La comunidad participa, colabora, se organiza. “Al año siguiente, el 2000, la gente empezó a preguntarnos. ¿Hay Cruz de Mayo este año? Entonces nos propusimos que todos los años tiene que salir y pensamos que nuestros hijos o vecinos más jóvenes pueden seguir cuando ya no estemos”, cuenta Adrián González, presidente del grupo Lafkenche. Un acucioso estudio a través de entrevistas y los propios recuerdos de niñez, fueron la fuente que nutrió el resurgimiento de la fiesta. La respuesta de la comunidad ha confirmado que esta antigua tradición aún permanecía en el sentir de sus habitantes.
La señora Margarita fue una de las primeras entrevistadas: “Salían por todas las casas cantándole a la Cruz y mi abuelita Cota hacía un tremendo canasto de roscas y de pajaritos1 a costo de ella. Al otro día, el día 3, que es el día de la Cruz, el festejo se hacía debajo de un ciprés muy grande que había en la casa. Ahí se enterraba un palo con todos los pajaritos de masa. Se juntaban unas 50, a veces 100 personas. Venían de allá, de las montañas y llegaban a hacer logas, o sea unos versos para poder sacar pajaritos. El que no decía loga no podía comer. También venían las Chamorro, que eran muy buenas pa’ la guitarra. La fiesta duraba todo el día, hasta oscurecerse ¡y se iban curaítos algunos! ¡No ve que era pa’ celebrar la fiesta!“. 1 Panes dulces
Julio Pe単ailillo,Pelluhue.2006. Col. P.CH.
Don Julio Peñailillo, con sus 82 años a esa fecha, también ha sido entrevistado. Él vivió en Las Lomas, un sector rural de la comuna y siente especial gusto por recordar “las cosas de la antigüedad”. “Yo hace 50 años atrás, sacaba la Cruz de Mayo. Entrenábamos un día y después salíamos en la noche de la víspera. La Cruz la vestíamos con ramitas de chequén y la adornábamos con las flores que hubiera. Y salíamos a las casas. Pasen, pasen pa’ dentro, nos invitaban. Hasta aquí no más, decíamos y comenzábamos a cantar. Las pajas sirven de cuna De pabellón las estrellas Las estrellitas del cielo Cada una tiene su nombre Dónde están los dueño’e casa Que le’ hablo y no responden. Entonces salían y nos daban algo para la Cruz. Muchas gracias señorita Por la limosna que ha da’o La bendita Cruz de Mayo El día les pagará. Esta es la casa ‘e las rosas Donde viven las hermosas Esta es la casa ‘e las flores Donde viven las mejores. Y así nos íbamos por todas las casas, cantando. Nos daban las dos de la mañana, dando vueltas con el canto. Algunos daban y otros no daban na’. A esos también les cantábamos. Esta es la casa del rancho Adonde viven los chanchos Esta es la casa e’ la esquina Donde viven las mezquinas Convidábamos a todos los que nos habían dado algo, gallinas, papas, cebollas, vino, yerba, de todo, y con eso hacíamos una cazuela de ave. Después pelábamos mote y comíamos con miel”.
Don Julio también espera todos los años la visita de la procesión con una pequeña cruz vestida2 que permanece en su casa y un ponche con galletas para atender a la comitiva. 2 Adornada
Preparaci贸n del pan amasado. 2005. Col. P.CH.
La preparación LA PREPARACIÓN
La preparación comienza en el mes de marzo. El grupo Lafkenche se reúne a conversar, evaluar lo realizado el año anterior y a organizar la próxima celebración. Se distribuyen tareas y se repasan los cantos . La comunidad, con mucha anticipación, ofrece donaciones para la comida que desde el segundo año se viene ofreciendo para 150 o más personas: pollos, papas, verduras, carbón. La panadería “Las Brisas” ofrece cada año la harina y las dependencias de su cocina para amasar y hornear los pajaritos o roscas3. El día anterior a la celebración se hace el pan amasado para la comida, se van a buscar las ramas de chequén y se limpia el local donde va a llegar la cruz con la comitiva. “Chequén queda poco. El eucaliptus entró a apoderarse de la zona y chupa todo el agua y el chequén necesita lugares húmedos para crecer, así que tenemos que ir a buscarlo lejos, donde haya agua”, comenta Humberto Moraga.
3 Según la forma que se le dé al pan dulce, es su nombre.
Adriรกn Gonzรกlez entrega la Cruz. 2008. Col. P.CH.
El festejo EL FESTEJO
El día 2, al atardecer, se va a buscar la Cruz a la casa de don Adrián, lugar donde estuvo desde la celebración anterior. Allí se reúne la gente del pueblo junto a las visitas que han llegado desde distintas ciudades del país, motivadas por conocer esta fiesta. Un emocionado discurso del dueño de casa, agradeciendo a la Cruz y expresando la pena de despedirla, da comienzo a este ritual. Gritos de ¡Viva la Cruz de Mayo! y aplausos son expresiones de cariño por parte de la comunidad al madero. Tradicional es que en este momento el dueño de casa ofrezca a los asistentes berlines y “pájaro blanco”4.“La preparación del pájaro blanco es un secreto. No se lo cuento a nadie”, señala don Adrián. Luego, la comitiva entre gritos y alegría se traslada a la Compañía de Bomberos, que desde los inicios de la celebración ha facilitado su local para la vestidura de la Cruz . Las ramas y flores ya secas del año anterior se sacan y se queman en una fogata. “Para que se lleven todo lo malo del año”, comentan algunos asistentes. “Las ramas que han estado un año en la Cruz, no sería bonito que se fueran a un basurero y como el fuego purifica, entonces se queman las ramas. No tendría sentido celebrarla con devoción y después botar a la basura todos sus adornos”, agrega el señor González. Mientras se queman las ramas, niños, jóvenes y adultos, saltan sobre la fogata gritando “¡Viva la Cruz de Mayo!”. Otros vecinos se han acercado a vestir la Cruz con las flores que diferentes personas han llevado y a ayudar a servir roscas y ponche de vino tinto con leche condensada, que es otra de las tradiciones.
4 Licor preparado con distintos licores, bebidas, limón y clara de huevo batido
ยกViva la Cruz de Mayo! Preparativos y vestidura de la Cruz 2004-2005
Col. M.N.
Col. M.N.
Col. P.CH.
Col. P.CH.
Col. P.CH.
Col. P.CH.
Col. P.CH.
Ya está todo listo. Las ramas quemadas, la Cruz adornada y la gente servida. Ahora comienza la procesión, acompañada de guitarras y acordeón. Se visitan las casas de un gran sector del pueblo y la mayoría sus habitantes están atentos a la llegada de la Cruz. Algunos esperan con galletas, roscas, ponche, bebidas o algún enguindado que se ofrece a toda la procesión. En los últimos años la comitiva que partió con alrededor de 30 personas, terminó con cerca de 200.
Comunidad celebrando a la Cruz de Mayo.
2000. Col. P.CH.
2003. Col. P.CH.
1999. Col. P.CH.
Durante los meses de verano la comuna de Pelluhue nos entrega un panorama similar a todas las playas del litoral central. Sus angostas calles se hacen prácticamente intransitables para la cantidad de vehículos que del norte y sur de Chile llegan a disfrutar de sus vacaciones. Locales comerciales como restaurantes, almacenes, carnicerías, botillerías y juegos electrónicos, parecen no bastar para la gran cantidad de usuarios. A este panorama se agregan las discoteques, música en la plaza, en fin, todo aquello que hace difícil descansar para quienes así lo deseen. Sin embargo, al recorrer el pueblo un día 1º de marzo, podemos creer que estamos en otro lugar. Las calles están vacías, la mayoría de negocios y casas se han cerrado, y la cantidad de vehículos ha disminuido muchísimo. En sus playas se escucha la armonía del sonido del oleaje y las gaviotas en busca de alimento. Al atardecer, las calles están prácticamente desiertas. Toda la población se ha recogido a sus hogares. Este ritmo de vida se mantiene durante todos los meses de invierno: tranquilidad y silencio interrumpido por algunos vehículos, gritos de queltehues y la conversación del mar. Pero el día 2 de mayo hay una transformación en el espacio y en el tiempo. Es la víspera de la Cruz de Mayo.
Pelluhue. 2008.Col. P.CH.
La señora Margarita y don Julio siempre están allí, en sus casas, esperando con profunda devoción el paso del madero sagrado. Mientras dura el recorrido de la procesión, en la sede del grupo de adultos mayores, señora Lidia prepara una cazuela con la veintena de gallinas de campo donadas por los vecinos. Las mesas están puestas desde el día anterior y el altar donde va a ser colocada la Cruz fue arreglado por algunas jóvenes pelluhuanas. Han pasado más de dos horas de recorrido y la procesión crece. La donaciones se multiplican. Muchos de los vecinos se persignan al paso de la Cruz. Otros le sacan alguna ramita de chequén para guardarla como protección. Llegan devotos de otros sectores del pueblo donde la Cruz no alcanza con su procesión.“Imposible recorrer todo el pueblo. La noche no nos alcanzaría”, dice Bernardita Peñailillo, hija de don Julio. Carabineros ayuda también en esta celebración, custodiando el paso de la caravana y deteniendo el tránsito cuando es necesario. De regreso al lugar donde se ofrecerá la comida, señora Helia Guajardo con su familia y algunos vecinos esperan en una esquina con otra Cruz adornada. Se produce un emocionante encuentro. Las cruces se enfrentan, se saludan y continúan el recorrido una al lado de la otra. La señora Helia cuenta:“ Nosotros, cuando yo era chica, vivíamos en Las Lomas y mi papá todos los años vestía la Cruz y le rezaban con mi mamá. Hacían esos panes dulces y le echaban unas logas. Salían por las casas , que estaban harto distantes unas de otras y ya después quedaba ahí ensartadita en la reja de la casa. Después nos vinimos a Pelluhue, mi papá falleció, pero nosotros seguimos vistiéndola, pero sin sacarla. Un día dijimos ¿ y por qué no vamos al encuentro de la otra cruz? Y fuimos a esperarla a la esquina y ahí nos empezamos a juntar. El día 3 en la tarde, para su día, un sobrino la lleva para el campo y el día 4 de octubre, para el día de San Francisco, se entierra en el trigo. Después, cuando se corta el trigo, la Cruz se trae para la casa y se pone en el montón de trigo que está amarrado y apelchado5, antes que llegue la máquina a trillar. Después ya la máquina trilló y se guardó el trigo y se guardó la Cruz. Cuando ya toca vestirla el otro año, mi sobrino me la trae del campo y me trae chequén también, ¡no ve que hay que vestirla con chequén! Las flores las tengo yo aquí: crisantemos amarillos, color crema, otros concho de vino y unos medio rosaditos. Y ahora tengo plantados unos moraditos. A ver si este otro año cuando se vista la cruz tengo de ésos”.
5 Las gavillas de trigo amarradas, se juntan de pie, listas para ser trilladas con la máquina
Procesi贸n de la Cruz de Mayo. 2001. Col. P. CH.
Encuentro y procesi贸n de las 2 Cruces de Mayo. 2009. Col. P. CH.
Procesi贸n Cruz de Mayo, Pelluhue. 2007. Col. P.CH.
La procesión ya se acerca a su lugar de destino. En su largo recorrido, sólo en una o dos casas ha sido necesario cantar ese verso aprendido a don Julio:
Esta es la casa del rancho adonde viven los chanchos esta es la casa e’ la esquina donde viven las mezquinas.
La señora Lidia ya tiene lista la comida y espera en la puerta, con mucha devoción. Los asistentes se ubican en las mesas, que se hacen pocas para recibir a tantas personas. El grupo Lafkenche, frente al altar, canta un esquinazo. Santísima Cruz bendita yo te vengo a celebrar en el nombre del Señor las noches te vengo a dar. Los días te vengo a dar por ver mi lindo madero dónde murió Jesucristo el Redentor de los cielos. ¡Ay! Que linda está la Cruz benhaiga quien la adornó con la sangre è Jesucristo con el permiso de Dios. Para todo los presentes el cielo el mejor regalo les canta el grupo Lafkenche este día dos de mayo.
Terminado este esquinazo comienzan a escucharse los tres pies de cueca que salen a bailar algunos entusiastas asistentes. Al pie del altar hay una caja con pajaritos o roscas que, una vez terminadas las cuecas, están a disposición de quien quiera comer, siempre que previamente recite alguna loga.
Comienza Bernardita Peñailillo:
A la bendita Cruz de Mayo le pido ciencia de vida para celebrar un rato con toda esta gentería. Los ángeles en el cielo se adoran y se cautivan para ver que celebramos a la Cruz en este día. Quita malos pensamientos, rabias y melancolías y a una voz digamos todos ¡qué viva la Cruz del día!
Comunidad baila cueca en festejos, Pelluhue. 2009. Col. P.CH.
2000. Col. P.CH.
2005. Col. P.CH.
2005. Col. P.CH.
Grupo Lafkenche, Pelluhue. 2009. Col. P.CH.
Entre aplausos y gritos de “loga, loga”, “a comer pajarito, niño”, se motiva a los presentes que se acercan al altar. La alegría inunda el lugar. La variedad temática de los versos mantiene la atención de todos. Del tronco nace la rama y de la rama la flor de la flor nació María yde María el Señor que nos dejó por legado la Cruz de la salvación.
1999. Col. P.CH.
A la Santísima Cruz de Mayo voy a decirle una loga anoche amarré mi macho y se le cortó la soga.
Margarita Reyes y comunidad, esperan el paso de la Cruz.
Buen dar decía un buey mirando un retrato suyo pensar que estudié pa’ toro y me cortaron…los estudios.
2001. Col. P.CH.
No hay como el poroto bayo p’al hombre trabajador si no le ponen color relincha como caballo. Por eso en el mes de mayo cuando hace frío y tirito el que no diga una loga no comerá pajarito. La malva por ser malva en cualquier peña florece y el hombre cuando es soltero en cualquier cama amanece.
2009. Col. P.CH.
Cuando salí de Calama yo pasé por Pelequén y ví volar un pidén con una flor en un ala. Al pillarlo en el Itata le pegué un palo en las patas ll cruzar por el río Laja le ensarté un palo en la…guata cuando pasó el Bío Bío todavía lo llevaba metío. Yo vengo con mis amigos a cantarle a la Cruz de Mayo abran las puertas luego que Jesús viene conmigo. Viva la Cruz de Mayo viva esta vieja “churrienta” cómo no iba a venir si está tan re güena la fiesta.
Procesión y comunidad
2002. Col. P.CH.
2009. Col. P.CH.
Así, llega la hora de servir la cazuela con el rico pan amasado, el vino y bebidas recolectadas esa noche. Luego, los vecinos asistentes a la comida se retiran a sus casas comentando la celebración: “Cada año está mejor la fiesta”, “se veía linda la Cruz” ,“ojalá el próximo año tengamos Cruz de Mayo otra vez”. Pero la celebración no termina con la comida. El ciclo de la fiesta se cierra algunos días después, cuando el taller Lafkenche se reúne y se revisan las donaciones. En ese momento se preparan las canastas familiares que serán donadas a las familias más necesitadas de Pelluhue. Doce o trece canastas con abundantes alimentos no perecibles son las que generalmente se alcanzan a preparar, lo que refleja cómo la comunidad ha respondido a la petición de la Cruz. Las familias beneficiadas reciben esta donación a nombre de la Santa Cruz.“Nosotros no entregamos las canastas familiares a nombre del grupo, sino que le explicamos a las familias que ha sido la Cruz de Mayo la que les ha dado ese regalo”, manifiesta Adrián González. Así, con la satisfacción de haber cumplido con la devoción, la Cruz regresa a la casa de don Adrían, lugar donde los organizadores le encenderán durante el año las velas que se recibieron para ella. Las calles de Pelluhue paulatinamente regresan a la tranquilidad, pero las voces de la procesión seguirán resonando por mucho tiempo más.
Recibiendo donaciones. 2004. Col. P.CH.
Ya se va la Cruz de Mayo visitando a sus devotos con un cabito de vela y un cantarito de mosto. ¡Que viva la Cruz de Mayo, con poroto’ y con zapallo pa’ que dure pa’ este otro año! ¡Viva la Cruz de Mayo!
Cruces en el altar. Col. P.CH.
Este año 2009, también hubo escasez de agua, la que cayó al fin durante toda la mañana del día 3 de mayo. La Cruz, agradecida de su pueblo, envió entonces en dos oportunidades, bendiciones a través de la lluvia, lo que los agricultores definieron como un milagro. Por ello, el testimonio de todos es que la celebración de la Cruz de Mayo debe continuar realizándose año tras año, y así mantener la tradición para expresar la fe y el agradecimiento.
María Cisterna, Penco. 1965. Col. P.CH., María Andrade, Quirihue.1966. Col. P.CH., Zulema Aguayo, Penco. 1965. Col. P.CH., Cantores Familia Viveros, Hualqui. Col. R.C., Emelina Torres,Curanipe. 1977. Col. P.CH.
Cantando por la vida CANTANDO POR LA VIDA
Clemira Sanhueza, Hualqui.1979. Col P.CH.
Cantando por la vida CANTANDO POR LA VIDA
Dentro de los numerosos oficios que hemos conocido en la zona rural, ha sido el de la cantora el que más profundamente nos ha calado en el alma. Muchas interrogantes surgieron al ir conociéndolas. ¿Cómo tener tanta excelencia musical y poética, sin estudios, sólo con su don y su memoria? Las respuestas fueron surgiendo ante nosotros a partir de la fuerza y validez de la oralidad como vía de aprendizaje. Y estas respuestas, después de 45 años estudiando el canto junto a estas cantoras, nos siguen maravillando. Son los saberes de los antiguos los que están en cada una de ellas. Su memoria y talento han tenido la capacidad de mantener lo más sustancial, la materia nutricia que ha trascendido en el tiempo. El canto de estas mujeres se proyecta en dos direcciones: hacia su comunidad que lo recibe, lo acoge y lo disfruta, y hacía el encuentro con sus antepasados, aquellos que les legaron sus saberes. Durante nuestros primeros años de andanzas, nos llamó la atención el hecho de que fueran fundamentalmente las mujeres las que han heredado, mantenido y transmitido el oficio del canto campesino. Ellas junto con ser madres, dueñas de casa, esposas, responsables de la huerta, el cuidado de los animales y aves, han desarrollado este don. “Antes, a los hombres que cantaban les decían maruchos”, cuenta Ida Rivera de Quilaco, provincia de Bio Bio, una reconocida cantora del lugar en la década de los 80.
Un don de Dios UN DON DE DIOS
Pero no todas las mujeres son cantoras. Ellas asumen el talento con que nacen como un don que Dios les ha otorgado, para poder llegar a recibir esta herencia. “De mis hijos, ninguno aprendió. Dios no les dio el don”, nos confiesa Guillermina Villalobos de Concepción. “Yo me creo que uno nace con el don que Dios le dio”, afirma con convicción Carlina Pinto de Quilaco. Por su parte la señora Blanca Torres de la localidad de Curanipe en la comuna de Pelluhue, cuenta su experiencia: “Yo estaba chiquitita, diez años tendría, cuando aprendí a cantar. Y solita agarré la guitarra, nadie me dijo hace las posturas de esta o esta forma. Donde cantaban las otras hermanas que eran mayores que mí, entonces aprendí. Usté sabe que cuando le tira de aprender sola y Dios le da la voz y también la inteligencia, porque hay que tener buena memoria pa’ cantar”1.
Carlina Pinto, Quilaco. 1991. Col. P.CH.
1 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 38
Y es que sólo se puede entender como un don divino la forma en que las cantoras campesinas aprenden y practican su oficio. A la mayoría de ellas, como a la señora Blanca, nadie les ha enseñado. Sin embargo, han adquirido un vasto repertorio, afinaciones de la guitarra, distintas formas de “toquíos”2 , y todo ejecutado con gran maestría. Desde muy niñas están en contacto con el canto y la guitarra, en los juegos propios de la niñez y también participando con sus mayores en fiestas familiares como San Juan, Santa Rosa, las Cármenes, casamientos, trillas, fiestas patrias, carreras a la chilena y tantos otros momentos, mirando, escuchando y recibiendo la experiencia de sus mayores. Ida Rivera, Quilaco. 1991. Col. P.CH.
Adriana Ríos, cantora de la comuna de Hualqui también aprendió desde muy niña: “Yo me subía arriba de los árboles cuando iba a cuidar los animales y en un palo me ponía a tocar y cantaba. Estaba chica yo. Tendría unos ocho años”. Fresia Osores, por su parte, nos cuenta acerca de sus aprendizajes: “A mí de chica me gustó cantar. Cuando andaba por los digüeñes3 o por las callampas en las montañas ¡bote canto no más! A todo grito, no ve que uno se siente como los pájaros, libre, entonces, cantando por la vida dijo, cantando por el mundo… Yo me encerraba en el granero a tocar y mi papá, que sabía, no me quería enseñar porque decía que yo era muy pronta. O sea rasquío y ladrío altiro”4 . En la década de los 80 conocimos a la señora Alvarita Parra, excepcional cantora y guitarrista. Llamaba la atención la delicadeza y dulzura con que se refería al oficio de cantora: “Yo cuando empecé a aprender me encerraba en la pieza a cantar. Mi mamá me llamaba -niña ven a comer algo- pero no. Yo podía estar todo el día encerrada sin comer, cantando. ¡Qué lindo es cantar!” 2 Técnicas de ejecución de la guitarra: rasgueos, punteos, trinados, etc. Alvarita Parra, Penco. 1981. Col. P.CH. 3 Hongo que crece en las ramas del Hualle, árbol nativo chileno. 4 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 48
Cuando tú vayas por la... Cuando tú vayas por la mañana a regar flores a tu jardín y si no encuentra’ agua en la laguna es que muy lejo’ estaré de aquí
Mirando aprendía MIRANDO APRENDÍA
María, hija de doña Alvarita, cuenta: “Mi mamá tenía un alumna que quería aprender y yo de lejos miraba y la escuchaba. Un día que mi mamá la dejó sola, le dije -oye pásame la guitarra un poquito- y me largué a cantar una cueca. Mi mamá escuchó de lejos y dijo -¿Quién será que está cantando?-. ¡Cuando va a ver, era yo! Total, la alumna no aprendió nunca y yo aprendí altiro mirando. Será que heredé el don de mi mamá”. “Cuando mi papá llegaba en la tarde del campo, se sentaba con mi mamá en la cocina a tomar mate. A veces él le decía -ya vieja, tócame una tonada- y mi mamá se ponía a cantar. Entonces, ahí yo miraba la postura que hacía y se me quedaban grabados los versos. Así aprendí”. Es el testimonio de María Márquez, otra extraordinaria cantora de Curanipe. Por su parte, María Nova de la comuna de Trehuaco, provincia de Ñuble, nos cuenta: “Yo aprendí sola. Nadie me enseñó. Donde yo miraba se me quedaba altiro en la mente”. Así se va heredando y conformando este verdadero tejido formado por los saberes y emociones de quien entrega y quien recibe. La niña o joven aprendiz graba en su memoria un repertorio que han vivido generaciones y que tiene la carga emocional de cada una de sus antecesoras. Ella a su vez lo revitaliza, adecuándolo a las necesidades y gustos de su época y le imprime su propia emoción. De esta manera surgen, entonces, las variantes de versos, melodías y ritmos. “El canto es una virtud que se hereda. Con él se hereda la fuerza, la gracia, la peculiaridad de la estirpe. No es la cantora la que elige el canto; es el canto el que elige a la cantora. Por eso la cantora no se administra, no se mercadea. La necesidad de canto de la comunidad es la que determina su actuación. Con la vocación por el canto ella recibe el mandato de su disposición, su disponibilidad para estar donde su arte sea requerido. A su vez, su arte le esclarece cuáles son los requerimientos dignos de su arte. Por esto también la cantora no canta por pago sino por amor. Es porque aquí, todavía, el arte no tiene precio.
No es mercancía. Su servicio a la comunidad es tan alto que ésta entiende que no se le puede pagar con la moneda vulgar y corriente. ¡Entiende que “amor con amor se paga”! Nada más y nada menos”.5 En el año 1964, realizamos nuestro primer viaje a terreno para entrevistar a la cantora Nazarina del Carmen Gutiérrez, de quien habíamos tenido antecedentes de que podría enseñarnos su saber. Llegamos al Cerro La Colonia del sector Lo Rojas, en la ciudad de Coronel. Mucho nos costó ubicar su casa. En esos años, en las laderas de todo el cerro, podía apreciarse un populoso barrio de casas que parecían surgir desde el fondo de la tierra. Angostas callejuelas, con abruptos cambios de dirección, o cercos que obligaban a desandar y desorientaban a los visitantes. Finalmente, gracias a la buena voluntad de los vecinos logramos ubicar a la señora Nazarina, quien nos recibió alegremente y gustosa tomó su guitarra. Cuando comenzó a cantar, su voz recorrió las angostas callejuelas de la población. Tonadas y cuecas fluían con una fuerza contagiosa. Poco a poco pudimos observar cómo las familias salían de sus casas a escuchar a esta vecina, a la que tal vez, muchos no habían escuchado. Al traer al presente esta experiencia con una cantora campesina, se nos vienen a la memoria otras voces, otros rostros, que como la señora Nazarina, cantaron y contaron aquello que su memoria fue atesorando en el tiempo. Recordamos versos, melodías, relatos, numerosas fiestas en donde hemos podido participar, con sus sonidos, aromas y sabores, como las incomparables comidas de finalización de trillas o el mate saboreado en la cocina, en donde se está dorando una tortilla de rescoldo entre las cenizas del “pollo” o fogón.
5 Fidel Sepúlveda.Prólogo en Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Patricia Chavarría, Paula Mariángel. Fondart 1997. Pág 9
Nazarina GutiĂŠrrez, Coronel. 1963. Col. P.CH.
El canto hace recordar EL CANTO HACE RECORDAR
Uno de los rostros que nos llega nítidamente a la memoria es el de la señora Maximiana Astudillo, más conocida como Mauchita, oriunda de la localidad de Quirihue, provincia de Ñuble. La conocimos en el año 1966. A partir de esa fecha, nos ligó un profundo afecto y amistad junto a su esposo Manuel Muñoz. Incontables horas de conversaciones y grabaciones nos permitieron empaparnos de su tremenda sensibilidad, reflejada en su canto y la ejecución de la guitarra. En nuestra primera visita nos recibió amablemente en su casa. Nos contó que hacía 40 años que no practicaba su oficio. Sin embargo, accedió a enseñarnos. “Si es que me acuerdo de algo”, nos dijo, y tímidamente comenzó a cantar un hermoso vals:
En el fondo de tu alma hay una rosa de suave aroma embriagador…
En ese momento pudimos observar cómo las lágrimas corrían por sus mejillas. Al finalizar los versos comentó “es que el canto me trae tantos recuerdos”. Y es que el canto está ligado a los momentos más significativos de la vida, no sólo de la cantora, sino también de la comunidad. Esta realidad que hemos podido comprobar tantas veces, nos revela la enorme importancia que este oficio ha tenido en la historia de la vida campesina. Imposible sería entregar en este escrito todos los testimonios escuchados a distintas mujeres en relación al aprendizaje y práctica de su oficio. Son hermosos y conmovedores relatos que nos alumbran para comprender otra forma de asumir la música y el canto, y entender el sentido que tiene su quehacer. Ellas no buscan el aplauso o ser reconocidas especialmente. Su canto es colectivo, solidario, humilde pero digno. Existe una innata nobleza en estas sabias mujeres.
Maximiana Astudillo, Quirihue. 1966. Col. P.CH
Rosa Hernรกndez, Canelillo. 1994. Col. P.Ch
María Guillermina Viveros actualmente vive en Santiago. Su repertorio lo heredó de su familia en la comuna de Hualqui. Con sus casi 90 años sigue cantando en el grupo de adultos mayores en que participa. Ella comenta cuando recibe halagos por su canto “Sí. A veces me tiran flores que no necesito”. Pero su canto no sólo satisface a la comunidad. Para ellas su oficio les permite expresar sentimientos.“Las tonadas son como declaraciones de la persona”, nos confiesa la señora Mauchita. “Este canto me llega al corazón… me hace recuerdos. Los cantares traen sentimientos”, dice Carlina Vega de la localidad de Peuño, en la comuna de Pelluhue.
Hoy vivo con la esperanza que me vuelvas a querer mala hora de confiarse de cariño de hombre infiel
María Guillermina Viveros, Hualqui. 1980. Col. R.C.
Carlina Vega, Pelluhue. 1996. Col. P.CH.
Cuando la señora Francisca Parra, de la comuna de Chanco, provincia de Cauquenes, recuerda la primera tonada que aprendió hace más de 70 años dice: “es una tonada para el oído, para declarar la pena.”
Por su parte María Nova agrega “yo cuando quiero retar a alguien o tirarle flores, busco un verso de tonada o cueca y se lo canto.”
Que te estai’ pensando ingrato que por ti voy a llorar te advierto que soy soltera y amores me han de sobrar
Hace alrededor de 15 años se realizó un encuentro de cantoras en la localidad de Curanipe, comuna de Pelluhue. Venidas de distintas localidades llegaron alrededor de 12 cantoras, algunas famosas, otras poco conocidas y otras que llegaron, pero no tenían guitarra. A una de ellas, alguien quiso negarle la participación en el escenario. En ese momento, Rosa Hernández intervino en defensa de esta cantora. “Mire, cuando a usté la nombren allá arriba (en el escenario) viene y yo le paso mi guitarra y sube no más, porque usté también tiene derecho a desahogar su corazón”. Una impresionante lección de humanidad.
Juan Reyes, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B., María Cisterna, Penco. 1985. Col. P.CH. Telinda Tolosa, Santa Juana. 1980. Col.S.G.B., Rosa Alarcón, Pilén. 1980. Col. P.CH. Teresa García, Colbún. 2009. Col. C.T.
Laura Espinoza, Chanco. 1998. Col. P.CH.
Pa`que se divierta la gente
PA`QUE SE DIVIERTA LA GENTE
Pero ¿qué piensa, qué siente la comunidad en torno al oficio de las cantoras campesinas? Conversando en los caminos de Quinchamalí con un campesino, nos decía: “¡Yo cuando escucho el canto y la guitarra parece que se me abre el corazón!”. Don Juanero6, campesino de Hualqui, participaba ayudando con su trabajo en las trillas del sector San Onofre. El nos decía:
Trilla, Hualqui. 1979. Col.R.C.
“La cantora pa’ que sea buena tiene que tener harto resuello pa’ cantar, sacar la voz pa’ que la gente se entusiasme y baile. Pa’ una trilla vino una señorita del pueblo, pero ni se escuchaba, cantaba bajito. ¡No!, ¡ la cantora tiene que entusiasmar!”. Ellas, las cantoras, también tienen claridad de las condiciones y sentido que su canto debe tener para que sea legitimado por la comunidad. Como Rosa Hernández del sector de Canelillo en la comuna de Pelluhue, manifiesta: “Aquí yo canto, pero no soy cantante escribana, como ir y escribir o que vaya a grabar. No, no se hace. La cantora no hace eso. Se toca y se canta pa’ que se divierta la gente.” 7 .
6 Deformación del nombre Juan. 7 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Patricia Chavarría, Paula Mariángel. Fondart 1997. Pág 23
Campesinos, Hualqui. 1978. Col. R.C.
Zulema Aguayo vivió su niñez y juventud en el fundo Roa, entre Florida y Penco, en la provincia de Concepción. Ella animaba muchas fiestas con su hermana. “Lo que más me gustaba era ver cómo se divertía la gente con el canto. Y se acercaban a nosotras y nos pedían una cueca o una tonada, o un vals, entonces había que saber de todo, pa’ todos los gustos”. Entonces, una cantora es buena para la comunidad cuando tiene un amplio repertorio, cuando puede animar toda una noche la fiesta. Matilde Peña y su hermana Aurora, Santa Juana. 1980. Col. S.G.B.
Dorila Rojas, de Portezuelo cuenta con gran orgullo: “Yo podía cantar toda una noche y no le repetía ni una cueca. ¡Yo los hacía bailar en el aire con mis cuecas!”.
Los notables de Santiago reunidos en la plaza declaraban patria libre a Chile toda su raza. Cantor campesino, Curanipe. 1994. Col. P.CH.
Los chilenos cantando por la ciudad vitorean la patria su libertad Su libertad ay sí en todas partes van cayendo los cholos con su estandarte. Así la tiranía hoy es vencida
Maximiana Astudillo, Quirihue. 1994. Col. P.CH.
María Cisternas, de la comuna de Penco provincia de Concepción, declara: “La cantora tiene que tener bien afinadita su guitarra y el canto tiene que “decir” con la guitarra, porque si la voz va por un lado y la guitarra por otro, no es cantora. Nadie va a querer bailar”.
Caballero y señorita arrayán que se florece mi corazón por servirle llora, suspira y padece.
María Cisterna, Penco. 1989. Col. P.CH.
Con todos estos sentires y sabidurías las cantoras han recibido, conservado y transmitido su legado. Sus recuerdos nos permiten resignificar un oficio sustentado en valores y prácticas enraizadas fuertemente en el mundo campesino.
Irma Ibáñez, Hualqui. 1981. Col. R.C.
La cogote`e yegua LA COGOTE E’ YEGUA Ese es uno de los nombres con que se conoce la guitarra en el campo. También se le llama “cogote ‘e tabla” o “vigüela” y es compañera inseparable de su dueña. Esta la cuida, la abriga y la mantiene acostada en su cama o colgada en una bolsa de género en un lugar protegido del frío, el sol y la humedad. “La guitarra tiene que tener un lugar especial. Yo, a la mía le tengo un paño, la envuelvo, encima le pongo un bolsón de nylon rojo grande y ahí la amarro. Le queda la pura cabecita pa’ que no le pase el viento”, dice Rosa Hernández. Se bautiza con aguardiente o agua bendita. Se le coloca un nombre y se le buscan padrinos. Este bautizo lo puede hacer la propia dueña de la guitarra o alguna persona que ella elija, como una forma de protegerla contra el mal de ojo y para que conserve un buen sonido. “La guitarra se bautiza con aguardiente. Si quieren ponerle nombre se le pone… pero normalmente la bautizan no más, o sea yo te bautizo y listo, para que no se rompa. Después se le hace un saquito especial con una manta encima y la cuelgan en un clavo. También se puede ojear igual que un niño. Cualquier persona puede ojearla; si la encuentra bonita y tiene mal ojo y no le dice “Dios te guarde”, entonces la ojea. Así dicen los antiguos, los sabios… Cuando la guitarra se ojea, se desafina o por último se pone mala, no da razón, o se puede hasta quebrar, no se sabe cómo”8, asegura Fresia Osores. También, para protegerla y para mantenerle la buena voz, hay que echarle adentro ají “cacho ‘e cabra” seco, pepas de ají o sal gruesa y unas hojas de canelo.
8 Op.Cit. Página 52 9 Muy enojada
Humanizada, tratada como una niña a quien cuidar y proteger, las cantoras se relacionan con su guitarra. “Mi guitarra es celosa”, manifiesta María Parra, “cuando otra persona la toca se pone “idiosa”. No da el son, las cuerdas no dicen”.
De esta forma ella explica la reacción de su guitarra al ser tocada por otra persona. Las cuerdas que antiguamente usaba este instrumento eran de tripa. Este antecedente escuchado muchas veces en el campo lo recibí por primera vez de mi tía abuela Julia Bustos, quien se había criado en Coelemu, provincia de Ñuble, lugar donde aprendió a tocar guitarra. “Las cuerdas las hacían de tripa de oveja, las hacían en luna menguante para que duraran. Las torcían de distinto grosor y las dejaban secar y hacían rollos. De ahí, entonces se iban cortando las cuerdas”. Luego aparecieron las de acero o alambre, como se les llama comúnmente. Pero esta guitarra también se ha acompañado con otros instrumentos. Conocimos al trío “Las Pavitas” en el pueblo de Rafael, cercano a Concepción. Ellas tocaban dos guitarras acompañadas de arpa. En la zona de Pelluhue, actualmente hay muchos intérpretes de la armónica o flauta, como también se le llama. Nos han contado algunos de los cultores de este instrumento que antiguamente ellos acompañaban a algunas cantoras “para aliviarlas y que sonara más alegre y llenito”. Uno de los acompañamientos más importantes hasta hoy vigente es el “ganar” la guitarra. Esto significa tamborear el instrumento en la caja de resonancia. Pero no cualquiera puede ser el tañador que acompañe. Cada cantora tiene alguna persona preferida para esta ejecución. “Tiene que ser alguien que se siga con el ritmo y que tenga la mano liviana, porque si la tiene muy pesada puede quebrar la guitarra”, asegura Florentina Cuevas de Santa Juana, provincia de Concepción. Además, tiene que ser, en el caso que sea varón, una persona seria.
Sra. Margarita, PilĂŠn. 1982. Col. P.CH.
Al respecto cuenta María Cisternas: “Yo estaba tocando la guitarra y uno la estaba ganando, cuando de repente siento un agarrón en la pierna. ¡Me paré y con la misma guitarra le planté9 por la cabeza! ¡Sí pues! Uno de los aspectos poco conocidos de la guitarra campesina, y que sin embargo tiene una gran riqueza musical, se relaciona con sus afinaciones. Estas se refieren a la modificación de la altura de las cuerdas. Como un ejemplo simple podemos señalar que si a una guitarra afinada universalmente, le alteramos la altura a la segunda cuerda, subiéndola medio tono, se va a transformar en Segunda Alta. Dice la tradición que han existido alrededor de 40 diferentes formas de afinaciones o “trasportes” en nuestro país. “Las afinaciones son 40, pero al que se las sabe todas se lo lleva el diablo”, escuchamos decir a la mayoría de las cantoras. Esta rica herencia hispánica se desarrolló rápidamente en Chile perdurando hasta hoy. Muchas de estas 40 o más afinaciones se han perdido en el tiempo, pero en cada región de nuestro largo suelo, podemos encontrar una gran vigencia de varias de ellas. Es así como en las zonas que hemos recorrido, las más comunes son seis o siete, de las cuales surgen otras variantes.
Cada cantora elige, entonces, la afinación que más le acomode a su voz. Además, hay melodías propias de cada afinación. En la provincia de Concepción es la Tercera Alta la afinación más común, llamada también “por España” en Quirihue, o “por Solfa” en Santa Juana. Esta variedad de nombres para una misma afinación, se da con cada una de ellas, según la zona en donde se practiquen. En la comuna de Pelluhue la más utilizada es “por la Orilla”, que corresponde a “Trasporte” en los alrededores de Concepción. Entonces, podemos comprobar que el canto campesino, tanto en su poética como en su música tiene una inagotable riqueza poco valorada aún. Afortunadamente, hemos podido constatar que jóvenes en distintos ámbitos del quehacer cultural, tanto artístico como intelectual, están realizando estudios acerca de este apasionante aspecto de nuestra tradición campesina.
9 Pegué
Cómo no iba a ser lindo digo yo ¡CÓMO NO IBA A SER LINDO DIGO YO!
Nos cuenta la señora Mauchita: “Acá en Quirihue, antiguamente habían muchas fiestas y muchas cantoras. Se daban muchos esquinazos para San Juan porque ese día mientras más esquinazos dábamos, ganábamos más indulgencia. Nos ganábamos un lugar en el cielo, no ve que esa noche es sagrada. La gente se juntaba y en una bandeja se ponía un círculo de naranjas y en cada naranja se ensartaba una banderita de papel. Bandera chilena o de papel recortado. Al medio entonces iba un pavo asado o su gallina. Otros llevaban tarros de durazno, botellas de cinzano. Todo para regalar al santo. Llegábamos a la puerta de la casa, después de las 12 de la noche del 23 y nos largábamos con el esquinazo. A mi querido Juanito dulce dueño de mi encanto yo lo vengo a saludar por ser día de su santo.
El santo no abría la puerta hasta que terminaba el canto. Ahí, entonces, las cantoras nos arrancábamos, porque la gracia era que no viera quién le cantaba. Así ganábamos mejor la indulgencia. El santo tiraba unos disparos al aire para agradecer. Así amanecíamos. No ve que había hartos juanes antes y a todos saludábamos. Una cantora en una casa, otras en otra. Así lo pasábamos. Nos cruzábamos en la calle cantando y arrancando para que no nos vieran. Era muy lindo”. En los años que conocimos a la señora Mauchita, nos llamó la atención la gran cantidad de cantoras que había en el pueblo: María Andrade, Olivia Chavarría, el dúo Las Patitas, la familia Soto Oviedo, entre muchas más. Una de ellas, la señora Herminda Inostroza, nos contaba acerca de su oficio: “Yo cantaba mucho en las fiestas por allá por los año 40. Casamientos, novenas, santos, trillas. En los velorios de angelito se bailaba la refalosa y el jote. Ya poco me acuerdo, pero lo bonito eran las trillas. Duraban cerca de una semana y eran a yegua. Entonces había 5 ó 6 cantoras que nos turnábamos para cantar. En la puesta de la era o arriba del montón.
Si la yegua sale a l’era echen la yegua a trillar a la primera carrera todos una voz gritar Ayer tarde fui a la era a ver mi yegua trillar la ví que mordía el freno como queriendo llorar Viva trilla y horquetero verde cogollo de rama la trilla se terminó pero le queda la parva
Jovelina Neira, Santa Juana. 1980. Col. S.G.B.
Cuando ya se iban a almorzar o a comer también les cantábamos y el último día sí que era fiesta grande. Amanecíamos. Entonces cuando ya terminaba la fiesta, las cantoras nos íbamos a la cocina a tomar mate y ahí hacíamos rueda. O sea, una empezaba a cantar una tonada y después seguía otra cantora, otra, otra. Así hasta que todas cantaban y empezábamos de nuevo, hartas veces. Su par de horas seguíamos hasta que alguna ya no quería cantar más. Entonces seguían las que quedaban. Después se retiraba otra. Era bonito, hasta que ya quedaban dos y una terminaba, Pero era harto rato y sin repetir. ¡Cómo no iba a ser lindo eso, digo yo!”. Hermosos recuerdos son los que entrega cada una de estas valiosas mujeres. Muchas de ellas ya no están, otras ya no cantan. Los hombres, a través de los años se han ido incorporando a este oficio. No obstante, su repertorio y espacios de fiesta ya no son los mismos. Es la música mexicana, las cumbias y algunas cuecas, las que más suelen escucharse ocasionalmente al término de los torneos de fútbol, campeonatos de rayuelas, carreras a la chilena, choclones10 o cuando hay alguna ocasión para celebrar. En la actualidad, la música envasada a través de los equipos electrónicos ha reemplazado progresivamente el canto vivo. Las familias campesinas empobrecidas ya no tienen los medios económicos para hacer una fiesta. Los jóvenes emigran a los pueblos y ciudades en donde, generalmente, son seducidos por la cultura del consumo y las ofertas de éxito rápido. Pese a ello, aún en nuestros pueblos y campos encontramos cantoras campesinas que practican su oficio. En el mes de abril del año 2009 conocimos en la comuna de Colbún, provincia de Linares, a la señora Teresa García, quien canta habitualmente en la iglesia católica, en fiestas familiares, casamientos y en actividades organizadas por las agrupaciones comunitarias. Llama la atención la dulzura de su mirada, su delicadeza al conversar y la humildad y alegría con que practica su canto. “Yo aprendí en Cauquenes a los 7 años. A esa edad ya entretenía curados, y me echaban moneditas en la guitarra. Yo aprendí de mi mamá, María Apablaza se llamaba y tocaba el arpa. Aprendí el trasporte, tercera alta, la cuyana y la común. Por todos esos afinares puedo tocar. Ahora toco lo que escucho en la radio o por ahí lo aprendo. Canto de lo antiguo y de lo moderno: tonadas, cuecas, cumbias, rancheras. Mi hija baja música del internet y saca altiro lo que le gusta.”
10 Reunión política pública previa a las elecciones
La señora Teresa asume el repertorio actual para animar y entretener una fiesta, y a la vez valora y añora el sentido que su oficio tiene: “Antiguamente era lo natural no más: la guitarra. Ahora, en las fiestas no se sabe quién es quién, en cambio con la guitarra todos comparten.” Estos son los testimonios, las palabras de tantas mujeres cantoras que nos entregaron, junto a un valioso repertorio de versos y melodías, profundas lecciones de vida. “Sus palabras tienen el don de poner en órbita un modo de entrañar el tiempo. Un tiempo no ajeno ni hostil, violentador, violador del ritmo humano, sino uno disponible, servicial para que la experiencia humana ocurra tomándose todo el tiempo que necesita para ser en plenitud. Tiempo como ya no va quedando, porque se ha impuesto el tiempo chatarra de los relojes que hacen chatarra la vida de los que caen bajo su imperio. Este tiempo chatarra induce a sustituir el ser por el tener y con el tener, consumir la vida consumiendo. Esta triste versión del desarrollo no está en las palabras de la vida de las cantoras…”11.
Teresa García, Colbún. 2009. Col. P.CH.
11 Fidel Sepúlveda. Prólogo en Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya, Paula Mariángel, Patricia Chavarría. Fondart 1997. Página 7
Recibir el saber de cada cantora ha significado un aprendizaje de melodías y versos, y por sobre todo de una particular forma de percibir y vivir el mundo y su oficio. Al dejar estos recuerdos de andanzas tras las cantoras campesinas, aparece la señora Mery Lazcano. Vivía en Talcahuano cuando la conocimos en el año 1977. Producto de una enfermedad estaba prácticamente ciega. Ella nos marcó profundamente cuando manifestó su sentir en el momento que consideró que ya nos había entregado todo su repertorio de tonadas, cuecas, valses, polcas, etc. Al despedirse nos dijo: “Ya les enseñé todo lo que sabía. Ahora me puedo morir tranquila”.
Dentro de mi corazón te llevo aunque me retire al fin del mundo que vaya no pensís de que te olvide.
Duo “Las Pimientas”, Arauco. 1962. Col. P.CH.
Fiesta día de San Francisco, Curanipe. 1994. Col. P.CH.
Iduvina Villegas, familia y amigos, Pilén. 1982. Col. P.CH.
Fiesta familiar, Hualqui. 1980. Col. R.C.
Yo me tomara cien mates YO ME TOMARA CIEN MATES
Col.C.C.
Brindo dijo una matera, por la bombilla y el mate, porque me pongo a debate defendiendo mi tetera. Brindo por la azucarera porque me tiene bien loca, y cuando hay azúcar bien poca enreizo hasta los dientes, y al chupar l’agua caliente bastante estiro mi boca. Brindo dijo una matera por l’azucarera y el mate, cuando me pongo en combate lloro por l’azucarera. Y cuando el agua es bien poca y no alcanzo a mojar los dientes, largurucha pongo la boca, pa’ tomar agua caliente. Col. G. P.
Beso a beso un palo tieso Un pajarito en un canal, se le acaba el agua y empieza a cantar Una vieja larga y seca que se chupa y que se deja Una vieja larga y seca tiene toda el alma hueca, todos vienen y la chupan, todos se van y la dejan. Col. P. Ch.
(la bombilla) Carmen Medina, Colbún. 2009. Col. P.CH.
Yo me tomara cien mates YO ME TOMARA CIEN MATES
Una de las tradiciones cotidianas más extendidas y vigentes, especialmente en el campo chileno y pueblos cercanos a la vida rural, es el hábito de “matear”. Si bien en la ciudad también se consume en algunos hogares, oficinas o lugares de reunión de sectores populares, no podríamos considerarlo un hábito muy común de encontrar. En países latinoamericanos como Argentina, Uruguay y Paraguay, la costumbre de matear es una actividad pública. En Uruguay, en la ciudad de Montevideo, tuvimos la oportunidad de comprobarlo al ver cómo en plazas, caminando por la calle, en jornadas universitarias o en el estudio de una radioemisora, adultos, jóvenes y niños, portan su termo y mate, degustándolo permanentemente. En nuestro país, esta costumbre cambia. Tomar mate es un hábito asociado a la intimidad, en espacios cerrados, aún cuando se consuma en actividades colectivas. A diversas horas del día, especialmente en la cocina campesina, podemos encontrar personas preparando la yerba mate para reconfortarse, pasar el frío o simplemente degustarla, al calor de una amena conversación. Buscando mayores antecedentes históricos que nos permitieran conocer el origen de esta popular bebida, descubrimos que su procedencia es americana y muy cercana a nuestro país. La palabra mate deriva del kechua “mati” que significa vaso. Actualmente con este nombre se identifica a una taza, jarro, calabaza1 o cualquier otro tipo de envase que sirva para el consumo de la yerba. Y no sólo se denomina mate a la vasija o tiesto donde se prepara el brebaje, y a la yerba que se va a tomar, sino además, a la acción de tomarlo: “vamos a matear”, “hay una mateada”. Muchas leyendas relatan el origen de esta planta, pero todas coinciden en que su origen está en las selvas Guaraníes:
“La luna se moría de ganas de pisar la tierra. Quería probar las frutas y bañarse en algún río. Gracias a las nubes, pudo bajar. Desde la puesta del sol hasta el alba, las nubes cubrieron el cielo para que nadie advirtiera que la luna faltaba. Fue una maravilla la noche en la tierra. La luna paseó por la selva del alto Paraná, conoció misteriosos aromas y sabores y nadó largamente en el río. Un viejo labrador la salvó dos veces. Cuando el jaguar iba a clavar sus dientes en el cuello de la luna, el viejo degolló a la fiera con su cuchillo; y cuando la luna tuvo hambre, la llevó a su casa. “Te ofrecemos nuestra pobreza”, dijo la mujer del labrador, y le dio una tortilla de maíz. A la noche siguiente, desde el cielo, la luna se asomó a la casa de sus amigos. El viejo labrador había construido su choza en un claro de la selva, muy lejos de las aldeas. Allí vivía, como en un exilio, con su mujer y su hija. La luna descubrió que en aquella casa no quedaba nada que comer. Para ella habían sido las últimas tortillas de maíz. Entonces iluminó el lugar con la mejor de sus luces y pidió a las nubes que dejasen caer alrededor de la choza, una llovizna muy especial. Al amanecer, en esa tierra habían brotado unos árboles desconocidos. Entre el verde oscuro de las hojas, asomaban las flores blancas. Jamás murió la hija del viejo labrador. Ella es la dueña de la yerba mate y anda por el mundo ofreciéndola a los demás. La yerba mate despierta a los dormidos, corrige a los haraganes y hace hermanas a las gentes que no se conocen”2 .
2 “Los nacimientos”. Memorias del fuego I. Eduardo Galeano. Editorial siglo XXI Madrid, España. 1985. Pág. 34
Esta hermosa leyenda transmitida oralmente hasta hoy, nos acerca al profundo significado que ha tenido la yerba mate en las culturas nativas guaraníes, otorgándole un origen celestial. “Los guaraníes bebían una extraña tizana, de áspero y amargo sabor, cuyas excelencias eran reconocidas ampliamente por los indígenas. Dicha tisana llamada caá-I se preparaba hirviendo precisamente el agua en un recipiente de barro cocido. El agua se vertía en una calabacita cuyo nombre era caaiguá, en la que se depositaba la yerba previamente preparada y la infusión se bebía mediante una cañita rematada en su parte inferior por un minúsculo filtro de fibras vegetales. Esta primitiva bombilla se denominaba tacuapí”.3 Col.S.G.
Pero, ¿cómo se fue extendiendo su consumo? En la América precolombina, desde los Apalaches hasta Tierra del Fuego, se practicó un permanente y variado intercambio de especies como alimentos, animales, tejidos hechos a telar y vegetales, entre muchos otros. Dentro de este nutrido comercio la yerba mate fue uno de los artículos preferidos de los nativos4. Esta extendida afición también fue asumida rápidamente por los conquistadores, lo que se comprueba en los escritos de la época en relación al aumento del comercio de la yerba. “Las virtudes que se le atribuyen y a las que se refieren numerosos relatos de aquellos tiempos, hicieron que su consumo se difundiera en forma extraordinaria al punto de organizarse un intenso tráfico regular del producto, desde su zona de origen a todo el virreinato”.5 Las autoridades vieron con preocupación la adicción de nativos y colonizadores, por lo que a fines del siglo XVI prohibieron su consumo y combatieron su cultivo. Así, y como en muchas otras manifestaciones, las culturas americanas sufrieron el embate del conquistador, entablándose una silenciosa lucha contra este avasallamiento, de manera que su cultivo y consumo continuó extendiéndose.
3 Aportes antropológicos sobre la construcción del tema “drogas”. Leticia Folgar. Edición virtual PDF. www.unseco.org.uy. Página 34 4 El Mate. Los secretos de la infusión. Javier Ricca. Ediciones El Mendrugo. Montevideo, Uruguay. Tercera edición. 5 www.redargentina.com “La yerba mate”. Material compilado y revisado por la educadora argentina Nidia Cobiella. 34
Mesa matera. Colbún. 2009. Col. P.CH.
Casa de campo. Pelluhue. 2005. Col. P.Ch.
“Del indígena que la bebía sin torrar, la yerba pasó al español aquerenciado y luego al criollo. Padeció también los avatares de una ideología que de adversa se convirtió en favorable a partir del comercio colonial; éste transformó a la “yerba del demonio” en el “benéfico té del Paraguay”, luego de su cultivo en las Misiones jesuíticas”6. Consta en diferentes escritos de la época colonial que el consumo de la yerba mate tuvo carácter demoníaco según la jerarquía eclesiástica, modificándose progresivamente a medida que su comercio se intensificaba. “Los ministros de Dios excomulgaban a los materos; la infusión infernal, decían alborotaban a la gente en medio de los santos oficios de la misa y convertía a sus adictos en lujuriosos pecadores pues les soliviantaba el sexo… Sin embargo esta situación cambiará cuando la yerba de las Misiones comience a inundar el mercado, el cambio será tal que circulará por estas tierras una versión alucinante: Santo Tomás habría intervenido milagrosamente para cambiar el destino satánico en una bendición”7. Así, gracias a esta bendición para las ganancias de los comerciantes, los consumidores de la yerba mate pudieron continuar disfrutando su sabor, siendo la bebida por excelencia en la cultura colonial, especialmente en Uruguay, Paraguay, Argentina, sur del Brasil y Chile.
6 Aportes antropológicos sobre el tema drogas. Leticia Folgar. Edición virtual PDF. www.unseco.org.uy Pág. 34 7 Op. Cit.
Sobre el Mate SOBRE EL MATE EN CHILE
“No hemos podido precisar la fecha exacta de su introducción en Chile”, escribe don Eugenio Pereira Salas en su interesante libro Apuntes para la historia de la cocina chilena. “… pero basándose en el hecho que el comercio transandino se abriera en 1558 con la expedición de don Alonso Sotomayor, creemos probable que se conociera en Santiago, en la mitad del siglo XVI. Ya en 1664 existía comercio permanente de dicha yerba, que se vendía en la tienda de don Francisco Martínez de Argomedo, a razón de 8 reales la libra…”8 El mate se constituyó rápidamente en la bebida más popular del país, llegando incluso a provocar pleitos entre autoridades y vecinos.
Fidel Sepúlveda. Pelluhue. Fiesta de la Cruz de Mayo. 2006. Col. M. N.
8 Editorial Uqbar. Stgo de Chile. Cuarta edición. 2007. Pág.64 9 Op. cit. Pág. 80
“En 1779 se quiso imponer una contribución especial, de un peso por zurrón, a la yerba mate, para financiar los servicios del Puente de Cal y Canto. Los vecinos levantaron una airada protesta por esta medida, hasta el punto que eligieron un abogado, don Miguel de la Huerta, para que defendiera sus derechos amenazados. De la Huerta consiguió sus propósitos, pues en 1790, el Rey desaprobó el acuerdo tomado por las autoridades chilenas”9.
Numerosos escritos de viajeros extranjeros que estuvieron en nuestro país, nos dejan también un valioso testimonio acerca de este arraigado hábito en la sociedad chilena de la época. María Graham residió en Valparaíso durante el año 1822. En su estadía dejó sus impresiones y experiencias en nuestro país en su diario de vida. “En una mesa que hay en un rincón veo… la taza que sirve para contener la infusión de yerba del Paraguay, que llaman mate, y que todo el mundo bebe o más bien sorbe aquí. La yerba tiene el aspecto de las hojas secas del sen, se pone una pequeña cantidad en una tacita con un poco de azúcar, y a veces con una cascarita de limón, se le hecha agua hirviendo y al instante se chupa por medio de un tubo de unas seis pulgadas de largo. Este es el gran lujo de los chilenos, tanto hombres como mujeres. Lo primero en la mañana, es el mate, lo primero, después de la siesta en la tarde, es también el mate” 10. Más adelante agrega: “Fui a hacerle una visita a la esposa del propietario de mi casa, que me tenía muy convidada a ir a tomar mate con ella; pero hasta hoy me lo impedía el temor de tener que usar la bombilla, o tubo que sirve para chupar el mate y que pasa por boca de toda la concurrencia. Me resolví sin embargo a desechar esa preocupación y así dispuesta me dirigí esa tarde a su casa… Una de las amigas de la señora bajó entonces del estrado y se sentó en el borde de la plataforma, delante de un ancho brasero con carbones encendidos, en el cual había una tetera de cobre llena de agua hirviendo. Se le pasaron los útiles necesarios, empezó por la taza con los ingredientes acostumbrados, vertió sobre ella el agua hirviendo, se llevó la bombilla a los labios y después de chupar el mate me lo ofreció a mí; pasó largo rato antes que pudiera decidirme a probar el hirviente brebaje, que si bien es más áspero que el te, me pareció muy agradable. En cuanto concluí mi taza, volviéronla a llenar al instante y se la pasaron a otra persona, y de esta manera se siguió hasta que todos se hubieron servido, dos tazas con sus bombillas circularon entre toda la concurrencia. Poco después del mate, nos sirvieron bizcochuelos azucarados, y por último, un vaso de agua fresca, con lo cual concluyó la visita”11.
10 Diario de mi residencia en Chile. María Graham. Editorial del Pacífico Stgo. de Chile. 1956. Pág.30 11 Op. Cit. Pág. 59
John Byron, quien durante su viaje alrededor del mundo naufragó en la Patagonia y residió en Santiago hasta 1745, describió también el mateo en nuestra capital. “Hay la costumbre de tomar dos veces al día el té del paraguay que, como ya he dicho, llaman mate: lo traen en una gran salvilla de plata, de la cual agregan la azúcar que quieren y un poco de jugo de naranja; en seguida, le echan el agua caliente, y lo beben por medio de una bombilla, que consiste en un largo tubo de plata, a cuyo extremo hay un colador redondo, que impide que pase la yerba”12. Por su parte el capitán de navío francés, Gabriel Lafond de Lurcy, a partir de 1818 dio la vuelta al mundo visitando diferentes países, dejando un valioso testimonio de sus experiencias. La primera edición de sus viajes apareció en 1839, completándose en cinco volúmenes (1842- 1845). El volumen Nº 3 de la colección Testimonios está rotulado como Viaje a Chile. En esta interesante publicación traducida al español por Federico Gana, el autor describe algunas costumbres de la sociedad chilena, en las que aparece en forma destacada el mate: “La vida era muy regular. Por la mañana muy temprano, se servía el mate, a las ocho o nueve, y el chocolate con tostadas con mantequilla y galletas. Esta comida se tomaba en el dormitorio, en el salón o el comedor o donde uno se encontrase. A las dos, todos se reunían para comer. Después venía la siesta, y enseguida una distribución de chocolate y mate. Llegada la tarde, todos, los hombres y mujeres, rezaban el rosario y servíase nuevamente el mate”13.
12 El Mate Chileno. Ismael Espinoza. Autoedición. Santiago de Chile. 2007. Pág. 83. 13 Viaje a Chile. Gabriel Lafond de Lurcy. Editorial Universitaria S.A. Santiago de Chile. 1970. Pág. 36
Más adelante continúa: “El mate es una yerba que crece en el Paraguay y constituye una rama de comercio considerable con la República Argentina y el Brasil. Se conocen varias especies de este artículo que son más o menos apreciadas por los entendidos. Esta planta, que se parece al té, la transportan del Paraguay en grandes sacos de cuero, lo que ofrece grandes facilidades para el impuesto aduanero. Se le grava con derechos enormes. La toman en una infusión de agua caliente y he aquí la manera de servirla… A falta de chimenea, se coloca sobre un brasero bien encendido una tetera de plata o de cobre llena de agua. Una de las señoritas de la casa, sentada en una silla baja, echa con gracia la yerba mate en un pequeño vaso de dos onzas, redondo, sostenido por un pie de plata. Después de echar en este vaso unas cucharadas de yerba, varios panes de azúcar quemados y una cáscara de naranja o limón, deja caer el agua caliente. Enseguida coloca en este vaso de plata un tubo del mismo metal llamado bombilla, de cinco o seis pulgadas de largo, del grueso de una pluma de ganso y terminado por una pequeña esfera agujereada en diferentes partes. Gusta gravemente su obra primero, y por último, todos empiezan a servirse por turno la preciosa infusión, usando la misma bombilla y principiándose por los amigos y los extranjeros… La primera vez que fui invitado a tomar esta bebida, mi inexperiencia me costó algo cara, porque una aspiración de la bombilla demasiado fuerte llenó mi boca de un líquido quemante y la puso en un estado lamentable. Esta es la bebida favorita de Chile y reemplaza aquí al té de los ingleses. Cuando hay mucha gente, un solo mate es insuficiente y no es raro entonces ver circular dos, tres y aun cuatro”14 .
14 Op. Cit.
Cuatro siglos más tarde, en los inicios del siglo XXI, inmersos en un acelerado desarrollo tecnológico, hemos podido comprobar el fuerte sentido de encuentro social y familiar que tiene este arraigado hábito en muchas familias chilenas, especialmente campesinas. A través de los testimonios recogidos a numerosos “materos”, surgen variadas prácticas, muchas veces sorprendentes en torno a este verdadero vicio presente en todos los momentos significativos de la vida familiar. El consumo de yerba mate en nuestros campos está asociado al encuentro social, especialmente dentro de la cocina. Esta es el lugar preferido para tomar mate. Allí, en muchas casas campesinas se encuentra la mesa matera que es más pequeña y baja que el común de las mesas. Allí permanecen los elementos para la preparación: la yerba, el azúcar y los mixtos o machitunes15, que se agregan al momento de servir. En las tardes, al regresar del trabajo en la tierra, el dueño de casa se reúne con su familia, y allí, entre mate y mate, va surgiendo la conversación, la entrega de enseñanzas a los menores, compartiendo anhelos, sueños, penas y alegrías. Uno de los acontecimientos que reúne a la comunidad durante el invierno es la muerte de chancho. En la mañana, cuando la gente se reúne y mientras se preparan todos los elementos necesarios para el “velorio”, como también le llaman, los asistentes toman algunos mates mientras se ponen al día en los sucesos acaecidos con el trabajo de la tierra o la vida familiar. Es un verdadero rito previo a la faena. También, en los momentos tristes como es la muerte de un ser querido, el mate es fundamental para pasar la noche en vela y en la mañana como desayuno. Los hombres reunidos en la cocina o en el patio conversan, cuentan historias, chascarros y mentiras alrededor del fuego, mientras toman mate con aguardiente. En los mingacos como trillas, sacas de papas, nada más reconfortante al término de la jornada que tomarse un matecito. La yerba mate está presente además, en los ritos religiosos de sanación como es el santigüerio16, o en los “arreglos” hechos por los brujos. En definitiva, el mate es absolutamente necesario para el cuerpo y el alma.
15 Mezcla de hierbas medicinales. 16 Ver capítulo referido al tema
Mesa matera. ColbĂşn 2009. Col. P. Ch.
“En nombre sea de Dios, vamos a tomar mate”, dice Bernardita Peñailillo de la comuna de Pelluhue, y con la bombilla hace la cruz sobre el mate, tres veces. En cada una de ellas repite “Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.” “Esto es un contra”, señala, “…los viejos dicen que antiguamente los males los hacían en el mate. Dicen que la manera más fácil de hacer un mal es en el mate. Nunca he sabido qué cosa es lo que le echan al mate. Por eso mi abuela siempre me decía que había que hacerle la cruz y decirle Gloria al Padre, gloria al Hijo y al Espritu Santo…”. “Esta es una oración que dice así: Bendice Señor esta yerba que crece en la tierra, por el Espíritu Santo, amén. Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. (3 veces). Los viejitos siempre tenían sus oraciones para cada cosa”.
Mateando. Bernardita Peñailillo, Edelmira Gómez, Margarita Moraga. Pelluhue. 2007. Col. A.G.
Por su parte la señora Clementina Vásquez del sector El Risco, en la comuna de Pelluhue, invita a tomar mate a sus hijos, sentada junto al “pollo” o fogón de la cocina, en donde transcurre su vida la mayor parte del día, con el siguiente verso:
Tomemos mate, viejo, caliente no hay ná leña, vieja, rajá tráete ese palo, viejo, podrío no, es una rueda, vieja, agujeriá.
A pesar de su picardía, ella no olvida la bendición del mate. “Yo cuando voy a tomar mate siempre digo -que Dios bendiga este mate-. Eso siempre le digo a la gente cuando toma mate. Díganle que Dios lo bendiga, para que no se ojee el mate. ¡Qué cuesta decir que Dios lo bendiga! Porque todas las cosas Dios las bendice... Pero a mí me gusta tomar con otra persona para estar conversando y saborear las cosas, porque no tiene sabor que esté tomando un matecito sola sentadita aquí al lado de las brasas”. ¿Y cómo se ceba17 el mate en nuestros campos? En primer lugar, no cualquiera puede cebar un buen mate. En cada hogar hay expertos cebadores que conocen bien los secretos de una adecuada preparación. Generalmente es la dueña de casa, como la señora Juana Valenzuela de la comuna de Quirihue, quien nos enseña: “La yerba se lava con un poquito de agua cruda, se revuelve con azúcar y se deja un ratito. Después se le echa el agua hirviendo encima. Si lo prepara así, la yerba le dura mucho más. Si no lo quiere muy fuerte, hay que botar esa primera agua hirviendo. Así le queda lavadito y no le sube la presión”.
17 Acción de preparar el mate mezclando yerba, azúcar, hierbas medicinales y/u otros agregados. Clementina Vásquez. Pelluhue. 2008. Col. G.G.
En Colbún, región del Maule, conversamos con las señoras Nelly Castro y Nieves Moreno. Ellas nos cuentan: “El mate tiene que ser en calabaza. Si no, no es mate. Toma otro sabor en otro mate. Por ser un jarro de loza, o un mate de madera…no, no tiene el mismo sabor. Y a mí me gusta mediano… para que no se acabe tan luego“. “A mí me gusta el mate grande para echarle de toda yerba. Además le echo cáscara de manzana, naranja y pomelo. Y tiene que ser acompañado con queso. No me puede faltar el queso. Y el mate de leche, ese es para el invierno, calentito”.
Nelly Castro y Nieves Moreno. Colbún. 2009.Col.P.Ch.
Fundamental para obtener un buen resultado en la preparación del mate, son las hierbas que se le agregan: cedrón, poleo, menta, vida-vida y romero castilla, entre muchas otras. Según las necesidades para la salud o el gusto de cada consumidor. Y junto a estas hierbas, especialmente en invierno, nada mejor que agregarle una cucharadita de aguardiente. “Malicia” “alambre ‘e púa” “bótate ‘aí”, son algunos de los nombres que recibe en diferentes localidades. La señora Nieves continúa contándonos algunas verdaderas reglas en torno a este consumo. “El que es verdaderamente matero no permite que si sirve a otra persona, ésta mueva la bombilla. Si la otra persona no sabe y la mueve, el matero le pega la pura mirada de enojo.”
El mismo malestar produce cuando la persona que está tomando mate y se le acaba el agua, hace sonar la bombilla. “Es una falta de respeto”, “hacer sonar la bombilla es una rotería”, nos cuentan. “En mi tierra, en la cordillera de los Andes, de San Clemente, 90 kilómetros arriba, es costumbre que cuando alguien hace sonar la bombilla el dueño de casa le dice -¡El burro rebuzna en la chacra y nadie lo echa!-. Igual, hay otra gente, jóvenes por ejemplo, no saben tomar mate, que cuando ya está frío, le meten los deditos adentro, lo aprietan, para sacarle más agüita. Eso tampoco se hace. -Me puse a hacer una noria-, decía mi abuelo, -y por más que le picaba, nunca salió agua-“. Son las palabras de Adrián González, profesor de la Escuela de Pelluhue, quien relata las costumbres de su tierra en torno al mate. “Allá el mate es el pan nuestro de cada día. En casa de mis padres al levantarse temprano lo primero es un mate, luego a las 10 de la mañana si el almuerzo está atrasado, -hagamos unas diez-, dicen, y nos tomamos otro mate, pero no es un mate así no más. Hay que poner algo en la mesa, un pebrecito, un pedacito de charqui machacado… En la tarde, matecito después de almuerzo para un bajativo. En la noche, siempre se toma mate. Las cocineras toman un mate galopeado, o sea no se sientan ellas para tomar, porque tienen que seguir cocinando, o el que está ayudando igual. Yo recuerdo que la abuelita decía que le daban jaquecas cuando no tomaba mate y el abuelo, él se ponía mal genio, al abuelo no le conversaba nadie si él no había tomado su mate y cuando ya tomaba, en ese momento él conversaba, lanzaba una loga, contaba una historia, ya le volvía el humor a él”.
Vendedoras feria Cauquenes, 2004. Col. P.Ch.
Mila Bustos. Pelluhue. 2007. Col. C.G.
Soledad Aravena. Pelluhue. 2005. Col P.Ch.
Muerte de Chancho. Pelluhue. 1998. Col. P.Ch.
Y continúa: “En mi casa con un mate se hace la ronda y se va pasando de mano en mano. Yo tengo la costumbre de partir por la derecha. Tomar solo es muy aburrido. En cambio, dos o más personas ya están conversando. Por eso dicen que el mate tiene que ser “pela’o”. Se cuentan algunas cosas, se preguntan, se va conversando, hasta que alguno da las gracias. Eso quiere decir que ya no quiere tomar más. Porque esa es la costumbre, si usted al primer mate da las gracias, no le van a servir más. Así, hasta que ya nadie quiere tomar más, entonces se ofrece el porfia’o, para cerrar. -¡Tomemos el porfiao’!-”. Así, vamos descubriendo todo un lenguaje, símbolos, creencias y reglas que evidencian el carácter ritual de esta tradición tan arraigada y actual en nuestro país. Una de las creencias más generalizada es aquella que dice que no hay que salir al aire después de tomar mate porque puede dar un “pasmo”, es decir, una parálisis en la cara. “Se enchueca la boca si usted sale al aire. Antes de salir hay que fumarse un cigarro, echarse el humo en la cara con la mano y cuando ya esté más fría salir”, nos cuentan en la localidad de Santa Juana. En la zona cordillerana, especialmente donde hay pasos hacia Argentina por donde transitan los arrieros, la tradición matera se manifiesta de manera muy especial, mezclándose costumbres de ambos países. La forma de curar 20 el mate, cómo se viaja con los elementos para poder matear en los solitarios caminos, cómo compartir al llegar a una casa, de todo esto nos cuenta don Adrián.
18 Proceso para quitar olor y mal sabor de mates de calabaza y greda.
María Molina. Pelluhue. 2008. Col. P.Ch.
MarĂa Molina, Pelluhue. 2008. Col. P.CH.
“Bueno, en todas las casas, por muy pobres que sean tiene que haber un mate de calabaza, entonces para sacarle el olor, lo curamos con agua caliente con aguardiente. Se deja y ya cuando está frío se le bota esa agua y listo. Y también en cada casa es costumbre tener una viciera19 de madera. La viciera es como una maletita de madera, con una cajita a cada lado. Una para la yerba y otra para el azúcar. Pero para viajar, es costumbre llevar una hecha de género y bordada. Generalmente cuando uno viaja a caballo la lleva adentro de las prevenciones20. A un lado la viciera, el pan, el fiambre, en fin, lo que haya para el cocaví del viaje. Y cuando uno llega a una casa, para que la dueña de casa no incurra en gastos, se ofrece la viciera”. En lugares apartados como la zona donde vive la familia de don Adrián, las casas están muy alejadas unas de otras, de manera que cuando llega alguna visita, nada más grato que compartir un mate y conversar. La profunda importancia que para la vida de las familias campesinas tiene este espacio y tiempo de encuentro a través del compartir el mate, queda de manifiesto en el impactante testimonio de Rosa Hernández, cantora de la comuna de Pelluhue. Ella vive en la cordillera de la costa, en el sector llamado Canelillo. Hasta hace pocos años era una zona bastante aislada de los centros poblados. La gente tenía que bajar a pie, a caballo o en carreta hasta Chovellén, a tomar locomoción para viajar hasta algún pueblo o ciudad. En la actualidad, a pesar de que algunos días a la semana “sube” algún tipo de locomoción colectiva y vehículos particulares, todavía se transita mucho a pie.
Adrián González, Pelluhue. 2009. Col.P.CH.
“Hace unos años”, cuenta la señora Rosa, “a mi marido, y a mí nos dieron una pensión de extrema pobreza. Ya con eso teníamos para comprar las faltas. Pero las chiquillas se fueron a trabajar a Santiago y juntaron platita y nos hicieron un par de piezas de material. Entonces cuando vinieron un día de la Municipalidad y vieron esas piezas, dijeron que ya no éramos tan pobres y nos quitaron a los dos la pensión. ¡Ay Dios mío!, lloraba yo, ¡qué voy a hacer ahora! Cómo voy a convidarle mate a la gente que pasa a la casa. Porque como yo vivo a orilla de camino, la gente que baja a pie a Chovellén pasa como a las 5 ó 6 de la mañana por aquí y tomamos mate. Lo primero que uno convida es el mate p’al frío y así conversar también. ¡Qué pena más grande tenía! Ahora, menos mal, tengo esa pensión por la edad. Gracias a Dios ya puedo recibir bien a la gente!”. A través de este rito de encuentro con el otro, con su comunidad, ella cumple su misión solidaria. Tal como Dios lo pide. El mate es un verdadero aliento para el alma.
Adrián González con viciera de género. Concepción. 2007. Col. P.CH.
Viciera de madera. Colbún. 2009 Col.P. Ch.
Carmen Medina. Colbún. 2009. Col.P.CH.
21 De vicio. Caja de madera o bolsa de género bordada con dos compartimentos para guardar azúcar y yerba respectivamente. 22 Bolso que va colgado sobre el caballo con un compartimento a cada lado.
Juana Aguilar. Lota. 2008 . Col. H. U.
Yo te santiguo en nombre del Padre YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…
Yo te santiguo en nombre del Padre YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE…
Si viajamos a la comuna de Pelluhue, en el sector secano costero de la provincia de Cauquenes, Región del Maule, y nos internamos en la montaña, en plena cordillera de la costa, llegamos al sector de Canelillo. Las casas de las familias del lugar, muy alejadas unas de otras y anunciadas sólo por el humo de sus cocinas, aparecen ocasionalmente como parte del paisaje natural. Sus habitantes, pequeños agricultores, estuvieron durante décadas aislados de los centros poblados, manteniéndose fundamentalmente con sus escasas cosechas. “Antiguamente aquí en la montaña no se conocía ni el azúcar”, nos cuentan. A pie, recorrían kilómetros de distancia para llegar hasta Cauquenes a vender en la feria sus tejidos y canastos de avellanas. Rosa Hernández, afamada cantora de la zona, recuerda cómo era la vida en el lugar alrededor de los años 50.
Rosa Hernández, Canelillo. 1994. Col. P.CH.
Casa en Canelillo. 1994. Col. P.CH.
“…pa’ tener qué comer, íbamos a vender avellanas a Cauquenes. Nos íbamos a pie, andando. Salíamos el jueves por media tarde, alojábamos en el Rincón y de ahí madrugábamos pa’ allá y los íbamos. Llegábamos como a las dos, tres de la tarde a Cauquenes, cada una cargá’ con su luna de avellanas, sus cocavines y sus trajines. Vamos tejiendo en el camino también. Llevábamos un paño de combinación hecho, y por el camino los hacíamos el otro y cuando llegábamos, lo lavábamos y lo vendíamos.Teníamos que vender las combinaciones mojá’s porque no se alcanzan a secar. Pero ahí se trajinaba harto. Antes no había micro como ahora, así que había que trajinar así no más, a pie. Uno se mortificaba mucho cuando estaba joven”1.
1 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 21.
Rosa Albornoz (con delantal) y familia, Canelillo. 1979. Col. P.CH.
Hasta la década de los 80, en su entorno natural se podía apreciar un nutrido y bellísimo bosque nativo. Las más variadas especies de vegetación y árboles como robles, maitenes, peumos, palquis, entre muchos más, servían de cuna a una diversidad de copihues y otras flores silvestres. Las noches en aquellas montañas eran impresionantes en su silencio y en su cielo, donde millares de estrellas parecían estar al alcance de la mano. El canto de los grillos, el hablar del follaje de los árboles y algún lejano ladrido, eran los únicos sonidos que podían escucharse. En ese espacio, que nos acercaba al milagro de la creación, pudimos compartir con las familias, que al igual que la naturaleza, nos emocionaban por su belleza como personas, como familias, por su forma de relacionarse con la tierra, con lo trascendente y con los otros. En la actualidad, la localidad de Canelillo está agobiada por pinos y eucaliptos, con todas sus nefastas consecuencias para la cultura del lugar. Durante el verano de 1979, estando en casa de don Remicio Vega, quien vivía en el mismo sector junto a su esposa Irma, su ahijada e hija adoptiva Graciela y la tía Rosa, madre de Irma, entre tantos aprendizajes que tuvimos, pudimos ser testigos de un impresionante rito. En una tranquila noche, alrededor de las dos de la mañana, ladridos y gritos de aló nos despertaron a todos. Llegaba una carreta con un matrimonio que traía desde muy lejos a su hijo, una criatura de sólo algunos meses de vida. Al acercarnos, pudimos ver que esa guagua estaba muy enferma, con fiebre alta y casi sin respirar. Imposible que sane sin que sea trasladada a un hospital, pensamos.
Los angustiados padres pidieron hablar con la tía Rosa, quien los recibió sentada en su cama. Allí le mostraron a su hijo y le rogaron que lo santiguara. Ella tomó en sus brazos a la criatura y nos pidió que todos saliéramos de la pieza. Desde lejos, sin embargo, pudimos observar cómo ella realizaba el rito del santigüerio. En su cama, y teniendo como velador un altar con distintos santos, con su pelo suelto a la luz de la vela, se persignó ella y luego a la guagua y rezó una oración que no pudimos escuchar. El lugar se transformó en ese momento en un espacio mágico, sagrado, impresionante. Luego de un corto tiempo, pidió a los padres que le cambiaran la ropa y se la llevaran muy abrigada. Al día siguiente, para nuestro asombro, supimos que el niño estaba totalmente restablecido. El comentario de la tía Rosa fue “era fuerte el ojo”. Esta experiencia, unida a otros testimonios recogidos en distintas localidades, nos motivó a continuar indagando con más profundidad acerca de este rito de sanación.
“Ojo”, “mal de ojo”, “estar con ojo”, “estar ojeado”, son algunos de los nombres que hemos escuchado para denominar a este mal que afecta especialmente a niños, plantas, animales y en algunos casos a personas adultas. “Hay personas que tienen la sangre fuerte. Esas personas son las que ojean a las guaguas. Le dicen -¡Qué linda la guagüita!- y no le agregan -¡Que Dios la bendiga!-, que es un contra, y altiro se ojean”.2
Hay personas que... HAY PERSONAS QUE OJEAN
La persona que puede ojear a un niño, planta o animal, no lo hace por propia voluntad. Cuando alguien sabe que tiene esa capacidad debe tener muy presente decir un contra, ya sea ¡que Dios la bendiga!, ¡cabro de porquería! o ¡que feo este cabro!, como una manera de prevenir la enfermedad de ojo. Características son algunas muestras físicas para reconocer si la guagua está ojeada o no. “Yo reconozco a un niño cuando está ojeado porque se decae, no deja de llorar, se le achica un ojito y si usted le tantea la frente con la boca, está salada”3. Es prácticamente imposible conocer el origen de esta enfermedad y rito de sanación. Todas las antiguas culturas tuvieron la sabiduría de enfrentar las enfermedades con ritos mágicos, naturales, y reconocerlas en su misterio. Esta experiencia se ha ido transmitiendo a través de los tiempos en forma universal. “Oímos en el mercado hablar a una comadre del barrio del “mal de ojo” y desenredando la madeja quedamos perplejos al encontrar una expresión casi idéntica en el Libro de los Muertos, rastro antiquísimo de la cultura egipcia floreciente hace 40 siglos”4.
2 Florentina Cuevas. Santa Juana. 1976. 3 Berta Carrasco. Santa Juana. 1978. 4 Carnaval en el folklore Calchaquí. Augusto Raúl Cortázar. Editorial Sudamericana. Buenos Aires. 1949. Página 22.
Chamanes, me’icos o personas que han nacido con el don de ser sanadores, han heredado esta práctica. En nuestro país son fundamentalmente las mujeres, las que han asumido y practicado este oficio sin la participación de ninguna iglesia, pese a ser uno de los más invisibilizados por la cultura oficial. Por generaciones este santigüerio ha dado respuesta a las necesidades de la comunidad. La experiencia colectiva ha comprobado la eficacia de este rito y de ahí la profunda fe que nuestro pueblo tiene acerca de la participación divina en la sanación de esta enfermedad,º a través de las santiguadoras.
Ajíes para santiguar. Col. P.CH.
Margarita Reyes, Pelluhue. 2009. Col. C.G.
Pero ¿quién puede ser santiguadora? “Yo he sanado a muchos niños, a muchas guaguas. Yo lo hago por ayudar, no por plata, porque no cobro. No me gusta cobrar. Yo me creo que nadie que santigua cobra, porque es un don que Dios le dio”5. Hemos conocido a numerosas santiguadoras y la mayoría plantea lo mismo. “No cualesquiera puede ser santiguadora. Yo fui la única que heredó el don, porque Dios me lo dió”, nos cuenta Elena Zapata de la comuna de Hualqui en la provincia de Concepción. Por su parte, Estela Castillo del sector de Las Pocillas, en la comuna de Pelluhue, añade: “Yo creo que cualquiera no sabe esos santigüerios de vida antigua, porque hay que saberle hacer las cruces donde cae la palabra. Sí, no es llegar y santiguar no más”.
Elena Zapata y familia, Chiguayante. 1990. Col. F.P.
Un don de Dios UN DON DE DIOS
Así como no cualquiera puede santiguar, también existen muchos códigos que respetar y que varían según la localidad. Uno de ellos es que al santiguar, la sanadora se convierte madrina de la criatura enferma. “Yo ni sé la cantidad de ahijados que tengo”, cuenta la señora Margarita Reyes del pueblo de Pelluhue. “Mi mamá tiene ahijados por todas partes, grandes, chicos, animales, de lo que venga santigua. Aquí, de que yo llegué, casi todo el mundo es ahijado de ella”, señala Fresia Osores de Curanipe. 5 Berta Carrasco. Santa Juana. 1978. Colección Patricia Chavarría.
Estela Castillo, Pelluhue. 1995. Col. P.CH.
Rosa Hernández, agrega: “Mi mamá sabía hartos remedios también (…) Cuando santiguaba lo hacía con una vela pero yo no quise aprender todo el santigüerio porque dije -soy tontaza, veo un niño enfermo, capaz que santigüe los mismos míos-. Y no quise aprender. Dicen que es malo que una madre santigüe a sus hijos porque con eso hace compadre al marido. Dicen que el santigüerio es una cosa más grande que el bautismo porque el santigüerio se lo quita a nuestro Señor. Ese niño está ojeado y está pa’ Dios, está pa’ que se muera y con esa oración uno lo libra de la muerte y se lo quita al Señor. Por eso no puede ser la madre que lo santigüe, porque hace compadre al marido. Tiene que ser otra persona”.6
6 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 30.
Rosa Hernรกndez, Canelillo. 1998. Col. P.CH.
Rosa Albornoz, Canelillo. 1980. Col. P.CH.
El santigüero es cosa sagrada EL SANTIGÜERIO ES COSA SAGRADA
Conversamos con Rosa Albornoz, después de algunos días de haberla visto santiguar. Mujer menuda, tímida, agachada por los años que son imposibles de calcular. “Dios sabrá cuantos años tengo”. afirmaba. Su agilidad para caminar por los campos, subir cerros o pasar sobre los alambrados de los cercos nos sorprendía. Trabajaba todo el día en la cocina, en la tierra, hilando lana y tejiendo. Cálida y delicada, nos contaba acerca de su don: “Yo empecé a santiguar cuando tendría unos 12 años. Nos echaron a mi hermana Luisa y a mí a la escuela de Chovellén pa’ que aprendiéramos a leer. Y estábamos donde un tío. Entonces después mi tío vendió y se fue pa’ otras tierras muy lejos. De allá escribía cartas y una vez mandó un papel con el santigüerio. Y me lo mandó a mí para que lo aprendiera. Y de ahí empecé a santiguar”.
Luego, nos explicaba cómo santiguaba: “Me pongo aquí en el brazo a la guagua, igual que como para el bautismo, con una vela encendí’a al lado de la mesa de los santos en mi pieza. Me persi’no y luego persi’no la guagua y digo -criatura de Dios yo te santiguo, te veo, te ensalmo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo-. Y ahí se persi’na otra vez. -De la preciosísima Virgen María, nuestra señora, Santa Gertrudis, por ser su querida y regalada esposa, San Juan Bautista, San Antonio de Padua, debes concederme lo que te pido y suplico. Que esta afligida criatura sane de esta enfermedá’, ojo, aire e ira, calentura, espanto o cualesquiera con desesperación. Amén. Jesús María y José, Jesús María y José, Señor, ten soberano misterio que existió con tanta fe. Creo decir verdá’ para que con ella alabe y cumpla su santísima voluntá’. Amén-. Y se persina. -Consumatué, consumatué, consumatué- 7. -Con la leche de la santísima Virgen te roceo y te encomiendo a la Santísima Trinidá’-. Y se persi’na. -Yo te curo y Dios te sana, yo te curo y Dios te sana-. Aquí persina a la criatura las dos veces. Esa es la oración y santiguando al niño sana altiro. No ve que es cosa sagrada”. La señora Rosa santiguaba con una vela. Hay muchas otras formas, elementos y oraciones que las santiguadoras usan para sanar. “Yo santiguo con la pura mano no más,” dice la señora Estela Castillo, “otras toman una vela, pero yo no. Es que el santigüerio pa’ criaturas es mejor así, y uno tiene su secreto”. La señora Elena Zapata de Hualqui, santigua con ají. “Después que usted reza, echa el ají a un brasero encendido. Si no da olor ni humo, es que está ojeado y si sale humo picante no es ojo, es otra enfermedad”. El mismo procedimiento se realiza utilizando azúcar o yerba mate. Como dice Estela Castillo, cada santiguadora tiene su secreto. Hay quienes santiguan con ají, azúcar o yerba mate, otras con velas, cruz de palqui, ramos benditos, una medallita. Con estos elementos que ayudan a alejar el mal, se persigna al niño, mientras se reza. Otros secretos escuchados se refieren a cambiarle toda la ropa al niño luego de ser santiguado y dejarle una prenda al revés como contra. También se puede prender alguna medallita en la ropa del enfermo, una cinta roja o una pequeña bolsita con romero y ruda molidos como protección. Hemos conocido sanadoras que en algún momento de la oración soplan tres veces la coronilla de la cabeza de la guagua y rezan tres veces el santigüerio.
7 Viene de la expresión en latín Consumatumest que significa “está consumado”.
Las oraciones también varían, de acuerdo a cada santiguadora. Por ejemplo, el Padre Nuestro, el Credo, Dios te salve María u otra especial como la que rezaba Rosa Albornoz. En el pueblo de Santa Juana, región del Bio Bio, conocimos a Florentina Cuevas, quien rezaba la siguiente oración en el rito de sanación: “Creatura de Dios yo te curo, te ensalmo y te santiguo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Tres personas distintas y Virgen antes del parto y después del parto, siempre Virgen María, de tu querida y regalada Santa Clara bendita, San Antonio de Padua, por todos los ángeles convive y reina, te pido que me sanes a esta creatura. Amén”. Como ya hemos dicho, las santiguadoras están practicando su oficio permanentemente. Muchas son las variantes, pero cada una de ellas tiene el mismo fundamento de fe y pone al servicio de la comunidad su don sin ninguna recompensa, pues no se debe cobrar dinero ni especie alguna. Se recibe sólo la satisfacción de ver sanar a la criatura enferma. En la ciudad de Lota conocimos a la señora Rosa Rifo, una de las tantas santiguadoras de la ciudad. Vive en el sector de Calero Sur en Lota Alto. Al conversar con ella nos nombra dos o tres santiguadoras más que viven cerca de ella. Rosa nos cuenta acerca de su experiencia en la sanación del mal de ojo. “Hace 32 años que vivimos aquí y he sanado a muchísimos niños. A mis nietos también. A niños y adultos. A los hijos .Pero la diferencia es que a los hijos no hay que tomarlos en brazos sino que hay que dejarlos en la cama. Yo noto cuando está ojeado un niño porque yo traspiro, como que me traspasa a mí lo que le pasa a la guagüita”.
Rosa Albornoz, hija y nieta, Curanipe. 1980 Col. P.CH.
Paisaje Pelluhue. Col. P.CH.
Camino a Canelillo. Col. P.CH.
Su saber lo ha transmitido a su hija Paola, “para que santigüe a mi nieto”, señala.
Ricardo Castillo, santiguador, Talcahuano.2009. Col. H.U.
“Pero cuando un niño llega con ojo muy fuerte lo santiguamos entre las dos. Primero lo santiguo yo. Hay que hacer tres veces la cruz y luego decir -que salga el mal, que entre el bien, así como entró Jesucristo en la ciudad de Jerusalén-. Y luego se reza un Padre Nuestro. Se repite tres veces todo y se reza un Credo. En el Credo es donde está lo fuerte. Después entonces, la Paola hace lo mismo. Bueno, y uno pide también por esa guagüita para que se recupere. Eso es lo que hago. Y se sanan. Claro que yo no cobro, pero la gente me deja algunas monedas -para que sea válido-, me dicen. Entonces yo guardo esas monedas y el día domingo las llevo a la iglesia y las doy a nombre del niño que sané”. Como se puede apreciar, dentro de las variantes que este rito tiene, se mantiene la constante de poner al servicio colectivo este don, sin ningún objetivo económico.
Paola Carvajal junto a su madre Rosa, Lota. 2009. Col. H.U
Orlando Cruces, Lota. 2009. Col. H.U.
Una experiencia similar nos cuenta don Orlando Cruces, también de Lota. El es uno de los pocos varones, en relación a la cantidad de mujeres, que son santiguadores. Ricardo Castillo, Carlos Torres, son otros nombres que podemos agregar. Aprendió por la necesidad de santiguar a su pequeña hija que, según cuenta, “vivía ojeada. Entonces la abuelita que la santiguaba nos dijo que por qué no aprendía uno de nosotros y mi señora me dijo -aprende tú-. Y de ahí ya se supo que yo santiguaba, así que siempre me traen guagüitas. Me dejan monedas, pero yo no las ocupo. Las llevo a la iglesia”.
Enriqueta Espinoza, Pelluhue. 2008. Col. C.G.
Los animales también se ojean LOS ANIMALES TAMBIÉN SE OJAN Los animales vacunos y plantas se santiguan con un cuchillo, con el filo hacia arriba. Al caballo, en cambio, hay que santiguarlo con la espuela del jinete. La señora Estela Castillo cuenta su experiencia: “Me acuerdo de una vez, cuando vivía en Cauquenes, al vecino se le ojeó un caballo, se le enfermó. Fueron donde el veterinario y después lo corrieron por si era dolor de guata o estaba hinchado. ¡Lo corrieron todo el día! Y el caballo se botó a muerte. Me dijo la vecina -oiga, vecina, si usted sabe santiguar-. -Bueno- le dije, lo voy a santiguar, pero siempre que su yerno no esté, porque es tan burlesco. El será muy de pueblo y yo soy de campo, pero no soy pava-. Me gané lejitos y lo empecé a santiguar. -Caballito de Dios, yo puro te ensalmo, te santiguo, te bendigo, en el nombre del Padre, en el nombre del Hijo y del Espíritu Santo, en el nombre del Padre Dios, San Roque, San Antonio, Juan Bautista, San Matías y San Sebastián. Jesucristo, que este animalito se mejore de este mal, de peste, de gota coral y de otros males sin condición. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo-. Lo santigüé siete veces, porque cuando está en apuros tiene que ser así. No estuvo diez minutos, cuando el caballito se paró. De mi abuelita aprendí todo esto. Lo que ella sabía lo enseñaba, por eso yo hablo estas conversaciones, porque las personas antiguas sabían todas esas cosas”.8
8 Canto, Palabra y Memoria Campesina. Isabel Araya O., Paula Mariángel Ch., Patricia Chavarría Z. Fondart. 1997. Página 103
La experiencia de sanar ha entregado a estas mujeres la sabiduría necesaria para combatir los males producidos por diferentes tipos de ojo. Se sabe que el efecto del mal producido por una persona casada dura cuarenta y ocho horas y el de una persona soltera, veinticuatro. Algunos de éstos pueden ser fatales si no se remedian a tiempo, como el ojo pasado, donde el enfermo ha permanecido varios días con el mal en el cuerpo, o el ojo callado, llamado así porque el niño no llora y la enfermedad no se manifiesta. Uno de los ojos más fuertes y difíciles de sanar es aquel en que el propio padre o madre ojea al niño. Interesante resulta también conocer el testimonio de personas que, directa o indirectamente, han recibido una pronta sanación a través del santigüerio. Es el caso de Fabiola Orellana de 34 años, nacida en Pelluhue, donde continúa residiendo. “A mi siempre me ojeaban, desde chica. Era siempre lo mismo. Como tengo los ojos azules me decían ¡Qué lindo sus ojos! Mi mamá me decía ¡Ya estás ojeada de nuevo! Y me llevaba donde la Estelita, la señora Herminia o la gente que fuera que conocía que santiguaba. Me recuerdo cuando tenía unos 14 o 15 años que me ojearon. Me sentí con vómitos, dolor de cabeza, mucho sueño. Uno se siente sin valor, sin fuerzas de caminar. Lo único que uno quiere es estar acostada y a ojos cerrados y que nadie le hable. Entonces me llevaron a santiguar. Después me quedé dormida, porque viene como una relajación de la persona y una se queda dormida sí o sí. Después desperté bien, sin nada. Uno se levanta totalmente renovada, relajada.”
Otro testimonio es el que nos entrega la señora Eliana Peñailillo, también de Pelluhue. “Yo creo en esa forma de sanar, porque tuve a una de mis hijas, de seis años, muy mal. Se decayó de repente, no hablaba y tenía mucha fiebre. Lloraba y lloraba. La vio médico y no tenía nada. Deben ser mañitas, nos dijeron. Yo estaba desesperada. Entonces fui a buscar a la señora Margarita, que es la persona que mejora a todos los niños aquí. Vino y fue a ver a mi hija que estaba como muerta. Entonces ella me pidió que encendiera carbón y le trajera 3 capis de ají. Ahí la dejé sola con la niña. Salió como a los cinco minutos, quemó los ajíes en el brasero ahí en el patio, rezó y volvimos a ver la niña. Se había levantado y estaba sentadita en la cama viendo televisión. Totalmente sana”. Al oír estos relatos no podemos dejar de recordar a nuestra querida tía Rosa. Ella ya no está con nosotros. Partió con sus bosques, sus cielos estrellados, sus silencios, su fe y sabiduría. Pero podemos reencontrarla en cada oración, en la sagrada transformación que cada espacio sufre al momento de santiguar, en campos, pequeños pueblos o grandes ciudades. En cada sanación podemos escuchar su voz diciendo:
El santigüero es cosa sagrada
El santigüerio es cosa sagrada.
A mi padre San Francisco A MI PADRE SAN FRANCISC0
Cruz del Trigo, Hualqui. 2006. Col. P.CH.
A mi padre San Francisco A MI PADRE SAN FRANCISC0
Ya viene rompiendo el alba con su luz y claro día demos infinitas gracias a Jesucristo y María
Desde el alba hasta el crepúsculo, desde el nacimiento de un nuevo ser hasta su muerte, desde que la tierra recibe la semilla hasta que ésta fructifica en una abundante cosecha, en el amor, la alegría y el dolor, la fe es parte de la vida de las familias campesinas de nuestro país. Rezos, santigüerios, novenas de santos, animitas, velorios de angelito y fiestas, son algunas de las expresiones en que la comunidad campesina traduce su profunda necesidad de vincularse con lo trascendente, con lo Otro. Son conmovedoras manifestaciones, sencillas y alegres, cargadas de una profunda afectividad que la tradición oral ha mantenido vivas. En esta forma de expresar la fe, desvinculada de jerarquías e instituciones religiosas, hay una entrega recíproca de saberes y sentires. El espíritu colectivo se nutre de ancestrales devociones y éstas a su vez se alimentan del alma de cada comunidad. Así se va configurando un profuso calendario religioso, en el que el poder de lo trascendente comulga con las tareas de la tierra.
Fiesta de la Cruz del Trigo, Hualqui. 2006. Col. P.CH.
Fiesta San Sebastiรกn, Santa Juana. 1979. Col. P.CH.8
El 4 de octubre es el día de conmemoración de San Francisco, santo de la naturaleza. “Aquel que amaba profundamente a las criaturas: desde el hombre a los animales, plantas, o seres más insignificantes”.1
Se trata de la fecha más importante para los campesinos que cultivan el trigo.
A mi padre San Francisco ahora vengo llegando que lo vengo a saludar en el día de su santo. A todos los santos quiero unos grandes y otros chicos pero no me olvido nunca de mi padre San Francisco Que linda que está la cruz benhaiga quién la vistió así como vistió una por qué no vistieron dos. A mi padre San Francisco varillita e` siempre viva avivamos digan todos viva San Francisco viva (Brígida Mora. Cartago, provincia de Ñuble. Col. J G)
A mi padre San Francisco.... 1 Francisco de Asís. Cirilo Tescaroli. Editorial Salesiana. 1982. Página 28
Mi primer acercamiento a la celebración en este día 4 de octubre se dio durante la década del 70 en la comuna de Hualqui, sector San Onofre, provincia de Concepción, en la casa de la familia Bascuñán Escobar. Integrada por su dueña de casa, la señora Martina, viuda y madre de 12 hijos, seis de los cuales vivían con ella como pequeños agricultores y medieros2, sembraban trigo en distintos predios. Laura y las gemelas Rosalía y Rosalba, mujeres alegres, trabajadoras, siempre atentas a las necesidades de su madre, hermanos y visitas, trabajaban en la huerta, estaban a cargo de las aves y algunos animales, y a la vez cocinaban para el grupo familiar y las permanentes visitas que se acercaban al calor humano de esta acogedora familia. A pesar de sus limitaciones económicas, las Bascuñán Escobar siempre tuvieron un espacio de afecto que ofrecer a quienes llegábamos a su casa. Los hijos varones trabajaban la tierra, muchas veces ayudados por sus hermanas, sembrando trigo, papas y todo aquello necesario para la subsistencia. La señora Martina, tenía alrededor de 60 años a esa fecha. Su rostro reflejaba la dureza del trabajo de campo, pero su espíritu mostraba a una mujer dulce, risueña y cariñosa, que asumía su rol de dueña de casa con mucha propiedad. Se dedicaba a cultivar una parte de la huerta y un pequeño jardín con distintas flores, entre las que se destacaban los pensamientos. Este jardín era su mayor orgullo. “Me gusta tener estas florcitas” nos contaba, “porque parecen caritas de niños”, agregando, “…yo cuando quiero pensar, me vengo a los pensamientos”. Esta delicada y emocionante forma de vincularse con la naturaleza, el amor por sus hijos y nietos eran y siguen siendo el pilar fundamental de los valores que nutren a la casa de las “mellizas Bascuñán”, como les llaman sus vecinos y conocidos. En este contexto humano se esperaba cada año, con profunda fe y alegría, el día 4 de octubre. Durante ese día los hombres no salían a trabajar lejos de la casa. Desde temprano se dedicaban afanosamente a confeccionar varias cruces, las que luego eran llevadas a las distintas plantaciones de trigo. Las cruces, de diversos tipos de madera, se adornaban con ramos de flores de la estación, cortadas del jardín de la señora Martina. Mientras se hacían estos arreglos, en la cocina, entre risas y comentarios, las mujeres preparaban ponches3 de durazno que se sumaban a las mistelas4 hechas con antelación. Se mataba además un chancho, cuya cabeza se cocía y se servía trozada. Pan amasado y pajaritos5 complementaban la alimentación. Mientras se preparaban los alimentos y bebidas, la dueña de casa nos decía: “Hay que celebrar bien a San Francisco pa’ tener una buena cosecha. Dios quiera que este año nos acompañe otra vez”. 2 Campesinos que se reparten la cosecha a medias con el dueño del terreno. 3 Bebida alcohólica elaborada a base de vino blanco, trozos de fruta y azúcar 4 Aguardiente con jugo de betarraga cocida y almíbar 5 Panes dulces con betún de clara de huevo batido
Martina Escobar, Hualqui. 1985. Col. P.CH.
Después de almuerzo, salía la comitiva presidida por la Cruz que cargaba un integrante de la familia, seguida por el resto de participantes que llevaban la comida y las bebidas recién preparadas. Una vez en la plantación, la Cruz se enterraba en medio del trigo verde, mirando hacia la casa. El grupo rodeaba la Cruz devotamente. El dueño de casa, entonces, la bautizaba derramando un vaso de vino tinto sobre ella y todos juntos rezaban un Padre Nuestro. A esta oración seguían los aplausos, vivas a San Francisco y el baile de cuecas, las que debían bailarse muy zapateadas para que el trigo creciera mejor. De ahí que la fuerza y alegría de los bailarines fuera fundamental para una buena cosecha.
Vistiendo las cruces. 1986. Col.P.CH.
“Hay que zapatearla enterita. Pisar bien fuerte el trigo para que salga bonito. Fíjese que donde más se zapatea es donde más lindo crece el trigo”, nos decía don Raúl, vecino y amigo de la familia Bascuñán. Esta afirmación pudimos comprobarla al transcurrir los meses. El trigo más hermoso era aquél que crecía en el lugar donde se había bailado. Luego de algunos pies de cueca, se bailaban valses y corridos, para luego continuar visitando las otras plantaciones de trigo. En cada una de ellas se dejaba una cruz bendecida con el vino, acompañada con los rezos y bailes. Llegaba así el anochecer y la comitiva regresaba a la casa en carreta, a caballo o caminando, con el cansancio reflejado en los rostros, pero con la alegría de haber cumplido con San Francisco y la esperanza de tener una buena cosecha.
Cruz, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Los años han pasado y la familia Bascuñán Escobar ha logrado cumplir su sueño de comprar un terreno. Con el esfuerzo de cada uno se han asentado en el mismo sector de San Onofre, pero más cerca del pueblo. “No hay como vivir en lo propio”, expresan con alegría y satisfacción.
Bautizo de la Cruz, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Casa, Familia Bascuñán Escobar, Hualqui. 1995. Col. P.CH.
Es el año 2006 y volvemos una vez más a celebrar al santo. Muchos de los vecinos y amigos de antaño ya no están. Algunos se han ido del lugar, otros han fallecido. La señora Martina, de avanzada edad, ya no tiene su jardín ni trabaja la huerta. Su vida transcurre junto al fuego en la cocina, siempre atendida por sus hijas. Los campos, como consecuencia de la forestación, están con serios problemas de agua, las tierras están agotadas y ,según nos cuentan: “ha llegado gente mala a trabajar en los bancos. Se roban los animales. Ya no es lo mismo, pero hay que seguir batallando no más. Claro que hay cosas buenas. Nos pavimentaron el camino, tenemos luz, más comodidades”.
Sra. Martina Escobar, en su jardín. 1981. Col. P.CH.
El día 4 de Octubre de ese año 2006, Adolfo, entenao6 de la familia, prepara tan sólo una cruz para llevarla a una pequeña plantación de trigo cercana a la casa. Ya no hay siembra en otras tierras. Esta vez la comitiva es menor, aunque no faltan el ponche y las roscas. La señora Martina no puede acompañarnos. Sus pasos no alcanzan a subir el pequeño lomaje donde está la plantación. Sentada en un piso en el patio de la casa observa y escucha con nostalgia las melodías y animaciones de las cuecas. La fiesta termina temprano pero la fe no se ha apagado. Llega el año 2008 y esta vez la centenaria abuelita Martina, sentada como siempre al lado del fogón de la cocina, no sabe que hoy es 4 de Octubre. Su mirada se pierde en el infinito, tal vez recordando, añorando o viajando hacia el encuentro con San Francisco, ese buen santo que protegió su cosecha durante toda su vida. 6 Allegado que se cría como un hijo más de la familia.
Fiesta de la Cruz del Trigo, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Martina Escobar, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Otro de los lugares que visitamos el año 1990, donde este día 4 de octubre tiene especial connotación, es Yungay, en la provincia de Ñuble. “Si San Francisco cae día de semana, los niños no van a la escuela y los negocios no abren. ¡Tendría que se feriado aquí ese día!”, escuchamos decir con mucha convicción a algunos vecinos del pueblo. Los preparativos de la celebración comienzan uno o dos días antes con la “vestidura de la Cruz” y la preparación de la comida, que se transforma en un encuentro lleno de calidez y armonía. La Cruz debe ser hecha de canelo, árbol sagrado mapuche, y es adornada por las mujeres de la familia que pedirán buena cosecha al santo. Se viste con variados colores, haciéndole un traje de papel volantín, crepé o celofán. Este vestido debe ser lo más femenino posible, adornado con delantales, pañuelos o cintas, también de papel, ya que “mientras más coqueta está la cruz, mejor va a estar la cosecha”, aseguran los campesinos. Antiguamente, los colores usados eran el verde, que simboliza el trigo nuevo, al amarillo para representar el trigo maduro, y el color blanco, que se asociaba a la harina. Actualmente, la variedad de colores es mucho mayor y su significado tiene relación con la necesidad de vestirla llamativamente.
SAN FRANCISCO EN YUNGAY
Junto con adornar la Cruz, en cada casa donde se celebra a San Francisco se construye un arco de digüeñes, que se coloca en el portón a la entrada de la casa para recibir a los invitados que participarán de la fiesta. El día 3, previo a la celebración, se puede ver por los distintos caminos que conducen al pueblo, a numerosas familias que llegan en carretelas, a caballo o a pie, para participar de una misa especial que se ofrece al atardecer en la iglesia de Yungay, con el fin de bendecir a todas las cruces asistentes. Al finalizar la misa, en la plaza del pueblo, las cruces se juntan a compartir y se oyen los distintos juicios con los que la gente valida a cada una de ellas.
“¡Este año nos quedó más linda!” “¡Qué lindos colores tiene!” Al regresar de la misa, la Cruz se planta en la orilla del trigo, mirando hacia la casa de los dueños de la plantación. De esta forma “queda al sereno” y está presente en el amanecer del día de San Francisco, quien la bendice durante la noche. En la actualidad, para este día, todavía es posible escuchar desde muy tempranas horas las voces y risas de las familias en los caminos que se dirigen a los campos, a casa de parientes y amigos, llevando algunas cruces que no fueron plantadas el día anterior en el trigo, apreciándose desde lejos el colorido de cada una de ellas. Asistimos a la casa de la señora Elena Sanhueza, quien gentilmente nos recibe al pie del arco de digüeñes, invitándonos a celebrar al Santo. Luego, durante un contundente almuerzo ofrecido en la casa, se evidencia el clima de fiesta en los gritos de ¡Viva San Francisco! ¡Viva la cruz del trigo! ¡Viva la Cruz de San Francisco!, seguidos de aplausos y brindis. Toda esta alegría está complementada con cazuelas, asados y fuentes con ensaladas de digüeñes, que no pueden faltar en la ocasión, al igual que la música. Antiguamente, en el caso de que en la familia no hubiera quien animara la fiesta, las cantoras eran especialmente invitadas o contratadas. Actualmente es la música “envasada” la que predomina.
Festejos en fiesta de la Cruz del Trigo, Yungay. 1990. Col. P.CH.
Terminado el almuerzo, la comitiva parte entonces a la siembra llevando bancas, canastos con panes dulces, la cabeza de chancho previamente jalonada, junto a los ponches y mistelas. Se pasa a buscar la Cruz que está clavada en la tierra desde la noche anterior y es llevada por el dueño o dueña de casa hasta el medio de la plantación de trigo donde es enterrada, siempre mirando hacia la casa. Todos los participantes se ubican alrededor de la Cruz y el dueño de casa o algún varón cercano a la familia, procede a bautizarla con un vaso de vino tinto que derrama sobre ella diciendo “Yo te bendizco en el nombre de Dios y la Santísima Virgen”. Los asistentes se persignan y rezan fervorosamente un Padre Nuestro, gritando posteriormente sus peticiones: ¡San Francisco, este año quiero diez por uno7 ! o ¡Dame quince por uno, San Francisco! Estos gritos son seguidos de aplausos y vivas al Santo.
Vestidura de la Cruz, Yungay. 1992. Col. M.N.
Enseguida, alguno de los “secuaces”,como denomina cariñosamente la señora Elena a los asistentes, ofrece vino o ponche, mientras las mujeres sirven las roscas para culminar con una cueca bailada con entusiasmo por los dueños de casa sobre el trigo. Luego, se suman todos los presentes al baile. La fiesta continúa hasta que comienza a oscurecer, siempre bailando, avivando a San Francisco y a la Cruz, sin dejar de saborear la cabeza de chancho y el resto de comestibles, complementados con diversos brindis. Al retirarse el grupo, la Cruz queda en el trigo como protectora de su crecimiento hasta el día de la trilla, durante el mes de enero o comienzos de febrero. En ese momento, se traslada a la cima del montón de espigas recién cosechadas como testigo de la faena. Terminada la trilla y guardado el trigo en la bodega o granero, la Cruz también se guardará allí, siempre mirando hacia la casa, hasta el próximo 4 de Octubre. De esta manera San Francisco y la Cruz bendecida acompañarán a la familia, protegiéndola y ayudándola a tener el sustento necesario durante el año.
Bendición de cruces Iglesia Yungay. 1992. Col. M.N.
7 Se refiere a cosechar diez sacos por uno sembrado.
Cruz del Trigo, Hualqui. 1982. Col. P.CH.
Vamos gozando el Mundo
Delfina Aguilera, PilĂŠn. 1984. Col. P.CH.
Picaresca Campesina PICARESCA CAMPESINA
En los primeros años de nuestras salidas a terreno para conocer la cultura campesina, lo hicimos llevando, inconscientemente incorporado producto de la cultura citadina, un falso estereotipo del campesino. Sin embargo, rápidamente pudimos descartarlo al vincularnos en la vida cotidiana y momentos especiales con cada familia. Este erróneo concepto lo podemos seguir apreciando actualmente, en particular cuando se difunde el humor campesino y se muestra a un personaje grosero, burdo, caricaturesco. Nada más lejos de la realidad. La picardía, el doble sentido, la graciosa frase oportuna, etc., son producto de una fecunda imaginación y un riquísimo sentido del humor. “Pa`acortar el día… hay que hacer picardía”, escuchamos decir con mucha sabiduría. Y es que el sano humor es inherente al espíritu chileno. Permanentemente está aflorando esta rica veta. Como ejemplo cotidiano podemos mencionar que cuando el hombre de campo va con su carreta por los caminos rurales o del pueblo, va nombrando a sus bueyes para ordenarles el rumbo que tienen que llevar. Estos nombres pueden ser un buen vehículo para encauzar su humor. Don Santiago Vega, de la comuna de Pelluhue en la Provincia de Cauquenes, llama a sus bueyes “Corazón” y “Te juiste”, de manera que cuando pasa cerca de su carreta alguna mujer que le agrade, de inmediato arrea a sus bueyes diciendo “¡Corazón!, ¡Te juiste!” Ingeniosa y fina manera de piropear. “Me voy, Contigo”; “Pa’ mi, Gusto”; “Soy, Chileno”; “Ven, Pronto”; “Negro, Lo tengo” ;“Tuve, Tengo”, son algunos de los nombres de yuntas de bueyes que hemos conocido.
En el contexto del dolor también el humor tiene una presencia importante. En los velorios, por ejemplo, junto con rezar el rosario en la habitación donde se está velando a la persona fallecida, en la cocina o en el patio alrededor de una fogata, especialmente en la noche, los hombres cuentan chascarros, mentiras, o juegan a las adivinanzas. La muerte de un ser querido se llora y se acompaña con mucha oración, pero también se celebra su paso a la vida eterna. De ahí que la risa sea parte de este rito de despedida, junto a una abundante comida. Dichos, sobrenombres y refranes, están permanentemente presentes en los espacios de encuentro ya sean familiares o públicos, patentizando este sentir chileno. “Buey suelto se lambe como quiere”, nos dice Rosa Hernández al contarnos de una mujer separada que ha encontrado una nueva pareja. “Aquí el amigo anda con guata ‘e pato”, continúa, refiriéndose a una persona con colitis. Cuando se está realizando una tarea difícil se dice “hasta aquí vamos bien, dijo la lombriz en el pico ‘el pavo”. Estos son algunos ejemplos escuchados en el cotidiano campesino. En definitiva, un pueblo que valida la vida con la experiencia de disfrutarla como vehículo de conocimiento, es un pueblo sabio, optimista y alegremente humanizado. Como una forma de rescatar este humor campesino, en el año 1998, el Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares de la Biblioteca Nacional y el Departamento de Extensión Cultural de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, editaron el libro “Vamos Gozando del Mundo: La picaresca chilena, textos del folklore”. En dicha publicación, tuvimos la grata responsabilidad de realizar la compilación de los textos incluidos. Durante tres meses revisamos las colecciones de versos, cuadernos de poetas populares y entrevistas de terreno existentes en el archivo de Literatura Oral, junto a aquellas colecciones de nuestra propiedad. En esta revisión nos encontramos con un nutrido y variado repertorio de mentiras, chascarros, versos, adivinanzas, brindis, cuecas, décimas, logas, etc., que dieron vida a dicha publicación.
Vamos gozando el mundo... Vamos gozando del mundo antes que el mundo se acabe el que no goza del mundo bien poco del mundo sabe.
Esta copla de la tradición oral chilena, que dio nombre a la edición, nos acerca al espíritu con que nuestro pueblo ve y asume su estar en el mundo. Alegría, risa, picardía, doble sentido, expresadas desde las formas más sutiles, hasta el lenguaje más directo, son rasgos característicos en el cotidiano enfrentamiento con los obstáculos, en los momentos amargos o trágicos. Y esto no es sinónimo de liviandad o evasión, como podría suponer una mirada de grave seriedad. Campesino, Pilén. 1981. Col. P.CH.
…el que no goza del mundo bien poco del mundo sabe.
Vamos gozando el mundo VAMOS GOZANDO DEL MUNDO
“¡Si no es mentira oiga…!”
Las mentiras son relatos que tienen como punto de partida una verdad que el relator comienza a ponderar y tergiversar con extraordinaria imaginación, creando nuevas imágenes y situaciones en cada narración, lo que lo convierte en un personaje muy apreciado en reuniones o fiestas campesinas. Los oyentes, a pesar de saber que el relato es una mentira y haberlo escuchado numerosas veces, asumen el juego aceptándolo como verdad, entre las risas de todos.
Marcial Sánchez, junto a su madre y familia, Santa Juana. 1979. Col. S.G.B.
El sector de Alto de Maipo, ubicado en el distrito de Curalí de la comuna de Santa Juana, provincia de Concepción, corresponde a una zona rural. Sus casas están muy distantes entre sí, de manera que la comunicación entre vecinos no es muy fluida. En el año 1978 viajamos a esa localidad, visitando la casa de don Marcial Sánchez, un hombre ciego que vivía con su madre, Juanita Sánchez, también no vidente. Para poder subsistir, don Marcial vendía carbón y su madre asumía las labores del hogar. A pesar de sus grandes limitaciones tanto físicas como económicas, ellos siguieron la tradición que por generaciones vivió su familia de celebrar la novena de San Sebastián y recibir a todas las personas que llegaran el día 20 de enero a pagar manda o participar de esta fiesta. Ayudados por vecinos y familiares residentes en otras ciudades, preparaban comida para todos los asistentes y luego de la procesión se celebraba a San Sebastián con cantos y cuecas. Esta novena se realizó hasta el fallecimiento de la señota Juanita en la década de los años 80.
Trilla, Hualqui. 1978. Col. P.CH.
Campesinos, Canelillo. 1996. Col. P.CH.
En este hermoso paisaje natural e impresionante realidad humana, se mezclaban la fe, la alegría, el canto, la danza y la risa. Don Marcial tenía un nutrido repertorio de versos, chascarros y mentiras, producto de su extraordinario sentido del humor. Una de estas mentiras es la siguiente: “Yo les voy a contar lo que me pasó una vez que andaba harto corto de plata y no había na’ trabajo. -¿Qué voy a hacer?-, decía yo. -Tengo que comer-. Entonces, lo que hice fue que llené una bolsita con guano de oveja. No ve que la boñiga de oveja es redondita y negrita. Y me fui pa’l pueblo. -¡Pastillas pa’divinar!, ¡Pastillas pa’ divinar!-, les decía. ¡Y se empieza a juntar la gente oiga! -¡Pastillas pa’ divinar! De a tres pastillas por cien pesos-. Y todos querían adivinar, así que me compraban. -¡De a tres por cien pesos las pastillas pa’ divinar!-. Menos mal que me quedaban poquitas ya porque uno quiso adivinar altiro y se echó una a la boca. Puchas, les halló un gusto medio raro, tomó la otra mitá’, la miró y… -¡Pero si esto es mierda!-. -¡Adivinó señor, adivinó!-. Don Alberto Badilla de la localidad de Los Sauces en la comuna de Angol, provincia de Malleco, relata algunas de estas verdades-mentiras: “Yo tuve una perra que tuvo dos perritos que nacieron siameses, pegados en la espalda. Y resultó que uno nació liebrero y el otro perdiguero. Cuando yo salía a cazar y había una liebre, el liebrero corría y el otro iba pegadito, mirando pa’rriba. Y en eso aparecía una perdiz y se daban vuelta. Entonces el liebrero quedaba mirando pa’rriba y el otro corría. Así podía cazar animales y pájaros a la vez.”1 “Dos campesinos de Quirihue eran famosos porque tenían perros, muy, muy peleadores. Había una fuerte competencia entre ellos. Un día se juntaron y dijeron, -ya, vamos a hacer pelear los perros-. Eran realmente fierazos y como eran tan fierazos no terminaban nunca de pelear. Entonces, los dueños dijeron, -vamos a tomar un traguito mientras-. Y entre trago y trago, se olvidaron de los perros. De repente dijeron, -vamos a ver lo que pasó-. Y salen y ven que los perros se habían comido uno a otro y estaban las puras colas peleando. Y el dueño del perro que tenía la cola más larga, ese ganó.”2
En el marco de algunas actividades del Archivo de Literatura Oral de la Biblioteca Nacional, conocimos a don Belisario Piña de la localidad de Nos, provincia del Maipo. Él es un excelente narrador de historias, que, asegura, son ciertas. “Resulta que en el campo donde yo me crié, bueno, todavía hay agua de pozo, de las quebradas, vertientes. Y llegó un curita a la iglesia correspondiente, joven, de unos 28 a 30 años. Encachado el tipo como hombre y como cura también. Y no faltó la mujer que se enamoró de él. Una chiquilla joven, casada, buena moza. Un día en la confesión, ella se lo contó. -¡Ay mijita por Dios!- le dijo el cura y se persignó, ¡pero con malicia! -Esto no puede ser- le dijo, –usté’ también me gusta como mujer pero yo soy sacerdote-. Pero tanto confesar a la chiquilla, ésta al fin se lo convenció. -¿Y cómo lo vamos a hacer para vernos mija?- le dijo. -Mire padre-, le dijo ella, -yo voy siempre al agua, allá a las quebradas. Pesco mis calabazas, una en cada mano y me voy-. -¿Pero cómo nos vamos a hacer la seña?-, le preguntó el cura. -Muy fácil pues padre. Usté’ pasa cantando una tonada, una canción-. -¿Qué canción?-, le dijo él. -Pasa cantando “Adiós palomita voladora”. Si no está mi marido, yo le digo “Aquí va tu negra encantadora”. Para hacer la rima-. Bueno, pasaron los días y empezaron. Ya llevaban varias veces cantando la tonada, cuando el marido se empezó a poner cachudo y empezó a cuidar a la señora. Se resintieron las salidas entonces. Más de un mes y nada. Cuando un día después de misa, pasa el cura cantando. La señora, como hacía más de un mes que no se veían, le contestó el verso y como estaba el marido ahí, le dijo, -voy al agua para tener fresquita para el almuerzo-. -Vaya mija, vaya no más-. -Claro, no ve que usté’ está tan cansado. Ha trabajado toda la semana, como va ir usté’-, le decía ella. -No, vaya usté’ no más mija. Yo mientras voy a barrer el patio-. Se puso el hombre a hacer el aseo al patio, pescó un poco de leña para hacer fuego en una piedra de moler grande que había debajo de un sauce, y que era donde se sentaba siempre la mujer cuando volvía cansada del agua. ¡Claro, como venía lista, se sentaba ahí con su vestido ancho! Cuando él vio que venía de vuelta, bajando por el cerro, sacó el fuego y dejó todo barrido, sin restos. Cuando llega esta señora y se sienta. ¡Imagínese cómo quedó! Se le quemó hasta el…calzón ¡todo quemado! Al otro día pasa nuevamente el cura cantando, -“adiós palomita voladora”- y ella sale y le contesta, -“tiene el poto quemado, por eso no sale ahora-”3.
En los espacios y momentos importantes para la comunidad campesina, señalados anteriormente, se pueden escuchar variadas adivinanzas como parte del repertorio de entretención, compartiendo este acertijo que algunos de los presentes lanzó y que hay que adivinar.
Adivina...
¡ADIVINA BUEN ADIVINADOR!
“La adivinanza es una gestión poética comunicativa, expresiva, creativa. Por eso es que los pueblos sabios la han cultivado. Como gestión comunicativa la adivinanza nos dice que nadie es emisor perfecto. Ningún mensaje es completo. El receptor no es pasivo si no agente que concurre a perfeccionar la emisión, completando el mensaje. Como expresión, la adivinanza revela los gestos y los rasgos característicos de la comunidad y de su entorno. Es una expresión incompleta con un pie en alto… La adivinanza es una descripción ingeniosa que entrega claves incompletas para descubrir su sentido… Adivinar es ponerse en la línea de frontera entre esto conocido y lo otro desconocido. Es revelarnos, confesarnos pero con ánimo de saber. Con ánimo y capacidad para conocer”4. Las temáticas presentes en las adivinanzas son variadísimas: acerca de la naturaleza, religiosidad, alimentos, objetos, la vida, la muerte, el cuerpo humano, etc. En nuestros campos, tienen una gran aceptación y vigencia aquellas con un sentido de picardía. Algunas tienen una clara intención de doble sentido, que hacen pensar en una respuesta de igual tono, como por ejemplo: Pelo arriba, pelo abajo y en el medio un tajo. Sin embargo la solución es sorpresivamente inesperada: el ojo. Por el contrario, existe otro tipo cuyo contenido es ingenuo, pero su respuesta es claramente intencionada: Entre peña y peña un cascabelito que suena (El Peo)
4 Fidel Sepúlveda. Folleto “De la Raíz a los Frutos”. Exposición bibliográfica. Literatura popular en las colecciones de la Biblioteca Nacional. 1994. Página 83.
Pasé por un caminito me encontré con dos peritas, las dos me las comí y siempre quedaron enteritas. (Los senos)
Fui y volví y la puntita no más metí. (el arado o el estribo)
A veces le achunto otras veces no le achunto.
(El durazno5)
Dime por qué razón, el macho colorado tiene el agujero redondo y hace el mojón cuadrado.
(el emboque)
(La enfardadora de pasto)
Hombre con hombre, se puede, hombre con mujer, también, mujer con mujer no pueden aunque vuelvan a nacer.
Una mujer puede, un hombre puede, dos mujeres podrían poder, dos hombres pueden, tres mujeres no pueden, tres hombres pueden, cuatro mujeres, no hay caso, cuatro hombres pueden. ¿Qué será?
Pasé por un caminito... He aquí algunas de ellas:
Cuando chico peladito, cuando grande peludito.
(La confesión)
Gordo, gordito se mete al agua y sale flaquito. (El jabón)
(Hacer pichí en una bacinica6)
De arriba vengo para abajo voy, ábreme la puerta que soy cantor.
El toro tiene dos y el buey ninguna
(El peo)
En las manos de las damas casi siempre anda metido, unas veces estirado, otras veces encogido.
(La letra O)
Teta con teta, guata con guata, llegando al ombligo sigue la fiesta. (La guitarra7)
(El abanico)
5 Santa Juana, Hualqui, Provincia de Concepción, Quirihue, Provincia de Ñuble. Colección Patricia Chavarría. 6 Chiguayante. Colección Flavio Pineda 6 Santa Juana. Colección Silvia Gutiérrez
Cueca, Hualqui. 2007. Col. H.P.
Encuentro de Payadores, Casablanca. 1992. Col. A.L.O.
Cuecas, brindis, tonadas CUECAS, BRINDIS, TONADAS, DECIMAS O RECORTES
El ingenio popular es inagotable al momento de expresar su sentir, su picardía. La poética es uno de los vehículos más importantes como en cuecas, tonadas, brindis, décimas, etc. Muchos de estos versos recitados o cantados aún viajan en la memoria campesina de nuestro país. Los brindis, por ejemplo, recitados en décimas, octavas o coplas, alegran las comidas, los aros de las cuecas y son infaltables en las reuniones de payadores, quienes hacen gala de su ingenio y creatividad en el arte de improvisar.
BRINDO DIJO… Brindo dijo un manicero por las nueces y avellanas yo confito las manzanas que me dan para el puchero. Una noche de aguacero mi buque casi chocó por un poco poco se me mojó el cuchuflí, por proteger el maní se me mojaron los cocos.
Brindo dijo un cicatero apreta’o pa’ comer yo no tengo ni mujer gastar mi plata no quiero. Como ambiciono el dinero de memoria juego al loto me alimento con porotos que son más baratos creo, y jamás me tiro un peo para no gastar el poto.
Brindo le dijo un poroto a una blanca pantruca para las viejas pitucas yo soy comía pa’ rotos. Forman este alboroto porque consideran feo que les provoque deseos que se les afloje un aire, como decía mi madre tanta bulla por un peo.
Brindo dijo un forrajero por mis manos y mi horqueta alimentar es mi meta a todo el ganado overo. Mi trabajo con esmero día a día lo practico y jamás nunca me achico porque tengo la ventaja que si me falta la paja yo mismo me la fabrico8 .
Brindo por mi gallinero por gallinas y pollitos por los huevos fresquitos los saco del ponedero. Pero también brindar quiero por este gallo bandido que antes de llegar al nido las acosa sexualmente, y las gallinas calientes ponen los huevos cocidos.
Brindo dijo un sandillero con la chupalla en la mano yo le refresco el verano a caseras y caseros. Ordeno con mucho esmero las frutas en la ramada, para dar garantizada mi calidad de sandilla, si me manda su chiquilla yo se la entrego calada 9 .
8 Encuentro de Payadores. Casa Blanca 1997-1998. Colección A. L. O. B. N. 9 Poeta Popular Santiago Varas. Rancagua. Colección del poeta.
Brindo dijo...
En Santa Juana conocimos a don Leonidas Medina. El nos contaba: “Yo aprendí a tocar la guitarra, a cantar y a recitar recortes picarones”, como le llamaba a las décimas, “sólo para poder enamorar a las niñas”. Esta afirmación nos revela el grado de aceptación que la poética pícara y la música han tenido a través de los años en nuestro pueblo. Como ejemplo, dos cuecas y un recorte entregados por don Leonidas Medina a Sylvia Gutiérrez.
Leonidas Medina y señora, Santa Juana. 1981. Col. S.G.B.
Una viudita lloraba la muerte de su marido y debajito ‘e la cama tenía el otro escondido. No te cases con viuda porque es muy cierto que debajo del catre suspira el muerto. Suspira el muerto sí es cosa rara que después de estar muerto resucitara. Anda es cosa rara resucitara. El beso de las solteras no es como el de la casá porque la mujer con dueño tiene la boca salá. Las solteritas tienen dos mil amores tienen la boca dulce como alfajores. Como alfajores sí y las solteras tienen la boca dulce como mistela. Anda y las solteras como mistela.
A una niña di un abrazo sin tener trato ninguno y ella con su disimulo me voltió de un garrotazo. El cuerpo me hizo pedazos y ahí me dejó botao todos los huesos quebrados desarma’o de las caderas, y más por esa fiolera me pasó por ser templa’o. De allí me le fui atracar como de ella pretendiente me atracó un combo en los dientes las patas me hizo parar. Y ahí me empezó a dar me dejó sin vanidad yo dije sin hablar na’ señora que hemos de hacer, y más por esa mujer que tan mal trato me da.
Mi agradable fulanita verde cogollo de higuera con lo que me contenté con rajarle la pollera. Hicimos la pelotera los tirábamos bonito como yo era chiquitito a trompones me maltrata, por suerte la saqué bien si no me arranco me mata.
Me le fui atracar de nuevo por hacer hazaña alguna ella me tostaba luego sin dejarme pasar ni una. Al fin pa’ mejor fortuna me le fui de otra manera vamos a ‘uscar la cartera luego venga buscando su abrigo, se fue a la casa conmigo levantaba polvareda.
Una viudita lloraba...
Rosa Viveros Cid, Hualqui.1979. Col R.C.
Para saber y contar
PARA SABER Y CONTAR Y CONTAR PARA SABER Había una vez… Muchos de nosotros podemos recordar con gran emoción, haber escuchado esta introducción para algún cuento que nuestros abuelos nos narraron. El cuento por generaciones fue una vía para la enseñanza de valores, de cómo enfrentarse a la vida con sabiduría, junto con despertar la imaginación de la niñez que absorbía con verdadero deleite y asombro cada narración. “A mí me criaron con los cuentos”, escuchamos decir a numerosas mujeres y hombres campesinos. “Mi abuelito, antes de irnos a la cama, ahí en la cocina nos contaba algunos cuentos que nos asustaban, pero siempre terminaban bien”. “A mí me gustaban los de Pedro Urdemales.” Pedro Urdemales, famoso personaje de tantas aventuras, mentiroso, flojo, astuto, nace en España en la creación literaria de Miguel de Cervantes. Viaja con los inmigrantes a estas nuevas tierras y nuestro suelo lo acoge, lo adopta y adapta. “…El personaje más característico de la literatura oral, es Pedro Urdemales, una chilenización del famoso Pedro de Urdemales de Cervantes. Pero a este Urdemales la picaresca chilena lo hizo nacer en tierras chilenas de acuerdo a narraciones recogidas por Ramón Laval… De esta forma, los chilenos tenemos nuestro autóctono pícaro, que satiriza a la sociedad, un verdadero bribón que urde las más pintorescas historias, con extraordinaria astucia, actuando como campesino o como citadino”.10 Con mucho pesar debemos reconocer que los cuentos transmitidos oralmente, ya casi no forman parte del encuentro entre adultos y niños en las familias chilenas. Afortunadamente, algunos estudiosos como Ramón Laval y Fidel Sepúlveda, entre otros, dejaron imprentados en distintas ediciones, una diversidad de cuentos tradicionales, entre los que se destacan los de Pedro Urdemales. Gracias a estos escritos, hemos podido comprobar cómo los niños los acogen, disfrutan e internalizan al escucharlos.
10 “La picaresca chilena. De la vida, el chascarro y la risa”. Pía Rajevic. Revista Rocinante. Febrero 1999. Página 5.
De la Comuna de Hualqui en la Provincia de Concepción, era la señora Rosa Viveros Cid, renombrada cantora que animaba las fiestas del lugar. Pero, además, era una excelente narradora de cuentos. Su nieto, Ricardo Castillo, recogió algunos de estos sabrosos cuentos de Pedro Urdemales. “Este era un Rey que era pilón, o sea, le faltaba una oreja y la Reina era coja. Entonces, el Rey decía que le pagaba a una persona que le fuera a cortar el pelo pero que esta persona fuera una tumba. Que no fuera a divulgar el secreto de su defecto. Oyó decir esto Pedro Urdemales y fue donde el rey y le dijo. -Mi sacarrial Majestad, yo soy una tumba, una tumba-. -Ya está-, le dijo el Rey, y lo acomodaron para que le cortara el pelo. Después que le cortó el pelo, a Pedro Urdemales le dolía el estómago, le dolía la cabeza. -¿Qué hago señor? ¡Ya no aguanto!-, decía. -¡Tengo que divulgar este secreto! ¿Qué voy a hacer?-. Entonces, fue, hizo un hoyo grande en la tierra, del porte de él casi. Cuando terminó, metió la cabeza y gritó tres veces, -¡el Rey es pilón y la Reina es coja!, ¡el Rey es pilón y la Reina es coja!, ¡el Rey es pilón y la Reina es coja!-. Y tapó el secreto. Después, ¡que no sale una mata de cicuta bien grande!, ahí donde hizo el hoyo. ¡Linda la mata de cicuta! Entonces, un día el ovejero del Rey halló la mata de cicuta tan linda que recortó unos palitos y se hizo un pito. Porque de los palos huecos de la cicuta se hacen pitos. Entonces, se puso a tocarlo y el pito decía -¡El Rey es pilón y la Reina es coja!-. Los caballeros del Rey que lo escucharon fueron al palacio y le contaron que el ovejero andaba diciendo con un pito que él era pilón y la Reina coja. Ya, el Rey mandó a buscar al ovejero pa’ preguntarle y el ovejero le explicó que él lo había sacado de una mata de cicuta, y que el pito tocaba solo, sin decirle nada. El Rey mandó a uno de sus caballeros que tocara y también decía, -¡el Rey es pilón y la Reina es coja!-. Lo tocó el Rey y lo mismo. Total, se dieron cuenta que era el pito el que decía así.-¡Este ha sido Pedro Urdemales el que hizo esto!-, dijo el Rey ,- ¡vayan a buscarlo!-. En tanto Pedro Urdemales se había ido bien apurado pa’ que no lo pillaran. Pasó por una parte donde había un letrero que decía, -“se necesita un chanchero”-. -Quiero que me de trabajo-, le dijo al patrón. -Bueno, porque yo quiero un hombre que me cuide los chanchos pa’ que no se me metan a un barro que hay ahí-, le dijo, -porque pueden quedar empantanados-. Entonces, agarró Pedro Urdemales los chanchos. Eran como treinta y los llevó a la orilla de un camino y se puso ahí. En esto pasó un comerciante y le dijo, -¿a dónde lleva los chanchos amigo?-. -Los voy a vender al pueblo porque me tienen aburrido. Vengo aburrido con ellos así es que los vendo por la plata que me den-. -Ya- , le dijo el comerciante, -te los voy a comprar-. -Bueno, se los vendo, pero con una condición. Que me tiene que dejar la colita porque si quiera pa’ comérmela de cazuela. La colita de chancho es rica-. -Ya-, le dijo, -ningún inconveniente-. Le cortaron toda la cola a los chanchos y se quedó Pedro Urdemales con la plata y las colas.
Entonces fue al pantano y las ensartó en el barro. Y ahí cuando tuvo todas las colas enterrá’s, empezó a gritar, -¡patrón, patrón!, ¡venga que los chanchos se me arrancaron y se me están enterrando!. ¡ Venga patrón, ya no queda ninguno, yo le he hecho empeño y se les corta la colita!- Llegó el patrón y Pedro le decía, -no patrón, no los tire, hay que sacarlos con una pala, porque yo hice la prueba y aquí tengo dos colitas-. -¡Ya. Anda a la casa a buscarte las palas!-, le dijo el patrón-. Entonces, ya Pedro se fue y el dueño de los chanchos se quedó ahí y dijo, -¡éste no llegó nunca, pero no se va a quedar riendo, porque yo lo voy a alcanzar y le voy a dar una…!-. Ensilló su caballo y partió detrás de Pedro. Entonces siguió Pedro Urdemales, pasó por una huerta donde habían hartos zapallos y se robó uno. El más bonito. Siguió su camino y se encontró con un gringo que iba de a caballo. -¿Qué llevas ahí hombre?,- le preguntó el gringo. -Un huevo ‘e yegua patrón, llevo un huevito ‘e yegua. De aquí sale un potrillito muy corredor. ¡Uh! sale un potrillito que no gana nadie en la carrera-. -¡Véndemelo! Y te compras otro-. -Ya. Por hacerle un bien le voy a vender el huevo, pero tiene que llevarlo con mucho cuidado patrón, porque no se le vaya a partir antes de tiempo y pierda el caballito-. Entonces, el gringo agarró su zapallo por delante. Iba contentazo por el cerro. -¡Mi caballito!-, decía el gringo. Cuando en esto, el caballo tropezó y él por agarrarse, larga el zapallo ¡y se le va guarda abajo! Se da contra una piedra que había. El zapallo se dio contra la piedra, ¡ y se partió! Justo al lado de la piedra había una zorra tomando solcito. ¡Véase la coincidencia! Y donde sintió el golpe salió por la quebrada abajo.
Encuentro de la comunidad campesina, Pelluhue, Hualqui. 1996, 1999, 1979. Col. P.CH.
Entonces el gringo gritaba, -¡ay, ay, ay!, ¡atájenme, atájenme mi caballito corredor!-. Y se caía detrás de la zorra. ¡Y cuándo la iba a alcanzar! “Esas son las historias de este Pedro tan diablazo”, concluye la señora Rosa Viveros. El extracto aquí presentado del libro “Vamos Gozando del Mundo”, nos muestra una faceta muy viva en el espíritu chileno. La experiencia de la vida se disfruta, se optimiza. ”¡No hay que echarse a morir!”. Este modo de pararse frente a la vida se contrapone con la gravedad con que nuestra sociedad la enfrenta, con una apariencia de seriedad muy cercana al aburrimiento. “La sociedad chilena… lena la vida de una cantidad de normas que si se siguen al pie de la letra harían la vida muy gris. Entonces, como una vida así no es vivible, se genera una instancia para escapar de esta moral de buenas costumbres y hábitos sociales rígidos y se da este resquicio que es la picardía.11 El sentido de humor del chileno es sabio. “La risa es algo muy serio porque es fundamental para vivir: es catártica, crea espacios de relación, de encuentro, es sana y se opone a la gravedad de la cultura oficial. Es la vida misma”.12
...no vive con experiencia el que del mundo no goza
11 Fidel Sepúlveda en “La picaresca chilena. De la vida, el chascarro y la risa”. Pía Rajevic. Revista Rocinante. Febrero 1999. Página 5. 12 Patricia Chavarría. Op.Cit. Página 7.
Benedicto Bascuñán, Hualqui. 198e. Col. P.CH.
Indice
PRESENTACION PRÓLOGO ENTRE CIELO Y TIERRA AQUÍ ANDA LA CRUZ DE MAYO CANTANDO POR LA VIDA YO ME TOMARA CIEN MATES YO TE SANTIGUO EN EL NOMBRE DEL PADRE… A MI PADRE SAN FRANCISCO VAMOS GOZANDO DEL MUNDO AGRADECIMIENTOS FINALES COLECCIONES.
Agradecimientos
Mis agradecimientos a la Corporación Cultural Artistas del Acero por su permanente e invaluable apoyo a la investigación, difusión y conservación del patrimonio. Al Archivo Fotográfico de la Universidad de Concepción por su valioso apoyo tecnológico. A mis compañeros de trabajo, Héctor Uribe, Carolina Tapia, José Luis Avendaño, Renée Salazar, por su generosa colaboración en el logro de este libro. A Carmen García por sus valiosas sugerencias y aportes de sus colecciones. Al Grupo Lafkenche de Pelluhue, por la desinteresada entrega de sus saberes heredados. A Ricardo Sepúlveda por su arte y compromiso en el diseño de esta edición. Y gracias a mis hijos Rodrigo y Paula, ya que su apoyo y comprensión, han sido un pilar fundamental en mi quehacer.
Colecciones P.Ch. : Patricia Chavarría. C.G
: Carmen García.
H.U. : Héctor Uribe R.C.
: Ricardo Castillo
S.G. : Susana Gatica S.G. B. : Sylvia Gutiérrez. A.G. : Adrián González C.T. : Carolina Tapia. H. P. : Héctor Pavés. M.N.
: Micaela Navarrete.
C.C.
: Claudio Carocca.
P.M. : Paula Mariángel. L.M.
: Leonor Martínez.
F.P.
: Flavia Pineda.
A.L.O. : Archivo de Literatura Oral