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DE LA VIDA MADRILEÑA LAS FLORISTAS
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NUNC.&. como durante estas frescas maña- nas vernales, sentimos palpitar dentro de nosotros la alegría de vivir.
Caminamos despacio, con lentitud sibarítica por el asfalto recién lavado de las aceras, y llevamos la cabeza erguida para ver más y respirar mejor. El tibio ambiente se adhiere emperezader á nuestra Carne, y nos imbuve la dulce convicción de que nada urgente te- nemos que hacer.
¡Vivimos!....Es decir, gozamos de la hora presente, no sufrimos la absurda comezón de que el tiempo pase. ¡All right! Dentro de nosotros, la conciencia, hora de cavilacio nes. parece frotarse las manos.
En la terrasse de los cafés, el público bebe vermouths de color topacio, ó ajenjos verdes y temibles como pupilas.
Ante las mesas, bajo la ufania frívola y azul del ambiente, las floristas van y vienen ofre- ciendo á los transeuntes claveles, manojitos de lilas y de rosas. Unas llevan su fragante mercancía en esas cajas cilíndricas de hojala- ta donde el invustrialismo guarda las piñas de América; otras las ofrecen sobre sutiles fa- yancos de mimbre.
iClaveles dobles!. ...¡Lilas de la Casa de
El alegre pregón vibra aquí y allá, bajo los árboles, á-lo largo de la calle soleada; y aquellas voces, lozanas, juveniles, nuncio del buen tiempo, componen una oración de paganía.
Tienen esas flores, donde las negras fetide ces de la tierra, milagrosamente, se mudan en perfume exquisito y arrebatado color, algo que, cual por arte de hechicería embe- llece y mejora á las muchachas que comercian con ellas. La mujer que de -noche ven- de periódicos ó décimos de lotería, á la ma-
Sanidad Marítima
Parece que una comisión especial- de la sanidad marítima se ha encargado de dar al traste con lo poco que queda de la peste bu- bónica. Nota bdene. Los gastos, según tenemos entendido, correrán por cuenta del gobierno federal.
Agradecidos.
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ñana siguiente, con un ramo de - flores en la maro, parece más bonita. sus mejillas son más rosadas y su cuerpo adquiere un ritmo nuevo. Nos acordamos de Watteau. Las flores son madrigalescas: una mujer entre flores, puede parecernos siempre una princesita.
iClaveles dobles!. ... ¡Lilas de la casa de Campo!.... ¡A cinco y diez céntimos los ra- mitos de rosas!....
La profesión de florista ambulante requiere, como todos los oficios por nimios que fueren, ciertas aptitudes ganadoras de discrectón y oportunidad.
La florista habrá de vencer, primeramente, la aversión que la innata grosería masculina siente hacia las flores. En España, princi- palmente, ponerse en la solapa un clavel, es síntoma de afeminamiento; nuestro sexo desdeña las flores, y si alguno las quiere, raras veces su amor es tan grande que le permite adornarse con ellas. La florista, de consiguiente, habrá de empezar por vencer esa repugnancia malsana y luego sabrá elegir aquella flor que mejor armonice con el traje del parroquiano, de modo que éste se sienta adulado en su varonil presunción. ¡La más terrible de las presunciones, aunque las sencillas mujeres crean lo contrario! Para los trajes oscuros los claveles blancos; para un traje claro, un clavel rojo.
¡Pobres fioristas! Vosotras cumplis una misión artística, pues que vais por las calles repartiendo belleza: vosotras respondeis con sonrisas á las repulsas de la ineducación masculina, y sois adorables porque anunciais la llegada de los buenos días al amcr propicios. Aves emigradoras amigas del sol. hermanas de Abril y de Mayo, entre vuestros labios canta la Primavera.
E. ZAMACOIS,
Guillermo Vivas
Este prestigioso puertorriqueño ha sido proclamado nuevamente, presidente del comité unionista de Ponce demostración elocuente de las muchas con que cuentaen Ponce el amigo Guillermo á quien enviamos la más síncera felicitación.