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VNAN O
Defendamos la tierra.
. 1 A 0la de la absorción avanza amenazadora.
Pero no le temamos á la ola que nada podrá contra el país si el país quiere de- Tenderse.
* *x * nazadora cada día; pero nada podrá contra nosotros mientras nosotros sepamos resistir
Defendamos la tierra.
La tierra es la patria.
Si allá hace la tiranía un supremo esfuer- zo para apoderarse del predio en que está cimentado el hogar, hagamos acá un es- fuerzo supremo para defenderlo.
Y no habrá fuerza hnmana capaz de arrebatárnoslo.
Y se resinte, ya lo dice de modo muy claroy mny elocuenteun ilustrado cronista asociándonos, haciéndonos fuertes, uniéndonos tados, los grandes y los pequeños para vencer el peligro que á todos nos amenaza.
Ya que no hemos podido unfrnos para fines políticos, unámonos siquiera para económicos, inspirados en un gran sentimiento patriático. * * *
Defendamos la tierra.
La tierra es la patri
Y dejemos que eb ('o¡greeo y el Senado legislen 4 su antojo.
Defendamos ia tierra.
La tierra es la patrja.
Si el Senado, olvidando la honrosa tra- dición del pueblo americano nos impo- ne la tiránica ley, resistamos hasta que llegue el día de las grandes reparaciones.
No nos ciegue el oro de los poderasos. El pedazo. de tierra puertorriqueña cs oro también.
Y oro de mejor ley.
* X *
Defendamos la tierra.
La tierra es la patria.
No importa que la bandera americana ondee en nuestros castillos.
Nada signigea que la burocracia, los que giran en torno del presupuesto sean ex6- ticos. Mientras en el apartado bohío sue- ne alegre el tiple de nuestros jíbaros no peligra el alma puertorriqueña.
* X *
Defendamos la tierra.
La tierra es la patría.
La:ola de la absorción avanza más ame-
Cuanto mayor sea la injusficia que con el país se cometa más entera estará el al- ma puertorriqueña.
Las leyes seránde ellos.
Pero la titrra, la patira será de los puer- torriqueños mientras los puertorriqueños quiera.n.
CELSU DE Los Rrios.
Teatrales
Parece que la de esta noche será la últi- ma función de la temporada.
Y en vez de una crónica en la cual ten- dríamos que repetir los elogios prodiga- dos á la compañía por su magnífica Jabor en el desempeña de Hamiet. En el Nido ajeuo, A fuerza de arrastrarse, preferi- mos despedir á la compañía, con el senti- miento que se despide á un buen amigo con quien hemos compartido las alegrías y tristezas del vivir.
Y suplicarle que vuelvan, al retornar de la isla, á deletitarnos con su divinoarte. No queremos hablar de las últimas re- presentacíiones.
Por mucho que dijéramos nunca llevaríamos al ánimo de nuestros lectores la 1dea exacta de como Fuenteslinterpreta las obras de su extenso repertorio.
¡Hay que verlo!