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EL SALUDO A LA BANDERA Q as "

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CABOS SUELTOS

CABOS SUELTOS

La tarde se envolvía en las tintas polícromas del crepúsculo cuando llegué á la hondonada del Morro. Allí está el viejo castillo aspillerado, testimoniando en su dibujo de piedra el pretérito poderío de la monarquía española, y el talento ' de sus ingenieros militares.

Abajo, sobre el ancho -campo, hilvanado de polvorines vacíos y reductos muertos marchan rígidos y marciales los soldados puertorriqueños, en vistoso cordón militar, al clamor de una música ardorosa y rítmica. De súbito el pelotón se detiene hasta quedar inmóvil, como clavado al suelo. notas metálicas, los tambores baten marcha, y el batallón entero, obedeciendo la voz de mando, como al conjuro de mágico resorte se presenta en armas. Una salva de cañón retumba en la hondenada, y la guardia del Castillo arría lentamente el pabellón nacional que ondea en la almena.

¡Oh raro fenómeno el que allí se observa entonces! El pueblo congregado en lo alto de la planicie, permanece indiferente á la solemnidad militar y a! homenaje tributado á la bandera. Nose vé una cabeza descubierta, ni un hombre en actitud reverente. Los nativos eyidentemente no se unen á la formalidad del momento, mi á la pleitesía rendida á las franjas y á las estrellas.

La inteligencia estudia la éausa del fenómeno, y la memoria se la dá en seguida. Desfilan ante mi recuerdo en vertiginoso tropel.

Isla de Puerto Rico

Con este sugestivo título acaba de publicar la respetable casa Doo'ey, Smith y Co. un folleto importantísimo.

Se trata de una completa información del país, enriquecido con un magnífico mapa á varias tintas.

El importante folieto que circulará profusamente en los Estados Unidos: que es donde necesitamos que conozcan el país, ha de re. portar grandes beneficios á Puerto Rico.

Y asi como no nos cansamos de fustigar á los americanos que no desperdician ocasión de oprimirnos, enviamos á los señores Doo- las tristezas de Puscto Rico sufridas bajo el régimen actual. Me parece oir todavía las palabras nunca cumplidas que á nombre del gobierno americano, nos hiciera el general Miles. Veoel caucerbero que nos mandara el senador Foraker, bochornosamente llamado «Carta Constitucional,» ahogando entre sus garras nuestro derecho político; cigo les rumores de la opinión censurando rdecida los desafueros administrativos; recuexdo también el vilipendio á la Cámara deligio; el autoritarismo de .los jefes de depa ento; las réplicas sarcásticas del Comité de /asuntos insulares: el desp-ecio á la razón lepal, y el apego á la injusticia ofensiva. La jmaginación calenturienta suma todavía cieh iniquidades más, siempre en mengua nuestras más caras libertades.

Comprendí entonces porqué el pueblo no amaba á la bandera;: somós colonia sometida me dije,y no territoric independi ente. Lo alaridos de los pueblos débiles, se perderán siempre en la vocinglería del festín de sus tiranos.

El Sol se hundió en Occidente, apagando las últimas alboradas que teñían el cielo. Tristemente impresionado por las durezas de la realidad, emprendí el camino de regreso.

Discurriendo lo que acababa de presenciar, dí la razón al purblo, y pronuncié en voz baja, las cáusticas palabras del orador Romano: ¿ Quousqgue tanden nostra7 . abutere patientia

RAFAEL F FERRER.

ley Smith y Co. nuestra más sincera felicitación por su noble conducta al hacer jJusticia al buen nombre de Puerto Rico.

Misceláneas

Juanito tiene un nuevo hermano. Coñ tal motivo pregunta á su mamá Dime, ¿cómo ha venido ese niño?

Por sus pies, hijo- mío contestó candorosamente su madre.

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