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ANSIAS DE VIDA oe

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Mata en tí el deseo de la vida, dicen les orientalistas. Mientras el alma esté llena de deseos, la Tierra le atráerá con fuerza irresistible y estará por eso sujeta á innúmeros nacimientos y muertes

Estoy triste! Ved si no.

En las últimas horas de la tarde, cuando las pálidas estrellas comenzaban á brillar en el azul obscuro de los cielos, he cuntemplado la agoní: esterturusa de una virgen de diez y ocho años.

Victima de la plaga blanca, hundida entre blancos almohadones, pálida, besando con fervor un grande cristo de plata semejaba una figulina de pórfido que tuviera movimiento! Por momentos parecíame ver surgir de su fláxido cuerpo dos grances alas nevadas que la harían remontar el vuelo.

Nada de esto! En sus vidriados ojos leí un póstumo y ardiente anhelo de salud: un adios dolorosísimo y tierno a los seres y las c3sas que dejaba; un reproche hondo y amargo á la vida qu: cru:imante la abandonaba en el comienzo de la senda.

La vida!.... AHí mismo, al lado de la pú-

Rimas

Los invisibles átomos del aire

En decredor palpitan y se inflaman; El cielo se deshace en rayos de oro, Lo tierra se estremece alborosada; Oigo flotando en olas de armonia

Rumor de bssos y latir de alas; Mis párpados se cierran....¿Qué sucede?

-¡Es el amor que paña'

Asomaba á sus ojos una lágrima ber fallecieñte entonaba sú canción. Unca nario olvidado en el balcón atacaba con ardor una-escala violenta que nada tenía de fúnebre.

Y á mi labio una frase de perdón; Habló el orgullo y se eajugó su llanto, Y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro: Pero al pensar en nuestro mutuo amor, Yo digo aun: ¿por qué callé aquel día?

Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo? BECQUER.

La vida'.... oíase su himno vibrante; un chiquillo recien Al lado, en la casa del vecino, nacido chillaba con fuerzas porque la madre le bañaba!

La vida!.... Yo la veía trepar en aquella enredadera de campanillas azules que se esforzaba en alcanzar el alféizar de la ventana donde la niña expiraba.

Luego, más tarde, en el silencio de mi habitación leía: En todas partes el flujo y reflujo. el ritmo, que es la sístole y diástole del Corazón del Cosmos. Pero su razón se nos escapa; no podemos decir porque son así las cosas; sólo podemos ver que son así; la Noche y el Día de Brahma, la expiración é inspiración del GRAN ALIENTO.'

¡Y pensar que para Jibrarse de la muerte, para alcanzar la inmortalidad de los dioses hay que matar en nosotros el deseo de la vida!

¡Estoy triste!

ENRIQUE CONTRERAS.

La voz de la tarde

Para mi querido maestro PEDRO P. VARGAS.

Ya dormidita la vega blandamente Se oye del gallo el cantar sonoro, Y ocúltase vencido el Astro de ora A su imperial mandato prepotente.

Allá, en las lejanías del Poniente, D: nubes encendidas hay un coro, Que se bifurca tenue....Muge el toro Y puebla el bosque de clamor doliente.

Acá, en lo vallezillos bostezantes, Botones mil revientan Mates. ... La orquesta alada entona: yertura.

Tiende la noche su manto de negrura josé P. H. HERNÁnDEZ.

Y va muriendo aquella voz lejana Que á la Tierra le dice: ¡Hasta mañana!

Hatillo, P. R., 1911

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