Gaceta sobre la cotidianeidad salvadoreña desde los Estudios Culturales «El descubrimiento consiste en ver lo que todos han visto y pensar lo que nadie ha pensado» Albert Szent-Györgyi
No.1 Mayo 2020
El discurso etnocentrista de Bukele sobre sus mediadas contra el COVID-19 Página 3 La Siguanaba y el Cipitío: los textos culturales que todos conocemos pero cuyo juego de poder desconocemos Página 11
El mito de la Nanawatzin y un par de capítulos de “El Desencanto” de Jacinta Escudos, cuentan con la participación de animales que funcionan como símbolos a través de los cuales, las protagonistas encuentran la liberación de su espíritu. Estos animales tienen relación con mitos antiguos que ofrecen un punto de vista con el que se puede explicar el subconsciente de todo un colectivo en El Salvador.
Mayor presencia de Dios en El Salvador durante la pandemia del COVID-19: El retorno al teocentrismo medieval sin la promesa del Renacimiento Página 18 Cuando los estudiantes pegan “guinda” ante la lectura Página 25
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Paul Ricoeur
Tzvetan Todorov
Joseph Campbell
Jan Assman
AÑO 1 No. 1 | Mayo 2020
Equipo editorial Nessycka Sosa Directora editorial José Eduardo Campos Jefe de redacción Colaboradores: Tunal Ishmasat María José Campos José Adrián Hernández Santiago Martínez Campos Roberto Ezequiel Vásquez
Derechos reservados San Salvador, 2020
Presentación Estimados lectores: Este es el primer número de la gaceta Ishpelua. El nombre de la gaceta es una palabra en náhuat pipil que significa «abrir los ojos; mirar con asombro» y ese es precisamente el objetivo con el que ha surgido cada uno de los artículos que se presentan a continuación. Actualmente en El Salvador se vive una crisis en todos los aspectos de la vida social como consecuencia de la pandemia mundial por el COVID19. Este virus ha intensificado el decaimiento de los valores y el razonamiento lógico porque las personas viven día a día tratando de evitar un contagio, pero sobre todo intentando sobrevivir bajo todas las normativas impuestas por el Gobierno. Así pues, es necesario crear espacios de reflexión sobre las dinámicas sociales durante esta crisis. Con respecto a esta situación actual, hay dos artículos que hacen énfasis en los efectos del Estado de Emergencia que ha sido impuesto en El Salvador. Sin embargo, Ishpelua no solo se trata sobre los efectos del COVID-19. Ishpelua hace un recorrido por los conocimientos que configuran la identidad salvadoreña y expone las dinámicas de poder que han permanecido ocultas a la sociedad. Es por ello que esta gaceta puede considerarse un espacio de revelación que permita dar el primer paso hacia un pensamiento más crítico. Cada mes se tendrá acceso a una serie de artículos que toquen diferentes temas sobre los que ya todos tenemos conocimiento pero cuya realidad posiblemente aún no se ha considera. Espero que esta primera edición sea todo un abrir de ojos…
José Eduardo Campos Coordinador de Ishpelua y Jefe de Redacción
Dilucidando la polĂtica
Presidente Nayib Bukele a la cabeza de la mesa durante una Cadena Nacional
El discurso etnocentrista de Bukele sobre sus medidas contra el covid-19: un intento por deslumbrar a los salvadoreños mientras esparce un virus de inconsciencia El pasado 11 de marzo de 2020 se decretó “estado de emergencia” en todo el país. Desde ese entonces el Gobierno ha implementado diferentes acciones para “contener” el esparcimiento del COVID-19; sin embargo, la forma en la que el presidente se expresa sobre sus logros, ha dado lugar a una especie de etnocentrismo que lo posiciona como el nuevo Mesías para El Salvador.
Si hay algo que no se le podrá reprochar al presidente Nayib Bukele es que tomó medidas de prevención a tiempo en comparación con otros países. En medio de estas comparaciones, El Salvador se ha vuelto parte del foco de atención en Latinoamérica por las medidas implementadas, provocando que el ego del presidente haya llegado al extremo del fanatismo hacia su propio gobierno. Los discursos del presidente durante las cadenas nacionales que precedieron la aparición de los primeros casos, reflejan el desarrollo de un orgullo nacionalista que suele mezclarse con el aumento de su ego por sus labores como presidente del país que tanto ha sido admirado por el resto del mundo. A partir del discurso expuesto en la cadena nacional del 11 de abril, se dio inicio a una especie de etnocentrismo por ser el primer país que tomó medidas drásticas: «Nosotros, sin embargo declaramos emergencia y bloqueamos el ingreso de personas de China. Cuando hicimos eso, creo que fuimos el primer país del mundo que lo hizo, fuimos altamente criticados, nos dijeron que éramos alarmistas…»
Cabe aclarar que a través del uso del pronombre personal nosotros Bukele hace referencia a su persona y su cuerpo de gobierno, pues lógicamente fueron ellos quienes tomaron las decisiones y no los 6.4 millones de habitantes del país, por lo que el elogio implícito detrás de su discurso iba dirigido a sí mismo. Sin embargo, su discurso construyó una idea ilusoria de grandeza entre muchos salvadoreños, quienes no tardaron en aplaudir y agradecerle al presidente por elevarlos a la categoría de pueblo prudente.
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En Nosotros y los otros, Tzvetan Todorov plantea que “el etnocentrismo consiste en el hecho de elevar, indebidamente, a la categoría de universales los valores de la sociedad a la que yo pertenezco” (Todorov, ed. 2007). Desde el 11 de marzo, las cadenas nacionales fueron adquiriendo una estructura constante que llegó incluso a aturdir a muchos salvadoreños, pues los discursos de Nayib siempre solían iniciar con un largo informe de las crisis que enfrentaban grandes potencias mundiales para luego dedicarle otra considerable cantidad de tiempo al elogio de las medidas implementadas que alimentaban el etnocentrismo salvadoreño. Con respecto a las menciones de otros países, Todorov explica que es una tendencia del etnocentrismo, el dedicar parte del discurso a hablar sobre otros lugares, pues el propósito es reafirmar las cualidades que alimentan el etnocentrismo: “primero se definen los valores absolutos a partir de los valores personales, y en seguida se finge juzgar al mundo propio, con ayuda de este falso absoluto.” (op. cit. p.25) Desde la cadena del 11 de marzo (que representa el inicio de los discursos etnocentristas) puede identificarse esta tendencia en Nayib: «Cuando Corea del Sur e Italia empezaron a presentar una cantidad de casos, también decretamos la cancelación de entrada de personas que hubieran entrado por Italia y Corea del Sur. Cuando hicimos eso, también fuimos, creo, el primer país del mundo o el segundo en hacerlo, se nos dijo alarmistas *…+ Italia es una de las siete economías más grande de Europa, miembro fundador de la Unión Europea; Corea del Sur ha sido un socio increíble, importantísimo para el salvador, al igual como lo es China pero decidimos hacerlo para salvaguardar la salud de los salvadoreños. *…+ Nosotros hemos sido probablemente fuera de los países con el foco como China, por ejemplo, probablemente uno de los países que ha tomado las decisiones con más anticipación y con las más agresivas en todo el mundo. Yo sé que parece raro porque El Salvador no se distingue por ser el primer del mundo en cosas buenas, como el caso de la prevención, pero en este caso si lo ha sido así.»
Los discursos del presidente suelen estar cargados con demasiadas referencias alarmantes y hasta cierto punto con matices de inferioridad para resaltar las cualidades positivas de su mandato, en una especie de antítesis que logra deslumbrar a miles de salvadoreños. Cabe destacar que otro de los usos que hace Bukele de las referencias de otros países es para la propagación del miedo entre los habitantes y que de esta forma acaten las medidas del gobierno. Esto se puede constatar en la Cadena Nacional del 6 de abril cuando dijo:
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ISHPELUA Gaceta mensual de Estudios Culturales «No entienden lo que está pasando *…+ ¿No le tienen amor a la vida? Después van-vamos a estar como en Ecuador, donde está la gente llorando diciendo “tengo 5 familiares muertos”. La gente tiene que sacar los cadáveres a la calle, les tiene que rociar cal a su propia familia, les tiene que prender fuego en la calle y eso no me lo estoy inventando yo… La gente tiene que ponerle gasolina a los cadáveres de su propia familia y quemarlos porque puede seguir la peste en la casa…» (Cadena Nacional del 6 de abril)
Nótese en el ejemplo anterior que el presidente deja de hacer uso de las formas verbales en primera persona del plural y las sustituye por formas de segunda persona-plural: entienden…tienen…van (e inmediatamente corrigió con vamos). Nuevamente hay una clara separación de las entidades a las que se refiere en su discurso, donde el pueblo es el principal afectado, y él es “el mejor” para guiarnos, porque él sabe todo lo que ocurre fuera del país y quien toma las decisiones que
otros países desearían haber implementado… La imagen etnocentrista que Bukele intenta proyectar del país está sustentada en la idea de que el gobierno tiene todo bajo control y que ha logrado satisfacer las necesidades ESENCIALES de toda la población. Aunque varias de las medidas que ha implementado el gobierno de Bukele han sido de mucha ayuda para miles de salvadoreños, su forma de obrar deja mucho que desear. No solo no se han atendido las necesidades básicas de la población más necesitada (adultos mayores sin haber recibido el bono de $300) sino que también se han ignorado otro tipo de necesidades sociales: estudiantes sin acceso a internet para integrarse a clases virtuales; mujeres que son víctimas de violencia de género en sus hogares y que no pueden recibir la atención adecuada; personas que sufren de abusos de poder por parte de los policías y militares, entre muchos más.
Bukele se ha dejado llevar por una inconsciencia considerable y tanto los discursos como la rigurosidad de las medidas implementadas por Bukele pueden clasificarse como inconscientes, según la definición de estas palabras que ofrece la RAE.
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En un país con muchas carencias y problemáticas sociales, el discurso de Bukele nunca habla sobre medidas concretas para resolver esta diversidad de realidades y necesidades porque lo único que le interesa es mantener su imagen como el guía prudente que tiene todo bajo control. Como explica Todorov, el etnocentrista “cree que sus valores son los valores, y eso le basta; jamás trata, realmente, de demostrarlo.” (op. cit. p.21) Es más, aun las medidas que han sido aplaudidas por los salvadoreños pueden ponerse en duda, como la entrega del bono de $300 sin haber mencionado aún cuáles son las estrategias que se implementarán para recuperar la estabilidad económica de El Salvador después de un desembolso tan grande, pues si antes de la cuarentena el país no estaba en un nivel estable de desarrollo, cuando se retome el flujo de actividades enfrentaremos otro tipo de crisis: «El crecimiento del PIB en El Salvador alcanzó el 2.3 por ciento en 2019, pero el país ha registrado bajos niveles de crecimiento económico. El crecimiento anual de su PIB ha superado el 3 por ciento solo dos veces desde 2000 y ha promediado un 2.3 por ciento en años recientes. Ahora, debido al impacto de la pandemia de COVID-19 (coronavirus), se espera que la economía salvadoreña se contraiga a -4.3 por ciento en 2020 y crezca un 4.8 por ciento en 2021.» (Banco Mundial, 2020) Una de las principales causas del fracaso para solventar las necesidades del país durante la pandemia del COVID-19, es porque
Bukele,
en
su
intento
por
mantener la imagen etnocentrista entre sus subalternos, solo se basa en limitadas fuentes sobre las diferentes realidades de los
salvadoreños.
Según
Todorov
la
finalidad del etnocentrismo “es describir a los hombres en general, y el medio, el de recurrir a los hombres que mejor se conoce” (op. cit. p.23). El discurso de Nayib puede parecer tan maravilloso a simple vista porque solo describe el alcance que tienen sus medidas para una parte del país como las comunidades citadinas o los microempresarios.
Muchas personas han expuesto su crítica a la inconsciencia de Bukele por medio de memes en las redes sociales.
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Asimismo el rigor con el que se le prohíbe salir a la gente en la cuarentena no considera que hay personas que salen de sus hogares, no porque quieran hacerlo sino porque dependen de las pocas monedas que puedan obtener afuera. Al no considerar las diferentes realidades de la población, el discurso de Bukele promueve además una especie de “sociocentrismo”, esto es, la identificación de toda la sociedad con uno solo de sus grupos sociales. Este sociocentrismo está acompañado de una falta de empatía e inconsciencia y se ha propagado entre los grupos de clase de media que critican las acciones de personas en extrema necesidad. Esto pudo reflejarse el 19 de abril cuando se viralizó la siguiente foto de un mercado informal en Cojutepeque. Los comentarios son la muestra del sociocentrismo que se ha desarrollado en el país:
Convencidos de que es necesario poner en su lugar a todas las personas que rompan la cuarentena domiciliar, muchos siguen elogiando en redes sociales las medidas de militarización y el estado de excepción que ha promulgado el gobierno de Bukele, pues se dejan de llevar por los argumentos que Bukele utiliza para justificar estas medidas. Todorov explica “Lo que cada país llama cordura, no es más que la locura que le es propia *…+ Cada nación, convencida de que es la única que posee la cordura, toma a las demás por locas” (op. cit. p.30)
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En un país altamente conservador y con una población sumamente religiosa, Nayib ha sabido ganarse el respaldo de miles de salvadoreños al ponerse “en las manos de Dios”. Cabe recordar la Cadena Nacional del 15 de marzo, cuando al final de su discurso, pidió a todos sus ministros y a las personas que lo estaban viendo que inclinaran la cabeza y oraran con él. En medio de esta pandemia por un virus tan mortal como lo es el COVID-19, el reconocimiento de que cualquiera puede contagiarse en cualquier momento y morir, implica un deseo por trascender aún después de la muerte y mediante el culto y fidelidad a un dios, lograr “la vida eterna”. “Ello significa que el miembro individual de nuestra especie, consciente de sí mismo como tal, no sólo se enfrenta a la muerte, sino a la necesidad de adaptarse a cualquier orden de la vida que pueda existir en la comunidad en la que nació.” (Campbell, 1993).Bukele no ignora que la mayor parte del pueblo salvadoreño es religiosa y por eso se apoya del concepto de Dios para darle sentido a la sabiduría que tanto lo guía para obrar durante esta pandemia.
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Los discursos de Bukele en las Cadenas Nacionales han sido el medio oficial por el cual se han expuesto las ideas ilusorias de un control que el gobierno no tiene con respecto a la pandemia del COVID-19. Basándose en comparaciones con las crisis que enfrentan otros países y apoyándose de las creencias religiosas que predominan en El Salvador, Bukele ha logrado ganarse el favor de miles de salvadoreños y elevar su gobierno proyectando a todo el mundo la imagen etnocentrista de nuestro país, cuando en la realidad se ignoran muchas necesidades sociales, se cometen violaciones a los derechos humanos y no se han determinado planes para subsistir cuando lo peor de esta situación arrase con nuestra sociedad. Como todo un etnocentrista, tanto Bukele como todo salvadoreño que se ha dejado llevar por sus discursos, no se está evaluando si realmente las medidas implementadas son la mejor solución para enfrentar la pandemia del COVID-19 en El Salvador. Pero nada de eso parece importar, siempre y cuando el nombre de la nación reluzca por algo aunque sea por una vez en la historia del mundo.
Referencias Banco Mundial. (2020). El Salvador: panorama general. Recuperado de https://www.bancomundial.org/es/country/elsalvador/overview#1 Campbell, J. (1993). Los mitos, su impacto en el mundo actual. Barcelona: Kairós Todorov, T. (2007). Nosotros y los otros. México: Siglo XXI
Autor del artículo:
José Adrián Hernández (Especialista en discursos políticos)
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Reivindicando al indĂgena
La Siguanaba, pintura de SalarruĂŠ
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Las leyendas de la Siguanaba y el Cipitío: Los textos culturales que todos conocemos pero cuyo juego de poder desconocemos En El Salvador todos crecimos escuchando la leyenda de la Siguanaba y el Cipitío. Estos relatos orales han configurado un sentido de pertenencia hacia lo que significa ser “salvadoreños” pero en la realidad se tratan de imposiciones que hemos seguido transmitiendo a lo largo de las generaciones.
La narrativa oral es una de las fuentes más ricas de cultura nacional popular porque se nutre de los sistemas de creencias y de la memoria colectiva de cada población. A partir de este planteamiento es posible afirmar que las leyendas de la Siguanaba y el Cipitio son textos culturales con una fuerte carga identitaria para todo el país. Por textos culturales se hace referencia a los textos que poseen un sentido vinculante normativo y formativo para toda la sociedad. Los textos culturales son normativos en cuanto codifican normas de comportamiento social; y son formativos por exponer la autoimagen del grupo y el saber que asegura su identidad. Parte del carácter formativo de estos textos se nutre de las diferentes festividades en las que la Siguanaba y el Cipitio son personajes recurrentes para animar a las personas. Además hay un programa de televisión del canal nacional TVES titulado “Las nuevas aventuras del Cipitío” donde se hace énfasis en el sentido identitario que emana este personaje, principalmente por su aspecto físico casi exactamente calcado del tradicional. Más adelante se abordará plenamente esta característica de las leyendas como textos culturales. Su carácter normativo se refleja en el punto de convergencia de las diferentes versiones en que se relata la historia de la Siguanaba y el Cipitio. Primeramente cabe recordar que existe una línea argumental que explica la relación entre ambas leyendas, pues es sabido que la Siguanaba es la madre del Cipitío y que este también se vio afectado por el castigo impuesto a su madre. A lo largo de nuestras vidas nos habremos encontrado con diferentes versiones que se basan en una trama común: en un principio la Siguanaba era una mujer hermosa que fue
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castigada por el dios Tláloc, quien la convirtió en una mujer horrenda y la condenó a vagar en los ríos, donde atrae a los hombres mujeriegos y los vuelve locos. Las diferentes versiones difieren en la causa del castigo, pudiendo haber sido la vanidad de la mujer, la infidelidad o el abandono de su hijo Cipit; las conexiones de la mujer con el dios Tláloc suponen que ella era su nuera o una simple mortal que recibió el castigo de un dios. Incluso hay variaciones en cuanto al aspecto horripilante de la mujer, pues hay unos que aseguran que ella tiene cabeza de caballo. En cuanto a la leyenda del Cipitío, según las variaciones del relato, su madre sedujo a un príncipe nahua, Yeisun, hijo de Tláloc, de cuya relación nació este personaje. Su madre lo descuidó para irse con sus amantes. Tláloc al descubrir lo que pasaba, maldijo a la madre ingrata y a Cipit lo condenó a ser un niño de diez años hasta el fin de los tiempos. También se dice que el Cipitio es un niño bastardo que nació de la relación que tuvo su madre, la diosa lunar Sihuet o Sihuehuet, con el dios Lucero de la Mañana, traicionando al dios Sol.
Es por eso que el dios de
dioses, Tláloc condenó tanto a la madre como al hijo. A la madre la degradó de su categoría de diosa Luna a mujer errante y al niño lo condenó a nunca crecer y conservarse por siempre en la edad de diez años. A pesar de las diferencias en los relatos, la idea central de estas historias es que “Siguanaba era el mito de la infidelidad castigada” (Espino, 1996) A lo largo del tiempo este personaje se ha vuelto un símbolo identitario para El Salvador, cuyo relato más que entretener tiene un carácter moralizador. En el libro Oralitura de El Salvador, Luis Melgar Brizuela explica que la Siguanaba “…simboliza lo demoniaco femenino que se vuelve contra el infractor de las leyes de la familia: las versiones de este mito tienen casi siempre un sentido ejemplarizante, una moraleja. Y en su trasfondo ético buscan conservar la unidad familiar.” (Melgar, 2007)
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Lo cierto es que en la cosmovisión nahua pipil de El Salvador nunca existió una tal Sihuehuet ni un dios Tláloc que la castigara convirtiéndola en una mujer horrible. La leyenda que conocemos es una invención colonial que se apropió de una costumbre indígena para educar a las masas. Alexandro Tepas Lapa, nahuablante y defensor de la cosmovisión ancestral nahua pipil, explica que la palabra siguanaba es una deformación de la palabra aglutinada Siwanawal que proviene de la unión de siwat (mujer) y nawal (oculto). En todo caso, la interpretación correcta de Siwanawal seria “mujer oculta” y no “mujer bruja u horrible”. La palabra siwanawal hace referencia a las mujeres que entradas en una edad para casarse, visitaban los ríos para hacer un rito que las favoreciera para encontrar un buen marido. En este rito las mujeres debían taparse el rostro con el cabello para que nadie supiera su identidad y es por eso que a una mujer que llevaba a cabo esta práctica se le llamaba “mujer oculta o misteriosa” o en lengua náhuat, una siwanawal. Es sabido que durante la época colonial en América los europeos actuaron conforme a su visión de mundo y uno de los muchos errores que cometieron fue malinterpretar las costumbres indígenas. Con respecto a las siwanawal, dotaron de connotaciones negativas el observar a una mujer sola en el rio llevando a cabo una invocación y así como interpretaron erróneamente los actos de agradecimiento hacia las energías como el agua y la lluvia, asignándoles la idea de culto a dioses; así también crearon asociaciones que condenaran esos hábitos en las mujeres. Como resultado del sincretismo, se creó la historia de la Siguanaba, en un intento por educar a las futuras generaciones de cometer adulterio, caer en la vanidad y vagar liberalmente por las noches.
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Con el caso del Cipitio ocurrió algo similar. Hay autores como M. Espino, Salarrué y Roque Dalton que rastrean el origen mitológico del Cipitio hacia una perspectiva totalmente diferente a la que se ha divulgado por años. Se dice que el Cipitio era en realidad el líder de los Tepehuas (muchachos del maíz y la lluvia) y en nada se parece con los atributos burlescos con los que es asociado este personaje desde el tiempo de la colonia: panzón, travieso, come ceniza y guineos y es un coqueto que le gusta tirar piedrecitas a las muchachas.
Pintura de Salarrué que representa una versión del Cipitio más a pegada a su valor ancestral
Representación del Cipitio en el programa televisivo nacional “Las aventuras del Cipitio” donde por años se ha promovido la imagen cómica del personaje, proveniente de la tradición colonial.
En resumen, el origen de estas leyendas es fruto de apropiaciones culturales por parte de los invasores europeos que llegaron a El Salvador. La Siguanaba es un recurso
moralizante
proveniente
del
sincretismo
y
sobre
todo
de
la
malinterpretación de las costumbres indígenas; mientras que el Cipitio es una burla despiadada hacia el líder de toda una comunidad. Estos textos funcionaron en un primer momento como un recurso para reiterar el poder del español y desvalorizar la cosmovisión pipil entre los propios grupos indígenas. Pero en la actualidad siguen teniendo vigencia por el carácter normativo que expresan y por el cual puede decirse que son textos culturales. El lingüista Konrad Ehlich define texto como “un mensaje que se reanuda”. Los textos se desprenden de la situación de enunciación inmediata y pasan al plano de la situación prolongada, o en otras palabras, la comunicación que reanuda el
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mensaje. Esto permite superar la noción de texto como forma escrita porque lo que predomina es considerar las diferentes formas de almacenamiento y transmisión de un mensaje. En el caso de las leyendas analizadas, son textos culturales grabados bajo las condiciones de la cultura de la memoria y cuya reanudación en el plano de la situación prolongada se da a partir de las diferentes festividades donde tanto la Siguanaba y el Cipitio son personajes recurrentes. Estos relatos orales reafirman su valor identitario cuando en eventos como las fiestas patronales de los municipios, la sola aparicion de alguien disfrazado como la Siguanaba
o
el
Cipitio,
permite
el
reconocimiento entre todos los miembros de
la
comunidad.
Esta
forma
de
reanudacion funciona como una lectura de esos textos culturales y “la lectura no es solamente
una
operación
intelectual
abstracta: es una puesta a prueba del cuerpo, la inscripción en un espacio, la relación consigo mismo o con los demás. “ (Cavallo y Chartier, 1997) Estas festividades aseguran que el mensaje se reanude y que el texto pueda ser comunicado en el presente. En conclusion, a pesar de ser versiones tergiversadas, las leyendas del Cipitio y la Siguanaba estos relatos orales tienen fuerza de modelización de la cultura nacional popular. Adquieren la categoria de textos culturales a partir del reconocimiento identitario que experimentan los salvadoreños al ver a personas disfrazadas de estos personajes en las fiestas patronales. “Un texto existe porque existe un lector para conferirle significado. *…+ Sus respectivos significados dependen de las formas y las circunstancias a través de las cuales sus lectores (o sus oyentes) los reciben y se los apropian” (Cavallo y Chartier, 1997).
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Los salvadoreños somos quienes dotamos de significado cultural a estas leyendas cuando decidimos reconocernos como sociedad a través de ellas y las reproducimos a través de las generaciones en una gran cantidad de situaciones comunicativas.
Referencias Assman, J. (2008). Religion y memoria cultural. Buenos Aires: LILMOD Cavallo y Chartier. (1997). Historia de la lectura en el mundo occidental. España: Taurus
Autor del artículo:
Tunal Ishmasat (Indígena pipil y maestro de Náhuat)
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Sobre la religiรณn en El Salvador
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Mayor presencia de Dios en El Salvador durante la pandemia del COVID-19: El retorno al pensamiento teocéntrico medieval sin la promesa del renacimiento La muerte y el auxilio de un dios todopoderoso son las ideas que rigen el sistema mitológico de las personas en El Salvador. El sistema de creencias actual se asemeja al teocentrismo medieval, sin embargo las reacciones provocadas por la crisis del COVID-19 han intensificado el estancamiento intelectual y cultural que se arrastraba desde la posguerra; algo que podría posponer el desarrollo para el país luego que pase la pandemia.
A partir de las influencias católicas españolas del periodo colonial en El Salvador, nuestro país ha conservado la religión católica y cristiana como un eje organizador del pensamiento. Debido a la persistencia en el tiempo, en la actualidad ese sistema de creencias está demasiado arraigado en todos los ámbitos sociales (incluso tenemos un presidente que invoca a Dios en sus anuncios y hace que las personas oren en plena Cadena Nacional) y la crisis provocada por la pandemia del COVID-19 ha reforzado la fe en el mito de dios. Los mitos forman parte del sistema de creencias de una cultura o de una comunidad, donde son considerados como historias verdaderas. En El Salvador todo el conjunto de historias contenidas en la Biblia suelen ser interpretadas como verdaderas, dotando de validez al concepto de Dios como el gobernador todopoderoso que rige el universo. Las cualidades que se le atribuyen a Dios y la intensidad con la que las personas en El Salvador creen en él, posee una similitud tan fuerte con el pensamiento teocéntrico medieval, en el que se afirmaba que Dios era el centro del universo y lo regía todo, incluso las actividades humanas. Durante la Edad Media, el teocentrismo dominaba incluso por encima de la razón científica ya que los acontecimientos se explicaban por la voluntad divina y mística de Dios.
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Comentarios de salvadoreños que responden a las publicaciones de Nayib Bukele en Twitter. En las redes sociales es donde mejor se pueden percibir los niveles de arraigamiento que tiene la religión en el pensamiento de los salvadoreños.
Véase cómo incluso el presidente hace referencias a historias de la Biblia y ratifica su creencia en este sistema mitológico.
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Bajo esta concepción religiosa se suele pasar por alto que la naturaleza que nos rodea durante este tiempo de pandemia es consecuencia de agentes infecciosos y que nuestras acciones determinan el rumbo de la situación. Sin embargo, el sistema mitológico que impera en El Salvador suele adjudicar todos estos hechos a una causa o ser divino, porque la naturaleza no existe como tal para el mito pues “su mundo es dramático, de acciones, de fuerzas, de poderes en pugna. En todo fenómeno de la naturaleza no ve más que la colisión de estos poderes.” (Cassirer, 1944) Se podría pensar que las personas religiosas modelan su sistema de creencias a partir de los hechos que están ocurriendo en la actualidad y que se basan en la religión para darle sentido a los fenómenos de la naturaleza, sin embargo no es la naturaleza sino la sociedad, el verdadero modelo del mito. Todos los motivos por los cuales se cree en un ser mitológico como Dios, son proyecciones de la vida social del hombre; existen necesidades que debido a la pandemia solo pueden ser satisfechas por un Dios todopoderoso, él refleja las cualidades que la sociedad necesita para sentirse a salvo. En fin, ahora más que nunca es necesario creer en un Dios salvador porque solo así el ser humano puede conservar la esperanza; el detalle es que esta especie de teocentrismo no parece llevarnos a algo bueno. Al finalizar la Edad Media y comenzar el Renacimiento, el teocentrismo cedió el paso al antropocentrismo, sin embargo es demasiado ilusorio creer que a El Salvador le vendrá una época de esplendor humano luego de la pandemia. Posiblemente sea demasiado pronto para desilusionarse por la fallida llegada del renacimiento al país pero luego del largo periodo de posguerra que sumió en el estancamiento mental a los salvadoreños, las actitudes de las personas dan la pauta para creerlo así.
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Titular de noticia en periódico digital de El Salvador, sobre un caso de intolerancia que ha generado mucha indignación. Como decía Roque Dalton, los salvadoreños somos “los primeros en sacar el cuchillo…”
Titular de noticia en periódico digital de El Salvador y comentarios ante una publicación del presidente Bukele en el que se indigna ante la inconsciencia de las personas que salen y rompen la cuarentena obligatoria.
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Para un país con un sólido sistema de creencias basado en la religión, son cuestionables los comportamientos morales de las personas que pregonan de ser verdaderos cristianos. La religión sigue siendo un enigma no solo en un sentido teórico sino también ético; se halla cargada de antinomias teóricas y de contradicciones éticas. Nos promete una comunión con la naturaleza, con los hombres, con los poderes sobrenaturales y con los dioses mismos, y sin embargo, su efecto es todo lo contrario. *…+ Pretende hallarse en posesión de la verdad absoluta, pero su historia es la historia de los errores y las herejías. Nos trae la promesa y la perspectiva de un mundo trascendental, situado lejos de los límites de nuestra experiencia humana y permanece siendo humana, demasiado humana. (Cassirer, 1944)
La necesidad más elemental de la sociedad salvadoreña a raíz del COVID-19 es consolar el temor ante la voracidad de la vida.
Este también fue un tema
recurrente durante la Edad Media, pues a raíz de la peste bubónica se desató una conciencia particular ante la idea de la muerte. Sin embargo, en la producción literaria de la Edad Media se pueden encontrar indicios de un cambio de ideología desde el teocentrismo en decadencia que le cedía lugar al antropocentrismo. Entre esas producciones se encuentra el Decamerón el cual se escribió cuando la Edad Media llegaba a su fin, mientras la peste arrasaba provocando estragos alrededor, solo que en este contexto abundaban historias vitales y de sobrecargada sensualidad. Los jóvenes en el Decamerón promueven la idea del carpe diem y se refleja una paulatina desmitificación de la idea de la tierra como simple tránsito hacia la vida eterna. También destacan las Danzas de la muerte, un macabro espectáculo que se desarrolló en toda la literatura europea durante la Baja Edad Media. El tema de la muerte dominó la Baja Edad Media y frente a ella no había resignación cristiana. El hombre medieval estaba familiarizado con la idea de la muerte y la convirtió en motivo artístico. Todos los salvadoreños están acostumbrados y hasta cierto punto, desensibilizados ante la idea de la muerte de nuestros prójimos pero durante esta pandemia todos se aferran con desesperación a la vida como si todos quisieran más tiempo en la tierra para dejar una huella significativa en el país. Lo cierto es que el aferrarse a la
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vida puede ser un intento de posponer la muerte y evitar lo que la mitología religiosa promueve sobre ella: el juicio y la condena al infierno si se ha pecado. A diferencia de las personas en la Baja Edad Media, la sociedad salvadoreña no está lista para afrontar la crisis intelectual y moral que se ha intensificado con la pandemia del COVID-19 porque no se ha superado la dependencia en el sistema mitológico de la religión. En lugar de afrontar esta crisis con las ventajas que poseemos en esta época, la sociedad se aferra a sus instintos primitivos y al retorno hacia el pensamiento teocéntrico medieval. Si la promesa de cambio parecía distante antes de la pandemia, ahora que la sociedad se deja llevar por sus emociones, la no-reflexión y la resignación religiosa ante esta crisis, es mejor que esta generación se olvide de presenciar el renacimiento de nuestra sociedad en los próximos años.
Referencias Campbell, J. (2013). Las extensiones interiores del espacio exterior. España: Atlanta Casirer, E. (1944). Mito y religión. México D.F: Fondo de Cultura Económica.
Autor del artículo:
Roberto Ezequiel Vásquez (Licenciado en Letras)
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En busca del Feminismo en el salvador
Escena de la obra Nusiwapiltzin de las Tres Prietas Teatro, donde se representa el mito de la Nanawatzin
La Nanawatzin y la Arcadia de Jacinta Escudos: la transfiguración animal vuelta mitos entorno a la liberación femenina El mito de la Nanawatzin y un par de capítulos de “El Desencanto” de Jacinta Escudos, cuentan con la participación de animales que funcionan como símbolos a través de los cuales, las protagonistas encuentran la liberación de su espíritu. Estos animales tienen relación con mitos antiguos que ofrecen un punto de vista con el que se puede explicar el subconsciente de todo un colectivo en El Salvador.
«No sería exagerado decir que el mito es la entrada secreta, por la cual las inagotables energías del cosmos se vierten sobre las manifestaciones culturales humanas...» Joseph Campbell, El héroe de las mil caras
El mito es una exposición narrativa. La narración es un producto singular de la conciencia humana, que impone orden y coherencia a las experiencias que realizamos en nuestro espacio y nuestro tiempo. Así pues, podemos afirmar que el mito es la representación más primitiva de las experiencias y comunicaciones colectivas de los humanos en torno a la realidad y por lo tanto en la variedad de espacios y tiempos, la narración mítica es una estructura de sentido. A continuación se analizará la historia de la Nanawatzin, un mito indígena que conservan los nahuablantes de Santo Domingo de Guzmán; y dos capítulos del libro El Desencanto de Jacinta Escudos. Estas narraciones poseen la particularidad de poseer animales simbólicos que aparecen en mitos clásicos y al hacer una comparación es posible dilucidar la opresión que han experimentado las mujeres en El Salvador desde nuestros orígenes indígenas hasta la modernidad. El mito de la Nanawatzin es una de las historias más importantes entre los nahuablantes de Santo Domingo de Guzmán e Izalco. Cuenta la historia de una mujer casada que por las noches hacía un ritual para desprenderse de su piel y salir a las calles convertida en un ave. La piel quedaba depositada en un huacal y en la madrugada del día siguiente, ella volvía a casa para vestirse con la piel y recuperar su forma humana.
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Su vecino sembró cizaña en el esposo y le dijo que había rumores de que su esposa era una bruja y que ella le quitaba la virilidad, por lo que le recomendó que se hiciera el dormido y espiara a su mujer mientras llevaba a cabo sus hechicerías. Una noche, el esposo presenció la transformación y aterrado corrió a buscar al vecino, quien le aconsejó que vertiera ceniza en el huacal que contenía los pellejos, lo que provocó que la mujer no pudiera vestirse nuevamente con su piel para recuperar su forma humana. Para analizar este mito es necesario retomar su versión institucionalizada: el relato “La Loba” del libro Cuentos y Narraciones de Francisco Gavidia, porque “un mito aislado no es significativo por él mismo, sino que debe tenerse en cuenta la serie de las variantes literarias e ideológicas que sobre él nos ofrece una determinada tradición mítica.” (Duch, 2004) En el relato de Gavidia, la esposa era una mujer llamada Kola quien tenía fama de bruja y ladrona. Kola tenía una hija y quería casarla con un príncipe, pero él las rechazó porque las consideraba demasiado insignificantes económicamente. Ofendida, Kola empezó a llevar a cabo un ritual para vomitar su espíritu en una sartén y salir por las noches convertida en loba para robarle a las personas y hacerse de una fortuna que elevara a su hija. La forma en la que Gavidia presenta a Kola y sus rituales poseen fuertes connotaciones profanas e incluso diabólicas, como puede observarse en el siguiente fragmento: La bruja entonces toma la sartén de las oraciones, en que presentara a su dios la sangre de las liebres sacrificadas al venir la estación de las lluvias. Coloca esta sartén en medio de la casa, da saltos horribles al fulgor de la hoguera, hace invocaciones siniestras a Ofo, y finalmente vomita en el tiesto un vaho plomizo que queda allí con aspecto de líquido opalino; es su espíritu. En aquel momento la mujer se había transformado en loba. Entonces se fue a robar. (Gavidia, 1996)
Una de las similitudes entre ambas versiones del mito es que la mujer tenía la capacidad de convertirse en un animal para salir por las noches. Es a través de la transfiguración animal, ya sea como loba o como ave, que esa mujer mítica podía asegurarse un momento de libertad y supervivencia. Sin embargo, en el mito se plantea ese empoderamiento como algo aterrador y peligroso (el esposo temía
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que la mujer le quitara su virilidad) y se condena el hecho de que la mujer tenga libertad de salir, porque la casa puede interpretarse como la institución social a la que se suele someter a la mujer. Por lo tanto, si era mal visto que la mujer de la historia se transformara en animal para salir, el problema no era tanto que tuviera esa facultad sino que tuviera el atrevimiento de buscar libertad y desligarse de la institución familiar que representa la casa.
La cultura ha ido imponiendo prototipos como el de la “mujer buena” y la “mala mujer”. La primera es respetable, un auténtico dechado de virtudes al juicio de muchos. La mala mujer, en cambio, pone en riesgo la estabilidad porque propone avances. Por eso en muchas sociedades a ese tipo se mujeres se les llama “perras”, o “zorras” y también lobas. Son ellas las que dan “de qué hablar”. Escandalizan. (Edith Sánchez, 2019 “Toda mujer lleva una loba dentro”)
La figura de la loba aparece también en el mito de Rómulo y Remo, los fundadores de Roma, quienes fuero amamantados por una loba. Se dice que la loba que amamantó a Rómulo y Remo fue su madre adoptiva humana pero el término loba, en latín lupa, también era utilizado en sentido despectivo, para las prostitutas de la época. A partir de las connotaciones negativas que se le atribuyen a Kola por su transformación en loba y el significado de ese animal en la mitología clásica, se puede interpretar que la mujer adquiría la designación de “vaga” o “mujer de la calle”, por el hecho de separarse del hogar durante la noche. Sin embargo es necesario evitar caer en estas connotaciones y concebir el símbolo de la loba como una reivindicación de la mujer, por la fuerza y ferocidad que representa en realidad una loba: La loba, sabe ser matriarca en su manada, sabe guiar a los suyos. Es capaz de convertirse en líder de los demás, sin temor y sin complejos. Aprende de las experiencias y sabe cuidarse sola. En particular, una loba no acepta el dominio de otros sobre su cuerpo. (Sánchez, 2019)
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En conclusión con respecto a este mito, será reivindicador que la transformación de Kola en loba deje de interpretarse con la designación negativa que se le puede atribuir solo por salir de casa en las noches, sin embargo el relato de Gavidia tiene demasiadas connotaciones aterradoras; por lo que sería mejor apegarse a la Nanawatzin de Santo Domingo de Guzmán porque concibe a esa mujer mítica como un ave que buscaba libertad. La opresión de la mujer no solo era frecuente en el pasado indígena del país. En la actualidad, hay muchas expresiones literarias que denuncian otros tipos de represión hacia la mujer, como El Desencanto de Jacinta Escudos. La historia del libro sigue la vida de Arcadia, una mujer que creció rodeada de idealizaciones y normativas machistas y que emprende una exploración de su sexualidad en la búsqueda del tan ansiado amor. En su camino se encuentra con hombres que solo la hacen sentir reprimida y abusada, lo que provoca un desencanto en la protagonista. La gran mayoría de las narraciones actuales, temática y argumentativamente, no son nada más que reiteraciones, variaciones, modulaciones de las constantes narrativas que, desde una óptica religiosa y antropológica, han vehiculado secularmente el deseo, las angustias, los cálculos, los sentimientos y las paradojas existenciales de los humanos. (Duch, 2004)
Los hombres y mujeres reprimidos o distorsionados son un mal para la sociedad porque sus almas no fluyen, no son capaces de actuar con claridad. Por eso, Joseph Campbell, en el libro El héroe de las mil caras, explica que estas personas pueden considerarse “héroes” en tanto vuelven hacia sí mismos, en una introspección que le da respuesta a sus tormentos a través del análisis de los símbolos del subconsciente. En El Desencanto, Arcadia tiene dos sueños en los que sueña con animales que le hacen el amor, algo que puede relacionarse con el mito de Pasifae y el toro con el que tiene un encuentro sexual. El toro es un símbolo del despertar del deseo sexual y la necesidad de Pasifae por vivir plenamente su sexualidad. Así pues, a través de los animales con los que sueña Arcadia se puede distinguir un simbolismo de sexualidad pero que al analizarlo con profundidad expone la represión sexual que suele experimentar la mujer.
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En el primer sueño, Arcadia camina por un campo en el que se encuentra con un caballo negro: “El caballo negro es muy hermoso. Es grande, de cuerpo pesado, músculos fuertes y piel negra y lustrosa *…+ El caballo corre hacia ella, la tumba y le hace el amor como si fuera un hombre *…+ El caballo le susurra algo en el oído, palabras de humano, que ella no comprende. Pero sabe que son palabras de pasión, palabras soeces que para ella son tan excitantes como el grueso falo del animal que la penetra con fuerza. Jamás, con ningún hombre, ha sentido tanta sensualidad como la que siente con el caballo.”
En el segundo sueño, Arcadia hace el amor con un inmenso pato blanco: “El pato es tan grande como ella. Ella lo besa y el pato tiene las plumas muy blancas, calientes, limpias y suaves. El pato, para abrazarla, abre sus alas y la envuelve con ellas y Arcadia, en vez de pasión, siente intensa ternura”
Según Campbell, el subconsciente manda a la mente toda clase de imágenes engañosas en los sueños porque en la realidad, el mundo humano oculta bajo la conciencia, fuerzas psicológicas inconvenientes o reprimidas que no hemos pensado o que no nos hemos atrevido a integrar a nuestras vidas, y que pueden permanecer imperceptibles. Habría que replantearse el significado de los animales como símbolos en la mitología porque los símbolos no son fabricados, inventarse o suprimirse permanentemente. Son productos espontáneos de la psique y cada uno lleva dentro de sí mismo, intacta, la fuerza germinal de su fuente. Entonces si el toro del mito de Pasifae se interpreta como el objeto por el cual ella logró la liberación de su sexualidad, en los sueños de Arcadia podemos interpretar los animales como la necesidad satisfecha de Arcadia ante las cualidades que no estaba encontrando en sus amantes. En conclusión, en un contexto de opresión hacia la mujer, la literatura ofrece un panorama sobre la psique femenina que demuestra su lucha por encontrar la liberación y subsistir con su fuerza natural. Los animales que aparecen en estos textos son símbolos que a simple vista tienen connotaciones negativas pero al rastrear su parentesco con los mitos clásicos, permiten comprender con mayor facilidad, los retos que enfrentan las mujeres en El Salvador.
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Referencias Campbell, J. (1949). El héroe de las mil caras. México: Fondo de Cultura Económica. Duch, L. (2004). Estaciones del laberinto. Barcelona: Herder Editorial Escudos, J. (2001). El Desencanto. San Salvador: DPI Gavidia, F. (1996). Cuentos y narraciones. San Salvador: CONCULTURA Sánchez, E. (2019). Toda mujer lleva una loba dentro. Recuperado de https://lamenteesmaravillosa.com/toda-mujer-lleva-una-loba-dentro/
Autora del artículo:
María José Campos (Licenciada en Letras)
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Educación literaria
Guerrilleros durante el Conflicto Armado de El Salvador. Este suceso sirve de trasfondo para la trama de La Última Guinda, obra salvadoreña que se lee en octavo grado.
Cuando los estudiantes pegan “guinda” ante la lectura: Una de las obras más reconocidas de José Rutilio Quezada podría estar siendo mal abordada en las escuelas de El Salvador En octavo grado de Educación Básica, la primera unidad del Programa de estudios de Lenguaje y Literatura se denomina “La novela histórica y gótica”. En la recepción de textos literarios, se establece la lectura de La Última Guinda de José Rutilio Quezada, como ejemplo de novela histórica. La novela se sitúa entre los años 70’s y los 80’s durante la crisis política-social que rodea el Conflicto Armado en El Salvador; sin embargo, la forma en la que se aborda usualmente esta novela no ha sido la más adecuada. Usualmente esta obra suele generar en los estudiantes, cierta aberración por la lectura porque su estructura narrativa presenta muchas anacronías (flashbacks y flashforwards) que si bien son tratadas con suma maestría y genialidad por el autor, el hábito de lectura que se ha fomentado a esa edad no es suficientemente sólido para digerir dicho texto. Debido al contexto histórico que le sirve de trasfondo a la trama, los docentes de lenguaje esperan que los estudiantes valoren esta obra como una fuente de información trascendental sobre el Conflicto Armado. Sin embargo, teniendo en cuenta que ese tema solo es visto de manera superficial en séptimo grado, difícilmente se puede lograr una apropiación sincera del texto desde su perspectiva historia. Incluso llega a ser motivo de confusión para los estudiantes, porque no tienen una base que les permita identificar y comprender con plenitud la diferencia entre soldados y guerrilleros, por ejemplo. En este caso podemos decir que hay un error de explicación e interpretación de la obra, que no permite que sea apropiada por los estudiantes por su valor literario. A continuación se presenta un análisis que podría solucionar la forma en que se aborda esta obra, con el propósito de cambiar la percepción de desagrado que pudo haber generado en la escuela.
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Para comprender un texto, es necesario partir de la comprensión de cómo funciona la comunicación a través de él. Al igual que en el habla, existe un emisor, que en el caso del texto es el autor; por tanto el lector vendría a desempeñar las funciones del receptor del mensaje. El acto de leer y el de dialogar confirma la hipótesis de que la escritura es una realización comparable al habla. Sin embargo, hay algunas diferencias trascendentales. El libro separa las vertientes del acto de escribir y del acto de leer, que no se comunican entre sí. El lector se encuentra ausente en la escritura, y el escritor, en la lectura. El texto produce, por tanto, una doble ocultación del lector y del escritor. Por otra parte, en el intercambio de palabras propio del habla, los hablantes están presentes, pero también lo están la situación, el ambiente y el medio circunstancial del discurso; la referencia consiste en una realidad que rodea a los hablantes. De este modo, en el habla viva, lo que se dice se desplaza hacia la referencia real, es decir, hacia un objeto del que se habla. Sin embargo en el texto, la referencia no proviene de una realidad única y estática, pues no es compartida por los dos interlocutores. Piénsese en un libro escrito durante la Edad Media y un lector del siglo XXI: ambas realidades son diferentes en todos los sentidos, por tanto el libro no habla precisamente sobre el contexto histórico de la Edad Media, sino que lo muestra. Es en el acto de mostrar, que muere la referencia. Ya que a través del texto ocurre una ocultación del mundo directo, durante su lectura deben converger dos actitudes: la explicación y la interpretación del texto. Explicar un texto consiste en tratarlo como una estructura, donde hay que considerar sus relaciones internas para explicarlo. La función del análisis formal o estructural es superar una interpretación ingenua y hablar del texto con fundamentos y sentido crítico. Interpretar un texto consiste en propiciar que el texto se realice en forma de habla, es decir, reincorporar el contenido a la comunicación viva: Extraer las ideas y mensajes y apropiarse del texto. Se dice que una persona se ha apropiado de un texto cuando uno mismo se comprende mejor gracias al texto, pues su contenido ha ofrecido un punto de vista esclarecedor sobre algún aspecto de la realidad, pues muestra todo lo que rodea a un acontecimiento.
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El encuentro de la explicación y la interpretación durante la lectura de un texto, rechaza un análisis de superficie y pone de relieve un análisis significativo de profundidad.
*** Cuando afirmo que en el abordaje de La Última guinda hay un error en su explicación e interpretación, me refiero a que en octavo grado, esta lectura es promovida sin atender a las bases de la comprensión desarrolladas en la página anterior. En primer lugar, para solventar la frustración que generan las anacronías de la obra, el docente debería partir de un análisis estructural que ayude a los estudiantes a comprender el funcionamiento de los elementos en la historia y cómo se desarrollan las relaciones a lo largo del tiempo. En un segundo momento, se debe asegurar que los estudiantes tengan un bagaje cultural solido sobre la historia de El Salvador, sobre todo acerca de los acontecimientos que rodearon el Conflicto Armado en el país. Esto les permitirá apropiarse mejor del sentido histórico que sirve de trasfondo a la historia. Con respecto a la explicación de la obra, es necesario partir de la comprensión del concepto de anacronía y saber diferenciar los tipos que se dan en la obra: analepsis o flashbacks y prolepsis o flashforwards. Si bien el ordenar los hechos restaría el atractivo literario del texto, se puede optar por un reconocimiento de las etapas de vida de la protagonista que se abordan a lo largo del libro: infancia, vida universitaria, huida del país, vida como combatiente, plan de unión de fuerzas guerrilleras.
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Además podría generarse una línea de tiempo con los hechos que rodean las acciones de la obra (que son paralelos a las etapas de vida de la protagonista) para facilitar la ubicación del lector en los distintos capítulos de la obra.
Etapas de vida de la protagonista en la obra Vida como combatiente
Plan de unión de fuerzas guerrilleras
Huida del país Vida universitaria
Plan de unión de fuerzas guerrilleras Primeros años del conflicto armado Asesinato de Monseñor Romero y estallido critico del conflicto
Infancia
Crisis social de los 70 Parte del mandato de José María Lemus
Principales hechos históricos que rodean la vida de la protagonista
Organización de los hechos de la obra por su delimitación en etapas de vida y hechos históricos de trasfondo. Al tener clara esta asociación, puede ser más sencillo explicar la estructura narrativa de la obra.
Una vez organizados los hechos de trasfondo en que se contextualizan las acciones de la obra, se pueden analizar las relaciones estructurales entre los personajes como actantes. En La Última Guinda es posible determinar dos modelos actanciales según cambian los destinadores y los objetos de Zenaida, la protagonista: un modelo actancial durante su vida universitaria y otro durante su vida como guerrillera.
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Los esquemas anteriores demuestran que la idea central de la trama es la búsqueda de Zenaida por tener una vida plena y que sus objetivos principales son, en un primer momento su carrera universitaria y en segundo lugar, estar con Sabino. Los hechos históricos que ocurren de trasfondo no son el eje principal, son parte de la referencia “suspendida” como se explicaba anteriormente; pues La Última Guinda no es texto que hable informativamente sobre la guerra en El Salvador, sino que muestra estos hechos como el ambiente donde se desarrollan principalmente temas como el amor, la pobreza, la violencia de género y la migración. Sería un error valorar esta obra únicamente por el contexto histórico que pone de manifiesto (de la forma que es abordada en las escuelas), porque siendo un texto, la referencia queda suspendida, se anula su relación con el mundo. Esto no quiere decir que el texto carezca de referencia. “Gracias a esta anulación de la relación con el mundo, cada texto es libre de relacionarse con todos aquellos textos que sustituyen a la realidad circunstancial mostrada por el habla viva. Esta relación intertextual, junto con la disolución del mundo sobre el que se habla, da lugar al cuasimundo de los textos o literatura.” (Ricoeur, 1955)
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Aunque la idea central de la obra no es el Conflicto Armado en El Salvador, gracias a esta suspensión de la referencia es que La Última Guinda puede relacionarse con otras obras que ejemplifican el tema de la novela histórica o la literatura de guerra. Esto debe ser tomado en cuenta por los docentes de lenguaje y literatura de octavo grado, primero para no limitar la comprensión del tema solo por considerar este texto como única lectura de ejemplo; y en segundo lugar, para que cuando los estudiantes emprendan la lectura de esta obra, en lugar de desarrollar aberración por los libros, logren interesarse más por ellos y alcanzar un nivel de apropiación más profundo con respecto a la literatura nacional.
Referencias Quezada, J. (2015). La Última Guinda. Santa Tecla: Clásicos Roxsil Ricoeur, (1955). Historia y narratividad. Buenos Aires: Paidós
Autor del artículo:
Santiago Martínez Campos (Licenciada en Letras)
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