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El cabalto y el burro.

NO EsS FABULA, PERO PODRIA SERLO.)

Cerca del abrevadero De laJfuénte del Otero

Dialogaban, hace un mes El caballo de Marqués Y el burro del molinero iQué gordo y lucido estás!

(Dijo con sorna el jumento) iPues ahí verás!

-Me engorda el aburrimiento.

Me choca.

¿Trabajes poco?

Muy poco.

Llevo ya esta temporada

Sin una sola enganchada.

¿Y eso te aburre? ¡Estás loco!

Me explicara esa mohina

El exceso de trabajo, Corriendo arriba y abajo

Amarrado a la berlina;

Pero por no trabajar

Aburrirse, in> lo creo!

Me disgusto porque veo

Que me van a licenciar.

Ya ni me miran mis amos,

Y el cochero me abandona.

¡Como han comprado en Bayona i¡Ah, vamos!

Un automóvil!

Te explicarás mi temor.

Ya pagerán su manía.

Verás cómo el mejor día

Se revienta tu señor. Ya se ha dislorado un brazo, Y la Marquesa se ha herido. En dos meses han sufrido Tres vuelcos y Un topetazo, pPues van con máscara Antonio, La Marquesa y el Marqués. iQuiá! ¡No cuela! Qne se le cuente a su abuela

Pero ¡quiá! ¡Si son de acero Y no se arredran por nada?

¿Y en toda esta temporada Qué se hace Antonio el cochero? pPues el pobre ¿qué ha de hacer Viste de hule todo el día, Y en vez de Antonio García Hoy es Antuán le chofer. iChifladura más completa!

¿Quién conoce a monsiú Antuán?

¡Claro! ¡Como siempre van Disfrazados con careta!

¡Cuánto más bonita es La librea, qué demonio!

Sólo hablan ya del Panar (Creo que se llama así), Y andan de aquí para allí Escapados sin cesar. La peor es la señora.

¡Si corren que es un horror! Ayer, según el señor, En poco más de una hora Fueron de aquí al Sardinero.

¡Doce leguas!

El riachuelo viene charlando un idilio rústico, entre cañaverales. Cón meladiosa tra- vesura, entre diáfanas risas. comenta el móvil verdor de las márgenes Pasa con premura por debajo del puentecito de madera, arras, trando guijas, en fuga hacia el valle verde hacia el rio turbio, hacia el remoto mar lleno de amarguras y de truenos. Es compasivo con las bestias sedientas, y acaricia con jo- vial lujuria las pantorrillas de las campesinas que le roban el agua. No conoce la tristeza sino en los días de invierno, cuando su cau- dal se enturbia y alborota bajoel cielo nublado.

En el puente precario, recostado sobre la baranda tosca, inclinándome hacia el fugitivo frescor del riachuelo, me hundo en mi solita- ria cavilación, como en un antro. La tarde es tibia y polvorienta como en una batalla. El cielo tiene un difuso resplandor melancó- lico, blanquizco. El valle verde es un sitio encantado y el silencio es profundo y triste. De vez en cuando un soplo de brisa caliente

El grandísimo embustero. Como el Panar tiene al fin

Diez caballos. .

¿Estás loco?

¿Los has visto? Yo tampoco.

¿Diez caballos? ¡Ni un rocín!

Lo que tiene ese Panar, Según yo vi. es un vapor

Que despide un -mal olor

Que no se puede aguantar.

Y en cuanto á fuerza, me atrevo

A luchar con él.

¡Qué burro eres!

¿ -Sí, eh?

Ya lo sé. No me dices nada nuevo, Y lo que tu no sabrás

Es que un día, cuesta arriba, Hasta la Marquesa iba iVamos! No seas burlón.

Empujando por detrás.

Yo me resigno y me aguanto, suscita en ei cañaveral, el cual mueve S15 grises garzotas con solemnidad guerrera bajo los cielos de aluminio.

Siento que la soledad es amarga y que la vida es.dura. El crepúsculo me parece eri- zado de señales como una acechanza, y quiero consolarme escuchando los gozos del agua co- rriente. Miro con afán la linfa clara y fresca en que se copia el cielo monótono. Peroaun que aguzo lus sentidos no alcanzo á comprender la canción del agua: entra por mis oídos, restala por mis nervios como un sopor insípido y se desvanece al cabo en un leve males tar. A fuerza de mirar, logro ver reflejaba mi faz en la inquieta superficie del arroyo. Mi rostro baila, tiembla, se deforma en la onda desigual -

Ya se encoge, después se ¡alarga como un fantástico pez.. El riachuelo lanza una risa húmeda....

Y bajo la tarde, yo sonrío.

Pues respeto el adelanto De la civilización.

¡Esun gran invento!

¿Si?

Pues ayer á media noche, - iQué me cuentas? iSí, señor!

Vine yo arrastrando el coche O automóvil hasta aquí.

Se rompió no se qué tuerca. Yo andaba por allí cerca

Y les hice ese favor iConque tú..?

Lo que te cuento.

¡Bien lloraba tu señora!

A ver si me hablas ahora

De lo que vale ese invento.

Si no es un pobre pollino

A la interperie se hospedan, iY con su Panar se quedan

A dormir en el camino!

La dentadura del pobre

Delirio de grandezas

N Ventura Urquiza y Abad, Fué a ver don; Pa.12 ' a á la edad que hoy tengo yo, al gran doctor alienista í muelas y dientes perdió don Pedro Bande y Bautista, anil < ttadidad: y asi le habló de su esposo:

Hace continuas simplezas, y era cosa demostrada 6 porque está loco. ¿Es posible? " el pobre Vent¡'1ra Unquiza, Sí, señor, tiene la horrible s denfadura ee manía de las grandezas. no podía comer nada.

¿iSueña con joyas y trenes?

Asi es que con insisientes ¿Aspira a tener palacios? sablazos y echando guantes, ¿No halla bastantes espacios llegó a reunir las bastantes para que quepan sus bienes? pesetas para unos dientes.

No tal.--Pues ¡voto a Luzbel!

Ya tiene su dentadura; ¿cómo ve usté, amiga mía, más, la verdad, me he reido que ha empezado lamanía de esto que me han referido de las grandezas en él? a ea a Lo deduzco, amigo Bande. Como tuvo que gastar de que ayer salió ligero, su dinero en ella ayer, se fué a comprar un sombrero, hoy no tiene que comer, iy se lo compró muy grande! o iy no la puede estrenar!

Lo celebramos

Una gacetilla enviada desde San Germán a nuestra revista, dió margen al señor Muñoz Rivera para escribir uno de sus más brillantes artículos.

Celebramos haber dado esta oportunidad al querido amigo don Luis con la gacetiila. de C de las lomas, seudónimo detrás del cuál se oculta, como dice muy bien Fairfax, un gran patriota.

Pero qué diferencia, amigo don Luis, entre la política de ahora y la de aquellos tiempos que usted trae á colación tan oportunamente!

El Escudo

Los señores Javierre, Gonzalez Co.. que como saben ustedes fabrican en Mayagiiez los mejores cigarrillos que 'se fuman en Puerto Rico, nos han obsequiado con unas cuan- tas cajetillas de su nueva marca El Escudo que es lo mas elegante y lo más delicado que se fuma en el pais. -

De la calidad no hay que hablar: con decir que son de Javierre, Gonzalez Co., está dicho todo.

Muy dificil

La desidencia nnionista de San Germán, es muy difícil de arreglar.

Así lo habrá reconocido, sin duda, el querido amigo Vivaldi, quien visitó no hace mucho, la simpática ciudad de las lom:s.

A una gente que no quiere nada, que no pide nada, que uo aspira á nada, ¿qué demonio se le puede ofrecer?

Está muy difícil de arreglar eso.

AGUANTANDO el sol que arde en el cielo despejado. Juan el pastorcillo cabecea soñoliento. A lo lejos, colgada de un cardo seco, chirría una cigarra, pareciendo absorber con el vibrar de sus alas el calor que la vivifica. Aquel canto agrio y perenne es el único ruido que turba la siesta del campo seco, polvoriento, dormido bajo el aliento tórrido del sol. Ningún otro rumor nace de las yerbas tostadas, y entre los tallos gráciles sólo se agitan las hormigas incansables, que serpenteando en ondulantes hilillos negros, se pierden ajetreadas en lejanía misteriosa. Las aves duermen o callan, escondidas en medio de las matas más altas, que con los flecos de sus hojas tamizan la luz árida. Y ante la cabra que le sirvió de nodriza, solo en el rastrojo, el pastor balancea perezosamente su cabeza sudorosa, sobre la cual apóyase la pe sada mano del sueño.

En la penumbra rojiza que forman los párpados medio caídos de Juan, pasan inciertos recuerdos de tardes como aquélia, llenas de sol, de calor y de polvo; visiones de prontos crepúsculos invernales, de perfumados atardeceres de primavera, de brumosas lontananzas de otoño, y sobre todos aquellos fondos tristes, alegres, floridos, yermos, se dibuja la silueta pensativa de la Colorá, de la cabra fiel, alrededor de cuya cabeza se recortan las orejas largas y afiladas, los cuernos encorvados y blanquísimos, formando un á modo de nimbo satánico muy en armonía con la burlona pere

Decálogo de la madre

L Criarásá tu hijo con la leche de tus pechos, y, de no ser posible vigilarás atenta mente su alimentación.

IL - No le destetarás hasta que tenga dientes, señal de que puede digerir, y aun así no tomará alimentos fuertes.

HI. No usarás otros medicamentos que los que la ciencia te ordene, rechazando toda intrusión de gente ignorante. -

IV. Tendrás siempre limpio á tu hijito, no abrumándole con ropas, ni desnudándole imprudentemente versidad que parece esconderse en las hen didas pupilas amarillentas del animal.

V. Nec leobligarás á dormir en vano, mi le alimentarás á todo momento, evitando el alcohol.

Sólo la Colorá puebla los ensueños de Ju:n vacíos de manos amantes, ensombrecidos pur la amenaza perpetua de aperadores, gañanes y mozos. La caridad, que le recogió de la cuneta del camino donde le olvidaron o le abandonaron, le puso por nombre Juan, le dió una cabra por madre, y pensó haber hecho bastante, sin cuidarse de si el alma de aque chiquillo podía llorar instintivamente cariños desconocidos.

A lo lejos, aplicando sobre el cielo su n.onstruoso perfil serpentino, corre. empenachándose de humo. largo convoy. Un silbido agudísimo desgarra el aire y desfallece luego sobre el campo aletargado.

Al oirlo Juan incorpora á medias su cuerpecillo endeble, yergue la cabeza pelona, de cráneo deforme y puntiagudo, triste herencia de aquéllos que le abandonaron.

Apoyada una mano sobre el suelc ardiente, el pastor sonríe soñoliento á la cabra, arroja lejos de sí el sombrero, y torna otra vez a amodorrarse en medio del rastrojo, mientras la Colorá, plegadas las ágiles patas, baboso el negruzco hocico, le contempla, pareciendo rumiar en la penumbra de su lento cerebro de bestia alguna idea imprecisa que humaniza con expresión tierna la perversidad de su ojillos diabólicos.

Mauricio Lopez Roberts

VL Le darás á diario un baño de aire puro, y, á ser posible, de agua fresca.

VIL No permitirás que le exciten ni los ruidos, nmi las luces; evita besuqueos inopor tunos y acostámbrale á una sensata disciplina.

VIIL Le vaccunarás sin pretexto alguno.

íX. Noobligarás á tu hijo á realizar esfuerzos materiales ni intelectuales que nmo estén en consonancia con las energías de su organismo.

X. Le enseñarás á soportar con entereza las penalidades de la Vida, á creer en Dios y practicar e! lema: Si quieres ser amado ama.

iferencia. no diga na d señor, E desde que esta esto por adm da.

7 verá la matadura.

'ere convencer levántele el apare inistrac se qu i

1ón! ón

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