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EL NIDO

De uua rama al extremo suspendido, Con gracioso vaivén se balancea. Que el hijo divinal de Citerea Alienta en sus pajillas escondido.

El céfiro lo besa enternecido Y lo acaricia allí ia luz febea, Un nimbo de poesía lo rodea ¡Y algo del Cielo se me antoja el nido!

¡Oh! Yo lancé mis penas al olvido Al contemplar allí las ilusiones Y elevé á Dios un canto bendecido;

A prendan los febriles corazones A gustar la pureza de las aves Fuera de la ruindad de las pasiones aparición, ésti no fué vuelta á ver hasta algunas cuantas noches después, en que, no obstante las gestionis nuevamente practicadas, tampoco fué posible capturarla.

LuIS O'NEILL.

En vista de la insistencia de aquel osado que bajo tan extraña presentación venía produciendo la a'arnía y c mtinuo sobresalto de los vecinos de <«la Meseta» y en vista de una petición de éstos mismos dirigida a la autoridad competente. se decidió establecer por las noches en aquel sitio, una pareja de guardias permanente, la que evitando con su presencia la tal aparición, trajera de nuevo á toda aquella región la tranqu:lidad y normalidad nocturnas; pero, fué por el contrario. La segunda noche que hizo guardia la pareja, el hombre de fuego hizo su tercera aparición, habiendo varios disparos y resultando uno de los guardias herido y el otro desarmado y privado del conccimiento á causa del susto....

Al otro día los comentarios del hecho en cuestión, coincidían con los comentarios consiguientes á la desaparición de una hermosa y bella joven de distinguida familia, llamada Gabriela de Andunas, vecina de aquellas cercanías, próxima á casarse con un oficial de Mosqueteros, quien, según dicen, por muchas pesquizas que hizo dar nunca pudo con el paradero de su prometida.

El Hombre de Fuego no volvió á hacer más su aparición: de Luis de Tabladillo, al igual que de la hermosa Gabriela, no hubo

Una Flor

Para Regina Rosario. Sobre la regia pempa de tu seno Languidece una flor toda perfume. Lentamente se muere.... Se consume Y palideee como un Nazareno.

Esa flor me parece una princesa Cautiva en una red hecha de encaje Que se muere de amor bajo el celaje De tus raras pupilas de turquesa.

Quisiera ser la flor aprisionada, Morir bajo el fulgor de tu mirada, Quemarn e en el incendio de tu ardor.., - en adelante noticia alguna, y las gentes, des pués, solo por esta coincidencia de desaparición, dieron en decir que el raptor de la joven no fué otro que el Hombre de Fuego, quien era ásu vez el célebre Luis Tabladillo.

Quisiera ser la flor... Y allá en tu seno Tener la palidez de un Nazareno Canutivo en una red hecha de AMOR....

RAFAFL H. MONAGAS.

Y nosotros pensamos, quizás sí, quizás mo; dejemos al lector que piense lo que quiera.

ConraDo ASENJO.

Cuadro plástico

Es un cuerpo oriental. Tal vez los magos Tejieron su ebúrnea cabellera; Dormita como el lirio en la pradera Y sueña como el sauce de loslagos.

La circundan las ninfas y las diosas

Y me parece al verla sonreida, Una muñeca de sedas escondida En tálamo de perlas y de rosas.

Descorro suavemente las cortinas

Y de Venus las lágrimas divinas

Decoran de su faz las formas bellas; -

Y al sollozar el viento en la enramada Se despierta la virgen encantada ¡Y se apagan en el cielc las estrellas!

JOSÉ ANTONIO VARGAS.

Sue Os

Yo soñé que era el sol y que envolvía

Tu cuerpo en un cendal de resplandores Hecho con alas de mi fantasía

Y con besos de amor de mis amores:...

Y soñé que era el mar, y en una baica Cruzar te ví sobre mis mansas olas; Y ví tu frente, que tu pelo enmarca, Dulces recuerdos deshojando á solas....

Soñé que era el altar del templo ingente Donde vás á otrecer tus devociones. Y reclinaste sobre mí la frente Transformando en piedad mis tentaciones....

Soñé que era el jardín donde los lirios De tu mano ducal vierten aroma, Y florecí la flor de mis martirios

Bajo tus piés menudos de paloma....

Soñé que era un paraje solitario

En donde tú, leyendo, te abstraías, Mientras yo me trocaba en incensario De perfumes, de luz y de armonías....

Y soñé que era el triste campo-santo, Y que viniste á mi solar sombrío Para dejar el rezo de tu encanto En la tumba sin luz del amor mio....

Jose DE ]. ESTEvES.

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