Cuento policial escrito por Karen Rojas Tarachea de 7ªBde la EscNª18DE6 Docente: Nora Navetta
LA MUJER ASESINADA Yo soy el detective Carlos Serrano y me tocó el caso de la mujer asesinada. Cuando fui a investigar al lugar en el que ocurrió el hecho, lo primero que hice fue inspeccionar la habitación de la señorita Celeste Ramírez, cuyo cadáver se encontraba allí, para observar en qué estado se encontraba la habitación. Al entrar me encontré con rastros de sangre en el piso y rasguños en la pared como si la hubiesen arrastrado tirándola de los pies. Era extraño, ya que al mirar el cadáver de Celeste lo único que presentaba era un agujero de bala en el pecho. Todo parecía indicar que Celeste había luchado por su vida. Pero lo extraño eran esos rasguños…Los rasguños en la pared parecían haber sido hechos por alguien que estaba boca abajo. Pero el balazo lo tenía en el pecho. De inmediato fui a hacerles preguntas a los vecinos. Nadie había visto a ningún extraño; solamente, escucharon un disparo. No hubo gritos ni ruidos que indicaran una pelea. Cansado y con hambre me fui a comer. Mientras llamaba al mozo para que me trajera otra bebida, escuché una conversación que me llamó la atención. Dos señores que estaban detrás de mí comentaban sobre la investigación del crimen. Uno tranquilizaba al otro diciéndole que no descubrirían nada. Quise escuchar más pero, en ese momento, los señores pagaron su cuenta y se fueron. Rápidamente dejé el dinero sobre la mesa y los seguí. Me cuidé de que no me vieran manteniendo la distancia. Los vi entrar en una casa. Anoté la dirección y me fui a la comisaría a informar lo que había escuchado. La policía se dirigió al lugar y allanó la casa de los sospechosos pero no encontró ningún arma. Interrogaron a los señores pero ninguno reconoció ser el asesino. Sin arma y sin confesión no lograríamos culparlos. Volví al departamento de la mujer asesinada. La mancha de sangre en el piso seguía allí. Las cosas que estaban tiradas en el piso no parecían haber caído solas. Los muebles estaban en su lugar y recordaba que los vecinos me habían dicho que sólo escucharon el disparo. Volví a mirar la pared con los rasguños…Me acerqué y pude ver que había un pedazo de algo que parecía uña en la pared. Con cuidado agarré un guante y tomé la muestra. Fui a la comisaría y la entregué. Los análisis de ADN mostraron que ese pedazo de uña no era de la mujer. Volvimos a buscar a estos señores para interrogarlos otra vez. Yo les miraba las manos pero los dos tenían las uñas bien cortadas. No quedaba otra que tratar de conseguir una muestra de ADN. Convencí al comisario para que subiera la temperatura de las estufas al máximo. Todos transpirábamos. Cuando no aguantaron más, los señores pidieron si les podía alcanzar un vaso con agua. Así lo hice. Sefueron muy tranquilos sin darse cuenta que los vasosquedaron allí…
Dos días más tarde, los dos señores volvían a la comisaría. Esta vez esposados. La muestra de ADN había dado positiva.