CilJIRNALDA
^ERIODICO DE IHENA LITERATURA T MORAS.
ASO 1.0
ABRIL 10 DE 1856.
Las bellas lectoras'lSe la Guirnalia, no tendr&n & mal que dediquemos hoy lus primeras columnas de su peri6dico a un asunto que toda persona culta debe desear no se eche en olvido; bablamos de la cortesia, tan necesaria en la buena sociedad. Asi pues reasumiendo lomucho que se ha escrito sobre esta parte de la educacion, yainos & trasmitirles algunas ideas quo deseariamos ver generalizadas. La sociedad es una especie de baile de mascara, en el que por diferentcs que sean los disfraces,- se ha convenido espresamente en que todos lleven una misma careta, y qne esta sen la de la corte sia. La cortesia se aprende con el trato del mundo, y se diferencia de la gi'acia, el talento, el gusto, el genio y de ciertns prendns sociales que nacen con nosotros, y que se desarrollan en coda uno con el tiernpo y las circustancias. El trato del mundo hace en nuestro lenguage y costumbres lo que el cepillo y la lima en las maderasy metales, las pulon, y asi esque el nombre de politico en el sentido de iirbanidad y cortesia viene de pulir, tanto en el sentidcTpropio como en el figurado. Obrur y hablar de modo que satisfaga al amor propio de todos, lener una oficiosidad agasajadora para con los iguales, no ser ni estremadamente familiar ni escesivamente bajo con los superiorcs, no manifestar un altauero desden para con
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los inferiores, observar en fin con escrupulosidad las reglns del buen parecer, es lo que constituye la verdadpra cortesia. La cortesia es un freno que reprime nuestros defectos, y un barniz que realza nuestras buenas cualidades. Es una dcsgraeia no ser humano, generoso y complaciente; es una falta el el no ser cortes. Puode muy bien no tener el hombre cortds virtud alguna; pero tieno cuando mdnos la ventaja, de que la cortesia le da la apariencia de todas ellas. La cortesia varia segun los paises y costumbres; pero en niuguna parte es permitido el ser grosero. La cortesia atrae y seduce; la groseria repugna y embiste. El hombre cortes os el adorno de una sociedad: el incivil su borron. j Si me viese precisado a pasar horns entcras con un necio 6 con un grosero, no vacilaria un inomento en elegir al primero: por que puede uno divertirae con un necio, mas jquii partido es pOsible sacar de nn grosero? Debe toner un merito muy estraordinnrio un hombre para perdonarle la falta de oortesia; y aun cuando fuese dable esto, puede asegurarse que visto una vez, no escitara el desco de volver li ver-
Ic.
Disese qne las letras suavizan lus costtiinbi-ps; pero si es cierto icomo es que los literatos sc manifiestan tan poco cor-