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CONSULTA MEDICA
algo entendido y ico viejo ienda para este caso del Speaker
Dígame, Doctor Barbo:a. usted que es méd en achaques nervio ? os, ¿que me recom s Parece mentira, Don Antonio, que usted me pregunte eso: lo del Spea.ker desanparece á las dos conferencias con el Gobernador. iejo. Es mal v
OMO ya se vá el Gobernador, yo quiero publicar el primer ¿nter. view que tuve con Mr. Colton kran los días gloriosos de mis célebres amores con la Corte Federal por aquello que dicen que dijo la cotorra. Mister Colton acababa de llegar acompañado de Mr. jJoanmini, aquel secretario particular que no bebía, y expresó deseos de celebrar una conferencia con Mr. Barreiso. Un lunes. pues yo tengo también, mis preccupi.Cicnes ccn los martes, penetraba mi humanidad en los amplics salones de la Mansión Ejecutiva.
Saludé al Gobernador quien me contestó ccmo si hubiéramcs sido antigucs camaredas y después de felicitarme por mi revista. que había leido con mucho interés lo mismo en Filipinas que en Washington, me preguntó qué resentimientos tenía yo con los americanos para tratarlos tan mal.
Encendí el tabaco que me había dedo al entrar, pues este Gobernador es muy generoso, y le ccntesté en los siguientes términos:
Particularmente nada tengc que sentir de los americanos Antes de que llegaran á Puerto Rico los conccía, unicamente tror los discursos de Castelar. Nuestio gran tribuno nos hablaba de uncs distinguidos americanos que se llamz1c1. Wasbingten, Lircoln, Jefrerson y otros miembros no mencs ilustres de la gran familia americana.
Pero estos americanos que han venido á Puerto Rico, ¡qué poco favor le hacen á los Estados Unidos!
Tan malos son?
Diga usted si puede ser bueno, un Attorney General que se emborracha en los Estados Unidos. llega borracho é Puerto Rico, informa la misma tarde que desembarca en vn caso de franquicia, y regresa la semana siguiente con la misma borrachera que trajo, corregida y aumentada? jJoannini me miró como diciendo: estás me"' tiendo la pata. Pero yo seguí, ccmo si tal cosa.
¿Es verdad eso? me pregunió el Gubernador.
Es verdad, desgraciad: mer te.
Eso es grave.
-Si señor, eso es muy grave; pero es más grave todavía lo de otro Attorney General que en un caso de Zabeas corpus, ún Caso de dos indiviGuos sentenciados á la pena capital, sentencia que debía ejecu tarse á ta una de la mañana, sostuvo que había de cumplirse la sen tencia y reclamar después á la Corte de Washington.
Y así, señor Gobernador, se han portado losamericanos en Puerto Rico, desde las promesas que no se han cumplido nunca del general Miles hasta el actual momento histórico.
Es mi opinión que losámericanos son muy' buenos en los Estados Unidos, los españoles en