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e GUSTAVO ADOLFO BECQUER u
EGANDO flores como la dulce Ofelia, hizo su carrera Atalanta por el campo enzarzado de la vida.
Triunfando en el Arte, en el Amor y en la Gloria. Y la Bdesgracia triunfaba dél, como el milano de la paloma.
Nació en un jardín llamado Sevilla, entre las flores, los amores y los dolores. Murió en un hospicio como un inválido.
Pintor y poeta, como el divino Miguel Angel, puede decirse que su existencia fué un ensueño su alma una nota melancólica de poesía, su caracter una convulsión de neurastenía y de dolor.
Sus «Rimas> han sido editadas en todos los países, con toda la pompa tipografica mereci- da, bajo todos los climás. Son el alma de una tribu adolorida y tocan en el corazón con magia ensimismante. .¡Poeta infeliz lleno de duelos! .
No tienen sus (Rimas$ lá amargura sombría de los cantos de Heine ni las ironías de Bartrina. Apacibles, tristes. suaves, expresan el más delicado sentir del espífritu humano.
¿Qué doncella ignora á Becquer? ¿Quién no ha sentido con él leyéndole? -Quién no soñó aquellos ojos verdes que fueron su mortificación y se encanto? ¡Cuántas veces su libro, sus rimas azules, s1s rimas vaporosas, todo él con sus tristezas, pasó la noche bruna del insonmio entre las manos de la. nerviosa dama abstraida y'doliente! -¡Cuántas virgilias habrá entretenido y cuántos amores deleitado!
Admiro á Quintaná, á Espronceda, á Zorrilla, Nuñez de Arce, á Campoamor; pero amo á Becquer. Nose ama sino lo que nos hace amar; amamos lo que lloramos.
Tocó él, sin " intentarlo, sin saberlo, con su plectro de oro y de marfil, el corazón de sus hermanos de Améri-a, los soñadores, los de la lira del infortunio, los del vívido ideal. Dió al espacio la poesía de las almasy lo llenó de cadencias. No cantó para las almas ruines, sino á las almas ilustres. Y éllas lo entendieron, y lo amaron, y lo lloraron, 'y_ él fué glorioro:
Su gloria no es espartaca, sino social. Su lector es el tipo sensible de los pueblos virtuosos. Los enamorados se obsequian con «Rima,» guardando con ellas el rizo perfumado y la margarita mustia, siendo su ltbro á una vez consuelo y tumba, canición para los amantes y sepultura para las flores.
El ardiente amor de la mujer española palpita en sus estrofas, formandó un celaje de fuego. Solo él pudo amar como se ama en esos versos, que tienen de la plegaria la ter-nura y de la pasión el desmayo
<El dolor de los dolores» no tiene el embeleso de las «Rimas.> La lira de Ruaiz Aguilera tuvo sonoridad clásica, pero no más expontaneidad que la de Becquer.
Becquer es inimitable en su género: único Mozart en el Requiem» y Heredia en el «Niágara.» Inimitable en el Dolor lieta In"flegada riente de la Aurora.
Sus versos han recorrido el mundo latino como golondrinas de armonía emigrando eternamente. Tiernos y amorosos como beso:, se siente al recitarlos, al leerlos, al cantarlos, el reclamo de la alondra que anunciaba á JuIntensos como destello del. alma, tienen un calor vivificante, siendo á un tiempo albos como pétalos de magnol¡a
En mns fioridos años, cuando gemían en mi pecho los primeros runseñores del verso y del amor que suelen cantar, ;untos esas <«Rimas» eran mi musa. Yo las amé, las amo aún, las caliento de cuando en cuando en mi seno, comó' si el cierzo del olvido las amenazara de muerte, en estos tiempos desolados en que sobran- versificadores -y comed¡antcs peio faltan poetas: realismo vulgar crece en los estercoleros del sentida común; sin -crear un «Fansto>.sin crear un «Otelo> sin crear un «Hernani».... sin crear nada extraordinario. Lamartiue soe
Ha recorrido el mundo el _mundo su bala da llamémosla así «Las Golonnrinas,» más que el <«Raimundo Lulio» dd Nuñez de Arce y que <El tren expreso de Campoamor Las tupidas madreselvas de su corazón de artista tal vez no volverán la poesía de la sinceridad y las cenciencias de poeta. Las v¡olentas y caprichosas innovacioaes del Arte, han arrancado á la .Poesía sus más gentiles .galas La expresión, la vida, psíquico del Verbo,se-han entibiado y ya no se siente el verso sino se construye como la cornisa de un edificio. la melena del bardo fué rapada y su land mutilado.
La flor lírica no abre sus; botones de escarlata y en cambio el hongorgris. de un .
No cual mendigo que humilado implora mísero pan, me postro en los altares del templo del amor: el alma ora y el dolor, que inclemente la devora' va envuelto en la altivez de mis caniares.
Atrás la infamia vil. No me íntimida la odiosidad que en disfrazada forma á traidora emboscada nos convida; sé despreciar impávido la vida y es el deber de mis acciones norma.
Es alta, es rubia y blanca, hija del Norte,. Es su pupila azul, brilla la idea, La tez de nieve, de alabastro el cuello. Su acento angelical. ...pero ño es ella.
Es morena, es gentil de airoso talle, Arde su mano y su mirada quema. Hija del rojo sol del Mediodía, -Su voz brinda placer....pero no esélla.
Una mujer, es opulenta, hermosa, de su carruaje la empolvada rueda Salpicará mi frente con orgullo; Bien puede desfilar porque no es élla.
Nada me importa el mundanal murmullo y, aquí, en mi pecho vivirá la llama que del amor apareció al arrullo, mientras me aliente un átomo de orgullo Del sacro templo entre la opaca nave y la fe grite en la conciencia: ama: Su infancia acaba y su oración empieza
- Hermosa nube de cabellos rubios Me conforma saber que en la contienda, ¿La conocéis? Es élla. tú, con sublime abnegación, me ayudas; no pretendo que el vulgo me defienda, 1 aunque nunca jamás caiga la venda tras que se ocultan las amargas dudas.
Su boca es el clavel que besa el aura Y sus ojos de tímida gacela. Son profundos, magnéticos, hermost s. : No lo dudeis, es ella. Que en la lucha tenaz, á que me obligo con fé resuelta y corazón entero, Ave que canta al borde de su nido, no me es dable contar más que contigo; La aurora de su vida en la irocencia, voy firme tras el triunfo. más no quiero Su tierno corazón ama y espera ! deberle la victoria al enemigo.
¿Quién será, sinó ella?
Y si me obliga á sucumbir la suerte, En el espacio azul, es un lucero, rota la fé y el alma destrozada, En el jardín del mundo una azucena, . que en el trance supremo de la muerte, Dios la hubiera escogido como un angel ; solo alumbre mi cuerpo casi inerte Y yo como el ensueño del poeta. una luz: la que brilla en tu mirada.
FELIX CORDOVA DAVILA.
El niño Pedrito Franceschi de Yauco hijo de nuestro distinguido amigo Chali, guiando su automovil, con la maestría de un verdade:0 experto.
Eo que hace Pedrito Franceschi en Yauco sería en Europa, ó en los - Estados TUnidos, donde' todo es grande, una cosa sorprendente pero en Puerto Ricoá penas le damos importancia á estas Cosas..
Pesquera
Cuento De La Semana Pasr
CHINIQUE = 3
GHINIQUE. el principe más poderoso de la tierra, estaba enfermo y triste.
No comía el arroz que de mil maneras dist¡ntas condimentaba una cocinera ' manchega, que expresamente y para el servicio del príncipe había ido de Trujillo.
No fumaba el opio adormecedor que, en pipas de oro, le ofrecían sus perfumados servidores.
No se trenzaba aquella coleta lustrosa y negra como las crines del corcel de Buda.
No se ceñía su túnica bordada con sedas y con oro.
Ni se calzaba las babuchas de raso pintadas á la oriental por los mejores artistas del Ce leste Imperio.
Ni aceptabz'¿las caricias de la princesa, la de los ojos oblicuos, la de los menudos pies, la del cuerpo de marfil blauco y torneado por las hadas misteriosas de la belleza china: Chinique se moría.
Su mal era un mal incurable, y el principe más poderoso de la tierra, codiciado por las esclavas más hermosas del Asia, querido de sus vasallos y halagado por la fortuna, se moría rodeado de perfumes, entre lienzos de seda y polvos de oro y de brillantes.
No bastaban á tornarle á la alegría los aceites olorosos con que friccionaban su cuer po las doncellas.
Ni le aliviaban las músicas más suaves y deliciosas de su reino.
Ni le daban placer los juegos y las fiestas que los grandes mandarines improvisaban para distraerle.
_Ni le hacían reir sus enanos favoritos.
¡Pobre Chinique!....Los bardos de Pekín cantaban sus desdichas.
¡Infelíz Chinique!....Las sombras de la tristeza bajaron desde el templo de sus Dioses y envolviéronle con las agonías de la muerte,
Se reunió en la dorada cámara un consejo facultativo. R
Los médicos chinos dijeron que los padecimientos del sin par Chinique radicaban en la médula y opinaron que debía sumergirse en un baño de sangre de colibrí.
Los médicos árabes dijeron que solo un milagro de Mahoma podría salvarle.
Los ingleses afirmaron con la mayor formalidad del mundo, que- al príncipe le vendría muy bien poner un comercio de ropa hecha, para distraerse.
Y no faltó.un doctor español que recetase un purgantito de ruibarbo y sal de higuera como medio preventivo.
Y entre tanto Chinique, presa de las mayores angustias, se paseaba por la dorada cámara, dando saltitos como una codorniz investida de poderes reales.
Llegó un día en queél príncipe agitándose con las últimas convulsiones, mandó llamar a su primer ministro, el grande y poderoso Tecon-pan, que se apresuró á ponerse álas órdenes del Rey.
Señor! digc hago fervientes votos pol vuestla salud.
Acélcate dijo Chinique yo me muelo.
Muélase Vuestla Alteza respondió Tecon-pan polque la sevela etiqueta china no pelmite contladecil á sus sobelanos.
Yo muelo y soy víctima del amol á mi pueblo.
Vuestla Alteza siempre es víctima murmuró Te-con-pan,
Yo he visto una mujel española yme enamolé de ella como nn chino.
Eso es una balbalidad de Vuestla Alteza dijo el ministro, que era intransigente en materias amorosas.
Ella me quiele mucho y me llamó salao dos ó tres veces.
Te-con-panse inclinó hasta las babuchas del príncipe
Ella me dió libros españoles y los leí.
Te-con pan se inclinó otra vez.
Yo he aplendido que en España todos los españoles coblan sueldo y yo quelía que todos mis chinitos lo coblasen.
Pues que lo coblen dijo Te-con-pao.
No sé qué hacel. En España los que no són empleados son cesantes y el gobierno los mantiene á todos....Yo muelo de dolor polque mis chinitos no coblan.
El ministro salió de la Cámara imperial y dictó una disposición declarando cesantes de Real Orden á todos los chinos. con derecho á percibir el haber que por clasificación le correspondiese.
Chinique recobró la alegrla y volvió a comer arroz, que le preparaba la chica de Trujillo.
Yvolv¡ó á fumar el opio adormecedor en la
Transido por el dolor y ya perdida la calma; Jlevando impreso en el alma el recuerdo de su amor. u
Lejos de su hogar querido y de su patria adorada, con el alma lacerada va el marino entristecido.
Aún le parece sentir el beso dulce y pausado, que á su novia, enamorado la dió en la boca al partir.
Y aun escucha los rumores, notas dulces y armoniosas de palabras cariñosas del amor de sus amores.
Abstraido con su afán suele entretenerse, á solas, mirand2 como las olas confusas vieaen y van;
Y aunque se encuentra distante de la mujer tan amada, lleva su imágen grabada en el corazón amante.
A la inmensidad del mar dirige la vista ansiosa, anhelando ver la hermosa tierra de su patrio hogar.
Y por más que su mirada penetra en el firmamento, solo oye el rumor del viento y vé la mar azulada.
¡Ni una barquilla ligera descubre en la lejanía; solo está en la mar bravía
Para La Hija del Caribe, y en las olas se retrata rielando en el mar undoso. contempla la inmensidad y al verse en la soledad se pone á pensar en ella.
Y aunque su pena quebranta y enciende más su pasión, con amorosa .efusión templa su laud y canta.
Canta, para mitigar las tristezas del camino, cual errante peregrino en la inmensidad del mar.
¿Qué importa que el hado fiero de tí me separe impio, si yc te adoro. bien mío, y más que nunca te quiero?
Si anmenta más mi pasión con la esperanza de verte, y en la ausencia he de quererte a..cairarer Tec .... .P REE
¡Adios, divina mujer, adios, esperanza mía; que llegue pronto ese día en que te vuelva yo á ver!
Sigue su dulce cantar prosiguiendo en su camino, cual errante peregrino en la inmensidad del mar; -
¿Y cada nota vibrante que se escucha de su acento, / sin su dulce compañera!......
%1:% al confundirse en el viento semeja un suspiro errante!
Llega la noche, grandioso se muestra el astro de plata, dorada 'pipa que sus servidores le ofrecían. Y se dejó trenzar aquella coleta negra.y lustrosa como las crines del corcel de Buda.
Y se dejó ceñir la tánica bordada con sedas y con oro.
- Y se dejó calzar las ricas babuchas pintadas á la oriental por los mejores artistas del Imperio Celeste.
P. ARNALDO SEVILLA.
Y aceptó con alegría las caricias de la hermosa princesa, la de los ojos oblícuos, la de los menudos pies, la del cuerpo de marfil blanco y torneado por las hadas misteriosasde la belleza china.