Pedro Albizu Campos: Leyenda y Realidad (1961)

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PEDRO ALBIZU CAMPOS Leyenda y Kealidad

Por

Roberto F. Rexach Benítez

EDITORIAL COQUI SAN JUAN, PUERTO RICO 1961


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Derechos de propiedad literarií reservados del autor.

Copyright, 1961

IMPRESO Y HECHO EN MEXICO PRINTED IN MEXICO


I *'El Revolucionario"

El tiempo puede destruir el vínculo que une el quehacer histórico de un hombre con los valores y los hechos precisos que lo fundamentan. En estos casos, por prejuicio o por descuido, se sustituyen los datos verdaderos de una historia con datos fraguados al

calor de la imaginación y de la fantasía. Mediante este proceso de sus titución de hechos se va tejiendo una leyenda que se convierte en "his

toria" cuando va de boca en boca sin que nadie cuestione su validez. El papel del señor Pedro Albizu Campos en la historia política de Puerto Rico es incuestionable. Las consecuencias adscritas a su.

prédica y a su orientación políticas han ejercido y ejercen hoy día, ' en nuestro país y fuera de él, influencia significativa en las maneras de interpretar y de entender la vida puertorriqueña y su porvenir. Fuera de Puerto Rico la importancia del señor Albizu Campos es« mucho mayor que en nuestro país. Esto explica, tal vez, porqué entre nosóTfós, hasta fa^^fécha, na^ie parece haberse preocupado por exami

nar rigurosa y objetivamente su biografía desde el momento en que empieza a actuar sobre la vida pública puertorriqueña. Hasta ahora quienes hemos advenido al conocimiento directo de

las figuray públicas puertorriqueñas ei^ los últimos años carecerúos por completo de información fidedigna sobre el señor Albizu Campos. Por mi parte he querido suplir para mi propia orientación esa deficiencia. He encontrado marcadísimos contrastes entre la leyend^^q^g en torno al

BIBLIOTECA Uo ¡í

MAR 5 1962


señor Albizu Campos existe en Puerto Rico y muy especialmente fuera; de nuestro país, y la realidad de los hechos vividos en nuestra patria. En Puerto Rico se identifica al señor Albizu Campos con el moví-

miénto nacionalista revolucionario que ha dado lugar a innumerables^ actos de violencia política en nuestro país, con miras a adelantar el ideal de independencia. Se le A.^nria, además, con el repudio AfA prO;

ceso electoral, con la hostilidad declarada a los Estados Unidn^ y con el endoso de la violencia como fórmula de acción política, i Pl señor Albizu Campos ejemplariza en Puerto Rico una manera activa de retar'

^de rechazar a la democracia como manera de vida y como método para determinar nuestro porvenir.| '^La imagen revolucionaria del señor Albizu Campos comenzó a configurarse después de 1932, como consecuencia directa del resultado

electoral de ese año. Repudiado que fue en las urnas donde él perso-, nalmente obtuvo 11,882 votos mientras el Partido Nacionalista sólo

obtuvo 5,257 de 383,722 sufragios emitidos,^ el líder nacionalista revi

vió la República proclamada en Lares en 1868, se*autodesignó'* su Presidente y nombró un Gabinete de Gobierno. A partir de aquella fecha, el señor Albizu Cámpos y su Partido han rechazado el proceso electoral, han propugnado el retraimiento y han declarado acto de trai ción el "colaborar con el invasor". A fines de 1935, el líder naciona

lista organizó el "Ejército Libertador",2 cuerpo con pretensión de ejér cito nacional. Cinco años antes había hecho la primera emisión de. bonos de la República, firmando en condición de Presidente.^

Inspirado por él, el terrorismo nacionalista se desató sobre el país a fines de 1935.*^ Los hechos de ese año y los de 1936 señalan el

inicio de esta trayectoria. La primera etapa terrorista terminó, en lo que al señor Albizu Campos concierne, en el juicio en la Corte Federal (1936), su sentencia a Atlanta y su ausencia de Puerto Rico hasta'

diciembre de i947^A su regreso se reanudó la violencia siguiendo, eni orden cronológico, la huelga universitaria de 1948, la Revuelta Nacio nalista de 1950 que incluye los atentados contra las vidas del Presidente

de los Estados Unidos y del Gobernador de Puerto Rico y, finalmente,, el tiroteo al Congreso en 1954. En total más de medio centenar de vidas han sido sacrificadas en holocausto nacionalista.

Este es, en síntesis, el historial revolucionario del señor Pedro

Albizu Campos. Es también prácticamente todo cuanto de él se conoce 6


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en Puerto Rico y fuera de Puerto Rico. Quizás podría añadirse, para completar el cuadro, sus dos condenas de prisión —en 1936 y en

•1951— y su renuencia —en 1936 y en 1950— a realizar el sacrificio de la vida propia que con tanta vehemencia demandó

siguieron.^

quienes le

la primera ocasión, durante su enjuiciamiento por sedi-

ción_contra éTOabierno de los Estados TTnirlnc ^señor_AlbÍ2u Cam-

pos, el mismo hombre que en ,ioag hahfa /iirho que se dejaría matar

l;

qu^salir con una bandera yanki p^or las call^7

inocen-

negó rotundamente que tuviera hostilidáa"cOTÍtra eÍGobierno norte

americano y afirmó que podía decir "sin ningún sentido falso de or^lo que el único que en Puerto Rico tiene un verdadero concepto de amistad

y comprensión entre Puerto Rico y Estados Unidos es el Partido Naao_nalista .s En la segunda, sitiada su residencia por agentes del orden público durante los sucesos sangrientos de 1950, el señor Albizu Cam pos, en gesto patético, enarboló una toalla sobre un palo de escoba en señal de rendición.^

El nacionalismo revolucionario del señor Albizu Caiopos acuñó sus

propios símbolos. Por algún tiempo, además, se adueñó y disfruto de un monopolio sobre los símbolos patrióticos puertorriqueños,''^ identi

ficándoles, en esa forma, con fines y medios no representativos de nuestra comunidad. Sobre todo, el nacionalismo del señor Albizu Cam

pos desarrolló una dialéctica y, en torno a ésta una retórica, que partía

de lo que en ciencias políticas se llama una premisa mítica. Es esta: la Insurrección de Lares de 1868 dejó establecida, a todos.los efectos cons titucionales y legales, la República de Puerto Rico.'Los actos de gobierno con posterioridad al 1868, con la excepción del Decreto Autonómico de 1897 que reconoció nuestra soberanía, han sido actos de interven ción y visurpación. El Tratado de París de 1898, por cuyo efecto España cedió a Puerto Rico a los Estados Unidos resulta así "nulo ab initio y per se^\

Nadie antes había reclamado tanto para el Grito de Lares; y en una comunidad vacía de gestas heroicas, el reclamo del señor Albizu Campos, aun cuando chocaba con nuestra realidad histórica y constitu

cional, resultaba novedoso y atrayente. En particular creó entusiasmo entre una juventud desorientada y en protesta contra las desigualdades

de un sistema colonial aprobioso y corrompido. No resulta necesarioL-discutir aquí el planteamiento jurídico del

señor Albizu Campos. El licenciado López Baralt^ dechró su tesis doc-


toral en deredio a examinarlo y mfíi^rlg. Gon toda seguridad el propio señor Albizu Caifipos conoció bien las fallas de tesis tan cuestionable

como la suya. Conviene, sin embargo, que se la recuerde y se la con traste con la posición sobre nuestro status político que el propio señor I Albizu Campos sostuvo tiempo antes, o sea, durante los primeros años de la década de 1920. ¡ Las estructuras institucionales y retóricas establecidas por el señor

Albizu Campos para su movimiento revolucionario entraron en juego muy de tiempo en tiempo. Mientras tanto, la vida diaria puertorriqueña ;

se desenvolvía dentro de los procedimientos correspondientes a las ins^ |

tituciones y a las maneras de actuar y de pensar vigentes.' Los "traido- \ res resultaban ser la casi totalidad del país. Muy pocos tomaban en | serio las implicaciones de los planteamientos del líder nacionalista.^ El I mismo señor Albizu Campos no vivía constantemente su fantasía, como

tampoco la vivían la mayoría de sus partidarios y simpatizantes'. Sólo así podemos explicar la forma cordial y hasta deferente con que el señor Albizu Campos y los suyos —de acuerdo con el testimonio de sus contemporáneos trataban con los "traidores" en sus relaciones coti-

jjiianas y aprovechaban las estructuras, instituciones y agencias públicas. Esta interpretación ayuda a explicar también uno de los puntos mas débiles en^la leyenda nacionalista: el relacionado con el comporta miento del señor Albizu Campos en ocasión del juicio en la Corte Federal. Su sorpresa porque el Gobierno Federal tomase en serio sus

palabras y les diera una interpretación literal que habría de llevarle a la cárcel, su insistencia en que él era "el mejor amigo de los Estados Uni os y su aceptación de todo el trámite judicial y de la jurisdic ción de la Corte

una vez que ésta hubo declarado sin lugar su ale

gación en contrario resultan explicables como expresiones de la propia inseguridad que sentía el líder nacionalista sobre la validez de sus

planteamientos. Considero esta interpretación menos adversa que la que le atribuye al señor Albizu Campos un cambio de frente en aquella ocasión para evadir responsabilidades "a la hora de la verdad".


II "Su Endoso al Estado Libre Asociado: 1923"

D

REGRESO A PUERTO RICO EN I921, SIN HABER TERMINADO SUS

'estudios formales de derecho en la Universidad^e Harvard, el señor Albizu Campos hizo sulhgreso en el Partido Unión de Puerto Rico en enero de 1923.^^ Su discurso en esa fecha^ Tésehado en la

edicik^iaánigi^ del 3i"de^nero y otro^i^^

12 de,

octubre del mismo año y que publicó en folleto bajo el título "La Reso

lución CÓñjúñtTN^ ees sobre la-jcidacíón conshltuaorrariíñfre'Tú^

J^lítico de entonEstados

Unidos. En su editorial del 6 de junio de 1923, el periódico El Mundo

discute y en parte apoya lo fundamental de la posición propugnada por el señor Albizu Campos.

^Puerto Rico, sostenía el señor Albizu Campos, debía redactar su propia Constitución de suerte que quedara eliminado nuestro principal problema: la irresponsabilidad política que resultaba del ejercicio de los controles administrativos federales sobre el Gobierno de la Isla.^^ Los controles a los que el señor Albizu Campos aludía eran los que,

bajo la Ley Jones, facultaban de una parte, al Presidente de los Estados Unidos para hacer nombramientos importantes en nuestras ramas eje-* cutiva y judicial y, de la otra, al Congreso para anular legislación apro bada por las Cámaras Insulares.^3 También señalaba el señor Albizu

Campos al poder que por estatuto federal tenía el Circuito de Apela ciones de Boston para revisar los fallos de nuestro Tribunal Supremo.^^ En relación con esto último sostenía que la apelación debía proceder


directamente a la Corte Suprema de ios Estados Unidos y debía limi» társela a aquellos casos en que estuviesen envueltas cuestiones consté

tucionales o de derecho internacional público. La revisión de las deci siones de nuestra más alta Corte la justificaba el señor Albizu Campos en términos de "la necesaria imiformidad que tiene que hacer el Tribu nal Supremo de los Estados Unidos mientras la Nación sea soberana en Puerto Rico."^®

El futuro revolucionario afirmaba en esta época que los püertorriqueños no necesitábamos de la autorización con^resionaí para darnos nuestra propia Constimcion.-^'» Jtii poder constituyente, a su juicio, radi-

cabaren el Pueblo de Puerto^ico. Sostenía asimismo que el Gobierno Federal nos brindaba la oportunidad de definir libremente nuestras aspi raciones colectivas."

En cuanto a la vigencia de la Constitución de los Estados Unidos,

el señor Albizu Campos afirmaba que ésta está en vigor, aunque par cialmente, en nuestro país. "La Guerra Hispanoamericana, la conquista de Puerto Rico y todos los actos de gobierno realizados hasta ahora son actos constitucionales, y... se haíi podido realizar porque han sido constitucionales".^®

¿Qué fórmula debe presidir la definición de nuestra relación,

jurídica con los Estados Unidos? Él señor Pedro Albizu Campos no' descartaba la alternativa "estadista" ya que "éñ vífed de nuestros

derechos"constitucionales, elTPuebí^e Puerto Rico puede ahora mismo? exigk ingreso en la Unión Americana xomo f^.<;tado

19

><;^o Congreso no podría negarse a admitirnos porque "nuestro derecho ^ dentro de la Constitución Federal es indiscutible".^ No obstante el joven político consideraba que la estadidad no conviene porque sería "el suicidio para Puerto Rico y un grave inconveniente para Estados Unidos".^ Con arreglo a su criterio la estadidad la imposibilitan el

aislamiento geográfico y la densidad de nuestra población "que no podrá ser sustituida", la diferencia de raza e idioma, la posesión de una. cultura por lo menos igual a la de nuestros gobernantes", y la resis tencia de nuestro pueblo a perder su personalidad histórica.22

A juicio del señor Albizu Campos la fórmula quejebía definir nuestro Puerto

y

político era la de '*presj|v2Lrj[^^^ Unidos con el

necesaria entre poder en el

PueHo^^PuertO RÍCO".'^ Lo que el señor AlW^zu tenía en mente era. 10


sin duda, la fórmula de Estado Libre Asociado propuesta por el Partido

Unión^deTRiérto^Bico^ su programa de 1922.2^ Conviene señalar

que haj^ta ese año el Faffido^ÜniomstiTTiaH

fávoreciendo>/^C^

desde 1913, la altemgj^ajle^ Recha2ada ésta en 1922 en favor del Esta^ Libre Asociado, un grupo de líderes únionistas se separó de la Unión y fundó el Partido Nacionalista el cual Partido Nacionalista de acuerdo con el criterio del señor Albizu Cam

pos *'lastimosamente divide las fuerzas regionales"

A juicio del futuro revolucionario la evolución natural de la fórmula de Estado Libre Asociado llevaría a Puerto Rico a un tipo de relación

jurídica con los Estados Unidos similar a la que entonces existía entre Gran Bretaña y los dominios de la Comunidad Británica de Naciones-® Dentro del esquema constitucional que el señor Albizu Campos favo recía la ciudadanía americana haría permanente la relación armoniosa entre Estados Unidos y Puerto Rico y no sería obstáculo para nuestra

completa soberanía.^ El pensamiento político del señor Albizu Ompqs no sufrió trans formación alguna en el 1924, año en que se organizó la Ahanza de Puerf^TTtica partido que combinaba al ya mencionado Partido Unión

de Puerto Rico y al histórico Partido Republicano, comprometido desde siením^e^defenderla es^didad. En el manifiesto político que dio lugaFS ^pac^Q Unión yjous Soto por el

Republicano, expre^ban que "Puerto Rico es un territorio ya organi2aclo

aunque asociado peMañeritemente a los Es-

tadosTJñídos^pocTosvínculosJndisolub

de la ciudadanía, de acuerdo

con una^pdíítíca que tiende^TTácnifáFH^'cd^

desarrollo de su

vida en todos los órdenes, bajo la influencia de las altas y democrá ticas instituciones que han hecho libre y grande al pueblo de Norteamérica".^^

entrevista^,qag_^produjo El Mundo del 11 de marzo

IQ24, el sefiorjMIto Camp^

-"y'?

dH..pacto alian-

ri'cfo Y dijo de satisfacción para el país la proposición de HégaTlL un entendido detinihvo sobre la base ]^lítica sobre la ¡n~se'3íÉlÍ5i3Í^ éTésfa* él gobierno propio, ,como se dice en el manifiesto, con seguridad tendrá acogida entre todos

L elemeiítos liberales del país".

Este fue el señor Pedro Albizu Campos que conocieron los puerto-

rriqueños a principios de la década de 1920. II



III ^'Interpretación Final"

Hemos tenido ante nosotros, a lo largo de estos artículos, dos imágenes contrapuestas del Sr. Pedro Albizu Campos, Una,

la del revolucionario que rechaza, en favor de la violencia, el método del sufragio democrático; la otra, la del liberal que favorece la fórmula de Estado Libre Asociado como finalidad constitucional de nuestro

pueblo y que emplea los medios legales que su comunidad dispone para el quehacer político. ¿Qué factores explican, en el caso del señor Albizu Campos, el tránsito del liberalismo al nacionalismo revolu cionario?

Con arreglo a la leyenda que en torno a su persona se ha tejido este tránsito obedece al discrimen racial sufrido por el señor Albizu

Campos tanto en sus años de estudiante en Harvard como más adelante

en el Ejército de los Estados Unidos.^^ Según esta explicación la actitud de hostilidad del señor Albizu Campos contra los Estados Unidos cons tituye una reacción suya en contra de vejámenes resultantes del pre-, juicio racial predominante en la nación norteamericana. La actitud del

líder nacionalista resulta así una de comprensible rebeldía y reivindi cación humana. Una interpretación como ésta, sin embargo, tropieza con una serie de datos históricos que la invalidan. Para empezar, los discursos que revelan la postura liberal y de apoyo al Estado Libre Asociado del señor Albizu Campos fueron pro nunciados cuaífo años después de su egreso del Ejército de los Estados

Unidos.®2 £5(.q ^ jni juicio, comprueba que el hecho aludido, de ser


cierto, si bien pudo haber afectado el equilibrio político del señor AlbizU-

Campos, no fue causa suficiente ni principal para su tan notable| transformación.

1

Item más. Hasta 1923, por lo menos, el señor Albizu Campos |

sintió gran satisfacción y orgullo por su servicio en el ejército norte- í

americano y por el rango de Primer Teniente que logró alcanzar en |

los cuadros militares de la Nación.^^ Como cuestión de realidad, sus |

servicios fueron distinguidos, y según él mismo afirmó en noviembre |

de 1923, al solicitar de nuestro Tribunal Supremo, por segunda | vez,

admisión a la práctica legal, los prestó en 'Aprueba de su sentido del i deber" Una síntesis de la historia militar del señor Pedro Albizu \ Campos puede, a mi juicio, comprobar definitivamente la invalidez de I la tesis que propaga la leyenda.^®

El 7 de inayo de 1917, el señor Albizu Campos intermmpió | su

primer año de estudios de derecho para tomar un curso de Ciencia f

Militares en la Universidad de Harvard. Obtuvo su comisión | de

Segundo Teniente de Infantería el 15 de agosto del mismo año. En-1

septiembre de 1917 compareció ante el General Frank Mclnt^fe^,Jefe | de asuntos insulares del Departamento de la Guerra de los Estados | Unidos y le ofreciolíís servicios milifafeTcbrí lá condición de íie^movi| lizado en Puerto Rica^EiTes^rcQndíaonesln^

| en

el~ig|ercito y se tra^dó a Ponce, donde aguardó espera! de-é§fás^ganizó en la Playa de Ponce una compañía de la Home f

integfada pdrzoo'^^^ la cualjjge sqcesbmlina com^ I pániardiTametralladoras, y, además, abrió y sostuvo con su propio pecu| lio ima escuela para subofidalcs^dcLejircito norteamerfcano.

Llamado al servicio activo, participó en el tercer entrenamiento | para soldados y oficiales que se llevó a cabo en el Campamento "Las t Casas" obteniendo, de paso, la más alta calificación. Asignado al :

Estado Mayor del Raimiento 375 de Infantería, fue luego licenciada I i honrosamente en marzo de 1919 y nombrado con el rango de Primer f ; Teniente en la Reserva de los Estados Unidos.

No puede señalarse una sola causa como determinante de la trans- : i

formación política del señor Albizu Campos. Sin duda muchos hechos ? contribuyeron al efecto.

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Merece consideración, por ejemplo, la complicada y contradictoria| ^ personalidad del señor Albizu Campos. Este, sin duda, s^ndo persona f i ^4

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de inteligencia y de sensibilidad superior, hubo de sentir en lo más íntimo de su ser y en quien más debió querer, las desigualdades e injusticias de una comunidad y de una época frivolas, adscritas a cáno nes de conducta y a valores que se les rendía culto tan sólo de palabra. En más de una ocasión el señor Albizu Campos exclamó patéticamente:

soy un arquetipo humano; hijo de una mulat^y un español". De otra parte, el hecho de que sus estudigs en Harvard los hitíeta posibles un íioble norteamericano, Mr. Qiarles H. Terry,^® pudo haber contenido la rebeldía del joven estudiante e inspirándole sentimientos de afecto hacia los Estados Unidos.

La falla en terminar sus estudios formales de Derecho tras siete

años dé~estudios universitarios;^'^ la intérfüpáoñ""qu(é sufrieron como resultado de su distinguido servicio militar; la negativa jde nuestro

T*ribunal Supremo iradiHMrio á^amén^de reválida en 1921^8 (finalxnente lo admitió en 1923 luego de recibirse^njlarya^ a pesar de haber sido admitido para ejercer en la Corte Federal;®® y el discrimen social que pudo haber sufrido el señor Albizu Campos en la aristo crática Boston y en la !'exclusiva Harvard", deben haber tenido algún efecto sobre las actitudes revoluciogarias del líder nacionalista.

Finalmente, su frustrado'^peño de ser Senador por^ Partido Alianza^PtlgrtSfnque^ en 1924, su rnatnmoaio con una peruana radical y ántlamericanáT^ien en la adbua]^ delaJDglega.

^

ción Cubana en la ONU;su viaje a¿?&iénca delsS^ntr£j[Q28 y 1930

^

y el contacto directo que allí tuvo con "los profesionales del antivankis- ^ v W itio" así como con los peores ejemplos del imperialismo estadouni- ^

dense^^ desesperanza colectiva de los puertorriqueños durante las ^écadas^rríflcas de 1920 y 1930, combinada ésta con la miseria social

y económica prevaleciente entonces en nuestro país y con la desvalori-

;2ación humana que minaba nuestras entrañas colectivas, han debido

. 01^

ser decisivos en la transformación política del señor Albizu Campos.

gu delirio de grandeza fue, sin duda, consecuencia de los factores men4::ionados, de su distinguida formación universitaria, de sus indiscutit^les cualidades de líder y de su incipiente demencia. ^0 ¿Cuál habría sido la trayectoria política del señor Albizu Campos ¿e haber obtenido en 1924 la nominación para senador por la Alianza

J'uertorriqueña? ¿Cuál si en lugar del aplastante fracaso electoral que 5ufrió en 1932, el resultado le hubiese sido menos desfavorable? La 15

A.',


contestación a estas dos cuestiones pertenece ya al mundo de la especu] lación. histórica.

A mi juicio, el fracaso de sus gestiones cerra de la direrrión^reritraf de la Alianza para recibir la candidatura a Senador-por este Partido^eíl

1924 le llevA a descartar la posibilidad de significarse póUticament:^ dentro de los partidos principales de la épco,. Ingresó ea el Partidí Nacionalista cuya creaciónlíihia originalmente deplorado^<> y le resultó —hglativimeáte fácil alcanzar su presidencia.^^ Jefe del Partido Nacionav

^^..—^rS^'yTígura de relieve en la política antiamericana, acentuado es| relieve por su visita a América Latina y la buena recepción qué le otop

garon los profesionales del "antiyankismo", concurrió a las eleccionei de^1932. La derrota electoral que sufrió entonces constituye la última e intolerable decepción con la fórmula de la democracia a la que sé expone el señor Albizu Campos. A partir de ese momento empezó á prepararse para pasar "de la palabra a la acción". El tránsito de unai a otra desemboca en el terrorismo político.

La actitud de rebeldij-jgL^^ Albizu Campos y su odio violento a los Estados Unid^ y a los puertorriqueños en situación de poder Idt subraya posteriormente la desilusión que consigo mismo debió habet tenido elTiHer nacionalista al percatarse deí triste-papel que desempeñó)

^

Corte Federal, durante el jujciq^de 1936.'^ Allí y entonces el; señor AÍbizu Campos reFuyó la responsabilidad que le correspondía por los actos de rebeldía llevados a cabo por algunos de sus seguidores, quienes con notable y heroico desprecio de la vida la habían ofrendada

por el ideal que el señor Albizu Campos les había inspirado. "Usameos, fusiles de madera

dijo excusándose el líder revolucionario. Al

impacto de su titubeo frente al Imperio al que se enfrentaba por primera vez en Corte, se desvanecieron sus sueños heroicos y sus¡ esperanzas vitales: ser para los puertorriqueños un sublime Ghandi o un de Valera.

'^EI proceso judicial que en 1936 se siguió contra.el señor Albizu Campos en la Corte Federal, constituye uno de los mayores yerros de nuestra justicia. Por la naturaleza de las acusaciones que pesaban en su contra, el jurado, no pudo ser imparcial, estando, como estaba,

instituido por diez norteamericanos y sólo dos puertorriqueños.^^ Este criterio que expreso lo confirma el hecho de que al verse el caso por primera vez, un jurado integrado por puertorriqueños no produjo vere- ; 16


dicto."^" Tal parece que las palabras de Harold Ickes, entonces Secre tario de Interior de los Estados Unidos, calificando al señor Albizu

Campos como "Hombre Peligroso",^® presidieron todas las fases del segundo juicio. Sin embargo, la historia se ha encargado de comprobar que el "Hombre Peligroso", incubado al calor de la frustración, del odio y de la demencia; el "símbolo trágico" de un mundo puertorriqueño

enfermo al que muchos de nuestros contemporáneos hoy miran con nostalgia, pero mundo que no supo ni quiso respetar la dignidad humana; el "Arquetipo Humano" producto de una generación puerto

rriqueña irresponsable y frivola, tuvo su contrapeso:. El hombre titu beante frente al Imperio y apegado a su propia vida. En fin, el hombre

que vive con tiempo robado a la muerte.

17


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Notas de Referencia

1 "Estadísticas de las Elecciones Celeibradas en Puerto Rico el 8 de noviem

bre de 1932". Es de notar que el señor Francisco Vicenty, candidato del Partido Nacionalista a Representante por Acumulación, obtuvo 8,935 votos, o sea, 3,678 sufragios más que los obtenidos por su Partido. 2 La organización del "Ejército Libertador" fue acordada en la convención general del Partido Nacionalista, celebrada en Caguas el 8 de diciembre de 1935. Sustituyó a los "Cadetes de la República" que habían sido organizados en 1930. En la convención de 1935 se decretó también el servicio militar

obligatorio para los nacionalistas. El reclutamiento se inició durante el período de la inscripción de nuevos electores en enero de 1936. De acuerdo con el testimonio del señor Albizu Campos se reclutaron más de 10,000 hombres. Véase, El Mundo^ 15 de julio de 1936. ® Ihtd, En su declaración ante el Gran Jurado el señor Albizu Campos

negó que firmara los "bonos" en su comdición de Presidente de la República. Sin embargo, los "bonos" obligaban al "Tesoro de la República". ^ Como cuestión de realidad el primer acto de agresión lo verificó el señor Luis F. Velázquez en la persona del Juez Presidente Emilio del Toro, en julio de 1931. Visto el caso por agresión en el Tribimal Minicipal, Veláz quez fue sentenciado a un año de prisión. La decisión fue apelada, primero a la Corte de Distrito y, luego al Tribunal Supremo de Puerto Rico, sosteniéndose en ambas ocasiones la decisión de la corte inferior. (Véase Pueblo vs. Veláz

quez, 45 DPR 905). Apelado el fallo de nuestro más alto tribunal, la Corte de Apelaciones del primer Grcuito de Boston revocó la decisión amparándose

en la falta de jurisdicción del Gobierno de Puerto Rico para acusar y condenar bajo las leyes del país por delitos cometidos en edificios fuera de su jurisdic ción. (Véase, Velázquez vs. People of Puerto Rico, 77 F2d 431 [1935]). Al tiempo de los hechos, la Corte Suprema de Puerto Rico radicaba en la segunda planta de un edificio ocupado por el Ejército de los Estados Unidos. El Gobierno de Puerto Rico solicitó de la Corte Suprema de los Estados Unidos la expedi

ción de un auto de certwrari, pero fue denegado. (Véase 296 US 602 [1935]). 19


I |

» El Mundo, 18 de julio de 1936.

^ El Mundo, 3 de íioviembre de 1950; El Di¿irio de Puerto Rico, 3 de nol viembre y 8 de noviembre de 1950. Existen dudas en cuanto a si fue el señoJ

Albizu Campos o el señor Alvaro Rivera Walker quien ondeó la toalla en el| palo de la escoba. No obstante, aun los nacionalistas aceptan como cierto elí

incidente de la toalla. Véase, Ramón Medina Ramírez, El Movimiento Liberta^ dor en la Historia de Puerto Rico. (Santurce: Puerto Rico Printing and Pub| lishing, Co., Inc., 1954), II, págs. 56-59.

I

Hasta 1952 los nacionalistas monopolizaron la bandera y el himno def Puerto Rico. En 1931 aLJisnitirse eiijaj[^islatura un proyecto adoptandol

jzomo ofirial la bf"dera de Puerto Rico, los nacionalistas prnvnrarnn un motíniji en el Capitolio en el que resultójnuerto un joven esp^t^pr. Por esto al serf interrogado por el señor Albízu-Campos-duránte el juicio de 1936 en la Corté

Federal, el guardia Juan J. San Antonio, testigo de cargo, dijo: *'No se que| tengamos bandera... ustedes dicen qué es su bandera.

Té^acuerda de lo|

qu^^currió en la Legislatura cuando se trató de hacer esabandera la de Puerto| Rícq2 f^ baadera eráTantes liberal, pero los* nacíoñalTstas~haSa^^ matarlos por usarla". El Mundo, 16 de julio dé 1936.

queridol j|

8 Dr. José López Baralt, "Is the París Treaty Nuil 'Ab Initio' as to thél

Cession of Puerto Rico", 7 Revsita Jurídica 75-116, diciembre 1937.

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® El Mundo, 18 de julio de 1936.

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El Mundo, 31 de enero de 1923.

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Pedro Albizu Campos,^L¿ Resolución Conjunta No. 2 ÍPonce* Imorental

El

El Mundo, 31 de enero de 1923. 13 Pedro Albizu Campos, op. cit., págs. 7-8. 14 Ibid., págs. 10-11.

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15 Ibíd. 18 Ibid., págs. 1 y 5.

11 Ibid., pág. 8. 18 Ibid., pág. 7. 18 Ibid., pág. 1.

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20 Ibid.

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22 Ibid., págs. 8-9.

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. ~ Pogán, Historia de los Partidos Politicos Puertorriqueños, (San Juan: Liberia Campos, 1959), I, págs. 212-213. 28 Ibid., págs. 156-159, 213. 26

págs_ 213-216.

El Mundo, 31 de enero de 1923 28 Pedro Albizu Campos, op. cit., pág. 6 20 Ibid. 'i's . 30 Bolívar Pagán, op. cit., pág. 228. 27

20

I

21 Ibid.

^ Ibid., pág. 6. •

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31 Conviene señalar que^j^ la prensa nprtMrnericana^a^^^ de mejor información, ha acogido como cierta esta parte de la leyenda sobre el señor Pedro Alhi7ii VéaséT Por ejemplo: ••Sedjtion_.and Shidents", rme; 27:2"2 f23 de marzo de 1936); "puerto Rican Revolt Endangers Truman",

¿/•f£^ 29:25 fn de noviembre de 1950^7"Albizu m GoogTIealth", The_Sa» Juan Star, 13 de septiembre

., .

32 El sefioj Albizu Campos fue licenciado del ejercito en mayo de 1919

y los discursos aludidos son de enero y octubre de 1923. 33 Esta conclusión la apoy.in las peticiones para examen de reválida que

con fecha de 8 de octubre de 1921 y 20 de noviembre de 1923, respectivamente,

radicó el Sr. Albizu Campos ante el Tribunal Supremo de Puerto Rico. En ambos documentos, escritos de su puño y letra, el solicitante subraya su distin guido servicio militar en el Ejército de los Estados Unidos. La primera petición consiste de un documento de 5l4 palabras de las cuales I19, o sea 23%, resumen su servicio militar. La segunda petición está expresada en 350 palabras de las cuales 286, o sea 81%, narran su historial militar. 34 Véase el folio 4 de la "Petición para Examen de Reválida" radicada por el señor Albizu Campos el 8 de octubre de 1921 ante el Tribunal Supremo. En "Expediente Personal del Abogado Pedro Albizu Campos", Tribunal Supremo de Puerto Rico.

35 El historial militar del señor Albizu Campos aparece en Ib/d., folios 27-29.

35 Durante su juicio de 1936 en la Corte Federal, el señor Albizu Cam pos presentó al señor Charles H. Terry como "testigo de reputación". El Mundo, 30 de julio de 1936.

37 El señor Albizu Campos obtuvo su bachillerato en artes de la Univer

sidad de Harvard el 22 de junio de 1916; ingresó a la Escuela de Derecho de esa Universidad el 25 de septiembre de 1916. Interrumpió sus estudios de dere

cho para tomar un curso preparatorio para oficiales del ejército el 15 de mayo de 1917. Reanudó sus estudios de derecho el 24 de septiembre de 1917 y los interrumpió nuevamente el 23 de abril de 1918. Reingresó a la Escuela de Derecho de Harvard el 27 de septiembre de 1919 y estudió hasta el 24 de junio de 1920. Abandonó sus estudios por un año y los reanudó el 23 de septiem bre de 1921. Al concluir su residencia universitaria tenía pendientes los cursos

sobre "Corporaciones" y "Evidencia" en los cuales había sido aplazado. Final mente recibió su Bacliillerato en Derecho el 26 de febrero de 1923. Véase,

"Expediente Personal del Abogado Pedro Albizu Campos", Tribunal Supremo de Puerto Rico.

38 Ihtd., folio 14. 35 Ihid,, folio 8.

45 Ramón Medina Ramírez, El Movimiento Libertador de Puerto Ricó,

(San Juan: Imprenta Nacional, 1950), 1, págs. 84 y 94). Véase, El Mundo, 31 de enero de 1923.

41 El señor Albizu Campos fue electo Presidente del Partido Nacionalista

el 11 de mayo de 1930. Véase Bolívar Pagan op, cit., págs. 329-333. 21

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^ Véanse las ediciones de £/ Mundo correspondientes a los días 15 a J de julio y 28 al 31 de julio de 1936. Compárese su comportamiento en aquelll ocasión con el del señor Luis Florencio Velázquez, acusado de agredir al Jud

Presidente del Toro. Véase, Ramón Medina Ramírez, op. cit., I, pág. 97. ^ El Mundo, 15 de julio de 1936. Ibíd., 28 de julír»

Ibíd., 20 de julio de 1936. "Sedition and Students", Ume, 27:22, 23 de marzo de 1936.

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SE TERMINO DE IMPRIMIR ESTE LIBRO EL DIA

1 DE

DICIEAIBRE DE 19C1 EN LOS TALLERES

DE

LA

EDITO

RIAL CVLTVRA, T. G., S. A., AV. REPUBLICA DE GUATE MALA NUMERO 96, CONSTA LA EDICION DE 3,000 EJEM PLARES


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